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11 DESEOS DE UN MIÉRCOLES POR LA TARDE

TERCER DESEO

SASOSAKU

Sasori refunfuñó mientras subía los escalones de dos en dos para llegar hasta la oficina del hokage, en su mente pasaban mil insultos para Rasa por haberlo enviado a esa estúpida misión. Un hospital no era su lugar ideal de trabajo ni siquiera en Suna, pero su gran Kazakage había tenido la idea de enviarlo a Konoha como instructor en venenos y antídotos como una forma de unir lazos entre ambos países.

¡Patrañas!

―Bienvenido, Akatsuna No Sasori. ― le sonrió la princesa de la medicina, sentada sobre el escritorio del hokage en una actitud despreocupada, exudando la confianza de alguien con reconocimiento mundial y poco apego a las reglas.

―Bienvenido Sasori. ―dijo el Hokage, su rostro pacifico era muy contrario a la reputación que tenía dentro del campo de batalla.

―Yondaime Hokage, Tsunade-san. ―los saludó con un pequeño asentimiento, alzando el mentón dejando claro que no se dejaría amedrentar por la historia detrás de cada personaje.

― ¡Padre! ―gritó alguien, estrellando la puerta e interrumpiendo la seriedad de la situación. ― ¿Por qué le diste a Sasuke-teme una misió mí una B?

―! Naruto, espera! ―llegó alguien detrás de él, el pelirrojo los reconoció como el hijo del Yondaime y la alumna de la princesa de la medicina. ―Perdón, Tsunade-sama, Minato-sama, no lo pude detener.

―No te preocupes, Sakura-chan. ―dijo el cuarto hokage, rascándose la nuca con vergüenza ―si te tuviera que pagar por cuidar de Naruto, no nos quedaría ni para un vaso de ramen instantáneo.

―Ya que estas aquí, Sakura… él es el nieto de Chiyo del que te hablé. ― intervino la rubia, poniéndose de pie. ―Vas a trabajar con él estos días para que aprendas más sobre venenos.

―Bienvenido a Konoha, Sasori-san.

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Siendo realistas, Sasori no se podía quejar tanto, acostumbrarse al clima de la aldea fue realmente fácil, no eran necesarias tantas capas de ropa para protegerse del sol, la arena no luchaba a muerte por entrar a sus ojos, y lo mejor de todo: durante su viaje vio tantos arboles con madera excelente que, si no salía de ahí con dos o tres marionetas nuevas, tendría que suicidarse.

En cuanto a lo que se decía de los ninjas de Konoha… todo era verdad.

Era algo incluso en contra de lo básico la forma de vida de esas personas, actuando siempre tan cálidos y sonrientes. Ninguna mujer en Suna se hubiera atrevido a coquetearle después de lanzarle su mejor mirada fulminadora. ¡Ninguna!

Pero al parecer eso no funcionaba con esas personas, no entendían nada sobre "No gracias, hoy no tengo ganas de ir a beber a algún bar contigo. Ni mañana. Ni nunca"

―¿Sasori-san? ―interrumpió Sakura, evitando que el ojo izquierdo del ninja de Suna se fundiera por el tic repetido que mantenía mientras se alejaba de la jefa de enfermeras.

― ¡Tiene como cincuenta años! ― le gritó a la pelirosa cuando ya estuvieron dentro de los quirófanos.

― ¿Quién? ― preguntó la Haruno, sin saber si realmente quería saber.

―Ukio-san, siento que me persigue por todo el hospital, incluso en los laboratorios. ― le dijo, sin evitar mirar tras la cabeza de Sakura por si la mujer volvía a aparecer, luchar en una guerra y ganarse el temor del continente entero no bastaba para alejar a una fémina interesada.

―Ohh… ella siempre es muy amable. ― sonrió Sakura, recordando como Sasuke siempre corría de la pobre mujer. ―Perderá el interés en un año o dos.

―Ustedes están locos. ― terminó, dando media vuelta y perdiéndose en los pasillos del hospital.

La actitud del hombre, en lugar de molestarle, le parecía graciosa. Sakura esperaba que su nuevo mentor temporal fue seco y amargado, con la misma actitud petulante y malhumorada de su Kazakage, pero era casi lo contrario.

Cuando había visto su foto pensó que era de varios años atrás, nadie de 34 años debería de verse así, no era raro que hasta su jefa de enfermeras hubiera mostrado interés en él. Pero su apariencia no era lo realmente increíble.

― ¿Ya pudiste replicar el veneno D35? ― preguntó, tomando dos tubos de ensayos, oliendo por encima el contenido.

― Aún no estoy segura si el ingrediente final es Dedalera, que es lo más obvio, ya que efecto diurético potenciaría su base y lo haría más difícil de eliminar antes de que se metabolice, o Kava por el efecto analgésico periférico que se produce después. ―

―Te aseguro que Kava no es una planta que se dé en Suna, incluso en invernaderos es muy difícil de conseguir.

― ¿Entonces es Dedalera? ― cuestionó, elevando su tono por la felicidad.

―No te emociones por algo que yo pude hacer a los trece años, Haruno. ―gruñó, dándole la espalda para que no viera la sonrisa orgullosa que cubría su rostro.

―Eres muy malo, Sasori-sempai.

―Guarda silencio e inicia con el antídoto.

―En eso si soy buena, prácticamente ya lo tengo hecho.

―Hmm…

Sasori revisó la nueva fórmula, leyendo en una hoja sobre el escritorio los ingredientes y forma de preparación, la chica estaba en lo correcto, iba por un buen camino y no estaba lejos de terminarla, lo cual era increíble, ni siquiera los mejores médicos de Suna podían acercarse a descubrir la mitad de lo que tenía, y eso lo asustaba y emocionaba en partes iguales.

Esa niña de apenas veinte años tenía la habilidad para descifrar sus venenos y crear antídotos mucho más rápido que cualquiera ¡y se divertía haciéndolo! Desenredaba fórmulas de hojas completas como si fueran cuentas de aritmética básica mientras tarareaba una cancioncilla de ritmo pegajoso.

La molestia pasó a sorpresa, en algún momento llegó la admiración y finalmente su problema actual: el interés.

Miraba por el rabillo del ojo la forma en que trabajaba, la curiosidad en sus ojos que viajaban por los objetos de la mesa, como un grupo de hebras rosas se rebelaban a quedarse atadas en su nuca.

― ¿Tengo algo? ―quiso saber Sakura al sentirse observada, se giró para ver al hombre, era muchos centímetros más alto que ella, con los cabellos rojos y rebeldes que contrastaban con la blancura de la bata.

― ¿Una cita conmigo? ― preguntó, levantando una ceja en busca de ocultar la sorpresa por verse descubierto.

―Me gustan los hombres puntuales, Sasori-san. ―sonrió ― Llega temprano.