wow, chicos, el aniversario de Villainous fue el 15 de mayo, y de hecho el primer aniversario del piloto fue este primero de junio, ¡y yo apenas termino este fic!
Fíjense, escribí la primera mitad en abril, pero después lo dejé de lado y al mero día quería acabarlo, pero ¡ahhhh! sólo no pude, y había tantas cosas que no sabía cómo escribirlas. Después se rompió mi laptop, luego compré otra, y luego esta semana se me fue el internet y uugh xD

Pero ya lo terminé xD

Oh, por si no lo saben, Penumbra tiene un Instagram oficial, ahí ella sube imágenes con Sunblast (Flug se lo devolvió), les digo para que no se confundan si no saben, porque en este fic Sunblast aparece xD Y hago varias referencias a sus publicaciones en este fic

Y, en este fic hablo del coronavirus un poco como un chiste, no se lo tomen en serio. Lo advierto por si tienen problemas con ello.

En fin, espero les guste mi fic super atrasado de aniversario de Villainous. Ya son 3 años ¿verdad? ¡wow! Esto ha sido un gran viaje.
Es un gran gozo cumplir un año más con este fandom.
Esperemos que podamos tener la primera temporada en los siguientes meses (hay que ser muy pacientes, esto lleva tiempo y en la situación actual está difícil).

Bien, me callo y disfruten la historia :)


Baile de aniversario

Era mayo 15, el aniversario de Black Hat Organization, y como todos los años, la compañía organizó un gran baile para todos sus miembros afiliados. Este sería el primer año en que la villana Penumbra asistiría, dado a que se había unido hacía menos de un año.

La villana era de muy blanca tez, ojos incoloros y de nebuloso cabello oscuro transparente, resultado de un funesto accidente muchos años atrás que le había provocado una terrible enfermedad que le impedía tocar la luz del sol. Pese a todo siempre se sonreía frente al espejo y se daba ánimos, y hoy ¿cómo no hacerlo? Estuvo muy contenta cuando recibió la invitación al gran evento de la organización.

Se había comprado un bello vestido plateado para la ocasión, incluso se había adornado con el collar que había pertenecido a su madre. Nunca fue de querer llamar mucho la atención con su apariencia, pero era un evento formal. Se tomó un par de fotos para las redes sociales, se contempló un poco en el espejo, tomó su bolso y estaba lista.

—Y bien, ¿cómo me veo? —habló la villana en un tono alegre, haciendo una pose.

—Como una tonta nerd que intenta encajar con los populares —le dijo en voz chillona su engreído acompañante. Éste no era otro más que Sunblast; solía ser un héroe hasta que Black Hat Organization lo redujo al tamaño de un ratón y, después de unos inconvenientes, fue entregado a Penumbra. Ahora él era su prisionero básicamente.

—Oh, ¿por qué siempre tienes que ser tan grosero? —en un instante, metió a Sunblast dentro de un contenedor antes de que él pudiera dar un salto y volar lejos. Era el mismo contenedor con el que Black Hat Organization se lo había enviado. Ella fue y metió el contenedor con Sunblast dentro en la jaula de su ratoncita Curie. La ratoncita pronto se acercó a Sunblast y se recargó en el cristal—. Esto es para que no intentes escapar. Curie cuidará muy bien de ti, no volveré muy tarde.

—¿Estás segura de que vas a ir? —preguntó como buscando que se quedara, con una cara seria— ¿qué pasa si se te pega esa enfermedad?

—¿El COVID-19? Oh, no, en la invitación decía que tenían grandes medidas de seguridad e higiene y que será imposible infectarse en la fiesta —dio un respingo y lo miró, sorprendida—. Espera... ¿estás preocupado por mí?

—¡No estoy preocupado por ti! ¡Sólo no quiero que traigas gérmenes a la casa y termines enfermándome a !

El fuerte sonido de un claxon con la tonada de "La Cucaracha" sonó desde el frente de la casa.

—¡Ya vinieron por mí! ¡deséenme suerte! —dejó a los dos en la jaula y salió corriendo de la casa cual adolescente de los ochenta emocionada un viernes por la noche.

Había venido a recogerla una nave de la compañía, vehículo provisto por el servicio Taken de Black Hat Organization; la estaba esperando un pequeño Hat-Bot mayordomo, quien le abrió la puerta y condujo hasta donde se llevaría a cabo el evento. No sería en Hat Island, a Black Hat no le gustaba mucho tener otra gente en su mansión, sino que la fiesta sería en otro lugar clasificado.

El Hat-Bot dejó a Penumbra frente a un gran salón de eventos que tenía una pancarta grande sobre las puertas que decía "Fiesta de Aniversario", y frente a la puerta había una extensa fila de villanos, empresarios y ocultistas de alto rango. La fila llevaba a la recepción dentro del edificio, por lo que Penumbra no podía ver para qué era la fila, es decir, no sabía si estaban pidiendo la invitación, identificación o tarjeta de afiliación para permitir entrar al evento.

Sacó su mascarilla del bolso, con ella cubrió su boca y nariz. Entró a la fila y estuvo formada por muchos minutos. La fila se veía incluso más larga ya que todos estaban tomando su sana distancia los unos de los otros; no fue hasta que estuvo lo suficientemente cerca de la entrada cuando vio lo que estaba pasando.

Un par de enormes Hat-Bots Centinelas les estaban tomando muestras de sangre a los invitados con una sospechosa jeringa electrónica. En pocos segundos el aparato brillaba en verde.

—Está limpio. Puede pasar —decía la robótica voz del Hat-Bot, empujando a la persona hacia dentro.

Todos estaban dando en verde, hasta que llegó el turno del sujeto que estaba enfrente de Penumbra, su muestra de sangre hizo que el aparato brillara en rojo e hiciera un fuerte sonido de alarma.

USTED DEBE ACOMPAÑARNOS —hablaron los dos Hat-Bots al mismo tiempo, tomando al tipo de ambos brazos y arrastrándolo lejos.

—¡No! ¡esperen! ¡yo sí me lavé las manos! ¡me lavé las manos! —suplicó el villano mientras lo aventaban a una habitación que centellaba rojo por dentro y emitía el calor de las llamas— ¡AAAAHHHH! ¡AAAHHH!

—Oh, Dios mío —Penumbra se abrazó de su bolso con completo espanto. Ya tocaba su turno.

Le tomaron una muestra de sangre y todo resultó bien, el aparato dio en verde y la metieron dentro con un fuerte empujón. El sitio era plateado y pequeño como en un elevador. Una cordial voz robótica dijo:

"INICIANDO DESINFECCIÓN".

—¡Owww! —se quejó Penumbra al ser golpeada con muchos disparos de humo que le revolotearon el vestido y el cabello.

"DESINFECCIÓN EXITOSA. BIENVENIDA A LA FIESTA".

La puerta se abrió como un elevador con todo y el sonido de uno. Penumbra salió mareada, desaliñada y tosiendo fuerte. Con que a esto se referían con grandes medidas de seguridad e higiene.

El lugar por dentro era enorme, hermoso y elegante, con resplandecientes candelabros, alfombras rojas, decoraciones victorianas, tapices con motivos de sombreros. Había mucha gente, cada quien reunidos con sus grupos de socios o amigos. Como tenía la certeza de que dentro no había ni un infectado, y que ella misma no estaba infectada, volvió a guardar su mascarilla en el bolso.

Penumbra se acomodó los pliegues del vestido y el peinado que se había salido de su lugar. Caminó un poco por el salón a ver si se encontraba a algún conocido que le pudiera hacer compañía, puesto que estar sola en una fiesta sería algo triste. Vio caras conocidas que frecuentaban las convenciones de científicos locos, con algunos de ellos había intercambiado información científica e investigaciones, como por ejemplo Metauro, quien la había ayudado mucho en temas de biotecnología.

Así que tomó rumbo hacia sus colegas para saludarlos, pero un pequeño grupo de pintorescos y jóvenes villanos llamó su atención. Ellos estaban en la mesa de bocadillos y ocurrió que la vieron cuando ella pasó justo a su lado.

—Oye, tú eres Penumbra, la villana de Atreno —habló la juvenil y despreocupada voz de un chico, acompañado por dos mujeres villanas—, te sigo en Instagrim.

—Ah, sí, sé quiénes son —animosa, Penumbra se acercó al trío—. Dark Phantom, Mawrasite y la joven Illuminarrow.

Dark Phantom era un albino sin orejas, Mawrasite tenía un gran parásito en su cuerpo e Illuminarrow era una triclope, o sea que tenía tres ojos. Para Penumbra estas características no eran nada desagradables, sólo inusuales como ella podría serlo. Los reconocía de Instagrim también, esa red social donde todos los villanos compartes sus fotos con los demás.

—Causaste un gran caos en Atreno al desaparecer a su héroe, todos estamos hablando de la gran villana que eres —dijo Illuminarrow, más que encantada.

—Bueno, algunos no me considerarían villana, es sólo que para otros... Suelen llamarme extremista, pero a veces hay que ser un poco firme cuando se quiere llegar a un bien común.

—Yo no lo habría dicho mejor —afirmó Dark Phantom.

—Nos enteramos de lo que hiciste en Australia —dijo Mawrasite, alimentando su parásito con los pastelillos de chocolate que había en la mesa—. ¡Inundarlo! ¿cómo se te ocurrió algo así?

—Se incendiaba, yo los salvé —titubeó, con expresión confusa.

—Sí, claro —se rió Dark Phantom—. Si hubieras querido salvarlos, sólo les hubieras enviado suficiente lluvia, en cambio lo inundaste todo.

—Al igual que tu ciudad —secundó Illuminarrow.

—Deja de ser tan modesta y reconócelo, eres una gran villana —aseguró Dark Phantom, con una sonrisa sincera, y Penumbra no se lo supo discutir—. Me duele admitirlo pero eres mejor que yo.

—Pero yo...

—¿Quieres acompañarnos? —Mawrasite le sonrió también, ellos estaban a punto de irse a ver qué ofrecía la otra mesa de bocadillos al otro lado del salón.

—Son muy amables, pero estaba a punto de reunirme con mis colegas científicos. Aun así ha sido todo un gusto poder saludarlos en persona, espero poder trabajar juntos alguna vez.

—¡Eso sería increíble! —exclamó Illuminarrow, dando un salto.

Los tres villanos se alejaron por el centro del salón donde muchas parejas bailaban vals con música clásica. La hermosa tonada de El Bello Danubio Azul de Johann Strauss II la envolvió, lo escuchó fuerte en sus oídos como si fuese una música cómica. Su sonrisa amable se desdibujó.

—Pero yo no soy mala —ya era tarde, ellos no la escucharon. Se miró ambas manos, mortificada—. Yo no estoy intentando herir a nadie.

Reconocía que había cometido múltiples e incontables errores, estaba acostumbrada a que la llamaran villana; no le molestaba ya esa palabra porque para ella era un sinónimo de rebelión, de querer hacer las cosas correctas aunque todos le digan lo contrario. Si la llamaban villana estaba bien desde cierto punto de vista... pero nunca intentó ser mala, ni una sola vez. Tal vez exageraba a veces en sus métodos y era verdad que había salido uno que otro herido, pero siempre era para un bien mayor, para mejorar la vida de todos.

Tomó aire y se recompuso, se dirigió al grupo de científicos y pronto notó a un conocido tomando una bebida de un vaso, ¡era Flug!

—Doctor Flug, saludos —fue hacia él, muy cordial.

—¡Ah! ¡señorita Penumbra! —se espantó el sujeto, casi derramando su bebida—, un placer volverla a encontrar.

—Sí. Sólo quería agradecerle por el regalo de cumpleaños y navidad que me mandó, y agradecerle por devolverme a Sunblast. Fue totalmente inesperado, admito que estaba realmente... muy decepcionada y molesta con usted.

—No podíamos dejar que la organización quedara mal, así que hice lo posible por compensarla —hablaba, nervioso, se avergonzaba por haberla engañado la primera vez al haberle dado un Sunblast falso. Fue bastante difícil recuperarlo, pero tan pronto lo tuvo en cautiverio, se lo envió a la villana—. ¿Y cómo le va con sus experimentos? ¿ya encontró una cura?

—Aún no, estoy estancada. Pero no voy a rendirme, al mal tiempo buena cara, ¿no lo cree así? —dijo muy optimista, y Flug le sonrió, podía notarse que estaba sonriendo aun con su máscara de papel. Penumbra giró y observó el gran salón—. Esta fiesta es maravillosa. Tanta elegancia y sofisticación... ¿esa es una palabra? Cuando algo es sofisticado...

—Black Hat Organization ha organizado orgullosamente este evento por años, es una tradición. Ni siquiera la contingencia nos detuvo.

—Me gustaría poder agradecer también a Lord Black Hat, ¿dónde se encuentra él?

—El señor Black Hat está... emm... —Flug dirigió su mirada a un rincón, ahí en la esquina más oscura, en una mesa privada se encontraba Black Hat jugando póker con tres misteriosas criaturas que usaban sombrero, estos eran demonios prominentes de otras dimensiones, socios importantes—. Como puede ver, Black Hat está ocupado ahora mismo, no cualquiera puede hablar con él.

—Sí, comprendo. Será en otro momento.

Penumbra miró a los demonios unos instantes, curiosa. Los tres demonios junto a Black Hat eran unas criaturas muy extrañas, como salidos de otras realidades; habían dos demonios color rojo, uno era gordo y desnudo con una sonrisa boba, el otro era muy delgado y vestía un afeminado traje deslumbrante, el tercero era de piel azulada y vestía elegante. Pronto ella apartó la vista sabiendo que no era prudente fisgonear en asuntos ajenos.

—¡FLUG! —gritó Black Hat desde su lugar—, ¡¿qué esperas?! ¡ven para acá y tráenos unas bebidas!

—¡Ahora mismo, mi amo y señor! —exclamó Flug, aterrado. Se giró hacia Penumbra—. Debo irme, disfrute de la fiesta —se despidió y se fue.

Penumbra al fin se acercó a los otros científicos, ellos ya la conocían y la saludaron también. No muchos valoraban la ciencia y el valor de un científico malvado, por lo que muchos otros villanos considerarían las conversaciones que ellos tenían como aburridas. Nerds, les diría Sunblast. Pero Penumbra gozaba mucho poder intercambiar sus descubrimientos con sus compañeros.

Así que Penumbra se pasó un rato conversando con la Doctora Valeria hasta que alguien más se les acercó, y él llamó su atención tan pronto lo notó.

—Penelope, cuánto tiempo —la saludó el hombre—. O ¿debería decir "Penumbra" ahora?

—¿Señor Pappeto? —Penumbra, confundida al principio, lo reconoció al instante. Un antiguo amigo, de antes de que toda su vida se viniera abajo—. Yukito Pappeto ¿eres tú?

—Yo también estoy sorprendido —se rió un poco, caminando hacia ella—. Me enteré que te afiliaste a la organización. Qué coincidencia encontrarnos aquí.

—Bueno, yo ya sabía que estabas relacionado con Black Hat Organization, hace no mucho que lo sé, he visto anuncios de Shi-Bo en las convenciones de ciencia para villanos, pero no esperaba encontrarte aquí, sé que eres un hombre ocupado. ¡Te volviste el presidente de Shi-Bo Inc! Me enteré de la noticia hace un par de años.

—Sí, muchas cosas han cambiado desde... —Pappeto desvió la mirada. Otra idea vino a su mente—. ¿Te gustaría bailar conmigo, Penelope?

—Ah... Claro —se sonrojó.

Penumbra no sabía cómo reaccionar exactamente. Estaba emocionada, hasta diría feliz de verlo, pero habían pasado tantas cosas desde la última vez que se habían visto. Sospechaba que Pappeto quería hablar de ello y ella no sabía si quería esa conversación.

Pappeto llevó a Penumbra al centro del salón, como esperando estar solo con ella o queriendo llamar la atención. La realidad era que él esperaba que ella le diera un buen vistazo a todo el lugar y sus personas desde ahí. La melodía que empezó a sonar fue el primer movimiento de Claro de Luna de Beethoven. Curioso el gusto musical de Black Hat ¿no es así?

Penumbra estaba muy avergonzada, no había bailado un vals desde desde hacía mucho tiempo. Pero el baile no era lo importante. Era una excusa, la mujer lo intuía, él de verdad quería hablar sobre aquello.

—Sé que sigues buscando una cura, espero que la encuentres, de verdad —le dijo con sinceridad. Penumbra guardó silencio—. Lo que pasó aquella vez...

—Fue mi culpa, era mi máquina —se adelantó a decir—. Debí revisarla dos veces, fue un desajuste —eso quería creer.

—Siempre has sido así, Penelope. Inocente —le dijo en voz baja. No había verdadera malicia en su voz, pero sí condescendencia. Penumbra se detuvo, quedó quieta, mirándolo fijo—. Yo intenté... hacer que te apoyaran. Nunca pude decírtelo. Lo siento.

—¿Qué? ¿insinúas que con el apoyo de Shi-Bo quizá mi máquina no hubiera fallado? ¿que quizá si no me hubieran echado a la calle y me hubieran ayudado con mi proyecto, no hubiera resultado en catástrofe?

—Oye, yo no estaba a cargo en ese entonces —se defendió, ofendido pero sin elevar la voz. Al seguir hablando, volvió a relajarse—. Y... eso no fue lo que quise decir.

Pappeto volvió a ofrecerle la mano para continuar bailando. Llamaban más la atención si se quedaban solamente parados en medio. Ella no se rehusó.

—Entonces, ¿qué quieres decirme, Yukito? —Penumbra se dejó guiar por él mientras bailaban, siguiéndolo paso a paso. No quería escucharlo.

—Quizá no te des cuenta, o simplemente no quieras verlo, pero a veces hay situaciones que ocurren porque alguien más las decidió —habló suavemente—. Alguien más poderoso.

—¿Poderoso como Black Hat? —ella levantó una ceja.

—No necesariamente —su voz seguía siendo suave, con delicadeza, como teniendo cuidado—. Pero hay veces en las que los ideales de uno no son convenientes para otras personas. Hay veces en las que uno simplemente debería... hacer caso a las advertencias.

Advertencias. Penumbra se recordó a sí misma, de joven, cuando trabajó para Shi-Bo; un día sin mayor explicación la despidieron, le confiscaron toda su investigación y trabajo, le prohibieron continuar con su proyecto y la echaron. Pero eso no la había detenido, continuó trabajando sola en su máquina hasta que fue el momento de mostrarla al mundo.

Entonces ocurrió el accidente.

—Entonces, ¿eso era? ¿Querían verme fracasar? —no quería armar una escena, mas el rencor en su voz era claro y abrasador, sin embargo guardó la calma—. ¿Era lo que esperaban?

—Yo no te hice esto, Penelope, yo no quería que esto te pasara a ti —y parecía que realmente lo sentía—. Pero eso ocurrió hace quince años. No somos enemigos, no quiero ser tu enemigo. Ahora somos parte de la compañía del sombrero, no deberíamos ser más que aliados, estar en buenos términos.

En aquellos tiempos nunca fueron especialmente cercanos, pero sí habían sido amigos y ella había confiado en él. Ella le creía si él decía que no estaba involucrado en el fallo de su máquina, incluso le creía si le decía que intentó darle su apoyo. Quizá sea muy ingenua.

—Después de todo lo que me has dicho, después de que no hicieras nada para ayudarme todos estos años ¿por qué te consideraría mi compañero?

Siempre en su mente estuvo esa incertidumbre de que si Shi-Bo había interferido, pero no tenía forma de comprobarlo y Pappeto no se lo iba a confirmar. Y ella no quería ver que había gente tan mala, de esta forma se cegaba a sí misma. Al final, quien había construído y encendido esa máquina había sido ella, la culpa siempre iba a recaer sobre sus hombros, y así lo sentía correcto.

—¿No lo ves? Ahora mismo estás en un nido de víboras. Tú trabajaste para Shi-Bo, una de las muchas ramas de Black Hat Organization, y no sobreviviste. Yo te aprecio, Penelope, por eso te advierto, estás en las grandes ligas ahora, estás directamente involucrada con este mundo. Si quieres sobrevivir aquí debes hacer aliados, y debes siempre darle una buena impresión a Lord Black Hat. Tan sólo mira a tu alrededor.

Sin interrumpir su delicado baile, Penumbra echó un vistazo al resto de los invitados. Parecían divertirse, estar alegres. Volvió a mirar a Pappeto.

—Por fuera parecen buenos amigos —habló él—, parece una fiesta de compañeros, y quizá algunos de verdad se lo crean. Pero no olvides lo que somos. Al final todos están aquí, no para hacer amigos, sino para hacer conexiones, alianzas. No compañerismo. Negocios.

Ella recordó a Dark Phantom y a su grupo elogiándola anteriormente, se preguntó si esa amabilidad había sido genuina o ellos sólo habían intentado reclutarla.

—Pero todos son tan amables —se lamentó ella—. Pienso que ellos son igual que yo, incomprendidos solamente.

—Ahora formas parte de Black Hat Organization. Juegas con fuego si confías demasiado sólo porque son amables. ¿Qué crees que hacemos aquí? Somos villanos, le hemos vendido nuestra alma al diablo.

—Eso ya lo sé. Pero yo... —Penumbra dudó—. Trato cada día de reparar mi error. Yo de verdad esperaba que ellos lo comprendieran... Pero... no es como si yo cometiera esos errores a propósito. Por eso estoy aquí, llegué aquí para tratar de curar mi condición, tratar de curar a mi ciudad.

—De verdad no has cambiado —le dirigió una media sonrisa nostálgica—. Lamento mucho lo que le pasó a Atreno, pero tú fuiste la que encendió esa máquina —él dijo. Sí, ella era consciente de eso—. Puedes fingir, puedes llamarte a ti misma un héroe, si tú quieres seguir soñando con hacer el mundo mejor, hazlo, sigue tratando de ayudar a la gente pero debes enfrentar la realidad. Puede que seas muy buena pero hay un motivo por el cual terminaste en este lugar, al igual que todos aquí, no eres una buena persona.

—¿Qué?

De la nada, Penumbra sintió una presencia, fuerte y oscura, malvada como ya había sentido antes. Giró y ahí estaba Black Hat detrás de ella, acompañado por su séquito de demonios provenientes de dimensiones desconocidas. El demonio del sombrero mantenía una enorme sonrisa maliciosa, mas no la estaba mirando a ella, era por seguro que ni siquiera la estaba notando. Él miraba al Doctor Pappeto.

—Ah, señor Pappeto, me alegra que haya podido llegar —le habló Black Hat al hombre, quien se veía indefenso a comparación del maligno—. Creo que es hora de hablar de nuestros negocios —dicho esto, la bola de demonios que lo acompañaban rieron con malicia.

Pappeto asintió. Se giró hacia Penumbra y muy cortés se despidió.

—Me alegra que nos hayamos podido reencontrar, Penelope. Recuerda lo que te he dicho y ten cuidado. Te deseo suerte.

La soltó y se alejó para reunirse con aquellos malignos. Así sin más. A Penumbra ni siquiera le dio tiempo de saludar a Black Hat como había deseado, simplemente se había quedado paralizada ahí.

Sin querer, ella pudo alcanzar a oír parte de su conversación mientras se marchaban.

—Sí, señor, he estado trabajando en ello —le decía Pappeto a Black Hat—. En SHI-BO hemos avanzado en medidas de contención y obtención de un virus más letal, así como en la búsqueda de una cura, todo para usted, Lord Black Hat.

—¡Excelente! Así pronto podremos patentar ese mugriento virus y su cura, ¡obtendremos ganancias de ambos!

—Y así usted decidirá quién vive y quién debe sufrir, Lord Black Hat.

La música que acompañaba a las parejas en el vals ahora era la aterradora melodía de el Lago de los Cisnes Scène: Moderato de Tchaikovsky. Los estruendosos sonidos retumbantes de la música golpeaban a Penumbra como una sentencia. Cubrió su boca con ambas manos y un pensamiento gritaba en su mente "¡Qué horrible!".

Miró a su alrededor y vio a todas esas parejas bailando la siniestra tonada con sonrisas en sus caras pero perversas miradas.

Alcanzó a ver al grupo de ocultistas de la secta del sombrero burlándose de sus nuevos y asustados miembros, incitándoles a cometer sacrificio, ofreciéndolos a los científicos para experimentos a cambio de remuneración. Vio a empresarios reunidos para presumir sus actividades ilícitas y corruptas, sus negocios oscuros, sus pruebas en armas y drogas. Incluso aquellos que la habían saludado antes, el grupo de Dark Phantom, trataban de hacer que la conquistadora interplanetaria Bonnivet se les uniera para futuros planes.

Eran todos una bandada de cuervos saca ojos, convenencieros que se apuñalarían por la espalda de ser necesario necesario. Eran criminales, villanos y monstruos que, a diferencia de ella, no tenían intenciones bondadosas, ¡no! Estas personas tenían el alma muy negra.

De repente se sintió sola, pequeña, rodeada de lobos hambrientos. Se llevó su mano al pecho, acariciando con las yemas de sus dedos el collar que la adornaba, buscando seguridad.

¿Qué estaba haciendo en un lugar como este? ¿qué diría su madre respecto a esto si aún estuviera aquí?

Ya sabía de antemano que trataba con gente mala, villanos, lo sabía bien. Pero se cegaba a sí misma al pensar que no eran tan malos, al creer que todos eran incomprendidos como ella y que no hacían un gran daño. Pappeto tenía razón, esta no era una fiesta de amigos y todo esto no era un juego.

Pero ella también los necesitaba, había pedido los servicios de Black Hat, había entregado su alma, y por la búsqueda de sus propósitos había hecho mucho daño colateral. ¿Era entonces ella igual a ellos? No tenía nada que reprocharles porque ella era lo mismo que todos ellos; una destructiva villana.

Una mano amigable se recargó en su hombro. Penumbra se sobresaltó, alzó la mirada y vio al individuo que había llegado a su lado.

—Yo sé lo que es, señorita Penumbra —comprensivo, él parecía sonreírle debajo de esa armadura metálica. Tenía una voz amable y suave, pero difícilmente podía reconfortarla—. Sé lo que es sentir que te hundes cada vez más bajo hasta llegar a este punto, ser un villano hecho y derecho.

—Metauro... —ella sostuvo su mano, agradecida por su compañía, pues sentía que estaba a punto de derrumbarse. Conocía un poco de la historia de este hombre. Si alguien podía entenderla, si alguien había pasado por lo mismo que ella, era él.

—Yo tampoco pedí ser esto —con melancolía, observó sus manos cubiertas en metal—. Dañé mi cuerpo de esta forma por intentar hacer lo correcto, en cambio vi cómo mis ideales arrancaron todo de mí. Ahora podemos seguir intentando hacer lo correcto a nuestra manera, aunque todos nos vean como los malos porque ¿qué más nos queda?

Sólo ese ideal, ese sueño por un mundo mejor.

Y la música siguió sonando, más tranquilizadora y gentil que antes.

Cuando finalmente Penumbra llegó a casa, bajó de la nave y agradeció al pequeño Hat-Bot conductor. Al llegar al pórtico finalmente se quitó los tacones, pisó firmemente el suelo y suspiró agotada. Tan animada que había salido de su casa y ahora sentía un gran abatimiento. Constantemente pasaba por malos momentos, todo el tiempo se preguntaba si iba por buen camino; pero ahora, aunque sus intenciones y corazón siempre han estado en el lugar correcto, se preguntaba si realmente hacía un bien, si no estaba tan sólo... arruinándolo todo otra vez.

Con sus llaves abrió la puerta de su hogar. Cansada y muerta de sueño, encendió las luces al entrar.

—¡Ay! —exclamó de susto y sorpresa cuando un balde de cloro le cayó encima, llenándola completamente la cabeza y gran parte del vestido—. ¿Qu... ? ¿qué...? ¿qué? ¡Sunblast!

Ella rápidamente ubicó al maldito pequeñín flotando sobre ella, con una risa engreída y satisfecho con su acto.

—¡¿Por qué?! —le exigió ella saber.

—Te dije que no quería que trajeras el virus a la casa —respondió él, sacado de la pena, aterrizando delicadamente sobre la mesa.

—¿Cómo te saliste del contenedor? —irritada pero demasiado harta para iniciar una discusión, fue a buscar una toalla para limpiarse un poco el cloro.

—Mi pequeña amiguita me ayudó —en tono galante, señaló con la mirada a la ratoncita Curie, quien se había subido también a la mesa y se acercó corriendo hacia él.

Penumbra no podía hacer nada para evitarlo. Se secó la cara y los hombros y fue a sentarse en una de las sillas de la mesa. Sunblast, dándole unas palmadas a Curie, notó el ánimo de la mujer.

—¿Qué ocurre? ¿te bullearon los populares?

—Ugh —ella lo miró feo, pronto apartó la mirada—. No, nada de eso. Todos fueron muy amables conmigo, es sólo que...

—Tú no encajas con ellos —dedujo Sunblast, burlándose—. Es tan típico de los nerds.

—¿Puedes dejar de usar la palabra nerd? No estás en secundaria, Sunblast.

—Wow, de verdad te pisotearon esta vez, ¿no es así, encanto? —le dijo al sorprenderse por ese tono molesto en su voz—. Entonces, ¿estoy en lo correcto?

—No, todo lo contrario —hablaba con cierto pesar, con la mirada hacia abajo—. Encajo perfectamente con ellos.

El ahora ex héroe la observó decaerse. Ella apretaba con su mano la piedra en ese collar que llevaba alrededor del cuello. Él reconocía ese collar de viejas fotografías del álbum familiar de Penumbra.

Ella entonces lo miró, y ella se veía tan descorazonada, tan agotada. Sabía que le hablaba a un egocéntrico insensible, pero no había nadie más con ella en ese momento, así que le preguntó como en suplica:

—Sunblast... ¿tú crees que soy malvada? ¿crees que soy... una mala persona?

Sunblast no supo qué decirle. Por supuesto, para él ella era malvada; la había visto siempre haciendo lo imposible para tratar de arruinar la diversión, encabezando manifestaciones, intentando cubrir el sol y dejarlos a todos en oscuridad y sin un buen bronceado. La había visto levantarse todas las veces en las que la había empujado. Pero ahora ya sabía por qué lo hacía, de mala gana lo aprendió. Y a diferencia de en otro tiempo, ya no sabía qué decirle o cómo actuar.

Al ver que Sunblast no decía nada, Penumbra deseó que ese silencio no fuera indiferencia. Así que ella siguió hablando.

—Todo esto comenzó por mi culpa, yo me causé esto —se miró sus manos de color blanco inhumano—, a mí y a la ciudad. Si yo no hubiera sido tan terca ese día, si no hubiera permitido que mi orgullo me cegara. Mis jefes me decían que no probara mi máquina, que era muy riesgoso, pero yo estaba segura de que mi trabajo podría ayudar a todos. Y... falló.

Se quebró un poco en ese momento, se secó las pocas lágrimas que derramó, queriendo recomponerse.

—¿Y si... tienen razón sobre mi? ¿y si en verdad soy mala?

—No me digas que vas a rendirte —Sunblast cruzó sus brazo y le lanzó una mirada reprensiva. Ella, pasmada, volteó a verlo—. Eso no es propio de ti.

—Por supuesto que no. Es sólo que... —dio un largo suspiro— estoy tan cansada.

—Bueno, entonces, vete a dormir ya. Mira, estas no son horas de llegar. Tenemos mucho trabajo que hacer mañana si es que quieres curar pronto tu enfermedad.

—¿"Tenemos"? Pero si tú no haces nada —ella finalmente sonrió. Agarró a la pequeña Curie y fue a meterla a su jaula—. Sunblast...

—¿Ah? —aún cruzando sus brazo, la miró con curiosidad.

—Gracias por tratar de animarme.

Sunblast se apenó, evitó verla girándose hacia otra parte.

—Yo no trataba de animarte. Sólo no quiero tus malas vibras cerca de mí. Y toma una ducha, apestas a cloro.

—Nunca cambiarás, ¿no es así?

No había nada que pudiera hacer para deshacer errores pasados, siempre lo sabía, lo que seguía por hacer era tratar de repararlo, sin importar lo cansado, desesperanzador y amoral que podría llegar a ser.

—Estar encerrado aquí comienza a asfixiarme —comentó el héroe de mal humor, quizá en respuesta a lo que había dicho ella, quizá reprochándole por tenerlo prisionero.

Pero, de cualquier forma ¿no todos estaban pasando por lo mismo?

—Mejores tiempos van a venir, Sunblast. Eso espero.


Si encuentran errores ortográficos, lo siento xD mi autocorrector no funciona bien desde que cambié de laptop. No soy tan bueno como hago parecer xD

Cielos, ya me urgía terminar este fic. Realmente me atrasé mucho xD
Me es irónico, porque hace unos días teoricé en Tumblr y en Facebook que la fiesta de aniversario de BHO se debió haber cancelado por el coronavirus, basándome en una publicación de Penumbra en su Instagram jajaja

Hablando del Insta de Penumbra, en sus recientes publicaciones ella menciona que Sunblast no le dirige la palabra. Yo empecé a escribir este fic antes de darme cuenta de que eso estaba pasado (no me hizo click hasta su publicación de ellos comiendo pizza), así que me tomé la libertad creativa ahí. Realmente quiero ver la dinámica de estos dos ahora.

jaja todo ese asunto del virus lo puse en el fic porque sé que en el universo de la serie eso también está pasando, y pues pensé que sería gracioso. Ustedes deben saber. Todas las medidas de seguridad que tengo en el trabajo por ello me inspiró en las escenas jaja

Espero que les haya gustado el fic, no es la gran cosa a mi parecer. Y esperemos tener Villainous por más tiempo. ¡Apenas cumplió un año el piloto! ¡y tres años los cortos! El tiempo pasa tan curiosamente...

Tengo más fics de la serie, por si quieren ir a checar. Nos leemos ;3