—Corre y recoge todas las pelotas que están regadas en el campo.

Zenitsu se quedó parado, observando con fastidio al mayor que le ordenaba que hacer. Era su primer día en el club y ya empezaba a odiarlo. Desde que llegó, quien en un inicio no paraba de molestarlo, ahora ni siquiera se detenía a mirarlo. Se sentía como un idiota por esperar aún la atención que recibió antes de aceptar.

Uzui levantó una ceja cuando se encontró con una bola en el suelo. Entonces miró hacía más adelante, observando que ninguna había sido tomada, no entendía por qué ese chico no se movía cuando se lo pedía.

—Te dije que recogieras las pelotas —repitió, Zenitsu siguió ignorándolo— ¡Recogelas y guardarlas en la bodega!

No importaba cuánto le exigiera, no quería hacerlo. Para empezar, ni siquiera quería estar en el club, pensó en algún momento que Tengen podría ser soportable, pero estaba más que equivocado. No lo aguantaba, le provocaba ganas de golpearlo en la quijada, de renunciar a ese ridículo trato con el director Ubuyashiki.

Pero debía ser objetivo, lo único que lo consolaba eran esas palabras que siempre se repetía; Vacaciones de verano.

Se lo volvía a repetir. Vacaciones de verano.

—Joder Zenitsu, ¡Recógelas! —Uzui desvió su camino hacia el rubio que parecía a punto de gritar. Se agachó tomando una pelota, dándole una mirada retadora al menor.

Ahí estaba nuevamente ese insoportable e iluso capitán del equipo dejándole los peores trabajos. Cómo si recoger pelotas de tennis fuera algo fácil o entretenido. El albino tomó la mano del menor y le dio la pelota, sintiendo como su ceño se fruncía aún más viendo de cerca el rostro del rubio.

—Vacaciones de verano... —susurró, desviando su mirada al tiempo que cruzaba sus brazos.

—¿Qué? —Tengen imitó su acción— Deja de balbucear y mueve tu trasero.

Zenitsu rodó los ojos. No pensaba doblegar aún más su orgullo por un chico como ese, a Tengen nunca lo iba a obedecer. No importaba si el mismo director iba a vigilarlo, estaba convencido a mantener su postura de orgullo.

—Oye chico nuevo, recoge las pelotas —Esta vez fue Sanemi quien habló después de agotarse viendo esa pelea interminable.

El rubio lo observó percatándose de algo, no iba a obedecer a Uzui, pero si podía hacerlo siempre que se tratara de cualquier otra persona. Sonrió con malicia y comenzó a recoger las pelotas. Entonces Uzui arrojó su raqueta cuando lo vio.

—¡¿Pero por qué?! —Zenitsu volvió a girar sus ojos con fastidio— ¡Yo soy el líder, debiste obedecerme a mi!

—No soy tu perro para acatar órdenes —se restó en contestar, provocando que Sanemi tuviera que respirar profundo para no reírse, al final decidió alejarse, pues el capitán se veía enojado, no estaba de humor para tranquilizarlo.

Tengen quiso arrancarle la cara con sus manos a Zenitsu después de escucharlo, el nuevo estaba burlándose de él y no podía permitirlo. Era apenas su primer año como capitán del equipo.

—Si no querías estar aquí, no te debiste unir al club en primer lugar —refunfuñó arrepentido de haberlo escogido.

Zenitsu entonces arrojó la pelota que tenía en sus manos al pecho del albino con todas sus fuerzas, provocando apenas que Tengen toque el área golpeada.

—¡Tú me obligaste! —Lloriqueó arrojando otra pelota.

—¡Deja de tutearme, ya te lo repetí miles de veces!

—Tú me llamaste por el megáfono e involucraste al director Ubuyashiki.

—Pude hacerle eso a cualquiera.

Se sentía arder en enojo por esa respuesta. Se preguntaba al cielo que fue lo que hizo mal para ser él quien tuvo que lidiar con el loco campeón deportista habiendo muchos más alumnos sin pertenecer a un club.

Quería golpear a ese insoportable tipo, pero si este le devolvía el golpe lo más probable es que Zenitsu quedara noqueado. Apretó los dientes resignado, decidió solo cruzarse de brazos otra vez, esa era la única forma de protestar en contra de Tengen.

—Apresurate y recoge las pelotas —volvió a pedir, pero Zenitsu solo lo miró con desprecio—. Puedo quedarme aquí todo el día hasta que decidas hacerlo.

—Sé que no es cierto.

—¿Acaso estás retandome?

Uzui sonrió cuando vio como la cara de Zenitsu se contraía con cansancio.

—Solo déjame en paz.

—Hasta que recojas las pelotas.

—Bueno, no lo voy a hacer. —Declaró dando la vuelta y caminando hacia la salida.

Tengen corrió detrás de él, indispuesto a perder contra alguien como Zenitsu, tres años menor que él. Le obstruyó el paso con su cuerpo y le sonrió.

—No te equivoques idiota. Yo soy Tengen Uzui, campeón nacional, una estrella desde su nacimiento. Y tú solo eres Zenersu, un perdedor, insoportable y un menor de edad... feo.

La cara que obtuvo al terminar de hablar lo hizo aspirar profundo, ese par de ojos ámbar mirándolo vibrantes eran espectaculares. Nunca imaginó que alguien como él fuera capaz de dar una mirada tan intensa como esa.

—¡Mi nombre es Zenitsu! ¡Y no me importa quién seas, me voy de aquí!

El rubio intentó empujarlo para darse paso, sabía perfectamente que con su perseverancia nadie podía ganarle. Pero eso era porque nunca había conocido a un tipo tan insoportable como Uzui, que aunque costara admitirlo, ese era un rasgo que ambos tenían en común.

Ninguno pensaba retroceder, por lo que la pelea terminó extendiéndose hasta el atardecer, dejando a ellos solos en el campo de tenis.

Zenitsu prefería morir antes de obedecer a ese tipo.

Aunque estaba fuera de sus límites mantener esa batalla por tanto tiempo sin preocupar al abuelo. En serio odiaba a Tengen por tener la ventaja de la situación. Tomó una pelota del suelo y observó al más alto que mantenía la cara enojada, como respuesta, el rubio frunció los labios.

Volvió a agacharse para tomar otra pelota y volvió a mirarlo, ahora su rostro se veía más relajado. Cuando tomó la tercera pelota, Uzui sonrió satisfecho, otra vez volvía a ganar.

—Puedes creer que me ganaste... —comentó el rubio sorprendiendo al albino— Pero la guerra aún no termina, no te saldrás con la tuya.

Tardó en analizar lo que le dijeron, porque sintió como si Zenitsu le hubiera leído sus pensamientos. Reaccionó demasiado tarde, el menor ya había recogido la mitad de las pelotas regadas por los suelos lo más rápido que pudo para marcharse de ahí.

—No puedes vencer a un campeón, pequeño. Que te quede claro.

—No hables antes de tiempo... —Zenitsu tomó la última del suelo y corrió para llevarlas todas al almacén.

Cuando volvió, camino directo hacia el más alto y le pateó directo en la tibea. Cuando Uzui se doblegó por el golpe, Zenitsu salió corriendo de ahí con una carcajada.

Ya no pudo alcanzarlo, debía admitir que ese chico era rápido para escaparse.


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