1. PRELUDIO

El sonido estridente de la guitarra eléctrica terminó dando lugar a un silencio de unos segundos, que fue seguido por unas exclamaciones de júbilo de los cuatro miembros de la banda. Con Luna en la guitarra, Mazzy en la batería, Sam en el teclado y Sully en el bajo, el cuarteto sonreía después de haber estado cerca de dos horas ensayando en el escenario de la sala de actos de su instituto.

-Bien, colegas, toca recoger- informó Mazzy mientras se levantaba de su taburete.

-¿Cómo que toda recoger?- preguntó sorprendido Sully mientras consultaba su reloj- Si todavía nos quedan treinta minutos para que nos echen. ¿No habíamos reservado la sala hasta las siete?

-Cierto, pero yo tengo que estar a esa hora en mi casa porqueee… Tengo que ayudar a mi madre a doblar la ropa- se excusó Mazzy.

Sully alzó una ceja y la miró extrañado, pero prefirió no decir nada al respecto.

-Bueno, pero nosotros podemos seguir ensayando hasta las siete, ¿no?

-De eso nada- exclamó Mazzy enérgica, tomando la mano derecha del chico-. Nuestro grupo deja de funcionar si le falta uno de los instrumentos. Y aún más si es el caso de la batería. ¿Cómo va a sonar esto a rock sin mis contundentes solos?

-¿Vosotras qué opináis?- preguntó Sully dirigiéndose a Luna y Sam.

La segunda se encogió de hombros.

-A mí me parece bien- dijo-. Si es algo importante para Mazzy, yo no tengo inconveniente en dejarlo por hoy. Además, con lo que hemos ensayado hasta ahora, creo que ya haremos un buen papel en el festival del instituto. ¿No estás de acuerdo, Luna?

-Eh… Sí, claro- contestó esta algo desconcertada.

-Perfecto, pues- dijo Mazzy con una sonrisa de satisfacción. Discretamente, se apartó el flequillo y le guiñó un ojo a Sam.

Sully dejó escapar un suspiro resignado.

-Bueno, pues guardémoslo todo.

-No, no, no- exclamó Mazzy tirando de él en dirección a las escaleras que bajaban del escenario-. Yo tengo prisa y no puedo quedarme a guardar los instrumentos.

-¿Y podrías decirme porque me estás llevando contigo?- preguntó Sully mientras llegaban al pasillo que había entre las filas de butacas.

-Porque eres mi novio- respondió Mazzy mirando al frente con decisión-. Y un novio acompaña a su novia a todas partes. No querrás que me vaya a casa sola, ¿verdad?- le preguntó mientras giraba la cabeza hacia él y le miraba por encima del hombro.

-No, claro- respondió el joven, encontrándole por fin la lógica al asunto. Sin dejar de cogerse de la mano, se adelantó hasta colocarse al lado de la chica.

-Bien, chicas, os dejamos el trabajo a vosotras- exclamó Mazzy hacia el escenario-. Nos vemos mañana.

-Sí, claro, hasta mañana…- dijo Luna.

Y la pareja salió por la puerta del fondo, cerrándola detrás de ellos. Luna aún con su guitarra en las manos y Sam con sus dedos en las teclas, se quedaron durante dos o tres segundos mirando hacia esa salida, la primera con cara de estupefacción y la segunda con una suave sonrisa.

-Pero, bueno, menuda cara- exclamó Luna, reaccionando por fin-. Se largan por las buenas y nos dejan a nosotras para que lo guardemos todo- dijo con cierta indignación. Desenchufó la guitarra y se dirigió a guardarla en su estuche-. A eso yo también sé jugar- se agachó, dejo el instrumento en su sitio y se puso de pie-. El próximo día…

Se dio la vuelta y antes de que pudiera seguir hablando se encontró con Sam delante suyo, con sus narices casi tocándose. Y antes de que pudiera tener alguna reacción, los labios de su novia se unieron a los suyos, lo que la cogió por sorpresa. Pero seguidamente sus ojos se entornaron y se terminaron de cerrar como lo estaban ya los de Sam. Los brazos de esta rodeaban amorosamente el cuello de Luna, quien posó los suyos alrededor de la cintura de la chica rubia. Entreabrieron las bocas, y la lengua de Sam se hizo paso hasta encontrar la de la castaña, haciendo que ambos órganos bailaran juntos. Luna se encontraba en el paraíso, hasta que notó cómo las manos de Sam le subían su camiseta púrpura. Su compañera se despegó de sus labios y de un tirón rápido le quitó la pieza de ropa, dejándola caer al suelo. Un sostén también de color violeta quedó al descubierto, cubriendo sus pequeños pechos. Sam bajó la mirada y sonrió mirándolos con una mirada lujuriosa. La joven volvió a unir sus labios a los de Luna y llevó sus manos a la espalda de su novia, con clara intención de desabrochar el cierre del sujetador. Y es lo que hizo. Sam volvió a apartarse y retiró el sostén, dejando a la vista los pechos de su novia, en toda su gloria.

-Oh, me encantan…

Sam volvió a juntar sus labios con los de Luna, mientras colocaba sus manos sobre los senos de Luna. Los encontró divinamente suaves, y se dio cuenta que los pezones estaban endurecidos. Luego besó la barbilla, el cuello, los hombros de la otra chica, descendiendo, hasta que llegó a la altura de los pechos. Sin dudarlo, tomó el pezón derecho entre sus labios y empezó a lamerlo, mientras situaba el izquierdo entre el índice y el pulgar de su mano derecha. Pero esa mano duró poco en dicho lugar. Ahora Sam la bajó y la metió por debajo de la falda de Luna, y presionó con los dedos sobre las bragas de su novia.

A todo esto, Luna había entrado en un mundo de incipiente placer y notó que sus piernas empezaban a flojear. Dirigió su mirada brumosa hacia abajo, y vio a Sam, quien tenía los ojos cerrados, inmersa en sus acciones con dulce entrega. Entonces Luna parpadeó un par de veces, y frunció el ceño.

-Espera, espera, Sam- exclamó Luna mientras la agarraba por los hombros y la alzaba hasta la altura de su cara-. ¿Qué es lo que pretendes? Que estamos en el instituto.

-Yo… Pues… Solo quería hacer el amor contigo…- respondió su novia aún con una mirada de excitación.

-¿Qué? ¿De qué hablas?- exclamó Luna sin entender- En cualquier momento puede abrirse la puerta y entrar alguien. ¿Quieres que nos expulsen del instituto?

-No, no- contestó Sam. Tragó saliva-. Se supone que ahora estamos ensayando y no vendrá nadie a molestar. Además, cuando se ha ido, Mazzy ha cerrado la puerta.

-¿Que la ha cerrado?- exclamó Luna- ¿Con llave?

-Sí, pero no te preocupes- dijo Sam sonriendo-. Ella lo que tiene es una copia. La original la guardo yo.

Luna volvió a sorprenderse.

-Ya veo- dijo-. Entonces, ¿quieres decir que Mazzy y Sully se han ido expresamente para dejarnos este tiempo para nosotras?

-Sí, es un favor que le he pedido a Mazzy- respondió Sam acercándose a Luna, mientras empezaba a desabrocharse el cinturón de sus pantalones-. Y una sorpresa que quería darte. Así que, ¿dónde lo habíamos dejado?

Miró seductoramente a su chica, pero su expresión cambió a una de preocupación cuando vio que Luna tenía una mirada perdida y pensativa-. ¿Qué ocurre, cariño? ¿No te convence?

-Oye, Sam, es genial que hayas pensado en preparar todo esto- dijo mientras la abrazaba. La otra también la abrazó-. Me hace muy feliz y que te quiera aún más…

Sam se conmovió y la abrazó más estrechamente.

-Pero…- continuó Luna.

-¿Pero?

Sin dejar de abrazarla, Luna se apartó un poco para poder mirarse con Sam.

-Me gustaría que nuestra primera vez fuera dulce y romántica, y hacerlo en la sala de actos del instituto no me parece el lugar más indicado para ello- dijo Luna con una pequeña sonrisa-. No transmite mucha fantasía y ternura que digamos.

-Ya lo sé- respondió Sam frunciendo levemente el ceño-. ¿Pero qué otra cosa podemos hacer? A mí también me gustaría que nuestra primera vez fuese en una bonita cama, con velas, incienso y pétalos de rosa, pero en mi casa siempre está mi madre, y en la tuya siempre hay dos o más personas revoloteando, ya sean tus padres, tu hermano o cualquiera de tus hermanas. Desde que decidimos dar este paso, hace más de una semana, estamos esperando el momento propicio y no hay manera de que nos dejen a solas.

Luna volvió a sonreír. Le dio un pequeño beso y puso su frente sobre la suya.

-Mi rubita se está enfadando.

-No, no es que me enfade, pero…

-¿Sabes? Lo cierto es que yo también te tengo preparada una sorpresa…

-¿Si? ¿Cuál?- preguntó Sam expectante-. No me digas que has encontrado un lugar.

Luna asintió con la cabeza, haciéndose la interesante.

-¿Qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Quién?- exclamó Sam con aún mayor interés- Ay, ya ni sé lo que me digo.

-Lo que has dicho. En mi casa. Pasado mañana por la tarde. Porque por primera vez en mucho tiempo no habrá nadie. Tú y yo. Solas.

-Pero, ¿cómo es posible?

-Trabajo, novios, actividades extraescolares… ¿Qué más da? La cuestión es que tendremos la casa para nosotras.

-Guau, guau- voceó Sam-. Pero esto es genial.

-Lo que sea para mi rubita- dijo Luna tiernamente, acercándola hacia ella nuevamente.

-Oh, ¿solo lo haces por mí?- preguntó Sam ronroneante.

-Bueno, la verdad es que tengo unas ganas locas de saborearte entera.

-Tonta…

Se besaron.

-¿Y ahora qué hacemos?- preguntó Sam- ¿Recogemos y nos vamos?

-No- contestó Luna seria. Tras ponerse rápidamente el sujetador y la camiseta, se dirigió al estuche donde había guardado la guitarra eléctrica y cogió dicho instrumento-. Nos quedan unos veinte minutos. ¿Quieres que mientras tanto comprobemos si es verdad lo que dijo Mazzy de que nuestro grupo no funciona si faltan instrumentos?

Sam cogió el bajo.

-Con mucho gusto- dijo con una sonrisa.

Y las dos chicas llenaron la sala de música tan estridente como melodiosa, perfectamente compenetradas.


-Bien, chicos y chicas- exclamó la profesora Silva dando unas palmadas para que todo el mundo la atendiera-. Este ensayo general de la obra ha rozado la perfección. Todos os habéis aprendido vuestros papeles sin problemas. Estoy orgullosa de vosotros. El día del festival será coser y cantar.

Sobre el escenario, vestidos con ropa de época, la docena de alumnos que formaban el club de teatro del instituto, entre los que se encontraban Benny y Luan, se sintieron satisfechos ante las palabras de la profesora.

-Y ahora, a cambiaros- continuó la profesora-. Nos vemos el martes.

Las ocho chicas y los cuatro chicos marcharon a sus respectivos vestuarios, al tiempo que Benny y Luan, ambos vestidos como niños pobres del Londres victoriano, se reunían.

-Buen trabajo, señorita Oliver Twist- le dijo él a ella con una sonrisa.

-Igualmente, señor Charley Bates- le respondió la chica sonriéndole también.

-Nos vemos en la puerta del instituto.

-Como siempre.

Y se dieron un rápido beso.

Momentos después, Luan se encontraba sola en el vestuario femenino, ya vestida con su ropa de calle. Delante de uno de los espejos de los lavamanos, se estaba sopesando los pechos con cara seria. Pero dio un respingo cuando sintió una mano posándose en su hombro desde atrás. Se dio la vuelta y su rostro se iluminó con una amplia sonrisa cuando vio ante sí a Benny, quien también le sonreía.

-Vaya, Benny, ¿tú por aquí? Creía que habíamos quedado en la puerta del instituto.

-Es que no podía estarme mucho tiempo sin ver a mi chica favorita- respondió él.

-Ah, ¿y te has atrevido a entrar en el vestuario femenino? ¿Y si todavía hubiese otras chicas no tan favoritas?

-Me he cambiado rápido y luego he estado esperando fuera a que saliesen las demás. Tiene su punto positivo eso de que siempre seas la última en salir.

-Oh, gracias, pero no es para tanto- dijo Luan sin sarcasmo, y sin dejar de sonreír, al igual que él.

Mientras hablaban fueron abrazándose, con los brazos de la joven rodeando el cuello de Benny y las manos de este en la espalda de ella. Sus cuerpos habían acabado tocándose, con los senos de tamaño medio de Luan presionando contra el pecho de él. Fue inevitable que sus labios se juntaran. Mientras sus lenguas empezaban su batalla particular, las manos de Benny dejaron la espalda de Luan y descendieron lentamente hasta que llegaron al inicio de la falda, y ahí se quedaron. La castaña se dio cuenta de la indecisión de su chico.

-¿Quieres tocarme el trasero, Benny?- le preguntó seductoramente.

-Yo, pues…- respondió él nervioso y sonrojado.

-Tienes mi total permiso para hacerlo.

-Va.. Vale.

Benny volvió a deslizar sus manos y las posó sobre las nalgas de su novia.

-¿Qué tal?- le preguntó Luan, con los ojos entornados y también sonrojada.

-Es… agradable- hizo una pausa-. No, es genial.

-Me alegra saberlo. Empieza el espectá-culo- exclamó la chica, y dejó escapar su característica risa- ¿Lo pillas?

-Tú sí que me tienes pillado.

Y volvió a besarla, esta vez con más pasión. Estuvieron así un pequeño rato, hasta que Luan despegó nuevamente sus labios de los de Benny.

-¿Quieres que te cuente una cosa?- dijo sin dejar su tono seductor, y empezó a descender su mano derecha por el pecho del joven- Ayer mi hermana Lynn me preguntó si te había visto lo que escondes aquí dentro- ante la sorpresa de Benny, la chica posó la palma sobre su bragueta-. Y bueno, tuve que decirle que no. Y entonces le dije que no se preocupara, que hoy comprobaría cómo es esto que escondes y qué tacto tiene. No vas a querer que decepcione a mi hermanita, ¿verdad?- preguntó mirándole con unos ojitos suplicantes.

-¿Yo? No, no….- pudo responder Benny ya con el rostro completamente rojo.

-Bien- dijo Luan volviendo a sonreír-. De momento empezaremos por el tacto- Luan presionó sus dedos contra la cremallera, lo que hizo que Benny dejara escapar un pequeño gemido. A la joven le resultó curioso el tacto duro y blando al mismo tiempo-. Así que esto es una erección… ¿Solo de besarme y de tocarme el culo se te ha puesto así?

-Ya ves- respondió Benny un tanto avergonzado-. Y que la chica que te gusta te lo toque también tiene mucho que ver.

Luan le sonrió feliz.

-Eres un encanto.

Y volvieron a juntar sus labios. Mientras se besaban, la joven bajó la cremallera del pantalón de Benny, e introdujo su mano dentro. Benny sintió cómo le agarraba el pene erecto a través de la ropa interior. El beso se intensificó, y sus lenguas empezaron una lucha más encarnizada. Unos momentos después Benny terminó el beso para poder hablar:

-Luan… A mí… También me gustaría tocarte…

¿Sí? ¿Dónde te gustaría tocarme? ¿Aquí?

Volviendo a su sonrisa, Luan se levantó su falda a cuadros, y Benny abrió los ojos de par en par al ver unas bragas de color amarillo.

-Ya sé que no son muy sexis, pero…- dijo ella un poco nerviosa.

-No, no, al contario, te quedan muy bien- exclamó Benny sin apartar la mirada de la ropa interior de la chica.

-En ese caso…

Luan cogió la mano derecha de Benny y la situó sobre su entrepierna.

-¿Qué te parece?

-Oh, se siente cálido- dijo Benny con fascinación. Entonces puso cara de extrañeza- ¿Y mojado?

Una pequeña risa escapó de los labios de Luan.

-Parece que eso de besarte y tocarte también me ha excitado.

Ambos se miraron sonrientes, e iniciaron un nuevo beso. Mientras Luan cogía otra vez el pene de Benny a través de su ropa interior, este, con su mano debajo de la falda de su novia, empezó a frotar sus dedos sobre las bragas de ella. En cierto momento se atrevió a introducir la mano por debajo de la ropa interior de la chica, y empezó a acariciar su sexo. En medio del beso, Luan dio un gemido, lo que dio nuevos ánimos a Benny, quien, a tientas, acarició con cuidado lo que supuso debía ser el clítoris. Luan dejó el beso, separó un poco las piernas y se abrazó fuertemente a Benny, hundiendo su cara en el arco entre el cuello y el hombro de su novio. Benny, siguió tocando, ahora con un ritmo más rápido. La respiración de Luan se entrecortó y empezaron a escapársele gemidos.

-Oh, Benny, voy a…

-¡Un momento! ¡Un momento! ¿Qué está ocurriendo aquí?

Aquella exclamación hizo que ambos recibieran un susto de muerte. Paralizaron sus acciones, y miraron espantados a la entrada del vestuario. Allí estaba la profesora Silva, con los brazos en jarra y cara de pocos amigos. Inmediatamente se separaron, y, ambos muertos de vergüenza y con la mirada en el suelo, se situaron el uno al lado del otro en dirección a la profesora. Benny se subió rápidamente la cremallera.

-A ver, chicos, ya sé que estáis en la edad, pero estas cosas las tenéis que hacer a puerta cerrada y no en un lugar público, y menos en el instituto- aleccionó la mujer con tono severo.

-Lo sentimos- dijeron Benny y Luan al unísono.

-De acuerdo- aprobó la profesora en un tono más calmado-. Ahora coged vuestras cosas e iros para casa.

Obedientes, Benny y Luan recogieron sus respectivas mochilas, que estaban juntas en el suelo, y se las pusieron a la espalda. Con paso rápido y sin mirar a la profesora, salieron del vestuario.

Con una expresión entre avergonzada y triste, ambos avanzaron por el pasillo de taquillas sin decir una palabra ni dirigirse la mirada, y así continuaban cuando salieron del edificio y del terreno de este. Una vez se hallaron en la acera sus expresiones de vergüenza se difuminaron, y acto seguido trataron de aguantar unas risas que luchaban por salir. Finalmente, los dos estallaron en unas grandes carcajadas.

-Ay, qué bueno- dijo Luan, ya ambos calmados, mientras recogía con un dedo una lágrima que le salía-. Eso sí que ha sido divertido-. Frunció el ceño y se puso en jarras-. "Un momento, ¿qué está pasando aquí?"- exclamó imitando la voz de la profesora Silva- "Ya sé que estáis en la edad del pavo y bla, bla, bla…". Creo que me lo apuntaré para un espectáculo de cumpleaños.

Benny la miraba divertido, pero entonces cambió a una expresión más seria. Seguidamente abrazó a su chica, lo que a esta tomó por sorpresa, pero también le rodeó con sus brazos, sonriendo y cerrando los ojos.

-Luan…

-¿Mmmh?

-Me gustaría hacerte el amor…

Luan abrió los ojos y entreabrió la boca. Se apartó un poco de él, sin dejar el abrazo, y se miraron a los ojos.

-A mí.. También me gustaría hacértelo a ti.

Estuvieron unos segundos mirándose, sin hablar, ambos con una sonrisa tímida.

-Pasado mañana por la tarde no habrá nadie en mi casa- dijo Luan-. Después de mucho tiempo. Pero por fin se han alineado los planetas. Mis padres estarán en sus trabajos, Leni, Lori y Luna estarán con sus respectivas parejas, Lynn tiene entrenamiento con el club de baloncesto, Lincoln estará con sus amigos, Lucy tiene que oficiar un par de entierros, Lana tiene el campeonato de coches teledirigidos, Lola estará en una sesión de fotos para una campaña de ropa infantil, Lisa tiene una cosa científica, una conferencia o algo, y Lily estará en casa de mi tía Ruth. O sea, que estaremos solos.

-Veo que lo has dicho de carrerilla- comentó Benny-. ¿Lo tenías preparado?

-Tal vez.

-En todo caso, me parece bien.

Tomados de la mano, ambos entusiasmados, empezaron a andar calle abajo.

-Ah, necesitaremos protección- exclamó Luan.

-Tranquila, yo ya compré hace tiempo.

-Oooh, qué previsor…- dijo la joven simulando sorpresa-. Y yo que creía que estaba condón-nada a pasarme por la farmacia. ¿Lo pillas?

Y lanzó su risa.

-Nuestra querida Luan- dijo Benny, y le besó la mejilla.