Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de S. Meyer y la autora es iambeagle, yo sólo traduzco.

Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of S. Meyer and the author is iambeagle, I just translate.


Thank you iambeagle for trusting me with your story!


Futuretake Parte 1 de 2

Dos años después

—No sé qué empacar.

—Pues para comenzar probablemente no necesitas una maleta tan grande —señala Edward—. Sólo estaremos dos noches en Joshua Tree.

—Cierto. Pero los días son calientes y las noches frías. Así que necesito empacar para dos tipos de clima diferentes.

—Siempre llevas demasiada ropa y terminas usando las mismas dos cosas una y otra vez —musita al abrir el armario.

Lo fulmino juguetonamente con la mirada.

Aunque tiene toda la razón.

—¿Puedo echar mis cosas con las tuyas? —pregunta.

—Consigue tu propia maleta.

—Esa es mi maleta —señala. Sólo sonrío y él tira de la camiseta vintage que estoy usando—. Esta también es mía.

—Igual que la persona que la está usando —digo con dulzura, besando su barbuda mejilla. Últimamente lleva un estilo con más barba y en serio me parece bien—. No actúes como si no te encantara verme con tu ropa.

—Tienes razón. Me encanta. Pero me encantas más con nada puesto. —Sus dedos tiran del dobladillo, sacándomela por la cabeza hasta que quedo desnuda de cintura para arriba.

Me besa el cuello, agacha la cabeza y se lleva mi pecho a la boca.

—Emmett y Rose llegarán en cualquier momento —advierto—. Ella me mandó mensaje hace como media hora diciendo que ya estaban tomando el Uber desde el aeropuerto.

—Pueden esperar.

—¿Y si entran?

—La puerta principal está cerrada con llave.

—Edward —le advierto, sintiéndome ceder ante la idea cuando su lengua juguetea con mi pezón.

—Merezco tener sexo hoy más que todos los demás días —murmura y me rio bajo su toque.

—¿Por qué? —finjo confusión.

—Es mi cumpleaños.

—En realidad, tu cumpleaños es hasta mañana —señalo, estremeciéndome cuando me chupa el cuello.

Bella.

—Bien —cedo, pero claro que no quiero nada más que rendirme ante él. Es sólo que tengo que ponérsela difícil.

Desabrocha el botón de mis shorts de mezclilla, bajándomelos por las piernas.

Y siendo el generoso hombre que es, primero me hace un oral, arrancando su fin de semana de cumpleaños al darme a mí un impresionante orgasmo.

XXX

El viaje de dos horas a Yucca Valley es uno de los paseos más panorámicos que hemos tomado desde que vivimos en California. No estoy segura de por qué no hemos venido antes aquí, pero celebrar el nacimiento del hombre que amo parece una gran razón para invitar al desierto a nuestros mejores amigos.

La casa que rentamos en AirBnb es el sueño de cualquier Instagrammer. Cuando leí una reseña que la calificaba como una "propiedad para entusiastas de la arquitectura", supe que era la casa perfecta para celebrar.

Es luminosa y espaciosa. La sala tiene ventanales y puertas de cristal que se abren hacia el patio trasero de la casa, casi invitando a pasar al desierto. Hay una vista panorámica de las montañas donde los árboles y cactus Joshua salpican el paisaje y hay un jacuzzi con luces colgando alrededor del área.

Edward silba cuando entramos.

—¿Te pusiste duro? —pregunta Emmett con seriedad—. Porque yo sí.

Rose y yo ponemos los ojos en blanco.

—¿Te gusta? —le pregunto a Edward, que está maravillado con el diseño y la estética.

—Sí. —Me jala de nuevo a su costado para besarme la sien—. Lo hiciste bien, nena.

—Elijan una habitación —dice Rose, dirigiéndose a la cocina—. Nosotros comenzaremos a desempacar el alcohol y le diré a Em que nos preparé unos cocteles.

—Suena bien —digo casualmente, jalando a Edward detrás de mí.

Avanzamos por el pasillo, viendo cada una de las tres habitaciones hasta que llegamos a una con una pared de ventanas y una cama tamaño King.

Me dejo caer en el colchón y Edward mira hacia el paisaje.

—Dios, esta cama es tan cómoda. —Él se queda donde está, dándome la espalda—. ¿Hola? —digo, distrayéndolo—. Novia locamente sexy acostada en la cama, esperando ser atacada…

Exhala una carcajada mientras se acerca lentamente para quedar sobre mí.

—Hola.

—Hola —repito, jalándolo para que todo su peso caiga en mí. Entierra la cara en mi cuello y lo siento respirar en mi cabello—. ¿En qué estás pensando?

—En nada.

—¿Estás preocupado por cumplir treinta?

—No.

—Deberías estarlo. Eres jodidamente viejo.

Se ríe y me aparta un poco de cabello de la cara.

—Sólo eres un año más joven que yo.

—Sigo siendo joven.

—Si más viejo significa más sabio y más maduro, lo aceptaré —bromea.

Le pellizco el pezón sobre la camiseta.

—Cabrón.

Me besa, empujando sus caderas contra las mías.

—De verdad que sí lo soy. Pero deberíamos desempacar.

—Sólo estaremos aquí por dos días, ¿recuerdas?

—Lo recuerdo.

Sigo aferrándome a él.

—Entonces no hay que desempacar.

—Bell —se ríe y me besa—. Si no me dejas levantarme, entonces me voy a levantar y podría resultar muy obvio el por qué hemos desaparecido por tanto tiempo.

—¿Y qué? —lo reto y alza las cejas.

Sé que él también lo quiere por la forma en que jugué con él durante el camino hacia aquí. Con los pies subidos al tablero y los shorts tan cortos que no pudo mantener sus ojos lejos de mis piernas. Más de una vez su atención fue distraída y eventualmente tuvo que decirme que bajara las piernas. Lo hice, pero no estaba feliz al respecto. Igual que no estoy feliz de que él le ponga fin a esto ahora.

—Nos están esperando —lo intenta de nuevo.

—Bien —suspiro, empujándolo lejos de mí—. Sabes, si fueras menos atractivo esto no sería un problema.

—Entonces, ¿es mi culpa que me desees tanto? —bromea, ajustándose sobre los jeans.

—Maldita sea que sí lo es.

—Créeme, es igual de difícil para mí mantener mis manos lejos de ti —murmura con dulzura, acomodándome el tirante del sostén que se había caído por mi brazo de nuevo bajo mi top.

—Lo dice el chico que acaba de rechazar sexo de cumpleaños.

Me agarra la cintura y deja que sus manos se deslicen para tomar mi culo.

—Oye.

—¿Sí?

—Te amo. —Su mirada se oscurece y deja un reguero de besos desde mi mejilla hasta que llega a mi boca—. Más tarde.

—Más tarde —repito sonriendo.

Lo haré cumplirme eso.

XXX

Cuando nos reunimos con Rose y Em afuera en el patio, ellos ya tienen los bocadillos y bebidas preparadas.

Los cuatro holgazaneamos bajo el sol y brindamos por el cumpleañero con mojitos de arándano. Hacemos planes tentativos sobre lo que haremos esta noche, y sopesamos la idea de hacer una parrillada o ir a la ciudad.

Luego de nuestra tercera ronda de mojitos decidimos que no queremos molestarnos en cocinar.

—¿Deberíamos tomar algunas fotos antes de emborracharnos más? —pregunta Rose, mirándome.

—Diablos. —Me subo los lentes de sol a la cabeza—. Sí, probablemente deberíamos hacerlo.

Miro hacia el horizonte; el sol está a punto de convertir todo en algo soñador y dorado. Es el momento perfecto para tomar algunas fotos.

—¿Fotos? —pregunta Edward, confundido.

Seis meses después de mudarme a LA conseguí un trabajo en una boutique haciéndome cargo de su Instagram y proporcionando contenido para su sitio web. Cora, la dueña, y yo congeniamos muy bien en la entrevista y después de una radiante recomendación de Ben, ella me ofreció el trabajo.

Es un negocio pequeño, pero la tienda es cálida y acogedora, y la gente con la que trabajo son todas unas gemas. Cada articulo en la tienda es expertamente seleccionado para reflejar el estilo bohemio de Cora, y aunque hasta ahora es la única tienda que ha abierto, ella lleva marcas y artículos de calidad única de todo el mundo.

Cuando ella supo que vendríamos a Joshua Tree este fin de semana, le sacó provecho. Me pidió que trajera unos cuantos artículos de ropa y accesorios para fotografiarlos en el escenario del desierto. Toda la cosa escaló cuando se dio cuenta que mi despampanante amiga estaría aquí también y decidió enviar también cosas de la próxima temporada para que Rose las exhibiera.

Rose se emocionó mucho cuando le dije.

Sin embargo, Edward no se ve tan feliz.

—Cora me pidió que tomara unas cuantas fotos de Rose usando nuestros artículos de otoño. ¿Recuerdas?

—Entonces vas a trabajar —dice Edward un poco seco.

—Son sólo unas cuantas tomas —digo con cuidado—. Es todo.

Se queda callado, pensando. Si está molesto, no lo dirá frente a Rose y Em. Ese no es su estilo.

—Em, ¿me ayudas a recoger la mesa? —Rose y Em comienzan a recoger vasos y platos.

Edward y yo nos quedamos en silencio hasta que se van.

—¿Qué sucede? —pregunto en voz baja.

—"Sólo unas cuantas tomas" usualmente se convierten en ti desapareciendo por horas —responde algo desanimado—. No estoy enojado, es que… no creí que fueras a trabajar este fin de semana.

—En realidad, ni siquiera estoy trabajando.

—¿Igual que nuestro viaje a México, que resultó en ti pasando horas cargando y editando fotos para enviárselas a Cora, no fue considerado trabajo? —abro la boca, pero él sigue hablando—. ¿Igual que en San Francisco cuando me dejaste en el hotel por unas horas para reunirte con el dueño de esa tienda? ¿Esa no fuiste tú trabajando?

—No te dejé por horas —replico—. Fueron como…

—Tres horas, Bella.

—¿Sí? Pero apenas habíamos comenzado a vender sus artículos en nuestra tienda y Cora sólo quería que yo…

—Bella.

Edward. ¿Por qué siento que tengo que defenderme de ti?

Me mira.

—No tienes que hacerlo. Sólo estoy… desanimado.

Todo esto se siente muy conocido y la aprensión se cuece en mi estómago.

Justo después de conseguir el trabajo, empezamos a pelear mucho. Yo ni siquiera estaba trabajando tanto como él, pero mi trabajo requería que estuviera ausente durante fines de semana mientras que él los tenía libres. Así que apenas nos veíamos. Lo que resultó en nosotros orbitando alrededor del otro, peleando por las razones más estúpidas cuando estábamos juntos.

No era así cómo había imaginado nuestro primer año viviendo juntos.

Pero esa era nuestra realidad.

Eventualmente decidimos que deberíamos ir a terapia. Luego de un par de meses de ser constantes con eso, finalmente resultó que Edward seguía sintiendo un poco de resentimiento hacia mí después de que lo alejé y me lancé de lleno a mi antiguo trabajo con Ben. Supongo que mi nuevo trabajo en LA, mezclado con estar sumamente ocupada, trajo de nuevo esos sentimientos y él no estaba seguro de cómo hablar conmigo respecto a eso.

Supongo que tenía miedo de perderme de nuevo.

En lugar de empatizar con él, exploté. ¿Por qué pensaría que me estaba perdiendo? Me mudé por él. Renuncié a un trabajo que me gustaba y renuncié a todo por estar con él. ¿Y qué fue a lo que él renunció? A nada. Él ya tenía una vida en LA sin mí y yo tuve que descubrir dónde encajaba en la ecuación.

Pero nos esforzamos para superarlo.

Lo dejamos atrás.

O eso pensaba.

—No sé qué quieres que te diga —le digo, tragándome la actitud defensiva que comenzaba a salir—. ¿De qué otra forma te hubiera gustado que manejara esto?

—Sólo desearía que me hubieras dicho antes que tendrías que trabajar. Y… ¿qué tal si no dejas que Cora determine lo que hacemos en nuestro tiempo libre? Detesto que te persuada de hacer algo de trabajo mientras estamos de vacaciones.

—Bien. —Pienso en esto. Él no está mal y entiendo a qué se refiere. Si él me abandonara para trabajar, también me sentiría herida. Especialmente durante mi cumpleaños—. Pues sí te lo dije. Hace dos semanas. Cuando estábamos en la playa

El recuerdo aparece en su rostro.

—Oh. Sí. Lo olvidé.

—Tal vez tienes razón. Debería ser mejor en saber decirle que no a Cora. La próxima vez le diré que no trabajaré durante mis vacaciones. Porque esto es de mierda… lo sé. Lo siento.

—Yo también lo siento.

—Pero haré esto por ella hoy porque no puedo retractarme en mi palabra. Media hora máximo. Es todo.

—Gracias. —Se acaba su vaso—. No intento ser un patán manipulador. Lo sabes, ¿cierto?

Dejo mi silla y me siento en su regazo.

—Lo sé. Y no creo que estés siendo un patán manipulador.

—Sólo quiero que este fin de semana sea perfecto para nosotros. Nada de trabajo. Nada de mierdas. Sólo… tú y yo.

—¿Y Em y Rose? —comento sonriendo.

—Sabes a lo que me refiero.

—Sigue siendo perfecto. Al menos para mí.

—Bien —dice, suspirando—. Es todo lo que quiero.

—Pero es tu fin de semana de cumpleaños —me rio—. Debería ser perfecto para ti, no para mí. —Se inclina y captura mi boca en un beso—. Déjame ir a hacer esto y entonces… ¿podemos ducharnos juntos antes de la cena?

Sus ojos brillan.

—Bien. —Me levanto de su regazo y él tira gentilmente de mi muñeca, manteniéndome quieta—. Lamento haberme puesto raro por esto.

—Está bien —digo, luego añado—, estamos bien.

Me reúno con Rose adentro y comienzo a desempacar toda la ropa que necesito que use. Está más que dispuesta a jugar a vestirse, y yo de verdad lo aprecio.

Nos dirigimos afuera y me sigue mientras camino entre las rocas y el polvo para encontrar el lugar perfecto donde tomar las fotos. La dejo pasar frente a mí, capturando unas cuantas tomas de ella caminando lejos de mí. Luego la detengo. Luego la hago mirarme. Hacemos eso un par de veces más antes de seguir.

Se para cerca de un cactus y la guío hacia donde debe mirar, cómo pararse. Le lanzó un sombrero de fieltro café y se lo pone, mirando hacia la distancia.

—Lo estás haciendo de maravilla —le digo, mirando a través del lente de mi cámara.

—Esto es tan raro —se ríe.

—Lo sé. Pero ya casi terminamos —prometo—. También qué bueno que estás aquí, de otra forma habría tenido que montar el tripié y yo tendría que estar en la toma. O habría tenido que obligar a Edward a hacerlo, pero… a veces bromea con que sólo lo quiero para ser mi Esposo de Instagram. Así que intento no molestarlo mucho con tomar fotos para mí.

—Hablando de esposos —dice Rose.

—Qué sutil, Rose.

Capturo una toma de ella a mitad de una carcajada.

—Pues, ¿qué? ¿Han hablado sobre eso? ¿Quieres hacerlo?

Bajo la cámara.

—Por supuesto que sí quiero. Lo amo. Sí, lo hemos hablado en el sentido de que va a suceder y algún día estaremos casados. Pero, no es como que… estemos paneando cada detalle o algo así.

Tampoco tengo prisa. Me gusta donde estamos justo ahora. No me molestaría si nos casáramos. Diría que sí en un segundo. Pero tampoco voy a presionarlo.

Pasará cuando tenga que pasar.

—Bien, creo que… —me desplazo por todas las fotos que he tomado—. Ya es suficiente.

—¿Ahora qué tienes que hacer?

Elegir las mejores. Editarlas. Enviárselas a Cora y esperar su aprobación, luego tomar de nuevo cualquier foto que me pida.

Pero mi novio tremendamente sexy está adentro, esperándome para meterme a la ducha con él.

Todo lo demás puede esperar.


Me han preguntado mucho por estos outtakes y aquí está el primero. Literal media hora después de que subí el último capítulo de esta historia, la autora publicó este outtake jaja fue una rara coincidencia. Esta es la primera parte, intentaré traerles la segunda parte en unos días.

Espero que les haya gustado el capítulo, no olviden dejarme sus comentarios ;)