De la mano

NANATSU NO TAIZAI © NAKABA SUZUKI

Sinopsis: Hay acciones simples que conmueven diferente una vez que los sentimientos fluyen [¡Feliz cumpleaños, Gelda!].

Nota de la autora: ¡Feliz cumpleaños a mi maravillosa vampiresa! Gelda es mi personaje femenino de NNT junto con Elaine. Su personalidad, carácter y seducción (porque sí, Gelda es muy seductora) me cautivaron mucho y hoy como cumple años decidí escribir esta historia.

Realmente mi idea era otra para este día, pero eso se centraba más en Zeldris que Gelda así que cambie las cosas y este fue el resultado. Ojalá les guste y el otro proyecto lo subiré apenas le dé una pulida.

Por ahora, ¡a leer!


Capítulo único: De la mano.

—Vamos, hija mía. Solo quedan pocos invitados…

—Lo sé, padre —respondí, forzando una sonrisa. Por suerte para mí, el siguiente fue un demonio que conocía personalmente y cuyo contacto no me molestaba.

No obstante, esa vez fue diferente.

Realmente no lo entendía. Había enlazado mi mano a la de Zeldris incontables veces, ya sea para huir de estas densas reuniones de clanes o tirando de mí cuando me desplome alguna vez. Me ha tocado la piel varias veces. Es un buen amigo, así que era normal.

Entonces, ¿por qué mi corazón latía tan fuerte esta vez?

—Su majestad, ¿me permite escoltar a la princesa Gelda fuera de la sala? Me gustaría sostener una conversación en privado con ella —Zeldris le habló a mi padre con respeto y formalidad, algo muy usual para poder sacarme de esas reuniones.

—Adelante, príncipe. Puede tomar a mi hija toda la noche si lo desea —mi padre, el rey, ya estaba envuelto bajo los efectos del alcohol. La ausencia de prudencia en su contestación lo delataba. Era un alivio, mañana recordaría poco y nada.

Con un leve asentimiento de la cabeza, ambos nos retiramos con prisa. Zeldris me dirigió alrededor de los pasillos del castillo hasta los jardines y una vez allí nos elevamos con sus alas oscuras a través del cielo. Por la dirección que tomó nos llevaría a la pradera cerca del lago, uno de nuestros lugares favoritos para frecuentar.

Entonces ahí nos acomodamos y nos quedamos.

—Estas reuniones son cada vez más aburridas. No entiendo porque mi padre insiste en esto cuando al otro día cambia de parecer como si nada —Zeldris protestó con verdad. El Rey Demonio tenía la fama de ofrecer grandes eventos, pero al otro día era capaz de cortar cabezas.

—Supongo que disfruta de alguna manera extraña de eso —comenté. El demonio carcajeó y pronto compartimos la risa fue que aumentando hasta que caímos de la emoción sobre el césped.

Entonces lo sentí.

No fue mucho, solo sus nudillos rozaron los míos. Lo descarté como un toque accidental a causa de la risa, ni siquiera algo por lo que disculparme o alejarme porque antes ya había sucedido. No obstante, su piel tocó la mía otra vez y esta vez su pulgar acarició el costado de mi mano.

Su toque me hizo temblar.

—¿Zeldris…? —levanté la vista sutilmente para mirarlo. El demonio tenía su mirada posada en algún punto lejano más allá del lago. Me di cuenta de que estos toques estaban esperando ver mi respuesta.

Arriesgándome, cerré mis dedos alrededor de su mano. Mi corazón latía tan fuerte que solo escuché a nuestras respiraciones comenzar una sintonía armoniosa.

El cuerpo de Zeldris se acercó un poco al mío y lo escuché tragar. Tal timidez en un hombre que conozco como completamente valeroso frente a un enemigo me hizo sonreír por dentro.

—Gelda…—murmuró. Se volteó silenciosamente hacia mí, aún tomados de la mano—. ¿Podemos repetir esto más seguido? Hoy me hizo sentir bien.

—¿Te refieres a estar tomados de la mano? —le pregunté. No sabía si en ese punto se refería a algo más o esa simple acción.

Zeldris aprieta más fuerte marcando su respuesta. Sonrió levemente y no puedo evitar asentir.

—Lo haremos cuantas veces quieras —le digo. Mis palabras son suaves y más profundas de lo normal—. Confieso que hoy también lo sentí diferente y eso me gusta.

Él cierra sus ojos con fuerza y sonríe.

—A mí también.

No hablamos después de eso. Seguimos apreciando el paisaje con miles de preguntas sobre qué sentimientos estaban surgiendo, pero contentos de estar tomados de la mano.