Recuerdo esa vez en la que finalmente comprendí el gran amor que Shizuru sentía por mí persona.
Y en realidad, no es que no lo supiera, yo era muy consciente de su existencia y, sabía que era enorme, pero como he dicho, simplemente no lograba entenderlo, mi limitada capacidad en esa área no concebía el por qué de ese sentimiento tan desmesurado… hasta ese momento.
Ella siempre fue muy clara, yo sabía que sentía una fuerte atracción por mí, que ella me amaba demasiado y que quería que me diera cuenta de ese amor, sabía que anhelaba con todas sus fuerzas que yo le correspondiera. Lo hacía notar con sus palabras, con sus actos, todo cuanto hacía era un intento desesperado por hacerme ver ese gran cariño que me profesaba.
Pero no todo el tiempo lo supe, fui muy torpe antes de los hechos que ocurrieron durante el carnaval, hasta ese momento ingenuamente creía que, al igual que yo, ella me quería tanto porque era su mejor amiga.
El carnaval fue un acontecimiento en el que cada evento que sucedía frente a nuestros ojos, ella lo estuvo dando todo hasta el último momento, arriesgándolo todo, incluso al punto en el que ella dio su vida por mi. Antes de eso yo no sabía la manera en que me amaba, y después de eso, cuando por fin lo supe, no sabía el por qué.
Aunque por mi mente nunca pasó que Shizuru pudiera haber estado loca, era perturbador saber de lo que fue capaz por protegerme. Sé que jamás fue su intención provocarme daño alguno, pero estando en aquella situación en la que todas nos encontrábamos, el miedo me pudo más.
Además, el discutir con ella era un sentimiento horrible porque yo también la quería mucho, pero todo lo que hizo me hirió en sobremanera. Las personas en las que confiaba eran escasas, por eso Shizuru era todo para mí, y en esos momentos sólo consiguió decepcionarme en demasía. En esa horrible situación yo no tuve a quien recurrir ni a dónde ir…
Pero Shizuru me ama y yo a ella.
Y como ya lo he mencionado, yo era consciente de que ella me quería mucho, puesto que me lo demostraba día con día, cada vez que me ayudaba en todo lo que yo necesitaba, sin importar lo que fuera. Debido a ello, siempre estuve muy agradecida con ella y nunca supe cómo devolverle cada uno de esos favores, por el contrario, seguía acudiendo a ella cada vez más y más.
Pero a ella nunca le molestó eso. Lo cierto es que ella nunca pidió nada a cambio, sin importar qué. Por el contrario, sé que ayudarme la hacía feliz, y con eso ella se sentía más que pagada. Jamás me reprochó por nada. Nunca me negó nada. Todo el tiempo estuvo ahí. Siempre me escuchó atentamente. Siempre me ayudó. Siempre.
El día en el que todo se me iluminó, ese día Shizuru me abrazó muy fuerte.
Me abrazó durante varios minutos que parecieron eternos, pero que poco a poco se volvían efímeros. Ella se aferró a mi espalda, no era un abrazo asfixiante, pero tampoco era un agarre flojo, era perfecto. Y no fue para nada incómodo aun sabiendo lo que yo significaba para ella. Realmente fue un abrazo muy cálido. Fue muy agradable.
Por un momento incluso desee que ese momento no acabara jamás. Definitivamente creo que este es el recuerdo más bello que podría tener de ella, el que más me hace feliz, y el que viene a mi mente cada vez que escucho su nombre.
Por un momento sentí como ese abrazo me transportaba a un lugar seguro, donde todo estaba bien y yo me sentí plena, mucho más que cuando era niña y vivía al lado de mi madre, fue muy agradable.
Y en ese sublime pensamiento, me encontré con la sensación de que ella se encontraba llorando en ese abrazo, pero no pude verla. Fue entonces cuando ella cortó ese bello contacto y tomó mis manos, vi que su rostro estaba perfecto como siempre. Impecable. Níveo. Toda ella era tan etérea. ¿Acaso lo había imaginado?
Ella sostenía mis manos y a su vez, me mostraba la más hermosa y sincera de las sonrisas que he visto jamás. Ante mí ella jamás usó la máscara que se ponía para dar la cara al resto del mundo. Cuando estaba conmigo podía ser ella, podía dejar de actuar y guardar las apariencias, nunca fueron necesarias.
Fue por eso que cuando me sonrió de esa manera me deslumbró tanto que me quedé ensimismada por un momento, aun cuando siempre se mostraba radiante conmigo, esa sonrisa era mucho más especial. Me hizo sentir completa, llena del amor que ella emanaba para mí.
Y de su boca salieron las más bellas palabras pronunciadas. Sus voz siempre me pareció muy bella, era melodiosa por su acento y tan linda porque era única, para una persona como Shizuru, su voz quedaba perfecta, incluso muchos decían que era como escuchar a los mismos ángeles.
Esas palabras que me dedicó me conmovieron tanto que sentí el estremecimiento en mi cuerpo. Yo estaba sin habla y aún lamento ese estado tan patético en el que me encontré.
Mientras esas palabras maravillosas resonaban en mi mente y hacían eco en mi corazón, aun sin soltar mis manos, besó mi frente en un acto de ternura infinita. Me miró nuevamente con esos ojos rojos tan llenos de amor. Eran rubíes brillantes que me miraban con adoración.
Yo también la adoro y en ese momento estaba completamente feliz de tener a Shizuru en mi vida, eso me bastaba. Ella es mi persona favorita. Mi mejor amiga. Quizás la hermana mayor que nunca tuve. Tal vez el amor de mi vida. O simplemente una persona que me hizo ver la vida de diferente manera y me cambió por completo. Por todo eso la amo tanto. La amo mucho, demasiado.
Fue entonces que comenzó a soltar lentamente mis manos. Como siempre, supuse que otro día acababa, había que despedirnos. La rutina comenzaría nuevamente mañana. Debíamos despedirnos…
Pero muy dentro de mí, algo me hizo desesperarme. Mi corazón latió muy rápido y sólo atiné a decir su nombre.
Ella me sonrió nuevamente.
Ella se giró tomando su camino, y dándome la espalda, se fue.
Ella nunca regresó.
No la creo cobarde por no despedirse con palabras más directas. Esa fue su manera de despedirse. Porque sí, yo tampoco hubiera podido decir "adiós" mirándola a sus bellos ojos, me hubiera quebrado incluso antes de empezar, porque no es cualquier persona, incluso me hubiera sido imposible hacer lo que ella hizo. Seguramente yo hubiera vuelto en el segundo siguiente de darme la vuelta y cayendo a sus pies, me hubiera aferrado tan fuerte a ella para siempre. Yo no tendría el valor para dejarla ir ni irme de su lado. Por eso me duele no haberla comprendido en ese momento exacto. El tiempo fue el que me hizo entenderlo, pero ella ya se había ido. Era muy tarde ya.
Ella me amó tanto que simplemente me dejó ir. Ella entendió que el amor no se da por más que una sola persona así lo desee, aun cuando lo haga con todas sus fuerzas. Porque ella sabía que yo la amaba, pero también sabía que no era el mismo amor que el que ella tenía para mí. Shizuru se dió cuenta que no podía corresponderle y seguramente le dolió en el alma, pero tanto fue su amor, que se hizo a un lado, y siguió su camino.
¿Cuántas vidas harían falta para cumplir su anhelo?
Vivimos una vez, y juntas, después de haber muerto, volvimos a vivir, pero incluso entonces no eran iguales nuestros amores.
Shizuru se rindió, pero fue valiente.
Yo me hubiera aferrado a una amistad unilateral con tal de permanecer a su lado y que ella no me dejara nunca, dependía de ella en más de un sentido y de un modo u otro, no hubiera querido dejarla jamás, pero seguramente Shizuru, pensando que si en dos vidas no pudimos estar juntas, seguramente ni en otras cuantas lo estaríamos. Ni en esta vida ni en ninguna.
Ella se fue para siempre y fue entonces cuando descubrí que el amor que ella me tenía era incomparable, era adimensional. Sabía que me amaba, mas nunca supe la magnitud de ese amor, porque incluso el tamaño de su Kiyohime ni de cerca describía su enorme sentimiento.
Es demasiado difícil despertar un día y darte cuenta que la persona a la que más amas ya no está. Y no es culpa de ella el haberse retirado, ni mi culpa propia por no haberla retenido o ido a buscar después de descubrir su abandono, simplemente las cosas así ocurrieron, aunque el sentimiento de vacío siempre quede presente en su lugar.
Pero incluso en esa soledad que probablemente jamás será llenada con nada ni nadie, entre las remembranzas de la mente y el anhelo del corazón, siempre existirá el recuerdo
de ese abrazo tan cálido,
de la sonrisa más bella y sincera,
de sus manos suaves,
de aquel tierno beso,
de un...
«Siempre te amaré. Siempre.»