Al final los padres de Connie fueron liberados, ¿a qué costo?

Su niña corrió hacia ellos, en lágrimas. Ellos también lloraron y la abrazaron, juntándose lo más que podían para protegerla de un mal que ya había pasado y que no pudieron evitar. —Adiós, Connie.-Espeta Steven mientras observa la escena. —Te veo luego.

—Eres un monstruo ¡Eres un monstruo!-Dice ella temblando y aferrándose a sus papás.

Steven continuó su camino, sin nada más que hacer ahora que había logrado lo que quería. Abstraído en sus pensamientos, allá afuera se topó con viejos amigos que lo saludaron luego de hace tiempo de no verlo. Él los ignoraba o evadía mirarlos, hacer que no los escuchó, y eso les pareció extraño.

— ¡Hey, Steve-o!-Peedee y su hermano Ronaldo corrieron hacia él para saludarlo. — ¿Qué cuentas, amigo? Hey, ¿qué te hiciste? Me gusta tu estilo.-Admite el menor de los hermanos.

—Gracias.-Responde él. —Al fin alguien lo admite.

— ¡Esa apariencia no es normal!-Exclama Ronaldo asombrado. — ¡Claramente es muestra de algún suero alienígena que fue inyectado en tu sistema!

— ¿Qué dices?-Cuestiona el aludido, no viéndose nada contento con el comentario.

— ¡Cierra la boca, Ronaldo! ¡Estas siendo grosero!-Reclama Peedee.

—Dime Steven, ¿has experimentado alucinaciones anormales?-Se acerca el mayor para inspeccionarlo, invadiendo su espacio personal y hablando como un verdadero experto en temas de lo paranormal. —No me sorprendería si algún otro cambio físico se manifiesta pronto. Algunas protuberancias en tu piel podrían aparecer, ritmo acelerado del corazón. ¡Sabía que tus amigas extraterrestres no eran de confianza! ¿Puedo tomarte algunas fotografías para mi blog?-Emocionado, le acerca una cámara, listo para las fotos. Al salir el primer flash sin aviso, Steven se mostró aturdido y molesto, decidiendo parar las acciones paranoicas de Ronaldo. — ¡Aléjate de mí, tú, raro insolente!-Empujándolo con la palma de su mano, tira al suelo al hermano mayor. En el proceso, su cámara también se cayó y se hizo añicos. Peedee y Ronaldo se asustan ante esa actitud, aunque Peedee aún cree que su hermano se lo merecía por ser tan insistente. —Te dije que estabas siendo muy grosero.-Ronaldo mira impactado su cámara destrozada, sintiéndose culpable y miserable. Peedee se arrepiente, no cree que sea buen momento para hacer sentir peor a Ronaldo. — ¿Oye, estas bien?-Le ayuda a levantarse.

—S-sí.-Responde el adulto poniéndose en pie.

—Oye, Steven.-Llama al chico una vez más, tan siquiera para despedirlo, ya que se había empezado a retirar sin decir adiós. —Oí que tú papá y las gemas te han estado buscando. Y ¿tal vez después quieras ir al restaurante, por las sobras de las papas fritas?

— ¿Esa porquería? Por favor, ¿quién querría esa comida basura, e ir a ese lugar de poca monta?-Suelta una carcajada como si hubiera dicho un chiste. —Peedee, ¿en serio piensas pasar toda tu vida atendiendo el restaurante de tu padre? Creí que tenías mayor visión. Lástima.-Y después se retira. Nada más alejado de la realidad. Ha herido los sentimientos de Peedee ¡Si Steven adoraba sus papas fritas!

—Se volvió muy fuerte.-Dice Ronaldo. — ¡Su fuerza es inhumana! ¡Otro poco más y hubiera cavado mi tumba! ¡Peedee, pude sentirlo!

—También yo, Ronaldo. También yo.-Ambos se miran, y miran al muchacho. Definitivamente esos comentarios no son los de un buen amigo.

—Papá y las gemas.-Dice para sí. ¿Bueno, por qué no? Si tanto los ha estado preocupando, les pagaría una visita también.


Mientras tanto, las gemas de cristal trataban de llamar a su querido Steven por milésima vez aquel día a su teléfono, como venían haciendo desde que desapareció y ni siquiera dijo a donde iba. Perla estaba como desquiciada ansiando saber noticias. La sacaba de sus casillas el no tener un orden y un control sobre algo, y claramente la desaparición de Steven no la tenía nada contenta ni actuaba como ella misma.

— ¡Amatista! ¡¿Alguna noticia de Steven?!-Le grita al oído a la gema tipo cuarzo

— ¡Relájate, P! ¡Ya lo intente, y nada!-Aunque su amiga Perla se pusiera paranoica, con justos motivos. La propia Amatista estaría igual si no fuera de un carácter más sereno aunque ciertamente comprendía a Perla; todas estaban preocupadas por el joven.

— ¡Maldición!-Exclama Garnet apretando los dientes con furia, aunque después se calma. —Lo que me temía, su teléfono está muerto.-Si hasta hace un rato seguía mandando a buzón, pero ahora, que el celular estuviera apagado era una peor señal de alarma.

Esto no tenía ningún sentido. Ellas y Greg buscaron en cada rincón de Ciudad Playa y ni rastro de Steven ¿Dónde estará? ¿Estará bien? ¿Estará pasando frío? ¿Comiendo sus vegetales?

—Oigan. Sabemos que Steven no es así. No se iría sin un buen motivo.-Dice Amatista.

— ¡No se iría sin avisarnos!-Dice Perla.

—Lo que quiero decir es, que Steven es diferente ahora. Es un adolescente, y ya sabemos cómo son. Quieren encontrar su libertad, rebelarse un poco, ser hippies y todo eso. No hay que preocuparnos. En cualquier momento el buen Steven regresará y entrará por esa puerta cuando menos lo esperemos.-Señala mientras muestra una amplia sonrisa.

En efecto, sus palabras sincronizaron perfecto con el adolescente entrando a la casa como si solo hubiera salido por cinco minutos, aunque sus ánimos lo denotaban decaído y paso a tomar asiento en el sillón de la sala sin si quiera decir "hola". — ¡Steven!-Las gemas se alegran por su llegada y lo abrazan entre las tres. Steven se siente asfixiado y trata de hacer que se le separen. — ¡Dónde has estado, jovencito!-Reclama Perla señalándolo acusadora. — ¡Nos tenías muy preocupadas!

— ¡Sí, amigo, te extrañamos!-Dice Amatista. — ¿Algo nuevo que reportar?-Pregunta interesada.

—Lo importante es que estas en casa, sano y salvo.-Añade Garnet aliviada.

Steven se limita a rodar los ojos. Presente que lo empezarán a interrogar por todo. —Cálmense, ¿quieren? No me pasó nada, estoy bien.

—Ese no es el asunto, ¿por qué huiste? ¿Qué estuviste haciendo estos días y por qué no dijiste nada?-Pregunta Perla, llena de angustia.

— ¡Precisamente por esto!-Les grita, y al hacerlo, su resplandor se ilumina aún más con su ataque de enojo. — ¡Quería estar solo! ¡Ustedes tres no hacen más que asfixiarme!-La casa retiembla ante su rabieta, y las gemas solo intentan persuadirlo de calmarse un poco. — ¿Asfixiarte?-Cuestiona la gema más bajita. — ¡Si solo queríamos ayudarte!

—Steven, entendemos que no quieras compartir con nosotras el cómo te has estado sintiendo, pero no lo hagas parecer como que es nuestra culpa.-Dice Garnet.

— ¿Desde cuándo se volvió tan difícil hablar con nosotras?-Pregunta Perla. —Sabes que puedes decirnos lo que sea. Y al parecer, estos cambios repentinos tuyos no han mejorado. ¡Sino todo lo contrario!

— ¡Oh, claro, como si hablar resolviera algo!-Espeta. — ¡No voy a cambiar mi condición cantando una tonta cancioncita! ¡Ustedes no me entienden! ¡No entienden por lo que estoy pasando!

—Tranquilo, Steven, ¡claro que comprendemos!-Dice Amatista, sintiéndose ofendida.

— ¡Ustedes no son mitad humano, como yo! ¡Nunca tuvieron una madre cuya mitad de su vida fue una farsa, y la otra mitad lastimó a quienes se preocupaban por ella!

— ¡Steven! Nosotras somos más madres tuyas que Rosa.-Defiende Garnet, dando un paso al frente. —Tal vez cometió errores en el pasado, pero siendo Rose, trato de enmendarlos, y sin duda, ¡su mayor acierto y acto de amor hacia la tierra fue traerte a la vida!

—Rosa... ¡era una estúpida!- Cada palabra era una lanza de dolor hacia las gemas, quienes con terror observaban como su chico se volvía más grande y las rebasó en tamaño hasta alcanzar el techo. —Boohoo, mírenme, soy Amatista. Amo la comida y dormir.-Se jactaba al mirarlas desde esta perspectiva, tan indefensas y patéticas. —Mi mayor problema es abrir el refri y no encontrar un pastelillo. ¡Ah! Yo soy Garnet, solo me importa el amor por mí misma. El amor es el centro del universo y lo resuelve todo.-Escupe sin tapujos. —Y yo soy Perla, oculto mis inseguridades rodeándome de amigos. Pierdo la cabeza si los platos no están bien acomodados en el fregadero. ¡Vaya gemas más incompetentes!-Perla sufrió un ataque nervioso, quedándose paralizada del miedo en su lugar y tratando se intentando decir algo inentendible. Este no era su Steven. Nunca se había expresado así de ellas. Era un sentimiento horrible. — ¿P?-Preocupada, Amatista intento ver que le pasaba, aunque sin duda la más disgustada era Garnet, quien en un arrebato de enojo, salto hacia el rostro de su muchacho y lo abofeteó tan duro como pudo sin importarle ser ahora más pequeña que el otro. — ¡Estas fuera de control! Tendremos que ser más duras contigo.

Apenas le causó un rasguño. Steven se quejó, ocultando su mejilla golpeada. Miró desafiante a la fusión. Y como si fuera un mosquito, la atrapó entre sus manos, burlándose de la situación. La apretujaba como si quisiera reventar una pelota anti estrés. Vaya que sí le hacía falta una. De pronto, Amatista interviene con su látigo, apresando una de las muñecas del chico.

Así soltó a Garnet quien cayó como peso muerto al suelo, causando grietas. Con dificultad vuelve su mirada a Perla, quien sigue estática sin poder hacer ningún movimiento. — ¡Perla! ¡No te quedes parada, debes actuar!-La voz de Garnet le devuelve la conciencia, y ve a su amiga Amatista, ya rendida ante la altura de Steven, viendo que su idea con el látigo no sirvió de nada. Garnet sigue tumbada aun tras el impacto. Es obvio que en sus condiciones normales no pueden controlar a un inestable Steven, quien solo sigue haciéndose más grande conforme pasan los minutos. El muchacho le da vueltas a la gema púrpura en el aire con su propia arma de ataque y al final la suelta mandándola a estrellarse contra el muro opuesto, cayendo cerca de Perla al desplomarse hacia el suelo así como hizo con Garnet.

Esto requiere medidas drásticas y desesperadas. Necesitan a alguien grande y fuerte. Necesitan permanecer juntas. Perla sabe exactamente lo que hay que hacer. — ¡Ayúdenme!-Extiende ambos brazos, uno para Garnet y otro hacia Amatista para auxiliarlas. Las tres alcanzan a sujetarse en mutuo acuerdo y eso es suficiente para despertar a Alejandrita.

La casa se desploma y se hace añicos al estar alojando dos figuras enormes en su interior. Alejandrita hace que Steven salga disparado hacia la playa causando un gran estruendo. Salta enseguida de un solo impulso hacia el lugar y lo observa de cerca, emitiendo su característico grito ensordecedor. Steven parecía inconsciente y herido por el impacto, apenas abriendo los ojos para mirar a la fusión. —C-chicas,…n-no sé qué estoy haciendo…no sé qué me pasa.-Lagrimas corren por sus mejillas. Va regresando a su tamaño normal. Alejandrita se controla y desaparece, dando lugar de nuevo a las tres gemas por separado, quienes se acercan a Steven para socorrerlo. Garnet lo carga en sus brazos e intenta hacer que despierte. —Steven, ¿puedes oírme?-Al principio no hay respuesta. Garnet y las demás empiezan a llorar por lo que han hecho.

—Garnet, lo lamento.-Suelta en un hilo de voz. —Lo lamento mucho…

—Está bien, Steven. Vas a ver que…-Es interrumpida cuando el puño del contrario se estrella en su cara y la desconcierta lo suficiente como para dar tiempo a Steven de agrandarse a su tamaño descomunal, y la tumba en la arena, apresándola con rudeza y bastante sencillez— ¡Lamento mucho que seas una fusión tan débil!-Concluye son sonrisa siniestra. Fue tan fácil engañarlas. No podrían lastimar a su pequeño bebé después de todo.

Mientras tanto Perla y Amatista han formado a Ópalo, y lanzan el primer ataque con su flecha, hiriendo a Steven en el hombro. — ¿Qué pasa? ¿Soy demasiado, como para que no puedan conmigo?-Se quita la flecha sin sentir nada. Su personalidad se ha vuelto arrogante y caprichosa. — ¿Cómo para recurrir a tener que fusionarse?-Steven hace aparecer montones de diamantes afilados a su alrededor y los dispara a Ópalo. Son como agujas punzocortantes que se encajan en la piel al ser lanzados a alta velocidad. Ópalo grita y se desvanece.

Por supuesto. Nada supera la fuerza de un Diamante.

La alcaldesa Nanefua llama a la población a evacuar la cuidad, ya que los habitantes crean pánico y corren despavoridos al observar semejantes fuerzas titánicas luchar entre ellas. Esto solo puede terminar con Cuidad Playa echa destrozos. Greg es el único valiente que se aventura a la playa en busca de su hijo, altamente alarmado. La escena que ve lo impacta, pues Steven es un gigante luchando contra sus propias amigas unidas en Alejandrita una vez más. Ni siquiera con Sugilite fue suficiente.

Greg creyó antes de verlo por sus propios ojos que se trataría de cualquier otro enemigo, pero no el propio Steven. A Alejandrita le da tanta lucha golpeándola rápido una y otra vez, hasta dejarla agotada, cansada, sin fuerzas para continuar.

— ¡Vamos, apenas estoy calentando!

— ¡Steven! ¡Detente, hijo!-Greg corre a socorrer a las gemas. Las ha llevado al límite, al punto de obligarlas a ocultarse en sus piedras para una futura y pronta regeneración. Las recoge entre sus manos: Perla, Amatista, Zafiro y Rubí. — ¡No sigas, por favor! ¡Mira lo que has hecho!

—Papá. —La mirada rosa de Steven se enfoca en su padre, y Greg teme, pues parece que no lo conociera. Con uno de sus dedos, es suficiente para acariciarle la cabeza al adulto, por primera vez da un tacto suave desde su transformación. Siente lastima por el pobre hombre. Creé que podrá hacerlo recapacitar o entrar en razón, y Greg solo puede temblar en pánico. —No intervengas, este no es asunto tuyo.

— ¿Cómo no? ¡Si tú estás involucrado! ¡Debes parar!

—Ya es tarde para eso. ¿Acaso no lo ves?

Y él le responde con voz quebrada. — ¡S-soy tu padre, debes obedecer!

—Vaya…ahora quieres imponerme órdenes. A mí.

Su mirada esta fija en el humano y Greg no la soporta, pero por el bien de todos, debe hacerle frente. —S-steven…

—Si tan solo hubieras cumplido bien con tu rol de padre desde el principio, esto se pudo haber evitado.

—P-podemos ayudarte. ¡Tienes que reparar tus errores!

—El único que ha cometido un error eres tu.-Su voz hace temblar la tierra bajo sus pies. —Estuviste toda una vida dándome tantas libertades, y ahora quieres retenerme. Es como querer contener a un animal salvaje en una jaula pequeña.

— ¡Mira a tu alrededor! ¡Sé que no querías llegar a esto!

Steven observa la amada ciudad en la que vivió toda su vida, a punto de convertirse en un pueblo fantasma. La gente y el resto de las gemas de la escuela deben estar aterradas. Peridot, Lapis, Bismuto y las otras, pero nada se puede hacer. —Es lo que merezco.

— ¿Q-qué?-Pregunta sin entender.

—Es lo que un Diamante merece. Mira, ahora lo entiendo. Desde niño, tuve que aprender a usar mis poderes, a cómo ser una gema, a lidiar con problemas ajenos. Cuando en realidad, desde un inicio estuve destinado a la grandeza,-Dice orgulloso. —a mi estatus como gobernante de un planeta. Es el legado que Rosa escogió para mí.

— ¡Esto no es lo que tu madre quiere! ¡Tú no eres Diamante Rosa!

— ¿No lo soy?... ¡¿No lo soy?!-Se agacha colérico para mirarlo directo. — ¡Papa, mírame a los ojos y dime que no lo soy! -Pero Greg no puede mirarlo. — ¡Esto es lo que quiero para mí! ¡Por fin, algo que hago por mí, y nadie más!... Ahora tú también debes irte. Huye y llévate a León. Aun puedo contenerme…un poco, pero no querrás que de verdad me enfade contigo.-Greg comienza a sollozar de rodillas, a implorar ante el cambio de su hijo y lo que le pide, como si no le doliera perder a su familia, y que estos se alejen. ¿Acaso no hay una solución? ¿No hay vuelta atrás? Y se lamenta él mismo por haberle fallado.

Steven únicamente observa el océano, ignorando cualquier presencia. Por fin está calmado, admirando la belleza del agua, como alguna vez hizo Rose Cuarzo, enamorada de la tierra. Quién sabe qué cosas pasan por su mente ahora. Quién sabe qué cosas piensa un Diamante.


Me apuré a supervelocidad a terminar este capitulo, porque estamos a dos días omgajskdldld del gran final y me dije run bitch ruuunnn!

Creo que este final es trágico y algo a la imaginación (? pero espero que les gustara y muchas gracias por sus reviews y favs que me motivaron a seguir!