Efecto mariposa.

1. Punto de equilibrio.

[Algunos días después de la aparición del Kyubi en la aldea de la hoja]

Ubicación: Konoha.

Minato sostuvo con cuidado a su pequeño hijo, el bebé ni siquiera parecía comprender que pasaba ahí; su cabello rubio iba tapado con un gorrito con orejas de gato, hecho por Kushina.

Lo único que tenía de ella.

Ni los ojos, ni el cabello, ni siquiera el rostro se le parecía.

—Sensei. Naruto necesita comer. —llamó Kakashi, entregándole una mamila. Minato la tomó sin muchas ganas, dándosela a su pequeño bebé.

—Lo cuidaré bien, te lo prometo, Kushina. —sonrió Minato, hacia la tumba de su esposa. —Crecerá como un niño sano, fuerte y muy valiente. No tienes de que preocuparte, seré el mejor padre del mundo.

—Sensei…

—Siempre estará riendo, nunca dejaré que le pase nada malo. —siguió, mostrándole al bebé la tumba de su madre. —Mira, Naruto, es tu mamá.

— ¡Sensei! —llamó Kakashi, en un grito, la gente a su alrededor volteó a ellos.

—Tú también deberías decir hola, Kakashi.

—Ella ya no puede escucharlo. —dijo Kakashi, seco. —Kushina-san, ya no está.

Minato parpadeó una vez, dejando que las primeras lágrimas escurrieran por sus mejillas, el bebé en sus brazos comenzó a hacer muecas también al ver a su padre, pudiendo simpatizar con él, Naruto rompió en llanto, provocando que su padre lo abrazara con fuerza y escondiera su cabeza en su pequeño cuerpecito.

—Perdóname, Naruto… perdóname. —pidió entre lágrimas. —Debí ser yo… debí ser yo…

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[Seis años después de la aparición del Kyubi en la aldea de la hoja]

Ubicación: Clan Uchiha.

—Hermano. —llamó Sasuke, tirando de su camisa. Itachi tomó su mano con delicadeza, ayudándole a colocarse correctamente la mochila y abrochándola por enfrente. — ¿Por qué viajamos a esta hora de la noche?

—Ya te dije que es un secreto. Nadie puede vernos. —sonrió Itachi. —Cuando mamá y papá despierten, nos buscaran.

— ¿Es un juego de escondidas? —preguntó, más emocionado.

—Sí, por eso tienes que estar en silencio. —pidió Itachi, poniéndole un dedo en la boca. —Nadie puede descubrirnos o perderemos.

Sasuke asintió con la cabeza un montón de veces, ansioso por el juego. Aunque intentó quejarse cuando Itachi lo subió a su espalda, al final aceptó, dejando que su hermano mayor lo llevará de saltó en saltó por el tejado de las familias Uchiha, sin que nadie se percatara de eso, comenzaron a alejarse cada vez más, hasta llegar al final de la aldea. Para ese entonces, Sasuke ya se había quedado dormido sobre la espalda de su hermano.

—Jugaremos a las escondidas por un largo tiempo, Sasuke. Perdóname por eso. —pidió, cerrando los ojos. —Pero no voy a perderte en esa guerra, claro que no.

Itachi le dio un vistazo rápido a Konoha, la noche caía sobre ella sin luna que la alumbrara, sumiéndola en una oscuridad absoluta. No había nada que pudiera hacer para evitarlo, le pidieron elegir entre la aldea o su clan.

Eligió a su hermano menor.

Sin volver a mirar atrás, siguió avanzando rápidamente por los arboles del espeso bosque.

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[Ocho años después de la aparición del Kyubi en la aldea de la hoja.

Ubicación: Aldea de la lluvia. ]

Fuego, sangre y destrucción.

Fuego, sangre y destrucción.

Fuego, sangre y destrucción.

" ¡Llévatela de aquí o jamás te lo perdonaré!"

—Mami. —murmuró Sakura, mirando desde la colina más elevada la constante lluvia que caía sobre la enorme llamarada de fuego que cubría a toda la aldea. Los altos edificios de solido acero, que nunca le permitían ver el cielo, ahora se caían en pedazos, provocando más destrucción.

Suavemente, llevó una de sus blancas manos a la marca que tenía en su frente, el rombo del Byakugo. Oscureciendo su mirada, se permitió derramar unas lágrimas más, ahora observando la flor blanca que tenía en su mano, la cual comenzaba a ser diluida por la lluvia, hasta que solo le quedaron trozos de papel en su mano y agua sucia.

—Sakura, andando. Será peligroso si nos quedamos aquí. —la voz que la llamó tampoco proyectaba sentimientos, era un sonido monótono, como las nubes que bullían en silencio arriba de ellos.

—Sí. —ella se dio la media vuelta, dejando caer ambas manos a su costado y andando detrás de esas dos personas.

Ni siquiera podía darles la cara.

Sakura a sus ocho años comprendió que la vida de una persona podía valer algo tan insignificante como un pedazo de tierra. Las malas personas podían arrebatarte todo lo que amabas solo por un pedazo de tierra, solo por una estúpida guerra.

—Aquí estaremos a salvo por hoy. —la voz monótona habló de nuevo. —No puedo seguir más.

La otra persona que estaba con ellos ni siquiera habló, solo se dejó caer en el rincón más oscuro de la cueva llena de humedad donde se encontraban, fingiendo dormir; después de esa noche, nadie podría volver a dormir con una sonrisa en el rostro.

—Ya-chan. —llamó Sakura, seria. —Haré la primera guardia.

El nombrado no respondió, se sentó al pie de la cueva, contemplando la lluvia constante que parecía nunca parar; la cueva era lodosa y sus pies, junto a su ropa, eran un desastre, llenos de barro, plantas y sangre. Sakura subió a una roca de la nueva, siguiendo su ejemplo, contempló el frío bosque que era sucumbido ante la noche.

Sakura esa noche, por primera vez escuchó a la lluvia, llorar.


¡Espero les agrade la historia!