No soy dueña de estos personajes.

6: Llegando a conocerte.

...He estado dando a mi paciente algo de espacio por el momento para permitirle que sus heridas sanen y no me refiero a sus heridas físicas. Parece estar imperturbable, pero en sus ojos muy reveladores, veo algo más allá de ira. Esperaré hasta que desaparezca o hasta que ella quiera discutirlo y luego volveré a tratar de curarla de sus otros males. Por el momento, puedo ver por qué prefiere su perversión a la norma, pero no puedo permitir que continúe por ese camino. Nadie debería tener que vivir la vida enferma. Además, no es como si todos los hombres fueran David Barkin.

Debo admitir que estoy sorprendida con lo que le hizo a ese hombre. Él es tan grande y, aun así, se defendió, lo sometió y mantuvo su virtud. Me pregunto si su habilidad tiene algo que ver con el razonamiento de su padre para encadenarla como un pobre perro. Ella es más de lo que muestra y quizás mucho más de lo que he presenciado. T... tengo curiosidad.

-*-(Presente)-*-

–Realmente despidió a ese tipo por tratar de violar a su paciente, ¿eh? Estoy sorprendida–, comentó Shego mientras se alejaba del diario por un segundo. Se frotó los ojos, los cuales estaban un poco molestos por enfocarse en la letra pequeña durante tanto tiempo sin descanso.

–¿Por qué? Es una Possible, así que, por supuesto, trataría de hacer lo correcto y deshacerse de un violador –argumentó Kim. Le molestaba que el asistente despedido se llamara Barkin. ¿Podría estar relacionado con Steve Barkin, el maestro sustituto de su escuela preparatoria? Si era así, era simplemente espeluznante. Bueno, más espeluznante. Realmente esperaba que no hubiera relación, a pesar de que no había visto al señor Barkin desde que se graduó de la escuela preparatoria.

–Eso es cierto. Ser una buena persona probablemente es algo en tu familia, al igual que ser una elitista snob –respondió la mujer mayor. Cuando las palabras salieron de su boca, se dio cuenta de que estaba siendo una perra sin ninguna razón, pero ya habían salido de su boca y no se molestaría en cambiarlas o cubrirlas. Era la chica mala, de cualquier manera.

–¿Qué? ¿Me estás llamando elitista? –preguntó la heroína con el ceño fruncido. No soy snob ni elitista, resopló su mente.

–Lo eres –declaró Shego con un poco de risa. El hecho de que las palabras se hubieran escapado no las hizo menos ciertas.

–No lo soy y tampoco lo es la Kim del diario –respondió la pelirroja, lo que desconcertó a su enemiga.

–¿La Kim del diario? –la mujer mayor repitió con una ceja arqueada. –De todo lo que podías haber dicho, ¿elegiste esas palabras?

–Bueno, quería decir 'tampoco lo es Kim', pero me pareció un poco extraño –explicó Kim su elección de palabras.

–Todo esto es extraño. Consigamos algo de comer –sugirió Shego porque tenía hambre y parecía estar más irritable que de costumbre.

–¿Pizza o comida para entregar? –preguntó Kim.

–¿Todas sus comidas son entregadas a tu puerta por adolescentes con caras llenas de granos? –preguntó Shego.

–No –replicó la delgada aventurera.

–Bien, ¿todas tus cenas son entregadas en tu puerta? –la mujer de piel verde corrigió.

–En su mayoría, si es que estoy en casa, de todos modos –admitió Kim encogiéndose de hombros–. No hay nada de malo en eso. No es elitista ni snob –creía que Shego solo estaba diciendo esas cosas porque la mujer mayor era naturalmente insolente.

Shego resopló. –Déjalo ir, Kimmie. ¿Qué comes cuando estás fuera? ¿Más basura que te podrían entregar si estuvieras en casa?

–¿Si, y?

Shego suspiró y sacudió la cabeza. –Eres una chica universitaria tan típica. Vamos a dejar esto por un segundo y comprar algo de comida real –sugirió.

–¿Por qué? ¿Qué tiene de malo la pizza? –preguntó la peleadora más joven con las cejas arqueadas y un rápido movimiento de cabeza. Para ella, la pizza era un salvavidas, especialmente porque la pizzería cercana permaneció abierta casi toda la noche. Era una garantía de que nunca moriría de hambre, a menos que el negocio quebrara y dudaba que eso sucediera por el gran lugar en el que se establecieron. Estaban justo al lado del campus universitario. Así que al menos, los fumadores de hierba y ella los mantendrían en el negocio.

–Muchas cosas, así que ponte los zapatos y vámonos –respondió Shego en tono contundente mientras dejaba el diario en el brazo del sofá. Tenía mucha hambre y no era fanática de la comida rápida. Quería comida de verdad.

Kim no discutió y tomó sus zapatos; siempre se quitaba los zapatos en la puerta de su casa porque no le gustaba arrastrar la suciedad del exterior hasta su casa. También tenía hambre, pero no tenía nada que se pudiera poner junto para un comida de verdad en su departamento. Aunque, no era tan exigente como Shego cuando se trataba de comida. Se fue con la mujer de cabello negro y en realidad fueron de compras.

Había un supermercado a pocas cuadras de la casa de la pelirroja, así que caminaron hasta allí. Shego tomó un carrito y luego lo empujó en las manos de Kim. La heroína hizo un ruido de molestia que la mujer de color musgo ignoró. Shego continuó caminando por el lugar mientras silenciosamente observó que era mejor que Kim la siguiera. La estudiante universitaria estaba justo detrás de Shego y se aseguró de verse lo más enojada posible con la situación.

–¿Está bien para ti caminar en público de esta manera? –preguntó Kim mientras empujaba el carrito de compras y Shego buscó en los pasillos lo que deseaba convertir en su cena. Parecía vagar por el lugar sin preocupaciones a través del mundo y, según lo que sabía la pelirroja, era una buscada criminal.

–No te preocupes por mí, princesa–, respondió la artista marcial de piel verde, desestimando la pregunta. Luego comenzó a agarrar objetos. De repente recordó algo; recordó que Kim le había preguntado antes qué quería en su pizza, lo que la llevó a hacer una pregunta. –Princesa, ¿qué quieres para cenar? –preguntó Shego.

No era frecuente que la ladrona tuviera una excusa para ejercitar los modales que su madre le había perforado en la cabeza cuando tenía una edad impresionable. Culpó a todas las personas estúpidas e irritantes del mundo por su actitud. Si no hubiera tantos, podría usar sus modales con más frecuencia, pero, por desgracia, parecían ser la especie dominante del planeta.

–¿Yo? –Kim estaba tan sorprendida que se señaló a sí misma para estar extra segura de que Shego se estaba refiriendo a ella.

–No, la otra tú. Sí, tú. ¿Qué quieres para cenar? –Shego preguntó de nuevo. En un momento, iba a retirar la oferta si Kim quería hacerse la tonta. Sospechaba que Kim comería casi cualquier cosa de todos modos.

–No importa. Aprendí a no ser exigente en lo absoluto mientras vivía sola sin absolutamente ninguna habilidad para cocinar –respondió la pelirroja encogiéndose de hombros. Comería casi cualquier cosa si tuviera el hambre suficiente.

–Me lo imaginaba.

–Entonces me conoces bien –Kim se rió entre dientes.

Shego sonrió un poco por la sincera respuesta de Kim. No estaba segura de por qué, pero le gustaba la honestidad en la respuesta. El sentimiento probablemente tuvo algo que ver con el hecho de que le gustaba cuando la gente le hablaba seriamente porque eso era muy raro. Decidió preparar algo que no llevara mucho tiempo, para que pudieran comer y volver al diario.

–¿Cocinas mucho? –preguntó Kim mientras continuaban pasando por los pasillos. Miró un par de cosas. Ni siquiera sabía para qué eran. Cocinar parecía aún más complicado cuando vio lo que se ponía en la comida.

–La mayor parte del tiempo. Estoy en una dieta especial hasta el día en que pueda matar a mi madre–, comentó Shego. Era principalmente verdad; estaba en una dieta especial.

–¿Matar a tu madre? –Kim repitió con voz desconcertada, con su boca un poco hacia abajo. Parecía perpleja por un par de razones. Una de ellas fue el hecho de que ni siquiera sabía que Shego tenía una madre, pero tenía sentido. Alguien tuvo que traer a la existencia a la mujer malhumorada, ¿verdad? Ahora se preguntaba quién en el mundo dio a luz y crió a Shego.

La otra razón por la que Kim parecía tan desconcertada era porque la sorprendió que Shego dijera que iba a matar a su madre. Ni siquiera Shego podía ser tan despiadada como para querer matar a su propia madre, ¿verdad? Además, Shego no mató personas, así que, ¿por qué comenzaría con su madre? Pero entonces, ¿por qué lo diría si no era verdad?

–No pienses demasiado en eso, Princesa. Es solo una forma de hablar. Es solo el obstáculo que tengo que superar –respondió la mujer mayor por accidente. Nunca se lo había dicho a nadie que no lo supiera. Últimamente había tenido muchos resbalones de lengua con la pequeña heroína, notó silenciosamente.

–¿El obstáculo que tienes que superar? –Kim estaba más confundida ahora que antes. Shego bien podría haber estado hablando otro idioma en ese momento.

–No es algo que entenderías –la ladrona de color musgo trató de asegurarle a la mujer más joven.

–¿Cómo lo sabes? –preguntó la delgada pelirroja.

–Porque te conozco–, respondió Shego con tono de °obvio°. Esperaba que Kim no se viera a sí misma como un gran y complejo misterio que era difícil de entender porque estaba lejos de ser eso.

–Al demonio me conoces–, objetó Kim. Olvidando el hecho de que casi acababa de decirlo ella misma. Aun así, no le gustaba que Shego simplemente la descartara.

–Admito que el insulto casual es una sorpresa, pero aparte de eso, te conozco muy bien, Princesa–, dijo Shego con confianza.

La villana conocía a la heroína pelirroja, estaba segura de eso. Y porque conocía a Kim, no sabía qué hacer con la chica, en su opinión de todos modos. Tal vez sería mejor si hubiera sacado a la chica de su miseria la primera vez que la conoció, consideró. Probablemente debería haber roto las piernas de Kim en varios lugares y haber ido a descansar. Pero en cambio, lucharon y ahora estaban donde estaban. Realmente no sabía qué debía hacer con Kim ahora que conocía a la pequeña heroína.

–No me conoces tan bien como crees –argumentó Kim.

Shego no podía conocerla tan bien, Kim estaba segura de eso, incluso si acababa de mostrar algún conocimiento de la heroína. Claro, habían peleado entre sí durante años innumerables veces y bromeaban de ida y vuelta, pero eso no era conocer a una persona. Había más en ella de lo que hicieron cuando se encontraron, mucho más. Hizo cosas que sus enemigos nunca vieron y no sabían nada, por lo que Shego no podría conocerla tan bien como pensaba que lo hacía.

Shego lo pensó por un momento y luego, sorprendentemente, cedió. –Tienes razón–, dijo simplemente.

–¿La tengo? –preguntó la pelirroja en un tono sorprendido. No tenía nada en contra de tener razón, pero no esperaba que su enemiga estuviera de acuerdo.

La ladrona de ojos esmeralda reconoció la batalla porque si realmente conociera a Kim, sabría qué hacer con la chica, pensó. Conocía a Kim por fuera mejor de lo que Kim la conocía por fuera, pero ambas eran misterios en el interior. Ninguna de las dos sabía lo que la otra quería de la vida y después de ser pateada a esa torre eléctrica, Shego había decidido hacía mucho tiempo que no le importaba, pero ahora estaba cambiando de opinión ya que Kim había admitido que no se había vuelto psicópata esa noche por un chico.

Kim también estaba reorganizando su imagen de Shego. Parecía que la mujer de cabello negro no era completamente desagradable y malvada como parecía ser. Se preguntó por qué Shego actuó de esa manera cuando no era totalmente así. También se preguntó cómo era Shego ahora que veía un lado diferente de la villana, un lado que nunca hubiera pensado que existía, especialmente el lado que cocinaba. De hecho, esperaba saber más sobre Shego, aunque solo fuera para saciar su creciente curiosidad por la portadora de plasma.

Continuaron por la tienda de comestibles, como si fuera algo que hacían a menudo, y las compras se hicieron rápidamente. Tuvieron una discusión menor sobre quién iba a pagar por todo. Shego se ofreció voluntariamente ya que estaban en el apartamento de la pelirroja, mientras que Kim señaló que Shego era la que quería cocinar. El cajero solo observó cómo el par iba y venía y se se preguntó cuándo iban a comenzar los golpes. Las dos fruncieron el ceño y parecían estar cerca de pelear físicamente, pero luego sonó el altavoz anunciando sobre un derrame en uno de los pasillos. El par miró a su alrededor y se dieron cuenta de que estaban en un supermercado. Decidieron pagar cada quien la mitad aunque solo fuera para quitarlo del camino.

El par regresó al apartamento de Kim, donde la invitada procedió a hacerse cargo de la cocina; no es que la dueña del apartamento tuviera alguna objeción a eso. Kim esperaba una comida casera. Sería la primera que tendría en un par de meses. Si bien, no era por falta de ir a casa, tendía a salir antes de que prepararan cualquier alimento, generalmente para ir a salvar el mundo.

Shego preparó una comida rápida, lo que Kim agradeció mucho, a pesar de que no lo dijo. Shego pudo ver en esos grandes ojos oliva que Kim estaba agradecida por algo de comida real. La mujer pálida estaba conmovida, aunque no lo dijo en voz alta.

–En realidad es bastante bueno –dijo Kim, terminando su pollo con tomate y aceitunas.

–Dices eso como si estuvieras sorprendida –comentó Shego.

Kim se rió tímidamente. –No lo dije en ese sentido. Es solo que... no cocino...

–Entonces, ¿asumes que el resto del mundo no puede? –Bromeó Shego.

–No, no, no. Tampoco paso tiempo con gente que cocine. Es solo que... no puedo comer mucha comida realmente cacera –explicó Kim, tratando de salir de su profunda vergüenza.

–Deberías aprender a cocinar. Es mejor que toda la comida chatarra que comes –comentó Shego–. Será una pena cuando tu metabolismo te atrape.

–¿Estás diciendo que voy a engordar? Creo que hago suficiente ejercicio para evitar que eso suceda–, respondió Kim con una sonrisa. –Ahora, para rematar esta noche ¡helado!

Kim se sirvió el postre antes de que volvieran a leer. Shego vio casi con incredulidad como Kim después de haberse comido dos platos de la cena, iba a por un postre. Kim agarró un tazón y comenzó a servir helado.

–¿Quieres un poco? –Kim ofreció cortésmente.

–¿De qué sabor es? –preguntó Shego.

–Rocky Road (1) –respondió la chica de ojos verde olivo con una pequeña sonrisa. Todo el helado era increíble en su opinión. Era el bien supremo en el mundo.

–No, no me gusta el Rocky Road –respondió Shego.

–¿Estás segura? ¿Lo has probado? –la heroína delgada preguntó.

–Bueno... no –admitió la villana. Tendía a mantenerse alejada del helado, especialmente si no era uno de los tres sabores originales.

–Tienes que probarlo entonces–, insistió Kim.

La pelirroja rápidamente preparó un pequeño tazón de helado para Shego. Prácticamente lo empujó a las manos de su invitada y sonrió mientras esperaba que Shego se lo comiera. La ladrona de cabello negro puso sus ojos color esmeralda en blanco por lo ansiosa que estaba la pequeña heroína. Lo probó y descubrió que no era tan malo como pensaba que sería, así que comenzó a comer.

–Te gusta–, sonrió Kim, burlándose de la mujer mayor.

–Cállate–, respondió Shego. El helado tenía que ser lo mejor porque había conquistado incluso a la villana de caparazón duro, pensó la pequeña aventurera.

Regresaron a sus lugares en el sofá cuando terminaron su comida y postre. Shego le dejó los platos a Kim porque ella había cocinado y la molesta heroína necesitaba hacer algo. Kim en silencio decidió lavar los platos más tarde. En este momento, solo quería volver al diario. No les importó la distancia ahora. De hecho, el pensamiento no ocurrió. Kim accidentalmente rozó contra Shego, pero la mujer de piel verde no explotó como lo hizo la última vez que sucedió. Shego recogió el libro y volvieron a leer en silencio.

-8-8-8-8-

...Mi paciente todavía está siendo reservada conmigo. No estoy segura de si es por el incidente con el señor Barkin o porque todavía está tratando de ser distante. Supongo que podría ser lo primero; Solo puedo imaginar cómo podría asustar a una mujer. A sus ojos, parece que quiere decirme algo. No sé qué quiere decirme y finge que no tiene nada que decir. Puedo esperar. Creo que es mejor que espere. Es mejor que no intente forzar información de ella porque se irrita fácilmente.

Tiene este peso sobre sus hombros. Dudo que sepa que puedo verlo y no se lo diré. Solo esperaré a que ella se desahogue conmigo, no importa qué sea lo que esté llevando. Podría ser más que el incidente que estoy viendo y ella no debería tener que cargar con eso o cualquier otra carga sola. En todo caso, puedo tratar de obtener suavemente la información de ella para evitar que le permita devorar todo su ser. Solo deseo ayudarla y quiero que entienda eso.

- * - (1855) - * -

Sheshona estaba en su habitación, en su nueva cama. Bueno, era nueva para ella, pero estaba bastante segura de que se había usado antes. Solo podía esperar que tuviera sábanas nuevas o al menos limpias en la cama. Se estremeció ante la idea de que podrían haberle dado sábanas viejas que estuvieran por ahí. Tenía fe en que Kimberly no había permitido que tal cosa sucediera, pero no podía estar segura.

Pensó en su doctora, a quien tendría que ir a ver tarde o temprano. Se había saltado un par de sesiones porque no quería sentarse allí y pretender hablar de cosas. Usó la palabra "pretender" porque le gustaba pasar todo el tiempo hablando de nada más allá del hecho de que se sentía atraída por Kimberly y se suponía que debían hablar sobre otros asuntos. Kimberly rara vez respondía, pero cuando decía lo correcto, un sonrojo manchaba las mejillas de la doctora y eso era suficiente para Sheshona.

Su doctora estaba en su mente, pero no de la manera usual. No pensó en tener relaciones sexuales con su doctora en ese costoso escritorio que solo lo estaba pidiendo, sino otras cosas. Cosas que la molestaban.

La pálida mujer pensó en cómo la doctora había curado sus heridas después de su pelea con ese mono gigante asistente. Nadie había hecho algo así por ella en tantos años y lo había hecho correctamente con un toque tan calmante. No había esperado que la doctora tuviera una mano tan relajante y no le gustaba pensar que el toque podía haberla afectado. La doctora también se aseguró de que hubiera comido después y le dio el espacio que necesitaba y deseaba después de asegurarse de que había obtenido las cosas tangibles que necesitaba. Y luego, la cereza del pastel, la buena doctora había despedido a Barkin y no la había amonestado de ninguna manera.

Era casi como si la zorra pelirroja se preocupara por ella, Sheshona se atrevió a considerar. No, su mente insistía en sacar esa idea de su cabeza. Ya nadie se preocupa por mí. Ninguna persona viva se preocupaba por ella. No necesito que nadie se preocupe por mí. Su vida no se trataba de eso. Entonces, incluso si a la doctora le importaba, a ella no. Bueno, dudaba que a la doctora le importara. Después de todo, a la pelirroja le pagaban por tratarla. Era el trabajo de Kimberly, así que probablemente estaba fingiendo que le importaba, Sheshona se convenció a sí misma.

Incluso si Kimberly solo pretendía preocuparse, parecía pasar furtivamente las defensas bien fortificadas de Sheshona y se abrió paso debajo de su piel, para su molestia. Después de todo, la mujer de cabello negro había pasado de pensar en lo bueno que sería tener a la pelirroja en ese enorme escritorio a pensar en cómo la doctora había acudido en su ayuda cuando (nunca lo admitiría en voz alta), lo necesitaba. Había requerido la ayuda. Después de todo, había quedado atrapada en una habitación pequeña con un par de heridas y un hombre que deseaba violarla. Claro, él había estado inconsciente, pero se habría despertado tarde o temprano y habría tenido que continuar el mismo baile con él por más tiempo del que quería. Había necesitado ayuda y la doctora Kimberly Possible fue quien respondió la llamada y no pidió nada a cambio.

–¿Por qué? –La voz de Sheshona fue apenas un susurro que se convenció de que era el viento.

Sheshona suspiró. Nunca había tenido tales pensamientos antes. Causaron que algo dentro de ella comenzara a actuar e hizo todo lo posible para ignorarlo. La doctora iba a ser una conquista, insistió en voz baja. Sería una conquista y nada más, como todas las otras mujeres por las que había pasado. Todas eran solo conquistas, personas a las que les ofreció una experiencia placentera a cambio de lo mismo. No era que no se preocupara por ellas, pero no eran particularmente especiales. Ni siquiera podía recordar los nombres de algunas de ellas y estaba bien con eso. Eran solo parejas sexuales, para cuando quería liberarse o cuando quería mostrarles a las mujeres un buen momento. No había emociones conectadas a ellas o a querer esta con ellas. No creía en los apegos emocionales porque solo se interponían en el camino.

Todas las mujeres con las que había estado durante toda su vida, significaban poco para ella y las más inteligentes lo sabían. Las inteligentes sabían que era mejor no apegarse a ella, al menos no de ninguna manera perjudicial. Algunas de sus damas seguían siendo sus conocidas y le proporcionaron cierta interacción humana más allá de la satisfacción sexual. La doctora no sería una de ellas, se prometió a sí misma. Quería salirse con la suya con Kimberly y luego alejarse de la doctora porque no le gustaban los pensamientos que Kimberly le había hecho tener. Tampoco le gustó el hecho de que la pelirroja tenía lugar en sus pensamientos.

La mujer pálida oyó que se abría la puerta de su habitación, lo que la alejó de sus pensamientos. Era hora de que ella visitara a su querida doctora. Tenía la opción de ir a su sesión o quedarse en su habitación. Kimberly pensó que era justo porque Sheshona tenía muchas cosas en la cabeza y podría necesitar algo de tiempo sola. Decidió ir aunque solo fuera para mirar a su doctora lascivamente. Pensó que mirar a su doctora podría volver a su mente al camino correcto, es decir, pensar en Kimberly desnuda y lo divertido que sería tenerla en ese escritorio.

Sheshona trotó hacia la oficina y se dejó caer en su silla habitual. Miró el escritorio y se dio cuenta de que la buena doctora no estaba sentada en el escritorio. Extraño. Echó un vistazo alrededor de la habitación y vio a Kimberly en un sofá que estaba contra la pared.

–Um... Doc–, llamó Sheshona.

–¿Si? –respondió Kimberly. Tenía las piernas cruzadas en los tobillos y miraba a su paciente a los ojos, como si desafiara a la mujer pálida a venir a unirse a ella.

–¿Por qué no estás en el escritorio? –preguntó Sheshona en tono perplejo. Incluso señaló el escritorio, como si la doctora no supiera dónde estaba. Era como si pensara que Kimberly estaba conectada a la mesa y no podía escapar de ella.

–No necesito sentarme siempre en el escritorio–, respondió la pelirroja con una pequeña sonrisa.

Pensó que el escritorio parecía una barrera entre ella y su paciente. Era como si proclamara que ella era la doctora todopoderosa y que Sheshona era la paciente humilde que tuvo la suerte de estar en su presencia. Una mujer como Sheshona tiene que resentirse por eso, pensó, a pesar de que las cosas no eran así. Por lo general, se sentaba en su escritorio porque estaba eternamente atrasada en su papeleo. Entonces, para demostrar que no creía que fuera mejor que su paciente y con la esperanza de que les ayudara a acercarse, se había movido de detrás del escritorio a un lugar que parecía más abierto, amigable y acogedor.

–¿Por qué no vienes y te sientas aquí? –la mujer de ojos verdes sugirió con otra pequeña y acogedora sonrisa, haciendo que la oferta fuera tentadora para su paciente.

Sheshona alzó una ceja ébano ante la sugerencia y el cambio. Sospechaba de la doctora, pero se dirigió al sofá. Después de todo, estaba sospechosa, no tenía miedo. Se sentó frente a la pelirroja. Ambas parecían instantáneamente incómodas la una con la otra, ahora ni siquiera a seis pulgadas de distancia.

Sheshona obtuvo una saludable cantidad de perfume de Kimberly en su nuevo asiento. Lo había olido antes, pero ahora parecía rodearla. Era un aroma sutil que envolvía todo su cuerpo y luego parecía invadir suavemente su interior. Sheshona trató de sacudirlo para deshacerse de él, pero solo se enterró más profundamente. Su corazón se aceleró cuando el aroma lo acarició.

–¿Cómo están tus moretones? ¿Debo cambiar tus vendajes? –Kimberly preguntó mientras inspeccionaba a su paciente. Fue lo único que se le ocurrió preguntar. No había planeado más que sentarse juntas y no había planeado que fuera tan incómodo.

–Estoy bien–, resopló Sheshona, agradecida por la distracción de las palabras. Parecían romper los lazos del olor de Kimberly. No quería o necesitaba que la mujer pelirroja se preocupara por ella o tratara de ser amable.

Kimberly asintió con la cabeza. Ya se había dado cuenta de que su paciente era una mujer ferozmente independiente. Había algo casi masculino en Sheshona. Supuso que la personalidad de su paciente ayudó a explicar su atracción anormal hacia las mujeres. Pero no podía explicar por qué seguía pensando en su paciente, incluso cuando estaba lejos de la institución, desde que había descubierto a Sheshona en su habitación con Barkin.

La pelirroja pensaba en su paciente a menudo, pero generalmente era porque su paciente antisocial trataba de desanimarla y siempre la sacaba de quicio. Su paciente siempre trató de llamar la atención con comentarios desagradables e inapropiados. Últimamente, sin embargo, pensó en lo fuerte que tenía que ser su paciente, qué notable era su paciente.

–Sheshona, eres una persona increíble–, comentó Kimberly y su paciente quedó atónita por las palabras y no fue la única. La doctora no podía creer que lo dijera en voz alta.

Los ojos esmeraldas estaban muy abiertos y la boca de Sheshona se abrió. Estaba sin palabras, probablemente por primera vez en toda la vida, pero algo dentro de ella estaba muy halagado. No estaba acostumbrada a cumplidos sinceros sin ninguna razón. Por lo general, tenía que hacer algo para que alguien la felicitara y el cumplido generalmente llegaba de inmediato, no de la nada.

-8-8-8-8-

... Mi paciente es una mujer notable y debo admitir tranquilamente que me siento privilegiada de conocer a esa mujer. Deseo llegar a conocerla lo mejor que pueda, no curarla, aunque todavía es mi deseo, ya que es mi trabajo y merece ser normal, pero también deseo conocerla. Espero que ella se abra a mí y quizás tengamos la oportunidad de convertirnos en amigas durante este proceso.

-8-8-8-8-

La próxima vez: Las Sheshonas lastiman a las Kims.

N/T: (1) Rocky Road: Variante del helado de chocolate el cual contiene también nueces y bombones.

Como siempre recuerden que estos fics pertenecen a S.L Kassidy (Starving Lunatic), muchas gracias por leer. Me hace mucha ilusión compartir estas historias que me han acompañado por más de 7 años.