La sonrisa se le fue adelgazando mientras Yui seguía hablando. Entendía mejor de lo que deseaba sus palabras, entendía mejor de lo que deseaba por qué había comenzado a llorar de pronto. Y en verdad deseó haber tenido la entereza suficiente para consolarlo pero el pecho le dolía tanto que si no salía corriendo en ese momento, sabía que le iba a explotar. Subió las escaleras, entrando sin pedirle permiso. Y es que él había ido sin avisar a la casa de Mui con un ramo de flores de chocolate porque lo había visto tan triste esas semanas, no pensando que Yui le abriría y se quedara mirando con culpa el gesto hasta hacerle hablar sobre todo lo que estaba pasando a su espalda. El corazón le dolía como si no fueran sólo unos cuantos escalones sino toda la longitud del planeta lo que hubiera corrido. La mano le tembló al tocar la puerta de la habitación pero incluso sus temblores se congelaron al ver a Muichirou abrirle, sonriendo, tomando el regalo con ese rubor inocente, dulce, con los ojos brillantes por recién haber despertado de su siesta y quisopreguntarle si acaso se durmió llorando, si acaso estaba comiendo bien, si...-Tú y Sanemi- pero en su pecho, en su lengua sólo estaba esa verdad que necesitaba obtener. Mui era tantas cosas, todas ellas dulces en su alma, todas ellas tan profundamente amadas que no podía...Simplemente no podía.Pero el gesto dulce, el sonrojo fue suplantado enseguida por el pálido casi azulado sudor frío.-Mui...- las manos le temblaron al acercarlas a su rostro, mirando el menta todavía adormilado pero los labios apretados, avergonzado- Dioses, cariño...Debiste decirme que ese desquiciado te estaba molestando, no le hubiera permitido...¿Estás bien?- la culpa pasó a confusión de una forma casi cómica- Genya me había dicho que su hermano tenía actitudes así, pero nunca pensé que se atreviera contigo-No había jugado esa carta con su hermano pero con Tanjirou sentía tan injusto perderlo.-Tanjirou, él no me obligó- injusto perderlo, pero imperdonable engañarlo. No a esos ojos borgoña sin una pizca de nada más que preocupación y cariño- todo fue consensuado- se tomó el tiempo de dejar el ramo en el librero junto a la puerta - la verdad es que me gusta Sanemi- no había mucho más que pudiera decir y lo sabía.Esperaba un estallido, la misma violencia de Yui, insultos, gritos. No esa cabeza agachada, el pesado silencio y sus manos deslizándose por sus mejillas, muertas, frías. Tanjirou asintió , con los puños apretados ocultos enseguida en las bolsas de su pantalón.-Pudiste haberme dicho. O pudiste haberlo pensado mejor antes de invitarme a salir- suspiró, sin levantar la cabeza. Pero Mui vio claramente las dos gotas bajar de sus ojos hacia el suelo, no sacó las manos ni siquiera para limpiarse- creo que es mejor que me vaya--No creo que vuelva a verlo en un tiempo, me ha estado evitando desde esa vez, así que realmente no tienes de qué preocuparte--Siempre has sido como un niño pequeño, conejito. Caprichoso y egoísta, no me siento sorprendido porque no comprendes lo que estoy sintiendo ahora- intentó sonreír, por fin limpiándose el rostro, mirándolo. El menta siempre sería su color favorito, tan líquido como cristal según la luz. Tan hermoso y aún así tan vacío. Se inclinó a acariciar su mejilla, guiado por el dolor se separó tras apenas rozar sus labios.-No te vayas- estiró su mano, tomando el brazo de Tanjirou. Con delicadeza, con todo el cuidado de sujetar algo querido, apartó su mano.-No puedo quedarme a sabiendas que en cualquier caso sólo soy tu segundo plan, Mui. No te quiero lo suficiente como para partirme por tu causa- le dio la espalda antes que pudiera decir algo más.Mui se quedó viendo el ramo de chocolates hasta que escuchó la puerta cerrarse.