Perdida en Hakuouki: Memorias del Shinsengumi

Capítulo 1: La caída

La transición entre terminar la secundaria y comenzar la universidad es como una caída sin fondo donde las inseguridades y miedos acechan, entre toda esa oscuridad llevas una lámpara contigo, tus propias decisiones.

Así fue como emprendí este viaje, sin saber que los hilos del destino ya habían echado las cartas sobre la mesa, y ahora estaba en mí terminar la jugada o cambiar de estrategia.

Hace un año terminé la escuela y desde aquel momento he dado muchas vueltas sobre que carrera quiero seguir, y con ello no quiero dar a entender que me he dedicado a la vagancia. Estuve estudiando algunos idiomas y cursillos extras; en fin, es lo normal cuando no sabes exactamente que hacer.

Unos meses atrás, gracias a un profundo análisis o comúnmente llamado; insistencia de mis padres, opté por inscribirme en medicina en la Universidad de Kioto, realmente mi pasión es la literatura pero cuando se tiene la presión de un padre médico zumbándote en el oído, no hay mucho que puedas hacer. De todas formas puedo escribir en mis ratos de ocio y ser una humilde escritora aficionada, aunque probablemente no llegue a ser la mejor, dejaré que mis lectores lo juzguen en algún momento.

Ése es el plan, no muy eficiente pero funciona para mí, o eso quiero creer.

Las semanas pasan tan rápido como terminar de leer la oración anterior, y las clases del tercer semestre terminan por llenar el círculo vicioso en el que se ha convertido mi vida, un espiral sin salida, una ventana abierta a la rutina. Dónde la época de exámenes se transforma en la batalla épica por la supervivencia, literalmente sobrevive el más fuerte. Al culminar la fatídica temporada, encontramos el mismo resultado que en una guerra real; cuerpos inertes por el sueño en todos lados, e incluso zombies con grandes bolsas debajo de los ojos, buscando bebidas energéticas como si de cerebros se tratara.

-¿Te irás pronto, Chizuru-Senpai?-

-No, pasaré por la biblioteca a devolver algunos libros- Respondí sin entusiasmo

-Bueno, supongo que te veré el lunes-

Caminar siempre me ha reconfortado, el bien cuidado jardín del campus permanece verde e inalterable a lo que sucede a su alrededor, y de alguna forma invoca a la caprichosa mujer llamada inspiración, quien me obliga a tomar mi laptop y escribir hasta quedar sin huellas dactilares. Esta vez avanzare sin hacerle caso, e iré directo al estante de novelas, relatos fantasiosos, viajes en el tiempo y demás.

-Me pregunto qué pensaban las personas que escriben esta clase de libros, realmente no son situaciones que se den a diario- Susurré con desilusión mientras bajaba la larga escalera de la luna al planeta tierra.

Al abrir un libro de leyendas históricas, noté un sencillo papel acartonado caer al suelo, las letras negras sobre el color celeste parecían una buena combinación y la palabra "Shinsengumi" escrita en ella, terminó por llamar mi atención.

"Idea Factory lo invita a presenciar Memories of the Shinsengumi, una obra de teatro a realizarse el día 4 de noviembre a las 4:00 pm en el auditorio tres de la Universidad de Kioto, en conmemoración de la muerte de Hijikata Toshizo..."

Destino o simple coincidencia, pero definitivamente una de las dos es la responsable de que encuentre esta entrada el mismo día del evento, y que este se realice a unos pasos de donde me encuentro.

No me tomó mucho tiempo decidir que iría, no tengo prisa por volver a casa y una buena obra no me vendría mal, curiosamente a una parte de mí le hubiera gustado vivir en esa época; y conocer la experiencia de tratar con un verdadero samurai, o simplemente usar un lindo y elegante kimono de aquellos años.

Al llegar al lugar indicado en el papel pude notar una interminable fila de personas esperando ingresar, en su mayoría mujeres, todas muy emocionadas y, a primera vista muy ansiosas de que la función comience.

-Me alegra que las mujeres estemos más interesadas en la historia que los hombres- Pensé para mí con una gran sonrisa orgullosa en los labios.

-¿Ya escuchaste los rumores? ¡Realmente van a venir!-

-¡Lo sé, no puedo esperar para verlos!-

-¿Serán ciertos los rumores sobre ellos?-

-¡Son totalmente ciertos, son los hombres más atractivos del planeta!-

-¿Historia? Estrógenos, es el gran protagonista de tanto interés- Susurré tras escuchar los murmullos femeninos alrededor, mientras observaba como la fila iba avanzando lentamente.

La obra estaba por comenzar y yo aún seguía esperando la oportunidad para entrar, por la cantidad de personas que esperaban, probablemente no lo lograría.

Realmente quería disfrutar la obra así que decidí tomar el atajo. Aquella entrada era usada en situaciones de emergencia y siempre permanecía cerrada, pensé que estaría custodiada de alguna forma pero para mi sorpresa estaba libre; me acerqué rápidamente intentando bloquear mi cargo de conciencia por hacer trampa con las demás personas que esperan, pero estaba decidida a lograrlo.

Acomodé mi mochila y alcé la mano para mover suavemente la manija, la puerta se abrió, di unos cuantos pasos hacia adelante pero todo estaba oscuro, caminaba a ciegas usando ambos brazos como sensores esperando no chocar contra algo, o alguien.

La tenue luz del coliseo logró cegarme cual murciélago que sale de su cueva a plena luz del día, intenté retroceder pero ya era demasiado tarde; había llegado al estrado y me encontraba frente a la mirada de centenares de personas que probablemente me observaban confusas imaginado, espero; que era todo parte de la obra.

Un paso en falso, unas cortinas rojas cerca y todo mi cuerpo cayendo del estrado directamente hacia el suelo era todo lo que necesitaba para terminar el día; la vergüenza embargo mis mejillas furiosamente enrojecidas, intentaba regañarme mentalmente mientras cerraba los ojos con fuerza.

Fue la caída más larga de la historia, hasta que decidí abrir los ojos lentamente.

La luz del sol brillando sobre mi cuerpo, la gente caminando a mi alrededor, las pequeñas tiendas, los colores; y los kimonos... ¿kimonos? Sacudí la cabeza en señal de negación, mientras daba pequeños círculos sobre mi sitio, esperando tener un panorama de 360 grados del lugar. Corrí a una esquina e intenté abrir mi mochila con desesperación para sacar el bendito celular, marqué rápidamente el número de mi casa pero no pude escuchar nada; nada, ni siquiera la operadora; quien me habría hecho muy feliz al escucharla, al menos para decirme que lo vuelva a intentar.

Con resignación decidí investigar el lugar, buscar el camino a casa o al menos averiguar dónde estaba, conforme iba caminando lograba asustarme más y más; parecía haber sido tragada por un documental histórico, las personas comenzaban a observarme extrañamente entonces comparé mi vestimenta con la de ellos. Todos llevaban puestos kimonos tradicionales y yo, pues; una falda, unos botines blancos y una blusa de mangas cortas. Literalmente, quería meterme debajo de una piedra, hasta que recordé que en mi mochila guardaba una bata blanca, la cual no dudé en ponerme rápidamente e intentar cubrirme un poco. Después de todo, quién querría dañar a un médico.

El siguiente paso era buscar un lugar donde pasar la noche, lo intenté pero una y otra vez era rechazada, botada del lugar o sencillamente ignorada.

Una a una las estrellas comenzaron a dibujar el cielo nocturno, y sin luces o tecnología a la vista todo parecía ser más tenebroso.

Unas voces interrumpieron mi ligero sueño, abrí los ojos asustada al ver a un par de hombres acercándose en mi dirección, sin detenerme a pensarlo; me levanté de golpe y emprendí la carrera de mi vida; por supuesto, abrazada a mi mochila. Observé la entrada a un hermoso jardín y una casa con tenues luces que se veían encendidas a través de las paredes hechas con papel de arroz, lo dudé por unos segundos pero escuchar los pasos de los hombres persiguiéndome me dio el empujón que necesitaba; continué corriendo hasta toparme con la puerta que deslicé de sopetón para luego ingresar a la casa aliviada y terriblemente agitada.

-¿¡Quién eres!?- Resonó la voz masculina en la habitación.

-¡Yukimura, Chizuru!- Alcé la voz asustada mientras dirigía la vista hacía donde provenía el sonido.

Un hombre de cabellos largos y negros se encontraba sentado sobre una especie de cojín, y otro de cabellos marrones y orbes color verde me observaba con detenimiento, como esperando el momento oportuno para cazar a la presa.

La puerta se deslizó nuevamente, pero esta vez se podía ver a cuatro sujetos ingresando lentamente a la habitación mientras llevaban una de sus manos hacia la cintura, donde claramente se encontraba el mango de sus espadas, esperando un paso en falso para atacarme.

-Hijikata-San ¿Qué haremos con ella?- Cuestionó el hombre de ojos verdes.

-¡Llévenla a la otra habitación!- Respondió.

-¡Sí!- Alzaron la voz en unísono los guerreros presentes.

-Saito, tu te encargaras de ella- Ordenó finalmente el hombre llamado Hijikata -Está de más decirte que si intentas escapar, te mataremos- Agregó mientras dirigía su mirada hacia mí.

El hombre de cabellos color índigo me tomó del brazo con fuerza, ni siquiera intenté poner resistencia; pues era obvio que ya había perdido. Mi mente era un torbellino de pensamientos, mientras intentaba analizar los últimos acontecimientos.

Sin ninguna clase de remordimiento, fui lanzada al suelo de aquella habitación; y el nombre Hijikata Toshizo cruzó mi mente cual relámpago.

Las espadas, la vestimenta, los nombres; no había duda alguna, mi caída en la universidad debe de haberme puesto en coma o por alguna razón nada lógica, logre viajar al pasado.

-Shinsengumi...-Susurré incrédula.

El hombre frente a mí retrocedió unos pasos y volteó a mirarme con una sombría curiosidad.

-Ustedes son... el Shinsengumi- Cubrí mi boca con ambas manos ante tal afirmación, y sin poder creer que lo que acababa de decir fuera posible.

-Tu interrogatorio será mañana, aunque podría decir que tu sentencia está dicha- Afirmó el hombre llamado Saito Hajime con suma frialdad.

Un ligero escalofrío recorrió mi espalda, sólo me quedaban dos opciones; terminar el juego o cambiar de estrategia.