Disclaimer: Los personajes de Naruto no son de mi propiedad sino de su creador, el mangaka Masashi Kishimoto. Solo los utilizo para adaptarlos a la historia de Olivia Kiss, Tentación y Venganza, que es el primer libro de la saga Tentaciones. La pareja principal es Sasuhina, sus personalidades pueden estar alteradas ya que es una adaptación, sino te gusta no lo leas, todo lo hago sin fines de lucro y por amor al Sasuhina así que si no te gusta esta pareja ¿Qué haces aquí? Solo quiero mostrar los libros que me gustaron a través de esta gran pareja que se robó mi corazón desde que la vi.

Advertencia: este libro tiene un poco de contenido sexual. Quien avisa no es traidor. Disfruten de la lectura.


EPÍLOGO

Hinata no podía parar de reírse como una niña y a él le encantaba verla así, como cuando eran jóvenes y no existían las preocupaciones mientras estuviesen juntos. Delante de las miradas curiosas de los demás clientes de la posada, Sasuke cogió a su reciente esposa en brazos, sin dejar de reírse, y subió las viejas y estrechas escaleras que conducían hasta la habitación en la que se hospedarían durante las siguientes dos noches.

Acababan de casarse. Tras años esperando aquel momento, había sido tal como tantas veces imaginaron. Se habían escapado a Escocia, los dos solos, con la ilusión llenándoles los ojos mientras se miraban dentro del carruaje y anhelando que llegase el instante que llevaban tanto esperando. Y ahora sí, tras tumbarla en la cama, Sasuke miró a su mujer y una sonrisa inmensa se extendió por su rostro.

—¿A qué estás esperando? —bromeó ella.

—Siempre tan impaciente... —Él alzó las manos y comenzó a quitarle las horquillas que recogían su cabello oscuro, dejando que los mechones cayesen. Luego prosiguió con el vestido, tras pedirle que levantase un poco la espalda para poder proceder mejor, hasta que la tela empezó a soltarse—. Haré que recuerdes esta noche.

—Lo estoy deseando —contestó Hinata.

Sasuke la desnudó lentamente, disfrutando del proceso. No cedió cuando ella le rogó que se diese más prisa o intentó tentarlo arqueando las caderas hacia él. Saboreó sus pechos despacio, como había deseado hacerlo cuando la tuvo sin ropa por primera vez entre sus manos. En aquel momento, en el que solo había amor y deseo, fue mucho más placentero. Luego bajó por su vientre y depositó allí un pequeño beso que hizo que a ella se le humedeciesen los ojos al ver el gesto. Y luego siguió un poco más, hasta probar el sabor entre sus piernas y hacerla gritar de placer. A ninguno de los dos les importó que pudiesen escucharlos en las habitaciones cercanas o que aquella boda imprevista aumentase aún más su escandaloso historial; era evidente que ya habían batido todos los récords.

Por eso hicieron el amor así, de aquella forma salvaje y sin reparos.

Sasuke la embistió con fuerza, ignorando los golpes de la cama contra la pared, dejándose arrastrar por el placer más intenso de su vida mientras sus cuerpos perlados de sudor permanecían unidos.

Horas más tarde, seguían despiertos.

Él tenía la cabeza apoyada cerca de su estómago, aunque era demasiado pronto para que pudiese notar o sentir la vida que estaba creciendo en su interior.

—¿Y qué haremos ahora? —Hinata suspiró.

—Lo que tú quieras. —Se movió para mirarla y besarla—. Podemos hacer todo lo que te apetezca. Por lo pronto, creo que estaría bien regresar a la ciudad para dar un poco que hablar a todos esos aristócratas que estarán deseando saber cómo termina esta historia.

—¿Y cómo termina? —preguntó sonriendo.

—Con un final feliz, por supuesto.

Sasuke la abrazó y le susurró que se durmiese ya, sin ser consciente de que Hinata estaba tan despierta que apenas si podía cerrar los ojos, como una niña antes del día de Navidad. Mientras escuchaba cómo él se mecía en un sueño profundo y le acariciaba el cabello azul que se ondulaba en la nuca, pensó en el largo camino que habían recorrido para llegar hasta allí. Uno largo lleno de sufrimiento, tentaciones y venganzas, pero en el que al final había ganado el peso de los recuerdos, del amor y del perdón.

Sonrió en la oscuridad de la noche, porque entendió que había valido la pena todos y cada uno de los años de espera si la recompensa era el hombre al que estaba abrazando.