La habitación privada de Kylo Ren en el destructor imperial Finalizer era enorme y espaciosa, sin embargo, escasamente amueblada. Tenía una cama, un escritorio y una consola de comunicación. Eso era todo lo que necesitaba, según sus requerimientos o al menos era lo que él intentaba de persuadirse a sí mismo.

Había vivido en ese espacio tranquilo desde su última interacción con Rey.

Sentado ante su escritorio, Ren colocó los codos sobre la fría superficie y llevó sus manos hasta sus sienes para frotarlas. El recuerdo de una memoria lo estremeció, punzando la parte posterior de su cabeza. Habían discutido, bueno, al menos ella había discutido. Él permaneció impasible, rodeándose de un gélido manto invisible de indiferencia. Se había marchado furiosa, no sin antes lanzar un holocuadro contra una pared, los pedazos del vidrio roto dispersándose por el suelo.

El pelinegro observó en silencio los fragmentos luego de ella irse, advirtiendo, a través de una dolorosa niebla, que su corazón se hallaba en el mismo estado. Desde entonces, durante cada momento despierto de los siguientes días emplearía todas sus energías para alejarla de su cabeza.

Sin embargo…

El aura femenina en la Fuerza lo consumía completamente. Sentía que luchaba contra ella del mismo modo como había luchado contra la luz cuando Snoke intentaba seducirlo al lado oscuro. Una horrenda migraña lo atacaba sin piedad, aumentando gradualmente cada vez que realizaba el esfuerzo de alejarla. A veces, el miserable dolor por poco le otorgaba la oscura energía para deshacer su enlace con ella… pero solo por poco.

El único alivio arribaba en las noches cuando ella brillaba como un faro a través del velo de estrellas que estaba entre ellos. En sus sueños, ella era la manta que cubría su alma cuando él dormía. Habían noches en las que él podía aspirar el aroma de su cabello en la almohada o sentir la tibieza de las caricias femenina en su fría piel. Pero entonces despertaba a otro día, dándole la bienvenida a la tormentosa angustia que se apoderaba de su ser.

Colocando su frente sobre la superficie fría de su escritorio, frotó sus sienes con más vigor. Malditas migrañas…

-Son muy molestas. - una voz familiar completó el pensamiento.

Él elevó su cabeza súbitamente. Ella estaba allí, al frente suyo.

-Rey… - musitó él, inseguro si ella era real o si su mente jugaba cruelmente con sus sentimientos.

-Sí, soy yo.

-Yo… no te sentí cuando llegaste.

-Me estás bloqueando.

Ambos se observaron en silencio. Habían transcurrido varios meses desde la última vez que la vio, no obstante, opinaba que se veía más delgada y pálida. Los pardos ojos estaban rodeados de oscuros círculos y el cabello, que lo llevaba libre de su usual peinado, caía sobre sus hombros.

Ella lo contemplaba con una expresión imperturbable. Imprevistamente, ella rodeó el escritorio y se colocó detrás de él. Ella comenzó a masajear sus sienes. Ren cerró sus ojos, hallando alivio no solo en las ondas de la Fuerza que mitigaban la molestia, también deleitándose en la suavidad de la piel femenina.

-¿Mejor?

-Oh, sí.

Los menudos dedos iniciaron una trayectoria por su cabello, bajando hasta su cuello.

-Vi tu discurso en la HoloRed. - mencionó ella suavemente, -La noticia del repliegue pacífico de las tropas vongs por órdenes de su nuevo líder fue inesperada pero alentadora. Y me agradó tu implantación de un nuevo equilibrio de poder entre los distintos gobiernos de los sistemas y el apoyo militar de modo objetivo. Debería funcionar muy bien.

Él se colocó de pie abruptamente y se volteó a mirarla. Los ojos femeninos eran los mismos orbes planos y vacíos que él veía en su propio reflejo en las raras ocasiones en que se tomaba la molestia en considerar su apariencia.

-No viniste aquí para hablar del discurso del Estado del Imperio.

-Por supuesto que no. - ella parpadeó sorprendida, -Vine porque me llamaste.

-¿Lo hice? - y él dirigió una mirada confundida a su consola de comunicación. Tal vez tanta soledad estaba menoscabando con su raciocinio.

Ella movió su cabeza de lado a lado, -No me llamaste de ese modo. ¿No lo recuerdas? Fue anoche.

¿Anoche? Entonces recordó. Su sueño. Él la había llamado a sus brazos y ella vino por su propia voluntad, atrayéndolo a sus brazos y a su cama.

Su pensamiento se filtró hacia ella, haciéndola sonreír tristemente, -Somos felices en nuestros sueños, ¿no?

-Sí. - murmuró él, extendiendo la mano y rozó vacilante las ojeras debajo de sus ojos, -Te ves exhausta.

-No duermo bien. - y se alzó de hombros, -Me siento muy sola en mi habitación.

-Sabes que eres bienvenida aquí o en el palacio imperial…

Rey giró abruptamente y se alejó de él. Posó sus ojos en la ventana por la que se podía divisar el infinito espacio. Cruzó los brazos sobre su pecho y sintiéndose abatida, replicó, -Ya veo.

Su voz se escuchó dura con una emoción que él no podía discernir. Se alejó del escritorio, deteniéndose detrás de ella, -¿Qué sucede?

Ella no deseó voltearse a mirarlo, la mirada parda perdida en algún punto del espacio y con voz tensa formuló la siguiente pregunta, -¿Por qué me llamaste, Ben?

-Era solo un sueño, Rey.

Era posible que él pudiese bloquearla en sus horas conscientes, sin embargo, no podía esconder su deseo por ella en la vulnerabilidad de sus sueños. ¿Se atrevería a confesar cuánto de él tomó ella consigo cuando se fue? ¿Cuánto temía no poder superar la debilidad de su necesidad por ella?

Cuando se volvió para mirarlo, el rostro femenino estaba distorsionado con una expresión que solo podía describirse como decepcionada tristeza, -¿Es eso lo que soy para ti? ¿Soy nada más que una debilidad que debe ser vencida?

La conmoción que creó las palabras femeninas en su interior lo ayudó a concentrar su atención en ella y exclamó angustiado, -¡Por supuesto que no, Rey! - y con infinita reverencia acarició su mejilla, -Eres todo para mí. - confesó él sin reserva alguna, la voz masculina tornándose más ronca de lo acostumbrado, -¿Por qué piensas eso?

-Me enviaste lejos de ti. - y los ojos pardos tomaron un peculiar brillo a causa de las lágrimas que ella no se permitió derramar, -Como una concubina descartada.

Horrorizado por la implicación de sus palabras, él respondió bruscamente, -Siempre quisiste irte.

-¡Nunca me preguntaste qué quería! Asumiste que era eso lo que quería. Estabas demasiado absorto en ti mismo… - y ella cerró sus ojos momentáneamente para luego mirar hacia el lado mientras su ira se disolvía junto con su contra argumento.

-Lo siento. - y luego de una breve pausa, él añadió, -Confieso que no estaba pensando con cordura pero la agonía de pensar que podría perderte mientras Shedao te mantuvo cautiva… - un escalofrío recorrió su cuerpo, - No estaba pensando…

-Lo sé… Y admito que contribuí a que creyeras que ese era mi deseo… - y ella rogó mirando al suelo, sintiéndose cansada y derrotada, -No quiero discutir, Ben.

-¿Qué es lo que quieres? - preguntó solemnemente, realizando y comprendiendo de repente que nunca indagó que ella quería.

Deslizando su dedo debajo de su barbilla, la levantó suavemente para mirarla a los ojos, -Rey. ¿Qué quieres?

Sin dudarlo, ella respondió simplemente, -Quiero regresar a mi hogar.

-¿Hogar? ¿Dónde?

-Donde quiera que tú estés.

La observó enmudecido.

-No me entregué a ti en un gesto vacío, Ben. Si bien me presionaste a casarme contigo contra mi voluntad, no por ello significaba que no te amaba… que te amo.

Rey inclinó su rostro de la mano que asía su barbilla, sus labios rozando la piel masculina y él enroscó dedos temblorosos en el cabello marrón, tambaleándose ante sus palabras:

que te amo.

Bajando las barreras que tan diligentemente había construido entre ellos en la Fuerza, apenas pierde el equilibrio con la oleada de emociones que fluyó de Rey hacia él. El alma femenina estaba totalmente desnuda ante la suya, exponiendo el deseo y la devoción que ella usualmente ocultaba detrás de las barreras de autodefensa. Él sintió un peculiar ardor en sus ojos al tiempo que la estrechaba con fiereza a su pecho y presionó su mejilla contra la parte superior de su cabeza y luego hizo lo mismo con su boca, acariciando el suave cabello marrón con sus labios.

-Quédate conmigo, entonces. - y alzándola en sus brazos, deslizó sus labios hacia los de ella, vertiendo su adoración en un beso que ella recibió con igual fervor.

Rey abrió lentamente sus ojos luego de Kylo liberar sus labios, al tiempo que se deslizaba pausadamente a lo largo de su cuerpo para quedar de pie. Una reposada sonrisa había suavizado las facciones masculinas. Y en ese instante, descendió sobre ella la realización que hasta ese entonces de algún modo insólito la había eludido.

-¿Me amas? - y luego repitió con inequívoca certeza, -Me amas.

La euforia estremeció su cuerpo y los ojos pardos centellearon, manifestando la exaltación en su interior. Sentía que su corazón quería escapar de su pecho, los acelerados latidos retumbaban en sus oídos. Paralizada en un enardecedor estupor lo observó hincarse frente a ella, colocando una rodilla en el suelo.

-Sí, te amo. - y besó con dulzura las delicadas manos, -Y es mi más ardiente deseo hacer feliz a mi emperatriz. Coloco a tus pies todo lo que quieras, mi flota, mi imperio, la galaxia…

Ella le estaba sonriendo, sacudiendo la cabeza con incredulidad, -Levántate, tonto. - y rió de un modo grato.

Rey tiró de él y lo colocó de pie, -No quiero tu flota, ni tu imperio, ni la galaxia. Todo lo que quiero está aquí. - y depositó su mano sobre el corazón masculino.

Cubrió la mano con la suya, -Entonces, es tuyo.

Ella sonrió y él la alzó en sus brazos.

-Por siempre tuyo. - y caminó con ella a la cama.

. . .

Horas más tarde, Kylo dio vuelta debajo de las sábanas. Somnoliento, buscó la presencia de Rey y la sintió durmiendo pacíficamente a su lado. Algo le había despertado…

Estrechó sus sentidos en la Fuerza, procurando hallar que le había retirado de su sueño. Abrió sus ojos al sentir la signatura similar a la de su esposa.

-Hola. - y él extendió una mano, animándola a acercarse.

La pequeña sonrió al tiempo que se aproximaba a su padre, -Hola.

Suavemente, él apartó un mechón de cabello errante de la menuda frente, -¿Dónde está tu hermano?

-Allá atrás, - señaló ella a sus espaldas con su mano.

Ren se incorporó para sentarse, realizando movimientos ligeros para no despertar a Rey. Levantó a Jaina para sentarla en sus piernas.

-Jacen. - llamó él con voz queda, -Ven aquí.

Al sentir que caminaba hacia la cama, dirigió su mirada hacia su hija quien miraba su madre dormir.

-Mamá está contenta.

-Sí. - respondió él.

Jaina lo miró, -Tú también lo estás.

El pelinegro asintió.

-¡Qué bien! - y una sonrisa inocente asomó en los pequeños labios, -Me alegra. Antes los dos estaban tristes.

El corazón masculino se estrujó dolorosamente advirtiendo por primera vez la agudeza de su hija y cómo subestimaron su aptitud en la Fuerza para distinguir que algo no estaba bien entre ellos. Hizo una nota mental para hablar sobre ello con Rey. Tendrían que ser más cautelosos con sus emociones cuando estuviesen alrededor de ellos de ahora en adelante.

-Entonces, ¿significa que no nos iremos otra vez? - preguntó un animado Jacen.

-No. - esta vez contestó una recién despierta Rey, -Nos quedaremos con papá.

Los gemelos se arrojaron sobre su padre, abrazándolo eufóricos.

-Nos hiciste mucha falta, papa.

-Sí, te extrañamos.

Un sobrecogido Kylo los estrechó con fiereza a su cuerpo y miró a su esposa sobre las dos pequeñas cabezas, quien a su vez lo miraba enternecida.

En ese preciso instante de infinita dicha, Rey comprendió finalmente las palabras de Maz:

La pertenencia que buscas no está detrás de ti, sino adelante.

. . .

Notas de la Jade: Bueno, y aquí finaliza esta humilde historia que espero les haya agradado. Le he tomado tanto cariño a este universo alterno que de seguro en otras historias continuaré narrando sobre la familia Solo-Skywalker. Estoy ya delineando un one shot de Kylo y Rey, unos años después de esta historia. Al igual que deseo ampliar y profundizar sobre la relación de Kylo con sus pequeños... y posiblemente algún nuevo hermano o hermana para los gemelos. Mi alma reylo lo necesita. Gracias por seguir mi historia y dejar tan alentadores comentarios. Nos leeremos en la próxima historia.