Prólogo

Japon

—No mamá, por favor. Diles que no —suplicaba un niño de no más de diez años—. ¡Noooooo! —grito, se defendió del hombre que intentaba quitarle su tesoro más preciado. Su madre lo observaba impacible aunque su compostura amenazaba con romperse en cualquier momento.

—Compórtate como un hombre — bramo otro joven, este era un poco más alto que el primero—. Mírame a mí —El niño le dio toda su atención, apretó los puños en su regazo, con lágrimas saliendo de sus ojos. El hombre continuó con su trabajó.

Un mechón tras otro de cabello plateado iba callendo al suelo, sin duda y con destreza las tijeras se movian por la suave cabellera del niño. Su hermano mantenía la vista fija en él en el gesto más puro de apoyo. La madre observaba a sus dos pequeños, no podía permitirse dudar, por más preciado que fuera el cabello para sus hijos por ser el símbolo de sus familias, debía ser ocultado. No había otra forma.

El hombre terminó con ambos jóvenes dejandolos con un corte de pelo a la moda.

—Gracias —le dijo la mujer. Lo demás iría por la cuenta de ella. Su único propósito ahora era el de mantener a salvo a sus dos hijos. Seishiro Taisho no descansaría hasta ver su propósito cumplido, ese era convertirse en el dueño de los bancos que su abuelo había fundado. La única forma de lograrlo era eliminando a sus actuales dueños, Sesshomaru e Inuyasha. El más viejo de los Taisho había dejado un intrincado testamento para garantizar que los bancos siempre fuesen manejados por un Taisho, en sus cláusulas decía que el mayor de sus hijos, en ese caso Inuno Taisho tendría el 60% de las acciones y el menor, Seishiro, el 20%, siendo el 20% restante de accionistas externos. Si alguno muriese antes de tener descendencia sus acciones pasarían al hermano que quedase vivo, pero si moría teniendo hijos las acciones pasarían a su hijo o hija mayor. Al morir Inuno las acciones pasarían a Sesshomaru, hasta allí Irasue había permanecido tranquila. Lo que ella no sabía, era que, no se permitiría un albacea que no fuese de apellido Taisho, por lo tanto, hasta que cumpliera 18 años no podría tener acceso a su herencia. Y lo más terrorífico era que si el chico moría y no habían más herederos el control absoluto pasaría a Seishiro. Dos meses después de la muerte de Inuno los tres habían sido víctimas de un intento de asesinato. Ese fue el momento en el que ella decidió esconder a sus dos pequeños. Inuyasha sólo tenía 10 y Sesshomaru tenía 11. Dos niños a los que estaba obligando a dejar todo.

El hotel donde se alojaban distinguía mucho de los lugares donde solían quedarse. Era bastante sencillo, alejado de los lujos a los que ellos estaban acostumbrados. Ninguno de los tres se quejó.

La madre sacó unos tubos de una bolsa, busco una taza y vertió su contenido. Se coloco unos guantes y tras preparar una mezcla oscura pregunto

—¿Quien va primero? — el mayor de los hermanos se levantó y se acomodo en la silla delante de su madre, el pequeño apretó los puños en el colchón. De ahora en adelante su cabello tendría que ser negro.

En menos de 30 minutos ambos tuvieron una capa espeza negra sobre su cabeza. Su madre hacia ahora lo mismo con su propio cabello. Ella tampoco podía mantener el plateado de su pelo.

Después de lavarse el tinte los tres se contemplaron en el espejo, su aspecto místico ya no estaba. Ahora en su lugar podían pasar desapercibidos si así lo querían, solo faltaba una cosa.

—Esto son lentes de contacto, los usaremos para cambiar el color de nuestros ojos.

Ambos hermanos hicieron una mueca de disgusto, el menor estuvo a punto de protestar, al ver que su hermano mayor acepto aquella caja y dejaba que su madre le explicase como usarlos se resigno. ¿Por qué su padre había tenido que morir? Las cosas serían tan diferentes si el estuviera con vida.

A la mañana siguiente la familia, de ahora cabello negro y ojos cafés, salió del hotel, tomaron un taxi y fueron hasta un edificio en una zona no muy agradable de Tokyo. Dentro los esperaba un hombre de no más de 40 años. La madre le entregó un paquete sellado, tras una breve revisión el hombre los hizo pasar.

Durante su estadía los hermanos no pronunciaron palabra alguna y mucho menos mencionaron sus nombres, la única que habló fue su madre y esta tampoco mencionó sus identidades. Casi dos horas después y con una discusión de su madre y el hombre de por medio salieron de aquel edificio con tres documentos en sus manos. Pasaportes falsos.

De vuelta en el hotel, se acomodaron al rededor se durmio madre.

—Este es para ti— le dijo al menor de sus hijos, este tomo el pequeño libro en sus manos —. De ahora en adelante ese será tu nombre—se dirigió al mayor —.Este será el tuyo —ambos asintieron—. Deben olvidarse por completo de su otro nombre. Yo también cambiaré el mío. De ahora en adelante seré...

Capítulo I Adagio

Londres, 6 años después.

Rhiannette Whitehall tenía todo lo que una chica de su edad podría desear, físicamente era hermosa, todos los decían, cabello azabache hasta la cintura, ojos chocolates, tez blanca como porcelana, sin rastro de imperfecciones, labios carnosos, figura esbelta con curvas perfectamente armoniosas. Económicamente, su vida estaba resuelta, era hija de uno de los hombres más ricos de Inglaterra, en su colegio era una de las chicas más populares, todos querían de una forma u otra estar de ella, le perdonaban cualquier cosa que hiciera, incluso tratar a los pobres, como sus compañeros le decían. Curiosamente eso era lo que más le gustaba hacer, su mejor amigo era nada más y nada menos que un joven de bajos recursos que estaba en el instituto gracias a una beca concedida por el padre de un estudiante. A decir verdad ella misma no entendía muy bien que clase de trato tenían, solo sabía que el hombre misterioso pagaba la colegiatura de su amigo y su hermano mayor.

—¡Rin! —grito el chico una vez que la vio. Ella le devolvió el salido con una sonrisa y fue a donde él estaba.

—Luces bien hoy —lo elogio. Si bien era cierto, el chico era bastante apuesto. Cabello negro cortado a la moda, alto, tez blanca, nariz perfilada, sus rasgos orientales únicos armoniosamente con los occidentales, solo había algo en él que no terminaba de encajar, eso eran sus ojos, tan oscuros como la noche, no reflejaban nada. No brillaban bajo la felicidad ni se opacaban con la tristeza, no importaba lo que sucediera nunca cambiaban. A veces le parecía como si esos ojos no fuesen más que una máscara.

Independientemente de eso él era el tipo de chico que te cortaba el aliento con sólo mirarlo. Por desgracia, la mayoría ni siquiera le dirigía la palabra sólo por no tener millones en sus cuentas bancarias, aunque eso no evitaba que las chicas suspiraran por él. Ella a su vez no estaba en ninguno de los grupos anteriores, en primer lugar lo veía como su amigo, lo consideraba apuesto, sí, pero no le cortaba el aliento, quien lo hacía era su hermano mayor. El con 17 años iba un año por encima de ellos que tenían 16 y cursaban el 12nd semestres. Al igual que su hermano carecía de amigos, aunque a este parecía no importarle, era condenamente apuesto, sus rasgos eran más finos, más alto, sus ojos eran iguales de inexpresivos, como si no le pertenecieran. Fue por eso que se dio cuenta, al buscar en esos ojos algún tipo se sentimiento por ella.

—Entonces...

—¿Qué dices? — pregunto Rin.

—Te pregunte si estudiaríamos en mi casa, mi hermano podría explicarnos los ejercicios.

Su hermano, la sola idea de que Sumeragi Kamui le explicase matemáticas le provocaba un cosquilleo en el estómago.

—¿Rin, en que parte del planeta estas? —bromeo el chico.

—Disculpame Subaru, es que tuve una discusión con mi Madre — mintió, no tenía ganas de decirle que fantaseaba con su hermano mayou—. Ya sabes, lo de siempre.

—No te preocupes, vayamos a clases.

Ambos se pusieron en marcha, al llegar al aula fueron a sus respectivos asientos. Rin, como siempre fue asediada por sus compañeros. Él se limito a permanecer en su lugar hasta que llegase el profesor, Subaru Sumeragi, ese era el segundo nombre que su madre le había dado, el primero fue Inuyasha. Su primer nombre, uno que no había olvidado a pesar de los años, pero uno que su familia tenía prohibido pronunciar.

A menudo se preguntaba como sería su vida si su padre no hubiera muerto aquella noche, probablemente no estaría solo y aquella chica que lo ignoraba revolotearia a su alrededor en busca de su atención. Hellen tenía ocho meses para prestarle atención, sino lo hacía este año, cuando porfin Sesshomaru cumpliese 18 y pudiera tomar su lugar como el sucesor de su padre Inuno Taisho y tener así el control de su herencia, un exquisito conjunto de bancos en Japón, Reino Unido, Italia, Alemania y Estados Unidos, él no le prestaría atención a ella.

—Pensé que no terminaría nunca — Rin, caminaba a su lado con su mejor amiga, Hellen.

—Aún nos falta estudiar para mañana — lamento decir Inuyasha .

—Subaru — pronunció Hellen —¿Alguna vez piensas en algo que no sea estudiar?

Si en ti, estuvo tentado a responder. Pero se limito a decir :

—Es lo único importante para mí.

—Oh, lo siento. No quise...

No quisiste recordarme que soy pobre.

—No te preocupes — respondió. A pesar de que Hellen a veces le hablaba, parecía bastante interesada en recordarle su lugar.

—Le diré a Sean que me deje en tu casa a las 6—Rin intento cambiar la conversación.

—Es muy tarde —replicó —Kamui tiene que trabajar a las 7.

—Entonces...

—Vente con nosotros.

—No crees que él podría molestarse.

—¿Kamui? —negó con la cabeza —. Le caes bien, no va a molestarse.

¿Caerle bien? Rin pensó que Subaru hablaba de otra persona. Kamui la miraba tan diferente a las demás personas. Como si quisiera a travésarla.

—¿Nos vamos? — la voz de Kamui llego a sus oídos causando que su respiración se detuviera. El estaba parado detrás de ella, Subaru lo miraba reprobatoriamente.

— Si, Rin viene con nosotros y... —miró a la otra joven.

—Yo no creo que pueda ir —se dusculpo —ya sabes como es mi padre. Nos vemos.

Los tres jóvenes caminaron hacia la salida de la élitesca preparatoria privada. Como era de esperar los hermanos no poseían un vehículo propio, así que iría en tren. Rin envío un mensaje para que no fueran por ella, por lo menos tenía esa ventaja sobre sus amigas, sus padres no le prestaban mucha atención y la dejaban hacer lo que ella quisiera.

Llegaron a la estación de tren luego de caminar un par de minutos.

—¿Cansada? —preguntó su amigo, ella negó con la cabeza. El rubor y la agitación no era de cansancio, era por la cercanía de Kamui.

—Vamos — ordenó Kamui.

Rin que muy pocas veces subía en tren siguió a los dos jóvenes al interior del vagón, buscaron asiento y esperaron que arrancará, dentro de tres estaciones harían trasbordo hasta otra línea. Se abrazo a su mochila mientras que hablaba con Subaru sobre las clases del día, tener a Kamui al otro lado no le ayudaba a concentrarse en lo absoluto.

La zona de trasbordo estaba abarrotada de gente, la multitud caminaba ordenada pendiente de su propio camino. Ella seguía a Subaru, quien iba adelante, Kamui iba detrás de ella. Bajaron por las escaleras mecánicas y se colocaron en la fila para esperar el siguiente tren. A diferencia del primero en este tuvieron que permanecer de pie, perturbada por la cantidad de personas a Rin se lo olvidó lo más importante cuando viajas en tren, eso era sostenerse cuando arranca. En consecuencia se tambaleó hacia un lado chocando con el cuerpo estático de Kamui, quien inmediatamente la sostuvo ayudándola a recuperar el equilibrio. Sin quitarle su mano de cintura, él la ayudó a incorporarse, sin decirle una palabra mantuvo su mirada fija en ella. Rin intento en vano buscar una expresión en sus ojos. Pronto ambos se dieron cuenta de que miraban más de lo que estaba considerando como normal, sin embargo él no quito su mano de su cintura. Cada vez que el tren paraba, su brazo aferraba su cuerpo y el calor subía por su cuerpo. Cuando bajaron del vagón, él uso su cuerpo como escudo para que las demás personas no la aprisionaran. La escolto de esa forma hasta la salía de la estacion. Una vez fuera Rin extraño el suave contacto. Ella no entendía por qué Kamui había hecho eso, sin embargo, lo había disfrutado hasta el último segúndo.

Llegaron a su apartamento en pocos minutos, la muchacha y su hermano se acomodaron en la sala mientras que él opto por ducharse primero. Sesshomaru nunca se había sentido atraído por ninguna de las chiquillas de la segundaria o la preparatoria, no porque no le parecieran bonitas o porque no se acercaran a él. Si hubiese querido se habría acostado con unas cuantas estudiantes de la prestigiosa preparatoria. Sin embargo, se había mantenido alejado de ellas, prefiriendo más al tipo de mujeres con las que se encontraba en su trabajo, mucho más maduras a pesar de tener su misma edad. Lo cierto era que sus compañeras de estudio o tenían el cerebro del tamaño de un maní o eran la astucia hecha carne, no habían medias tintas. No habían excepciones. O eso era lo que él había pensado antes de conocer a la amiga de su hermano. La muchacha era indiscutiblemente hermosa, sus ojos vibrantes lo volvían loco, pensar en sus labios hacia que se le secara la garganta. Era inteligente, fuerte y al mismo tiempo compasiva. No le importaba que su hermano no tuviese su misma posición económica, casi sentía envidia por él. No porque estuviera enamorado de ella, sabía muy bien que Inuyasha babeaba por la amiga de Rin, Hellen. Desgraciadamente esta última entraba en tipo de las astutas y una mujer así no se fija en alguien que esté por debajo de ella.

Entró al baño y dejó que el agua recorriera su cuerpo, sin pensarlo mucho cogio el jabón y comenzó a frotar su cuerpo. Se lavo la cabellera y como era de costumbre el agua que bajaba por su cuerpo adquiría un color más oscuro como resultado del tinte cayendo. Sólo ocho meses más, se repitió a sí mismo. En ocho meses volvería a ser Sesshomaru Taisho.

—No entiendo por qué tiene que tardar tanto, sabe que tenemos el tiempo cortado—Inuyasha se quejaba de su hermano.

—Ya cálmate bestia — le respondió relajado.

Sesshomaru acaba de entrar a la sala y se sentó en el pequeño comedor de madera junto a ellos. El lugar no era grande, pero era completamente cómodo y apropiado para dos adolescentes solteros. Tenía dos habitaciones cada una con su baño, una cocina y una sala comedor. La decoración era más bien modesta, en la sala había un sofá con un tv y una ps4 propiedad de Inuyasha, el comedor era una pieza simple de madera clara de cuatro puestos, la cocina en forma de U no tenía más de 3 metros de largo.

Rin estaba a su derecha mientras que Inuyasha estaba a su izquierda, el comenzó con la explicación. Ella, lo miraba con atención y él tuvo que hacer un gran esfuerzo para poder concentrarse en lo que estaba explicando. Al terminar los ejercicios les coloco dos a cada uno para que practicarsen. Se deleitó al ver a joven escribíendo en aquella hoja, la forma en como entrecerraba los ojos, como fruncia los labios cuando se equivocaba y cuando los abría levemente al pensar una nueva respuesta.

—Con esto estaremos bien para el examen — afirmó un feliz Inuyasha después de terminar sus ejercicios.

Rim asintió feliz.

—¿A que hora te vas al trabajo? —le pregunto a su hermano.

—A las seis y treinta.

—Bien, todavía tenemos tiempo. Iré a comprar algo para comer y vuelvo enseguida.

—Subaru, eso no es necesario —dijo Rin. Ella no sabía cómo era la situación económica de esos dos y no quería ser una carga. Ya mucho tenía con quitarle el tiempo de descanso a Kamui.

—Tonterías, no la vayas a asustar mientras no estoy— le ordenó a su hermano.

—Tranquilo bestia— respondió sonriendo —. No me la pienso comer.

Ambos bromearon un rato más antes de que su amigo se fuera. A Rin le pareció que estaba ante dos personas completamente distintas a las que veía en la preparatoria. La actitud de ambos era relajada como si hubiesen bajado la guardia. Ahora que lo pensaba nunca había visto sonreír a Kamui antes, nunca hasta ese día.

Él se levantó de su asiento y fue hasta la cocina.

—¿Quieres un té, un café o... Chocolate?

—Chocolate, soy un imán para las cosas dulces.

Rin, trato de permanecer calmada aunque su corazón parecía hacer justamente lo contrario. No era para menos, estaba sola, en un apartamento con el chico que le gustaba. Él sirvió el chocolate en una taza y se la paso por encima del mesón. Sus dedos se tocaron por instante. Él rodeo la mesa y se sentó junto a ella, al ser un lugar pequeño estaban muy cerca el uno del otro.

—Son bastante ordenados para vivir solos—dijo ella en forma de elogio.

—Es solo la sala, no has visto el cuarto de la bestia—le dio un sorbo a su bebida. Para ese momento ya Sesshomaru había decidido lo que quería.

— No le digas bestia —lo regaño con un mohín —. Subaru es el chico más amable que conozco.

—¿Te gusta?

—¿Eh? —casi se ahogo con su bebida.

—Subaru—dijo detenidamente —¿Te gusta mi hermano?.

¿Que clase de pregunta era esa? Él había malinterpretado lo que ella acaba de decir.

—Me agrada bastante —no era mentira —. Pero, no me gusta de esa manera— una mediana sonrisa apareció en el rostro del muchacho.

—Me alegra saberlo—admitio él. Ella le envió una mirada confusa—. Eso quiere decir que tengo una oportunidad contigo.

Al decir esto atrajo su rostro al suyo, su mano tocando el delicado rostro de la joven, la tentación de besarla le ganaba la batalla. No lucho más y poso sus labios sobre ella. Rinde le correspondio dulcemente, de una forma tan inexperta que le causó ternura. Ambos se hundieron en el beso, en el placer de sentir los labios del otro en los suyos, cada movimiento lanzaba corrientes eléctricas. Él acariciaba sus labios con los suyos y empujaba su lengua para hacer que ella abriera sus labios aceptando su intromisión. Exploro cada rincón de aquella boca como si fuera una necesidad hacerlo. Se separaron un poco para recuperar el aliento, con sus frentes pegadas, el acariciando su rostro.

—Tu me gustas —declaró. Ella se sonrojo aún más, como si fuera posible.

—Tu también me gustas— mustio ella.

El se alejo para mirarla a los ojos, con su mano en su barbilla hizo que ella inclinarse su cabeza hacia el.

—Me alegra aún más escuchar eso.

—A mi también me alegra saber que te gustó.

El se inclino hacia ella para volver a besara. Inuyasha entró en lugar antes de que pudiese hacerlo. El recién llegado los miró inquisitivamente, Sesshomaru se encogió de hombros, Rin solo sonrió y se concentro en su bebida.

Esa había sido la primera pieza de la sonata, un Adagio relajante, liberador que hasta final transmitía paz y confianza. Si tan solo uno de ellos hubiera sabido la terrible consecuencia que tendría su atracción, si tan solo hubieran sabido que su corazón terminaría hecho pedazos. Si alguien le hubiera dicho que eso no sería una sonata de amor, quizás las cosas hubieran sido diferentes. No... habría terminado de la misma manera. Mil advertencias no habrían sido suficientes para alejarla de él. Sin embargo, ella había terminado rompiendole el corazón al único hombre que amaba y seguiría amando toda su vida. Si tan hubiera tenido más tiempo, si tan solo hubiera sido más valiente. Ahora ya no tenía nada que hacer, más que ver como su amor se alejaba de su vida para siempre. Rin


Complicado. Si, puede parecerlo un poco al principio. Lo único que aclararé es que Kamui es nuestro querido Sesshomaru y Subaru es el orejitas lindas de Inuyasha. Lo demás vendrá conforme avance el fic.

Pido disculpas por si falta algún guión, o si hay algún error en la redacción u ortografía.

Demas esta decirle que espero que les haya gustado, volveré pronto con un nuevo capitulo.

No olviden dejarme su review.

Besos.