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Login: Kosame Amagai

Yuzu era nueva como chica mágica y en el poco tiempo que llevaba activa en el oscuro mundo de la magia, había comprendido que existe una infinidad de poderes concedidos por las terribles varitas. Sí existe una capaz de detener el tiempo y otra que puede transportar a las personas, no era difícil imaginar que existieran aquellas capaces de realizar prodigios similares e incluso más "simples". El martillo de Rina era capaz de dar golpes con una fuerza descomunal y el yoyo de Harumi podía cortar casi cualquier superficie con su hilo. Había escuchado a Matsuri mencionar la varita de Nijimi, la idol recientemente encontrada muerta en su departamento. La chica pelirosada hablaba de lo poderosa que era esa varita, aunque no revelaba cuál era su habilidad. Pero lejos de sus incógnitas y de imaginar la infinita variedad de varitas mágicas existentes, Yuzu estaba por comprobar una variante diferente. Además de aquellos artefactos capaces de matar, no sería extraño que existieran otras capaces de dar vida o de curar diferentes tipos de heridas. Esa era la habilidad concedida a la recién llegada Kosame, solo que la manera de utilizar sus poderes sanadores no se parecía en nada a lo que Yuzu podría esperar.

—¿Qué se supone que hará con esa navaja?

—No me creerías si te lo dijera —le respondió su mejor amiga.

—¿No te parece extraño? Es que... no imagino como es que esa navaja podrá curarla.

—Solo presta atención.

A escondidas de la escueta vigilancia del hospital, el grupo entró a la habitación donde yacía la falsa hermana gemela de Harumi. El pronóstico de los doctores era reservado; a pesar de no contar con heridas visibles y tratarse de una menor de edad, el interior de su cuerpo presentaba un estado deplorable, digno de una persona mayor que ha pasado por condiciones increíblemente adversas. Los órganos internos presentaban un deterioro acelerado, sus músculos estaban debilitados y la cantidad de heridas internas resultaba preocupante. Aunque para Yuzu aquello resultó perturbador, ni sus amigas ni los doctores se mostraron sorprendidos al ver las radiografías de Rina. Para las chicas eso ya era algo habitual de escuchar y para los médicos, aunque extraño e inexplicable, tampoco era la primera vez que atendían algo así. La rubia estaba segura de haber escuchado a una enfermera decir "otro un caso así" cuando salieron de la habitación de Rina. El medico a cargo solo le indicó actuar según el protocolo y mantener como confidencial. Era obvio que ese hospital atendía a menudo a chicas mágicas.

Kosame estaba parada frente a Rina y le abrió la boca sin que esta pudiera resistirse. Tan solo porque los aparatos conectados a su cuerpo indicaban sus signos vitales, sabían que aún estaba convida, pues no respondía a ningún estimulo del exterior. Matsuri observaba a medias la escena, alternando la vista entre Rina y el pasillo, no quería que las enfermeras descubrieran lo que estaban por hacer ahí. Acercó la navaja a su brazo; al instante, sus ojos brillaron y en estos apareció una letra Q. Con la afilada hoja, Kosame se hizo un corte por el cual comenzó a brotar sangre, tan espesa como se esperaría. Con sumo cuidado, procuró que el hilo cayera en la boca de Rina. Con forme el líquido rojo entraba a su cuerpo, la cazadora mágica reaccionaba moviendo los dedos de ambas manos. Harumi y Matsuri no mostraban emoción alguna por lo que acababan de ver, pero Yuzu tuvo que ahogar el grito que le causo semejante escena. No solo presenció la recuperación milagrosa de Rina; también descubrió el alto precio que tiene una varita sanadora. Pero lo que más llamaría su atención al reflexionar sobre lo que vio, fue la tranquilidad con que Kosame se hizo el corte y la cantidad de marcas visibles en su brazo.

—Bien hecho, Kosame-chan —dijo Matsuri al alejarse de la puerta—. Con los tratamientos usuales habrían tardado días en despertarla.

—No fue nada. ¿Por qué se ve igual que Harumi?

—Parece que una de sus varitas le permite adoptar la apariencia de otra persona y la victima de ahora fue nuestra Taniguchi-senpai.

—La cazadora mágica —mencionó Kosame sin apartar la vista de Rina—. ¿Estás segura de que ella… nos apoyará?

—Me encargaré de no dejarle otra opción —respondió Matsuri con una sonrisa.

—A veces das más miedo que los administradores…

Rina se retorció en su cama. Tosió un par de veces entre gestos de repugnancia debido al sabor a sangre en su boca. Abrió los ojos antes de sentarse con violencia. Estaba desorientada, no sabía en donde se encontraba, pues en su mente lo último que recordaba era haber sido sometida por Yuzu y compañía en un callejón. Al abrir los ojos, se encontró en una habitación de hospital llena de aparatos, con mangueras conectadas a su cuerpo y cuatro chicas la rodeaban. Por mera precaución, Harumi había sacado su yoyo mágico, lista para hacer uso de este en caso de ser necesario.

—¿Qué? ¿Dónde estoy? ¡¿Qué me hicieron?!

—Vaya que es escandalosa —murmuró Harumi.

—Tranquilízate un momento, no te hemos hecho nada —intervino Yuzu—. Te trajimos al hospital después de que te desmayaras en el callejón. ¿Recuerdas? Después de que me atacaras.

—Así que eso pasó… —Rina se quedó callada unos segundos tras los cuales comenzó a reírse de una manera burlona—. Oh vaya, ustedes no son muy listas, ¿verdad? ¿Por qué razón salvarían a su enemiga? Debieron dejarme ahí tirada, tontas. Yo me hubiera levantado sola despues de un rato.

—¡Oye! Te salvamos la vida —respondió Yuzu apretando los puños—. Deberías agradecernos.

—Sí, les agradezco ser tan tontas. ¿Y quién es esa chica emo?

—No soy una emo —respondió Kosame. Su voz apenas pudo oírse en la habitación y a medida que Rina gritaba, daba pequeños pasos hacia la puerta, sumamente incomoda por el ruido. Todo el cuerpo le temblaba y amenazaba con volver a cortarse aunque no tuviese a nadie que requiriera una curación.

—Eres muy grosera con quienes te salvaron la vida —le reclamó Harumi tensando la cuerda de su varita. Se notaba como pedía la paciencia con su gemela malvada.

—Solo estoy hablando con sentido común. Para ser estudiantes de preparatoria no son muy listas —siguió hablando Rina con un tono despreciable en su voz. Entre cada oración hacía una mueca de desagrado por el sabor de sangre presente en su boca—. ¿Qué clase de persona salvaría a su agresora? Cualquier otra chica mágica me hubiese dado el golpe de gracia en ese momento.

—¡Pero no somos como las otras! —le interrumpió Yuzu. Antes que Harumi, fue ella quien se impacientó ante la actitud de Rina. Se acercó a la cama sin mostrar el menor temor a la cazadora mágica y se detuvo frente a ella—. Yo soy nueva en esto… desconozco muchas cosas sobre el sitio, pero comprendo que separadas no lograremos nada más que lastimarnos entre nosotras. No deberíamos ser enemigas entre nosotras, sino apoyarnos para salir de la situación en la que nos envolvieron los administradores.

Rina se quedó callada, mirando directo a los ojos de Yuzu. La rubia tenía una sensación extraña al ver ante ella a una copia de su mejor amiga; podría haber momentos en los cuales que ambas tendrían ideas muy diferentes y sus opiniones serían contrarias, podrían fastidiarse y tener pequeños enojos entre ellas, pero por ningún motivo le había alzado la voz como lo hizo con Rina. Ni a ella ni a nadie. Matsuri encontró divertido aquello, sintiéndose complacida de ver como su amiga regañaba a alguien que no fuera ella, para variar un poco las cosas. Yuzu mantenía ambos ojos fijos en la cazadora mágica, a la espera de alguna respuesta positiva; creía que con sus palabras le haría cambiar de parecer y al menos les agradecería por llevarla al hospital. Pero la respuesta que recibió fue muy distinta a la esperada. Rina comenzó a reír por lo bajo, jugaba con las sabanas y su cuerpo se sacudía por la constante risa que se volvió una carcajada desagradable, resonando en las paredes de la habitación.

—Sí, se nota que no sabes nada de esto, Yuzuchi —se refirió a ella con sorna—. Solo existe una forma de salir de esta situación… debieron decírtelo. La única manera de liberarse del sitio es con la muerte.

—Tal vez… hasta donde lo sabes. Pero nosotras buscaremos otra opción, no podemos aceptar que esto sea todo.

El silencio volvió a la habitación y las miradas, en vez de centrarse en Rina, se dirigían a Yuzu. Matsuri estaba complacida con lo que acababa de escuchar, pero Harumi estaba incomoda con la decisión de su mejor amiga. No quería matar su naciente espíritu de combate, pero tampoco podía asegurarle que encontrarían la manera de derrotar al sitio. Rina se cruzó de brazos y desvió la mirada.

—Lo que piensan hacer no tiene sentido —murmuró Shioi.

—¿Y lo que tú hacías sí tiene sentido? —preguntó Matsuri enseñándole la mochila llena de varitas y una libreta con el título Cuaderno de matanzas—. Hay cosas muy interesantes aquí.

—¡Oye! ¡Eso es mío!

—Te equivocas —sonrió Matsuri—. Ahora es nuestro. ¿No es así como trabajabas? Derrotabas a otras chicas mágicas y te quedabas con sus varitas. Bueno, hicimos lo mismo, todo lo que cargabas es ahora nuestro —metió la mano en el bolso y sacó la primera varita que sus dedos encontraron. Era un pequeño bastón con alas. Señaló a Rino con este y siguió hablándole—. Nosotras somos cuatro y estás completamente desarmada. Así que, lo mejor para ti es cooperar con nosotras.

—Matsuri da más miedo que los administradores —murmuró Kosame. Solo Yuzu prestó atención a la chica de cabello blanco y se preguntó hasta donde había llegado Matsuri en su vida como chica mágica. Sin embargo, no era algo que quisiera saber.

Shioi permaneció callada, mirando con suma molestia a sus captoras. Por un lado, estaba esa molesta rubia que, a su parecer, era una tonta por creer que podrían derrotar al sitio y burlar al fatal destino que les esperaba. Por el otro estaba una pelirosada con audífonos quien repentinamente había tomado el control de la situación. Chasqueó la lengua con suma molestia. Lo que parecía un ataque sencillo a una novata se volvió el final de su vida como la cazadora mágica. Miró a Harumi; ella seguía con el yoyo en la mano, dispuesta a atacar en caso de ser necesario. Luego tornó sus ojos hacia Kosame, mirándola como si quisiera recordar algo. Estaba segura de haberle visto antes en persona.

—Tú ganas. Hablaré.

—Ahora sí hablas con sentido común —respondió Matsuri guardando la varita en el bolso. Lo dejó a un lado de Harumi y se acercó a Rina con el cuaderno en mano—. En primer lugar, ¿qué es esto y como lo obtuviste?

—¿Cuaderno de matanzas? ¡Eso es horrible! —mencionó Yuzu.

—Lo es. Este cuaderno está lleno con fotografías de chicas mágicas. Supongo que todas fueron víctimas de la cazadora mágica, porque sus fotografías están tachadas.

—Ya respondiste la mitad de tu pregunta, ¿qué más podría decirte? —suspiró Shioi, acomodándose en la cama. Estiró los brazos con pereza. Parecía estar cómoda—. Bueno, ya lo sabes. En ese cuaderno están todas las chicas mágicas que existen, no dice que varita tienen ni sus nombres, pero no es importante saberlo. Con la fotografía basta para poder buscarlas.

—Entonces admites que tú mataste a todas las chicas mágicas que están tachadas.

—¡Ya quisiera! Algunas ya estaban muertas cuando recibí el cuaderno y otras no tengo idea de quien fue. Si taché sus rostros fue porque ya no me servía de nada buscarlas. Supongo que algunas se mataron entre ellas.

—¿Puedo ver eso? —preguntó Harumi. Matsuri le entregó el cuaderno sin decir nada, en ese momento solo le importaba sacarle información a Shioi.

Harumi hojeó el cuaderno con calma. Cada página estaba llena con fotografías de varias chicas; cada una, a juzgar por su rostro, vivía en condiciones muy diferentes en comparación a las demás. Encontró su retrato cerca al de Yuzu. En la página siguiente estaba Matsuri y otras tantas chicas que no podía reconocer. Siguó avanzando sin mucho entusiasmo. Kosame estaba junto a dos rostros tachados.

—¿Y cómo lo obtuviste?

—Eso es lo más interesante y puede que no lo crean —hizo una pausa durante la cual se aclaró la garganta. El sabor a sangre aún estaba presente en su boca, aunque era más tenue—. Me lo dio un administrador.

—¡¿Qué?! —gritó Yuzu. Kosame, en respuesta, dio un salto hacia atrás, alejándose de ella.

—¡Cómo si eso pudiera ser verdad! —mencionó Harumi de inmediato.

—Es la verdad. Les dije que no me creerían, pero es cierto. Pasó poco tiempo después de obtener mi varita. Aún estaba... aprendiendo a usarla, cuando la administradora que me la entregó se apareció ante mí y me entregó ese cuaderno.

—¿Por qué un administrador haría una cosa así? —preguntó Matsuri, incomoda por su propia pregunta. Hasta donde sabía, los administradores del sitio solo aparecían por dos razones: para entregar una varita y para eliminar a las chicas mágicas que investigaban de más sobre el sitio. No tenía antecedentes de algo parecido; nunca, hasta donde tenían conocimiento, un administrador había ayudado a alguna chica a tener ventaja sobre las demás—. ¿Qué ganan con eso?

—Le preguntas a la persona equivocada. Lo único que tenía seguro es que yo ganaría con ese cuaderno ¡y ustedes lo han arruinado todo! Gah, ¿alguna podría darme agua? Tengo un sabor horrible en la boca.

—Lo siento... es por el efecto de mi varita —le dijo Kosame. Tomó un vaso de la mesa cercana a la cama y lo llenó con agua de la jarra que estaba cerca; tímidamente, se lo entregó a Rina, quien bebió todo el líquido de un solo trago—. Yo te curé... haciéndote beber mi sangre y...

—¡¿Qué dijiste?! —gritó Rina, sorprendida por aquella declaración. Al instante dejó caer el vaso al suelo y comenzó a retorcerse en su cama; llevó ambas manos a sus labios para cubrirlos en seña de estar a punto de vomitar. Harumi y Yuzu estaban más que incomodas por el espectáculo. Ver las reacciones tan exageradas de Rina en el cuerpo de Harumi resultaba tan extraño como desagradable para ambas—. ¡Eso es asqueroso!

—Lo siento... yo no elegí el poder ni cómo usarlo...

—A mí me parece de lo más adecuado para una emo como tú —volvió a arremeter contra Kosame tras limpiarse la lengua con la sabana—. Una habilidad ideal para alguien que se corta a escondidas de todos.

El cuerpo entero de Kosame se estremeció y la mirada de su único ojo visible se tornó sombría, melancólica y dolorosa. Buscó desesperada su varita con los dedos apenas respondiendo a sus órdenes; ambas manos le temblaban con violencia conforme la navaja salía de su bolsillo. Acercó la punta de esta a su brazo, revelando de nuevo una serie interminable de cicatrices y vendas adhesivas a la vez que murmuraba palabras incomprensibles. Estaba por iniciar el corte cuando una mano la detuvo. Alejó la varita de su brazo y en seguida de la arrebató.

—¡Basta! —exclamó Yuzu con voz potente. Sin decir nada, le entregó la navaja mágica a Harumi mientras sostenía la mano de Kosame con calidez y firmeza—. No estamos llegando a nada. Solo dinos por qué ese administrador te dio el cuaderno.

—Tienes carácter, Yuzuchi —contestó Rina, parpadeando sorprendida—. Pero ya les dije, no estoy segura porqué lo hizo —cruzó los brazos, alzando los pechos—. Solo se me apareció y me lo dio. Dijo que debía matar a otras chicas y tomar sus varitas para recolectar toda la energía negativa posible antes de la Tempestad. Solo así podría salvarme del fin del mundo. Oye, ¿cómo haces para soportar esto? Ya me duele la espalda —preguntó a Harumi con un gesto de molestia en el rostro.

—No es momento para hablar de eso —respondió la aludida sin ninguna emoción.

—¿Tempestad? ¿Fin del mundo? —preguntó Yuzu. Abandonó toda la firmeza que había reunido para recriminar a Shioi por su mal comportamiento, ahora estaba asustada por las palabras de la cazadora. Miró a su alrededor, con la esperanza de no ser la única sorprendida. Sin embargo, comprobó que las demás ya tenían conocimiento sobre a Tempestad.

—¿Eh? ¿No le habían dicho nada sobre la Tempestad? ¿Qué clase de amigas son si no le han dicho nada sobre la Tempestad?—Shioi, por primera vez, se mostraba molesta por algo que no fuera sobre ella. Por un instante, los papeles se invirtieron y ella fue quien se mostró preocupada por Yuzu—. ¡¿Para eso nos volvimos chicas mágicas y ustedes no se lo dicen?!

—No eres quien para reclamarnos —repuso Harumi.

—Harumin… ¿ustedes no pensaban decirme sobre eso? —murmuró Yuzu. Tenía una sensación extraña; aunque sabía que le guardaban secretos para mantener a salvo tanto su integridad física como mental, también se sentía apartada.

—Íbamos a hacerlo… solo esperábamos un momento adecuado.

—Debieron decirme en cuanto supieron que yo era una chica mágica.

—No queríamos involucrarte en esta locura, por eso…

—¡Aun así debieron decirme! —exclamó Yuzu con fuerza—. Ya sé que es algo aterrador, pero si era algo tan importante como eso… una situación tan grande, debieron decírmelo.

—Yuzuchi… lo siento…

Senpai, Kosame-chan, sería mejor que ustedes hablaran con Yuzu sobre eso en privado. Yo seguiré hablando con Rina-chan un rato más.

—¿Segura que podrás con ella tú sola? —le preguntó Kosame.

—Por supuesto, ella está desarmada y yo aun tendré mi varita —respondió, entregándole el bolso a la chica del parche—. Yo me quedaré a cuidar a su hermana, Taniguchi-senpai.

—Qué remedio… —suspiró Harumi antes de abrir la puerta y salir de la habitación.

En total silencio, le siguió Yuzu y al final Kosame, quien cerró sin hacer ningún sonido. Matsuri solo las miró irse, con una expresión melancólica en su rostro y un dolor que nunca había sentido en el pecho; la sensación de un vacío creciendo donde debería estar su corazón era nueva para ella. Ya antes experimentado algunos problemas con Yuzu, diferencias en sus ideas y sentimientos, pero esto era algo distinto a los dramas amorosos que habían vivido. Ahora tenía la culpa por mentirle y esconderle información de un asunto que era de vida o muerte. Metió ambas manos a su sudadera. Su intención había sido buena, pero la ejecución del plan fue un desastre. Cuando se trataba de Yuzu, las cosas nunca salían como ella quería.

—Esa chica sí que tiene carácter —comentó Rina acomodándose en la cama—. De haberle dicho todo desde un principio… quien sabe que habría hecho.

—Lo sé —respondió Matsuri. Le dio la espalda a Rina y permaneció mirando la puerta en total silencio—. Por eso no queríamos decirle nada.


La cabeza de Yuzu era un enredo. A los terrores del Mahou Shoujo Site se había sumado una nueva y temible revelación. El relato de Kosame y Harumi avanzaba más rápido que su entendimiento de las palabras; en un instante se enteró que faltaban veinte días para un desastre global que, sin tener seguro como o por qué ocurriría, acabaría con el mundo entero. De pronto, sus planes habían cambiado una vez más. Ella solo quería usar la habilidad de su pistola mágica para recuperar a Mei, llegar a ella y hacerle entrar en razón; se infiltraría en la mansión del abuelo y hablaría con ella hasta convencerla de cancelar el matrimonio arreglado. No le importaba tener que huir lejos, que se vieran en la necesidad de reiniciar sus vidas desde cero en algún pueblo lejano a Tokio o incluso en otro país. Ella estaba segura de los verdaderos sentimientos de Mei y sabía que juntas encontrarían la solución, aunque para eso, primero debía hacer que ella recapacitara.

De la nada, por las palabras de una chica loca que intentó matarla, se había enterado de que el fin de la humanidad estaba cerca y sus amigas le habían escondido la verdad de las cosas. Alzó la mirada. Harumi llevaba unos minutos sin hablar, solo miraba la calle vacía frente al hospital. Yuzu no quería pensar mal ni de su mejor amiga ni de Matsuri. Comprendía que ambas tuvieron las mejores intenciones al no querer revelarle nada sobre la Tempestad o de mantenerle al margen de la investigación que las chicas mágicas realizaban del sitio. Solo querían protegerla de los diferentes horrores que rodeaban al sitio. Y tal vez ellas estaban en lo cierto. Ahora estaba más asustada que antes, pero no por eso podía dejar que más chicas inocentes fueran engañadas por los administradores. Su decisión de apoyar el enfrentamiento contra el sitio se mantenía firme.

—Según los administradores, las varitas recolectan energía negativa del mundo. Esta es aquella expulsada por los humanos cuando cometen alguna mala acción —comentaba Kosame con total calma, contrario a la alterada personalidad que había demostrado en la habitación de Shioi—. Todos los rencores, los enojos, las maldiciones. Todo eso es energía negativa.

—Y… ¿la Tempestad?

—No estamos seguras de que es… el sitio solo muestra una imagen con una cuenta regresiva. Teníamos la idea de que sería algo catastrófico y el testimonio de Shioi lo confirma.

—El fin del mundo… pero también dijo que ella sobrevivirá, ¿no?

—Eso se lo dijo una administradora —musitó Harumi. Se levantó de su asiento y avanzó un par de pasos—. No podemos confiar en ningún administrador. Ya nos engañaron al darnos las varitas, ¿por qué esto sería diferente?

—Es obvio que le tendieron una trampa a Shioi… aunque no sabemos con qué finalidad lo hicieron —Kosame bajó la mirada. Sus dedos acariciaban sus brazos, justo donde estaban las numerosas cicatrices que ella misma se provocó en el pasado—. Pueden estarla usando para quitarse de encima a las chicas mágicas entrometidas…

—Aunque ninguna de sus víctimas estaba relacionada con nosotras. Esto cada vez se pone peor —Harumi se cruzó de brazos. Se quedó calla mientras miraba a su mejor amiga. Ahora estaba muy preocupada por Yuzu, pues no había reaccionado como era de esperar; extrañó el mar de preguntas, de lamentaciones o al menos uno que otro grito de terror. Ocasionalmente preguntaba por algo que no quedaba claro, pero en su mayoría, Yuzu se había limitado a escuchar—. Yuzuchi… no has dicho nada en un rato. ¿Estás bien?

La rubia alzó la mirada. Sus ojos se mostraron acuosos, carentes de ese brillo de alegría y vida al cual estaban acostumbradas todas a su alrededor. ¿Por qué se sentía así? No era difícil adivinarlo. Las revelaciones derrumbaron su mundo por completo, no solo debía esperar más para ejecutar su plan, ahora estaba envuelta en una batalla contra seres sobrenaturales. Estaba aterrada, pero tampoco podía acobardarse sabiendo lo que estaba por ocurrir. Se limpió las lágrimas y se puso de pie.

—Harumi… gracias por querer protegerme de esto. Entiendo que tuvieran sus razones para no querer decirme nada, pero me hubiera gustado que me dijeran esto desde un principio. Sé que es algo aterrador y peligroso, pero no por eso debieron enfrentarlo solas.

—¿No estás enojada?

—Estoy un poco molesta, pero estoy más preocupada por las cosas que tuvieron que vivir hasta ahora.

—Y aun así… ¿quieres continuar con esto?

—Tengo miedo de hacerlo, no voy a negarlo. ¡Pero! No puedo hacer la vista a un lado y fingir que no ha pasado nada ahora que sé todo esto. Tenemos que hacer algo contra esos administradores.

—Seguro —le respondió Harumi con una sonrisa. Extendió el puño hacia Yuzu, quien respondió al gesto con un pequeño golpe—. Tenemos que hacerlos pagar por todo esto.

—Y lo haremos.

Kosame miró en silencio a las dos amigas. Su único ojo visible se notaba melancólico, pero con un pequeño brillo de esperanza en el fondo. Si bien, aquella rubia escandalosa no le había dado la mejor primera impresión, notó que existía algo muy especial en su interior. No sabía que era, sin embargo, Yuzu transmitía algo especial que el resto de las chicas mágicas no. Se miró las manos. No solo era cosa de su presencia; pudo sentir una calidez especial proveniente de Yuzu en el momento en que esta le tomó de la mano para evitar que volviera cortándose. Era incapaz de explicarlo, solo podía sentirlo. Algo en la nueva recluta era diferente al resto y podría ser, pensó, aquello que necesitaban para derrotar al sitio de las chicas mágicas.

—Ya es tarde. Debería volver a casa —les dijo Yuzu después de tanto optimismo.

—Creo que todas deberíamos ir a descansar un poco —le apoyó Harumi. El pequeño grupo comenzó a caminar por la solitaria calle, dejando a sus espaldas el hospital—. Ha sido un día muy pesado para todas.

—¡Esperen! ¿Qué hay de Matsuri? —preguntó de pronto la rubia—. ¿Vamos a dejarla con esa loca?

—Ella dijo que estaría bien —contestó de inmediato Kosame—. Además, nosotras tenemos todas las varitas que robó.

—Sé que ves a esa chica como una niña, Yuzuchi, pero sabes tan bien como yo que ella es demasiado lista y peligrosa —Harumi intentó tranquilizarla. Ella, mejor que nadie, sabía lo empeñada que estaba Matsuri en resolver los misterios del Mahou Shoujo Site. De todas las chicas organizadas para hacerle frente, la pelirosa era quien se tomaba las cosas más en serio, llegando a limites inimaginables para Yuzu—. Yo me preocuparía más por mi "hermana".

Harumi dejó salir una pequeña risa que contagió a Yuzu de inmediato. Aquella broma, aunque pequeña, se volvió un respiro en medio de un mar de incertidumbre y miedo. Si algo les haría falta a partir de ese momento, sería la risa. Kosame les seguía de cerca con un paso más lento. No quería entrometerse entre ellas dos y arruinar el momento que vivían, aunque ansiaba sentir de nuevo esa calidez que Yuzu despedía. De pronto se detuvo y miró a sus espaldas. Creyó escuchar algo acercarse, pero no veía nada. Para las mayores eso no pasó desapercibido y ambas se voltearon a verla.

—¿Pasa algo? —le preguntó Harumi.

—Creo que escuche algo cerca. Tal vez no sea nada, pero tengo un mal presentimiento.

—¿Un administrador? —Harumi regresó sobre sus pasos. Preparó su varita para el ataque; sus ojos y el hilo del yoyo mágico comenzaron a brillar—. Iré a ver. Yuzuchi, Kosame, ustedes sigan adelante.

—Espera… ¿de verdad irás tu sola? —le reclamó Yuzu.

—Ustedes no tienen varitas que sirvan para el combate —les dijo muy seria. También escuchó un sonido extraño en los alrededores—. Y no quiero que gasten su vida con las de Shioi.

—Harumi… ten cuidado.

—Tranquila Yuzuchi. Ya me he enfrentado a los administradores antes.

Sin decir nada más, Harumi se alejó de ellas. Avanzó por la calle vacía y se perdió de vista tras dar vuelta en un edificio. El silencio, sumamente incomodo, se apoderó del entorno. Ni Yuzu ni Kosame querían avanzar; la primera debido a la preocupación por el bienestar de su mejor amiga, la segunda a causa de su mal presentimiento. Permanecieron unos instantes ahí, paradas bajo la luz de un poste como si aquello les protegiera de alguna amenaza. Después de un rato, ambas se miraron antes de continuar con su camino.

—De verdad… creo que debimos ir con ella.

—Taniguchi-san… —murmuró Kosame. Alzó la mirada hacia Yuzu y sin ninguna emoción en su rostro siguió hablando—. Ella es de las más fuertes. Nos ha salvado varias veces de los administradores.

—¿De verdad? Vaya… Disculpa que haga tantas preguntas, pero ¿cuánto tiempo llevan luchando contra el sitio?

—Nosotras tenemos cerca de un mes. Éramos chicas mágicas desde antes, pero comenzamos a trabajar juntas hace poco. Aunque ya hubo antes otras chicas que quisieron detenerlo… nosotras solo continuamos con lo que ellas no pudieron terminar.

—Ellas… ¿qué les pasó?

—Fallaron miserablemente —respondió una voz que en el acto les congeló la sangre a las dos.

Era una voz que Yuzu ya había escuchado en el pasado, la misma voz de anciana que sonó en su celular la noche que el Mahou Shoujo Site contactó con ella. Las manos de Kosame volvieron a temblar y se aferró con fuerza a su varita. Yuzu sintió un escalofrío recorrer su espalda, la piel se le erizó y respirar se volvió difícil. Lentamente se dio la vuelta. Detrás de ellas estaba parada una figura inusual. Parecía un personaje sacado de un manga; su cuerpo carecía de colores, solo estaba compuesto por blanco y negro. Los ojos eran dos grandes puntos oscuros que miraban al frente y en sus labios una imperturbable sonrisa que mostraba todos los dientes.

—Que desafortunadas, que desafortunadas —canturreó de forma burlona. Alzó los brazos y con sus dedos simuló un par de pistolas que apuntaban a Yuzu y Kosame—. Las chicas mágicas entrometidas deben desaparecer.


Admin Nana al ataque!
Tardó en llegar el capitulo 5, pero al fin está aquí. Debido a la tension que quedó, tendré que subir rapído el siguiente capitulo. Espero que fuera de su gusto y nos leemos en el Enter 6! Yuzu tendrá que pelear por su vida. Y la gran pregunta es... ¿y Mei?

Nos leemos luego!