Notas: Tengo fics más largos y drabble completos, pero publico este que ni está del todo editado porque siguen sin convencerme los demás. Supongo. Además, tenía ganas de publicar algo feliz y no puro drama que escribí sin darme cuenta.

Géneros: Humor/Romance

Shortfic: Capítulos cortos, 1/?

Puntuación: T

Otros: Sin parejas extra, por ahora.


Prólogo-.

Revisa su reloj: 7:40 am. No entra a clases hasta las 8:15, pero el autobús pasará dentro de cinco minutos y entre el tumulto de gente que llegó a través de los minutos, ella no se encontraba. Lo sabe porque está en la fría silla de la parada, enfriándose el trasero y dejando al aliento escapar y perderse, mientras su nariz se congela. Lamenta no haber traído pañuelos, pero no tanto como el que Sasha no esté aquí.

Espera que esté bien.

Nicolo quiere verla, como lo ha hecho varios días desde hace meses. Desde la distancia, en silencio, sintiéndose algún tipo de acosador y no un chico enamorado, aunque eso es bueno, de todas formas. Dicen que el primer paso para dejar algo, es reconocerlo. No es que dejará de sentir eso por Sasha, pero lo de espiar cada movimiento de ella en silencio, podría hacerlo tan solo atreviéndose a hablarle de frente. Porque las oportunidades le sobran, siendo cinco días a la semana incluso seis. Una menos con hoy, pues ella no está en la parada de autobús de siempre para ir a la escuela. El otro problema es que no van a la misma escuela, tampoco son vecinos a pesar de que viven cerca.

Su único punto de encuentro diario es esta parada, se reafirma al escuchar pisadas de que alguien corre, subir la mirada y verla detenerse al borde de la acera, viendo hacia el autobús a menos de una cuadra. El joven a su vez se pone de pie, adelantándose a la gente para estar detrás suyo. No tan cerca para dar ideas equivocadas, pero lo suficiente para sentir el perfume del champú que usó antes de venir. Le gusta, a pesar de que tenga repelús a las frambuesas luego de un incidente preparando postres en casa.

Cuando suben, es inevitable acercarse más y ver que bajo el gorro que trae la joven, su cabello parece húmedo aún. Eso no es bueno, se podría resfriar dejando su cabello sin secar así. Es obvio porque las gotas caen en la espalda el abrigo, y por el cuello desnudo.

Se sonroja, bajando la cabeza para que la bufanda cubra un poco esto. No es que le avergüenza preocuparse por ella, sino comportarse así. Aunque aparentemente sea normal y no es tan malo como lo que hacen en las series de adolescentes tontos. O eso piensa.

Si hay una oportunidad de hablarle, puede ser ahora. Eso advierte el mundo conspirando al dejar de los únicos asientos libres, uno junto a ella. Casi como una señal del cielo o algo así, pidiéndole sentarse allí con ella en el final del autobús.

Pero Nicolo se queda de pie. Solo se dedica aspirar el aroma, escucharla tararear algo tan sutilmente y maldecir mentalmente a la chica que, una parada después, se sienta con ella.