No poseo bleach ni avengers, este fic esta hecho por puro entretenimiento.
~o0o~
Prólogo.
Lo había perdido, absolutamente todo, su dimensión había colapsado, todo... Pero seguía con vida, una mísera vida flotando en inmensa oscuridad, repugnante y solitaria. Era tan infinita como el mismo espacio, sin sonido, sin vida, ni siquiera estrellas. Sus ojos estaban opacos, no estando consciente del todo, flotando sin parar. ¿Porqué el seguía vivo? Se volvía loco en aquel vacío sin fin ni retorno, más no cayó en la susodicha locura, resistió, con pensamientos suyos, su hollow no hablaba y zangetsu, preocupado por su sanidad mental, platicaba con el.
Su corazón muerto y endurecido palpitaba con sed de una respuesta, y unas puertas de luz se abrieron frente de a el, la oscuridad se agrieto en luz, se estremeció el vacío y estalló.
Tantos minutos, horas, años, tanta desesperación.
Cayendo por el abismo ahora blanco sin corazón, sin esperanza, deseando su salvación.
Los susurro de sus amigos resonaron en su mente, abrió los ojos marrones y la luz se hizo nubes blancas, que atravesó a toda velocidad. Sintió el aire correr por su cara y su cara volvió a tener expresión. Se abrió paso y pudo ver una inmensa ciudad, en medio de la lluvia y truenos, ¿era eso posible? ¿Caer de blanco a gris?
Pero no importaba, su dolor se borró por segundos cuando cayó, irónicamente, pues tenía una nueva oportunidad.
Como un trueno cayó al suelo, rompiendolo, estremecido la tierra a su alrededor, boca arriba se quedó viendo el cielo, sintiendo la fresca agua mojando su cara, el aire llenar sus pulmones, no sabía si estaba vivo o era otro cielo, pero las lágrimas brotaron de sus ojos, saladas pero confundiéndose con la incesante lluvia, su corazón endurecido se abrió y rompió, comenzó a llorar en silencio, sin mover nada, las lágrimas brotaban por si solas.
La gente a su alrededor estaba aterrada y agitada, el no los escuchaba, disfrutaba del hermoso sonido de el agua salpicando contra el suelo, los truenos profundos. Disfrutaba de como el rayo cegaba sus cansados ojos, le embargo furia infinita, pero pronto se rompió y se convirtió en un profundo golpe de amargura y agonía, una tristeza que hacía su pecho doler con una opresión mil veces peor que el reiatsu de kempachi, su garganta dolía por los gritos que ahogaba, todo su ser temblaba y quemaba en el sentimiento.
Y todo se volvió negro, otra vez.