DAY 2: DENDRITIC ALBUM

En un día cualquiera, los eritrocitos transportan oxígeno y nutrientes a las demás células, los neutrófilos persiguen las bacterias con los uniformes manchados de sangre y las plaquetas reparan las grietas. En el interior de las casas, los macrófagos y los monocitos toman el té, los linfocitos T Killer entrenan sin descanso dentro del gimnasio y los linfocitos T CD4 comen galletas mientras vigilan las pantallas. En medio de esa extraña tranquilidad, una célula dendrítica se ve en la necesidad de mirar uno de sus numerosos álbumes, asaltada por un sentimiento de nostalgia.

Con una sonrisa divertida mira la primera fotografía que muestra a la macrófaga con el cabello corto y despeinado, vestida con una camiseta negra de cuello ancho que dejaba al descubierto parte de los hombros, unos pantalones negros destripados por varios sitios y unas sandalias de tacón. La mirada, enfadada y desafiante, acompañaba a una mueca y un gesto ofensivo con la mano. Quién diría que hoy día, esa misma célula seria toda una elegante señorita de modales educados pero al mismo tiempo voraz y letal, independientemente del objeto que tenga a las manos.

Volteando la página, la célula dendrítica ahoga una pequeña risita al recordar la escena que muestra la imagen. En ella salen cuatro mielocitos mirando con temor un S. aureus muerto por su maestro, U-2001, que se los mira con las manos en la cintura. U-4989 tiene lágrimas en los ojos con U-2626 escondido detrás suyo mientras que U-2048 pincha con su cuchillo de plástico uno de los tentáculos del bacteria y U-1146, aferrándose a los pantalones blancos del adulto, se lo mira inseguro de cómo proceder. La célula dendrítica recuerda que algunos de ellos vomitaron la primera mordida y piensa, divertida, que ahora no se lo piensan dos veces hacer la fagocitosis ni de atacar a cualquier bacteria que su receptor detecte. Atrás han quedado los débiles escuderos para convertirse en los leales guardianes blancos.

La instantánea pegada en la parte inferior de la misma página provoca una dulce sonrisa en el rostro de la célula uniformada de verde, recordando la emotiva ceremonia dónde los eritroblastos pierden el núcleo. Una AE-3803, vestida con la camisa roja y el peto blanco, muestra un rostro bañado en gruesas lágrimas mientras sostiene en su mano derecha el pequeño núcleo y con la izquierda se aferra a la ropa de su compañera, la AA-5100, igual de llorosa pero orgullosa a la vez.

De repente, unos gemidos provenientes de fuera la cabaña lo saca de sus recuerdos y, en identificar el origen como una célula T naive llorando, la célula dendrítica guarda el álbum y sale al exterior, lista para hacer su tarea como célula activadora de linfocitos T.