Disclaimer. H.P no me pertenece
Epílogo
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-Repítame, Señor Malfoy-escuchó Harry que Ron le preguntaba a Draco. Había sido una sorpresa para todos, inclusive para Harry, cuando encontraron a Lucius muerto el día de su juicio. Harry había estado cuidándolo toda la noche, precisamente para que nadie lo matara antes de ser juzgado, así que no había sido hechizado con un Avada y no había razón para que estuviera muerto. Pero lo estaba. Ron y el Ministro lo habían encontrado quieto y sin respirar, y de inmediato habían llamado a Harry, que sorprendido, había inmediatamente corrido a su lado.
No lo entendía.
Incluso su salud parecía estable, y su cuerpo, recostado en la cama, parecía estar durmiendo tranquilamente; como en un suave sueño que lo hacía sonreír. Si la sonrisa en su cara decía algo.
Observando a Draco, quien no parecía realmente sorprendido de encontrar a su padre en ese estado, pero tampoco podía disimular del todo su estado de ánimo, Harry se preguntó qué pasaba por su mente. Los últimos en ver a Lucius con vida habían sido Dean, Harry y su hijo. Los primeros dos ya habían sido interrogados; y, por respeto, Ron había decidido dejar al nuevo inefable hasta el final. Incluso, si fuera por él, el Jefe de Aurores no entrevistaría al rubio. Lucius estaba muerto, qué más daba como había muerto si, desde el principio, ese era su final. Pero su trabajo era resolver qué había pasado.
-¿Hizo algo que pudiera justificar el estado actual de Lucius Malfoy antes de salir de su presencia?
Draco negó con la cabeza, y el veriseratum lo obligó a responder verbalmente.
-No.
-¿Qué fue lo que pasó antes de que se despidiera de él? ¿Qué hiciste exactamente?
Draco pareció fruncir el ceño ligeramente, y respiró profundo. Entonces miró a Ron a los ojos y respondió.
-Me despedí de él. Le agradecí por todo y le deseé Buenas Noches.
-¿Buenas Noches?¿Por qué?
-Porque él ya iba a dormir. Y ya no habría un siguiente día de visita. El cuadro estaba listo. El trato había sido completado.
Ron y Harry de inmediato asumieron que se refería al trato con el Ministro, pero Draco en su corazón sabía que se refería al trato con su padre, ese que, contra su voluntad había aceptado, pero sabía era lo mejor.
-¿Y cuando saliste, qué hiciste, detalladamente?
Draco cerró los ojos unos segundos y entonces respondió.
-Llegué a casa y apagué una vela, entonces me fui a dormir y cerré los ojos con fuerza; porque sabía que lo que pasaría la próxima vez que viera a mi padre.
Ante sus palabras casi apagadas, Ron dio por terminado el interrogatorio y le dio sus condolencias. Harry siempre recordaría esa escena porque, aunque en el futuro Ron y Draco se dieran la mano muchas veces, ese día le recordaría siempre la mirada triste de Draco al ver el cuerpo de su padre; y la suavidad con la que tomó su cuerpo y lo enterró en el Mausoleo de los Malfoy; honrándolo con cientos de lirios, símbolo de la realeza francesa.
Ese había sido el día en que Draco, Harry podía jurar, había perdido lo último que conservaba del pequeño e infantil Malfoy. Y fue manifestado con decenas de lágrimas que, lo más silencioso que pudo, el rubio había derramado en el hombro de Harry, mientras se acurrucaba en la cama y dejaba que lo abrazara.
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Lucius interrumpió la charla con Abraxas cuando los pasos se escucharon en el segundo salón familiar. Draco había ubicado su cuadro y el cuadro de su abuelo cerca ahí, y a su vez, había hecho unir su cuadro a uno de Narcissa, escondido de las habitaciones principales porque Narcissa siempre ofendía a Draco en cuanto lo veía. Draco no decía nada cuando lo hacía y Lucius estaba cansado de insistirle a su mujer que parara, así que el día que Potter se había hartado y la había desterrado a ese silencioso cuarto, no se opuso; aunque no le agradara la idea de que la imagen de Narcissa se perdiera con el tiempo.
Se mantuvo en silencio, porque Potter le pidió que se pasara de vez en cuando donde Draco pudiera verlo y platicar con él, y ante la mención de su hijo, cedió como usualmente solía hacerlo.
De eso hacía cuánto ¿Cinco años? ¿Tres? El tiempo no pasaba cuando eras un cuadro así que en realidad no le importaba. Fijó su atención hacia la puerta que se abría y observó al pequeño Sirius cruzar riendo mientras su hermano Scorpius, le perseguía.
-Abuelos,-saludaron ambos al verlos y Lucius rió divertido al verlos jugar por la casa. Verlos era como revivir los recuerdos de Draco siendo niño pero, de cierta forma distinto, porque al ser dos, las risas invadían con más fuerza las viejas paredes.
-Hola-saludó- ¿Y sus padres?
-Han salido desde las diez- respondió Sirius, sonriendo travieso y dejando sus ojos verdes brillar con diversión.- La casa es nuestra desde entonces. Hemos encontrado decenas de pasadizos.
-Espero que no destrocen las reliquias-advirtió serio- Ellas han...
-Pasado de generación en generación-completó rodando los ojos Scorpius-Lo sabemos abuelo.
-Espero que sí,- se oyó una tercera voz y Harry hizo su entrada; cargando a una pequeña de rizos negros y ojos grises, que observó curiosa a sus hermanos. Abraxas y Lucius de inmediato parecieron derretirse, lo que siempre hacía gracia a Harry; porque la familia Malfoy al parecer solo había tenido una niña en su línea familiar, y aunque era pelinegra como su padre, ellos parecían de lo más contentos- O a tu padre le dará algo.
-Lo sabemos-contestaron los otros dos al unísono y se echaron a correr por la casa; y, tirándose una pelota entre ellos, pasaron demasiado cerca de un jarrón verde, haciendo que Harry suspirara.
-¿Dónde está Draco?-preguntó Abraxas y Lucius sonrió también curioso, tratando de no burlarse de su yerno cuando éste dejó salir una mueca de dolor al escuchar algo romperse.
-Está con Orión- respondió y luego dejó salir una mueca divertida- Están de compras, yo regresé solo. Por Merlín, juro que si daba un paso más me caía en el piso, con todo y Medea. ¿De dónde diablos sacaron tanta fuerza para caminar por ocho horas probándose ropa?
Lucius suspiró recordando las ocasiones en que él decía lo mismo de Narcissa.
-Viene de su madre-comentó y Harry lo miró fijamente.
-Oye Lucius-preguntó cautelosamente-sé que no te gusta que Orión te llame padre. Draco y yo hemos estado debatiendo y bueno, si tú quisieras que le dijéramos la verdad a Orión... Es decir, él sabe que algo anda mal con él, y que te alejas por alguna razón. Ha estado insistiendo con el tema, porque, bueno-dijo sacudiéndose el cabello-Tú lo tratas diferente a Draco, y diferente a Scorpius y a Sirius. Y no entiende porque Narcissa no quiere verlos ni a él, ni a Draco. No entiende nada, y pronto irá a Hogwarts... Quizá es momento de decirle la verdad.
Lucius sintió, por así decirlo, la mirada de Abraxas sobre él.
-¿No pretendes que les digan esa cruel verdad a ese niño, no? - preguntó Abraxas y Lucius suspiró.
-Él no es mi hijo. Y yo no puedo amarlo.
Harry sintió un peso en su pecho al escucharlo y asintió.
-Sin embargo, creo que puedo darle la mínima cortesía al hermano de Draco.
La sonrisa del Héroe-que-vivió fue enorme.
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-No estoy seguro de esto-escuchó las palabras de Draco, tras unos pasos en la habitación y abrió los ojos que tenía cerrados.-Potter ha dicho que quieres hablar con Orión, ¿No vas a decirle nada de eso, o sí? Hice que todos lo que sabían la verdad hicieran un juramento inquebrantable, pero no puedo hacer eso contigo o madre, y no pienso dejar que lo lastimen.
La firmeza en los ojos de Draco le hizo saber lo mucho que su hijo apreciaba a su medio hermano y le hizo saber que estaba dispuesto a encerrar de por vida el retrato de su madre, hasta quemarlo, si ella deshacía toda la historia que Draco había creado y hacía sentir a su hermanito desdichado. Eso lo hizo suspirar y dudar de su estado mental al casarse con la mujer que lo metió en todo tipo de problemas. Y procrear un hijo igual.
-Tranquilízate, Draco.-dijo-No es tan malo.
El Líder Malfoy frunció el ceño.
-¿No es tan malo, dices?¿Qué parte no es tan mala?-preguntó decidido- Todo mundo sabe que tenías la intención de destruir el Mundo Mágico, y a pesar de eso él insiste en que tienes, tenías tus razones. Justifica que estabas triste por la muerte de mamá, que tal vez estabas triste porque habían enviado a tu hijo a un orfanato muggle...¿Quieres que le diga que reuniste a un montón de bebés y los intentaste matar quitándoles la magia? ¡¿Qué él fue tu principal víctima?!-casi exigió y Lucius sintió un poco de pesar, porque Draco nunca había tocado el tema.
-Mira, solo cuéntale tu infancia con Narcissa y dile que tiene suerte de no ser criado por ella.
Tal como lo esperaba, Draco hizo una mueca, contra su voluntad, divertida. Y Lucius no pudo evitar reír también, relajando a su hijo.
-Ajá ¿y qué hay sobre ti? ¿Qué le dirás?
-Le diré que no sé cómo actuar con él, y haremos las paces o algo. Y entonces él será mi amado hijo y todo eso. Él será feliz, tú serás feliz, Potter será feliz, y yo... bueno, supongo que te lo debo.
-No lo supones- Draco escuchó la voz de Abraxas- Se lo debes.
Lucius rodó los ojos.
-¿Por cierto, cómo hiciste para que la sangre de ese inmundo auror no delate que él es un mestizo?
Draco suspiró y se dejó caer en el sofá que estaba frente a él.
-Primero que nada dejo que Theo sea su medimago particular; y cuando tenía tres años lo sometí a un proceso de eliminación de magia. Se volvió solamente un Black y después estuve investigando como se hacen las adopciones mágicas, pero como comprenderás, no iba a convertirlo hijo mío y de mi madre-murmuró haciendo una mueca- así que estuve experimentando y encontré la manera de volverlo parte Malfoy, usando parte de tu vela. Eso es todo lo que pude hacer por él. Darle la protección de la mansión y dejarle acceso a una parte de la fortuna. Dejarle una pequeña parte de tu firma mágica.
Lucius hizo un momento de silencio y se desapareció del cuarto. Seguro de que estaría husmeando el cuadro de los Ancestros, Draco se permitió cerrar los ojos y bostezó. Cuando su padre dijo su nombre, los abrió de
nuevo y lo observó tragarse las palabras que seguramente quería decirle, pero no lo haría.
-Nunca me contaste de eso.-Expresó finalmente.
El rubio quiso golpearse la cabeza, tal cual elfo doméstico, porque había intentado hablar el tema tantas veces que le dio gastritis del estrés que le produjo la necedad de Lucius Malfoy para no escucharlo. Por supuesto, al final resultó que era resultado de su embarazo, pero Draco nunca lo admitiría porque Medea era un ángel que no podía hacer ningún mal al mundo y porque, bueno, su padre lo había hecho enojar tanto que la última vez que su madre empezó a despotricar contra él, había estado a segundos de lanzar un incendio. Lástima que Harry se hubiera metido en medio y hubiera bajado el cuadro.
Ah, pero la siguiente vez, cuando nadie le viera y su padre estuviera en otro lado…
Con una sonrisa ligera, Draco llegó a la conclusión de que había encontrado la solución correcta a su problema.
-Nunca quieres hablar de Orión.-Respondió simplemente y Lucius hizo una leve mueca. La mirada de Draco se suavizó.
-Lo siento, padre. Entiendo las razones, de verdad.
Lucius creyó que era hora de dejar todo atrás y suspiró evitando la mirada curiosa de su propio padre. Se alzó de hombros y se desparramó en el sofá verde que estaba detrás de él, en lugar de la triste cama blanca que estaba realmente cuando pintaron el cuadro, y cerró los ojos, tirando su cabeza hacia atrás.
-Está bien. Supongo que eso lo hace mi hijo de cierta forma. Entonces, trae a ese chiquillo. Quiero acabar lo más pronto posible.
-Estás seguro de que...
-Que sí-dijo irritándose- De verdad que casarte con Potter hizo algo irreparable en tu paciencia.
Con una sonrisa entre dientes, el inefable asintió y fue en busca de su hermano. Cuando los dejó solos en la habitación, no pudo evitar buscar a Harry. Los gemelos estaban afuera y Medea por fin estaba durmiendo. Era el momento ideal para una satisfactoria sesión de besuqueo, de esas que ahora difícilmente podían tener. Sonriendo, se dirigió al cuarto que Harry usaba de oficina. Necesitaba aliviar su ansiedad y nada mejor que su esposo para lograrlo. Seguro que él no se negaría. Después de todo, Draco estaba en apuros y Harry tenía ese instinto de héroe.
Probablemente no dejaría pasar la oportunidad de ayudarlo.
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Lucius suspiró cuando en el cuadro de Narcissa, ella estaba mirando el jardín con un aire desolado.
-¿Dónde has estado?-le preguntó ella y él se sentó en la banca flotante a su lado, alzándose de hombros. La imagen era el lugar favorito de Narcissa y el lugar donde ambos habían tenido su primera cita. A regañadientes, Lucius tuvo que admitir que el detalle de su hijo fue cursi, y dolorosamente feliz.
-Estaba en el segundo salón familiar-contestó y le tomó la mano; sintiéndose satisfecho cuando ella no lo rechazó.
-Últimamente pasas demasiado tiempo ahí.- Reclamó la otra sin mirarlo y, pasando un brazo sobre su esposa, Lucius la acercó lo suficiente para que ella apoyara su frente en su hombro.
-Los niños aman las historias sobre Draco, ¿No te gustaría contarles algunas?- cuestionó sabiendo la respuesta, pero esperando que un día ella cambiara de opinión. Ellos eran eternos, pero Draco y sus nietos no. Orión tampoco lo sería.
Narcissa hizo una mueca.
-No tengo ninguna. Y no quiero ver a ese niño.
-Narcissa...
-Este cuadro es una extensión de uno que fue pintado antes de que lo tuviera, pero sé la verdad. La humillación, el dolor... Él no se parece a ti. He escuchado lo que pasó...
-Olvídalo, Narcissa.
-Él no es un Malfoy, nunca lo será. Y Draco, Draco es un traidor. Nos entregó. Te entregó. No entiendo cómo
puedes quererlo aún. Siempre lo consentiste.
-Es nuestro hijo.
-Y nos destruyó.
Sabiendo que no había mucho que hacer, dada lo obstinada que era Narcissa, Lucius lo dejó pasar y empezó a empujar la banca, meciéndolos a ambos. Después de segundos se armó de valor y le comentó lo que había platicado con Draco y que había recibido la visita de Orión.
-Es un niño genial- concluyó.-Es idéntico a ti.
Y eso fue, quizá, lo que hizo que le fuera imposible lastimarlo.
-No sé cómo puedes hablar con él.
-Él vino de ti. Y yo te amo.-Dijo suavemente. -Por ende amo todo lo que venga de ti. Y Draco vino de ti. Ese niño vino de ti. Y los hijos de Draco son tus nietos, y los míos. Son nuestro legado, la prueba de lo mucho que te amé, de lo mucho que te amo...
Mirando las mejillas rosas de Narcissa, Lucius miró la repetidora escena del atardecer, y sonrió a la nada.
-La prueba de que te amaré eternamente, Narcissa.-Repitió para ambos y miró hacia su esposa, fijando sus ojos grises en los azules, que tampoco perdían detalle de él.-Olvida el dolor, o la decepción, yo siempre estaré aquí para ti y tú siempre estarás aquí para mí. Tú y yo somos nuestro mundo. Somos lo único que necesitamos.
Dejando el pasado donde debía estar, Lucius siguió meciéndose junto a Narcissa; a la vez que Orión empacaba felizmente, Medea dormía, Sirius y Scorpius jugaban alrededor de la fuente y un sonriente Draco besaba a Harry, quien lo miraba con adoración; mientras las alianzas en las manos de ambos brillaban con la luz del atardecer que se filtraba por las ventanas.