Notas:

Ningún personaje me pertenece, los que podéis reconocer son obra de la mano fantástica de Johanne K. Rowling. Y los que no, ya tienen vida propia :D

Esa historia contiene slash y het, relaciones entre personas que se aman, indistintamente del género. En el amor no hay barreras, así que no quiero escuchar quejas de gente con mente cerrada por la relación entre Harry y Draco... Ellos tampoco las escucharían.

En esa versión hay alguna modificación de los primeros capítulos, no sé hasta qué punto son importantes, pero puede que los capítulos nuevos (a partir del 13) no acaben de cuadrar con los que había subidos con anterioridad, así que recomiendo una relectura.

Cuando empecé a escribir, todavía no se había publicado la Orden del Fénix, pero ahora que ya ha transcurrido un tiempo prudencial, no voy a dudar de utilizar escenarios y personajes de la OdF cuando convenga. Estáis avisados, ese fic contiene spoilers de los cinco libros.

También contiene citas y alusiones a los fics "Harry Potter y la Magia Antigua" y "Harry Potter y la Última Profecía", de Nigriv y Mahe Guilmain, que creo que están publicando aquí en fanfiction. Dos fics geniales, sólo puedo decir: ¡leedlos!

Por último, aviso que a lo largo de la historia hay muchas pistas escondidas, especialmente con las modificaciones, las reglas son sencillas:

Repeticiones: hay palabras e ideas que se repiten constantemente, y puede que tengan más trascendencia de lo que pueda parecer a simple vista. También pueden llevar a conclusiones falsas.
Capítulo 12: aunque hay pistas a lo largo de toda la historia, aquí se han escondido muchas más. Ningún nombre en ese capítulo es casual.
Capítulo 13: el culpable o culpables hacen una aparición. Todo depende de lo que se entienda por culpable... :D Además, aunque no me consideraba supersticiosa, desde la OdF ese número tiene ciertas connotaciones...

Gracias a todos los que me dais ánimos para que continúe la historia, mis almas que lo leen en el foro, y a los lectores fieles que incluso dejan review en mis notas de autora. Muchas gracias a todos, y espero realmente que mi musa no deje de susurrarme hasta el final de "No me olvides".

Un beso,

Aloho


NO ME OLVIDES

I. Primeros síntomas

Bajo el sol radiante del mes de julio, una figura solitaria avanza erráticamente entre las praderas del valle de Godric, en algún lugar de las Highlands escocesas. Zigzaguea sin rumbo definido, deteniéndose de vez en cuando para coger una flor, una concha, o una piedra grabada por la lluvia y el viento, signos de una escritura más antigua que la humanidad. Mira hacia el horizonte, intentando recordar por qué ha venido aquí. En balde. Es como intentar retener el agua con las manos, que se escurre entre los dedos. Las palabras de su esposa huyen de su memoria, en su mente sólo quedan recuerdos de otros momentos, otros lugares, otra gente.

El calor del sol y la brisa contra sus mejillas, la inmensidad del cielo azul con alguna que otra nube de algodón, despiertan sus ansias de volar. En tierra le esperan obligaciones que no desea afrontar. Está demasiado cansado, sólo desea paz. En el aire es el único lugar donde halla tranquilidad. Quiere conjurar su vieja escoba, pero cuando intenta formarse una imagen de su habitación, en su mente no aparece la alcoba con el lecho matrimonial, sábanas de seda y una colcha de ganchillo, sino cinco camas con dosel escarlata, cada una con una mesilla de noche y un cofre a los pies... la habitación que compartió con sus compañeros de Gryffindor durante siete años. Siete años descubriendo la magia, aprendiendo hechizos y pociones, preparándose para afrontar un destino inevitable. Siete años en que los juegos inocentes de niños se perdieron en crudas batallas por la supremacía en el mundo, siete años aprendiendo a vivir. Puede ver amigos, compañeros, profesores de aquellos días ya lejanos, pero pronto toda la gente conocida se funde en un único rostro pálido, de facciones angulosas y ojos de plata que reflejan la profundidad del alma.

-.-.-

- ¿Dónde está el padre? – una voz entusiasmada llena la sala - ¡Tengo algo para enseñarle! ¡Una pluma de fénix blanco!

La mujer mayor se seca las manos en el delantal mientras abandona la cocina, y contempla a su hija, todavía ataviada con la túnica de viaje: la misma melena de fuego, la misma piel llena de lunares, los mismos labios de pétalo de rosa... un vivo reflejo de ella misma en su juventud. Excepto los ojos verdes, el único rasgo heredado del padre. Suspira.

- ¿Todavía no ha llegado? Mira que le he hecho prometer que volvería cuando consiguiera el hinojo...

Un temor cruza por su cabeza: no ha podido olvidar la época de terror, cuando en el mundo mágico todo era caos y muerte, y ella no sabía si nunca volvería a ver el padre de la criatura que crecía en su vientre. Recuerda noches interminables tumbada en la cama, sola, imaginando al chico escondiéndose en alguna cueva o granero abandonado, viviendo como una fiera salvaje, lejos de la gente querida. Recuerda los difíciles momentos del parto, deseando que al menos él pudiera asistirla en el nacimiento de su hija, pero él no estaba a su lado. Recuerda cuando escuchó el falso rumor de que el Niño-que-vivió había caído en manos de Lord Voldemort; aquel día fue como si hubieran sentenciado su propia muerte. Recuerda los días que sobrevivió como alma en pena, apenas consciente de que otra vida dependía de ella... su hija. Su hija fue quien la salvó de no intentar poner un drástico fin a su desdicha.

- Entonces... ¿todo sigue igual? – pregunta la joven veinte añera, la preocupación borrando cualquier indicio de su previa euforia. La madre asiente lentamente. – Entonces... se ha vuelto a olvidar de dónde está.

En la vacilación del tono de su voz se adivina el deseo de estar equivocada, al menos por una vez.

Olvido. Desde hace algún tiempo, el olvido es una sombra que acecha la familia, una visita no deseada que los persigue inexorablemente, sin respiro, que irrumpe en su vida y les roba la paz del día a día. Desde hace algún tiempo, Harry se pierde en sus propios pensamientos.

- Madre, creo que deberíamos llevarlo a que lo examine un especialista.

La mujer vuelve a asentir apesadumbradamente.

- Mañana, hija. Mañana.

-.-.-

Extiende los brazos y empieza a moverlos hacia arriba y hacia abajo, imitando el vuelo de un pájaro. Corre campos a través, ligero, los pies apenas rozan el suelo. Libre. Plumas de fuego crecen por todo su cuerpo, sus brazos se convierten en unas magníficas alas. Tampoco le faltan ni pico ni garras. Al fin puede volar. Y olvidar todo sufrimiento.

No volverá a casa hasta altas horas de la noche.

-.-.-

Sentadas en una sala blanca e inmaculada en la cuarta planta del Hospital de San Mungo, madre e hija esperan, nerviosas, al lado de Harry, que parece inconsciente de todo cuanto ocurre a su alrededor. Sólo ellas adivinan las medias sonrisas de compasión, esperanza o devoción de las otras personas que también esperan en la sala. No acaban de entender que ante la mera presencia de Harry la gente pueda olvidar sus propias miserias, aunque sólo sea por un instante, y solamente esperen una salutación o un guiño de su ídolo, el salvador del mundo mágico, el vencedor del mal.

Finalmente una joven enfermera de cabello caoba asoma la cabeza por la puerta:

- ¿Familia Potter? Si quieren hacer el favor de seguirme, ¿por favor?

La madre coge suavemente la mano del marido y le susurra dulces palabras al oído. El hombre parpadea dos, tres veces, intentando tomar conciencia del lugar donde se halla. Cuando descubre a su esposa, en sus labios se dibuja una sonrisa genuina. Alarga el brazo para acariciarle la melena roja, pero se detiene a medio camino: queda un poco desconcertado por la preocupación que cree adivinar en el rostro de la mujer, y murmura palabras tranquilizadoras:

- No sufras. Todo irá bien.

La enfermera los conduce por pasillos interminables y solitarios, sus pasos resuenan sobre las baldosas con ritmo acompasado. Se detienen enfrente de una puerta con un cartel: Doctora Patil, neuróloga. Harry se echa a reír, como si acabaran de contarle algo chistoso. Madre e hija se miran, estremeciéndose ante esa salida inesperada. Haciendo acopio de todo su valor entran en la consulta, con el mismo miedo de los condenados antes de escuchar sentencia de muerte.

-.-.-

- Por las hijas de Morgana, nos hemos quedado sin azafrán – exclama la rolliza mujer mientras remueve el arroz cociéndose lentamente en la enorme cazuela según una receta del viejo continente.

- Yo iré a buscar - se ofrece su compañero moreno, voluntarioso como siempre.

La pelirroja le mira con incertidumbre.

- ¿Tú sólo?

- ¿Y por qué no? Como si no pudiera ir a Homemade a comprar un poco de azahar.

- Azafrán.

- Sí, eso. Lo que yo decía.

- Que te acompañe la chica.

- No necesito canguro, gracias – murmura el hombre, enojado. Pero su esposa ya lo arrastra hacia el salón donde se encuentra la joven examinando una enorme pluma blanca.

- Hija, acompaña a tu padre a comprar azafrán.

- Puedo ir solo – gruñe él.

- Madre, creo que estás exagerando...

- No, ya sabes lo que dijo la doctora. Y venga, espabilaos, que se me pegará el arroz.

La mujer vuelve rápidamente hacia los fogones, dejando atrás a dos Potter enfurruñados. Cuando al cabo de unos minutos vuelve a asomar la cabeza por la puerta, se enfurece al descubrir que la muchacha sigue allí, en el salón, acariciando la pluma blanca. Ni rastro del padre.

- ¡COMO HAS PODIDO DEJAR QUE FUERA ÉL SOLO! - grita la mujer al más puro estilo Weasley, arrancando la pluma de las manos de su hija. - ¿Y SI LE OCURRE ALGO? ¿Y SI VUELVE A PERDERSE?

- Cuidado, que es muy delicada - protesta la joven. - Es pluma de fénix albino.

- Y A MÍ COMO SI ES DE PERDIZ. YA ESTÁS LEVANTANDO EL CULO Y YENDO A BUSCARLE. AQUÍ LO TIENE QUE HACER TODO UNA.

La muchacha murmura algo así como nunca te cruces con una Weasley enfurecida, antes de desaparecer con un ¡plop! La mujer suspira, dejándose caer en el sillón, exhausta.

- Ya no sé si puedo más. Yo sola no puedo... – se dice, para sí misma. - Y no hace más que empezar.

-.-.-

Otra madrugada que se despierta en brazos de una desconocida, vagos recuerdos y dolor de cabeza tras otra noche de borrachera, dos cuerpos buscando confort uno contra el otro. No siente nada, ni siquiera remordimiento.

Mientras se viste, rememora otras noches de una época ya lejana, cuando no tenía que huir al amanecer como un vulgar ladrón. Draco Malfoy, heredero de una de las familias prestigiosas y con una inmensa fortuna a su disposición; soltero de oro codiciado por la mitad de magos y brujas de cualquier lugar en el mundo; poseedor de una gracia y un encanto sobrenaturales, igualados tal vez únicamente por veelas y sirenas. Draco Malfoy, que con sólo sonreír o bajar la mirada puede conquistar cualquier corazón, y que con una sola palabra puede romperlo a pedazos o condenarlo a una mísera existencia. Cuenta por centenas las personas que alguna vez se han propuesto ganarse su estima, atraídos por la riqueza, belleza, misterio o ambición de conseguir lo imposible. Draco Malfoy juega con todos ellos y les abandona cuando ya está cansado, cuando ya no le interesa lo poco que le pueden ofrecer. Malas lenguas afirman que Draco tiene un corazón de piedra, que es incapaz de amar. Pero lo que muy pocos saben es que alguien ya se ganó su corazón hace mucho, mucho tiempo, y que desde entonces no ha habido lugar para nadie más.

Todas esas noches de pasión fingida y de acompañantes anónimos se han convertido en una rutina en su ajetreada vida. Al principio creía sinceramente que así podría aplacar el dolor de su alma, que algún día podría volver a enamorarse. Pero con los años se ha convertido en la única arma para combatir la terrible soledad.

Lanza una última mirada al cuerpo que abandona: una joven de cabello azabache, que inevitablemente le recuerda el hombre que se apoderó de su corazón.

De repente escucha un repicar contra el cristal de la ventana. Cuál no es su sorpresa al hallarse cara a cara con una lechuza blanca, casta, pura, inocente. Sólo conoce un mago con tal pasión por las aves nivales, hasta el punto de no utilizar ninguna otra ave mensajera siempre que lo pueda evitar: Harry Potter. ¿Es posible que su antiguo amor le envíe un mensaje, después de tanto tiempo? Contiene la respiración, mientras sus manos, temblorosas, abren para dejar paso a la magnífica ave. Igual que en los viejos tiempos, en su pata lleva un pergamino atado con una cinta verde esmeralda.

No reconoce la escritura. Está a punto de romper la carta, no está de humor para leer las palabras de amor o despecho de nadie, y menos aún para aguantar una broma de mal gusto. Pero la firma atrae su atención: Virginia Potter.

Por un momento teme lo peor. ¿Significa esa carta que Harry, su Harry, está muerto? Imposible. Con el Vínculo Vital que comparten, simplemente lo sabría. Y sin embargo, al mismo instante recuerda esa angustia que lo invade desde hace un tiempo. Algo no anda bien.

Secándose el sudor de la frente, procede a la lectura para disipar cualquier duda.

Valle de Godric, 7 de julio de 2020.

Draco Malfoy,

No sé cómo dirigirme a ti. No es fácil para mí admitir que, a pesar de los años que han transcurrido, y todos mis intentos infructuosos para que te olvidara, el afecto que Harry te tiene no ha menguado ni una pizca. No es fácil ser la esposa de un héroe, pero lo es menos amar a un hombre que pertenece a otro, que sólo acepta mi compañía para cumplir con su deber como padre. No puedes imaginar el dolor que se siente cuando a mitad de la noche tiene pesadillas o cuando pide ayuda, siempre pronuncia otro nombre. Tu nombre.

No entiendo por qué te cuento todo eso, por qué de entre toda la gente que conozco tengo que admitir mi derrota precisamente a ti. Sólo quería comunicarte que Harry está enfermo, muy enfermo: le han diagnosticado Alzheimer. No sé si alguna vez has oído hablar de esa enfermedad neurológica degenerativa de origen muggle. Los primeros síntomas son pérdida de atención y memoria, pero en fases posteriores el enfermo deja de reconocer sitios y personas, pierde el control de los movimientos y la facultad de hablar... El proceso de degeneración de células del cerebro puede durar algunos años, y es irreversible. Con el tiempo acaba provocando la muerte.

La doctora Patil le ha recetado unos fármacos muggles para intentar detener la enfermedad, pero parece que Harry es alérgico a ellos. Cuando los toma le dan espasmos violentos o subidas de temperatura. En el mejor de los casos no le producen efecto alguno. Y por ahora tampoco se conoce ninguna curación mágica.

Mi único deseo es hacerle más agradable el tiempo que le queda. Pero no creo que todo mi tiempo y mi dedicación exclusiva sean suficientes. Para cuidarle se requiere de mucha energía, y yo estoy exhausta. Sola no puedo. Por eso me gustaría que aceptaras vivir aquí con nosotros. Tal vez es mucho lo que te pido, pero por el bien de Harry espero que dejes atrás el rencor, y juntos podamos ayudarle a conservar el pasado y a vivir el presente.

Espero una respuesta a la vuelta de Strogoff. Si puedes, dale agua para beber, seguramente habrá recorrido una larga distancia para encontrarte.

Virginia Potter.


Draco se enfurece. ¿Cuántas mentiras es capaz de inventarse esta maldita bruja con tal de causarle más daño todavía? ¿No se quedó ella con Harry? ¿Pues qué pretende ahora, enviando este mensaje?

Saca la varita para incinerar la carta, pero entonces oye la lechuza ulular, reclamando su atención. El pájaro esconde la cabeza bajo el ala una, dos, tres veces, y acto seguido alarga la pata derecha, como esperando que le aten un pergamino. El corazón de Draco da un vuelco. En el lenguaje que dos adolescentes inventaron durante la época del terror, cuando aún era peligroso para ellos comunicarse abiertamente, eso sólo tenía un significado: Draco, te quiero.

¿Es posible que durante todos estos años Harry haya continuado enseñando a sus lechuzas mensajeras aquel lenguaje secreto que sólo ellos dos eran capaces de interpretar? ¿Es posible que la carta de Ginny sea sincera y Harry nunca le haya dejado de querer? Si es así, ¿entonces por qué no le ha dicho nada en todo ese tiempo?

Cuando la chica se despierta, lo primero que percibe es la ausencia del compañero de esta noche, y se da cuenta, demasiado tarde, que ella tampoco ha significado nada, que las secretas esperanzas de fundir el corazón de mármol se han desvanecido en la nada. Pero es demasiado orgullosa para dejar escapar una sola lágrima, sabe aceptar las victorias y las derrotas tal como se presentan en la vida.

Se levanta, y con la mirada busca la ropa que con la fogosidad del momento esparcieron por toda la habitación. Y entonces es testigo de una escena muy emotiva entre los dos protagonistas más inverosímiles: el imperturbable Draco Malfoy, con lágrimas en los ojos, arrodillado ante una lechuza blanca, casta, pura, inocente, susurrándole al oído. Y posiblemente la sorpresa habría sido aún mayor si hubiera podido escuchar las palabras: Harry, espérame.


Continuará