Hace un par de siglos, la Isla Ángel continuaba vigilando Mobius desde lo más alto. Se le considera un lugar paradisiaco, lo que sobrevivió de una tierra perfecta que debió desaparecer en una era imposible de recordar.
A pesar de la evolución y avances en ciencias y tecnología que no dejan de ocurrir en tierra firme, la isla permanece como en sus inicios, ajena al progreso. Sus habitantes, en su mayoría, equidnas, mantienen las costumbres de sus antepasados con cambios apenas perceptibles. Su tarea más importante: resguardar y proteger la Esmeralda Maestra.
A pesar de los eventos que ocurren en tierra firme, los equidnas procuran no intervenir, dándole más importancia a sus propias tareas, aunque siempre son conscientes de todo lo que pasa fuera de su isla. Esto es gracias a la misma esmeralda madre que, de manera errática, impredecible, dota de visiones a los habitantes del lugar. Nadie sabe por qué lo hace, y ha pasado mucho tiempo desde la última vez que lo cuestionaron.
Estas visiones siempre son representadas en alguna pintura o una serie de mosaicos que luego servirán para adornar templos, santuarios y demás alrededor de todo Mobius, sin saber cuándo se cumplirán estos eventos ni que repercusiones tendrán.
Hace un día perfecto. Equidnas en toda la isla hacen sus labores diarias, cultivando, reparando los daños naturales de sus rusticas viviendas, entre otras cosas. Por otro lado, los niños se divierten. Uno de ellos regresa a su pequeña casa en busca de algo para merendar. Mientras buscaba, encuentra a su abuela; una equidna de no mucha estatura, el color de sus púas y piel desgastado por la edad, como canas en el cabello; unos ojos cansados, pero atentos, en perfecta concentración. Sentada en una mecedora, se encuentra tejiendo una manta. Se notan distintos colores de hilo, por lo menos siete de ellos, pero destaca la enorme cantidad de blancos y negros en comparación al resto.
—¿Qué estás tejiendo ahora, abuela? —se acercó, curioso.
—Tuve una visión —habló con una voz algo cansada—, quiero inmortalizarla antes que no pueda recordarla.
—Abuela, creo que solo tuvo otro de esos sueños raros.
—No, está vez es una visión, estoy segura. Terminé.
Sujetándola con ambas manos, la extiende, revelando a su nieto el producto final de su trabajo. Es una escena extraña construida a base de un conflicto común. Dos seres, uno frente al otro. El primero está tejido con colores blancos, el segundo, con negros. La tela hace parecer que un aura de energía de los mimos colores les cubre. Lo que vuelve extraña la escena es el escenario a su alrededor: están en el espacio, se distingue a primera vista por los pequeños rombos blancos y picudos simulando estrellas. Por debajo, se ve el extremo de un ovalo que abarca desde una esquina inferior hasta la otra, siete luces de color sobre la figura que resulta ser Mobius, solo que fue tejido con colores negros, cosa que confunde al niño luego de reconocer su planeta. Y no es el único objeto similar. En la parte superior se encuentra otro con las mismas características, pero una clara diferencia, se trata del sol, también en color negro, emitiendo una luz con ligera decoloración morada en el tejido.
Hay cuatro objetos más adornando en cada esquina. Una espada blanca, otra similar, pero con un color más grisáceo para la hoja, quizá simulando otro material; una tercera parecida a la anterior, pero en azul, y la última en negro, con un supuesto brillo similar al del sol.
—Abuela, ¿qué estoy viendo?
—Es mi visión, pequeño. Algún día, alguien intentará cambiar el mundo. Nuestro sol emitirá una luz negra, nada será como antes. No sé cuándo pasará, tampoco sé qué puedan significar todas estas cosas.
—Creo que solo tuvo otro sueño extraño, abuela.
—Mi pequeño, necesito que me hagas un favor. Solo hay una forma de saber qué tal real es esta visión. Toma esta manta, llévala a nuestro pequeño templo y cubre la esmeralda madre con ella en modo de ofrenda. Si mi visión es real, la Esmeralda Maestra tomará tu ofrenda, y la imagen que plasmé en este tejido aparecerá en uno de los templos sagrados de Mobius.
Sin muchas razones para negarse, el pequeño recibe la manta, hace unos dobleces para facilitar su traslado y parte hacia el templo.
No le toma mucho tiempo, ya que vive muy cerca del límite del pueblo y el camino hacia el templo es muy corto a partir de ese punto, solo debe atravesar un poco de jungla para ello. Lo que está por hacer es algo bastante común en esta cultura, por lo que no debe convencer al guardián actual para entrar.
Una vez en el santuario, encuentra una habitación enorme donde la Esmeralda Maestra descansa sobre un pedestal rodeado de agua y siete pilares vacíos, el chico observa alrededor para ver los diferentes mosaicos que se han formado con el tiempo, la mayoría de eventos del pasado. Esto ayuda a despejar sus dudas sobre las ideas de su abuela, así que no lo piensa más y sube las escaleras para encontrarse con la gran gema, la cual es solo un poco más alta que el infante.
Arroja la manta sobre ella, debe rodearla por completo para extender cada esquina y lograr que ésta cubra por completo la enorme piedra. Una vez hecho, retrocede un poco para contemplar. Su impresión inmediata es de decepción, quizá la anciana solo tuvo un sueño extraño, se dispone a retirar la manta, pero es interrumpido por un brillo repentino.
El destello comienza a atravesar todo el tejido, cada fibra y cada hilo hasta llenarla de su deslumbrante brillo verde. El pequeño solo puede ver asombrado cómo la manta que su abuela recién terminó desaparece, como si la Esmeralda Maestra la consumiera. Resultó ser cierto, después de todo.
El chico no se dio cuenta, pero el guardián entró en el momento justo para presenciarlo también.
—Parece que la visión de tu abuela fue real.
—¡V… ¿Vio eso?! ¡Fue increíble!
—Sí, sin duda lo fue.
—Pero… ¿qué significa? Mi abuela dijo que alguien intentaría cambiar el mundo. ¿Por qué alguien querría hacer eso? ¿El sol se volverá negro de verdad?
—No lo sé, pequeño. Ese tipo de visiones solo nos muestran un fragmento de lo que sucederá, pero nunca sabremos cuándo, ni cómo. La mayoría de las veces, nuestra generación no vive para presenciarlo.
—Entonces, ¿nunca podré ver que se cumpla?
—No hay manera de saberlo, lo siento.
El pequeño agacha la cabeza en desilusión, pero vuelve a observar la gran gema. Reflejando el brillo de su infinito poder, la Esmeralda Maestra descansa en completa paz y armonía, protegiendo la isla y manteniendo el equilibrio natural de Mobius. Desde siempre, muchos ojos han fijado su mirada en ella, no solo los inocentes pertenecientes a un niño, también aquellos dominados por el deseo o la maldad.
Los ojos que capturan la imagen de la gran gema ahora mismo son los del Ser Oscuro llamado Noctis. Cuyo objetivo es claro, al menos para él en estos momentos. Ante ello se interpone, invocado por alguna fuerza, llámese suerte o destino, un Ser Lumínico. Una batalla que se repite en la historia del universo como algún efecto o regla a seguir. Noctis deja claras sus intenciones desde el momento que se abalanza sobre su enemigo, quien ya lo esperaba con firmeza y preparación para dar comienzo al obligatorio combate que definirá el futuro inmediato de Mobius.
Mundo de Luz
El fin de todo
La agresión de Noctis es interrumpida por un destello que lo ciega por solo un instante, Arkezz utiliza ese segundo para interceptarlo. Se abalanza sobre él, lo toma de los hombros y lo arrastra con fuerza hasta introducirse en la jungla.
—¡Arkezz! —gritó Raikasai, queriendo encenderse de nuevo.
—¡Espera! Seremos de poca ayuda en este estado, debemos recuperarnos al menos un poco —argumentó Tairo, convenciendo al ave, frustrado, de no intervenir por ahora.
—No —el agente, observando con atención el terreno—, sí podemos ser de utilidad. ¡Chicos! ¡Necesito su ayuda!
Tan pronto estuvieron fuera del alcance del resto, Noctis toma a su rival de los brazos para forcejear. Sin mucho esfuerzo, lo obliga a soltarlo, pero Arkezz convierte su cuerpo en luz para atravesarlo y ponerse a salvo. Esto frena casi de golpe el acelerado movimiento del oscuro, su rostro indica que recibió daño, aunque no visible, tampoco suficiente para hacerlo retroceder. Se gira, ve venir una lanza de luz y la esquiva solo girando un poco su cuerpo. Varios ataques de energía le siguen, pero Noctis se mueve con rapidez y facilidad entre ellos para interceptar a Arkezz, quien, tan pronto se percata de esto, se convierte en luz para huir.
Ya no hay estrellas en lo que se logra ver de cielo entre la copa de las palmeras y otros árboles. Hay silencio repentino, se puede escuchar el aullido de algunas criaturas lejanas, el correr de los ríos y el canto de cascadas gigantescas. Noctis perdió de vista a Arkezz, pero le tiene sin cuidado, solo espera.
—En realidad, veo que eres más inteligente de lo que parecías. No me atacas directamente, buscas una situación de ventaja o atacar por sorpresa. Me alegra que seas consciente de mi poder.
Una lanza de luz estaba por atravesarlo por la espalda, Noctis se gira y la atrapa.
—Aunque, con tristeza, veo que no conoces muchos trucos.
Apretándola con fuerza, la energía oscura comienza a consumir el objeto hasta adueñársele por completo. Entonces, un círculo en el suelo se forma alrededor de Noctis, se aleja del sitio justo antes de que un gran pilar de energía lumínica se forme, pero solo es el primero, muchos otros comienzan a formarse a su alrededor, metiéndose en su camino en busca de atraparlo. Cuando queda acorralado y uno más está por formase a sus pies, se eleva un poco para crear un portal negro que atrapa toda la luz desatada para liberarla por otro portal apuntando al cielo. Ambas técnicas son fugaces, Arkezz aprovechó la distracción para impulsarse en el aire contra su oponente, arrojando una fuerte patada, pero el licaón se cubre con un brazo, resistiendo como una muralla y sin siquiera voltear su mirada. Repele el ataque, hace girar así el cuerpo de Arkezz y lo sujeta de una pierna con la misma mano.
—¡No seas iluso!
Crea un portal sobre ellos y arroja en el al dingo para luego entrar también. Otro portal los lleva al cielo, muy por encima de la isla aun elevándose a gran velocidad. Arkezz nota de inmediato su situación, ve venir a Noctis y crea un espejo de luz para protegerse de un golpe destinado a enviarlo de vuelta a tierra. El ataque quebranta la barrera al instante, pero el ser de luz aprovechó el fragmento de segundo para convertir su cuerpo y atravesar a su oponente de nuevo.
Esta vez se coloca en su espalda para desatar una descarga de energía sobre Noctis antes de que pueda reincorporarse, haciéndolo caer. Pero no es suficiente, el licaón se eleva de nuevo para interceptar a Arkezz, quien crea una lanza en un intento para atravesar a su rival al acercarse. El oscuro sujeta el objeto con ambas manos, se puede ver al instante como la lanza se cubre casi por la mitad de energía oscura en una especie de forcejeo especial.
La fuerza de Noctis es mayor, logra jalar el cuerpo de Arkezz para posicionarlo por debajo de él y arroja una descarga de energía en su espalda. El dingo suelta el arma que Noctis arrojaría contra él. Al sentir la energía aproximarse, Arkezz gira su cuerpo para esquivarla, aunque la punta rozó con su pecho, provocando un corte horizontal. Seguido de esto, Noctis se acercó sin que nuestro héroe pudiera darse cuenta para sujetarlo del cuello y llevarlo en picada contra la isla. En un instante, un fuerte impacto se escucha, levantando polvo y escombros alrededor, se puede apreciar desde lejos. También se ve que un rayo de luz se eleva al cielo, Arkezz lo disparó para obligar a Noctis a retroceder.
El dingo se levanta con poco esfuerzo, ya se ven algunas heridas y la ropa poco resiste. Por su lado, Noctis sigue sano y con ambas manos cubiertas de energía oscura para el siguiente ataque.
—No te estás esforzando lo suficiente, Arkezz.
—¿Michael?… ¡Ahh!
La estrategia del oscuro cambia, Arkezz lo sintió a tiempo para evitar ser absorbido por un pequeño agujero negro que se formaba justo en su posición. El acto se repite varias veces, pero el dingo puede sentir dónde se formarán estas singularidades al momento para huir, alejándose de manera oportuna para que solo aire, tierra, rocas y algunas plantas pequeñas sean absorbidas y pulverizadas en el acto.
Noctis entiende pronto que esto no funcionará con él, así que se acerca para entablar un combate cuerpo a cuerpo. Arkezz pone toda su energía y concentración para esquivar los frenéticos golpes y patadas arrojados por su rival. La diferencia de tamaños vuelve esto un poco difícil para el dingo.
—¡No me contestes! Escucha, me fue difícil convencer a este piloto cobarde de seguirles la pista.
—¿Tú le dices "cobarde" a alguien? Tsk, argh —un puño cargado de energía rozó su rostro…
—¡Concéntrate! Escucha, estuve observando los movimientos de Noctis. Tienes mucho mejor entrenamiento que él, tu desventaja es que… bueno… es más fuerte, más rápido y maneja mejor la energía…
—¡Argh!…
—Lo sé… Pero ¡estás mejor entrenado! Debes buscar cualquier apertura y atacar con energía sus puntos débiles. No arrojes golpes solo por atacar como él lo hace, cada uno debe importar. Ataca costillas, su caja toráxica, el rostro, las…
—¡Ya entendí!
Al momento que Noctis arroja un golpe cargado de una energía potente que se dispara como un proyectil inestable, Arkezz se agacha. Con su defensa abierta, el oscuro no alcanza a cubrirse de un puñetazo conectado por encima del abdomen, pero por debajo del pecho. El dingo utilizó todas sus fuerzas solo en ese golpe, dejando sin aliento a su enemigo.
Sin demora, toma algo de impulso y arroja una fuerte patada directo en la cintura, derribándolo por primera vez. Noctis se reincorpora en el aire justo antes de tocar la tierra con un rápido giro, pero, de inmediato bloquea una lanza de luz cruzando ambos brazos, iba a ser un corte vertical. Al entrar en contacto, el objeto se desvanece, el licaón distingue que Arkezz solo lo distrajo con eso para patear una de sus piernas justo a tiempo para recibir el ataque. Cuando está por caer, el chico levanta ambos brazos para crear un pilar de luz que cubre a Noctis en su totalidad, elevándolo por los aires.
Al abrir los ojos, Noctis ve cómo el sol ya se asoma por la más alta montaña de la isla, acabando con la noche.
—Es…
Con esto, muchas criaturas se animan a salir de sus escondites, el día ha llegado, no hay más qué temer.
—Demasiada…
Sin dudarlo, Arkezz se impulsa para dar un gran salto.
—¡Luz!
En el instante que el dingo está por debajo, Noctis se gira. La mirada de su único ojo bueno se cruza con los de Arkezz. Esa falta de iris, un par de pupilas cubiertas de blanco, distraen al oscuro por una fracción de segundo que le daría a nuestro héroe la oportunidad de conectar una poderosa patada con ambos pies en el abdomen de su rival, liberando también una descarga de energía que lo eleva todavía más.
La expresión del oscuro dicta que no solo está harto de recibir golpes. Crea un portal sobre él para atravesarlo con la inercia; uno más aparece al lado de Arkezz antes de que pueda acercarse a tierra, Noctis sale de él. Levanta la guardia, pero el licaón lo sujeta del cuello y se impulsa de vuelta al suelo. Aterrizan en un santiamén, pero no lo suelta, intenta estrangularlo ahí mismo.
—Ya robaste demasiado de mi tiempo. Verás el nacer de un nuevo mundo desde el otro lado.
—¡Un destello, Arkezz! ¡O lo que sea!
Con dolor en todo su cuerpo, opta por la primera y única opción. Noctis se había olvidado de eso y lo recibe de lleno, siendo cegado el tiempo suficiente para que Arkezz lo haga retroceder disparando un rayo de luz.
Al recibir el ataque a quemarropa, Noctis recibe todo el daño mientras retrocede algunos metros tratando de oponerse. Coloca sus manos al frente para cubrirse. Al concentrar su energía acumulada en ella, decide disparar su propio rayo. De inmediato es de más grosor y potencia que el lumínico, Arkezz lo sintió desde un nanosegundo antes de ser disparado, así que cancela su ataque y huye convertido en luz.
El rayo de Noctis parte el suelo como un cuchillo al pan, convirtiendo la tierra y toda planta que se le atravesara en menos que cenizas. Cancela su ataque al momento que Arkezz huye; no llegó muy lejos.
Mientras el chico recupera el aliento, tratando de mantenerse firme, Noctis soba un poco su cintura.
—De acuerdo, Arkezz, sé que no quieres escuchar esto, pero, no vas a vencerlo.
—¡¿Qué?!
—¿Ah?
—Estás exhausto, adolorido; mientras él solo se limpia el polvo. Tiene el poder de cuatro esmeraldas. Pero no te preocupes, hay un plan.
—Entonces…
—Oh, ouh…
—Has estado recibiendo instrucciones todo este tiempo —habló mientras buscaba algo en el cielo—, ¿qué pasaría si encuentro esa nave? —gritó con un poco de ira para luego despegar.
—¡No! ¡Michael!
—¡Lo escuché! ¡No te preocupes! ¡Regresa al lugar del templo con los demás! ¡Hay un plan!
—Pero… Bien, confiaré en ti.
Guiado solo por el instinto, Arkezz comienza a correr en desesperación hacia el lugar. Las gotas de sudor en su cuerpo caen como brisa sobre las plantas que aún sobreviven y la tierra cubierta de escombros.
—Estará bien, estará bien. Es listo, sabe lo que hace. Hay un plan, hay un plan, hay un plan —no dejaba de repetirse mientras empieza a jadear por hablar mientras corre. Entonces, sucede.
Un rayo oscurece el cielo, una explosión lo pinta de rojo. Una nave de apoyo comienza a caer. Arkezz se mueve aún más rápido ahora.
—¡Michael! ¡Michael, responde! ¡Michael!
Por fin llega. Todos observan cómo el vehículo aterriza en una gran explosión que esparce sus escombros por todo el sitio. Agentes y Seres Especiales cubren sus rostros.
—No… ¡No! ¡Michael!
—¡Ja, ja, ja, ja, ja! ¡¿Tu amigo de verdad iba en esa nave?! —descendía con lentitud hacia el dingo— No lamento tu perdida. Te lo dije, ¿no? Acabaré con todo aquel que se interponga entre mi objetivo y yo.
—Tú…
—La isla está casi en su punto máximo. Ahora solo debo arrebatar las tres esmeraldas restantes de…
—Tú…
—¿Ah? —curioso, comienza a notar la ira de Arkezz.
—¡Michael no tenía por qué morir! ¡Maldito monstruo!
Noctis deja salir una gran sonrisa cuando ve a su oponente saltar con todas sus fuerzas para interceptarlo. Una vez más, sus miradas se conectan. En el brillante ojo purpura del oscuro, se reflejan los ojos blancos sin ningún otro color mas que el negro de las pupilas de Arkezz.
—Esto es lo que deseaba ver —pensaba al momento en que se cubre con ambos brazos de un golpe cuya fuerza crea una gran presión alrededor—, el lado negro de este ser de luz. No puede existir nada absoluto, incluso en el Ser Lumínico más puro ¡debe haber algo de negro!
Alza sus brazos para repeler al dingo, abriendo sus defensas. Junta sus manos para cargar energía y disparar un rayo a quemarropa en venganza, pero debe desviar su ataque al momento que todos los agentes en tierra se reúnen para disparar en una ráfaga como un mar de disparos.
Noctis contraataca con el esperado rayo, pero todos los agentes sin excepción dan un gran salto para esquivarlo, separándose por todos lados.
A pesar de todo, termina recibiendo un disparo por la espalda. Un simple y único disparo.
Indignado, Noctis se gira con ira para ver a su agresor. Se trata de aquel joven agente cuya ala está rota, quien mira al oscuro con un descaro más grande que el ego del mismo, retándolo con el arma en su mano.
—Debe ser una broma —alza una mano hacia él.
Para este momento, Arkezz recién cae al suelo, apenas capaz de sostenerse de pie. Observa cómo Noctis disparar un rápido y delgado rayo hacia el agente, quien, presionando aquel gadget en su cinturón, crea una barrera de energía artificial que no solo resiste, sino que comienza a desviar el rayo con mucha más potencia hasta cortar por el mismo y dañar a Noctis. La fuerza potenciada de su propio ataque lo empuja lejos, dejando una marca como un corte negro en su pecho y mano derecha.
—Ahh, argh, ¡ahhhg! —gritaba, a ver su mano quemada mientras sujetaba su pecho con la otra— Yo… herido de esta forme por un simple Ser de Mobius, ¿cómo…? ¡¿cómo pude ser tan descuidado?! ¡Debo ser mejor que esto! ¡No soy un simple deshecho!
Lleno de furia, se impulsa contra el agente, quien no se movió de lugar en ningún momento.
—¡Cuidado! —gritó Arkezz, extendiendo su mano como queriendo ayudar, pero se detiene al distinguir la forma de energía de Tairo aproximarse con más velocidad para tomar al agente y sacarlo del sitio justo a tiempo para evitar un golpe tan fuerte, que sacudió la tierra alrededor, levantando demasiado polvo.
Todos se cubren y tosen, excepto Noctis, quien comienza a ver cómo una serie de esferas mecánicas del tamaño de su cabeza salen del suelo a su alrededor.
—¿Qué…?
Antes de que decida hacer nada, las máquinas se encienden apuntando hacia él, liberando una fuerza magnética constante, lo suficiente fuerte como para inmovilizarlo, como si una soga invisible lo retuviera.
—¡No! ¿Qué…? ¡¿Qué es esto?!
—Increíble, caíste como cualquier otro lo hubiera hecho —hablaba el agente mientras se aceraba, sacando un pequeño control de su bolsillo—. Entonces, ¿qué es lo que te vuelve tan especial? ¿por qué no te habíamos derrotado aun? Espero que esta sea una valiosa lección para todo el Equipo Especial: pelar de forma directa no es la única manera.
—Solo espera a que me libere… ¡argh!
Tras presionar un botón, el agente observa las máquinas creando un poderoso pulso electromagnético. La luz emitida deslumbra un poco a los Seres de Mobius.
Noctis intenta poner resistencia, pero las cuatro esmeraldas salen de su cuerpo al igual que la energía extra proporcionada por las mismas. De inmediato, varios agentes las recuperan con cuerdas garra. Pocos segundos después, las esferas comienzan a apagarse, dejando caer a un debilitado Ser Oscuro inclinado, recuperando el aliento. Cuando estas herramientas quedan sin energía, caen al suelo, inutilizables hasta recargarse.
—¿Qué fue lo que hiciste?
—Nada que no se haya hecho en el pasado. Es bien sabido que se puede manipular hasta la cantidad más grande de energía que un cuerpo mobiano puede soportar, solo se necesitan las herramientas adecuadas. Se acabó, Noctis, será mejor que te entregues pacíficamente, o…
—Je, je, je —rio el oscuro, interrumpiendo al agente a propósito—. En realidad, no necesito de las esmeraldas para vencerlos, apenas estaba aprendiendo a utilizar su poder —se levantaba con lentitud, viendo el cielo de la mañana y los pájaros comenzando su vuelo, ignorantes de lo que ocurre ahora mismo—. Pero ya no tengo tiempo de experimentar. Con la isla casi en su punto más alto, podré alcanzar mi objetivo al fin… Bien —volteó a ver al agente—, ¡no necesito de todo mi poder para aplastarte por lo que hiciste!
Se abalanza sobre el chico, arrojando un golpe bien cargado de energía oscura. En reacción, crea un escudo de energía que se fractura el recibir el ataque. Con tan solo otro golpe, la barrera se parte en pedazos, pero un rostro conocido toma a Noctis del cuello para estrellarlo contra el suelo, lejos del agente.
—Ustedes los equidnas son de verdad tercos —habló el oscuro entre quejidos al reconocer al guardián.
—Jamás te perdonaré lo que le hiciste a mi gente.
—Ni siquiera te imaginas lo que planeó hacerles ahora —tras decirlo, deja salir un gran pulso de energía de su cuerpo, como una onda expansiva, repeliendo al guardián con facilidad.
Antes de poder rematar, los demás agentes especiales se abalanzan contra el oscuro, disparando y arremetiendo con todo tipo de armas de energía. Noctis se las arregla para eludir cada agresión con su velocidad o el uso de portales, contraatacando en cada oportunidad para dejar fuera de combate a cada agente, uno por uno.
Por su lado, los chicos por fin pueden reunirse. Aunque han podido recuperarse un poco, Arkezz hace notar su cansancio, su respiración se escucha sobre el ruido de la batalla. Todos observan a Noctis deshacerse de los agentes a la par que entabla un combate directo con el guardián.
—No se ve tan fuerte como antes —comenta Raikasai—, si atacamos todos juntos ahora, podemos vencerlo.
—No —Arkezz, con asombro y miedo—, puedo sentir su energía, se recupera poco a poco. Aunque ataquemos todos juntos, no seremos capaces de vencerlo en un combate.
—Te equivocas.
—¿Ah? ¡¿Michael?!
—Arkezz, tienes el poder suficiente para vencerlo, el problema es que nunca podrás conectar los golpes correctos en un combate normal, es demasiado rápido y resistente, pero hay una forma.
—¿A qué te refieres? ¿Cuál forma?
—Escucha con atención, solo te lo explicaré una vez, estoy seguro que este plan funcionará. Tenemos poco tiempo.
Nadie ha logrado conectar un golpe certero. Los portales vuelven poco viables los proyectiles debido a la facilidad de Noctis para redirigir un ataque hacia un enemigo. El campo de batalla cambia todo el tiempo a causa del guardián, quien hace crecer enormes pilares tierra si no es que está arrancando grandes piedras del suelo para atacar. Noctis carga suficiente energía en sus manos tan rápido como para destruir todos esos obstáculos a base de proyectiles oscuros. El polvo levantado corta la visibilidad, excepto para los agentes restantes, entre ellos, cierta águila.
Antes que el oscuro pueda percatarse de su presencia, el joven agente salta sobre sus hombros para hacerle una llave con ambas piernas. Su fuerza es asombrosa, pues logra derribarlo con poco esfuerzo en un forcejeo rápido. Antes, ya se encontraba cargando energía en su arma básica, apunta al rostro del oscuro y dispara de inmediato. Cuando el humo de la explosión de disipa, descubre que el daño causado es mínimo. La sorpresa lo hace bajar la guardia.
En el suelo, bajo Noctis, se crea un portal negro que, al absorberlos, los lleva una decena de metros en el aire. El oscuro se libera y logra sujetar al agente del cuello, quien intenta soltarse a baje de patadas que no hacen daño alguno al cuerpo del licaón.
—Voy a disfrutar mucho lo que te voy a ha… ¡Argh!
Una roca casi de su mismo tamaño lo golpea, haciendo que el agente caiga. Logra aterrizar de pie sin muchos problemas, solo se tambalea un poco. Cuando Noctis reacciona, ve venir al gran equidna hacia él. Esquiva por poco un golpe que pude haber sido su final. Con agilidad, se coloca encima para soltar una descarga de energía sobre su espalda. El guardián cae al suelo en picada, sufriendo una fuerte caída, pero se levanta sin mucho esfuerzo.
—Es imposible, ¿por qué no podemos vencerlo?
—¡Ya se los dije! No podemos ganar enfrentándolo, hay que idear un plan. No pensé que tuviera tanta energía en su cuerpo. Calculamos mal a la hora de programar las esferas.
Noctis se prepara para regresar a la batalla en tierra, pero ve venir un ave en llamas hacia él. Lo reconoce de inmediato, así que vuela para interceptarlo.
—¡Te arrancaré ambos ojos y los exhibiré como trofeo!
Justo antes de encontrarse, un relámpago sube al cielo, elevándose entre ellos.
—¿Qué…?
Raikasai aprovecha la distracción para sujetar el pecho del enemigo con ambos pies, tal como lo haría un ave de caza en batalla. Al enterrar sus garras, transmite un calor tan intenso, que las quemadoras avanzan como cicatrices por la piel de Noctis.
En medio de gritos, el oscuro decide dejar de forcejear, suelta ambas piernas y dispara un delgado rayo oscuro apuntando al pecho de Raikasai; el ave reacciona y lo suelta para esquivar, pero recibe un roce y retrocede demasiado. Al revisarse, mancha sus manos con la poca sangre que alcanza a salir de las quemadas heridas.
—No… Esto no es posible… ¡No lo puedo aceptar! ¡Agh!
Un ave más cae sobre él, sujetando sus brazos con ambas alas solo para llevarlo en picada contra el suelo y soltarlo con fuerza antes de ser atacada. Ketsi logra su objetivo, pero Noctis cae de pie con mucha fuerza, haciendo un pequeño agujero bajo sus pies.
Justo cuando alza la mirada, Tairo está frente a él. Arroja un fuerte golpe cargado de energía eléctrica. Noctis se cubre con los dos brazos, pero recibe una descarga directa. Al quedar paralizado por un breve instante, recibe otro par de golpes bien puestos. No logran moverlo de su lugar, pero sí aumentar la estática en su cuerpo. El tigre conecta un último golpe en su rostro, pero Noctis ni se inmuta. Lanza una mirada intimidante, llena de odio e ira.
—Oh…
Levanta la rodilla para golpearlo en el abdomen, dejándolo sin aire. Crea una lanza de energía oscura, pero Raikasai y Ketsi regresan, atacando cada uno por un costado. Decide patear a Tairo en el pecho, sacándoselo de encima para poder defenderse. Crea dos portales a sus costados, las aves los cruzan y terminan pasando de largo.
De sorpresa, ve que la tierra comienza a levantarse bajo sus pies. El guardián sale disparado de la tierra arrojando un golpe que apenas alcanzó a rozar el mentón de Noctis. Otro golpe que pudo haber acabado con él. Cuando el oscuro se dispone a contraatacar recibe una ráfaga de proyectiles débiles de energía, provenientes del joven agente.
—Tú…
Sin dejar que otra cosa suceda, tanto el guardián como Raikasai caen sobre Noctis. Uno sujetando un brazo y aplastando su espalda contra el suelo, mientras el ave clava una vez más sus garras en la otra extremidad y el hombro.
—¡Argh!
Noctis está por liberar una gran cantidad de energía de su cuerpo, pero es cubierto casi al instante por una enorme burbuja cuya agua brota del suelo. Ambos peleadores lo sueltan para no quedar atrapados también; solo la cabeza de Noctis queda libre. El oscuro identifica a Ketsi, controlando el agua a pocos metros con ambas manos bien extendidas en la tierra, luego ve a Tairo acercarse a ella.
El tigre pone su propia mano sobre la del ave, dejando salir estática. Juntos, logran crear un ataque que provoca los gritos del villano. El agua, electrificándose, pronto comienza a hervir. Es tan rápido, que en cuestión de segundos toda el agua pasa a ser vapor. Noctis cae al suelo a par de Ketsi, quien queda por completo agotada, apoyada en los brazos de Tairo. Pero no hay tiempo de cantar victoria, porque el oscuro pronto comienza a ponerse de pie, apoyándose en una pierna para burlarse:
—¡Je, je, je! ¡¿Eso es lo mejor que tienen?! ¡Ese fue su mejor golpe!
—¡No! —gritaron todos al unísono para luego retroceder, dando paso a un Arkezz que cae a solo un par de metros frente al oscuro. Rebosando de energía, tanta, que su pelaje brilla, pero no tanto como sus manos, donde se concentra la mayor parte.
—Este es nuestro mejor golpe —y sin más, deja salir un poderoso rayo, tan grueso como el cuerpo del licaón, sin darle tiempo de reaccionar.
En menos de un segundo, el rayo logra atravesar la isla completa, cubriendo su territorio también, pero sin causarle el mínimo daño, solo hiriendo al oscuro, cuya voz y gritos son absorbidos por la luz que ilumina la Isla Ángel completa.
El ataque completo tiene una duración de tres segundos, apagándose poco a poco. Cuando finaliza, Arkezz no puede sostener más sus brazos, dejándolos caer, para luego hacerlo él sobre sus rodillas. Tairo y Raikasai llegan para apoyarlo.
Frente a todos, está Noctis, tumbado en el piso, tratando de ponerse de pie, sin éxito alguno. Solo logra levantar la mirada, apoyándose con sus heridos brazos. Lo único que alcanza a ver, es al joven agente apuntando a su rostro con un arma. Antes de darse cuenta, está rodeado de agentes especiales.
—Noctis, quedas arrestado por los crímenes contra el pueblo equidna, el intento de robo de las siete esmeraldas del caos, y…
—No…
—¿Ah?
—No… Yo… Esto no puede ser…
Su mirada vuelve al suelo. Ambos ojos bien abiertos, solo uno puede ver. Su expresión refleja terror, sorpresa, impotencia; luego ira, decepción.
—Yo… no puedo… ser derrotado… Yo… Yo… mi propósito…
Su voz está cortada, ya se encuentra demasiado débil hasta para decir frases completas.
—Se supone… ¡Se supone que no puedo ser derrotado! Yo… Yo… ¡Yo soy…!
—Será mejor que te entregues y ya, Noctis. Si tienes suerte, pasarás la mitad del tiempo que te queda de vida encerrado en P.A.S.S.E
—¿Qué? No… No. No será así como termine.
Con lo último de energía restante, crea un portal bajo sí mismo y cae. El portal se cierra al instante.
—¡No!
—¡Maldición!
—¡¿A dónde fue?!
Arkezz parece ser el único que no está alarmado, y es porque puede sentir la energía de Noctis alejarse. El licaón abrió un portal lo más lejos que pudo, a solo medio kilómetro de la isla. Sin fuerzas para frenarse o flotar, sigue cayendo en picada, viendo cómo la Isla Ángel se va alejando de él, disminuyendo su tamaño hasta que desaparece en el cielo. Atraviesa un mar de nubes y, poco a poco, va cerrando sus ojos, hasta que…
—Se fue —dijo Arkezz, en medio de la confusión.
—¿Qué dices? —Tairo, alarmado.
—Ya no puedo sentir su energía cerca, solo… se fue.
—Maldición —el agente, frustrado—, debemos armar un equipo de búsqueda y… ¿ah?
Es interrumpido por el calor brindado por la luz solar que ahora ilumina toda la isla, ya en su punto más alto. Todos observan a su alrededor; el campo de batalla hecho un caos, los pequeños animales comenzando a salir de sus escondites, las aves cantando a la luz del día y el templo reducido a menos que ruinas, pero con la Esmeralda Maestra postrada sobre todo, llena de brillo y vida.
—Pues… parece que ganamos —comentó Tairo, con relajación en su voz, soltando un largo suspiro.
Las naves de apoyo aterrizan a los pocos segundos, brindando ayuda a los agentes debilitados en batalla. De una de esas naves…
—¡Arkezz! —gritó el mapache, corriendo hacia su amigo para saltar sobre él en abrazo, derribándolo— ¡Por poco creí que no lo lográbamos! ¡Maldita sea! ¡Estaba demasiado nervioso!
Antes de que siguiera hablando, el dingo lo empuja hacia atrás mientras se queja, adolorido.
—Agh…
—¡Ahh! ¡Lo siento! ¿Estás…?
Y el chico levanta un pulgar en afirmación. Todos comienzan a reír.
La batalla por fin terminó. La historia lo ha demostrado incontables veces. Siempre que una nueva amenaza aparezca, héroes surgirán para frenarla, defendiendo su tierra, su mundo. Es la ley de la vida, una balanza celestial que ha mantenido al universo en equilibrio desde épocas inmemoriales.
Con la llegada de un nuevo día, y la oscuridad que aterrorizaba a toda una civilización de equidnas eliminada, por ahora; todo el pueblo puede salir de sus casas, agradecidos porque todo salió bien, y podrán gozar de un día más de paz y armonía.
Todo ha salido bien ahora. El Equipo Especial regresa las siete caos a los equidnas, ofreciendo también ayuda para reconstruir el templo, quién sabe por cuántas ocasiones ya, pero los orgullosos guerreros rechazan el ofrecimiento. Lo mismo pasa por la cabeza de todos, no es la primera vez que lo hacen y seguro tampoco la última.
Muchas naves fueron destruidas en el combate, pero las pocas que quedaron completas pudieron repararse, brindando transporte a todos los foráneos del lugar. Fue una larga mañana de agradecimientos, promesas, risa, anécdotas del pasado de la isla y poco más. Como último agradecimiento por la ayuda de los chicos, el guardián promete que habrá un lugar para ellos en las paredes del nuevo templo, espera con ansias que lleguen a verlo.
Sin más cosas por hacer, y los equidnas comenzando de inmediato la reconstrucción del templo, las naves comienzan a despegar. En una de ellas, cruzando miradas con los chicos, está el equipo enviado a la isla desde un inicio, parecen avergonzados, un poco humillados, desvían las miradas apenas se dan cuenta. Luego las compuertas se cierran.
La vista aérea de la isla es asombrosa ahora que no hay más preocupaciones o pendientes. La ciudad de los equidnas está completamente hecha de roca. Las casas, las calles, los pequeños comercios, algunos kioscos para descansar. Alrededor está la interminable jungla, conformada por infinidad de árboles, palmeras, pequeñas montañas y cerros, cascadas, larguísimos ríos y lagos que terminan en los límites de la isla, cayendo al vacío para convertir toda esa agua en vapor en la atmósfera.
El viaje de regreso a tierra es un poco más largo, pero más ameno a la vez. Los chicos aprovechan esta oportunidad para conocerse un poco mejor, hablando solo de cosas triviales. De vez en cuando aquella joven águila intenta unírseles, pero los demás agentes lo ocupan en cada ocasión para llenar informes y demás cosas.
En solo un par de horas regresan a la ciudad. Numerosas naves salen y entran al edificio del Equipo Especial todo el tiempo. Cuando aterrizan dentro y bajan de la nave, lo primero que ven es a un líder esperando explicaciones de un cierto agente rebelde, quien ríe con algo de nervios.
Luego de largas horas de explicaciones e historias, los chicos reciben una recompensa en créditos y son libres de irse. Los créditos son una moneda electrónica universal que todos pueden tener una vez llegados a la mayoría de edad.
El joven águila los acompaña hasta la salida, donde el automóvil de Tairo sigue estacionado con unas cuantas multas en las ventanas.
—¡¿Qué?! ¡Debe ser una broma!
—Lo siento, Tairo. Todo el estacionamiento alrededor del edificio es solo para asuntos del Equipo Especial. Ustedes eran más bien un grupo de "metiches", o así los llaman algunas veces.
—"Metiches", ¿ah? —Ketsi, un poco ofendida.
—Bueno, chicos, eso fue todo. Vencimos, y no lo hubiéramos logrado sin ustedes.
—No fue nada —Raikasai, hablando con pretensión antes que nadie—, la próxima vez que necesiten ayuda, solo llámennos, es obvio que les hacen falta unos cuantos Seres Especiales ahí.
—Raika…
—No te creas la gran cosa solo porque fuiste quien más daño le causó a Noctis. No hubiera sido así de no ser por la ayuda de tu equipo y porque mi brazo está roto ahora.
—Hubiera sido igual aun con tu brazo bueno. Pero… no lo hiciste nada mal, pelear sin un ala no es algo que cualquier ave haga, te respeto por eso.
Chocan puños. Los demás se despiden igual para luego subir al vehículo multado.
—Ah, ¡oye! —gritó Ketsi al agente antes que regresara dentro— ¡Nunca nos dijiste tu nombre!
—Oh, ¡rayos! ¡Es cierto! Qué torpe fui, je, je. el nombre es Zenoka… Igusu Zenoka.
—Igusu… Je, je. ¡Espero nos veamos de nuevo algún día!
Todos sonríen, excepto Raikasai, por alguna razón.
Y así, los chicos comienzan el viaje de regreso a Silversoun City. El inicio del camino es callado, todos están exhaustos, Tairo es quien tiene más energía, por lo que puede conducir un poco más. El silencio se rompe cuando Michael comienza a leer los mensajes del grupo.
—Je, je. Chicos, miren, comienzan a hablar de nosotros.
—Así es como debe ser —dijo Raikasai—, espero que haya quedado claro quiénes son los mejores aquí.
—Ay. Creo que están siendo un poco malos con aquel equipo —Ketsi, un poco angustiada—, no lo harían si hubieran conocido a Noctis.
—Oigan, ¿cuánto tiempo creen que tarden en reanudar el torneo?
—Descuida, Tairo, seguro todo seguirá como lo planeado. Por cierto, chicos, ¿aun participarán?
—¿Bromeas, mapache? ¡Estoy en mi mejor forma! Por supuesto que participaré, aunque… quizá necesite un masaje, o algo.
—Creo que puedo ayudarte con eso, Raika. Por cierto, me pareció ver que alguien se levantó para seguir peleando luego de que me golpearan.
—¿Eh?
Esto capta la atención de todos.
—No sé de qué estás hablando.
—Claro que sí. Noctis te había derribado, yo subí para seguir la pelea, pero me hizo añicos. Cuando lo viste, te incendiaste como nunca y volviste a elevarte.
—Vaya, vaya —el mapache burlón.
—¿Quién lo diría? —Tairo, con la burla un poco más disimulada.
—¿Uno de fuego con una de agua? ¿En serio?
—¡Cállate, Arkezz! ¡Cállense todos! ¡Así no fue como pasó! Ustedes… ¡están malinterpretando las cosas! ¡De verdad!
—Claro que sí —dijeron el resto al unísono.
—Je, je, je. Creo que también participaré en el torneo de todos modos. Siento… Siento que lo necesito, quiero aprender a ser más valiente en batalla. Debo dar todo mi esfuerzo, aunque no llegue muy lejos.
—Igual participaré —habló el tigre—, creo que de todos modos me faltó un poco de acción sana. Y necesito sacarme de la cabeza el haber sido poseído.
—¿Y bien, Arkezz? ¿Qué hay de nosotros? ¿Participaremos este año?
—Yo… creo que no.
—¿Ah?
—¿Oh?
—Arkezz, ¿por qué? Creo que seguro llegarías lejos, si no es que ganas.
—Lo siento, Ketsi, chicos. Creo que ya tuve suficiente. Estoy realmente cansado y… con todo lo que pasó, ya no me emociona tanto la idea.
Michael, viendo a Arkezz hablar, no puede evitar sonreír. Agacha la cabeza para disimularlo.
—Pero el próximo año tal vez me anime. No poder vencer a Noctis en un uno contra uno me hizo darme cuenta de que, aunque me llamen prodigio, no puedo confiarme, debo seguir entrenando, esforzarme incluso más que los otros para poder ganar. Porque, de no haber sido por ustedes, seguro ese tipo habría acabado conmigo.
Sin mucho más qué decir, todos sonríen.
—Pues más te vale. Te quiero ver el próximo año mucho más fuerte, así valdrá la pena si nos toca enfrentarnos.
—Ay, Raika…
—¿Qué?
Al día siguiente, Arkezz y Michael terminan de empacar sus cosas temprano para volver a casa.
—¿Estás seguro que no quieres que participe? Quizá todo aquello me haya servido de buen entrenamiento.
—No, ¿no viste la golpiza que ese tipo te estaba metiendo? Definitivamente no estás listo.
—¡Oye!
—Además, sé que de verdad no quieres hacerlo.
—¿Ah?
—Siempre supe que no querías ser un luchador, Arkezz, supongo que me he dejado llevar por que le diste una oportunidad a esto. Podemos retirarnos del mundo de las peleas, si eso quieres.
—Michael…
—Después de todo, creo que al fin tuviste lo que querías. Alguna vez dijiste que querías usar tu poder par algo más, ayudar al mundo de alguna forma. Ahora sabes que puedes hacerlo. Je, je, estoy seguro que nuestros padres están orgullosos y nos esperan con algo para celebrar, sobre todo los tuyos.
—Je, je…
—Bien. Ya está todo empacado, es hora de irnos.
—Michael…
—¿Qué? Vamos, no pienso perder el vuelo, Arkezz.
—El próximo año.
—¿Eh?
—El próximo año lo intentaré. Te has preparado mucho para poder asistirme, sería una pena dejar todo eso de lado, así que participaré el próximo año.
—¿En serio? Espera, realmente ¿por qué quieres hacerlo?
—Ya te lo dije, es porque has estudiado tanto sobre los Seres Especiales estos años… Bueno, también es porque sé que es la mejor manera de volverme más fuerte.
—¿Oh?
—Ya sabes, el hecho de que alguien como Noctis haya aparecido ahora significa que los tiempos de paz podrían acabar pronto. Si puedo hacer algo para seguir protegiendo Mobius, debo prepararme, y los combates de seguro me ayudarán.
—Je, je, je. Arkezz, siempre supe que terminarías queriendo convertirte en un héroe.
—Eh… No tanto así como un héroe, en realidad…
—Bien, lo intentaremos el próximo año —habló con gran felicidad, extendiendo su puño hacia el dingo, quien pronto responde chocando el suyo.
Es el año 2971, han pasado siglos desde aquel mundo que conocíamos y, en ese tiempo, una infinidad de cosas cambiaron. Ahora, una nueva generación de mobianos, Seres Especiales, criaturas con poderes asombrosos que antes no conocíamos, saben que sus tiempos de paz están por acabar, pero están listos. Listos para defender su hogar, su planeta llamado Mobius. Así es como comienza la historia de la generación dorada.
Mobius
Generación Dorada
Primer Arco
Mundo de luz