Notas de la autora: Lo sé, lo sé. Esta publicación llega muy tarde. Lo siento. Pero mis musas se pierden a veces y por algún motivo, esta historia ha tomado vida propia y se ha desviado un poco de su rumbo feliz y alegre que quise darle en sus inicios. Creo que es por toda la mierda que estoy viviendo este año tanto a nivel familiar como laboral y claro, que estemos en plena crisis del Covid 19 tampoco ayuda… pero no quiero ponerles excusas o seguir pidiendo perdón por el retraso. Les dejo este capítulo escrito desde el punto de vista de nuestro lobo. Les advierto, que ha tomado posesión de mí de nuevo… espero que les guste y hablamos al final. Gracias de nuevo por su gran apoyo y sus comentarios. Que me hayan echado de menos, me ha animado a seguir. Gracias.

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Mi Fan número 246

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Capitulo veintidós

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Cuando el blanco se convierte en negro y el color no existe

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Miré a mi familia por encima de la mesa. Mis cuatro hermanas comían en silencio. Eso de por sí, ya era algo sin precedentes. Pero si le sumábamos el hecho de que mi madre sonreía, el resultado sólo podía ser el fin del mundo. Tomé un poco de agua y seguí peleándome con mi ternera Yagyu. La puerta del salón comedor del piso de Tokyo se abrió y uno de los mayordomos entregó unos papeles a mi madre. Vi el logo de un bufete de abogados muy caro de Hong Kong y adiviné lo que se me venía encima. No es que no supiera que ese momento llegaría.

- Necesito que me escuchen un momento. Dejen de comer y guarden silencio hasta que termine. ¿Comprendieron?

Mis hermanas obedecieron rápidamente, pero yo me lo tomé con calma. Me llevé otro trozo de ternera a la boca y noté como toda la mesa esperaba por mí. En parte era divertido ver como la vena de la frente de Ieran Li se hinchaba por momentos. Pero pensé que era mejor no provocarla (aún) y dejé los cubiertos a un lado.

- Bien. Estos papeles que me acaban de llegar son parte del acuerdo de divorcio con vuestro padre – mis hermanas reaccionaron exageradamente, pero yo ni siquiera moví un músculo. - ¿les sorprende? No sean tontas, no destapé todo ese escandalo porqué sí. Me convenía.

- ¿Tú avisaste a la prensa, mamá? – los ojos de Ieran fulminaron a Fuitei y esta se calló al Instante.

- Pues claro que lo filtré yo. Hacía años que lo sabía. Esperaba el momento oportuno. Y cuando vuestro padre me presentó hace seis meses una propuesta de divorcio, utilicé mis armas y organicé mi estrategia. El muy idiota ni siquiera se supo preparar – crucé mis brazos. Digno de mi madre. Llevaba meses maquinando esto. Acabó con las empresas de esa mujer para demostrar que tenía poder sobre ella y industrias Li y puso en jaque a mi padre. Luego se preparó para que él pidiera el divorcio y ella liberó el escándalo para poder alegar infidelidad y pedir más dinero – Gracias a mis investigadores y mis contactos, vuestro padre obtendrá lo que quiere, pero yo también.

- Algo me dice que son cosas muy distintas… - mi madre levantó una ceja ante mis palabras, pero me sonrío. - ¿Él se libra de ti y tu te quedas la mitad de sus bienes?

- Mejor, mi amado Xiao… mucho mejor. – fruncí la mirada y esperé a que continuara. – Él se queda a esa mujer boba y tú toda la corporación Li a los veintiún años. – mis hermanas me miraron, asombradas. Pero yo ya sabía que eso era una cortina de humo.

- Y mi tutor legal, será quien maneje industrias Li hasta dicha edad. – Ieran tiró los papeles en mi dirección.

- Eso es correcto – mis hermanas miraron esos papeles como si toda su vida dependiera de ese momento. Y en cierto modo, así era. - Estos son los papeles de la custodia. Tus hermanas son mayores de edad y no tienen acceso a las acciones de la empresa por ser mujeres. Aquí lo único que está en juego es quién será tu tutor legal hasta que cumplas los veintiún años.

- Tú también eres una mujer. No tienes derecho a acciones.

- Es cierto, pero tengo la suerte de ser la madre del heredero y eso me da ciertas, ventajas. Te he educado para esto. Así que sé que entiendes mi punto.

- ¿Vas a decir que te lo debo?

- No. Te voy a decir que no tienes alternativa. – me lanzó un bolígrafo y miró a sus hijas con una mueca extraña - El futuro de tus preciosas hermanas depende de ti ahora. Si este acuerdo se firma, yo tendré el control de industrias Li hasta tus veintiún años. Tus hermanas seguirán trabajando en las empresas y cobrando grandes sumas por su… esfuerzo, si se puede llamar así. Y cuando tomes el control serás el propietario de industrias Li y su accionista mayoritario. Me ocuparé de ello. Nadie podrá robarte tu poder y tomarás todas las decisiones.

- ¿Y papá?

- Tendrá una pensión y parte de los beneficios de la empresa. Tú te comprometes a ello al firmar este acuerdo.

- Entiendo. ¿Y cómo has cubierto tu espalda para que no te expulse de la empresa en cuanto sea mía? - Ieran sonrío de lado y se recargó en la mesa.

- Me gusta tu actitud, ni siquiera pareces afectado. Al final será verdad que te pareces a mí.

- No me has respondido.

- Es cierto. Pero quiero que entiendas una cosa, hijo. No pretendo dirigir las empresas de una familia que no es la mía. No soy tan patética. Quiero que industrias Li siga siendo de los Li, es decir, tuya. Pero las usaré en mi beneficio para aumentar mi fondo monetario y puede que invierta en algunas empresas a las que pondré mi nombre. Tengo muchos contactos y algunos preacuerdos. No tengo que darte más detalles. Sólo te digo que no afectará el estado actual de empresas Li.

- Entiendo. Y supongo que si no acepto y hago que papá sea mi tutor legal….

- Lo llevaré a juicio y dejaré que algunos secretos de industrias Li salgan a la luz. Secretos escabrosos que hundirán empresas enteras. Puede que tu padre y tú seáis lo suficientemente listos como para salir de ello sin arruinaros del todo… puede que no… pero si pudiera apostar, diría que mis secretos hundirán a los Li. Y eso os incluye a ti y a tus hermanas. Y a miles de trabajadores que perderán su trabajo en cuanto lleves el imperio Li a la ruina.

- ¿Lo lleve "yo" a la ruina?

- No seré yo… no soy una Li. O al menos ya no lo seré en cuanto este divorcio se firme- cerré los puños con fuerza y miré a mis hermanas. Temblaban como hojas al viento. Fueron criadas entre algodones, alejadas de los males del mundo. Mi madre decía que eran unas muñecas tontas incapaces de valerse por si mismas. Y aunque siempre me habían querido y eran buenas conmigo (aunque muy ruidosas) sabía que no sobrevivirían a un escándalo así. Ni llevarían bien caer en bancarrota. Así que solté un suspiro y tomé los papeles.

- Voy a leerme esto y hablaré con papá. – Ieran se recargó en el asiento y me miró con un toque de burla.

- Papá… siempre le has llamado así cuando estamos en familia.

- ¿Y?

- Nunca oí de tus labios que me llamaras "mamá". No al menos desde los dos o tres años.

- ¿Te sorprende? – negó con la cabeza – Era papá quién venía a acostarnos por las noches o Wei, si él tenia mucho trabajo y se quedaba en la oficina.

- ¿Trabajo? ¿Crees que por eso llegaba tarde por las noches? – Mi madre se río sarcásticamente y me lanzó otra carpeta. – Ahí está toda una vida de mentiras, mi querido hijo. Verás lo que hacía tu padre las noches que no te tapaba con la mantita y te daba arrumacos. Puede que así comprendas porqué no me importa hundirle la vida.

- Y la nuestra de paso – Ieran Li se irguió sobre sí misma y apoyó las manos en la mesa mientras me miraba, retadoramente.

- Lo que me hace tan buena en los negocios Xiao, es que calo a las personas. Sé a quién tengo que poner en jaque en esta situación y no es a tu padre.

- Es a mí… - asintió

- Y te conozco mejor que nadie porqué a pesar de que nunca te lo puse fácil, no te quité ojo ni un solo día de tu vida. Sé todo de ti. Sé quien te traicionó, quien te hirió y quién te abrazó. Sé a quien amas y quien puede hacerte más daño. Y sé… quién será tu siguiente decepción. Y algo me dice, que será pronto.

- ¿Te refieres a alguien a parte de ti?

- Hijo, eres como yo en muchos aspectos, pero lo que nos diferencia a ti y a mí, es que a mí no me importa pisar a quien haga falta para protegerme. Pero tú jamás serás egoísta ni pondrás tu felicidad por encima de la de tu familia. Aceptarás ese trato. Por tu padre, por tus hermanas y por los miles de trabajadores que perderán su empleo y que tienen sus propias familias esperándoles en casa.

- Esa amenaza ya me la hiciste una vez, la noche que me hiciste traer a Sakura a esa estúpida gala benéfica. Esa noche me quedó muy claro que eras una bruja – Ieran hizo una mueca con los labios y frunció la nariz.

- Puede… pero no he luchado tanto en mi vida para perderlo ahora. No te quiero ningún mal, eres mi hijo y a mi modo, te quiero. Y también quiero a tus hermanas.

- ¡Y una mierda! ¡Nos llevarías a la ruina solo por venganza! Pero ¿sabes qué? Si lo hicieras, te hundirías con nosotros.

- Oh, claro que no. Yo tengo mi bote salvavidas. Es algo que debes aprender en la vida lo antes que puedas, mi precioso hijo. Tener siempre un plan B, un plan C y todos los planes que puedas. Ten siempre tu bote salvavidas listo, Xiao Lang.

- ¿Tu bote? ¿Qué bote? Es un maldito farol.

- Ponme a prueba, si quieres… arriesga tu vida y la de tus queridas hermanas. Vive pobre y trabaja de abogaducho si es que alguien quiere contratarte cuando termine con tu buen apellido y lo arrastre por el fango.

Había mantenido la cordura hasta entonces, pero los sentimientos empezaban a ganar la partida y poco a poco las heridas que me habían causado en el pasado se iban abriendo. Sabía quién era mi madre. ¿Quería saber también quién era Hien Li? Miré la carpeta en mis manos. ¿Qué secretos había guardados en ese expediente que había recopilado la bruja de mi madre durante años?

- ¿Y bien? ¿Qué vas a hacer?

- Lo que te he dicho. Me leeré la documentación y hablaré con "papá" – una sonrisa sádica se dibujó en su rostro y la vi levantarse con lentitud y parsimonia.

- Lo comprendo. Tienes quince días. Ni un día más, ni un día menos. O sacaré mi artillería.

- Me parece justo.

- De acuerdo. Hijas, pueden terminar de cenar y volver a china. Ya no tienen nada que hacer aquí.

- Pero, madre… todo esto… no es justo. ¡Nosotras también tenemos derecho a opinar!

- ¿Derecho? No me hagas reír, Sheifa. Ustedes decidieron vivir ajenas al negocio. Eligieron carreras absurdas como literatura inglesa o pintura. Vivieron gastando en ropa, maquillaje y viajes por todo el mundo. Escogieron novios y maridos pomposos e idiotas. Si queréis opinar, que sea para decirle a vuestro hermano que firme esos papeles y os salve de la bancarrota. Las veré en casa cuando todo esto termine y les diré cómo ha terminado.

- ¿Y tenemos que quedarnos sentadas viendo como deciden nuestro futuro? – Fuutie se levantó, indignada y se atrevió a alzar la voz a su madre por primera vez en su vida.

- Mi preciosa y tonta niña ¿Acaso no han hecho eso desde que nacieron? – la boca de Fuutie se abrió y se cerró, pero lo cierto es que no tenía argumentos para responder a eso. Nunca se preocuparon por la empresa. Puede que yo tampoco lo hubiera hecho si no me hubieran obligado. No las culpaba. Pero eso las convertía en carne de cañón. En víctimas de las decisiones de otros ¿Injusto? Puede… pero nadie las obligó a ser así. ¿no? O puede que sí. Cómo a mí me obligaron a ser… así.

- ¿¡Vas a permitir esto Xiao Lang!? – miré a Feimei y suspiré.

- Cómo he dicho, leeré los papeles y hablaré con papá. Luego tomaré una decisión. La que considere mejor. Madre me ha cargado con esta mierda y me guste o no, seré yo quien decida.

- Pero…

- Déjenlo, chicas. Xiao Lang nos ama y nunca permitirá que nos pase nada. Confíen en él. Se lo ha ganado. Yo confío en mi hermanito

Miré a Fanren y vi que sus palabras no eran un ruego, ni siquiera las creía de verdad. Había jugado su carta frente a mi madre dándole la razón. Me estaba diciendo, que si era una buena persona, pensaría lo mejor para nuestra familia. Me estaba retando a que demostrara que era mejor que mi madre. No me digné a contestar. En vez de eso cogí, el teléfono que llevaba horas vibrando en mi bolsillo y les di la espalda.

- Eriol, no es un buen momento.

- Para ti nunca lo es. Sólo quería recordarte que en tres horas empieza la fiesta y estaría bien que fueras a recoger a tu novia e hicierais una entrada triunfal – cerré los ojos y maldije en voz alta – Vamos, no me jodas… ¿lo habías olvidado?

- No es que tenga días muy tranquilos últimamente. – noté la mirada de mis hermanas sobre mí y vi como mi madre salía por la puerta aún con esa sonrisa de victoria en su cara. – Mira Eriol, no sé si es el mejor día para una fiesta…

- Oh, no… no me seas capullo. Tomoyo y yo llevamos planeando esta locura de fiesta toda la semana. Hemos invitado a medio instituto dejando de lado a todas las locas seguidoras de Hatsuperra. Pero si tu no te presentas y dejas a la invitada de honor abandonada, todo esto no servirá de nada. Es más, irá en su contra. Así que venir no es una opción. Hazlo por Sak.

Rodé los ojos y apagué el maldito teléfono. No quería más interrupciones en lo que me quedaba de vida. Piensa en tu familia, piensa en lo que es mejor para la compañía y sus trabajadores, todos dependen de ti… ¿Y ahora Eriol me pedía que me sacrificara también por Sakura? Joder… que me dieran un puto respiro.

- No vas a ir ¿verdad? – miré a Sheifa y cogí los papeles que estaban en la mesa. – Nos vamos a sentar y a discutir esto. Nosotras también queremos ver esos expedientes.

- Pídeselos a madre. Me voy.

- ¿A la fiesta? ¿Tienes nuestro futuro en tus manos y te vas a una fiesta? – abrí uno de los armarios del mueble bar y tomé un par de botellas de Sake. Mi padre tenía un paladar fino, y al parecer lo había dejado todo bien abastecido antes de dejar el piso. - ¿Y te llevas alcohol? ¡Tienes diecisiete años!

- Cómo si mi edad importara ahora. Nadie debería tomar semejante decisión a mi edad. Pero aquí me tienes. Con mi madre amenazándome, mis hermanas exigiéndome y mi padre retozando en la cama con una rubia de bote. La vida es dura para todos. Así que me llevaré el sake y me iré a esa fiesta con mi novia pobre a la que jamás podré tener. Y si les molesta… ya han oído a madre. Hagan lo que han hecho toda su vida. Váyanse de compras. Yo me ocuparé de que sus tarjetas de crédito sigan operativas.

- ¡¿Cómo te atreves a hablarnos de ese modo?! ¡Siempre te hemos apoyado y te hemos cuidado! – no pude evitar reírme.

- ¿En serio? Y dime Feimei… desde que madre nos ha soltado la bomba… cuantas veces te has preguntado ¿cómo lo estará pasando nuestro hermano? ¿Cómo será tener semejante responsabilidad sobre los hombros para un crío de diecisiete años? ¿Llevará bien la presión? ¿Estará dolido por saber que sus padres son unos arrastrados? ¿Tendrá que llevar todo el maldito imperio Li él sólo, aunque jamás lo quiso? ¿Le gusta lo que estudia? ¿Le gusta que le sigan a todas partes, lo controlen a todas horas y que le obliguen a estar siempre entre los tres primeros de su curso? Joder Feimei ¿me has llamado alguna vez desde que estoy en Tomoeda? ¿Te has preocupado por cómo y donde vivo?

- Yo… sé que nuestros padres no dejarían que te pasara nada…

- ¿En serio? ¿Esos padres?

- Mira, madre sólo te pone a prueba. No creo que ella permitiera que nos pasara nada malo… así que tú solo… haz lo que ella quiere y ya.

- Por dios Feimei… mira, si eso es lo que crees, no debes estar preocupada. Si realmente crees que madre jamás permitirá que te pase nada malo, no importa lo que yo decida. ¿no? Ella se ocupará de cuidaros.

- Pero…

- Me voy. Al parecer aquí sólo estoy perdiendo un tiempo precioso. Ya las avisaré de lo que decida, o sino lo hará madre. – caminé en dirección a la puerta con un humor de perros y la abrí, pero justo cuando iba a salir por ella la voz de mi hermana Fanren me paró.

- Xiao, sólo una cosa – me giré, aguantándome las ganas de gritar y esperé a que siguiera – Te has pasado años diciendo que madre era una mala persona. Fría, despiadada y egoísta.

- Sí. ¿Acaso ahora no lo ha demostrado?

- Lo ha hecho. Pero también dijiste, que jamás serías como ella. Dijiste, que antes te cortarías una pierna a dañar a las personas que amas por puro egoísmo. – fruncí los ojos de nuevo – Sé que ahora estás enfadado y dolido. Pero recuerda que somos tu familia y que tampoco nos merecemos esto.

- Eso es muy cínico, incluso para alguien como tú, Fanren.

- No puedo culparte si lo ves de ese modo. Tú siempre te quejas del destino que te ha tocado, pero al menos, tú puedes decidir. ¿Y sabes porqué? No es porqué seas inteligente, ni bueno. Puedes elegir porqué naciste con el sexo correcto entre las piernas. – caminé unos pasos en su dirección, sintiendo como el ácido de mi estomago subía hasta mi garganta.

- ¿Crees que he decidido algo en mis putos diecisiete años de vida? ¿crees que no me gustaría estudiar estupideces y pasar el tiempo de fiesta con mis amigos? ¿Crees que me gustaba hacer cinco horas extraescolares al día y tres deportes distintos? ¿Crees que es divertido ir a reuniones de empresa cuando ni siquiera te ha crecido pelo entre las piernas? ¡No seas hipócrita!

- Sí crees que diecisiete años de clases, cursos intensivos y entrenamientos han sido duros, imagínate el resto de tu vida con la losa de un apellido derrocado. Con el escándalo y las deudas al cuello. Imagina como será tu vida y la culpa que sentirás si te arrastras al fango y a nosotras contigo.

- ¿Es una amenaza?

- No, hermano… sólo quiero que dejes tu rencor y tu odio a un lado y tomes una decisión fría. Eres de sangre caliente, como papá… pero ahora necesitamos que uses la mente fría de mamá y tu buen corazón. ¿vale?

- No, Fanren. No vale. En todo ese discurso sólo he oído una cosa. Nuestra familia, nosotras… el apellido. ¡¿Y yo dónde quedo?!

- A veces, tenemos que sacrificarnos para que la mayoría pueda ser feliz.

- Qué fácil es decir eso cuando son otros los que se sacrifican.

Caminé veloz en dirección a la puerta y la cerré de golpe tras mi estela. Las lágrimas empezaban a acumularse en mis ojos. Toda mi familia era una porquería. Todos unas putas manzanas podridas. Él único ser que me inspiraba confianza o al menos algo de aprecio era mi padre y ahora me daban la puta caja de pandora para que la abriera. ¿Quería descubrirla? ¿Quería hundir el único pilar que aún me sostenía?

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El paseo de tres horas en mi moto me relajó los músculos y despejó la mente. Teniendo en cuenta que nos encontrábamos a finales de enero y que la temperatura había caído a cinco grados, era más que lógico que mi cabeza se hubiera enfriado. Aún así no lograba quitarme el malestar de la reunión con mi "adorada familia"

Me había preparado para esta situación en cuanto supe que mis hermanas habían llegado a Tokio. Sólo había un motivo de peso para traer a esas cuatro aquí. Pero aún así, me sentía decepcionado. Más de lo esperado. Ni siquiera Feimei se había preocupado por mi. Todas parecían muy ocupadas luchando por no perder lo que tenían. Cómo si fuera su derecho sólo por haber nacido con el apellido Li. ¿Qué se creían? ¿Qué las empresas se administraban solas? Ojalá esa estúpida norma del heredero barón no existiera. Si ellas hubieran sido criadas como yo, ahora podría apartarme de todo esto y dejarle la responsabilidad a alguien que la quisiera. ¿Por qué tenia que dirigir todo un conglomerado de empresas a mis putos veintiún años? ¿Por qué mi estúpido padre no luchaba por su negocio y pensaba en sus hijos? ¿Todo por esa mujer?

Aparqué mi moto frente a la casa de Sakura y miré el pequeño maletero que llevaba en la parte trasera. Las carpetas con los papeles del acuerdo y la información de mi padre seguían allí. Intactas. No me había atrevido a abrir ninguna de las dos. Ya lo haría en otro momento, cuando no sintiera un nudo en la garganta ahogándome.

- ¿Sabes que llegas tarde? - levanté la vista y vi su figura apoyada en el umbral de la puerta. Sakura sonreía toda envuelta en un abrigo rosa. Le sentaba muy bien el frío. Se le coloreaba esa naricita suya y su corta melena se ondulaba. Parecía una niña esperando su taza de chocolate caliente con nubes.

- Ya sabes lo que dicen. Lo bueno se hace esperar - sin darme cuenta, sonreí. Una sonrisa de verdad, no otra de esas falsas que últimamente me obligaba a llevar pintadas en mi cara. – sus pies bajaron los escalones dando pequeños saltitos y llegó a mi lado abrazándose por el clima.

- ¿No podemos ir en un taxi o algo? Ahora mismo ir en moto no me parece la mejor opción…

- ¿Por qué? Bajo ese enorme abrigo veo unos tejanos. No es que lleves un vestido de cóctel.

- Oh, joder. Ni siquiera sé que es eso. – solté una risa suave y miré el cielo. Estaba oscureciendo y parecía que iba a llover en cualquier momento.

- Está bien, tú ganas.

- Oh, puedes dejar tu "ninja" en mi garaje. Espera, lo abro en un momento.

- Ok, pero antes deja que llamé a un taxi. – Sakura se mordió el labio con una mirada traviesa y levantó los hombros. - ¿Ya has llamado a uno? ¿Y si hubiera dicho que quería ir en la moto?

- Pues… ¿nos hubiéramos visto en la fiesta? – levanté una ceja – oh, vamos. Sabía que no me dirías que no. – la vi levantar la puerta manualmente y reí por el esfuerzo que parecía llevarle.

- ¿Te ayudo?

- Puedo, tranquilo. En invierno cuesta más. – a pesar de su negativa, la ayudé a levantarla y noté que necesitaba un poco de aceite.

- ¿Sabes que existen motores para estas cosas? Aprietas un botón y la puerta se levanta solita. – Sus ojos me miraron con fastidio.

- ¿Sabes que para aquellos humanos que no tienen toda una fortuna a sus pies hay una palabra muy común que usamos para decidir dónde invertir nuestro dinero?

- ¿A sí? ¿Y cual es?

- Prioridades. No nos servirá de nada que la puerta se levante sola si se nos estropea la calefacción en pleno invierno y no tenemos ahorros para arreglarla. ¿Verdad? – Sakura se sentó en una caja llena de pegatinas de flores y lacitos rosas. - ¿No vas a entrar la moto?

- Sí, claro. Pero antes… ¿me dices que hay en esa enorme caja? – ella miró abajo dándose cuenta de dónde había dejado descansar su trasero e hizo una mueca infantil. Quise comerme esos labios a besos y olvidarme de todo mi mundo por una hora.

- Oh, no quieras saberlo. Es de Tomy. De pequeña adoraba diseñar trajes de fantasía para mí. Eran tan aparatosos y vergonzosos – tiré de ella con fuerza y le pedí permiso con los ojos para abrirla. – Tú mismo, si luego tienes pesadillas no será culpa mía.

Abrí la caja entusiasmado y la visión de un montón de trajes de colores llamativos me dejó casi ciego. Cogí uno color verde con mis dedos y la miré, pasmado.

- ¿Esto es un traje rana?

- Oh, sí. Y no es el mas extraño. – removí un poco más y cogí uno de lana que parecía muy calentito. – De oveja. También hay uno de gata en color rosa y creo que en una ocasión me visitó de conejo… Y de hada, de Alicia en el país de las maravillas… algo que parecía un chubasquero raro…

- Por favor… que haya fotos...

- Peor, videos. Me grababa a todas horas. – Solté la ropa y caminé hacía ella cogiendo sus manos entre las mías y mirándola con ojitos desorbitados

- Dime que me dejaras verlos. – Sakura soltó una risa por mi actuación de niño caprichoso y cerró la caja de un solo manotazo.

- Oh, no. Ni muerta.

- Entonces se lo pediré a Tomy. – Me fui a buscar la moto y la oí gruñirme.

En cuanto le di la espalda y volví al frío de la tarde, el recuerdo de la comida con mi estúpida familia me vino a la cabeza y el buen humor desapareció de nuevo. Ni siquiera podía distraerme más de cinco minutos. Era una maldita tortura. Cargué la moto y volví al garaje. Noté que Sakura me analizaba con los ojos y fingí seguir de buen humor.

- Bien. ¿Dónde la dejo?

- Oh, a ese lado. Papá vendrá luego y necesitará este hueco para el coche.

- Ya veo – aparqué la moto dónde ella me indicó y vi otra caja. Esta era más pequeña, pero sin duda tenía la marca registrada de su dueña. Me acerqué para abrirla y ella me lo impidió con sus manos.

- ¿Qué haces?

- Oh, perdona. Sólo me llamó la atención. Es tuya ¿no?

- Pues sí, pero no te he dado permiso para mirar mis cosas – me crucé de brazos y levanté una ceja.

- Pero sí para ver las de Tomoyo. – vi como se sonrojaba y de nuevo no pude evitar reírme. Era tan sincera y fresca. Joder, cómo quería ocupar todos los minutos de las horas de mis días con su presencia. ¿Sería feliz así?

- Oh, vale. Esta bien… eres un metiche. – se apartó, fingiendo un berrinche y yo al fin sacié mi curiosidad. Y abrí los ojos de puro asombro.

- Esto son… ¿son todos tuyos? – Sus ojos barrieron el interior de la caja y asintió con pesar. Había visto la nostalgia dibujada en sus ojos más de una vez, pero ahora era abrumadora – Hay un montón de premios… equitación, artes marciales, atletismo… ¿No dijiste que no habías estudiado artes marciales?

- Y no lo hice. Touya me enseñó. Tomy pensó que era buena idea inscribirme a un concurso amateur y… gané una medalla.

- No ganaste una medalla, quedaste primera. Y otros años también. Joder, hasta hay premios en natación y… ¿tiro con arco? - Sakura se encogió de hombros.

- Yukito es aficionado y muy bueno, así que… - noté algo nadando en mis entrañas. Así que era eso. Yogurcito era bueno con el arco.

- Ah…

- Si bueno. También hay alguno de las animadoras, pero los premios importantes para esa categoría son en la universidad… así que… tendré que olvidarme de ellos. De cualquiera desde ahora, supongo - Sakura cerró la caja de nuevo y quiso levantarla para dejarla en una estantería. Pero pesaba mucho, así que la ayudé, vigilando que no se hiciera daño. La miré y noté que se había puesto triste, por mi culpa.

- Lo siento, no quise…

- No importa. Es mi pasado y fui muy feliz viviéndolo. Así que…

- ¿Y ahora no eres feliz? – sus ojos se clavaron en mí y levantó los hombros de nuevo.

- Supongo que a mi manera. – me sentí mal por ella e impotente al a vez. Podría llamar a los mejores médicos del país para que estudiaran su caso y darle esperanzas, pero… ¿y si aún así no lo conseguía? La caída sería peor… ¿no? Y no es cómo si pudiera pedirle sus expedientes médicos. ¿verdad? - ¿Y tú?

- ¿Eh?

- Eres… ¿feliz? – su pregunta me golpeó la cara como un maldito puñetazo.

- No – y la respuesta que salió de mi boca fue tan sincera como inesperada. Noté el cambio en su rostro y me arrepentí al momento. Pero ya lo había dicho y no quería echarme atrás.

- Oh… - tomé su mano fingiendo mi mejor sonrisa y tiré de ella en silencio. La dejé a un lado y cerré yo mismo la puerta mientras sentía sus ojos clavados en mí. Era un idiota redomado por abrir mi bocaza. No podía simplemente haber dicho un. "más o menos" o un "lo seré" Ya saben, una verdad a medias que no la hubiera dejado congelada en su sitio.

- ¿Nos vamos? Hoy es la noche que tenemos que demostrar que somos la pareja del año. ¿No? Tras esto, Hatsumomo será historia. A fin de cuentas, todos prefieren ser amigos de un Li. Vamos, aprovechemos mi puto apellido mientras se pueda. – como si mi mente lo hubiera invocado, el taxi llegó a la puerta sacándome del apuro. – Oh, corre, ya tenemos el taxi aquí.

Caminé a toda prisa y abrí la puerta del coche sin dejarla pasar antes. Sólo entré, me senté y esperé que ella hiciera lo mismo. Sakura entró pasados unos segundos con el rostro sombrío. Me miró en silencio y me dediqué a ver el paisaje a través de la ventana.

- ¿A qué dirección van?

- Al jardín norte del templo Tsukimine, por favor. – me giré bruscamente y vi esos preciosos ojos verdes analizarme. Sakura tomó el teléfono mientras el coche arrancaba y sus labios se movieron de un modo hipnótico – Hola Eriol. Me ha salido un imprevisto y vamos a llegar algo tarde. Oh, no. Xiao está conmigo, no te preocupes. – me la quedé mirando embobado mientras ella oía a ese estúpido inglés hablar por la otra línea - Bueno, pues si todos en la fiesta te están preguntado dónde estamos, tú solo diles que lo bueno se hace esperar – solté una risita y Sakura me siguió. – Vale, vale… a cambio haremos una entrada triunfal, te lo prometo. – Al fin colgó el teléfono y lo guardó en el bolso tranquilamente.

- ¿Vamos a desviarnos?

- Sólo una hora. Hay algo que tengo que hacer antes.

- ¿En un jardín?

- Tú solo sé bueno y acompáñame. ¿Vale? – sentía curiosidad, pero asentí.

El trayecto fue corto y Sakura le dio una propina generosa al taxi por las molestias. El hombre se ofreció para recogernos en una hora y ella asintió dándole las gracias. Tras eso, tomó mi mano y caminamos por los oscuros jardines del templo. La noche había caído y el frío era cada vez más intenso. La vi temblar ligeramente y pensé que era una buena idea protegerla con mi cuerpo, así que le pasé un brazo por los hombros y la acerqué hasta mí. Imaginé que se negaría, pero no lo hizo.

- Gracias… el clima es algo malo estos días.

- Oh, tranquila. No lo he hecho por ti. Yo también tengo frío. Te estoy usando como estufa humana. – Sakura rodó los ojos, pero se acurrucó más, haciendo que mi corazón se desequilibrara. - ¿Qué hacemos aquí?

- No seas impaciente.

Caminamos en silencio varios minutos por caminos de piedra con figuras de ángeles y elfos. Había muchos altares y también algunos bancos para descansar y rezar. Finalmente llegamos a un punto muerto dónde una cinta azul nos informaba de que el paso estaba prohibido para miembros ajenos al templo. Per la castaña la saltó con gracia y me alargó la mano para que hiciera lo mismo. No me resistí. Iría a donde fuera con ella.

El paso era más complicado ahora. Había arbustos sin cortar y mucha maleza. Sakura parecía saber a dónde iba, así que no le di importancia. Noté como aumentaba la presión sobre mi mano y sus ojos brillaron en la oscuridad.

- Cuidado ahora. Ya no hay más farolas y está muy oscuro. Pisa por dónde yo y no te caerás.

- No irás a matarme… ¿verdad?

- Dependerá de cómo te portes conmigo… - y de nuevo se me pintó una sonrisa. Todo era tan fácil con Sakura. Tan… mágico. – Vale, ahora hay una pequeña bajada. Cuidado no resbales.

Estaba un poco fangoso y a penas veía nada con tanto arbusto, pero finalmente el camino se despejó y me sorprendí al ver un precioso lago de al menos veinte metros de diámetro con un pequeño puente japonés en color rojo y una cascada artificial. La luz de la joven luna se reflejaba en sus aguas y pude ver que algunos peces de colores nadaban al compás de la corriente. Había sido rodeado con piedras y un par de bancos con unos farolillos estaban en el lado derecho.

- Vaya…

- Sí, lo sé. Es una zona privada que Kaho diseñó. Pasa su tiempo libre aquí. En primavera hay muchas flores. Es precioso.

- Ya veo… - Sakura tomó asiento en uno de los bancos y palmeó la madera con su mano para que me sentara. Y lo hice. Luego me recargué y miré las estrellas que empezaban a decorar el negro de la noche. - ¿A qué viene todo esto Sakura?

- Me apetecía venir. Ya sabes, las fiestas no son lo mío. Así que necesitaba recargar pilas. – la miré dejándole claro que no me creía una sola palabra y me maravillé con el sonrojo en sus mejillas. Así que no me resistí. Tomé su mentón y la besé. Muy despacio al principio, pero luego me dejé llevar por la cálida sensación hasta el punto de sentir mis entrañas arder. Me separé por la perdida de aire y acaricié su rostro sonrojado. - ¿Qué ha pasado Xiao Lang?

- No sé a qué te refieres… - noté como se fruncía su ceño, pero no me importó. La besé de nuevo. No quería pensar en ello. No cuando estaba con ella. Pero Sakura se separó y gruñí por la frustración. – Sakura… no me pasa nada. He tenido un mal día, es todo.

- Eriol me dijo que ibas a comer con tu familia hoy. – ese maldito bocazas. Ni siquiera recordaba habérselo dicho - ¿ha pasado algo?

- Nada que no me esperara ya… - intenté besarla una vez más, pero se apartó sin siquiera darme la oportunidad esta vez. - ¡¿Qué?! ¿Qué quieres que te conteste Sak?

- La verdad. Dijiste que a mí no me mentirías. ¿no?

- Yo…

- Mira, Xiao, si vamos a ser amigos, debes confiar en mí.

- Amigos… - noté sus ojos temblorosos y solté una risa sarcástica – Eso somos… amigos.

- Bueno… no hemos hablado del tema y yo…

- Déjalo. Eso somos ¿no? Total, no es que pudiéramos ser algo más. Yo soy de china, tu de Japón. Yo heredaré un imperio y tu serás profesora de gimnasia de un instituto de pueblo. – algo se rompió en su mirada y me sentí culpable. - pero nos queda el hoy. Y. puede que el mañana y con suerte, puedo terminar este maldito año aquí.

- Es eso… tu familia te ha pedido que… ¿Que vuelvas? – me levanté sintiendo de nuevo el peso del mundo en mis hombros y caminé hasta el agua. Los pasos de Sakura detrás de mí me indicaron que no se daría por vencida.

- No… no es eso exactamente. Pero, pasará. ¿no?

- ¿Tú no quieres volver a china? – me giré para mirarla a los ojos y me sentí perdido. ¿Por qué quería ser sincero con ella? ¿Por qué me desahogaba así y la metía aún más en mis putos problemas? ¿No le había hecho ya daño suficiente? Negué con la cabeza y ella se acercó aún más. – Ya veo. Parece… complicado.

- Oh, sí. Joder que sí – tomó mi mano y empezó a dibujar con su dedo en ella. Sólo hacía pequeños círculos en mi piel, pero me sentía mucho más relajado ahora.

- Si tú no fueras el único heredero de industrias Li… ¿qué hubieras estudiado?

- ¿Eh?

- Bueno, me dijiste que toda tu vida había sido decidida por tu familia y por tu apellido. No soy idiota, sé que estudiarás empresariales o leyes… o cualquier carrera elitista de esas. Pero si en vez de Xiao Lang Li te llamaras… yo que sé… Shaoran Tomoky… ¿qué querrías estudiar? ¿Medicina? ¿Ciencias? ¿Arte? – Suspiré por milésima vez en el día y busqué la respuesta en esas tranquilas aguas. Aunque la tenía muy clara desde el principio.

- Arqueología. – una sonrisa se dibujó en su rostro – Pero tú ya lo sabias.

- Oh, no del todo. Pero algo me dijo Tomy y por las preguntas que le hacías a mi padre…

- Y porqué lo decía en mi biografía

- Oh, sí. Por eso también – me fascinó su cara de falsa inocencia, así que me acerqué y esta vez si que me dejó besarla. Fue un beso suave y lento, dónde nos dijimos más de lo que nos atrevíamos a confesa en palabras.

- Si me llamara… ¿Tomoky? – ella asintió con una risa alegre – y viviera en Japón… me dejaría llevar por lo que siento y descubriría hasta dónde llega este cálido sentimiento. Puede que te pidiera salir formalmente y rezara para que dijeras que sí y olvidaras a ese yogurcito. – disfruté el sonrojo de sus mejillas y la confusión en su mirada – Si mi apellido no fuera Li… te seguiría a todas partes hasta que tu cabecita de chorlito estuviera sólo llena de mí.

- Eso ya lo haces… estás en todas partes… - no pude evitar reírme abiertamente y ella me siguió con su voz cantarina

- Si yo no fuera un maldito Li… no tendría sobre mis hombros el futuro de mis cuatro hermanas y miles de puestos de trabajo que dependen del éxito de nuestras empresas. Y podría jugar a futbol por las tardes y tomar cervezas. Ir contigo al cine, tomar unas hamburguesas y estudiar en el comedor de tu casa. Me pelearía con tu hermano y te sacaría al porche para poder besarte y… y…

- ¿Y? – besé sus labios casi con desesperación y sus pies se pusieron de puntillas para apoyar su peso en mi pecho mientras sus brazos me rodeaban el cuello.

- Y buscaría una noche mágica para hacerte mía... – ni siquiera sabía que ese era mi verdadero deseo hasta que lo dije en alto. – Si no fuera un Li… me enamoraría de ti… Sakura. – sus labios temblaron y una lágrima bajó por su mejilla. La sequé con mis dedos y suspiré.

- Pe… pero eres un Li.

- Sí, lo soy. - Sus ojos se apagaron y la vi alejarse sin oponer resistencia.

- Y un Li, no se enamoraría de una niña de secundaría de un pueblo de Tomoeda. – Quise gritarle que un Li ya estaba enamorado de una niña dulce y buena de un pueblo de Tomoeda. Pero… ¿y luego qué pasaría? ¿Dejaría todo por ella? A mi familia, a las empresas ¿Y todo por lo que habían trabajado mis ancestros? ¿A cambio de qué? ¿Una posibilidad remota de ser feliz? Joder… no era remota. Sabía que la amaría con locura si me dejaba llevar. Lo sabía, maldita sea. Aunque sólo fuera un crío sin experiencia en la vida podía apostar que ella era mi puta media naranja. Pero… no podía ser ten egoísta.

- No, Sak. Un Li no se enamoraría de una preciosa, cariñosa y buena niña de un pueblo llamado Tomoeda. – Me acerqué de nuevo y levanté su mentón. Su mirada estaba perdida y confusa, en un universo al que yo no lograba llegar. – Yo no puedo… no puedo. Lo siento. – Ella se alejó de mí, dando un par de pasos hacia atrás.

- Entiendo… - mi mano se alargó sin mi permiso, pero ella la rechazó. - Será mejor ir a la fiesta. Eriol nos matará si no cumplimos nuestra parte.

- Sakura…

- Vamos

Seguí su estela intentando evitar tropezarme con nada. Mi cabeza se había dejado llevar esa noche y había tomado una decisión aún antes de conocer los tejemanejes de mi madre. No podía poner mi felicidad por encima de la de todo el mundo. No podía dejarme llevar por un sentimiento que ni siquiera entendía y arruinar a mi familia. La culpa me acecharía el resto de mis días y se interpondría en cualquier relación con ella. Puede que, con el tiempo, hasta la culpara por la desgracia de mis familiares y por la caída del imperio Li. Quería explicárselo, que lo comprendiera… pero, no serviría de nada. Era mejor distanciarse, cumplir mi parte y abandonar Japón a finales de año. Sí, ese era y había sido siempre mi destino.

Llegamos a la fiesta tras un viaje en absoluto silencio. Me pareció ver alguna lágrima bajar por sus mejillas, pero me obligué a fingir que no me daba cuenta. La ayudé a bajar del coche y llamamos a la puerta. Tomé su cintura, ignorando el escalofrío que me recorrió la espalda y miré al frente.

- Le has prometido una entrada triunfal a Eriol. ¿no?

- Sí…

- Bien, pues sólo sígueme. ¿vale? Esta noche serás la nueva abeja reina del instituto Tomoeda y al fin Hatsumomo será erradicada. Luego Mei se unirá al estúpido club de fans y te propondrá cómo nueva directora en jefe y a finales de año, Hatsumomo se habrá graduado y tú tendrás la vida tranquila que siempre quisiste. Una vida sin el apellido Li.

- Y tú te irás en cuanto termine el curso.

- Sí. Seguramente sí… - noté el temblor de su cuerpo y de nuevo fingí permanecer ajeno a ello. – Bien, a por todas, mi flor de cerezo – Tiré de ella en cuanto se abrió la puerta y entramos a la casa abrazados.

- Al fin llegas, mamón. ¿Sabes lo que cuesta entretener a las damas cuando sólo esperan verte a ti?

- ¿Con cuantas te has acostado ya? - ese comentario habría sonrojado a mi acompañante en una noche normal, pero parecía totalmente ajena al mundo. Y era mi culpa. Eriol me miró haciendo una pregunta silenciosa, pero negué con la cabeza. Ya se lo contaría luego.

- Yo… con solo un par. Una rubia y otra pelirroja. Nada especial

- Idiota… - todos nos saludaron al llegar y besé a Sakura en los labios antes de que se fuera con sus amigas. Todos nos vitorearon, pero la castaña sólo se marchó sin siquiera decirme adiós.

- ¿Qué has hecho esta vez?

- Lo que debía – Eriol levantó una ceja y me miró con un aire de preocupación.

- La comida con tu familia ha sido horrible ¿eh?

- Tú sólo dime dónde hay cervezas

- Xiao Lang no creo que… - le tapé la boca de un manotazo y fui en dirección a la cocina. – Tío… vamos a mi cuarto y hablemos. Nadie puede subir al piso de arriba así que no nos interrumpirán.

- No. Esta noche sólo quiero dejar de pensar. ¿vale? – Eriol pareció confundido por primera vez en la vida, pero asintió. – le cogí un par de botellas de Sake a mi padre, pero me las dejé en la moto, lo siento.

- No pasa nada, tenemos barra libre.

Tomé un par de cervezas y salí a la sala principal. Estaba repleta de gente que no conocía y de caras y rostros que me sonreían sin parar. Empecé tomando una cerveza, y luego abrí la segunda. Para cuando llegó Mei, iba por la tercera. Y ya notaba como la vista empezaba a nublarse levemente. Mi prima me dijo algo, pero no le hice ningún caso. La vi irse a lo lejos y caminé hasta los baños para mear. Cuando salí el mareo se había disipado un poco y una preciosa castaña de ojos verdes me esperaba fuera.

- Pero si es mi preciosa novia. ¿Dónde te habías metido? Se suponía que tenían que vernos juntos toda la noche.

- Estás borracho.

- Sí, lo estoy. ¿No querías verme así? Te aviso… soy un peluche cuando bebo – pasé mi brazo sobre sus hombros y besé el lóbulo de su oreja. Sakura se ruborizó y miró en dirección a la sala. Todos aplaudían nuestros arrumacos y yo les saludé levantando la cerveza que tenía en mi mano. ¿Cómo había llegado ahí? - ¡No miren a mi chica! Es mía. – La besé a modo de respuesta y oí sus gritos aún más alto. Sakura se apartó y desvió la vista.

- ¿Qué haces?

- Lucirte. ¿No era ese el plan? – tomó mi mano y buscó a alguien entre la multitud. Finalmente me arrastró hasta dónde estaban las chicas.

- Tomy, lo llevaré arriba. Dile a Eriol que lo acostaré en su cuarto.

- Vale, ve, tranquila.

Me dejé llevar en una bruma placentera. La mano de Sakura era cálida y me perdí en el contoneó de sus caderas cuando subía la escalera. Tenía un culo de infarto y quería apretujarlo con mis manos. Pero a pesar de que me sentía más ligero y atrevido esa noche, pensé que me ganaría una buena bofetada si lo hacía. Sakura abrió varias puertas hasta que encontró una que le pareció adecuada y me obligó a entrar. Conocía el cuarto, era la habitación de ese memo inglés.

- Sak… no sabía que eras de las que se aprovechaban de alguien que está borracho…

- Y no lo hago. Túmbate en la cama y duerme un poco. Luego subiré a ver cómo estás.

- Vale, vale… pero también podrías quedarte aquí.

- No me gustan los borrachos. – solté una risa nerviosa que se volvió una carcajada para luego sentir cómo el cuarto rodaba a mi alrededor.

- Oye… esta cama se mueve…

- Intenta descansar. Luego te subo una aspirina y un poco de zumo.

Oí la puerta cerrarse y el sueño me invadió. Poco a poco el mundo se fue centrando. Para cuando desperté, el techo ya no giraba y la realidad de la noche empezó a caer sobre mi conciencia. También mi conversación con la castaña y el ultimátum de mi querida madre. Sentí que mi pecho se oprimía por momentos y mi respiración se volvió agitada. La vista se me nubló y algunas lágrimas solitarias empezaron a caer por mis mejillas.

- ¿Xiao Lang? – me giré al instante y limpié mi rostro mientras huía de esos ojos verdes. Pero pronto la cama se hundió por su peso y supe que no lo dejaría pasar. – Por dios Xiao… ¿Qué te ha pasado? Dímelo… por lo que más quieras…

- No… no es nada. Un mal día.

- ¿Un mal día? ¿En serio esperas que me lo crea? – tomé el vaso y la aspirina que ella había dejado en la mesita y esperé serenarme un poco. Mi respiración seguía acelerada y sólo sentía un hoyo profundo donde deberían estar mis pulmones. – Xiao… dime qué puedo hacer para que no estés así… - sus dedos se posaron en mi espalda y noté uno de sus pechos rozando mi brazo. No lo hizo expresamente como todas esas bobas que buscaban pescar a un Li y me sobrecogió poder sentir deseo aún estando tan desecho.

- No puedes hacer nada Sak… - me giró el rostro y sus manos tomaron mis mejillas.

- Puedo escucharte… puedo intentar comprenderte. Sé que soy una niña boba de un pueblo perdido en la nada, pero…

- Joder Sak… hablas como si eso fuera algo malo… pero lo cierto es que te envidio… no sabes cuanto.

- Pues déjalo todo. Nadie te obliga a seguir los pasos de tus padres. Alguien ocupará tu lugar. Muchas empresas se venden todos los días y alguien toma el control y sigue con ellas.

- No es tan simple, Sakura…

- ¡Lo es! ¿De que te servirá ser así de infeliz? ¿Eh?

- Mi madre nunca me dejará tranquilo. Hundirá a mi familia. Tú no lo entiendes….

- No, Xiao. No lo entiendo. No puedo comprender cómo puede alguien cargar con tanto peso sin ayuda. No eres el único Li. Tu padre, tu madre y tus hermanas también pueden ayudarte ¿no? – solté una carcajada cargada de tristeza y aparté un mechón de su cabello castaño.

- Tan inocente… - sus mejillas se inflaron y supe que se había ofendido. Pero me daba igual – Sak, no sabes de lo que es capaz mi familia.

- Lo que sé, es que tú no eres feliz.

- Es cierto, no lo soy.

- Lo que sé… es que no sé lo que siento cuando estoy contigo, pero…

- ¿Pero?

- Pero no quiero que termine… no quiero que te vuelvas a china. Quiero que te quedes aquí, que te gradúes y estudies arqueología en la misma universidad que yo. Quiero… quiero descubrir este sentimiento contigo. Quiero que dejes de ser un… Li. – sentí estremecerse mi cuerpo al ver otra lágrima en esos preciosos ojos y esta vez, quise en verdad salir huyendo con ella y perderme en algún lugar remoto del mundo.

- Pues huyamos. Cojamos una maleta, el dinero que he ahorrado y vayamos a Islandia. Siempre he querido ir. Montaremos un pequeño hotel de aguas termales y cuidaremos de nuestros huéspedes nosotros mismos. No tendremos mucho dinero, pero críaremos a muchos niños y seremos felices.

- Oh, vamos, Xiao…

- Y por las noches, encenderemos un fuego y contaremos historias de miedo a nuestros hijos. – la vi rodar los ojos y sonreí, esta vez de verdad. - ¿Qué?

- Yo hablaba en serio…

- Lo sé. Es una locura, pero deja que me lo crea esta noche. Joder, por una puta noche, déjame soñar despierto.

Tomé sus labios con desesperación y ella me correspondió de la misma manera. Sentí el calor de su piel en mis brazos y sin siquiera ser consciente de lo que hacía la tumbé en la cama. Ella no se apartó, al contrario. Sus piernas me rodearon la cintura apretándose contra mí y mi amiguito despertó violentamente. Al principio pareció incómoda, pero luego se relajó en mis brazos mientras lamía su cuello con mi lengua. Oí su risa en cuanto llegué a la clavícula y me di cuenta de que tenía cosquillas. Me quité la camiseta y esperé a ver como reaccionaba. El sonrojo de sus mejillas era enternecedor y a la vez excitante. Sus dedos acariciaron mi pecho lentamente mientras sus lagunas jade me observaban con fascinación.

- Pareces sacado de una serie de vampiros… demasiado perfecto… - solté una risa y besé su boca pausadamente. Deleitándome en su aliento y siguiendo el ritmo de su respiración. Nuestras lenguas bailaron juntas, cómo si lo hubieran hecho toda una vida. Éramos dos inexpertos, pero nos compenetrábamos como una pareja de viejos amantes. Sakura se desabrochó la blusa que llevaba y me sorprendí por ello. No esperaba esa aceptación, ni mucho menos que tomara la iniciativa. – Sólo dime una cosa… ¿sigues borracho? – me reí y acaricié su mejilla.

- No… ¿y tú?

- He bebido licor de moras.

- Lo he notado al besarte.

- Vas a… ¿aprovecharte de mí?

- Sólo si quieres que lo haga…. – me fascinó la sonrisa perfecta que se dibujó en su rostro y más aún ver al fin el encaje de su ropa interior. – No sabía que usaras ropa interior rosa. Mucho menos con encaje… ¿esperabas seducir a alguien hoy?

- No seas idiota – tiró de mi cuello y nos besamos de nuevo. Mis manos la despojaron del resto de su camisa y se me erizó hasta el último bello de mi cuerpo al comprender que ese calor que me inundaba era su piel y no la mía. Mis labios besaron todo su torso y bajé el tirante del sujetador para morder la parte superior de su pecho. Ella soltó un suspiro avergonzado y al fin me atreví a quitarle totalmente la prenda.

- Eres tan hermosa…

- No es verdad – mis dedos tomaron su pecho y besé la cumbre con devoción, sintiendo sus gemidos.

- Sí… eres hermosa – seguí besándola, poco a poco hasta llegar a su ombligo y abrí el tejano azul sin prisas, notando como su cuerpo se tensaba.

- Xiao… yo…

- ¿Me detengo? – alcé la vista y al ver su rostro avergonzado y el pelo alborotado sobre la almohada, sonreí. – No quiero detenerme Sak…

- No… yo… sólo pensaba… - besé su ingle mientras le bajaba un poco el pantalón – ¡Oh, por dios!

- ¿Qué pasa Sak?

- Yo… no tenemos… ya sabes… - me paré entonces y comprendí a lo que se refería.

- Mierda – ella soltó una risa y se incorporó bajo la luz de la lámpara. Su piel se veía hermosa y esas esmeraldas brillaban más que nunca.

- ¿Eriol tendrá…? – Pues claro, ese pervertido seguro tenía condones en los cajones. Me tiré al otro lado de la cama mientras la oía reírse y empecé a abrirlos como si estuviera en mi propia casa. - ¿No se enfadará?

- Oh, que le den. Seguro que se sentirá orgulloso porqué perderé la virginidad en su cama – tiré del cajón inferior y ahí estaban. Sentí el alivio recorrer mi espina dorsal. Todo estaba demasiado avanzado para pararlo ahora. Iba a cerrar el cajón, cuando un logotipo muy familiar me llamó la atención. Tiré de un cable y me di cuenta de lo que era.

- ¿Xiao? ¿Ocurre algo? – Sakura se puso a mi lado y miró el objeto que tenía en mis manos. - ¿No es el logo de los Li? ¿Es un disco duro?- Me puse de pie dejando a Sakura medio desnuda en la cama y fui hasta el escritorio. – Xiao Lang… me estás asustando. ¿Qué pasa?

No le contesté. En vez de eso conecté el dispositivo al ordenador de Eriol y miré si estaba encriptado. Por fortuna, no lo estaba. Así que accedí a las carpetas. Sakura se había puesto de nuevo la blusa y estaba detrás de mi, muy confundida. Mis dedos se movían solos y una serie de archivos empezaron a iluminar la pantalla. Fotos de mi padre y esa mujer. Artículos viejos. Informes internos de nuestras empresas y de algunas sucursales. También había informes de los Hiraguisawa y algunos balances de las empresas que mi madre había cerrado o en las que había invertido esos últimos años. Pero lo que me dejó helado, fue ver una carpeta con mi nombre escrito.

- ¿Por qué Eriol tiene archivos de tu empresa? ¿Y esa carpeta con tu nombre? – seguí sin contestar mientras sentía mi corazón a punto de explotar.

- No puede ser… - abrí la carpeta sabiendo que me arrepentiría en menos de un minuto y me di cuenta de que era un historial de e-mails. El nombre del remitente era… - Ieran Li…

- ¿Por qué Hiraguisawa se enviaría e-mails con tu madre?

- Ahora lo sabremos – abrí los últimos e-mails. Tenían archivos adjuntos y me di cuenta de lo que eran demasiado tarde.

- Ese es mi nombre… parece que Eriol habla de mí en estos e-mails y… también hay e-mails de Hatsumomo… no puede ser…

Pero así era. Todos esos archivos dejaban claro que el contacto que tenía mi madre en el instituto Tomoeda no era la estúpida rubia de tercero. Ni tampoco el director. Había tenido a la puta rata metida en mi vida y ganándose mi confianza desde que pisé Japón. Seguí mirando los archivos, leyendo como ese hijo de puta le explicaba mi relación con Sakura. Todo… incluso el hecho de que mi relación con ella era una sarta de mentiras. También había ordenes de mi madre y explicaciones de qué o cuanto podía decirme. Al menos había cincuenta e-mails dando detalles de mi vida y mis horarios. Pero se volvieron casi diarios desde que Sak empezó a ser importante para mí. Cerré un archivo en el que había una foto de ella y yo entrando en un bar y tiré el puto ordenador al suelo.

- Esto no tiene ningún sentido… Eriol no haría algo así… te aprecia. – me levanté, furioso y golpeé con mi puño la pared abriendo un pequeño boquete y haciendo que mis nudillos sangraran. Otra vez… otra vez me traicionaba la persona que más apreciaba en el mundo. Otra vez un amigo, mi mejor amigo… me hundía aún más en la puta realidad. ¿Estaba tan solo? ¿Sería así el resto de mi vida? ¿Valía la pena vivir de ese modo? - ¡Xiao Lang! Escúchame… algo no está bien… no es posible. Tienes que hablar con Eriol y seguro que todo esto… - sentí sus manos en mi espalda y la aparté con toda mi furia. Se golpeó contra la mesa y me miró, asustada.

- ¡Cállate! ¿No lo ves? Esta es mi vida, Kinomoto. Todos a mi alrededor fingen que les importo sólo para sacar tajada.

- Eso no es cierto… tienes que calmarte y…

- ¿Calmarme? ¿Calmarme? Y luego que… ¿Seguimos con lo nuestro? Para que querías el condón ¿eh? Si quieres pescar a un Li, es mejor quedarte embarazada y obligarme luego a que te pase una puta pensión.

- ¿Cómo puedes decir algo así…?

- Lárgate, Sakura. – sus ojos me miraron temblorosos, pero finalmente se irguió y se plantó.

- No.

- ¡Qué te largues! – la puerta se abrió entonces y la persona que menos quería ver en ese momento apareció de la nada.

- Yo… sólo quería ver cómo estabas. Pero veo que vine en mal momento… - la furia me inundó y reaccioné por instinto. Me tiré sobre él y le golpee en pleno rostro con toda la fuerza que tenía acumulada. Le pillé tan desprevenido, que ni siquiera intentó zafarse. Cayó al suelo de un solo puñetazo y me puse encima para seguir machacándole sin dejar siquiera que abriera la boca. Le golpeé, una, dos y tres veces. Sentía el dolor en mis nudillos y el calor de su sangre en mis dedos. Cuatro, cinco y seis puñetazos.

- ¡Xiao! ¡Para! ¡Vas a matarlo! – Sakura tiró de mi con fuerza y la aparté de nuevo de un empujón. Pero esta vez ella estaba preparada. Me retorció el brazo y desequilibró mi peso haciendo que ambos cayéramos al suelo. - ¡He dicho que pares! - Me aparté con facilidad, a fin de cuentas, era hábil pero muy pequeña. Y la miré con ira. – Es tu mejor amigo y una buena persona. Deja al menos que se explique.

- Claro… cómo no… te pones de su parte. ¿Estás metida en esto?

- ¿Qué? ¡No! – miré al que se suponía era mi mejor amigo en el suelo. Estaba inconsciente.

- No sé como no me di cuenta. Es basura, como tú, como todos.

- Xiao… no…

- Basta. No quiero estar más aquí. – recogí mi camiseta. Todos habían subido al oír los gritos y Tomoyo estaba en la puerta mirando la escena con una cara pálida. Mei llegó a su lado y corrió hasta Hiraguisawa.

- ¿Pero que demonios ha pasado? – miré a mi prima con los ojos nublados por el dolor que sentía y ella notó muy deprisa que mi mundo se había ido a la mierda – Xiao… ¿qué pasa?

- Decide, Mei. ¿Te quedas con él o conmigo? – sus ojos rojos dudaron un instante, pero se levantó y tomó mi mano.

- Contigo… siempre.

- Bien

Oí a Sakura llamarme, y noté como todos nos miraban asombrados. Pero sólo quería salir de allí. Apreté con fuerza la mano de Mei y me la llevé lejos de todo eso. Necesitaba que me tocara el aire. Necesitaba salir de esa casa y dejar de ver a esa… esa gente. Casi corrí hasta la puerta y me lancé al exterior para coger todo el aire frío que mis pulmones pudieran cargar. Mei se puso a mi lado, pálida como la misma luna. Oía su voz a lo lejos, pero no entendía lo que me decía. Estaba sufriendo un ataque de ansiedad. Lo comprendí cuando el dolor de mi pecho fue tan frío como un hierro lacerante. Todo se puso negro y de repente, supe que mi tiempo en Japón había llegado a su fin. El sueño que jamás debí permitirme había terminado.

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Continuará…

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Notas de la autora: no me maten, drama, drama, drama. Lo sé… quería llegar a este punto sin tanto dolor, pero me salió así. Pero no desesperen, vendrán días mejores. Por ahora, dejemos que nuestro lobo sufra un poco para que los dos se den cuenta de lo que en verdad sienten. ¿Vale? Confíen en mí un poquito (aunque yo no confío mucho en mí misma…jajajaja) Habrá escenas de humor de nuevo y mucho romance en el futuro. Les mando un beso súper grande y de nuevo les doy las gracias por su apoyo. Las quiero, de verdad.