1. Límite
Él sabía leer. Y también escribir, aunque su caligrafía fuera tosca y fea. Pero no era analfabeto. Antes de llegar al Santuario, en el humilde orfanato les daban algunas clases, cosas básicas como el conocimiento de las letras y cómo manejar los números en la vida cotidiana.
Desde su llegada en tierras pertenecientes a la diosa Athena, Aspros seguía tomando clases. Aspros seguía estudiando y versándose en diversas materias que le convertirían en un hombre culto y sabio. En cambio, él debía conformarse con lo aprendido en su infancia o esperar que su gemelo tuviera ganas de compartirle los conocimientos que día tras día iba ampliando con celeridad.
Todo respetando el límite que se estableció entre los dos el mismo día que sus pies andaron sobre arena sagrada.
Vivía en un límite constante a todo. Frente a todos. En todo. Y quiso...necesitó entender qué dimensiones albergaba dicha palabra. Soñando en hallar un significado al que agarrarse para sobrevivir. Anhelando una brizna de esperanza entre unas letras que ansiaba descubrir mentirosas.
Ese atardecer, el diccionario que usaba Aspros en sus clases reposaba sobre regazo ajeno, y fue entonces que sus acuosos ojos se obligaron a transmitirle directo al alma todo el universo que se escondía tras esa odiosa y omnipresente palabra.
"Límite: 1. Línea real o imaginaria que marca el fin de una superficie o cuerpo o la separación entre dos entidades. 2. Punto o línea que señala el fin o término de una cosa no material; suele indicar un punto que no puede o debe sobrepasarse."
Defteros cerró el diccionario y lo dejó allí donde Aspros siempre lo olvidaba. Con los hombros aplastados por su inevitable tristeza y la respiración como siempre asfixiada.
Esas definiciones para él carecían de todo sentido. No había líneas en su vida que delimitaran nada, ni reales ni imaginarias. No existían puntos que señalaran inicios o términos de cosas intangibles. Nada dónde aferrarse para ambicionar seguir adelante...
Nada.
Para Defteros, el único límite que existía en sus días era su propia vida...
...y la constatación que ésta estaba maldita.