Disclaimer: NADA ME PERTENECE. Los personajes son de Stephanie Meyer y la historia es de la escritora Elizabeth Power.

CAPITULO 12 EPÍLOGO

La boda había tenido lugar el día anterior en el registro. Todo había ido bien. Isabella estaba sentada en la enorme cama, de frente a la playa, esperando a su marido.

Estaban en Las Bermudas. Para la ceremonia se había puesto un vestido hippie estilo años sesenta de color blanco, con una corona de flores. Estaba embarazada de tres meses, pero aún podía disimularlo muy bien.

Theo había ejercido de paje, con su traje oscuro y su pajarita y la tía Jessica se había puesto su mejor pamela de gala. Después de la ceremonia se había quejado de que algo se le había metido en los ojos. Cualquier excusa era buena para no admitir que había estado llorando.

Renée Swan había volado desde Portugal para asistir al enlace. Estaba mucho más guapa de lo que Isabella recordaba, y todo era gracias al hombre canoso que la acompañaba. El trato había sido un tanto incómodo entre Edward y su madre al principio. Había llegado dos días antes y se había hospedado en un hotel, pero el día de la boda realmente les había deseado lo mejor de corazón e incluso le había dado un beso a su yerno.

Edward apareció en ese momento. Acababa de salir del cuarto de baño de la habitación. No llevaba nada más que una bata de seda. Isabella sintió que el corazón le daba un vuelco.

—¿Seguro que no te importa haber dejado a Theo? —le preguntó, sentándose a su lado bajo la sombrilla—. Sé que es muy independiente, pero… ¿No crees que se va a preocupar?

—¿Con la tía Jessica y el nuevo poni? Desde luego que no —Isabella se rio—. Y, de todos modos, solo serán seis días hasta que se encuentre con nosotros en Disneylandia.

Edward deslizó una mano sobre su mejilla. Sacó algo de debajo de la almohada.

—¡Mi Byron! —exclamó ella al tiempo que él le entregaba el pequeño libro con su forro de ante verde—. ¡Lo has arreglado!

Nadie hubiera dicho jamás que había sido reparado.

—Hemos arreglado tantas cosas. Hemos aclarado todas las cosas entre nosotros. No hubiera estado bien no incluir esto también.

Isabella deslizó las yemas de los dedos sobre la aterciopelada superficie. Podría haberlo tirado a la basura seis años antes. Recordaba haberle oído decir que había estado a punto de hacerlo en una ocasión. Pero su abuela lo había encontrado y se lo había guardado hasta su regreso de los Estados Unidos. En realidad debía agradecérselo a Maria Cullen.

—Hay algunos versos de mi poema favorito —hizo memoria—. Y de alguna forma, no se me ocurre nada mejor que decirte esta noche para expresar cómo me siento. «De los restos del ayer, del pasado… —dijo, recordando la cita—, hay algo que recordaré».

Edward le puso un dedo sobre los labios para hacerla callar y acabar él de recitar el verso.

—«Me ha enseñado que lo más preciado se merece el amor que albergué».

Los ojos de Isabella se llenaron de lágrimas.

—Mi Bella…

El corazón se le detuvo un instante al oírle llamarla así. Solo él la había llamado así en el pasado, cuando dormía a su lado.

—Siempre lo fui. Incluso cuando pensabas que te había dejado, en realidad estaba ahí —se puso una mano sobre el pecho—. Aquí dentro no me había ido.

Edward le quitó el libro y lo dejó sobre la mesita de noche. Isabella miró hacia el ventilador del techo, que giraba sin parar. La noche estaba cerca, y con ella llegaría otra velada ardiente, una más entre las muchas que ya habían compartido.

—¿Sabes? Según lo que he leído de lord Byron, las mujeres le encontraban irresistible —murmuró al tiempo que Edward apagaba la luz de la mesita de noche—. Supongo que es porque conocía muy bien a las mujeres. Es una pena que no se encuentre esa clase de hombres hoy en día… —añadió en un tono juguetón, y entonces gritó de repente.

Edward acababa de echársele encima. Iba a demostrarle que se equivocaba.

Fin

Hola chicas

Gracias por los reviews, y por seguir las adaptaciones. Estoy preparando otra adaptación que consta de 6 libros, ojalá les guste.

Saludos

Marie ƸӜƷ