Habían pasado días desde que la policía los estaba buscando, días que se pospuso el juramento por las circunstancias y al tiempo, llegó el día que Ray tanto quería.

El día de su muerte.

Zack no lo pospuso más. Ella quería morir y él le iba a cumplir su deseo.

Lo quería. Lo deseaba. Lo ansiaba.

Incluso así, el cuerpo de la muchacha temblaba y no por la emoción. Sentía retorcijones en el estómago y su cara palideció con horror al ver la guadaña con sed de sangre.

—Luces emocionada—dijo sonriendo el joven.

¿Era una broma?

Ray se sentía lejos de eso. Ahora que el día había llegado y el juramento se encontraba a poco tiempo de cumplirse. No, ¡no! ¡NO! ¿Tenía miedo? No. No podía ser eso.

—Sip, lo estoy.

No sabía si es una mentira, su garganta se sentía seca. Estaba mareada, su mundo giraba. Zack estaba sonriendo, pidiéndole que sonriera por última vez. Ella estaba parada, sus ojos expandidos pero sin poder cumplir su petición.

—¡Hey! Vamos, sonríe...

Miró los ojos de Zack, se adentró en la profundidad de su ser y se dio cuenta de que ella lo que menos quería es dejar el mundo donde estaba él.

La realidad es que no quería morir.

¡NO!

La chica bajó la cabeza, viendo la sombra de la guadaña como se alzaba y se colocó detrás de él.

—Vamos, no es divertido así —espetó—Hazme el favor de levantar la cabeza y sonreír.

Levantó su mentó pero, no sonrió. No podía, lágrimas no de alegría resbalaron por sus mejillas.

—Por favor... —suplicó. Sin embargo, no fue como las anteriores veces, no rogó para que la asesine si no lo contrario—Por favor, ¡no me mates!

Él se quedó estático, hizo un gesto de confusión no comprendiendo.

—Hey, ¿qué te pasa? —a pesar de eso, no movió su arma del lugar.

Ella misma no entendía, no si lo hacía.

—No quiero morir.

Simplemente dejó esa oración salirse de su boca.

—¿Huh? —articuló ¿de verdad estaba pasando?—¿Es una jodida broma?

—No, no quiero morir.

—¿Por qué? —preguntó Zack.

Ella lo deseaba con tanto fervor y ahora, ¿no quería morir?

—Yo creo que las personas no quieren morir porque temen que al desaparecer sean olvidadas—empezó. Zack prestaba atención a sus palabras—Yo quería morir porque no me importaba si me olvidaban, pero ahora existe alguien que no quiero que me olvide.

Sus ojos azules se posaron en los de un asesino.

—¡Zack!—en voz alta—¡No quiero que me olvides! ¡Tampoco quiero ser un recuerdo para ti! Yo quiero formar recuerdos contigo.

El aludido se quedó sin habla.

—Por favor no me mates... —entre lágrimas—No lo hagas, Zack.

—Sabes ésa es la mirada que yo quería, felicidad por la vida, temor por perderla.

Ray retrocedió pasos atrás, pero no pudo más al sentir el filo de su guadaña en su cuello, efectivamente temiendo por su vida. Con miedo de que la mate. Vio sus ojos más brillantes que nunca de un sanguinario asesino.

—No sabes cuánto espere esto –susurró en su oreja— Que quieras vivir.

Cerró los ojos con fuerza. Un gritó emitió la chica, pero no sintió como algo se perforaba en su piel si no como se apoyaba, ademas de escuchar el metálico sonido de la guadaña al chocar contra el suelo.

—¿Eh? —parpadeó Rachel, notando como el chico la abrazaba.

Zack sonrió, apoyó su mano en su mejilla, limpiando las lágrimas que empaparon su rostro con las propias vendas que envolvían su piel.

—¿No me mataras?

—¿Es lo que quieres?

Ella negó con la cabeza.

—Tú eres una excepción, Ray—declaró—Solo porque eres tú, no te voy a matar si no quieres.

Volvió a abrazarla, ahora posando sus manos por los omóplatos.

—Además, la verdad es que no tengo ganas de matarte.

—Zack... —pronunció sintiendo el calor de su cuerpo extenderse por el suyo.

—¡No se te ocurra pedirme que te mate luego de esto! —gritó en su oreja.

La rubia sonrió de manera leve.

—Nop.

Y poso sus pequeñas manos en la espalda de Zack, correspondiéndolo.

Si podía vivir su vida a su lado. La muerte no valía la pena.