Céfiro: La Era de la Oscuridad

Carta de la Autora:

Poder escribir unas líneas antes de que entrar nuevamente en el Maravillo mundo de Céfiro es algo inigualable para mí, lleno de satisfacciones, cariño y retos. No dejo de pensar en cuanto tiempo ha pasado y todo lo he vivido para llegar al final de esta maravillosa historia. Tarde 7 años en escribirla, detallarla y lo más importante, en "casi "terminarla. Hubo años en que me abandonó la inspiración por completo, otros en los cuales pasaron cosas cruciales en mi vida las cuales dieron forma y sentimiento a este que llamo es el mejor fic que he escrito. Estos personales estuvieron en mi adolescencia y hoy siendo una persona adulta, quiero decir que los sueños si existen y si vale la pena luchar por ellos. Si les gusta esta historia, les agradecería mucho compartir comentarios acerca de ella, la he leído tantas veces y estoy tan feliz de ver mi esfuerzo reflejado que no quise quedármela para mi sola,

A todos ustedes por leer estas maravillosas líneas…

Gracias

Capítulo 1:
Después de Céfiro

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Quiero ir a Céfiro una vez más, ¡pero esta vez sin arrepentimientos! Quiero vivir la nueva historia de Céfiro —exclamó la Guerrera de Fuego, mientras fijaba la mirada en la ventana/portal de la Torre de Tokio esperanzada a que éste respondiera su ruego. Ansiaba con desesperación que ella y sus amigas volvieran a esa dimensión extraña pero hermosa. Sin embargo, de eso había transcurrido ya un año entero, y por mucho que lo desearan no lograban regresar.

Y no pasaría en muchos años...

"Veo a Céfiro nublado, lloviendo pero aún así se ve hermoso. Lantis, mi amor…, sigo en espera de que se haga el milagro y podamos regresar. Te extraño y te amaré siempre…"

Hikaru- 5 años después de su regreso.

"La vida es injusta, la vida es una basura, ¡no es justo! ¡Tenemos años queriendo volver a Céfiro! ¿Es qué acaso te olvidaste de mí, Ferio? ¿Ya tienes a tu Reina? ¿Es que acaso ya no me amas? ¿Es que acaso todos se olvidaron de nosotros? ¿No tenemos derecho a disfrutar lo que salvamos? ¡No es justo!"

Fuu-7 años después de su regreso

"Creo que todo fue un sueño, un mal sueño, eso quiero creer, maldita gente malagradecida, nunca nos dijeron cómo vivir sin ellos. Siento como si hubiera caído una sombra en nuestras vidas, yo ya no tengo a mis padres y desde nuestro regreso todo ha ido mal. Es mejor olvidar que Céfiro existió y fue importante para nosotros".

Umi- 12 años después de su regreso

—¡Vamos, escóndanse! ¡Si nos quedamos aquí nos mataran! —gritó Guruclef mientras intentaba torpemente cargar a Caldina, que yacía desmayada.

—¿Vendrán las Guerreras Mágicas a salvarnos? —preguntó Presea aterrada corriendo a lado del Mago.

—No lo sé... Tal vez ya no puedan salvarnos.

—¿Dónde están Ráfaga, Lantis y Ascot?

—Están muertos Presea, vámonos de aquí ¡YA!

—¡CUIDADO GURUCLEF!

El mago volteó y un ataque lo golpeó de una forma brutal, quedando gravemente herido. El ataque fue tan devastador que Presea ahora también yacía desmayada a su lado con el rostro destrozado. El cuerpo de Caldina también reposaba inerte en el piso 10 metros atrás.

—Céfiro esta perdido... —dijo mientras veía un nuevo ataque sobre él.

20 años después…

Las circunstancias y la vida muchas veces ponen obstáculos que, aunque con el corazón se enfrentan, la batalla se pierde. Los años de dolor y desesperación marcaron el corazón de las Guerreras Mágicas.

"Todos mis malditos días son iguales, pero por lo menos el viernes pagan :D"

Posteó Fuu en su Facebook, un viernes por la mañana.

Al otro lado de la pantalla, a decenas de kilómetros, la descarada frase de Fuu le sacó una sonora carcajada a Hikaru que, tomando su café como siempre en su oficina, checaba al mismo tiempo las redes de comunicación de la empresa Fuji, empresa para la que trabajaba.

—¿Qué es tan gracioso, Hikaru? –preguntó su jefa acercándose curiosa.

—Nada Natsuki, solo que una amiga a veces me pone de buenas con sus publicaciones tan sarcásticas.

—Entonces en lugar de estar trabajando ¿estas tonteando en Facebook? – preguntó con el ceño fruncido.

—So-solo me llegó la alerta… por eso lo revise. Lo siento —contestó apenada la pelirroja. Su jefa la examinó por un momento y advirtió un poco opaca la mirada de su subordinada.

—No te quise regañar Karu, pero, ¿por qué no te das una vuelta para que te dé el aire? Tu mirada no tiene el mismo brillo de siempre, ¿qué pasa?

Hikaru dudó por un momento pero se atrevió a confesarle: —Sucede que hace algún tiempo, una de mis mejores amigas se fue de Japón. Fue por estas mismas fechas y eso me tiene algo triste y melancólica.

—Entiendo —sonrió compasiva—. ¡Anda!, ve y tómate un tiempo para recargar energías, pero cuando regreses ¡nada de Facebook! Eres buena empleada y creo que te mereces un rato de descanso.

Hikaru suspiró un tanto aliviada. —Gracias jefa. La verdad lo necesitaba un poco. Nos vemos en un ratito…

Natsuki, pensativa, la vio alejarse. Desde hacía 5 años la conocía y siempre se había caracterizado por ser una persona alegre. Sin embargo, todo el presente mes la había notado pensativa, de ser una chica risueña y que se reía por todo, ahora apenas si podía sonreír y tenía que ser algo muy pero muy gracioso para que ella pudiera reaccionar y corresponder el chiste. Nunca se había atrevido a preguntarle porqué cada año se ponía triste por estas mismas fechas.

Caminaba con aire ausente y así pasó todo el día, a pesar de haber regresado a su oficina nada pudo calmarla. Por la noche, llegó a casa y lo primero que hizo fue prepararle la cena a Satoru y después de esto se acostó en su cama. Sus ojos se cerraron casi de inmediato por la carga excesiva de trabajo que había tenido todo ese mes.

Antes de quedarse profundamente dormida deseó que el siguiente día fuera mejor, al menos un poco más calmado.

Hikaru se incorporó con dificultad. Le dolía terriblemente la cabeza, pero su ánimo bajo no se debía al dolor. Se acercaba la fecha en que Umi las había abandonado y se había ido a vivir a Australia, dejando todo lo que tuviera que ver con Céfiro; y, siendo realistas, Céfiro también incluía a sus dos amigas.

Hacía 8 años, la peliazul les había dejado en claro a ella y a Fuu, que estaba harta de tener que pensar en Céfiro día y noche. Había perdido a su padre de un asalto diez años atrás y su madre de la tristeza lo siguió dos años después.

La empresa de sus padres por la poca experiencia de Umi, había quedado en manos de los socios minoritarios, dejando a la chica sin dinero y sin su posición. Ese fue el detonante de su decisión y sin decir nada, ni despedirse, se fue una helada noche tratando de rehacer su vida.

Miró el reloj despertador y dio un brinco, se alisto para irse a trabajar, se puso un traje casual, no tenía mucho que hacer con su peinado, hacía tiempo que su cabello ondulado había cambiado a lacio. Se puso un ligero maquillaje y se dispuso a irse.

Pese a lo que sus amigas habían pensado, la tecnología de Autozam le había despertado el interés de las máquinas. Decidió estudiar Ingeniería en Sistemas y ahora trabajaba en un pomposo despacho, llevando sobre sus hombros todo el sistema y las redes de comunicación.

Su vida no había sido diferente a la de Umi. Ella desde que las conoció ya no tenía a sus padres. Sin embargo, cuando regresaron de Céfiro por segunda vez, se vio afectada por el abuso de su hermano Kareku, al ser descubierto éste por Masaru, fue herido de muerte. Kareku purgaba una condena en el penal de Okinawa por asesinato y violación en contra de sus propios hermano y hermana.

Satoru, amargado y lastimado por la actitud de su hermano y el fallecimiento del otro, se había dedicado a sacar prestigio al Dojo. Por desgracia, la mala reputación de los crímenes familiares había dejado al hogar Shidou sin dinero. Hikaru y Saturo perdieron entonces el Dojo y tomaron la decisión, con todo el dolor de su corazón, de separarse de su familia, yéndose a vivir a un departamento pequeño con la mascota Hikari, el que falleció de forma natural meses después.

Su vida desde chica había estado marcada por las dificultades económicas, y aunque en este tiempo no poseía una gran situación económica, de todas maneras, se las arreglaba para que su hermano y ella tuvieran todo lo que necesitaran.

Al final, Hikaru no perdió el ánimo del todo. No obstante, en su corazón había una herida ya podrida para ella: el jamás volver a ver a Lantis.

Este hecho la marco al grado de que a sus 35 años se planteó la idea de quedarse sola cuidando a Satoru que, resentido por la vida y la situación familiar, tampoco había querido tener una familia.

La pelirroja había guardado su medallón en un cajón para jamás volver a usarlo, habiendo pasado 10 años. Pocos días después de descubrir que Umi había huido de su propio destino para escribir uno nuevo, Fuu acompañó a Hikaru a tirar el medallón al mar.

Aquél día, bajo la mirada de algunos pescadores y turistas curiosos, llegaron hasta el final de uno de los muelles del puerto. Entonces Hikaru desenredó de sus dedos el medallón y éste cayó a las aguas. Con lágrimas en los ojos, ambas Guerreras del Fuego y del Aire fueron testigos de cómo las olas se tragaban la joya y se la llevaban para siempre.

Empezaba a lloviznar, raro para la época. Noviembre, un mes tan triste desde la partida de su amiga y poco sabía de ella. Tomó el llavero de su coche y el periódico mojado del piso, eso la hizo sonreír, vio en primera columna el artículo de Fuu.

La vida tampoco le había sonreído a la Guerrera Verde. Sus padres, temiendo que la chica se volviera loca de la depresión tan fuerte después de 7 años de conocer a Hikaru y Umi quisieron separarla de ellas sin éxito. La depresión fastidió tanto a sus padres que después ellos mismo la alimentaban haciéndola sentir menos y sobajándola con palabras hirientes como un "jamás podría hacer nada".

Todos estos acontecimientos lastimaron a Fuu pero la hicieron fuerte. Se volvió sarcástica y cínica, un tanto huraña y arisca. Su único apoyo era su hermana, aunque jamás le reveló lo vivido en Céfiro y todo lo que sufría por su Príncipe. Cuando cumplió 28 años, Kuu y ella habían ahorrado lo suficiente como para irse a vivir solas y separarse por fin de sus padres, a los que veían solo una o dos veces al año.

Jefa de Redacción de un periódico de circulación nacional, Fuu se la pasaba todo el día estresada. Su todavía noble corazón le hacía malas jugadas, y sus subordinados abusaban de ella chismeando todo el día, creando un ambiente que resultó después de unos años muy difícil de manejar.

Todas estas frustraciones se las comentaba a Kuu a diario cuando llegaba cada noche a casa. Su hermana le sugería que cambiase de residencia para tener otros aires, pero la rubia se negaba rotundamente. Por ningún motivo quería dejar sola a su hermana mayor, misma que tampoco tenía familia propia al igual que ella.

Cuando Umi huyó poco tiempo después del fallecimiento de su madre, Hikaru y Fuu hablaron por última vez de los sentimientos albergados por aquellos que se encontraban tan lejos de ellas y que probablemente ya tenían una vida hecha y resuelta.

Prometieron jamás volver a la Torre de Tokio. No tenía caso. Sus esperanzas morían cada vez que visitaban el edificio y el ventanal/portal no les respondía su ruego. Decidieron también nunca más volver a hablar del tema.

Pero Fuu no cumplió al pie de la letra con las promesas. Para superar su dolor por Ferio prefirió enfrentarlo, al punto de que siguió visitando la Torre de Tokio a escondidas de sus amigas. Pasado un tiempo descubrió que ya no sentía ningún tipo de nostalgia.

Sin embargo, no fue nada fácil. Su vida amorosa tampoco fue un lecho de rosas para Fuu. No lograba durar mucho tiempo con alguien, ningún hombre la llenaba como el Príncipe de Céfiro. Ante la falta de posibilidad de poder olvidarlo algún día, pasados los años encerró el recuerdo de su Príncipe en lo más profundo de su corazón y le dijo adiós para jamás recordarlo.

Hikaru quiso hablar con Fuu pero su celular "como siempre" estaba apagado, eso fastidiaba a la pelirroja, porque cuando quería hablar con su amiga nunca la localizaba. Sin embargo, cuando Fuu le llamaba, le hablaba en los peores momentos.

—Oye Fuu… sí, tu maldita costumbre de no contestar… le voy a enviar un mail a Umi a ver si se digna a contestarme la señorita, hace 4 meses me contestó con un "estoy bien" la inmensa carta de 100 hojas que le envié, sabes que la extraño y sé que tu también ¡aunque no lo admitas! Me voy al trabajo, cuídate.

Hikaru estaba entusiasmada de llegar a su trabajo para mandar el mail a Umi, sabía que, aunque se tardaba meses en contestar, ella leía de inmediato los correos que Fuu y la pelirroja le enviaban. Cuando llegó, saludó a todos con una sonrisa, se acomodó en su silla y se sirvió su café, abrió su lap lista para enviar el correo.

—Hikaru… —dijo su jefa detrás de ella.

—Hola Natsuki, buen día, ¿pasa algo?

—Necesito que revises la interface de NHK, tenemos problemas de comunicación entre su matriz y donde se hacen las retransmisiones, debes de conocerlo, es un lugar turístico, es en la "Torre de Tokio".

—La… Torre de Tokio… —contestó asombrada mientras se le resbalaba la taza del humeante café y éste caía al suelo salpicando el uniforme impecable de su jefa.

Hikaru estaba pálida. Tenía tanto tiempo intentando no escuchar ni mencionar ese lugar que de "turístico" para ella no tenía nada…

—¡Hikaru! ¡¿Estás bien?! —preguntó su jefa asustada al no entender su reacción.

—Si… si… de… de verdad discúlpame —trató de manera desesperada limpiar su desliz mientras seguía ida.

—Si no te sientes bien puedes hacerlo otro día, pero necesito que tú misma te encargues de eso ¡a nadie más le confiaría esta red! ¡Recuerda la auditoria! ¡Ya te mandé el dato de la persona que tienes que ver por whatsapp pero al parecer no lo leíste!

—Si no hay remedio… —pensó Hikaru muy desanimada, con aire ausente recogió sus cosas y se retiró.

Natsuki prefirió no preguntarle nada, pero era obvio que la Torre de Tokio le traía un pésimo recuerdo.

Hikaru iba manejando en shock, mientras se internaba en la avenida que hacía 10 años no transitaba. Estaba realmente cambiada, abrió los ojos de par en par cuando la heladería que solía frecuentar con Umi y Fuu había desaparecido. En su lugar ahora se encontraban unos departamentos de lujo. Su celular sonó en ese momento, y lo puso en altavoz. Era Fuu.

Karu perdona amiga, vi el mensaje y no es que no la extrañe, pero ¡ya no me recuerdes que se fue! —gritó un tanto molesta y divertida la Guerrera del Viento.

—Fuu, escucha … —cortó Hikaru con aire ausente. De inmediato Fuu intuyó que algo estaba mal.

¿Qué pasa, Karu? ¿Estás bien? –preguntó sumamente preocupada.

—Del trabajo me mandaron a analizar la red entre la matriz de NHK y donde se hace la emisión ¿sabes dónde es? —preguntó la pelirroja ansiosa.

Pues no sé, ¿dónde es?

—En la Torre de Tokio… —dijo esto arrastrando las palabras.

Voy para allá —replicó la rubia decidida.

—No vengas, e…estoy bien…

No, no lo estas y no necesitas entrar sola, yo ya lo he superado… —dijo Fuu con un aire de superioridad —espérame en el estacionamiento, no tardo ¡y no se te ocurra moverte de ahí! Y mientras para que te distraigas ¡mándale a esa tonta de Umi un mail y dile que estamos bien y que la recordamos!

—Ok —dijo secamente y sin más se detuvo frente a la Torre. Su corazón latía desenfrenado. Se sentía extraña, muy angustiada y sumamente incómoda de estar ahí. Aun así, entró al estacionamiento que estaba a una cuadra de la Torre, pero no bajó del coche.

Tomó su teléfono y trató de desbloquearlo pero le temblaban las manos. Tras lograrlo, entró a su mail y comenzó a escribir una carta para Umi de forma lenta.

"Umi:

Con este día se cumplen ya 10 años desde que te fuiste, y aun nos duele. Estoy enfrente de la Torre de Tokio, que fue donde nos conocimos. Yo no me había parado por este vecindario en 10 años. Han quitado la heladería, ¿puedes creerlo? No estoy en la Torre por gusto, me mandaron por un asunto de trabajo, pero se siente tan incómodo. Sé que donde quiera que estés, te encontrarás bien. ¿Verdad que sí? Contesta por favor."

Cerró su celular y al mismo tiempo cerró los ojos también; pero un "toc toc" en la puerta la alertó. Era Fuu que con una mirada tranquila la invitó a salir del auto. Hikaru se apeó de éste y se saludaron con un largo abrazo. Tenían un mes de no verse. Se le hizo un nudo en la garganta.

—Si quieres llorar, Hikaru, llora. Todo lo que quieras —exclamó Fuu dulcemente.

—Ya no tengo lágrimas para Céfiro… —dijo mientras veía a su amiga. Era cierto, no tenía lágrimas para Céfiro. aunque su semblante demostraba fastidio, cansancio y aburrimiento.

—Vamos Karu no te amargues, no lo vale, tenemos que seguir viviendo y tratar de olvidar… –no pudo terminar, ya que Hikaru le pedía que guardara silencio porque se percato que su celular comenzó a vibrar.

—Dios… ¡es de la casa de Umi! —Fuu abrió los ojos como platos.

—¡¿Esta en Tokio?! ¡Contéstale! No sea que porque no le contestas ¡no nos vuelva a hablar! —urgió Fuu mientras en su corazón se sembraba nuevamente la esperanza que le costó 13 años de terapia superar y enterrar "el regresar a Céfiro".

—¡Umi! ¡Qué sorpresa! —gritó Hikaru muy sorprendida. Pero para su desgracia, la voz que le contestó no era la de su amiga—. ¿Quién es usted? —preguntó preocupada nuevamente la pelirroja. La contestación del otro lado del teléfono hizo que abriera los ojos sorprendida—. Vamos para allá —dijo mientras entraba nuevamente a su coche y le hacía señas a Fuu de que la siguiera.

—¡¿Pero qué paso?! —preguntó la rubia mientras veía a Hikaru angustiada.

—Umi desapareció…

Hikaru que se distinguía por ser una conductora prudente, en ese momento iba manejando de la peor forma posible, no daba crédito a lo que la otra voz en el teléfono le había comentado.

—Karu ¿Qué le habrá pasado a Umi?

—No lo sé Fuu, estoy muy preocupada, como es posible que la reporten como desaparecida si ella está en Australia.

Hikaru frenó con fuerza al ver la mansión Ryuuzaki con dos patrullas que la esperaban fuera del domicilio. Hikaru y Fuu bajaron rápidamente esperando lo peor.

—Señoritas buenas tardes, soy el oficial de policía Tanaka —se presentó el agente.

—¡Dígame! ¡¿Qué le paso a Umi?! —preguntó Hikaru mientras Fuu sobaba el hombro de su amiga para tranquilizarla.

—Entremos a la mansión, les prometo explicarles todo... —dijo el oficial.

Entraron inseguras, que la policía estuviera implicada les daba muy mala espina, Fuu pensaba que tal vez Umi había fallecido o estaba desparecida al igual que su pequeña amiga. Tres policías más escoltaron a las chicas dentro de la mansión. Cuando entraron no pudieron creerlo, las cosas estaban tapadas con sábanas y todo estaba intacto desde la partida de Umi, era como si jamás hubiera abandonado su casa.

—Dígame que pasó con Umi —urgió Fuu mientras las lágrimas caían en su rostro.

—No le voy a dar vueltas al asunto, tenemos el reporte del consulado de Japón en Melbourne que está desaparecida desde hace mes y medio.

—Eso no es posible, ella estaba en Sydney...

—Tenemos el reporte de que ella se encontraba trabajando en el consulado de esa ciudad, por eso fue que nos notificaron de este evento. Pero eso no es todo, su pequeño hijo Ricardo también desapareció.

—¡Ella no tiene un hijo! ¡Se está confundiendo de persona!

Los policía miraban preocupados a las dos chicas que tenían enfrente, el oficial que les comentaba la situación no tuvo más que remedió que darles el expediente de la investigación.

Reporte de personas desaparecidas en el extranjero:

Nombre: Umi Ryuuzaki

Sexo: Femenino

Edad: 34 años

Estatura: 1.78 cm

Tez: Blanca

Ojos: Pequeños, color azul

Cabello: Lacio, Azul Profundo

Ciudad de origen: Tokio, Japón

Nombre: Ricardo Ryuuzaki

Sexo: Masculino

Edad: 3 meses

Estatura: N/A

Tez: Blanca

Ojos: Grandes, color café claro

Cabello: Quebrado, Castaño Oscuro

Ciudad de origen: Sydney, Australia

Se les vio por última vez el 3 de agosto en Brighton Beach cerca de las 4:30 p.m. Agradecemos reportar cualquier información al 01800-575-896-23

Después de ver el reporte se quedaron frías, jamás pensaron que ella tuviera un hijo de 3 meses y menos que el bebé desaparecería junto con ella.

—Ricardo... —dijo Fuu impresionada, pensando quién podría ser el padre de la criatura, obviamente no era de Japón, su nombre sonaba de descendencia latina.

—¿No estarán con el padre del bebé? —preguntó Hikaru prácticamente robándole la pregunta a Fuu.

—No. Hemos platicado con su ex esposo y no están con él. El señor tiene otra vida, incluso parecía que no le importaba en lo más mínimo el paradero de su hijo y ex pareja.

—¿Se casó? —preguntó Fuu con la boca abierta.

—Sí, pero duro muy poco su matrimonio, ¿de verdad no saben nada de ella?

—No oficial, casi no hemos hablado con ella desde que se fue de Japón —señaló Hikaru con tristeza.

—Por favor, si tienen alguna información les dejo mi tarjeta —dijo dándole a Fuu los datos.

El oficial Tanaka les hizo el ademan de salir de la mansión a lo que las Guerreras obedecieron. Ya en la calle, observaron con tristeza cómo cerraban las puertas de la Mansión Ryuuzaki , un sentimiento las envolvió a las dos, que jamás volverían a estar ahí.

Cuando los oficiales de policía se fueron, Hikaru se recargó en su coche con los ojos cerrados y sobándose sus sienes. Fuu la miraba preocupada, recordó que su amiga tenía un compromiso de trabajo al igual que ella.

—Karu, recuerda que tienes trabajo al igual que yo, vamos… ve a atender tus cosas, yo haré lo mismo y te veo en tu casa a la 8:00 de la noche, por favor... tranquila —dijo sobando sus hombros a lo que Hikaru abrió los ojos dejando escapar algunas lágrimas, Fuu abrió los brazos y Hikaru la abrazó.

—Verás que hay una explicación a ésto —dijo Fuu subiendo a Hikaru a su coche.

—Acompáñame a la Torre por favor, no me dejes sola —suplicó la chica a lo que Fuu asintió con la cabeza.

—Está bien Hikaru, tengo conexión remota así que puedo conectarme donde quiera, veamos que nos depara la Torre de Tokio —diciendo con un susurro, mientras su cuerpo se estremecía de miedo, esperaba la reacción que tendría todo su ser al entrar nuevamente.

Mientras Hikaru iba manejando ligeramente más tranquila, Fuu en su mente trataba de recordar algo que le indicara el paradero de Umi. Cuando la Guerrera del Agua abandonó Tokio, las chicas la daban por perdida y la reportaron como desaparecida, un mes después recibieron un mail de Umi donde les indicaba en pocas palabras donde se encontraba y el porqué de su decisión.

Algo en la mente de Fuu la hizo recordar aquella conversación que tuvieron con Umi cuando estaba velando a su padre, Umi afectada y dolida, fumaba sin parar con los nervios de punta.

"—Umi, realmente lo sentimos mucho —decían sus amigas de corazón al ver el cuerpo tendido del padre de la peliazul.

¿Saben donde fue el asalto? —dijo con lágrimas en los ojos.

No, ¿dónde fue? –preguntó Hikaru tomando su mano libre.

Enfrente de la Torre de Tokio, había ido por mí para tomar juntos un helado, me había visto algo triste ese día.

No puede ser… ese lugar es tan sagrado para nosotros —dijo Hikaru soltando la mano de su amiga y tomando el medallón que Lantis le había obsequiado.

No sé chicas, pero ya no quiero pensar en Céfiro, ya no quiero pensar en ellos, ya perdí a mi padre, yo creo que es momento de enfocarme en otras cosas."

—Karu… —dijo Fuu indecisa.

—¿Si…? —dijo aun fuera de este mundo.

—Tenemos que hablar de Céfiro dijo Fuu bajando sus ojos.

—Quedamos en ya no hablar de eso…

—Puede que tenga que ver con la desaparición de Umi y su bebé.

—No lo creo, realmente sentiría si la desaparición tuviera algo que ver con Céfiro —dijo la pelirroja nerviosa. Estaba mintiendo.

Fuu se tranquilizó y trató de no seguirla atosigando con lo mismo, ella sentía en su corazón que

Umi y Céfiro estaban ligados, pero no sabía de qué forma. Cuando Hikaru se estacionó cerca de la Torre de Tokio, la pelirroja volteó a ver a su amiga.

—No quiero entrar a la Torre, en vez de eso ¿qué te parece si vamos a mi casa y hackeamos la cuenta de Umi? Tenemos que ver qué pasó con ella.

—Pero Karu, tenemos trabajo, recuerda que…

—¡Me importa una mierda el trabajo Fuu! ¡Puede que esté en problemas! ¡Tiene un hijo pequeño! ¡Nos necesita! —gritó furiosa a su amiga, Fuu no pudo decirle nada y solo bajó la cabeza.

—Fuu te mentí —confesó con la cabeza baja, la rubio volteó a verla sorprendida —yo también siento que su desaparición está conectada con Céfiro, así que vamos a investigar, la vida de Umi puede que esté en peligro y más con el bebé en Céfiro.

Cuando llegaron a la casa de Hikaru, Satoru estaba acostado cual vil res despreocupado por todo lo ajeno que no fuera él, ni siquiera se inmutó cuando las escuchó llegar. Fuu tan educada y cortés como siempre, iba a empezar a saludarlo cuando la guerrera de fuego la jaló hacia su cuarto.

—No sabía que te gustaba Snoopy y Mafalda —señaló Fuu mientras inspeccionada los posters con reflexiones que tenía la pelirroja en su cuarto—. Creo que tenía años de no venir a tu casa.

—Me gustan mucho sus frases Fuu, digamos que me dan fuerza cada día para continuar.

—Lo que necesitas en un novio Karu ¡no reflexiones de Mafalda!

—¡Já! Y mira quién lo dice… No te conozco otro novio desde Daniel, y bueno, el colombiano ese al que nunca veías —vio a Fuu entristecerse.

—Perdona Fuu —se disculpó Karu completamente arrepentida—, sé que aún no le has superado.

—Bueno no importa ya ¿sí? Ahora dime… —tratando de cambiar el tema—, ¿cómo vas a hacer para hackear la cuenta de Umi?

Hikaru tomó su celular y empezó a buscar un contacto, mientras Fuu volvía a echar un vistazo a su habitación, sonrió con nostalgia al ver una foto de sus dos amigas y ella con sus uniformes de preparatoria. Esa foto la recordaba muy bien, era del primer aniversario de la salvación de Céfiro.

—Hola Bull, soy Karu… —escuchó a su amiga por el celular —bien amigo, oye un favor, necesito la contraseña de un correo de Yahoo… si… ¿tienes donde anotar? Es ryuuzaki_umi , si puedes entrar y ver qué correos están conectados con ese mail que tengan en nombre de esta persona te lo agradeceré y es obvio te voy a pagar ¡así que apúrate! —Fuu en el momento que escuchó a Hikaru pudo percibir a la Guerrera de Fuego nuevamente como la líder del grupo. Eso le dio una ligera esperanza.

—Todo listo Fuu, sabremos en la tarde las contraseñas de Umi —concluyó Karu mientras se sentaba al lado de Fuu.

—Ok, Karu, entonces ¿para nos venimos a enclaustrar a tu casa si tenemos trabajo?

—Estar juntas ¿o eso no es lo importante en estos momentos? Puedo percibir más cosas estando a tu lado Fuu.

—No te digo una grosería porque ahorita no lo amerita, pero eso se escuchó muy esotérico…

—Deja las bromas, no estoy de humor…

–A ver Karu, dime, si en la mañana te negabas rotundamente a que habláramos de Céfiro ¿Por qué andas tan condescendiente?

—Fuu, últimamente me he sentido algo extraña, no sé, siento que algo pasó ¿recuerdas que ya no vimos esas visiones de Céfiro desde hace 10 años?

—Y precisamente hace 10 años desde la partida de Umi decidimos no volver a hablar de ello.

—¿Y si pasó algo y por eso ya no pudimos ver nada? —preguntó Hikaru angustiada, sacando la teoría que desde hacía 10 años se había formado en su cabeza.

—¡Eso es imposible Karu! ¡Tú eres el pilar! Debiste sentir algo venir, independientemente de que hayas abolido el sistema del pilar, eso es imposible. Además tienen a Autozam, Cizeta y Fahrem para ayudarles ¡es ilógico! —dijo desesperada y angustiada al pensar que algo le había pasado a Ferio.

Fuu repasaba mentalmente todo lo que Hikaru le comentaba, siempre albergó en su corazón que no había regresado porque habían hecho su vida, pero no porque la vida de sus amigos en Céfiro estuviera en riesgo. El celular de Hikaru hizo brincar a Fuu sacándola se su debate mental, le dolía admitir que Céfiro no estaba tan superado como ella pensaba.

—¡Natsuki no te alteres! —exclamó Karu al teléfono— …pues haz lo que quieras o manda a alguien más, a mí realmente no me importa —dijo aventando el celular por encima de su ropero.

—¿Pasa algo Karu? Supongo que a tu jefa no le agradó que le dejaras botado el trabajo, ¿verdad? —preguntó Fuu mientras se acercaba al ropero para recoger el celular de su amiga y tratar de arreglarlo.

—Mira Fuu, me sale con la estupidez de la responsabilidad cuando soy la mas ñoña de mi trabajo, ¡carajo! Hasta aquí me conecto para trabajar —es ese momento Fuu volteó a verla muy pálida a lo que su amiga se molestó—, ¿por qué palideciste? Tú haces lo mismo Fuu, te la pasas viviendo en el periódico ¿o no? Así que no me pongas cara de… —no pudo continuar, Fuu le mostraba temblorosa cierto objeto que había 20 años era el tesoro más preciado de Hikaru.

—¡¿Cómo es posible?! —dijo mientras palidecía y se sentaba en su escritorio.

—Yo… yo vi cómo se lo llevó el mar —dijo Fuu torpemente.

—¡No pudo regresar sola! —gritó la pelirroja mientras tomaba el medallón y lo aventaba contra la pared.

—Umi, Dios… ¿Dónde estás? ¿Qué ha pasado contigo? —dijo Fuu ahogada en llanto.

En ese momento se escuchó una puerta abrirse a todo lo ancho, las chicas al percatarse de la presencia de Satoru secaron sus lágrimas y pusieron cara de tranquilidad cosa que Satoru no se tragó.

—¿Qué pasa? Desde la sala se escuchan sus gritos…

—Umi desapareció… —contestó Fuu nada consciente de lo que hacía, Karu la vio preocupada, siempre se había distinguido por ser la más discreta.

—¿Su amiga la rica? —preguntó preocupado.

—Si Satoru, y si nos permites… —dijo la Guerrera de Fuego tratando de sacar a empujones a su hermano.

—Si necesitan algo Karu… —dijo en el umbral de la puerta.

—Después platicamos —contesto ceñuda azotándole la puerta en las narices.

Prendió su lap y comenzó a sacar todos los algoritmos posibles para poder sacar las contraseñas de Umi mientras Fuu analizaba mentalmente todo los acontecimientos importantes después de su regreso a Céfiro.

—A ver Karu, ven.

—¿Es indispensables que me acerque? —preguntó con la nariz pegada en el monitor.

—Si… —dijo tajante, la pelirroja se acercó y Fuu entrelazó su mano con la de ella.

—¿Y esto para qué es? —preguntó Hikaru levantado su mano entrelazada con a la de Fuu.

—Cállate y concéntrate, cierra los ojos ¿recuerdas el calor que sentíamos cada vez que invocábamos nuestros poderes?

—Vagamente —contestó mientras cerraba los ojos.

—Piensa en Lantis —sintió cómo Hikaru la apretaba con fuerza—, Yo pensaré en Ferio —y sintió cómo su vieja herida volvió a arder.

Por su parte Hikaru sintió un dolor en el pecho y dificultad para respirar, desconociendo que Fuu sentía exactamente los mismo, la piel de ambas empezó a sentir frío. Cuando la sensación fue incomoda para Fuu se soltó de sopetón.

—¿Qué pasa? —preguntó la Guerrera de Fuego.

—Me sentí mal, me empezó a faltar el aire y bueno una serie de cosas que me dieron bastante incómodas, yo creo que es resultado de la noticia de Umi.

—Yo me sentí igual Fuu. No sé, pero algo anda mal, algo pasó en Céfiro, tendremos que ir mañana a la Torre de Tokio sin falta —dijo Karu preocupada.

—Ok, Karu, tengo que irme, tengo que pensar en muchas cosas.

Dejó de prestarle atención a la rubia cuando recibió por mensaje la contraseña del correo de su amiga Umi. Hikaru de inmediato tomó el dato y entró a la cuenta de Yahoo de Umi para revelar qué había sido de su triste vida en los últimos meses…