Egoísta


De cómo comenzó.

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Tres meses pasaron desde los hechos acontecidos en la retoma de Shiganshina. Hange se encontraba mirando el cielo estrellado, ya nada era igual después de tantas pérdidas en un solo día, pero debía seguir avanzando. Se le otorgaron nuevas responsabilidades, siendo la nueva comandante de la legión tenía demasiadas cosas en las que pensar, el estrés se manifestó en horrorosas pesadillas, visiones espectrales y una intensa comezón en el ojo perdido cuya herida estaba cicatrizando.

Tantas noches había pasado en la soledad de esa habitación en ese desolado cuartel. Tantas veces había despertado angustiada llorando y gritando por sus camaradas caídos. Y en una de esas tantas noches se le prendió el instinto sexual al hacer fricción, sin querer, en sus genitales.

Se sorprendió de la reacción que tuvo su cuerpo, pues pensó que ese deseo estaba más que muerto y enterrado. Con vergüenza tocaba su cuerpo con manos temblorosas, recorriendo su piel lastimada y sintiendo pequeñas descargas electrizantes al sentir su piel erizada. Lágrimas amargas corrían por sus mejillas al terminar de tocarse y experimentar pequeñas sacudidas gracias a sus propias caricias.

Ya en diversas ocasiones había pensado seriamente buscar un compañero sexual, pero ¿quién sería el indicado? Tampoco podría ir y acostarse con cualquier hombre que se cruzara en su camino. De pronto algo se iluminó dentro de ella. Salió de su habitación para dar una caminata antes de dormir.

Ya fuera del cuartel observó a lo lejos la pequeña cabaña donde se reunían algunos de los veteranos meses atrás. Se podía divisar una tenue iluminación dentro de esta, si alguien se encontraba ahí dentro sería Levi, ya que no estaba permitido que alguien más entrara a ese lugar.

Suspiró profundamente mientras ceñía la gabardina a su cuerpo. Sí, se lo propondría a él. ¿Entendería Levi su sentir? ¿Qué tal si le hacía la pregunta incómoda de por qué él? Fácil, le diría que solamente se le ocurrió, aunque no por sentimentalismos, además que era el más apto, física y quizás mentalmente. Bueno, la verdad era que Levi se le había hecho atractivo desde que lo conoció, aunque esa cara de no haber cagado en días parecía decir lo contrario.

Pensándolo bien, descubrió que Levi le gustaba, aunque ella no creía gustarle a él. En fin, solo sería sexo casual, ¿quién se negaría a eso? Caminó hasta llegar y toparse con la puerta de la cabaña, con firmeza sujetó el pomo, pero al instante se acobardó. Demasiado tarde, Levi ya había advertido su presencia.

—Qué haces aquí —se escuchó desde el interior.

Hange abrió lentamente, Levi se encontraba sentado en su respectivo lugar en la mesa.

—Hola, Levi. Estoy algo fastidiada. ¿Puedo pasar?

—Eso no explica tu presencia, regresa al cuartel.

—No. Si tanto te molesta me iré a otra parte, menos a ese vacío cuartel —dijo con voz quebrada.

La mujer hizo el ademán de marcharse, pero la voz del hombre la detuvo.

—Disculpa, Hange. No me encuentro bien —Levi trató de disculparse.

—No te disculpes, me siento igual que tú. Pensé que te haría bien algo de compañía como a mí, pero creo que cada quien lidia con el dolor a su manera.

Al no recibir respuesta, la nueva al mando de la legión decidió irse de ese lugar. Y pensar que había ido en busca de Levi para proponerle tener sexo. Necesitaba desfogarse de alguna manera, pero esa fue una pésima idea, ¿de verdad pensó que Levi cedería o tan siquiera la escucharía?

—¿Ya no estás molesta por la decisión que tomé? Eras muy cercana a Erwin.

—Eso ya no importa, creo que tenemos que aprender de las decisiones que se han tomado—Hange trataba de disimular su disgusto por ese tema.

—Lo siento, Hange.

—Tranquilo, no vine a reprocharte nada.

—Entonces a qué viniste.

—Para nada importante, una tontería en realidad, te pido disculpas por interrumpirte.

—No mientas.

—¿Cómo sabes que miento? —Hange colocó sus gafas en su frente y se quitó ese molesto parche.

—Te conozco bien.

—¿Ah sí? Y según tú, ¿a qué vine aquí? —ella lo miró desafiante.

—Lamento lo de tu ojo, y lo de Moblit.

—Yo lo lamento más. Nos vemos mañana, Levi. Descansa.

Hange dio media vuelta para abandonar la cabaña, esa donde se reunían los veteranos a conversar y planear las estrategias para combatir a los titanes, planear nuevas rutas de suministro y, cómo no, ser simples hombres y mujeres por un instante, olvidándose de la gran responsabilidad que yacía sobre sus hombros.

Cuando regresaron de Shiganshina a tratar de ordenar las cosas, simplemente no pudieron deshacerse de esa cabaña armada con lo más elemental para ellos, Erwin, Mike, Levi, Hange y Nanaba. De vez en cuando Lynne, Gelgar, Moblit o algún sub alterno se acercaba a platicar, reír o beber un poco de alcohol para liberarse del estrés.

Se sentía cierto ambiente de tristeza, nunca más volverían a escucharse las risas, pláticas y gritos de sus más fieles ocupantes. Sin embargo, a pesar del abandono, el lugar se encontraba sanitizado gracias a Levi.

Hange le agradeció mentalmente por dar algo de su tiempo para conservar en perfectas condiciones ese lugar. Ahora que lo pensaba mejor, sonrió y movió la cabeza hacia los lados. Levi se negaría rotundamente a profanar ese lugar teniendo sexo ahí con ella.

Dio un par de pasos alejándose del lugar, pero Levi salió a su encuentro deteniendo su andar.

—¿Qué pasa? —Hange preguntó, pero Levi no le permitió voltearse, pues la abrazó por la espalda.

—No te vayas.

Ese gesto la sorprendió. —No te preocupes, no me iré —. Se giró para devolver el abrazo, acariciando los negros cabellos y rozando el área donde el cabello estaba casi a rape—. No tengo a donde ir ni con quien estar. Parece que solo nos tenemos el uno al otro.

—Entremos —él rompió el abrazo y la guio hacia adentro tomando su mano.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—El suficiente para no ser interrumpido —respondió cerrando la puerta.

—Vaya, tú sí que conoces y practicas el concepto de soledad.

—Si vas a estar aquí guarda silencio.

—Entiendo —se sentaron en la mesa, uno frente al otro.

Hange comenzó a jugar con el cordón de su parche en un acto de nerviosismo. ¿Qué tal si le decía ahora?

—Levi... tu...

—No.

—¿No? Ni siquiera te he preguntado nada, ¿por qué dices no?

—Porque seguro saldrás con alguna tontería.

—Entonces no me conoces lo suficiente.

—Solo no quiero que toques temas incómodos.

—No te preocupes, no quería hablar de eso.

—¿Ah no? —Levi la miró incrédulo— Entonces de qué quieres hablar.

—Bueno, yo... me he dado cuenta de algo, y no sé si deba...

—¿Por qué estás agitada?

—¿Tanto se me nota? —exclamó poniéndose de pie y golpeando la mesa con ambas manos, evidenciándose.

—No, lo dije para molestarte, pero ahora sí te notas inquieta.

—Eso no fue divertido —respondió con un simpático puchero.

—Si lo fue, mírate —y después de mucho tiempo lo miró, Levi estaba sonriendo, con los codos apoyados sobre la mesa.

—¡Hey! No juegues así conmigo, enano, o te puedes arrepentir.

—¿Ya me dirás por qué viniste? —Levi apoyó su barbilla sobre una de sus manos. Hange quedó atónita.

—Yo... yo, yo quiero tu... —Hange tartamudeó y se rascó la cabeza, alborotando sus ya alborotados cabellos.

—Solo di lo que tengas que decir —Levi observó cómo Hange se ponía de pie frente a él y suspiraba ruidosamente.

—Bien. Necesito sexo —dijo sin más, mirándolo a los ojos, sin vergüenza, sin pudor y con un gran sonrojo en su rostro, aún con la piel morena, se notaba sobremanera.

—Pero qué disparate es ese —las pupilas de Levi se contrajeron.

—No es ningún disparate. Somos humanos y tenemos necesidades, bueno, al menos yo sí las tengo. He estado muy presionada, llegué a esa conclusión y quiero hacerlo. Quizá sea egoísta por eso.

—Tienes razón —Levi aún sentado, la miró directo a los ojos.

—Por supuesto que tengo... ¿qué? —miró a Levi, él desvió la mirada.

—Razón en ser egoísta, ahora busca a alguien que te haga el favor —lo que obtuvo como respuesta fue una escandalosa risa.

—¿Es en serio? —Cruzó los brazos sobre su pecho— ¿Buscar a alguien como quién? Ayúdame a pensar porque tengo tiempo sin saber quién puede ser el indicado.

Ahora el turno de reír fue de Levi. Hange no supo cómo interpretar esa risa, no lo había escuchado reír así antes.

—Alguien como yo —susurró y su rostro se ensombreció. Hange quedó sin habla y sin expresión. Segundos después ella reaccionó.

—Pobrecito Levi, creo que ha perdido la razón, ¿estás enfermo? Déjame ver —sorprendida, extendió la mano para tocar su frente, pero él detuvo su agarre.

—No estoy enfermo, será mejor que regreses al cuartel —volteó la cara evitando la mirada de Hange.

—No quiero. Levi —susurró—, sobre de ser tú... ¿lo dices en serio?

Ella parpadeó, era justamente lo que deseaba, tener sexo con Levi, solo que no sabía cómo proponérselo, y peor aún, si él aceptaría. La conversación se había tornado extraña, a su favor. Ahora se encontraba él ahí, frente a ella diciéndole que tuvieran sexo, aunque no propiamente dicho de esa manera.

—No, vete de una vez.

—Hay una persona que creo que me gusta —atrajo la atención de Levi hacia ella después de esas palabras.

—¿Quieres que vaya a buscarlo para que cojan? —su voz denotó incomodidad.

—No es necesario, nunca pensé decir lo que diré, pero... te confieso que estoy sintiendo un leve cosquilleo en...

—Mierda, qué vulgar eres —él la interrumpió.

—Levi, ¿quieres tener sexo conmigo?

Silencio.

—Hange, no. Nunca me aprovecharía de tu vulnerabilidad —dijo mientras recordaba el estado anímico de la mujer.

—El que esté vulnerable no tiene nada que ver con lo que deseo en este momento —ella desabrochó su pesada gabardina para dejarla caer al suelo.

Hange se aventuró primero arriesgándose a que él la rechazara. Se acercó a Levi e inclinó el rostro hasta quedar a la altura de su boca, y con cuidado hizo contacto acercando sus labios a los del hombre. Y como si hubieran recibido una descarga eléctrica se besaron con ansias, despertando ese deseo reprimido. Levi se levantó y la atrajo hacia él, había anhelado tanto ese contacto.

Porque sí, Levi estaba prendado de Hange desde hacía mucho tiempo, aunque nunca se lo demostró y prefirió callarlo. El área alrededor de sus bocas mostraba un leve enrojecimiento debido a la intensidad del ósculo.

—Hange, debo decirte algo.

—Shh… —Hange lo silenció poniendo su dedo índice sobre los delgados labios masculinos al tiempo que lo ayudaba a despojarse de su saco.

Levi no soportó un segundo más y la besó. Después de besarla se dirigió al cuello repartiendo besos, unas cuentas succiones y suaves lamidas, sonreía satisfecho al escuchar los eróticos gemidos de la mujer. Acarició la espalda de Hange debajo de su camisa y la tibieza de esta lo hizo estremecer.

—Yo... yo también, Levi.

—¿Qué?

—Yo, esto… —Hange balbuceó. Con ansias desabotonó la camisa blanca y cuidadosamente le quitó el pulcro cravat, dejando ambas prendas sobre la mesa.

—Ven acá —ordenó él, al tiempo que la tomaba de la mano y la guiaba hasta la silla donde ella estuvo sentada.

Él se sentó, ella hizo lo mismo sobre él a horcajadas, cara a cara. Volvió a introducir las manos bajo la camisa para acercarla a él y abrió el broche del sostén. Ella intentó desvestirse, pero Levi la detuvo, Hange lo miró interrogante.

—Déjame disfrutarte.

Con ese par de palabras Hange sintió desfallecer. Se dejó hacer, y con la respiración agitada, permitió que Levi se deleitara con ella. Él, con calma, le quitó la camisa y el sostén. Frente a él se irguieron orgullosos sus pequeños pechos. Ella lo miró con ansiedad, indicándole con la mirada que no se detuviera.

Él humedeció sus labios y comenzó a acariciar ambos senos con las manos. Perfecto, estaban hechos a medida para él. Al primer contacto la piel femenina se erizó, Levi la acarició embelesado. Sus dedos recorrieron el espacio entre los pechos para comenzar a repartir besos.

Hange cerró los ojos para disfrutar mejor las caricias y sensaciones. Enseguida los abrió de golpe, Levi se encontraba besando y jugueteando con uno de sus pezones, usaba la lengua y los dientes, chasqueando los labios. Ella frunció el ceño y emitió un gemido cargado de excitación al sentir esa húmeda y caliente lengua jugando con sus pechos. ¿Hace cuánto no experimentaba las sensaciones del sexo? No tenía idea, pero ahora que estaba en ello, estaba segura que era lo mejor que le sucedía en esos días de porquería.

Mientras Levi tenía un pezón en su boca, el otro se mantenía bajo sus dedos, acariciándolo suavemente. Levantó la mirada y vio a Hange con una expresión de gozo, mantenía los labios semiabiertos, el ceño levemente contraído, gemía. Él sonrió, con ambas manos juntó los senos de la mujer y comenzó a besarlos alternadamente, besaba, lamía y succionaba con inusitada calma. Recorría desde la base del busto hasta el erecto pezón. Después soltó los montículos para subir por su cuello repartiendo besos hasta llegar a su boca.

Hange comenzó a acariciarlo, ahora le tocaba a ella. Con suavidad pasó las yemas de sus dedos sobre los marcados pectorales.

—Levi —susurró y comenzó a mover sus caderas por sobre el bulto que se remarcaba en los pantalones del hombre. Esa fricción la hacía gemir más.

Hange se levantó y Levi la miró perplejo. Delante de él, ella acercó la gabardina y arrodillándose sobre esta se inclinó hacia el frente y comenzó a besar ese abdomen tonificado, posando sus manos en esos fuertes pectorales, acariciando los pezones masculinos.

—Tch —, un suspiro ronco salió de su garganta. Ella sonrió victoriosa, ahora quería aventurarse a hacer más, quería hacer que Levi perdiera el control.

Ansiosa, desabrochó los botones del blanco pantalón. Frotó su mano derecha sobre ese bulto que demandaba ser liberado, quería ver lo que Levi guardaba bajo la ropa. Deslizó la cremallera y observó como la ropa interior de él ya mostraba humedad. Una punzada en su sexo se hizo presente.

—Veamos qué es lo que guarda, capitán —bajó la ropa interior dejando salir al poderoso miembro de su compañero y abrió los ojos, emocionada. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que vio un pene. Ambos colaboraron para bajar las prendas del capitán hasta los tobillos.

Levi mostraba una mueca que abarcaba vergüenza y excitación. Hange sin vacilar, tomó entre sus manos ese palpitante falo y comenzó a masajearlo, retrayendo el prepucio para descubrir el glande. Con la yema de su dedo índice masajeó la punta y enseguida brotó una gota de líquido preseminal.

Ante el delicado toque, la pelvis de Levi reaccionó elevándose un poco, haciendo que su pene se acercara peligrosamente a la boca de Hange, ella al ver eso suspiró y decidida, tomó firmemente entre su mano izquierda el miembro para introducirlo con cuidado en su boca.

—Mierda, mierda —Levi trataba de mantener la compostura aferrándose a la silla. Nunca imaginó ver a Hange haciendo lo que hacía, y demonios, le gustaba. Con un morbo que no pudo resistir, abrió los ojos para mirar como Hange hacía su labor, observó cómo cada vez que el pene salía de su boca, iba acompañado de un rastro de saliva, provocando un sonido armónico al momento de succionarlo aumentando la lascivia. La tibieza de la boca de Hange abrazaba a su miembro gentilmente.

A pesar del considerable tamaño del miembro masculino*, Hange trataba de introducirlo casi por completo en su boca, provocando algunas arcadas en su garganta. Se separó un poco para mirar a Levi, que la miraba expectante. Ella le respondió con una hermosa sonrisa.

¿Desde cuándo Hange sonreía así? Levi había memorizado cada sonrisa, cada gesto y cada particularidad de ella, pero esa sonrisa nunca la había visto. Estaba complacido porque solamente él era testigo de ese gesto. Sintió un espasmo en su vientre, miró a Hange y vio como lamia y masajeaba sus testículos tan cuidadosamente que sentía que iba a estallar.

Ella terminó de explorar los testículos para nuevamente introducir ese hermoso pene en su boca. Levi gruñó levemente y de pronto ella sintió como este la sujetaba de la cabeza, llevando el ritmo para que siguiera con la felación. Eso la excitó, con gran habilidad introducía el miembro en su boca. El que Levi marcara el ritmo le pareció la cosa más excitante que había realizado en su vida.

—Hange, detente, voy a correrme —Levi apenas y podía hablar sin jadear.

—Sí, todavía no, espera... —meditó y en un pestañeo le respondió—... hazlo.

—¿Qué?

—Hazlo, córrete en mi boca.

—¿Es-estás loca? Eso es as-asqueroso —exclamó, jadeando.

—Hazlo —ella masajeó el glande con la punta de su lengua.

—Mierda... Hange —él gimió y en respuesta, ella volvió a introducir el pene a su boca acelerando sus movimientos, pronto sintió como el miembro se estremecía y las marcadas venas palpitaban rápidamente, Levi movió fuerte sus caderas, para después dejar salir un caliente chorro de semen que Hange, gustosa, saboreó y tragó, sin dejar escapar nada por la comisura de sus labios.

Levi observó con un gesto de incomodidad como Hange degustaba su simiente.

—Sabes a té** —dijo ella, para después con su lengua limpiar el miembro que aún permanecía firme.

—Tch, cállate. Eso, eso fue demasiado rápido —Levi aún jadeante se acomodó en la silla pasando una mano por su rostro.

—Entiendo, eso fue porque no habías tenido sexo en mucho tiempo, quiero creer —respondió, mientras acariciaba los testículos.

—Es mi turno —susurró y ayudó a Hange a levantarse.

Hange lo miró con interrogación. Él la cargó y ella inmediatamente rodeó las caderas del varón con sus delgadas piernas. Levi la hizo sentarse en la orilla de la mesa. Hange aprovechó para besarlo, él se resistió en un inicio después se dejó llevar. El capitán rompió el beso haciéndola recostar sobre la mesa.

—Hey, enano. Qué...

—Guarda silencio —la reprendió, posando su mano sobre la clavícula de la mujer, para evitar que se levantara.

Levi comenzó despojándola de sus botas, después desabrochó el botón de los pantalones, bajó el cierre para liberarla de esa prenda, ella cooperó levantando las caderas y así él se deshizo con suavidad del pantalón.

Ella dejó escapar una sonrisilla mientras se relajaba, esperando algún movimiento de Levi. Él acarició con sus dedos el torso de la mujer, sus pechos excitados, su abdomen plano y delineó su silueta generando escalofríos en el vientre femenino. Con su lengua recorrió su abdomen, trazando la circunferencia de su ombligo y bajando peligrosamente a su entrepierna. Diablos, esas caricias eran mucho mejores que las que ella se dedicaba.

Con un pie, Levi acercó la silla donde recibió la felación y la colocó frente a la mesa para sentarse en la orilla frente a la intimidad de Hange. Procedió a colocar las piernas de ella sobre sus hombros, para maniobrar mejor entrelazó sus manos entre las extremidades.

—Oh, Levi. Pequeño rufián —sonrió ella.

Él también sonrió, besó las piernas de Hange, una a la vez. Depositaba pequeños besos desde las pantorrillas hasta los carnosos muslos.

Hange disfrutaba de cada caricia, sentía un cosquilleo delicioso al imaginar que Levi estaba peligrosamente cerca de su templo de placer y sin querer comenzó a mover sus caderas.

Él veía con deleite cómo reaccionaba el cuerpo de su compañera. Eso también era nuevo para él, siempre se rehusó a hacer sexo oral, pero ahora sentía enormes ganas de probar la intimidad de esa escandalosa mujer.

Terminó de besar las piernas y frotó sus dedos en la húmeda intimidad de Hange sobre la ropa interior. Ella tensó las puntas de los pies al sentir los dedos de Levi recorriendo su parte íntima.

Él continuó masajeando esa área, le gustó escucharla gemir. No quiso esperar más y con ayuda de ella la despojó de la ropa interior. Hange suspiró, de pronto sin querer, soltó un sonoro gemido que acalló con sus manos.

—Levi, aaah, tu…— no podía hablar, sentía un placer tan grande que no sabía si podría soportar.

El nombrado iniciaba su operación.

Comenzó acariciando el área genital con sus dedos muy suavemente, la humedad de ella le facilitó la exploración, después se dedicó a lamer gentilmente los labios genitales que ya comenzaban a hincharse a causa de la excitación. Recorrió con la punta de la lengua los carnosos pliegues evitando el clítoris.

Hange estaba acalorada, lo que Levi le estaba haciendo sentir era delicioso e inició un vaivén de caderas, cada lengüetazo del hombre en su intimidad la hacía querer gritar de placer, pero debía contenerse, así que apretó los labios y se aferró a la mesa.

Levi seguía concentrado, degustando la intimidad de su compañera, su miembro estaba erecto y deseoso de penetrarla, pero antes debía terminar con esa misión y devolverle el placer que ella le proporcionó. Cada gemido de Hange lo hacía excitarse más y más. Demonios, esa mujer lo estaba enloqueciendo.

Continuó besando la intimidad de la mujer, acarició su vulva con la extensión total de su lengua y coronó el recorrido deteniéndose en el clítoris, Hange por inercia cerró las piernas, aprisionando a Levi entre ellas, él en respuesta introdujo la punta de su lengua en la vagina.

—Levi, por favor. Te... te quiero dentro.

—No —él alzó la vista para mirarla.

—Sabía que dirías eso, aaah…

Él introdujo el dedo índice causando un espasmo en Hange, quien parecía no resistir más, para desahogarse comenzó a acariciarse los senos y jugar con sus pezones. Levi con la mano izquierda libre acariciaba también los pechos para después aprisionar la mano de Hange entre la suya. Abajo, el índice fue suplido por el dedo corazón explorando la vagina, causando mayores gemidos en la mujer.

—Estas buscándolo, ¿cierto? —preguntó ella entre jadeos.

—Cuál…

—No... No te hagas, buscas que yo…

Hange enmudeció, emitiendo un gemido diferente a los anteriores.

—Lo encontré —susurró victorioso.

—Maldito, eres un maldito, Levi —susurró entre gemidos mientras pequeñas lágrimas salían de sus ojos.

La mujer comenzó una danza sobre la mesa, sus caderas subían y bajaban con una hermosa cadencia. El capitán sonrió complacido, siendo testigo del orgasmo de su comandante. Sin dejar de acariciar ese punto de placer y con la lengua encargándose de su clítoris, la dejó terminar. Sacó su dedo con suavidad y con el dedo pulgar dio un último toque al clítoris, sumamente hinchado.

—Tu... ¿cómo lo supiste? ¿Ya lo habías hecho antes? —Hange sonrió, recuperándose de esa sacudida.

—Nunca —él besaba sus muslos.

—¿Entonces?

—Hace años me prestaste una torre de libros, entre ellos estaba uno sobre sexualidad.

—¿De verdad? ¿Quieres que te crea que no lo hiciste con nadie antes?

—Te lo juro por el dedo que te brindó un orgasmo —le mostró su dedo medio mientras con la otra mano se limpiaba alrededor de la boca.

—Pequeño idiota —se irguió sonriendo, miró a Levi y le retiró un mechón de cabello que bloqueaba su vista —. Eres hermoso, por eso me gustas —confesó.

—No bromees —él desvió la mirada.

—Te estoy diciendo la verdad, ¿por qué bromearía?

—No es momento para eso.

—¿Por qué no? Ah, entiendo, a Levi le gusta alguien más, debí imaginarlo —sonrió con tristeza.

—No es eso, solo que no me imagino en una relación en estos momentos.

—Dime, ¿cómo es ella, es bonita? —se acomodó cerrando las piernas, de repente se sintió incómoda por el rumbo de la conversación, pero también quería saber quién era la poseedora del cariño de Levi.

—Demonios, Hange. No comiences.

—Lamento ponerte en este predicamento.

—Con todo lo que tenemos encima, ¿crees que pueda estar enredándome con alguien? A veces no hay tiempo ni de cagar.

—Ya sé, debe ser alguien a quien le gusten los chistes de mierda —carcajeó.

—Entiende que no estoy con nadie. Además, ¿por qué crees que accedí a esto contigo?

—¿Porque también te dieron ganas?

—Sí... No —rectificó enseguida.

—¿Entonces? Dime la razón por la que estamos haciendo esto. Ya sé que te lo propuse, pero ¿por qué aceptaste?

Él titubeó, pero al ver a Hange tan hermosa y desnuda frente a él, lo hizo despojarse de cualquier duda. Lo decidió, le diría que aceptó porque era la única persona en quien confiaba ciegamente, que estaría con ella en las buenas y en las malas, que, a pesar de su carácter voluble, era quien más lo entendía y no le reprochaba sus actitudes. ¿La amaba? No lo sabía, porque no lo había analizado detalladamente, pero sí estaba seguro que quería pasar la mayor parte de su tiempo restante con ella.

—Porque quien me gusta eres tú.

Esta vez Hange sintió vibrar su corazón. ¿Acaso escuchó bien? ¿Levi dijo que ella le gustaba? A su parecer, él nunca dejó ver una pizca de sentimientos, era cierto que estaba pendiente y la cuidaba, pero no creyó que eso se debiera porque sintiera algo más que amistad por ella. Debía poner más atención a esos detalles de ahora en adelante.

—¿Lo dices en serio, enano? —susurró con voz temblorosa.

—Después de hacer esto no tengo por qué mentirte —acarició la mejilla izquierda de la mujer.

Ella posó su mano sobre la de Levi, sonriendo tontamente, después de tantos años ahí estaban, los únicos veteranos con vida, juntos como nunca lo hubieran imaginado.

—¿Quieres llegar hasta el final? —una sonrisa pícara de Hange lo instó a no declinar la invitación.

—Sería una estupidez no terminar lo que empezamos.

Esta vez él tomó la iniciativa, la ayudó a ponerse de pie para besarla delicadamente, ambos con las emociones a flor de piel por la reciente confesión de sus corazones. Levi se sintió el hombre más afortunado. Exploró nuevamente el cuerpo femenino, consciente de que esta vez ambos estaban de acuerdo y sin dudas para realizar el acto.

Hange se sintió como una adolescente a punto de tener su primera vez, bueno, sería su primera vez después de muchos años. Por un momento se olvidó del mundo, de las muertes, de su puesto como comandante, se olvidó de todo, estaba concentrada en sentirse una mujer querida y deseada por el hombre que había estado acompañándola en ese arduo camino. Estaba lista para recibirlo, estaba lista para entregarse a él.


Notas:

*La mayoría de los fics que he leído, dictan que el amiguito de nuestro capitán es grande, ¡enorme! Y yo no quise quedarme atrás y lo describí de esa manera, jaja bueno, no tan enorme.

**También he leído algunos informes de que la semilla del capitán sabe a té, porque es un bebedor compulsivo de esta bebida, también indiqué lo mismo, no me juzgues, solo quiero ser popular.

Continúa en la siguiente parte.