NA: ¡Hola! Wow, me hace mucha ilusión presentaros uno de los prólogos de la historia que Mad Aristocrat y yo estamos creando conjuntamente. Ya lo expliqué en mi página de Facebook, pero lo vuelvo a repetir aquí: ella y yo estamos escribiendo una historia que se dividirá en dos, una centrada en Harry y Pansy (mi parte) y otra con Hermione y Draco de protagonistas (la de ella). Ambas historias transcurren en el mismo escenario (con Voldemort tomando el poder del pueblo mágico) pero en situaciones diferentes que convergerán al final, en el desenlace de las mismas.

AVISO: Habrá escenas violentas y muchas muertes, a la vez que intriga y situaciones sobrecogedoras. Se recomienda al lector leer con discreción.

Para el prólogo, se deberá leer primero la parte de Mad Aristocrat (Encrucijada del destino) y luego pasar a la mía.


ENCRUCIJADA DE SANGRE


Prólogo:

Harry caminaba en plena madrugada por las frías calles de Londres, recordándose continuamente que no podía bajar la guardia ni un solo segundo debido a su nuevo estatus de "enemigo del régimen". No había esperado que la vida en la clandestinidad fuera idónea tras la toma del Ministerio por parte de Voldemort, pero tampoco pensó que se le complicarían tanto las cosas.

Trató de mantener sus manos calientes metiéndolas en los bolsillos de su pantalón, pero aquel horrible relente nocturno lo tenía calado hasta los huesos. Le dio una patada a una piedra del camino y maldijo en su interior, cansado de no avanzar ni un solo paso en aquella incesante búsqueda en solitario. ¿Qué estaba haciendo mal? ¿Por qué no lograba encontrarla por más que se esforzaba? Era tal la frustración que se agarraba a su pecho que, aunque lo intentaba con todas sus fuerzas, no podía dejar de pensar que había algo que se le estaba escapando en sus narices. ¿Quién se esfumaba de un día para otro sin dejar rastro? ¿Llevaría todo ese tiempo cautiva en algún lugar o las razones de su repentina desaparición iban más allá? Sea como fuera, no podía evitar sentirse completamente inútil cada vez que volvía un día tras otro con las manos vacías.

Inmerso en sus divagaciones, Harry traspasó el umbral del cuartel de la Orden y colgó su chaqueta en el perchero de la entrada. A esas horas todo estaba completamente oscuro, tanto que sus ojos necesitaron un par de minutos para terminar de adaptarse a la negrura. Una vez que pudo ver más allá de unos metros se dispuso a arrastrar los pies hacia las escaleras. Las hubiera subido con sigilo, como todas esas noches en las que había llegado de madrugada, si un sonido en la distancia no hubiera llamado su atención. Frunció el ceño, quedándose prácticamente inmóvil y aguzando el oído para tratar de escuchar lo que parecía el llanto de un bebé. Curioso, no pudo evitar seguir aquel sonido que rompía con la quietud de la noche y que se hacía más y más pronunciado a medida que se acercaba a él. Bajó las escaleras que daban a la cocina, encontrando que del resquicio de la puerta medio encajada salía algo de luz proveniente del interior. Sin pensarlo dos veces, puso una mano en la manilla y contuvo el aliento al tirar de ella lentamente.

El llanto del bebé cesó de inmediato cuando sus pequeños ojos encontraron al chico parado junto a la puerta. Andrómeda, que mecía al niño con suavidad sentada en una silla, reparó en él en cuanto dejó de llorar.

—¿De quién es ese niño? —preguntó Harry, entrecerrando un poco los ojos al mirarlo. Era imposible que Tonks hubiera dado a luz tan pronto.

—No lo sabemos —respondió la mujer—. Apareció en la puerta poco después de que te fueras esta tarde. Nadie llamó al timbre, pero nos dimos cuenta de que estaba ahí al escucharlo llorar. No ha parado hasta ahora.

Harry decidió dar unos cuantos pasos en su dirección. La húmeda carita del niño pareció hacer un puchero al sentir su proximidad, y sus pequeños ojos claros pestañearon un par de veces antes de cerrarse con cansancio. El sueño le hizo mover la cabecita a un lado para adaptarse a la forma de los brazos de la mujer.

»Es un milagro, has conseguido dormirlo —susurró ella. Harry seguía mostrándose algo receloso.

—¿Habéis…?

—¿Comprobado que no sea una trampa? —lo interrumpió—. Varias veces.

—Bien. ¿Y qué habéis pensado hacer con él?

—¿Que qué vamos a hacer con él? Cuidarlo, por supuesto.

—Estamos en plena guerra, Andrómeda —comentó el chico con frustración, como si no pudiera creer que pensara que era buena idea quedarse con él en esos momentos—. La próxima batalla se acerca a pasos agigantados y lo sabes.

—Lo sé, todos lo sabemos. Pero esta criatura no tiene culpa de nada de eso.

—Esa criatura podría entorpecer las cosas muy fácilmente —espetó, dando un paso hacia la ventana y mirando por ella con preocupación—. Necesito que todos estemos al cien por cien en esto, no podemos permitirnos distracciones.

Andrómeda se levantó de la silla, mirándolo fijamente mientras apretaba al niño envuelto en mantas contra su pecho.

—¿Te refieres a las mismas distracciones que te tienen fuera todo el día? —cuando Harry se giró para verla, se encontró con una fiereza no inusual, pero poco común en los ojos de la mujer—. Crees que nos engañas con tus excusas, pero aquí nadie es tonto, Harry. No sé lo que haces cuando te vas, pero estoy convencida de que tus intereses son más bien personales.

—Le dije a Hermione que iría a investigar la posición del bando contrario —se defendió, tratando de sonar todo lo convincente que pudo.

—Hermione es la que menos se cree tus mentiras en este momento, al menos ahora que…

Harry esperó unos cuantos segundos, pero decidió intervenir al ver que la mujer no fue capaz de continuar.

—¿Ahora que los Weasley están muertos? Puedes decirlo en voz alta —espetó casi con rabia mientras recordaba el horrible escenario que él y Hermione habían encontrado el día de Navidad en la Madriguera.

—Sí, ahora que están muertos —contra todo pronóstico, la expresión de la mujer se suavizó un poco con los gorgoritos que hizo el bebé al bostezar, pero siguió mostrándose firme en sus argumentos—. Estoy convencida de que tienes tus razones para desaparecer durante tantas horas, no lo pongo en duda, pero aquí también te necesitamos. Eres muy consciente de que tras aquella horrible masacre la Orden está a punto de romperse.

Harry se cruzó de brazos mientras fruncía el ceño con preocupación.

—¿Ha vuelto a mencionarlo?

La mujer asintió una sola vez.

—Hermione insiste en que mandemos a las células organizadas de la Orden a atacarles por sorpresa a la primera oportunidad.

—Ya lo hemos discutido en incontables ocasiones —Harry cerró los ojos y se llevó las manos a las sienes, masajeándolas lentamente debido al estrés—. No quiero darles motivos para que nos llamen terroristas con razón. No tenemos más opción que limitarnos a defendernos de sus ataques mientras buscamos la manera de solucionar esto de una forma que implique el menor derramamiento de sangre posible.

—Hermione ya no está de acuerdo con eso.

—Lo sé, pero tendrá que conformarse —Harry percibió cierto desacuerdo en la expresión de la mujer—. ¿Qué?

—Que a Hermione le queda muy poco para dejarnos.

—¿Te ha dicho ella algo? —quiso saber el chico, algo inquieto de repente.

—No, pero tengo la corazonada de que lo hará… como también tengo un extraño presentimiento con este bebé, no sé qué es, pero algo me dice que debemos protegerlo.

Harry le echó un último vistazo al niño. Seguía sin estar de acuerdo con que se quedara, pero estaba demasiado cansado como para seguir discutiendo sobre el tema. Tal vez lo intentara al día siguiente, pero en el fondo sabía que aquella sería una batalla perdida contra Andrómeda. Había tomado el rol maternal de Molly tras su asesinato, así que no importaba cuán convincentes fueran sus razones para no tener a un recién nacido en la Orden, simplemente no cedería con eso.

Apretó los labios con irritación, y sin decir ni una sola palabra más, salió de la cocina en dirección a su dormitorio. Esa noche se detuvo un momento junto a la habitación de su amiga. Miró en su interior, recordando con preocupación las palabras que Andrómeda acababa de decirle sobre ella y su posible deserción de la Orden, pero siguió caminando al solo poder ver su cuerpo hecho un ovillo bajo las mantas. Las cosas se les habían puesto más difíciles desde que, con la ayuda de Voldemort, el señor Parkinson controlaba la política, Nott estaba al frente del Wizengamot y el patriarca Malfoy dirigía la economía. Ya casi no les quedaban recursos y eso solo provocaba un constante quiebre de aquella organización clandestina, estaban en un punto en el que hasta él y su amiga habían empezado a distanciarse debido a sus diferentes formas de querer llevar la guerra. ¿Quién le hubiera dicho que llegaría un momento en el que Hermione dejaría de ser su mayor apoyo en el mundo? ¿Cuánto tiempo creería Andrómeda que le quedaba en la Orden?

Harry se dejó caer en su cama, inhalando aire lentamente y reteniéndolo en sus pulmones hasta que empezaron a arder. Demasiadas preocupaciones agolpándose en su cabeza, demasiadas muertes y demasiado miedo. ¿Cómo iban a ser mejores personas si trataban de conseguir la paz a base de masacrar al enemigo? ¿En qué momento se había vuelto Hermione alguien tan radical? La pérdida de los Weasley no solo le había afectado a ella, había hecho estragos en todas y cada una de las personas que los conocían, pero parecía como si ella fuera la única que no había sabido sanar tras lo sucedido.

El chico suspiró de nuevo, tratando con todas sus fuerzas de dejar la mente en blanco. Necesitaba dormir, mañana sería otro día que superar y sobrevivir… pero como venía siendo costumbre durante esas interminables noches, no logró sacar la visión de aquella chica desaparecida de su cabeza hasta quedarse profundamente dormido.


NA: ¿Qué os ha parecido esta pequeña introducción? ¿Y la de Mad? Espero ansiosa vuestras impresiones :3

¿Me dejas un review? :)
Cristy.