After

—¿Están listas?

Ambas respondieron con una cabezada y el grupo se movió por las calles destrozadas de la ciudad, dejando tras de sí a varios hombres de piel verde tirados en el suelo. Estaban inconscientes y atados con un lazo dorado. El equipo avanzó por la avenida principal. Se detuvieron para admirar el desolador paisaje urbano, una pequeña pausa para recordar la ciudad que en algún momento fue su hogar, el lugar donde crecieron y vivían alegres rodeadas de sus amigos. Sin embargo, aquella ciudad también fue el escenario de su momento más doloroso, de la derrota que cambió para siempre sus vidas. Reanudaron la marcha, dejando atrás las ruinas de lo que alguna vez fue una prospera urbe, un de las más famosas del país y del mundo. Atrás también quedaron los recuerdos, los momentos felices, toda la fama y la admiración.

Las ventanas de los edificios eran solo huecos vacíos en las desgastadas estructuras de acero y concreto, vestigios de tiempos mejores imposibles de recuperar. El pavimento había sido duramente castigado con el paso del tiempo; además de los caprichos de la naturaleza, sufrió los estragos de contantes batallas. La más reciente, liderada por un joven pecoso opositor al régimen, terminó en una violenta derrota que solo dejó en peores condiciones la ya arruinada metrópoli. Autos desvalijados y pilas de escombros, nada estaba a salvo en las ruinas de Saltadilla.

Quienes pudieron escapar fueron afortunados, pero quienes no lograron sortear las murallas metálicas, quedaron atrapados en un infierno terrestre donde el control pasó a las manos de hordas criminales. Los presos fueron liberados de la cárcel y los villanos que estaban sueltos actuaron sin resistencia alguna. Los saqueos, los asaltos, incluso los secuestros se volvieron cosa de todos los días. Y cuando los indefensos ciudadanos perdieron todo, cuando ya no quedo nada más que robar, comenzó la peor parte. Los criminales, motivados por una ambición descontrolada por adquirir más riquezas y poder, comenzaron una guerra sin cuartel entre ellos. La población quedo atrapada en un horror interminable propiciado por gobernante, aquel que fue capaz de derrotar a las salvadoras de la ciudad hacía ya bastantes años. Su plan fue perfecto y temible. No debía eliminarlas a ellas, sino a su creador. Ya habían pasado más de 20 años desde la muerte del profesor Utonio.

El equipo avanzó hasta la residencia del gobernante, ubicada en la antigua alcaldía de Saltadilla. Como si el crimen que cometió en contra del profesor Utonio no hubiese bastado, aquel malvado había establecido su base de operaciones en el mismo recinto que fungió como cuna de la democracia, a pesar de su peculiar alcalde. Pero de aquel edificio blanco ya no quedaba nada, había sido suplantado por uno negro y verde, imponente aun entre la sombras. Los guardias mecánicos cayeron en pedazos de un solo golpe. Sus cabezas metálicas lanzaron una señal de alarma en cuanto fueron desprendidas y antes de tocar, llegaron los refuerzos. Las tres mujeres se lanzaron contra los robots y comenzaron a destrozarlos con golpes y patadas. Trozos de metal, cables chispeantes, gotas de aceite, todo volaba por los aires ante la gran estatua de un simio cuya mirada inquisitiva se dirigía a cualquiera que intentara subir los escalones de la construcción.

Los guardias mecánicos fueron superados rápidamente y sus restos terminaron regados por el suelo, uniéndose a la decadente calle llena de grietas. Ellas se miraron una vez más. Su reencuentro se había dado hace más de un año aunque no re reconocieron en ese momento. Las tres habían cambiado, se separaron debido al tormento que les siguió desde la infancia y adoptaron diferentes identidades para continuar con la lucha contra el mal y la injusticia. Burbuja, Bombón y Bellota eran solo sus nombres de pila, sus identidades civiles que apenas y se distinguían en alguna oficina de gobierno. Pero habían ganado fama con otros nombres, un renacimiento se dio en aquellas niñas que también eran heroínas. Las Chicas Superpoderosas habían desaparecido y en su lugar había sido ocupado por Armonía, Liberty y Sombra, tres heroínas que nunca habían trabajando juntas. O eso creía la gente.

El techo de la oficina principal se cayó en pedazos. Ataviada con una capa que simulaba la bandera de los Estados Unidos y un adorno en su cabeza con la forma de un águila, una mujer pelirroja entró por aquel agujero y se alzó ante el trono del malvado gobernante. Una ventana se rompió, sus fragmentos de cristal volaron por toda la habitación y entre estos se movía una estela blanca que era en verdad otra mujer, una rubia vestida con un atuendo que recordaba a un conejo. Por debajo de la puerta, una sombra se arrastró hasta el trono, asombrosamente se levantó del suelo y se materializó en una figura femenina de luminosos ojos verdes. Las tres hermanas por fin se habían reunido.

—Mojo —dijo Liberty, antes conocida como Bombón.

Y del trono, con un gesto soberbio, se levantó un simio cuyo cerebro era tan grande que sobresalía de su cráneo. Se acercó a las hermanas y con una odiosa sonrisa, les habló.

—Cuanto tiempo sin verlas, Chicas Superpoderosas…


Woah! He vuelto después de un buen rato... dos meses :v Y es que me ocupé con mis otros proyectos. No voy a repetir los otros motivos de mi retraso generalizado, eso ya lo expliqué en otro fic.
Ya sé que debo una entrega, y será publicada en cuanto pueda.
¿Qué más? Ah sí! La idea para esta parte vine de una imagen algo vieja. Allá por el 2010, toongrowner hizo una ilustración de las chicas como sus versiones alternativas de Campanita Libertad, Sombra y la Conejita Armonía a punto de enfrentar a Mojo, además de dar el argumento de dicha situación. Lo que hice fue escribir sobre esa imagen y quedó esto. ¿Qué pasa después? Eso de los dejo a ustedes. La imagen se las dejo en mi página de Facebook, porque aquí no me dejan.

Nos leemos luego!