DEMONS

Sé que debería proseguir con la recta final de "el espejo tiene dos caras" xD … pero ésta idea es un deseo que tenía planteándome desde hace mucho tiempo, el realizar un fic con Black Saitama también llamado villano Saitama en un AU con Genos humano, gracias a Romina Misa Misa que compartió unas imágenes y comentó su deseo de un fic de esto además de tips en los que concordamos muy bien ambas y me han ayudado…ya ven no pude resistirme a hacer la historia con tal apoyo jajajaja , también agradezco a Laura Paty por su ayuda como editora para aclarar puntos y corregirme errores a la hora que escribo, también por el apoyo de mi esposo y las largas pláticas y teorías locas para encuadrar el tema, sigo tratando de mejorar en la redacción así que disculpen los horrores pero les aseguro doy mi esfuerzo para compartir las historias que escribo XD finalmente agradezco la paciencia de todo corazón a quienes se aventuren a leer y seguir éste fic que no será muy extenso… kilométrico tal vez jaja espero sea de su agrado y disfruten la lectura.

"No te acerques demasiado

Está oscuro aquí adentro

Aquí es donde mis demonios se esconden

Aquí es donde mis demonios se esconden"

¿Qué es lo que oscurece a un hombre? ¿Cómo es que se endurece su corazón?

Todos tenemos razones para ser como somos… Saitama no era la excepción, era un hombre común y corriente a simple vista, un tipo calvo de mirada extraviada y ausente de toda vitalidad. Mirar en sus pupilas oscuras era como ver el fondo de un agujero, al grado que parecía absorber la luz circundante e incluso la vida misma.

Saitama era un hombre realmente aterrador aun y cuando no se lo proponía, todos a su alrededor lo evitaban con la mirada clavada en el suelo, catalogado como "la bestia de Ciudad Z" o "el asesino de héroes" vivía en total aislamiento en un departamento enclavado en el centro de una ciudad fantasma. Ciudad Z ya era temida por la gente pues de ahí provinieron los primeros kaijines , atacaron y arrasaron éste lugar así como empezaron a avistar reportes de casos en otras ciudades, considerada la zona cero casi nadie osaba habitar éste sitio a menos que su economía fuera muy austera, en el caso de Saitama lejos de estar por las rentas tan bajas su motivo era más personal.

No quería relacionarse con nadie.

No siempre fue reacio y de naturaleza torva, alguna vez en su adolescencia fue un chico obediente… y con cabello negro. Vivía con su madre de manera modesta ya que tenían un puesto de ramen del cual era su sustento, la mujer instaba a Saitama a estudiar para que algún día su apático hijo se independizara y tuviera un buen empleo como profesionista. El joven no es que fuera flojo ya que no era muy sobresaliente, realmente le gustaba trabajar en el puesto de ramen y era feliz con todo y lo modesto de su situación.

¿Qué podía aspirar en ésta vida? Le gustaban los videojuegos, leer mangas y ver películas o series de anime en la televisión, cosas muy simples y nada extravagantes. Las relaciones amistosas casi nunca se le daban mucho menos el andar detrás de las chicas lindas, era considerado como un tipo más al cual hacer a un lado y si le bulleaban pues tomaba una actitud indiferente para no meterse en líos, amaba a su madre y no quería darle dolores de cabeza, solo deseaba seguir con su vida tranquila sin aspirar a grandes cosas.

Los pequeños placeres de la vida son lo que más le daban sentido a su existencia.

Pero su pequeño mundo un día se cubrió de sangre y lágrimas, todo por causa de quien se ufanaba de ser un paladín poderoso, un ejemplo a seguir para la sociedad y miembro de la Asociación de héroes y que el mismo Saitama llegó a admirar por sus logros, un ser que desde abajo se forjó y escaló posiciones hasta ser el número uno. Aquél soberbio héroe llegó en estado inconveniente, pues había celebrado la entrega de un gran bono por sus servicios en un desastre nivel Dragón, así que luego de la fiesta donde las mujeres y la bebida fueron abundantes decidió orinar en un callejón como cualquier vagabundo solo porque sí.

Justo ahí se encontraba el puesto de ramen cuando salieron Saitama y su madre quienes cerraban a ésas horas el local, creyendo que se trataba de un borracho común la mujer dio un escobazo al intruso. Cuando se dio cuenta a quien había golpeado quedó atónita, pero lejos de quebrantarse en disculpas por no reconocerle antes siendo lo que esperaba el ebrio héroe, un fuerte reclamo aunado a un discurso sobre lo inmoral de su proceder y falta de ética fue lo que escuchó con justa razón.

Un héroe de su posición supondría que debía ser correcto e intachable, después de todo mucha gente lo admiraba y seguía, así que debía poner el ejemplo respetando las leyes y normas de la sociedad, porque la gente retribuía monetariamente sus servicios como agradecimiento y continuara su labor como protector y guardián… ¡Qué ilusa!

Nada pudo hacer Saitama ante lo que atestiguó ése día… ya que el héroe sumamente ofendido por el justo reclamo, golpeó a su madre y aunque el joven intentó inútilmente defenderla, aquél "héroe" le dio una soberana tunda sin matarle, sólo lo suficiente como para hacerle testigo de la violación de su madre antes de caer en la inconciencia.

Su pesadilla apenas había comenzado así como su camino hacia la oscuridad.

Sobra decir que no sólo perdió a su madre además de su fe en la humanidad ese día, una parte de su espíritu se fragmentó y jamás volvería a ser el mismo. Saitama alimentó su corazón con rencor y odio ya que nadie le creyó su versión, lo catalogaron como un paciente histérico porque al héroe no se le podía comprobar nada, moviendo sus influencias y echando por tierra las acusaciones, el joven fue enviado a un hospital para enfermos mentales para su "recuperación"…aunque realmente era para que dejara de molestar porque nada se podía hacer contra aquél héroe hipócrita.

Pero nadie pudo prever las consecuencias que traería.

Finalmente Saitama salió del nosocomio al cabo de un par de años en tratamiento, en vez de revolverle el cerebro y dejarlo como zombie como fue su cometido, el joven obtuvo un caso de calvicie prematura además de una actitud extrañamente tranquila y dócil, lo que le dio su alta automática. Pero eso era el principio para Saitama quien ocultaba sus verdaderas intenciones tras una mirada apática y extraviada.

Lo primero que hizo fue internarse en Ciudad Z, desapareciendo del radar de cualquiera que intentara buscarle sólo para ver si en efecto dejaría en paz las cosas.

Al cabo de algunos años una gran batalla se suscitó en Ciudad A, donde las bajas en la Asociación de Héroes no se hicieron esperar. Saitama había reaparecido prácticamente de la nada a retar al causante de su desgracia, causando conmoción a toda la población por la magnitud del daño infringido, ni los civiles podían escaparse ante la magnitud de la pelea, los edificios se derrumbaban y la tierra retumbó con los golpes propinados por el "héroe" contra el calvo, éste se limitaba a verlo fríamente y lo esquivaba o desviaba de sendos manotazos todo lo que le arrojara.

Solo un ataque bastó para hacerlo estallar en un amasijo informe de carne y vísceras, la sangre había salpicado por varios metros incluyendo al calvo vestido en un severo traje negro con guantes rojo oscuro y una capa gris, sus ojos ahora destellaban un fulgor rojizo y su gesto era recio.

Solo se concentró en una cosa durante su travesía… en hacer escarmentar al asesino de su madre, nunca pensó si su arduo entrenamiento realmente iba a dar frutos, bajo las inclemencias del tiempo y en todo terreno buscó fortalecer su cuerpo para semejante faena, ya que el enfrentar a un héroe clase-S no sería tarea fácil ¡Ni siquiera estaba seguro de que funcionara! Si no tenía poderes o habilidades especiales tenía que prepararse para una misión suicida.

Y sin embargo pasó algo que ni siquiera llegó a pensar… un poder inimaginable despertó desde lo más profundo y desesperado de su ser.

El día de la batalla también murieron muchos héroes que intentaron apoyar o vengar a su infame compañero caído. Todo había concluido tras un desolador paisaje donde la devastación sería una sombra que prosperaría por mucho tiempo, como si una serie de cataclismos naturales hubieran ocurrido al unísono, la furia impresa en cada cráter y edificio derrumbado, en cada grieta y fractura marcada eran palpables pero la gente no lo comprendería, la sangre derramada de su madre ya estaba vengada pero sin embargo el vacío en su pecho parecía extenderse irremediablemente, oscuro…frío igual que el gélido invierno.

Saitama podía escuchar su propia respiración, percibía el latido de su corazón estable e irracionalmente tranquilo, su gesto seguía ceñudo, su actitud era severa e implacable como una piedra enclavada dentro de la tierra, sin embargo aunque todos sus sentidos estaban abiertos y aguzados una cosa parecía haber cambiado drásticamente. Lejos de sentir gozo, ira rencor o tristeza, ni siquiera un revoltijo de todas sus emociones como fuera de esperarse, únicamente estaba ése vacío profundo que le dejara la noche en que su madre fuera ultimada, el calvo al principio solo sentía ésa vacuidad asentada pesadamente en sus entrañas, hasta que se dio cuenta que ya nada le emocionaba.

Se había acostumbrado tanto a la idea de su revancha… que llegó a restarle trascendencia a todo incluso a sí mismo. Mirando de forma distante a todos como si tratara de despertar de un sueño muy pesado, igual que si hubiera dormido por varias horas o días. Saitama no le importaba nada absolutamente, las sonoras sirenas aullar de manera lamentable, el humo del fuego y el olor a muerte en el ambiente, el calvo solo parecía hastiado de tanto ruido a su alrededor, una parte quería borrar a todos los que huían de su presencia llamándole monstruo… asesino y bestia. La otra parte de él le valía un comino todo el mundo pero seguía ahí parado mirando el paraje con singular desprecio.

Hasta que un impacto seguido de unos sollozos estremecedores llamaron poderosamente su atención, no tanto porque le doliera el golpe propinado con un guijarro, ni siquiera sintió nada… lo que le hizo voltear fue la voz ahogada que comenzó a gritarle improperios.

Se trataba de un adolescente en sus quince años, rubio y de grandes pupilas amieladas que casi parecían ser doradas, lanzaban chispas sus ojos anegados en llanto colérico a su persona, Saitama le regresó la mirada de forma distante, como quien apenas se percata del roce de una mosca. El muchacho vestía con camiseta negra y un logotipo de algún grupo de rock, jeans de mezclilla y tenis blancos. Sostenía una barra de metal y era obvio que le había arrojado la piedra.

-¡Eres un cabrón malnacido! ¡Cómo pudiste hacer todo esto! ¡Devuélvemelos!

Saitama levantó la ceja derecha con actitud áspera y altiva, mientras el muchacho no dejaba de insultarle y lanzándose dispuesto a golpearlo con la barra de metal, ésta se dobló cuando se estrelló contra su calva para luego sujetar al joven por el cuello de su camiseta, desarmándole con un solo movimiento. Lentamente acercó a su rostro al rubio quien no dejaba de forcejear mascullando insultos.

-¡Suéltame bastardo hijo de…! ¡Ungh! –Saitama lo agarró del rostro con la otra mano, seguía teniendo su gesto inexpresivo, frío y calculador como gato jugando con su presa mientras el muchacho ahora gemía debido al agarre.

-Eres un mocoso muy estúpido y molesto ¿Después de ver todo esto te animas a atacarme? ¿Qué tanto farfullas?—El joven no dejaba de derramar lágrimas mientras arañaba inútilmente los guantes, Saitama rueda los ojos fastidiado mientras escuchaba sollozos ahogados igual que de un niño se tratara.

-Tú los ma-taste—Hasta entonces no había comprendido, parpadeó aun confuso mientras aflojaba el agarre sin dejarle ir.

-¿Cómo dijiste niño?—El jovenzuelo se aferra con coraje de las muñecas del calvo, las rubias cejas juntas en rictus doloroso no dejaban de retarle y angustiantes sollozos salían de su garganta.

-Devuélvemelos… a mis padres ¡Tú los mataste! –El muchacho lo miraba desorbitadamente, Saitama lo encaró sin titubeo alguno, en tanto que el joven ahora se aferraba con fuerza de la negra capa y señalando a un conjunto de pequeños edificios le espetó en el rostro:

-¡Tú me los arrebataste! ¡Estaban tratando de protegerme! ¡Entonces arrojaste el autobús sobre ellos!

Saitama apenas sí recordó el haber dado un manotazo para desviar un autobús, aquél héroe se lo había aventado en medio de la batalla, pero el calvo abanicó el aire sin sudar siquiera… desgraciadamente lo hizo sin mediar la trayectoria, dirigiéndolo hasta un grupo de personas llenas de pánico que trataban de ponerse a salvo. El rubio cayó de hinojos al pavimento cuarteado, el calvo lo había liberado de su presa contemplando como se deshacía en un llanto impotente.

Con las manos crispadas cubriendo su juvenil rostro, el muchacho se desarmó en agonizantes sollozos, se estremecía con fuerza mientras murmuraba con voz quebradiza:

-¡Ellos me empujaron para salvarme! ¡Los mataste! Bastardo…

Saitama únicamente lo contempló en silencio, rodeándolo con displicencia en lo que el muchacho sacaba zurcos con sus manos en la tierra, el calvo murmuró:

-Ninguno de nosotros quisimos que las cosas tomaran éste rumbo.

Saitama se perdió entre los edificios mientras la gente se alejaba de él con temor, el rubio se quedó arrodillado en el suelo con gesto perdido, lo veía alejarse como títere al que se le han cortado los hilos, sumiéndose en una inmensa sensación de abandono que parecía nunca iba a terminar.

Luego de los eventos ocurridos en Ciudad A, la Asociación de héroes quedó totalmente destruida en medio de la batalla. Con la caída de los héroes clase-S a manos de Saitama por interponerse a favor del asesino de su madre, empezaron a surgir con más frecuencia ataques de kaijines, sin mucho éxito para las autoridades y el gobierno para controlar la situación que ya se veía global.

La gente prácticamente vivía al día y con un temor constante, ya que los monstruos aparecerían en cualquier momento para crear destrucción y pánico. A veces Saitama se encargaba de exterminarles cuando se cruzaban en su camino, aunque algunas ocasiones… ciertos grupos yakuza y hasta unas camarillas de vecinos ofrecían dinero o despensa según su posibilidad para que destruyera algún kaijin que estuviera causando problemas.

No era que necesitara mucho del dinero, porque casi tomaba todo gratis ya que nadie se atrevía a cobrarle por tenerle miedo y tampoco le molestaba esto, era por entretenerse ya que se aburría y quería ocuparse de algo a veces. Claro que si no estaba de humor sobre todo para soportar gandules yakuza, podía declinarlos o pedir una cantidad exorbitante solo para molestarlos, aunque también si se le antojaba mataba al kaijin y de pasada a los yakuzas solo por gusto.

Era una vida un tanto oscura y por momentos vacía pero era lo que todo tenía, a veces esperaba la llegada de otro ser tanto o más poderoso que él para tener una pelea interesante, sin embargo ya casi nada le emocionaba y mucho menos había tenido un combate que realmente le hiciera sudar, además… nadie estaba tan loco como para enfrentársele y el que lo hizo había muerto sin siquiera empezar a pelear. Desde la pérdida de su querida madre nada le podía animar ya, era como si al adquirir su fuerza y poder sus emociones se hubieran desaparecido poco a poco.

Un extraño intercambio. No era que como si sufriera mucho al respecto o si le fuera importante esto, pudo sobrevivir a los médicos y pacientes agresivos de un hospital psiquiátrico, a todo se acostumbra todo…incluso al tedio.

Ése día era tan fastidioso como los demás, los yakuzas del lugar lo miraban con desprecio y miedo sin atreverse a decirle insulto alguno, eso aún y que se encargara de un kaijin que asolara el sitio. De sobra sabía el calvo lo que se murmuraba a sus espaldas porque su finísimo oído lo detectaba muy a su pesar, tal vez no buscaba reconocimiento pero de que era molesto lo era, afortunadamente no estaba de humor para lavar sangre de algún idiota boca floja.

Arrebató el pago y se largó primero a darse un baño y cambiarse de ropa, la sangre de kaijin apestaba así que procuraba traer un cambio si le salpicaba, luego fue a buscar algo para comer porque tenía un hambre atroz. Tan fastidiado de todo el mundo que no le impedía tomar lo que necesitaba, pensó que tal vez podría comer una hamburguesa como cualquier insulso mortal.

Arribó a un restaurante llegando a los límites de Ciudad Z, inmediatamente se hizo un silencio sepulcral de los comensales, todos dejaron de platicar para mirar la figura de Saitama entrar, únicamente el rumor de la música instrumental venida de la pantalla de televisor del modesto local, no era muy grande pero solo quería comer y no estaba mal. Saitama se sentó en la esquina más alejada esperando con gesto de fastidio y mirando de reojo al encargado, el hombre de mediana estatura veía nerviosamente a las dos meseras del local que no se atrevían a tomarle la orden.

No era como si tuviera ganas de matar a alguien, pero la paciencia no era una virtud en él.

"Sólo tomen la maldita orden ¿Es tan complicado hacerlo?"

Ninguna de las asustadas jóvenes quiso y entonces el encargado manda a una de las chicas a la cocina, minutos después alguien sale pero Saitama simplemente se voltea a ver el ventanal sin mostrar interés alguno, al sentir la presencia de quien le atendería murmuró con molestia:

-Al fin se dignan a venir—Saitama voltea y sus ojos se encuentran con un joven rubio de gesto severo.

El muchacho vestía una camiseta azul celeste también llevaba un serio delantal negro con pechera, le resaltaban sus brillantes pupilas color miel y hasta parecían de oro, gélidas como las de los gatos pero muy receptivas a los movimientos del calvo, traía una libreta donde anotaba los pedidos y unas pequeñas gafas de lectura. Saitama lo miró con indiferencia pero estaba un poco curioso ya que el susodicho no temblaba como gelatina, tampoco sudaba de pánico y de hecho estaba demasiado tranquilo… era el primero que tenía los cojones bien puestos para darle la cara y no huir.

Aunque no dejaba de parecerle extraño, decidió ignorarlo.

-Una hamburguesa doble con todo y las papas extra grandes, además de una soda.

-Tienes una memoria muy vaga o eres el infeliz más cabrón que he visto en mi jodida vida—Los comensales de enfrente aventaron el dinero a la mesera y salieron apurados, la chica recogió todo con premura y se encerró con los otros en la cocina del local que se había quedado solo en pocos minutos. Saitama lo miró un instante a los ojos, sin titubear o reflejar emoción alguna.

El joven regresó la mirada con gesto altanero y sobrio, el calvo leyó el gafete que portaba su nombre en letras negras.

"Genos"

-Y tú tienes una boca muy grande Genos, supongo que eres nuevo por aquí para no haber notado porqué todo el mundo se fue del lugar… es cierto soy el infeliz más cabrón que hallas visto en toda tu jodida vida.

Sirviéndole un vaso con agua helada el joven respondió en tono distante:

-Lo sé bien, desde hace cuatro años… su orden estará lista pronto—Saitama lo miró de reojo sin inmutarse, sonaba como si le conociera aunque por supuesto el calvo no tenía idea de quién era el mocoso, así mismo le importaba un comino.

Escuchó una breve discusión a lo lejos dentro de la cocina, al parecer nadie quería tomarse la molestia de cocinar su orden, tenían miedo los trabajadores que no le gustara y obvio los matara. Saitama le dio un sorbo al agua con hielos y arqueó una ceja… Genos tendría que cocinar la orden o lo corrían según escuchó, sin embargo no pudo evitar sonreír burlonamente de imaginar su cara por tener que hacerlo.

Lejos de estar molesto por la actitud retadora del mocoso en cuestión, Saitama lo encontró entretenido y hasta divertido, era la primera vez en mucho tiempo que alguien se dignaba a hablarle sin temblar como gelatina, porque había que admitir que Genos tenía las bolas bien puestas para plantarle ésa cara de pocos amigos. La curiosidad era algo que pocas veces lo movía, quería ver si en serio el muchacho continuaría en su modo badass.

Luego de un rato Genos regresó con su orden, pudo constatar que en efecto tuvo que cocinarlo él porque despedía el aroma de la carne a la plancha, además de ver su camiseta con huellas de transpiración. El rubio seguía con gesto ceñudo mientras le servía el plato con la gran hamburguesa y una muy generosa ración de papas fritas extra grandes, Saitama dio un gran mordisco degustando la carne bien cocida, incluso tenía tocino y murmuró un gruñido de agrado mientras el muchacho se quedaba vigilándole.

—No tienes por qué estar ahí parado, si no hay comensales descansa y siéntate-Pero Genos no se movió, suspiró pesadamente mientras veía al resto del personal y el encargado apertrechados tras las puertas de la cocina, atisbando por momentos por la ventana redonda.

-Estas muy tranquilo… bien pude haber escupido tu hamburguesa o ponerle veneno—Saitama siguió devorando su comida sin inmutarse, Genos levantó la ceja derecha un poco confundido, esperaba que se detuviera e intentara hacerle algo… como matarlo o mínimo una golpiza. Para nada hizo movimiento alguno el calvo, siguió comiendo con tranquilidad mientras respondió:

-Como tranquilo porque tanto mi paladar como mi sentido del olfato son buenos, además dudo que algún veneno me dañe seriamente, si hubieras escupido lo habría sabido pero realmente no importaría tanto, te habría obligado a comértela y estarías embarrado.

Genos puso sus puños sobre las caderas negando con la cabeza agachada.

-¿Qué? ¿Pensabas que te mataría por eso?—Continuó Saitama sorbiendo el refresco.

-Es lo que he visto de ti, después de todo eres "el asesino de héroes"—Espetó el rubio remarcándole con tono cínico.

-Me gusta más "la bestia de Ciudad Z", sí… me sé todos los apodos niño, así que termina por escupir de una vez qué te traes conmigo, porque no creo que seas mi fan.

El muchacho levantó la ceja derecha un poco turbado, era como si se sorprendiera de su franqueza. Saitama de pronto volteó a mirarlo intensamente, Genos sentía que la oscuridad en las pupilas del calvo lo estaba envolviendo, inmenso e imponente como las frías profundidades del mar, pero al mismo tiempo se asentaba otro sentimiento en su espíritu. Era como ver a un animal peligroso herido, un aire de melancolía y amargura desprendía cada poro de su ser, su pausada respiración era pesada y parecía afligido en cierta forma.

La imagen apesadumbrada de aquél solitario hombre se grabó en lo profundo de su mente, no podía evitar turbarse por sentir pena de él, más bien… no debía permitirse.

-Tienes una mente muy vaga, hace cuatro años mataste a mis padres con un autobús por matar a un héroe—Respondió Genos finalmente, tragó grueso al obligarse a recordar su tragedia, era como buscar apoyo para alimentar su odio y encarar a aquél ser que le parecía tan lastimero.

Ante el silencio de Saitama, Genos se sintió impotente y enojado porque parecía no recordarle ¡Qué idiotez! Se maldijo miles de veces por pensar que sería capaz de recordar lo que le hizo hace cuatro años ¡Ha matado a mucha gente! Era estúpido pensar que le daría importancia a un solo chico de quince años, el rubio se mordió el labio inferior con frustración mientras el calvo terminaba de pasar su último bocado, tenía el gesto inexpresivo mientras sacaba su billetera y dejaba el pago junto con la propina.

Genos estaba enfadado y tensó los músculos, Saitama pasó a su lado impasible y fue entonces que cruzó una frase entre los dos:

-Gracias por la comida—El rubio apretó los puños mientras el calvo se retiraba del lugar, dando un puntapié a una silla y volcándola.

Solo se había detenido para no causar una desgracia, si por Genos fuera se le habría ido a golpes, aunque fuese totalmente inútil.

El rubio fue reprendido por su osadía y tuvo que salir hasta muy tarde en la noche, luego de destapar y lavar los baños además de sacar la basura. Pero no podía darse el gusto de renunciar, los empleos para alguien sin preparación eran muy mal pagados… mas no había opción si quería sobrevivir en un mundo que se estaba yendo a pique por la zozobra de un ataque de monstruos.

El joven regresó a su departamento, en realidad era un cuartucho encima de una tienda de conveniencia, lo más barato que obtener sin tener que ir a Ciudad Z. El joven terminó tumbándose rendido en su futon, observando el muro de "la bestia de ciudad Z" que hace mucho instalara en una pizarra de corcho, se trataba de toda la información reunida hace cuatro años desde su desgracia, parecía la obsesión de un acosador ya que hasta la estatura tenía y múltiples fotos del calvo, bueno… solo era la información reunida de pasquines, revistas y periódicos hasta cuando Saitama salió del hospital psiquiátrico.

Desde aquél día se dedicó a buscar todo acerca del calvo para algún día tomar venganza, primero debía conocer todos los aspectos de quien le dejara huérfano, a veces pensaba que era una idiotez porque honestamente ¿Cómo podría enfrentar a alguien así de poderoso? Era bastante ridículo y sin embargo ésta ocupación terminó por motivarlo para no volverse loco, quizás no era tan inútil su hobbie, mas nunca se esperó en toparse con Saitama de forma aciaga. Se sacó una libreta de la mochila con los datos recientemente obtenidos y comenzó a anotar lo sucedido ésa tarde.

No pudo evitar recordar la imagen taciturna y oscura de aquél ser, el llamado "asesino de héroes" tenía una apariencia muy vaga, sus ojos estaban vacíos y era apático en su trato personal, como si estuviera cansado hasta de respirar. Genos siempre trató de imaginar que Saitama era un ser maligno, un cruel y despiadado criminal desprovisto de rasgos humanos como para haber desatado una masacre… incluso en parte averiguó sobre el pasado del calvo, las extrañas circunstancias que rodearon el caso de la muerte de su madre y las acusaciones a cierto héroe, mismo que fue la primera víctima de la Asociación el día en que murieron sus propios padres.

A pesar de haberse enfocado en la venganza, Genos no podía evitar razonar y tratar de digerir la información que había reunido, encontrando recovecos en la historia de aquél ser, una parte del más joven le decía que era un miserable criminal, la otra que era un desdichado que tal vez se topó con el tipo equivocado. Demasiado qué pensar, la empatía era un lujo para el hombre que trastocó su vida y la hizo pedazos, sin embargo ahí estaba ésa constante duda y el extraño magnetismo que ejercía en él, tal vez su obsesión le estaba jugando una mala pasada a su mente o era el cansancio.

Finalmente Genos apagó la luz de la lamparita en el buró, acomodándose para dormir y tratar de olvidar sus divagaciones, la oscuridad en las pupilas vacuas de Saitama era como si lo envolviera igual que una telaraña, los ojos del calvo parecían escudriñarlo si lo observaba por mucho tiempo. El rubio se dejó llevar por el sueño, tratando de recordar los ojos de su madre y la voz tranquila de su padre.

Al otro día Genos fue a trabajar a la cafetería nuevamente, con una sensación extraña de intriga que le molestaba, había dormido muy mal asaltado por los amargos recuerdos. La vida era dura para un joven de diez y nueve años huérfano, el rubio maldijo a Saitama ya que durante cuatro años el odio lo mantuvo en cierta forma enfocado, con el tiempo pareció haber digerido las cosas apoyándose en su acrimonia, sin embargo ahora algo se sentía distinto.

El lugar estaba algo desierto y podía darse el lujo de meditar, afuera llovía de forma constante pero… al parecer la gente temía que "la bestia de ciudad Z" volviera a salir e incluso las calles se veían solitarias.

-Creo que será un día flojo—Murmuró Genos fastidiado, hasta que escuchó el vaivén de la puerta de la cocina, su jefe había entrado de forma aparatosa y el rubio fue con minado a salir de forma abrupta, encontrándose con Saitama en el mismo lugar que se sentara la primera vez.

Una pesadez hirviente se asentó en sus entrañas al ver su sonrisa burlona, su mano saludando discretamente y su ceja derecha levantada como diciendo:

"Volví"

Genos frunció el ceño negando con la cabeza acercándose al único comensal del lugar, y con tono altivo le dice:

-Eres un hijo de perra ¿Qué crees que haces?—Saitama le contesta cambiando aun inexpresivo y apático gesto:

-Está lloviendo… quise entrar a resguardarme y comer algo—Genos chasqueó la lengua desaprobatoriamente mientras fruncía el ceño con enojo.

-Tú sí que de verdad eres un hijo de perra ¡Harás que cierren el local! Y en el menor de los casos vas a hacer que me despidan.

El calvo lo mira tranquilamente, con ese gesto seco característico en lo que el rubio pone sus puños en las caderas.

-El jefe cree que es mi culpa el que venga "la bestia de ciudad Z" porque osé retarte—El más joven bufa hastiado y con tono amargado—¿Qué más quieres? Todos te temen y tienes lo que quieras, hasta puedes terminarme de una buena vez.

No se esperó la sonrisa extraña en Saitama, su gesto no concordaba con la mirada inexpresiva y casi simplona del calvo, un escalofrío recorrió las vértebras de Genos pues por un momento temió que tomara serio lo último, el calvo camina sin dejar de sostenerle la mirada llegando hasta la puerta de la cocina. Saitama levanta la voz de manera enérgica:

-¡Oye tú! ¡Hey! Escúchame bien si no quieres que tire ésta pocilga—El encargado se asomó tras la ventana redonda de la puerta, sudaba copiosamente al ver el tenue resplandor rojizo de sus ojos.

Saitama metió las manos en los bolsillos de la sudadera negra que llevaba mientras seguía sonriendo, daba escalofríos y si en algún momento Genos hizo un ademán para detenerle, se abstuvo al escucharlo hablar de forma terminante y calmada:

-Bueno la cosa es así, dejaré de venir por aquí si Genos me cocina y lleva hasta mi casa la cena—Un rollo de billetes cayó al suelo, en lo que agregaba:

-Aquí está el pago de un mes y deja en paz al muchacho, si me llego a enterar que lo dejas salir tarde o lo sigues hostigando tú o alguien más de éste local de mierda, si no llega a mi casa con la comida o se tarda demasiado… sabes que no me conformaré con tirar éste cuchitril, espero nos hallamos entendido.

El rollizo hombre asintió varias veces y Saitama le dio la espalda sonriente, palmeó el hombro del atónito rubio mientras avanzaba a su lugar:

-Mueve ése trasero Genos que tengo hambre… otra cosa—De nuevo miró con aguzado gesto al encargado- Le darás la salida temprano hoy sin descontarle nada, para cuando salga Genos me deberá llevar el pedido así que asegúrate de no retrasarlo… si no quieres que yo intervenga.

El encargado volvió a asentir rápidamente, mientras Saitama palmeó el hombro de Genos y se sentaba a esperar. El rubio tomó la orden y la cocinó sumido en una vorágine de pensamientos, estaba confundido y contrariado por la actitud de Saitama, el muchacho asumió que se iba a alejar, después de todo mató a sus padres… pero no era el caso y le intrigaba ¿Acaso quería torturarle? Dudaba que aquél ser apático e incapaz de expresar emoción alguna estuviera arrepentido, no entendía su regreso mucho menos su insistencia en tener que ser su cocinero personal.

Genos seguía pensativo cuando se vio obligado a acompañar al calvo a los límites de Ciudad Z, al acercarse se estremeció un poco alarmado… la idea de que tal vez tomara represalias pasó por su mente.

-¡Oye! ¡Estate atento niño! ¿Qué tanto bobeas?—Lo sacó Saitama de su ensimismamiento, habían llegado a los límites y le tendía la mano.

-¿No me darás mi comida? Hace rato que te lo estoy pidiendo—Genos sacudió la cabeza y le entregó con el usual gesto ceñudo la bolsa con comida, el calvo le regresó la mirada mientras le decía:

-¿Algún problema con el camino? Más vale que no te pierdas, porque ya sabes lo que significa, la pocilga donde trabajas desaparecerá… y será tu culpa—Agregó maliciosamente el calvo, sonriendo de manera extraña al rubio. Genos bufó con molestia ya que ahora también sería responsable de los empleos de los otros en la cafetería.

-Entendí… no soy un idiota—El muchacho le sostuvo la mirada, ambos parecían dos lobos a punto de atacarse por la tensión en el ambiente, antes que Saitama continuara con su camino solo, Genos le preguntó con cierta firmeza:

-¿Por qué yo? De entre todas las personas en éste mundo ¿Por qué yo?—Saitama lo miró fijamente, con ésa pasta apática y simplona que le daba un aire tétrico debido al aura intensa que emanaban sus ojos oscuros.

-¿Por qué? No lo sé… eres el único que no corre de mí después de todo, aunque sé lo que de verdad quieres—El rubio quedó mudo, igual que si le hubieran desconectado la función del habla.

Saitama le da la espalda y comenta:

-Nos vemos mañana, vete a tu casa—El calvo se aleja tranquilamente mientras Genos es abanicado por una suave brisa. No podía rebatir ésa lógica aunque tuviera los motivos suficientes para plantarle cara, ya estaba dicho de antemano todo pero su actitud relativamente asertiva lo estaba intrigando más.

Su odio momentáneamente dio paso a la sensación de melancolía que antes le asaltara, la oscuridad y el vacío de su mirada lo dejaban perplejo, arrastrándole con él a un mundo sombrío en el resplandor rojizo de sus pupilas, estaba ya sin fuerzas como marioneta con los hilos cortados. Genos suspiró tratando de recuperarse, comenzó su lento camino a su propio departamento pues así lo había ordenado y ya tenía su propina, aquél hombre tenía la habilidad de robar la fortaleza y quizás hasta el alma solo con un gesto, así que debía ser cuidadoso.

Una nueva rutina se instaló en la vida de ambos, el lazo extraño entre Saitama y Genos cada día se sentía un poco más natural… sin serlo en todos los sentidos. El rubio cocinaba y entregaba la comida de manera puntual y al calvo no le importaba mucho el menú, por más que el muchacho le preguntara aquél hombre siempre salía con la misma frase.

"Sorpréndeme"

Saitama esperaba el servicio de manera puntual y casi religiosa, aunque no brindaba cumplidos ni tampoco era que Genos estuviera deseoso de preguntar, un breve saludo y algunas palabras que intercambiaban de temas superfluos era a lo que se limitaban sus encuentros diarios, era extraño que sostuvieran una charla calmada aunque el más joven sólo contestaba por educación, con la fama de la que gozaba aquél tipo el propio rubio constantemente rezaba porque algún monstruo finalmente lo matara… bueno eso quería pensar, muy lejos en su mente una vocecita no dejaba de murmurar cosas. Si una parte de él quería matarlo aunque fuese una locura siquiera pensarlo, ésa voz le conminaba a buscarlo diligentemente y obedecerlo sin protestar pese a escucharse estúpido, no había raciocinio o fundamento para ésta conducta tan inusual y perturbadora, muy en su interior deseaba volver a tener su vida arruinada pero pacífica, hace tanto tiempo que sus emociones no corrían de forma tan contradictoria como ahora.

Genos terminó por sumirse en una especie de bloqueo afectivo, negándose a escuchar las voces que peleaban en su mente porque ya estaba harto de tratar de buscar una explicación. Terminó por arrancar el muro de Saitama en su habitación, tratando inútilmente de dejar de pensar, ya era todo muy complicado como para buscar razón a su nueva locura.

Sin embargo alguien parecía tener un muy retorcido y extraño sentido del humor.

El muchacho se levantó para hacer el aseo temprano, era su descanso y aprovechó para atender su departamento, al terminar decidió ir a los baños públicos ya que hacían mantenimiento al pequeño edificio. El lugar estaba solitario así que tendría tiempo para relajarse en la gran bañera, cuál sería la sorpresa del rubio que Saitama ingresaba al lugar.

El calvo lo miró un momento e hizo un ademán con la mano, Genos estaba tan asombrado que no solo asintió con la cabeza, no quería verse demasiado obvio por lo cual decidió esperar un poco antes de retirarse. El rubio intentó cerrar los ojos y concentrarse en la música de fondo del local, recargando su espalda en la orilla de la bañera pensó que tal vez iría primero al sauna… craso error ya que Saitama se metió a acompañarlo cuando salió de las regaderas.

Genos escuchó un gruñido bajo del calvo cuando se acomodó a su izquierda, no quería abrir los ojos pero sabía de sobra que estaba a pocos centímetros de él, podía escuchar su respiración firme y pausada, el rumor del agua abriendo paso al bien cincelado cuerpo del lampiño, el vapor del agua caliente subió y se concentró de manera agradable, curiosamente la incomodidad de tener cerca al asesino de sus padres empezó a desaparecer con lentitud.

"Él sólo quiere un baño y relajarse… igual que tú, nada más"—Pensó el más joven.

El calvo se había puesto una toalla sobre los ojos e igual que el rubio dejó que el agua caliente lo relajara, sin embargo el olor del vapor estaba mezclado con algo más, su fino olfato percibió que era de la piel de Genos y supuso que tal vez era el jabón que usaba. No era que le desagradara, el sutil y dulce aroma de alguna manera le era grato… lo hacía sentirse cómodo al grado de querer echar un vistazo por debajo de la toalla.

Su aroma era picante y danzaba en su nariz con su propio ritmo, lo sintió profundo como si no pudiera evitar que aquellos impulsos despertaran algo muy básico en su cuerpo… un instinto aletargado. Era su cuerpo el que reaccionaba pero al final su corazón pulsaba y estaba extrañamente inquieto, Saitama quería buscar una respuesta a ésta sensación nueva nunca antes percibida, así que sucumbió a su curiosidad.

La escena era bastante aceptable a su modo de pensar, Genos era un muchacho saludable y poseía un bien tonificado cuerpo, su piel era blanca y tenía un leve sonrojo en sus mejillas en las cuales unas pecas apenas se asomaban. Pudo notar Saitama que parecía un poco cohibido por su presencia, lo denotaba la manera en que se tensaban sus músculos y porque inconscientemente sus manos parecían cubrir sus partes pudendas, el lampiño se rió en el interior pensando que se veía algo infantil.

No obstante creyó que era un lindo gesto para un adolescente badass como el rubio.

-Cuidado niño estás rojo como un camarón, te puedes marear por el agua caliente—Genos abre los ojos un poco aletargado sin mirarlo. El rubio suspiró con pesadez mientras respondía:

-Me siento bien, no soy un niño pequeño—Genos voltea a verlo y continúa- ¿Por qué estás aquí? No me digas que solo por bañarte.

Saitama murmura con firme seriedad mientras se acomoda un poco doblando las rodillas:

-Están arreglando las tuberías del agua, los ataques de ésas cosas estropean todo y decidí bañarme aquí, hace tiempo que conozco el lugar y no sabía que estarías ¿Vives cerca?

El muchacho miró de reojo al calvo cuando cambió de postura creyendo que no lo veía por tener cubiertos los ojos, sentado en ésa posición de loto su "paquete" estaba expuesto a través del agua clara. Genos recorrió su vista por los anchos y poderosos brazos, el tórax bien torneado casi de mármol puro y ésos abdominales marcados, fue obvio que el rubio enrojeció más y un dejo de vergüenza lo asaltó súbitamente, sobre todo por estudiar las partes nobles muy bien dotadas de Saitama.

El más joven no sabía en dónde meter la cabeza, ni siquiera atinó a pensar en porqué reaccionaba así, estaba confundido y azorado sin hallar respuesta alguna pues nunca había cobrado interés en ése tipo de inclinaciones… más bien jamás se sintió como ahora, toda razón había volado en el momento que comenzó a estudiar a Saitama. Genos empezó a cuestionarse si su obsesión por buscar las debilidades de aquél hombre lo estuviera afectando en su cordura ¡No podía ni cabía en su mente! ¡No él! En serio deseaba tanto buscar una respuesta a sus emociones encontradas… muy tarde percibió que el calvo lo veía fijamente desde hacía rato.

La mirada de Saitama parecía extraña a los ojos de Genos, sus oscuras pupilas destellaban igual que un animal con su presa, casi acechándole de manera intensa y lo paralizó por instinto, algo que lo hizo temblar en el interior pero que exteriormente lo hizo ver a otra parte. Demasiado cerca para no notarlo a pesar de volver a cerrar los ojos.

Y entonces pasó… el sutil roce del hombro del calvo al bajar el brazo con la toalla, misma que le cubriera antes sus ojos fue la que rompió la tensión de forma contundente, explotando desde sus entrañas las emociones encontradas como golpe de mazo. Un leve toque a su piel y estaba tan enfadado Genos como para soltar un golpe sin siquiera pensar en nada.

-¡Qué demonios crees que haces imbécil! –El dorso del rubio se estampó en la mejilla del calvo, éste frunció el ceño bastante molesto por la reacción tan inesperada del muchacho, tensándose sus músculos con rapidez.

Genos se puso a la defensiva, parándose en la bañera con actitud desafiante esperando el contraataque, la furia lo cegó sin pensar que él era el que saldría muy mal librado. Saitama se levantó de inmediato mirando intensamente a las pupilas doradas del adolescente, la oscuridad de sus ojos pareciera que lo engulliría, sin embargo el rubio no claudicó y con altivo gesto levantó los puños de manera desafiante.

El calvo de pronto lanzó un puñetazo contra el azulejo del muro, estrellándolo y cimbrando el lugar con fuerza, Genos se sorprendió y la leve vibración bajo sus pies además de un súbito mareo lo hizo desconcentrarse de su postura haciéndole resbalar, su cabeza chocaría directamente contra la orilla de la bañera… hasta que un par de fuertes manos lo sujetaron evitando su caída.

Genos sintió que el suelo era de gelatina y su mente se nubló por el calor del agua y el haberse levantado a toda prisa, se sostuvo apoyando la cabeza en el pecho firme de Saitama sin percatarse, todo le daba vueltas y recordó vagamente que no había comido nada en todo el día. Su mente era un hormiguero de pensamientos desde que conoció más de cerca al lampiño, tanto que casi no comía ni dormía apropiadamente cavilando su situación. El rubio apenas podía oír al calvo que le preguntaba:

-¡Genos! ¡Oye! ¿Qué tienes?—Saitama lo vio palidecer con rapidez y lo sostuvo del costado mientras pasaba su brazo izquierdo por detrás de su cabeza, sacándolo del agua y ayudándole a sentarse en una banca cercana.

El rubio sudaba copiosamente e intentaba recuperar el aliento, Saitama lo movió del hombro pero su voz la escuchaba tan lejana el más joven, su vista aún estaba empañada y apenas sí pudo balbucear en tono pastoso:

-N-no he comido nada… desde ayer.

-¡Pero qué descuidado eres!—Regañó muy molesto el lampiño mientras sacudía toscamente el hombro del más joven, chasqueó la lengua en señal desaprobatoria—Eres un dolor en el trasero en serio Genos ¡No te muevas! ¡Ahora regreso!

El calvo sale de prisa y Genos sacude la cabeza despertando un poco, súbitamente fue asaltado por la urgencia de salir de ahí, ni idea de lo que haría Saitama pero no tenía la menor intención de saberlo… lo había golpeado y aunque le dolió más a él que ni al agredido, Genos temía de lo que haría cuando regresar. Tal vez su instinto de conservación estaba exagerando pero lo hizo levantarse con dificultad de la banca, envuelto en la toalla se escabulló hasta los vestidores, sacó la ropa del locker y entró en los baños para cambiarse.

Genos salió a hurtadillas del local, pese a que aún se sentía algo mareado había mostrado un sigilo bastante inusual, trató de caminar rápido aunque se apoyara de la pared con la mano por momentos, de saber que se pondría tan mal no se habría saltado tantas horas sin comer. El rubio parecía querer huir no sólo del lampiño… sino de sí mismo y sus emociones encontradas, el solo recordar que había escaneado prácticamente el perfecto cuerpo de aquél hombre lo asustaba más.

Únicamente quería llegar a su casa y no saber más.

El joven aminoró el paso a menos de una cuadra de donde vivía, justo para cruzar la calle sintió retumbar el pavimento, incrédulo se detuvo pegándose a la pared porque le recordó lo sucedido en los baños públicos. Pero el temblor se mantuvo constante y entonces carburó que tal vez ahora se trataba de un sismo.

Un estrepitoso rugido lo sacudió entonces aunado a unos gritos, fue cuando notó que su departamento junto con el edificio estaba en llamas, los clientes y empleados de la tienda salían huyendo pero no solo eso era lo grave. Una gigantesca serpiente roja de cuatro cabezas salía de entre las ruinas del edificio, parecía una hydra salida de alguna historia de la mitología griega. Ondeando su cuerpo escamoso por entre el humo y la desolación, el kaijin siseó con fuerza mientras su cola chasqueó golpeando los muros derrumbados del lugar.

Genos quedó paralizado ante tal escena, la sangre había huido de su cara por completo al ver a la bestia emerger, lentamente empezó a avanzar tratando de no ser percibido… sin embargo una de las cabezas lo miró de reojo cuando el muchacho rápido se escondió tras de un coche. La criatura se arrastró golpeando coches y fragmentos de concreto de su alrededor, el rubio se agazapó lo más que pudo al suelo y pegándose al vehículo, su corazón estaba acelerado y miraba hacia el hueco de una escalera que daba a un sótano, si llegaba a ése sitio tal vez podría esconderse dentro del inmueble.

Un siseo lo detuvo de toda acción además de sentir una ligera corriente de aire encima de su cabeza. Genos volteó mientras se tiraba al suelo al darse cuenta que la serpiente de cuatro cabezas estaba sobre él, no había donde escapar puesto que la bestia estaba casi encima, las cabezas serpenteaban sin dejar de observarlo con interés, los gélidos ojos amarillos de la criatura lo paralizaron mostrando sus lenguas bífidas a diferentes tiempos y de forma amenazadora, el corazón del rubio se aceleró ante su inevitable final.

La calle estaba desolada y todos habían huido o estaban muertos, Genos estaba indefenso tumbado en el piso sin modo de escapar, su mente vagó hacia el recuerdo de la trágica muerte de sus padres. Una parte de él quería alegrarse de que al fin su tortura en vida terminaría, sin embargo…

"¡Ayuda! ¡Alguien ayúdeme!"

Las cuatro cabezas mostraron los colmillos en una siniestra sonrisa, el más joven apretó los dientes al escuchar el siseo y las escamas arrastrarse en el pavimento, cerró los ojos al percibir que la criatura se impulsaba para darle la puntilla. Todo terminaría al fin… pero ésa voz en su mente seguía gritando:

"¡No quiero morir! ¡Por favor ayúdenme!"

El silbido del viento cortando el ambiente abanicó su cuerpo, un silencio total lo envolvió antes de escuchar el terrible impacto de un golpe contundente, la fuerte vibración hizo que el suelo temblara, un sonoro rugido agonizante lo estremeció para dar paso a un gran aturdimiento, sus oídos ensordecieron y un mareo intenso lo asaltó de nueva cuenta. Genos sintió que se hundía en un foso frío y profundo, tenía entumecido el cuerpo así que no podía moverse.

Y a pesar de todo Genos seguía aferrándose a la vida aún sumergido en la oscuridad.

-¡Oye mocoso despierta! ¡Genos!—Una serie de sacudidas a su cuerpo además de los gritos de alguien lo hicieron regresar de su corto sueño, Genos despertó con lentitud y lo primero que vio eran un par de ojos rojizos, una silueta oscura los enmarcaba pero claramente identificó la voz de tono fastidiado.

-Al fin despertaste mocoso… ¡Te dije que no te movieras! –El muchacho reposaba en el suelo con gesto lastimero, tenía un par de raspones en la mejilla y la ceja derecha incluyendo unos golpes pero nada más, miraba algo borroso pero se sintió aliviado por el tono hosco del regaño.

Al menos seguía con vida.

Genos volteó a ver con cierta dificultad y encontró una escena dantesca, la gran serpiente estaba destrozada literalmente de canto, cada una de sus cabezas estaban reventadas y todo estaba salpicado de entrañas y sangre, la carne tenía un olor tan pútrido e intenso que Saitama arrugaba su nariz en desagrado. El rubio cubrió la suya al sentir náuseas del aroma mientras era ayudado a incorporarse por el calvo.

Saitama pasó el brazo del más joven por sus hombros, lo sostenía de la cintura nuevamente y se lo llevó una cuadra más adelante, Genos se sentó en la acera mientras escuchaba el caos de vehículos. La policía además de las ambulancias y los bomberos empezaron a reclamar el lugar para controlar el evento, la cabeza le dolía y los oídos le zumbaron un poco al más joven… hasta que sintió algo fresco en su cabeza, el muchacho voltea a mirar al calvo quien le ha tendido una lata de soda aún fresca, mientras en su tono hosco mordisqueó una frase:

-Tómatela, debes tener la glucosa por los suelos… tú sí que eres un idiota niño—Genos agarró la soda mirándole confuso, Saitama seguía observando hacia donde había ocurrido todo el desastre—¿Qué parte de "no te muevas" no entendiste?—Murmuró el mayor con tono seco.

-Déjame en paz… no eres mi abuelo—Retobó enojado el rubio en lo que abrió la soda y comenzó a beberla con premura, al terminar la bebida y un poco más sereno, empezó a cavilar su situación.

-Esto se ve mal… ahí estaba mi departamento.

-Y se pondrá peor—Comentó Saitama—Te quedaste sin trabajo…mira—Saitama señalaba hacia una calle antes de donde salieran, la cafetería dónde trabajara Genos estaba hecha escombros humeantes, al parecer el kaijin había salido de ahí y siguiendo su ritmo de destrucción terminó por destruir el local.

No podía ser peor ya.

Luego de un par de horas, Genos y Saitama estaban en lo que quedaba del edificio donde viviera el más joven, tratando de rescatar algo de entre los escombros mientras el rubio usaba una vara, el lampiño con las manos metidas en los bolsillos del pantalón miraba de forma distante los esfuerzos del muchacho, hasta que murmuró fastidiado:

-Date por vencido niño, aquí no queda más que basura y cenizas—Genos encuentra algo enterrado, se trataba de una mochila de campamento que sobrevivió apenas y la reconoció.

La mochila color azul llena de tizne era la que llevaba a su trabajo, Genos abrió con rapidez el cierre descubriendo una muda de ropa sucia, además de su cartera tenía una lata de café ya vieja y la libreta en la que tenía la información sobre Saitama. El rubio suspiró aliviado aunque de inmediato su mirada se tornó sombría.

-¿Qué tanto buscas ahí?—La voz del calvo lo trajo a la realidad, el muchacho cerró la mochila colgándosela al hombro y respondió con tono incierto:

-La manera de sobrevivir… son mis ahorros, no creí que se salvarían y mucho menos que pudiera encontrarlos.

-¿Y ahora qué vas a hacer?—Genos miró a Saitama con intriga, el tono del calvo era extraño puesto que sintió un ligero temblor.

Para ser alguien indiferente a lo que pasara en el mundo… se sentía como si estuviera a la expectativa de su persona.

El rubio desvió la mirada cuando las pupilas oscuras del lampiño se clavaron en él, la intensa presencia de Saitama lo intimidó bastante, en realidad no sabía cómo contestarle ante la insistencia, al menos una respuesta que fuera precavida dado a la incierta actitud del calvo. El más joven se encogió de hombros tímidamente.

-Si no queda de otra… -Chasqueó la lengua Saitama con tono bastante fastidiado, estaba cansado y lleno de sangre de monstruo, su baño caliente se había arruinado además de ser ya muy tarde y tenía un hambre atroz.

Definitivamente no era su día.

-Deja de perder el tiempo con éste montón de basura y ya vámonos—Masculló Saitama con molestia, jalando del brazo a un muy confundido Genos, lo seguía prácticamente por inercia y sin darse cuenta. Estaba muy aturdido aun por todo lo ocurrido, sacudió su cabeza atolondradamente y solamente murmuró en confuso tono:

-¿A dónde? ¿Cómo que vámonos?—Saitama sigue jalándole con firmeza del brazo, respondiendo sin verle:

-A mi departamento… no tienes a donde ir ¡Así que serás mi esclavo!—Genos no podía creer en las palabras de aquél hombre, el resplandor rojizo de sus pupilas se incrementó dándole un latigazo de electricidad a toda su columna vertebral, el temor se apoderó de él al recordar lo pasado en los baños y el aura oscura que el calvo emanaba.

-¡No! ¡Suéltame!—El muchacho intentó liberarse del agarre del mayor, pero su mano era igual a un grillete de acero y apretaba como tal. Genos vio hacia un grupo de personas que se alejaban del lugar y tragándose su orgullo por temor de aquél hombre profirió un angustiante grito:

-¡Por favor alguien ayúdeme! ¡Auxilio! ¡Me está secuestrando!—Pero se quedó petrificado el rubio al ver que las personas habían escuchado su súplica reconocieron a su captor. Ante su mirada desesperada aquéllas gentes huyeron como si hubieran visto al mismo demonio, dejándole desamparado y a merced del calvo.

Saitama lo jaloneó con fuerza respondiendo con tono autoritario y fuerte:

-¡Vas a venir conmigo y te comportarás como buen chico o te mato!—Genos levantó las cejas con sorpresa y cuando iba a responder el calvo concluye de forma terminante- ¡Y cállate de una vez por todas Genos! ¡Si sigues te arrancaré la lengua al cabo no es necesario que hables! ¡Puedo hacerte lo quiera porque me perteneces ya!

Genos tragó grueso de pensar la situación pero no había vuelta de hoja, sacudido de pies a cabeza ante la orden terminante que resonaba en su cerebro… estaba solo en ésta vida y a merced de aquél hombre que ahora y de improviso no mostraba dejo alguno de humanidad o emociones.

Nadie en sus cinco sentidos se atrevería a enfrentar a "la bestia"… sin manera de escapar al poderoso agarre del mayor ya no tenía opciones y su vida colgaba de un fino hilo. Lo mismo daba arreglárselas en las calles con asaltantes, viciosos, monstruos y en las peores violadores u otros criminales que podrían dar cuenta de un joven huérfano en sus diecinueve, estar con "la bestia de ciudad Z" su panorama no era más alentador pues se tornaba cada vez más desolado y oscuro.

Estaba solo y en manos de un asesino a sangre fría… del criminal que matara a sus padres, dispondría de su persona como se le diera la gana, quizás en múltiples formas retorcidas y la incertidumbre empezó a carcomerlo.

El aura de Saitama era densa y sombría, mientras lo jalaba del brazo con firmeza por entre los callejones cada vez más solitarios. Genos se dejaba conducir sumisamente puesto que la voz recia del calvo había cimbrado algo en el interior del menor, un sentimiento que hacía años creyó olvidar desde el día que muriera su familia… miedo.

El rubio empezó a tener miedo de pensar en lo que aquél ser le haría de ahora en adelante.

Saitama se detuvo bruscamente en lo que bufó hastiado:

-¿Sabes qué? –El lampiño voltea hacia el atónito muchacho y con movimiento rápido lo carga de la cintura, Genos no podía soltarse… de hecho ni siquiera lo vio venir hasta cuando lo agarró y tuvo que abstenerse de hacer movimiento brusco por la postura, Saitama flexionó las rodillas para tomar impulso con el rubio apoyándolo sobre su costado derecho con firmeza.

-¡Voy a cortar camino te guste o no!

A Genos se le fue el color del rostro nuevamente cuando el suelo desapareció bajo ellos, Saitama dio un tremendo salto desde la calle hasta el techo del siguiente edificio con el rubio a cuestas… para luego dar una serie de rebotes estratégicos acompañados de giros y ágiles cabriolas, apoyándose de muros y techos para avanzar en impresionantes volteretas que terminaron por marear más al consternado rubio.

Genos acabó por desmayarse, había cerrado los ojos para evitar vomitarse por tanto movimiento, debilitado por varios días de no comer bien y dormir apenas le cobraron factura, solo quería dejar de pensar puesto que demasiadas voces se agolpaban en su mente atribulada.

¿Cuánto tiempo pasó? No lo supo con certeza Genos, únicamente entreabrió los ojos y no reconoció el lugar, tumbado sobre un sillón no muy grande sin consideración alguna. El rubio se enderezó lentamente mientras masajeaba su rostro con vehemencia para despertarse, al fin logró espabilarse y comenzó a observar el entorno. Se trataba de un departamento modesto enclavado en ciudad Z, las cortinas estaban corridas y escuchó un rumor, se trataba de alguien en el baño tomando una ducha. Genos reconoció la sudadera roja que traía puesta el calvo, ahora yacía al pie de la puerta del baño.

Instintivamente el muchacho fue hasta al ventanal que daba al balcón, desgraciadamente estaba cerrado con llave, luego fue hasta la puerta y en efecto comprobó que también tenía puesto el cerrojo. El rubio se impacientó con un temor creciente y su instinto de conservación lo dominó, Genos no lo pensó dos veces y agarró una silla de madera golpeando el grueso cristal, no hubo siquiera una grieta, cuando iba a descargar otro la silla voló de sus manos.

-¡Oye vas a romper la silla! ¡Para con eso!—Saitama estaba detrás de él y no supo a qué hora había salido de la regadera, cubriéndose la cintura con una toalla el ya molesto lampiño la dejó en el suelo con lentitud.

El más joven tragó grueso bastante sorprendido, entonces el calvo se acercó de forma intimidante obligándole a sentarse nuevamente en el sofá cuando sus piernas se tropezaron con el mueble. El corazón de Genos iba a galope y trataba de mantener la calma para no perder de vista a su captor ante cualquier posible ataque, mientras el calvo no le dejaba de ver con ésas pupilas rojizas, el muchacho quiso sostenerle la mirada y por un minuto lo logró… hasta que ésa intensidad que proyectaba poco a poco lo dominó haciéndole bajar la cabeza.

Era como estar frente a un depredador… no había salida alguna, fue entonces que el calvo dijo:

-Esa silla es cómoda y es inútil romper el vidrio, hace tiempo yo los cambié todos por blindados, no es que pensara en traerme a alguien ni nada pero me gusta al menos que aguante un poco más en caso de un ataque—Genos volvió a tener ésa sensación oscura que lo sumía en un total desamparo, indefenso ante aquél ser.

-No saldrás a ningún lado, uno… eres mi esclavo y me obedecerás en todo así que si sales será porque voy contigo, dos…ciudad Z es un sitio muy peligroso, es solitario no hay vigilancia y con mucha frecuencia se ven monstruos así que sabes a lo que te arriesgas, tres… no saldrás punto final ¿Se entendió?

El muchacho cerró los puños con la vista baja, por donde quiera que lo veía no había escapatoria y ni siquiera tenía una idea clara de cómo empezó todo, ni cómo resultaría ¡Vamos que ni sabía qué jodidos pasaba! Finalmente Genos se resignó a cualquier escape, asintiendo muy apenas con la cabeza. Saitama suspiró satisfecho mientras le señalaba hacia la mesita en medio de la sala, la comida servida en pequeños bowls de porcelana.

-Dijiste que no has comido en todo el día… tengo hambre así que déjate de pavadas y vamos a comer—Ordenó de forma terminante el calvo agarrando sin delicadeza del brazo al adolescente, éste se dejó conducir sin muchos ánimos a la mesita.

Una vez sentados y después de un momento en que el calvo se puso unas ropas limpias, Saitama carraspeó un par de veces y miró fijamente a Genos. El rubio estaba un poco aturdido por todo y levantó una ceja confundido, el lampiño le clavó la vista con severidad para luego dirigirla hacia la jarra eléctrica, entonces adivinó que se trataba del té…tenía que servirlo para comenzar.

Genos sirvió el agua caliente y luego preparó el té para ofrecérselo con diligencia, momentáneamente el vaso tembló cuando se lo pasó, Saitama lo miró con intensidad mientras presuroso el rubio se preparó el suyo, con un leve asentimiento de cabeza el calvo comenzó a comer mientras ordenó al ver de reojo al muchacho que seguía sin tocar su plato.

-Come… lo traje mientras dormías y lo recalenté bien, será solo ramen pero está bueno.

El joven suspiró un tanto desangelado y comenzó a comer, no estaba mal la sopa en efecto y su estómago no debía ponerse de modos. La primera noche fue la más difícil, Saitama dormía en futon también; lo malo es que estaba a unos centímetros del sillón en el que se acomodó o trataba de hacerlo el rubio, cubierto por una delgada manta barata y usando un cojín de almohada al menos era mejor que pasarla en algún refugio para necesitados… o en la calle.

Genos no comprendía al principio el súbito cambio de actitud de su captor, a pesar de su actitud socarrona y conchuda le trataba con cierta cordialidad cuando le conoció, si desde antes Genos puso un cierto límite en la relación cosa que Saitama pareció estar de acuerdo hasta ahora, se preguntaba si lo ocurrido en los baños era la verdadera intención del calvo para acercársele.

Saitama tenía una fijación con él y nada en éste mundo le detendría para hacer lo que quisiera, era obcecado e impredecible… estos lúgubres pensamientos lo hacían sentir tan indefenso al adolescente, vigilaba la figura de aquél ser en busca de movimientos sospechosos, sin dejar de observar la espalda ancha acompasada de la respiración pausada de su captor. Lentamente el sopor se apoderó de sus sentidos y se dejó abandonar por el cansancio, delineando mentalmente la recta espalda desnuda, abandonando toda esperanza de escape.

"Maldito instinto de conservación"—Murmuró para sí mismo Genos y entrando en la oscuridad del sueño.

Conforme pasaron los días el rubio se acostumbró a su confinamiento, solo se le permitía salir al balcón ya sea para tender la ropa recién lavada o cuando quería un respiro… pero acompañado de Saitama, situación que lo ponía más nervioso por su continua vigilancia.

Saitama era quien salía por la despensa y en el peor de los casos a veces traía a casa carne de kaijines, aquél hombre era muy práctico aunque la idea de comerse un monstruo al principio no le hizo gracia al más joven.

-No seas nena, se puede comer y a veces hay kaijines vegetales también… recuerda que el hombre ya cazaba animales para alimentarse, si fuera dañina ya habría enfermedades ¿No? Además…no soy el único que lo hace, otras personas de bajos recursos no les queda de otra—Saitama le dijo molesto al rubio cuando lo vio renuente a preparar y consumir carne de kaijin.

No podía refutar Genos tal lógica porque en efecto otras culturas consumían insectos u otros animales poco comunes como lo más natural. El calvo no comía cualquier cosa en efecto, casi siempre eran seres con similitudes de peces, mariscos, moluscos…a veces parecían toros o aves, hasta monstruos con forma de champiñones, algas o lechugas y otros vegetales comestibles, lo peor del caso es que sabían a tales cosas ya que por la misma razón tenía que comer y casi ni tardó en acostumbrarse, si aquél hombre no se había enfermado por tal práctica entonces era seguro.

Genos cortaba las verduras para preparar la comida, Saitama miraba la televisión tumbado en el futon pero el rubio estaba muy nervioso porque había estado notando que de cuando en cuando lo miraba de reojo, no podía apartarse mucho de su campo visual ya que la ventana divisoria de la cocina era bastante amplia, solo la sección que daba al pequeño fregadero. La tensión en el ambiente desde que llegó era intensa, apenas si cruzaban palabras pero aparentemente al calvo no le molestaba el mutismo del muchacho.

El rubio recogió el cuchillo y los utensilios mientras la olla hervía, el agua caliente jabonosa cubrió el fondo del fregadero, la mano de Genos agarraba el mango del cuchillo en lo que una fúnebre idea intentaba asentarse sin conseguirlo, el joven no comulgaba con la sórdida idea y solo se quedó viendo a la nada sin ningún ánimo.

-¿Qué crees estás haciendo?—El muchacho agrandó la mirada asustado, Saitama estaba justo detrás de él y de un movimiento lo sostuvo de la muñeca forzándole a soltar el mango del cuchillo, los ojos rojizos del calvo titilaban clavados en el muchacho, su gesto era severo e implacable en lo que levantó la mano del más joven quien soltó un leve quejido, el agarre que ejercía le dio una leve punzada pero Genos no se atrevió a replicar.

Un poderoso latido lo sacudió de pies a cabeza, encendiendo algo que creyó muerto dentro de sí.

-Ni siquiera se te ocurra mocoso… me cabrean éste tipo de cosas, en el manicomio vi suficientes tipos que buscaban miles de maneras de auto mutilarse o suicidarse, así que estoy asqueado de eso—Saitama soltó al muchacho en lo que agregó:

-No te traje para que hagas un desastre.

-Entonces ¿Porque estoy aquí?—La pregunta era directa pero Genos no se atrevía a mirarlo, había agachado la cabeza mirando al suelo estremeciéndose levemente por la dominante actitud del calvo.

El muchacho había hablado sin sentir, no dejaba de maldecirse por su atrevimiento y el temor a la represalia crecía, sin embargo… temía más por la sensación que experimentara cuando la mano de Saitama tomó su muñeca, aun podía percibir su calor y fuerza bruta sujetarlo de manera posesiva. El calvo simplemente alzó la ceja derecha con displicencia, su intensa mirada lanzaba ascuas que se clavaron en su espíritu y le sacudieron de pies a cabeza llenándole de confusión.

-Ya te dije, eres mi esclavo… me he sobado duro el lomo trabajando en el pasado como para no darme la gran vida ahora que puedo—Saitama se acerca a la olla y al ver que el guisado ya estaba apagó la estufa—No te sientas tan especial… hasta ahora no me he cansado de ti.

Las palabras mordaces no le dieron mucha confianza al rubio. El lampiño agarró firme del brazo a Genos y le dio los platos para poner la mesa.

-Anda que tengo hambre, deja de estar tonteando—Súbitamente una palmada fuerte sobre su cintura lo tomó desprevenido, un poco más abajo y habría tirado los platos causando alboroto. Saitama pasó de largo pero por encima del hombro esbozó una extraña mirada.

Genos no podía discernir lo que significaba su actitud, el calor volvió a asentarse en sus entrañas y se preguntaba si su manera de ser era por el tiempo de encierro en el hospital psiquiátrico, debió ser muy difícil por el tono en que le había llamado la atención ya que percibió un rastro de emoción en sus palabras, usualmente era apático y neutral… hasta indiferente. En efecto estaba enojado Saitama pero su reacción no era la que esperaba de un criminal y asesino desalmado, alguien que deseaba tener el control absoluto habría usado medios más drásticos, golpearlo o torturarlo incluso encadenarlo.

Tal vez no era necesario por sus habilidades físicas superiores, sin embargo y por su horrible fama además de los rumores esperaba que se desquitara con él de alguna forma pero no… hasta ahora solo lo había amedrentado, aunque no significara que quisiera ser su amigo necesariamente.

La comida pasaba extrañamente tranquila y no se percibía la tensión cotidiana, Genos de pronto ofreció más té al tiempo que destapaba unos taiyakis de una cesta cubierta.

-¿Los hiciste? ¿En qué momento?—Saitama no recordaba en qué momento los hizo y el muchacho murmuró:

-Cuando fuiste por la despensa en la mañana, aproveché para hacerlos porque tenía los ingredientes—Saitama mostró un brillo inusual en sus ojos al degustar la deliciosa empanada con forma de pez, Genos volvió a sentir que los latidos de su corazón se aceleraban al notar el tenue resplandor en aquél rostro, era una de las pocas veces que expresaba emoción alguna y su ser entero se estremeció con aquél extraño calor en sus entrañas.

-Aprendí a hacerlos porque me gustan y los puestos no me quedaban cerca del trabajo.

-Están ricos—Saitama advirtió que el rubio tenía un intenso sonrojo en su rostro, el muchacho miraba a su vaso con té sin atreverse a verlo de frente. El ambiente había tomado un extraño aire cómodo y al mismo tiempo embarazoso, no le molestaba mucho al más joven pero intentó desviar sus pensamientos con charla luego de un ligero carraspeo.

-Debió ser una vida muy dura—Saitama lo miró un poco curioso e intrigado, en efecto su postura era cerrada como si tratara de resguardar con brazos y codos el plato, soltar algo así de pronto no era propio del rubio—Lo digo por la forma en que comes, como si evitaras que alguien se lo llevara… y por lo que dijiste, en lugares así, la cárcel o un orfanatorio suele haber abusadores.

Saitama siguió comiendo tranquilo, analizando las reacciones de Genos ya que no era tan comunicativo. El chico tenía la mirada apagada quizás asaltado por algún mal momento.

-Lo era hasta que mi fuerza apareció—El muchacho preguntó un tanto inquieto por la forma en que le miraba:

-¿Apareció así de pronto?—El calvo se detuvo un instante mientras levantaba la ceja derecha, el chico tenía una expresión bastante sorprendida y llena de intriga, contrastaba mucho con la actitud que tuviera al conocerlo, serio ceñudo y amargado… de trato hosco y hasta petulante así que sonrió de manera socarrona comentando:

-No… tuve un arduo entrenamiento, corrí e hice cien sentadillas y cien abdominales todos los días, tampoco usé el aire acondicionado ni la calefacción por meses—El rubio frunció el ceño molesto dando un sorbo a su té mientras el lampiño le daba al estupefacto joven el último taiyaki. Pero no esperó que pudiera recibir aquella pregunta:

-¿Y tú? ¿Alguien te molestaba?—Genos se encogió de hombros mientras pasaba su bocado, el calvo supo que dio en el clavo por la tristeza que reflejaba, sin embargo no estaba arrepentido de su forma directa de hablar.

-¿Por qué preguntas? Creí que no estabas interesado en nada—Saitama aguza los ojos y su sonrisa se tornó un tanto sombría, al grado de estremecerse el rubio.

-Tú empezaste a preguntar niño… además que hay que pasar el tiempo, desde que llegaste sólo te comportas como una sombra medrosa y se torna tedioso a veces.

El rubio frunce el ceño aunque su labio inferior temblaba ligeramente, no era necesariamente bueno el comentario. De nueva cuenta sus dudas y el temor por su integridad se asentaron de manera pesada en sus entrañas, por un instante olvidó que estaba con su captor y ahora lo regresaban a la realidad de manera abrupta.

-Soy un esclavo… pensé que solo tendría que obedecer y hablar cuando se me indicara—Saitama no dejaba de clavarle la vista y la sonrisa desapareció al decir:

-Tú empezaste a sacarme plática… y no me resultó incómodo—Genos se sonrojó súbitamente y tragó saliva con dificultad, el calvo volvió a sonreír mientras el muchacho levantaba la loza muy nervioso, el lampiño no dejaba de recorrerlo con sus pupilas luego de cobrar un gran interés en la redonda cadera del rubio y sus bien torneadas piernas, no tuvo ningún tapujo ni dejo de vergüenza en que el más joven se diera cuenta y casi terminara tirando los platos por la intensa mirada.

El aura de aquél hombre se había densificado y lo envolvía igual que una neblina, cubriendo cualquier camino a escoger, supo el muchacho que la curiosidad y el interés por saber de Saitama le estaba jugando una broma pesada a su mente. Literalmente jugaba con fuego pero últimamente era irresistible ¡Era una locura! Pero sinceramente estaba deseando saber más del calvo. Mientras lavaba los trastes observó de reojo que Saitama se despojaba de su camiseta estirando sus poderosos brazos con modorra, la ropa era engañosa con él y rara vez usaba algo ajustado.

Su amplia espalda desprovista de rasguños o cicatrices e incluso tenía poco vello corporal, los músculos bien cincelados se marcaban como si fueran de mármol en sus abdominales, las articulaciones hicieron un ligero "crack" por la tensión liberada y su cuello también, el calvo gruñó de forma grave y con un tono de satisfacción. El vapor del agua caliente en el fregadero hizo que las mejillas de Genos tuvieran un ligero brillo, era como rocío sobre su piel blanca y tersa además de tratar de enmascarar inútilmente su intenso sonrojo ante la visión.

El muchacho clavó las pupilas doradas en el agua jabonosa tratando de ocultarse del calvo… y del latido de su corazón, éste retumbaba tan fuerte que creyó se le saldría como en una torva película de terror extrema. Genos intentó respirar con tranquilidad para calmar sus emociones desbocadas ¡Aquél hombre era dinamita pura! Lo estaba arrastrando a deseos y sensaciones que creyó no poseer o desarrollar por su tragedia.

Todo era un embrollo en su mente adolescente… y en la noche se pondría peor.

Después de ducharse y como ya era rutina en ellos se acomodaron respectivamente en sus lugares para descansar, Genos se acurrucó en el sillón cubierto con la frazada delgada tratando de guardar algo de calor. La temporada de lluvias acababa de empezar y hacía un poco de frío, Saitama se negó a poner la calefacción pues decía que estaba bien para él, el menor solo bufó desconsoladamente mientras escuchaba el rumor creciente de la fuerte lluvia, bañados por la luz de la televisión trataban de relajarse.

La espalda de Saitama cubierta ahora con el pijama a rayas azules se desdibujaba ante la fría iluminación, el rubio permanecía medio sentado apoyándose en el brazo del sillón y dejó escapar un tembloroso rumor, sus pies estaban helados aún con calcetines. Por alguna razón encontró tranquilizante dejar de ver la televisión y observar al absorto calvo, no podía ni quería quitarle la vista de encima y éste mantenía un rostro relajado que casi no exhibía, el brillo en sus pupilas era incluso distinto…vivaz.

A pesar de todo el menor tenía que reconocer que si hubiera querido hacerle algo malo, ya lo habría hecho y no parecía tener la más mínima intención de apartar la vista del programa… aunque tampoco de darle otro cobertor al rubio. Genos se recostó tranquilo sin interés de seguir viendo la televisión pues tenía frío y cansancio, los truenos se escuchaban y brillaban iluminando de cuando en cuando, la atmósfera se llenó de un aire extraño nuevamente… algo nostálgico y su mente empezó a divagar.

Entre tanto y mientras la cabeza de Genos echaba a volar sus cavilaciones, el calvo no era totalmente serenidad y paciencia…al menos en aquéllos momentos, tras su rostro tranquilo e impávido algo más se arremolinaba. Algo que desde hace mucho tiempo había estado silente, aletargado en su interior igual que si hubiera estado congelado en un témpano de hielo y ahora con su propio calor se liberaba.

Desde que vio a Genos por segunda vez ésta sensación latente de pronto se hizo notar, al principio como una pequeña vibración, luego empezó a pulsar con su propio ritmo bajo y quedo… casi imperceptible pero constante, tan extraño e interesante que incluso empezó notar que su cuerpo empezó a tener ciertos cambios, un régimen estricto de entrenamiento físico básico nunca le daría el control total de su biología.

Las reacciones eran sutiles y de un tiempo a la fecha se habían incrementado igual que el agua en un dique. Ondeaban suavemente y recorrían cada fibra de su ser inyectando pequeños choques de energía que encendían todo a su paso, ése calor creciente cada día aumentaba y sabía de sobra que acurrucado en el sofá estaba la causa, únicamente Genos era el que provocaba el despertar de aquéllas intrigantes sensaciones que empezaron a acumularse y despertar un bulto en su bajo vientre.

Saitama era un hombre pragmático y demasiado práctico, uno que no atendía sus necesidades sexuales frecuentemente pues no lo requería ya que vivía de forma solitaria. Pero el aroma de aquél cabello rubio y los sonidos de la respiración del menor lo ponían un tanto extraño.

Por otra parte Genos se sentía tan atraído al calvo que ya ni se cuestionó su manía de observarlo en silencio. Era un joven en edad de experimentar los cambios que su fisiología exigía regidos por la naturaleza hormonal, ahora que lo pensaba… nunca había tenido novia o novio ni interés en relacionarse con nadie, no se lo había propuesto y de hecho pensaba que los sentimientos eran demasiado inútiles para la cruda realidad, no había fantasías ni sueños sobre el amor verdadero… no existían en su mentalidad después de perder lo que más amó.

En el orfanato los pocos que le simpatizaban fueron adoptados o se integraban a la sociedad y no volvía a saber de ellos, los demás solo se aprovechaban de los más débiles para abusar con golpes o robándoles comida y cosas, las promesas se hicieron ceniza y polvo junto con sus ánimos de vivir, si todos tarde o temprano morirían o le dejaban no valía la pena en llenarse la cabeza con idioteces.

Sólo estuvieron con él la ira y la venganza, el único fuego que su corazón encontró para no enfriarse y marchitarse. Hasta que conoció al lampiño en persona pensaba que no poseía más emociones que la amargura y el rencor…mismas que él propició en el pasado.

Al menos eso pensaba hasta ahora.

-Si tienes frío puedes venir conmigo hay espacio en el futon—Genos parpadeó varias veces sorprendido, aletargado entre sus pensamientos por un instante no comprendió la gravedad de ésas palabras, hasta que de golpe despertó su mente nublada.

Saitama lo miraba por arriba del hombro y el muchacho juraba que sonreía socarronamente, palmeaba su futon con suavidad en una invitación clara misma que hizo sonrojar furiosamente al indignado rubio. Tal vez sería muy joven pero era obvio que se trataba de una propuesta indecorosa.

-No gracias—Genos protestó enérgicamente mientras el calvo rodaba los ojos con gesto hastiado y le decía:

-Sigues siendo un dolor en el trasero…no te estoy preguntando –Saitama agarró la pierna derecha del azorado menor, con un movimiento rápido lo jaló bruscamente hasta el futon, Genos apenas pudo exclamar contrariado:

-¡No espe…! ¡unh!—El aterrizaje fue brusco y sorpresivo, el más joven intentó incorporarse pero se detuvo al ser cubierto por el edredón, Saitama había apagado el televisor mientras esgrimía molesto:

-¡Agh! ¡Estás helado Genos! Y encima te haces del rogar—Genos estuvo a punto de farfullar una serie de insultos, pero solo obtuvo como respuesta la musculosa espalda del calvo y una orden.

-¡Deja de removerte y ya duérmete!—El rubio apretó los dientes y se acomodó emitiendo un gruñido, dándose la vuelta para no ver a Saitama.

El menor daba gracias al cielo por que no viera aquél hombre lo avergonzado que estaba, ése maldito sonrojo parecía permanente… entre otras cosas, ahora conciliar el sueño sería una labor difícil por la cercanía de su captor.

"Esto va muy mal"—Pensaba Genos bastante agobiado por el atrevimiento del mayor—"Creo que está intentando…"

Un ronquido interrumpió su cavilación y le dio alivio a su temor, aquél hombre tenía el sueño pesado y no batallaba en dormir de inmediato, desde que Saitama le privara de su libertad supuso que tarde o temprano se atrevería a sobrepasar la línea y tomarlo por la fuerza. Genos recapituló que fueron ya tres meses desde el asunto de los baños públicos y previo a esto dos meses desde que se volvió a cruzar en su camino, si eran las intenciones del calvo tenerlo como esclavo sexual entonces se tomaba su tiempo, el rubio se cubrió con la frazada hasta la cabeza, todo le resultaba muy confuso ya… eso sin nombrar la sensación en su parte baja cuando el calvo lo obligó a bajar al futon.

Genos pensaba que estaba loco o que las reacciones de su cuerpo estaban desatadas, el susto no era para menos… pero de alguna forma el rubio se sentía aún más agobiado. El muchacho pudo notar la dureza de su miembro y le intrigaba más la idea que Saitama fuera el causante de ella.

Unas horas pasaron y el menor no podía pegar el ojo, su parte baja seguía bastante despierta y empezaba a ser molesta para el muchacho por más control que tratara de ejercer, supo que era inútil y trató de desviar sus pensamientos para no prestar atención a su dureza. El menor quedó boca arriba y notó que Saitama también dormía así, tan plácida y tranquilamente que terminó por molestarle y al fin de cuentas su mente echó a volar su imaginación gracias al insomnio, además de la gran sensibilidad de su parte que rozaba con su boxer.

Genos delineó mentalmente el rostro incolme del calvo, admitió que era un individuo bastante interesante físicamente y no sólo por sus bien cincelados músculos, Saitama tenía un rostro recio y sus ojos castaños con un breve reflejo rojizo además de su apariencia adusta que lo hacía más sugestivo. Lo peor del caso es que el muchacho podía sentirse muy raro ahí con un hombre que le empezaba a parecer atractivo, cerró los ojos tratando de serenarse y procurando distraerse de la incomodidad en su bajo vientre.

Su curiosidad era mucha, quería mirarle más y estando boca arriba no era posible, de modo que Genos se giró de pronto y se topó directamente con la mirada del otro. Saitama tenía una expresión impávida que inquietó a un más al rubio, los ojos brillantes entre la penumbra igual que un gato divisando a un ratón lo paralizaron, tragó saliva con muchos nervios cuando las pupilas rojizas lo recorrieron parsimoniosamente.

El menor podía sentir como su piel se encendía aún sin ser tocada, cada vello de su cuerpo se levantó como impulsado por la estática, la expectación del calvo era inquietante y Genos podía percibir como todo su ser era envuelto poco a poco en un cálido cosquilleo, su corazón corría tan rápido que casi podía escucharlo. Fue entonces que Saitama tomó la iniciativa de manera inesperada, atraído fuertemente por los ojos dorados que titilaban trémulos, parecían dos tímidas luciérnagas en la blanca piel del adolescente y le eran irresistibles.

El calvo fue iluminado brevemente por la luz de un raudo relámpago como si le hubiera pegado directamente en su columna vertebral, estaba complacido por el gesto del rubio quien parecía un ciervo deslumbrado por las luces de un coche, casi podía escuchar su corazón a galope e incluso ver cada vena y arteria de su cuerpo pulsar a través de su piel. Saitama no solía ser un hombre emocional mucho menos interesado en relacionarse con la gente, fue invisible para el mundo entero y muy solitario incluso cuando vivía su madre, si antes no le importaba menos luego de sus años de oscuridad metido en aquél manicomio.

El mayor se había fraguado una coraza para su objetivo… matar al héroe causante de toda su desgracia junto con todo aquél que se le atravesara y lo logró pagando un precio muy alto, dejó de sentir emociones al despertar un inmenso poder escondido. Fue entonces que Genos se le atravesó en su camino con aquél aire amargo e insolente, el vuelco en su taciturna vida fue tan grande que se obsesionó por la presencia de él, hace mucho que nadie se le acercaba aunque fuera a retarlo o insultarle, ésa osadía y atrevimiento llamaron su atención y cuando se le metía algo en la cabeza al calvo era como un tren en movimiento.

Lo único que le interesaba a Saitama ahora eran aquéllos ojazos dorados, su mano que parecía ser tan fría pero al mismo tiempo con vida y voluntad propia, de pronto se aproximó al rostro del rubio de forma delicada. En aquel silencio que cortaba la lluvia sólo pudo escuchar el repiqueteo de su propio corazón, mientras el rubio respiraba tenso como conejo acorralado sin perder de vista al lampiño, cerró los ojos y sintió la piel de los dedos recorrer desde su cabello en la frente hasta los párpados cerrados, era gruesa y áspera pero lo tocaba con tanta delicadeza que se estremecía de pies a cabeza.

La fuerte mano se detuvo en los labios delgados de Genos, delineándoles con lentitud mientras el rubio entrecerraba los ojos y juntaba sus cejas sobrecogido por el toque del calvo. Era como estar sumergido en una abrasadora ola ardiente, Saitama tomó del mentón al menor con firmeza, mientras lo envolvía en un poderoso abrazo y el joven súbitamente agrandó la mirada despertando de forma abrupta de su ensoñación al tenerle tan cerca.

Genos intentó futilmente de poner resistencia, pero sus brazos estaban apresados en el poderoso agarre del calvo el cual se le abalanzó sorpresivamente apresando sus labios en un torvo beso. El rubio comenzó a luchar desesperadamente para separarse de su captor, pero éste se mantenía firme cubriendo su boca con sus labios, más parecía estar mordisqueándolo ya que era salvaje y sin ningún tacto. Saitama nunca había besado a nadie pero su falta de experiencia lo trataba de compensar con arrojo, el muchacho gemía angustiado ante el ataque intentando protestar y tratando de cerrar la boca tanto como pudiera, el calvo seguía lamiendo y tratando de chupar aquéllos suaves labios de manera tosca.

El muchacho momentáneamente se zafó del ataque y murmuró con voz ahogada:

-¡No! ¡Deja… ngh!—El rubio no pudo completar la frase, Saitama se había separado intencionalmente del atribulado joven para verlo bien, Genos estaba sonrojado a morir y respiraba agitado por faltarle el aliento ante la lucha desigual, sus ojos entrecerrados y cristalizados eran tan apetecibles además de verle más indefenso entre sus brazos, el calvo sintió que el fuego en sus entrañas se avivaba con más fuerza y ésta vez aprovechó su inútil protesta para apresar de nueva cuenta sus labios entreabiertos, introduciendo su lengua y paladeando el calor de la boca del menor, disfrutando del sabor de su saliva extrañamente dulce y entrelazándola con la lengua del rubio .

Genos no pudo más que gemir por la intrusión, los dientes de su captor rozaban con firmeza su labio superior provocando un ligero punzón, era demasiada la fuerza imprimida y no podía detenerlo ni soñando. El rubio era un mar de confusión ya que lejos de sentir asco o repulsión, sólo podía percibir el inmenso calor que le envolvía y que le hacía temer de lo que pudiera ocurrir en cualquier momento, no tenía control sobre sí mismo y Saitama mucho menos estaba dispuesto a ceder terreno, parecía una bestia en celo.

El calvo deslizó con rapidez la mano izquierda hasta la ropa interior del rubio, hurgando y sujetando con firmeza su eje totalmente erecto y húmedo, Genos gruñó con fuerza asaltado por un tremendo shock eléctrico venido desde su bajo vientre, elevando su pecho y arqueando su espalda abruptamente sin poder escapar del agarre de su captor, Saitama sonrió para sí mismo por verlo tan indefenso notando la leve arruga en su ceño. El rubio estaba desesperado entre sus brazos y casi tenía ganas de engullirle ahí mismo, conformándose con haberse bebido su ronca voz.

El calvo volvió a liberarle de su beso y el menor inhaló una bocanada de aire a sus pulmones, quería luchar y alejarse del asfixiante abrazo pero todo era inútil, Saitama tenía el rostro transfigurado mirándole con una sonrisa macabra y los ojos desorbitados. Genos tenía miedo de su expresión y adivinaba lo que conllevaría, su instinto fue el que tomó la palabra con una mezcla de angustia y enojo:

-¡Suéltame cabrón! ¡Déjame!—Hasta la voz ronca del menor se le quebró y Saitama observó las pupilas doradas cristalizadas detenidamente, un fino hilo traslúcido resbaló por sus mejillas sonrojadas y se estremecía de forma incontrolable, lejos de retractarse el calvo parecía complacido con el temor de Genos respondiéndole de forma imperante y agresiva:

-¡Deja de revolverte o te lo arranco!—El rubio se quedó quieto del pánico al sentir como Saitama jalaba de manera tosca su miembro, por un instante había olvidado que lo mantenía fuertemente agarrado hasta que sintió el calambre venido desde su bajo vientre.

Nada le costaría desraizar su eje y hacer que el lugar tomara tintes de película slasher, el rubio respiraba con dificultad al tener encima el peso de su captor, sus ojos atentos y temblorosos vieron como su mano libre apresaba sus muñecas en un movimiento raudo. Genos tragó saliva cuando le obligó a levantar sus brazos por encima de su cabeza sin soltarle, una sola mano era capaz de inmovilizarlo mientras la otra hurgaba con premura en su ropa interior.

Saitama había sacado su miembro completamente duro, tomando con cierto apuro ambos y haciendo que Genos respingara por la sensación tan intensa, el muchacho tragó grueso sin quitar la vista de su captor. Aquél hombre se había transfigurado por completo, sus ojos oscuros brillaban en la penumbra mientras el sudor aperlaba poco a poco su piel y delineaba sus músculos firmes, la mano del calvo comenzó a moverse sin soltar ambos ejes con cierta fuerza, el rubio aceleró su respiración al sentir un fuerte calambre venido de su bajo vientre, apretó los dientes con fuerza tratando de ahogar su voz.

El más joven se removió inquieto ante el trabajo manual del calvo, sus ojos comenzaron a cristalizarse por la desesperación de aquéllas ondas constantes y fuertes que le agobiaban con su incesante calor, el ambiente se tornó pesado y cargado de estática casi podía ver pequeñas chispas eléctricas que recorrían cada centímetro se piel, cada vello se le erizó y la causa de ello estaba encima de él, no podía creer que aquél ser pareciera estar hecho de fuego que lo envolvía y abrasaba como estar en una pira viviente. Saitama por su parte se mantenía concentrado en cada gesto del rubio, sus cejas juntas en actitud angustiosa y sus pupilas doradas cristalizadas brillaban, la respiración ronca y cálida que se escapaba contra su voluntad lo estaba acelerando más, sentir su suave piel húmeda de sudor además de percibir un poderoso aroma de él, fuerte y masculino.

Genos estaba volviendo loco literalmente a Saitama sin proponérselo, el mayor aumentó la velocidad de su mano en ambos ejes, resultaba doloroso para el rubio por lo tosco que era al masturbarle así de rápido, de forma inconsciente luchó brevemente con el agarre en sus muñecas sin resultado, quejándose apenas por la molestia cuando el calvo apretó más obligándole a crispar las manos por el dolor, además de detener la mano que aún aferraba ambos miembros ya húmedos e hinchados. Saitama pegó su frente con la del muchacho para mantener el contacto visual, el corazón de Genos estaba desbocado al horrorizarse de la expresión desencajada y salvaje en su captor, los ojos brillantes y casi desorbitados eran una tétrica máscara mientras su voz ansiosa murmuró en su oído como si tratara de seducirle:

-¿Qué te pasa? ¿Acaso nunca te asaltaron así en el orfanato los muchachos mayores? Incluso tú podrías haberte filtrado con algún chico aunque fuera por curiosidad—Genos agrandó los ojos ahogando un gemido de miedo, negando con la cabeza varias veces—No me salgas con que eres virgen niño bonito—Agregó el calvo.

-¡Tú eres el que fue abusado en el manicomio!—Gritó Genos horrorizado por el semblante de Saitama, éste sonrió maliciosamente y respondió con tono enfebrecido:

-¿Eso piensas niño bonito? –Saitama soltó una ronca risa oscura—Déjame decirte que durante años estuve aislado de ésos hijos de perra, lo hicieron para volverme loco al principio… después porque yo perturbaba a ésos cabrones, así que nunca presté atención a cosas como ésta, tal vez ahora que vivo más relajado estoy interesado y tú eres el único a la mano.

Un frío latigazo recorrió la columna vertebral de Genos haciéndole estremecer, la sacudida hizo sonreír a Saitama de forma macabra al ver el gesto indefenso del rubio, como ratoncito asustado lo tenía… acorralado y tembloroso. La mano del calvo siguió masturbando ambos ejes con más urgencia haciendo respingar al adolescente, éste no sabía dónde esconder el rostro abrumado, cerró los ojos angustiadamente y apretó los dientes intentando controlar su voz.

-Eres muy necio…suelta tu voz—Murmuró el calvo acaloradamente sobre la frente de Genos, su angustia se acrecentó cuando el aliento de su captor chocó con su piel. El rubio abrió el ojo derecho mientras su mente se nublaba con todas ésas abrumadoras sensaciones.

Al escuchar la ronca voz de Saitama el más joven creyó estar hundiéndose en una sustancia viscosa y caliente, el aroma de aquél hombre le enervaba de forma enloquecedora los sentidos, nunca supo lo que era estar ebrio o drogado pero de alguna manera se sentía como tal y era a causa del olor de Saitama. Desde que conoció al calvo le era difícil no identificar su esencia y no podía precisar la causa, su mente divagó envuelto en el calor de la fricción de la mano del mayor en su eje.

"¡No sé qué me pasa! Mi cuerpo…reacciona extraño todo lo percibo distinto"

Era cierto… la diestra de Saitama era como si estuviera hecha de fuego, su cuerpo parecía que le fuese a derretir en cualquier momento, había un cierto aroma en todo el ambiente que se mezclaba en las pieles de ambos y era perturbador e intoxicante. Casi como lo sucedido en los baños públicos pero multiplicado miles de veces.

Genos había perdido todo razonamiento por el contacto de la piel del calvo y se dejó abandonar ante la expresión desesperada de su captor, el roce era tan intenso que casi dolía pero no le lastimaba pues al parecer estaba llegando al clímax. Los ojos rojizos de Saitama centellearon al mismo tiempo que un relámpago iluminaba todo, la tormenta fuera del edificio era el vivo reflejo de lo que aquél hombre sentía, el rubio arqueó su espalda con violencia mientras su voz se desmadejaba incontrolable en gemidos roncos de placer mientras una violenta sacudida lo estremeció desde el fuego en su cadera.

-¡Oh dulce música! ¡Así…más fuerte! ¡Gime más fuerte!—Genos de manera involuntaria dejó salir su ronca y melodiosa voz con fuerza, sumergido en las ardientes olas de calor en sus entrañas, la vibración era constante y creyó se partiría en dos cuando una gran sacudida lo estremeció con fuerza, su eje totalmente endurecido disparó el blanco semen entre los abdómenes bien trabajados de ambos hombres.

El rubio se desmadejó en una serie de respiraciones profundas en pos de recuperar el aliento, breves quejidos ahogados dejó salir su garganta, envuelto en una niebla de confusión y tremenda calidez que lo mantenía en una ensoñación, su cuerpo sudoroso dejó escapar un perfume fuerte y varonil igual que la hierba fresca recién cortada… mejor aún, como el aromático café que preparaban en el restaurante. Saitama se había detenido a aspirar con avidez el delicado olor de la blanca piel sin dejar de sostener ambos miembros humedecidos, Genos apenas sí pudo hacer una expresión tan indefensa que encendió más al calvo, su sonrisa sombría alertó al rubio mientras alzaba la ceja izquierda en señal de intriga.

Una nueva serie de movimientos más fuertes de la mano apresora lo volvieron a tensar sin mostrar piedad, estaba demasiado sensible y terminó por hacer latiguear su cuerpo ante Saitama que volvió a masturbarle pese a que el joven había tenido su orgasmo, Genos tironeó hacia atrás su cabeza negando desesperadamente y apenas pudo exclamar una protesta ahogada:

-¡No! ¡Basta ya! ¡Eso duele! -El hombre susurró al oído del rubio con tono afiebrado:

-¡Tú sí terminaste mocoso! ¡Pero falto yo y me vendré todas las veces que quiera! ¡¿Entiendes?!

El rubio ya no coordinaba nada y era inútil la pelea ante la fuerza del agarre sobre sus muñecas, gruesas lágrimas escurrieron de sus pupilas cristalizadas mientras su voz era un hilo de gemidos y sollozos entremezclados. En efecto…Saitama seguía duro y no parecía ser pronto que tuviera su anhelado orgasmo, el rubio tragó saliva tratando de desviar su mente del dolor que al principio provocaban los movimientos de la mano del calvo, el calor volvió a encenderse en sus caderas pero era incómodo y asfixiante.

Genos sabía que no había salida y que ahora su cuerpo manipulado comenzó a exigirle más ¡Era irónico pero cierto! Su razón parecía obedecer a una pequeña voz interna y opaca que desde lo más profundo de su mente susurraba sin cesar, su cuerpo anhelaba consumar el fuego que las torvas caricias le provocaban y que lo estaban volviendo loco.

-¡M-más lento!

La voz temblorosa y suplicante del rubio detuvo a Saitama como si de un switch se tratara, lo miró con el rabillo del ojo igual que un depredador, sonrió complacido al ver el rostro del más joven, su ceño arrugado en señal de desesperación y arrebato que lo hacía ansiar devorarle ahí mismo, el calvo murmuró con tono ronco entre jadeos:

-¿Escucho bien? ¿Qué es lo que deseas realmente Genos?

Tan frágil e indefenso entre su poderoso agarre lo hacía más apetecible para aquél hombre, Saitama miraba a Genos complacido de ser quien dominara al muchacho reacio y hosco, su mirada antes fría y llena de ira e indiferencia se había doblegado totalmente a su voluntad, ahora se estremecía entre sus brazos buscando retener el aliento frente a él, pidiendo clemencia con su mirada cristalizada. El rubio tragó saliva al ver cómo su captor levantaba de manera imperante la ceja derecha exigiéndole una respuesta:

-M-más… lento—Murmuró Genos con la mirada baja y prosiguió titubeante—¡Más despacio que duele!

La súplica aunada a un pequeño sollozo ahogado del menor hicieron eco en el mayor, Genos quería esconder su rostro encendido pero solo ladeó su cabeza a la derecha, sus pensamientos eran un caos por la vergüenza pero en realidad estaba ya muy sensible como para poner resistencia… y encima por más loco que se oyera empezó a gustarle la forma tan violenta de ser tomado como para volver a correrse con Saitama. El calvo se rió de manera complacida en tono bajo y lúgubre, lamiendo con vehemencia el delicado lóbulo de la oreja del rubio ya que el sonrojo lo hacía tan sugestivo:

-Muy bien niño bonito ¿Porque no lo dijiste antes?—Saitama disminuyó un poco la fuerza y velocidad, el muchacho se sintió un poco más aliviado pero ansioso. Dicho esto soltó ambos miembros y deslizó su mano hasta sus piernas levantándolas, introduciendo con algo de rudeza dos dígitos ya impregnados de la semilla del más joven.

-¡Ah! ¡E-espera!—Genos se sacudió sobresaltado y Saitama lo silenció con un lúgubre comentario:

-Ssh… muévete y tú sólo te lastimarás.

El muchacho tragó saliva de manera agitada sin atreverse a protestar más, el calvo rotó sus dedos en el cálido y húmedo interior observando detenidamente la reacción de Genos, éste contenía su voz por la intrusión lo más que podía pero las sensaciones que despertaron lo empezaron a agobiar. El calor aumentó en sus caderas y las vibraciones se agolparon en un punto específico en su bajo vientre haciéndole respingar y arquear la espalda, cerró los ojos estirándose hacia atrás involuntariamente y su voz se le escapó en un fuerte gemido agudo aunado a una súplica:

-¡B-basta! ¡Ahí! ¡A-ahí sien…!—Genos apenas sí se dio cuenta de lo que decía y la reacción de Saitama era lo que más temía, apretó los dientes para no hablar más de la cuenta entre jadeos ahogados.

Su captor se había detenido y tenía una mirada oscura que lo hizo estremecerse al abrir los ojos, se veía impredecible e inquietante… casi podía escuchar su corazón latir a mil por hora cuando sintió que los dígitos salían de su interior, volviendo a tomar con firmeza de ambos miembros completamente duros.

Saitama había caldeado los ánimos del más joven y su cuerpo se había vuelto a encender.

El calvo empezó a manipularlo poco a poco con más vehemencia, mientras besaba y chupaba su oreja y la piel del cuello, murmurando roncos jadeos acalorados en el más joven. Genos volvió a sumergirse en aquélla sensación ardiente y viscosa que percibió antes, pero ahora era el aroma de Saitama el que lo envolvía y le hacía sentir extrañamente bien, su voz volvió a elevarse ya sin control alguno lo que complacía a su captor.

Las vibraciones intensas en las caderas de Saitama se incrementaron, instinto y fuego puro venido desde sus entrañas se apoderaron de su escasa razón, los movimientos se intensificaron y el propio Genos ya no pensaba nada, solo quería culminar de una vez por todas. EL roce de la piel del más joven enloquecía al mayor, su aroma intenso y agradable penetró en sus fosas nasales llenándole de bríos que aceleraban su corazón aún más, los músculos bien cincelados cubiertos por una leve capa de sudor brillaban con el reflejo de la luz de los rayos en el ventanal, el rubio agrandó la mirada al notar tan atento al calvo para luego sentir una intensa ola de calor y placer que lo sacudió de pies a cabeza volviendo a arquear su espalda.

Las doradas pupilas del rubio brillaron con el reflejo del vendaval que hacía eco en el ambiente de la sala, Saitama se hundió en aquéllos preciosos ojos y juró ver el mismísimo cielo en ellos, deseaba devorarlo y sumergirse en su cálido interior, darle duro hasta el fondo y romperlo en mil pedazos, ansiaba marcarlo como suyo igual que un hierro candente y que nadie lo tocase. Los dos parecían sincronizados a su propio ritmo ya, sus respiraciones acaloradas solo caldeaban más el ambiente sin importar nada, solo seguir a su instinto básico.

Ésta vez ambos ejes erectos volvieron a estallar en blanco semen nuevamente pero la manipulación continuó una y otra vez, como si el ansia del calvo no tuviera límites… y en realidad parecía no tenerlo, sus cuerpos húmedos de sudor entremezclados aumentaban el calor con el roce, el mismo infierno los abrasaba en una pira viviente arrastrándoles a un sitio desconocido, ya nada más eran los dos y solo eso sabían. Luego de un largo rato sumidos en jadeos y gruñidos cual fieras, pegajosos sus cuerpos por el semen y el sudor de ambos, Saitama tenía fruncido el ceño en señal de angustia y éxtasis al ver el rostro de Genos.

El rubio tenía una sublime expresión de arrebato y devoción, suplicando con la mirada porque le tomara ahí mismo, tenerlo dentro de sí y que lo llenara con el fuego que el poderoso cuerpo del calvo exhalaba. Su voz se desmadejaba en gemidos dulces sin poder articular palabra alguna ya que su mente era un caos, su pecho subía y bajaba desordenadamente mientras Saitama asentía complacido y una tremenda vibración sincronizada de ambos los sacudía con fuerza, el orgasmo los golpeó igual que una bola de demolición, sus ejes soltaron al unísono su esencia líquida y viscosa, blanca y ardiente sobre sus abdómenes bien trabajados, seguido de una serie de sacudidas que estremecieron sus cuerpos hasta quedar exhaustos.

La risa del calvo era de gozo y deleite, sacándole tremendos y roncos jadeos de cansancio ya que ni siquiera tuvo que penetrar al rubio aunque lo deseara con vehemencia, Saitama soltó las manos de Genos y terminó reposando encima de él mientras enterraba su nariz en la clavícula del menor, aspirando su aroma y sintiendo la húmeda piel contra la suya. El calvo admitió nunca haber experimentado tal emoción en pelea alguna, era tan demoledora y cálida… ardiente igual que el núcleo de una estrella, podía tocarle y ser envuelto en todo su esplendor sin ser consumido aunque lo deseara. La sensación era adictiva e increíble como si le inyectaran de golpe la adrenalina de un millón de personas, cada célula de su cuerpo estaba plétora de energía vibrante y no podía creer del todo que el muchacho fuera capaz de desencadenar tales sensaciones.

Saitama estaba fatigado pero se sentía más vivo que nunca, no podía explicar la extraña sensación en su pecho y el irrefrenable deseo de esconder a su ahora preciado rehén, aunque era una locura el solo pensarlo tenía que admitir que era la primera vez en toda su vida que se sentía… ¿Satisfecho?

¿Qué podía aspirar en ésta vida? Como cuando era adolescente y trabajaba en el puesto de ramen de su madre afloró ésta pregunta, parecía ridículo pero en ése momento lo tenía todo o así se percibía. Era como estar en paz consigo mismo y con el resto del mundo, Genos era el único que desataba semejantes emociones en él quien fuera tan apático toda su vida, carente de interés en algo o alguien y llegó a la conclusión de no compartir con nadie al adolescente cautivo. Vigilaría en cada momento a Genos y mataría a todo aquél que siquiera lo mirara de un mal modo ¡Era suyo y de nadie más! La egoísta y posesiva sensación lo hizo tomar al joven durmiente para acapararle ente sus poderosos brazos.

-No sé cómo lo haces, pero logras sorprender a alguien tan vacío como yo—Murmuró de forma extraña, su voz era profunda y hueca tratando de reprimir una risita apagada, sus dedos peinaban el suave cabello del muchacho ya apelmazado en su cuero cabelludo—No eres un insulso mocoso como pensaba cuando te vi ése día.

Genos gimió con los ojos cerrados mientras el calvo se agazapaba sobre él, como león encima de su presa lamió la oreja del más joven, degustó la sal de su sudor con avidez y volvió a murmurarle en tono acalorado:

-Y me saciaré contigo todas las veces que sean necesarias.

El rubio no se percataba de nada por estar muy agotado, respiraba hondo y se estremecía levemente cuando la mano del calvo acariciaba su cabello húmedo de sudor, el calvo no se arrepentía de nada de lo que le había hecho, le gustó y tal vez lo volvería a hacer aún y que lo viera tan fatigado e indefenso. Solo Genos lo hacía sentir vigorizado en toda la extensión de la palabra con todo y pese a ser el causante de las desgracias del rubio, pero eso ya no importaba porque era cosa del pasado, aunque el muchacho le odiara desde lo más profundo de su ser Saitama ya lo había decidido.

Como le dijera en ése instante...

"Ninguno de nosotros quisimos que las cosas tomaran éste rumbo"

¿Qué es lo que oscurece a un hombre? ¿Cómo es que se endurece su corazón?

Todos tenemos razones para ser como somos… Saitama no era la excepción, una vez fue un hombre común y corriente a simple vista, un tipo calvo de mirada extraviada y ausente de toda vitalidad. Mirar en sus pupilas oscuras era como ver el fondo de un agujero, al grado que parecía absorber la luz circundante e incluso la vida misma.

Ahora el abismo en sus ojos miraba hacia la luz de un par de gloriosas orbes doradas, enérgicas y altaneras…la oscuridad llamaba al resplandor de aquéllas dos estrellas tan brillantes, eran luciérnagas cautivadas por el negro y solitario vacío de ésas pupilas, ahora el reluciente fulgor estaba atrapado y era tan frágil e indefenso pero al mismo tiempo indomable. La flama no se extinguiría mas era obvio que tampoco podría huir de su captor.

No hay bien sin mal

No hay amor sin odio

No hay inocencia sin lujuria

La oscuridad más terrible no es la que rodea, es la que te habita

Y la luz más bella no es la que te ilumina, sino la que se asoma en los ojos desde adentro.

N/A

Muchas gracias por leer ésta historia, todavía me queda un capítulo más así que no sufran xD trabajo en ello, reitero mis disculpas si me he retrasado en el capítulo del "Espejo tiene dos caras" pero no pude resistirme a hacer éste , mi eterna gratitud por la paciencia que me han tenido… ya saben son cosas de trabajo y de familia pero sigo en lo mío y no es x sangrona q actualice lento xD no me gusta dejar las cosas inconclusas tampoco, gracias a Romina Misa Misa …Laura Paty , Ini Chan espero también te agrade y Kar Antunez que aunque no nos veamos como antes no me olvido de ti xD y gracias otra vez a mi esposo por apoyarme en nuestras teorías locas con que lo torturo y vuelvo loco jajaja, esperen que concluiré éste fic 3