Los personajes de Twilight no son míos sino de Stephenie Meyer, yo solo me divierto un poco con ellos.


Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite fanfiction)

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~E~~~S~~~P~~~E~~~R~~~A~~~N~~~Z~~~A~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~


Edward observó la enorme mansión frente a él, la fachada estaba iluminada por cientos de luces blancas, el camino estaba repleto de bastones, renos y hombres de nieve, además de las cientos de luces que adornaban los arbustos y árboles que rodeaban la propiedad, y sabía con certeza que el patio trasero estaba adornado de la misma manera.

En la entrada principal había un árbol minuciosamente decorado, así como en la puerta una corona navideña con un pequeño Santa en el trineo.

Santa ya había pasado por casa dejando unos cuantos obsequios y una enorme sonrisa en su esposa que iluminó la fría, enorme y solitaria mansión.

La misma en la que había vivido desde que sus padres lo dejaron al cuidado de su abuelo, un hombre serio y frío que solo decoraba la casa para hacer aburridas fiestas para sus socios y amigos de negocios, cenas aburridas e interminables en donde Edward era recluido en su habitación para no molestar a los invitados.

Siempre tuvo regalos bajo el árbol, una cena caliente y una cama tibia en donde dormir mientras la nana le contaba historias navideñas, alimentando la ilusión de un pobre niño rico.

Un iluso niñito que esperaba que el siguiente año su abuelo dejara las cenas aburridas y en su lugar pasara tiempo con él.

Incluso en Año Nuevo, prefería brindar con hombres y mujeres estirados en lugar de celebrar un nuevo año junto a él, la única familia que tenía cerca y que ni siquiera consideraba dejarlo.

Creció para ser el hombre que su abuelo esperaba que fuera, no como su padre, quien prefirió abandonar el negocio familiar e irse a administrar la empresa casi en ruinas de sus suegros.

Su abuelo, quien fue un hombre fuerte e imponente, ahora se encontraba en reposo permanente en su habitación, siendo atendido por una enfermera de tiempo completo que soportaba el mal genio del viejo. Apreciaba al anciano, después de varios años guardándole rencor por ser tan duro con él, había entendido que fue necesario para convertirse en el hombre que debía ser, para poder enfrentar a sus padres y a sus hermanos menores.

Aprendió a defenderse y defender lo que él quería y deseaba, le costó años hacerlo, pero lo había logrado, ahora era uno de los hombres más ricos, con el poder en sus manos para hacer y deshacer a su voluntad.

Manejaba la vida de todos a su antojo, con solo chasquear los dedos tenía a una horda de personas queriendo complacerle, hasta que ella apareció y toda su vida cambió por completo.

—¿Mi esposa? —le preguntó a Tyler, el mayordomo, que esperaba le entregara la gabardina para guardarla en el armario.

—Aquí estoy.

Vio a su esposa en lo alto de la escalera, usando uno de los tantos vestidos que la modista le confeccionaba casi cada semana, su cabello castaño rojizo cayendo delicadamente en rizos sobre su hombro, el tenue maquillaje y su característico gloss en los labios, tan simple pero tan perfecta, era tan hermosa y completamente suya.

La esperó en el filo de la escalera mientras ella bajaba despacio sin perder la sonrisa que siempre tenía para él al final del día.

Su primera esposa fue una zorra que solo le interesaba tener el apellido Cullen, el derecho de usar la tarjeta con fondo ilimitado y presumir al maravillosamente rico esposo que tenía. Nunca se arrepintió de divorciarse de Rosalie, mucho menos le importó cuando esta se casó con su hermano menor. Su abuelo se había burlado de ella después de darse cuenta de que Emmett no poseía ni la cuarta parte del dinero que Edward tenía en sus cuentas bancarias.

El abuelo le había dejado todo a Edward, solo a Edward, además lo había educado lo suficientemente bien como para no dejarse mangonear por sentimentalismos de una familia con la que no tenía ningún lazo fraternal.

Ahora mientras veía la cálida sonrisa de su esposa a medida que bajaba los escalones, entendió por qué su abuelo nunca apoyó el matrimonio con Rosalie. Estiró su mano para ayudarla a bajar los últimos dos escalones y encerrarla entre sus brazos para besarla.

Ella encajaba perfectamente en sus brazos, sus labios eran dos piezas de rompecabezas que encajaban a la perfección, la sincronía con la que se movían era de amantes entregados que se derretían por el otro ante la primera caricia.

Con Isabella siempre fue de ese modo, dando todo de ella sin restricciones, demostrándole sus sentimientos con cada caricia, gemido y susurro ronco, por eso cuando Bella tomó la solapa de su camisa en lugar de enredar sus dedos en su nuca, supo que las cosas no iban bien.

—¿Qué es lo que te preocupa, gatita?

Ese era el apodo perfecto para ella, ya que tenía esos enormes ojos verdes con motitas doradas que engatusaban a cualquiera que los viera por más de dos segundos, los mismos que ahora mostraban una cortina de tristeza y profundo amor.

—Tus padres han cancelado su asistencia hace una hora, han preferido ir a casa de tu hermano.

Negó con la cabeza, no le sorprendía el actuar de sus padres, desde que cambió las contraseñas de la mansión prohibiéndoles la entrada a su voluntad y que dejara de inyectar capital a Platt Inc., la cual estaba a meses de la bancarrota, estaban furiosos y querían hacerlo pagar.

Qué mejor forma que hacer sentir menos a su esposa dejándola plantada a último momento, podía imaginar las crueles palabras de su madre, las cuales su preciosa esposa no repetiría por tristeza y vergüenza.

Nadie entendía su amor por la delgada joven que cada día iba adquiriendo el tono rosado que tanto amaba en sus mejillas, no hacía falta que lo entendieran, si él la amaba y ella respondía sus sentimientos de la misma manera, entonces sus vidas estarían bien.

Su abuelo estuvo furioso al enterarse de su matrimonio con ella, pero después de unos cuantos días terminó aceptándola, incluso había llegado a quererla como otra nieta más, apoyando las extravagancias de Edward al intentar mimarla y consentirla.

—No te preocupes por ellos, gatita, ellos se pierden pasar una maravillosa velada contigo —le aseguró acariciando su cintura—. Vamos a cenar, casi es medianoche, lamento la tardanza, mucho trabajo de último minuto, algunos no entienden que tengo que regresar a casa con mi bella esposa para recibir el nuevo año comiéndole la boca o…

Isabella le tapó la boca con sus delgadas manos, estaban solos, los empleados de la casa siempre les daban la privacidad necesaria, pero aun así se sentía avergonzaba cuando Edward hacía comentarios de su vida sexual fuera de la habitación.

Era demasiado conservadora.

—Entiendo, amor, lo importante es que estás aquí ahora, conmigo. El abuelo se ha ofrecido a acompañarme al comedor si no llegabas, pero le dije que dejara de ser un viejo necio y dejara que Mary le diera la cena y lo pusiera a dormir, ahora está durmiendo y Mary se ha marchado, así que será una cena para dos… como siempre.

—Aquí contigo es el lugar al que pertenezco, al que siempre pertenecí, gatita, estando contigo siempre es perfecto, los dos juntos somos perfectos.

Bella le sonrió y dejó un suave beso en sus labios antes de guiarlo al comedor en donde la mesa estaba puesta, con cientos de platillos diferentes, los cuales fueron planeados para una cena familiar numerosa, no solo para dos personas.

Edward ayudó a Bella a sentarse en su silla antes de tomar su lugar, y luego Lauren salió de la cocina con una botella de la reserva especial de vino de la familia Cullen.

—Puede retirarse, Lauren, su familia la espera.

La vieja ama de casa, quien había trabajado para la familia Cullen por años, asintió y regresó a la cocina para guardar sus cosas y marcharse, por años Lauren y Tyler, así como los demás miembros de la plantilla, solo podían marcharse de casa después de que los señores se fueran a la cama o les dieran el día libre, pero desde hacía tres años, cuando su esposita llegó a casa, sus trabajadores descansaban los días festivos.

Una regla que a su abuelo enfureció, pero terminó por aceptar al verse postrado en la cama e imposibilitado a retractarse de las palabras de Isabella, después de todo, era la señora de la casa y su palabra se respetaba.

Edward pensaba que se debía a que ni siquiera él pudo negarse a una petición de Isabella, su carita de muñeca y esos enormes ojos de gatito asustado eran un arma mortal para cualquiera, incluso para un viejo amargado como era el abuelo.

—¿Quieres que oremos o…?

Edward sonrió y estiró su mano para que Bella la tomara y orara, era un gesto tan íntimo y encantador de su parte. Ni él ni su abuelo eran personas religiosas, la primera cena de Año Nuevo que ella propuso orar, su abuelo se carcajeó causando que Bella estuviera a punto de llorar sintiéndose avergonzada y tonta, pero Edward había tomado su mano e incitado a que lo hiciera.

Su abuelo había guardado silencio y escuchado las tímidas palabras de Bella, cuando terminó el abuelo tenía cierta mirada calculadora, esa misma noche después de que Bella fuera en busca de más vino, su abuelo le dio su completa aprobación a su matrimonio.

Si tú hiciste esa bobada de orar solo por hacerla feliz y ella en lugar de querer tener mi aprobación continuó con sus deseos, entonces es una buena chica, ahora ve y ayúdala a encontrar la botella de vino que la pobre debe estar mortificada por entender las etiquetas.

Bella terminó de orar y sonrió al sentir los labios de Edward en sus nudillos. Comenzaron a comer, disfrutando del enorme festín, Edward pensó que el albergue al que Bella enviaba la comida sobrante cada día recibiría una grata sorpresa por la mañana. Después frunció el ceño al ver que Bella servía vino en una sola copa y se la entregaba antes de continuar con su cena acompañada de jugo de naranja, ella normalmente tomaba de manzana, era su favorito.

—¿Por qué no...? —se calló a mitad de la frase, solo existían dos razones por la que Bella no tomaría vino con él, una por tomar medicamentos para combatir algún virus y la otra por...

Bella le entregó la tan conocida varita blanca, ¿dónde la tenía?, no le importaba, solo sabía que existía y su esposa se la extendía esperando que la tomara y viera el resultado mientras sus ojos se volvían cristalinos.

La prueba marcaba positivo.

Una nueva oportunidad.

Un nuevo intento.

Una posibilidad de ser padres.

Habían pasado por tanto juntos, desde su matrimonio furtivo en Las Vegas hasta los tres abortos espontáneos de Bella, el médico dijo que después del último aborto su matriz tenía demasiadas cicatrices y que embarazarse era imposible, pero ahí estaba su pequeño milagro, la prueba no mentía.

Estaban embarazados nuevamente.

—Tengo miedo —murmuró Bella tocando su plano vientre—, temo perderlo a este también.

—No pasará, corazón.

—Sería nuestro cuarto niño, Edward, nuestro cuarto bebito.

—Todo estará bien.

—No quiero perderlo, Edward, no soportaría perderlo a él, no de nuevo, lo único que quiero es tener una familia contigo, ser aún más feliz de lo que ya soy a tu lado, no soportaría perder a otro niño tuyo, no creo que mi corazón pueda aguantar otra pérdida.

Edward no soportaba ver las lágrimas de su esposa, había llorado lo suficiente durante toda su vida, cuando se casaron le prometió mantener solo sonrisas en su rostro y cada día intentaba cumplir su promesa.

—Ven aquí, gatita.

Echó su silla hacia atrás esperando a que Bella se sentara sobre su regazo, lo cual hizo inmediatamente, acurrucándose y escondiendo su rostro en la curvatura de su cuello mientras ambos colocaban una mano sobre el vientre de ella.

—Me iría con él, Edward, no podría sobrellevar otra pérdida.

—Todo estará bien, nena, te prometo que tú y el niño estarán bien, no vuelvas a decir que te irías con él, porque yo sin ti no puedo vivir, desde que entraste a mi vida has sido mi motivación para seguir adelante, nuestro niño nacerá, te prometo que lo hará y será el niño más amado del mundo entero.

Edward permaneció abrazando a su esposa hasta que se calmó lo suficiente para continuar con la cena, si estaba embarazada entonces tendría que comer por dos, Edward amó poder darle de comer sobre su regazo.

Terminaron de cenar y fueron al salón, faltaban unos cuantos minutos para medianoche, podían ver la esfera del Times Square descender y celebrar el Año Nuevo, ambos se sentaron en el enorme sofá frente a la pantalla de plasma disfrutando del show, Bella terminó en medio de sus piernas con su cabeza recargada en su hombro mientras las manos de ambos cubrían protectoramente su vientre plano.

Aún recordaba la primera vez que la vio limpiando las oficinas después de que todos se hubieran marchado, incluso él lo había hecho, pero tuvo que regresar después de que se diera cuenta que había olvidado uno de los dosier que tenía que revisar con urgencia. Regresó a la empresa y descubrió que la chica de la limpieza estaba limpiando su oficina a profundidad, tal como él lo había solicitado, la encontró arriba de una de las sillas para poder alcanzar el gabinete superior, juraba que no sabía que ella se encontraba ahí, tampoco fue su intención verle las bragas, pero fue imposible evitarlo, ella estaba tan inclinada que fue inevitable hacerlo.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Flashback ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Tenía que hacerse notar o irse y ser el caballero que su abuelo había educado, pero no pudo dejar de verla.

Simplemente se quedó disfrutando de las bragas blancas de algodón que escondían un tesoro rosado y tibio que lo tenía duro sin siquiera haberlo visto o tocado.

Había visto bragas sexys que mostraban los tibios sexos de las mujeres, la braga blanca de algodón que la cubría por completo no debería tenerlo duro, pero lo hacía.

Cuando ella descubrió su presencia se asustó tanto que terminó cayendo de la silla.

Edward entró a la oficina ayudándola y ofreciéndole llamar a una ambulancia si era necesario.

Ella lo rechazó y se puso de pie avergonzada, no lo miraba a la cara, ni siquiera le permitió disculparse por ser un idiota pervertido, ella solo escapó de la oficina dejando sus utensilios de limpieza.

Pudo quedarse y esperar a que volviera, pero decidió que suficiente trauma había causado, le escribió una pequeña nota disculpándose por asustarla y se marchó dejándola continuar con su trabajo.

La noche siguiente regresó a la misma hora, encontrándola limpiando su escritorio, y ella se asustó al verlo con un sencillo ramo de flores.

Te debo una disculpa, no soy ningún pervertido ni nada parecido, perdóname por asustarte y espiarte.

Ella apenas si habló, solo asintió con la cabeza mirándolo con esos enormes ojos de gatita asustada, no aceptó las flores, tampoco le dijo su nombre, tan solo volvió a huir dejándolo solo en la oficina.

Las siguientes noches volvió para verla, pero siempre tenía la misma reacción: un par de tartamudeos y desaparecía del piso. Sin embargo, al otro día, ella no estaba, la esperó por una larga hora pero nunca apareció. Su oficina estaba limpia a la mañana siguiente, pero ella no aparecía, temió haberla asustado a tal punto de obligarla a pedir un cambio.

Por eso una noche se quedó en la oficina, pasaron al menos tres horas hasta que ella entró por la puerta gritando asustada al verlo recargado contra su escritorio, esperándola.

Eres difícil de encontrar, yo solo quiero hablar contigo unos minutos… ni siquiera sé tu nombre.

Is-Is-Isabella.

Un nombre muy bonito, yo soy Edward, es un placer conocerte, Isabella.

Igu-igual-igualmente.

¿Desde cuándo trabajas aquí, Isabella? —preguntó caminando de regreso a su silla, pero antes de que se sentara ella lo detuvo.

No puedes sentarte ahí, es la oficina del presidente y… bueno… él es alguien importante, seré reportada si alguien se entera que te has sentado en esa silla mientras yo estuve aquí, de hecho, creo que ni siquiera puedes estar aquí.

Edward le había asegurado que él conocía al presidente de la compañía pero no se sentó para mantenerla tranquila, de hecho, mantuvo su identidad en secreto, era la primera vez que se topaba con alguien de su plantilla que no sabía quién era él.

Le gustaba.

Y cada noche le gustaba aún más Bella, ella le permitió llamarla por ese apodo después de algunas noches de tartamudeos y sonrojos, hasta llegó a llamarla gatita causando aún más su vergüenza.

Incluso llegó a tomar un trapo y ayudarla a limpiar la oficina, a pesar de que ella se negó a que lo hiciera, limpió los pisos con tal de poder estar más tiempo con ella.

No entendía por qué estaba tan obsesionado con ella; él, un hombre de mundo, teniendo todo a su alcance, con una ex esposa que seguía enviándole fotografías desnuda, con mujeres haciendo fila para que las llevara a la cama, él prefería seguir a la muchachita que limpiaba los pisos y baños de su oficina.

La misma que parecía inmune a sus coqueteos e insinuaciones.

La invitó a salir y ella ni siquiera pudo pronunciar una palabra, de hecho, corrió lejos de él con las mejillas completamente rojas.

Las siguientes dos noches llegó con pequeños ramos de florecillas pidiéndole una cita, incluso si solo era como amigos, lo aceptaría si con eso lograba que saliera con él.

Ella aceptó después de varios intentos pero bajo sus términos. No permitió que pasara por ella, tampoco que la llevara a su casa, no permitió muchas cosas, ni siquiera dejó que la besara a pesar de que se moría por hacerlo.

Me gustas mucho, Bella, no sabes cuánto me gustas, eres tan hermosa, carismática, preciosa, eres una muñequita de porcelana que me tienes hipnotizado con toda tu personalidad, con esa sonrisa la cual es mi motivación de cada día. Déjame besarte, gatita, llevo semanas enteras imaginándome cómo se sentiría besarte.

No puedo, Edward, también me gustas mucho, pero…

¿Pero?

Casi no te conozco, y yo no puedo, no me siento bien haciéndolo.

Edward aceptó no besarla esa noche, tampoco las siguientes, pero en la quinceava cita, Edward no pudo soportarlo más y, tomándola de la cintura, la besó.

La besó y no se detuvo, no se detuvo cuando ella quiso separarlo, tampoco cuando ella cedió y dejó que la besara y los guiara, soltando un suave gemido que la puso completamente colorada.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Fin Flashback ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

—La cuenta regresiva, mi amor.

Edward sostuvo la barbilla de Bella quien seguía la cuenta regresiva de la televisión.

10

Un nuevo año.

09

Una nueva oportunidad.

08

Un año para llenar de amor.

07

Un año en donde su abuelo seguía con vida.

06

Un nuevo año en donde podrían tener a su tan esperado hijo.

05

Un nuevo año en donde sus padres tal vez entenderían que Isabella era el amor de su vida.

04

Un nuevo año lleno de bendiciones.

03

Un nuevo año para ser feliz.

02

Un nuevo año para no perder la esperanza.

01

Un año más para estar junto a su gatita, su esposa, el amor de su vida, su compañera y mejor amiga, la mujer que era todo para él.

A diferencia de la primera vez en donde él la besó, esta vez fue ella quien acortó la distancia y unió sus labios a los de él.

—Feliz Año Nuevo, gatita —susurró contra sus labios escuchando los gritos de alegría en el televisor.

—Feliz Año Nuevo, mi amor —suspiró contra sus labios—. Te amo.

—Yo te amo aún más.

Bella tan solo sonrió y se puso de pie extendiéndole la mano para que subiera con ella a su habitación.

Edward no encontró ninguna razón para negarse a llevarla a su habitación y seguir con el festejo del año nuevo en la privacidad de su cama matrimonial.

—Ahora no podrás echarme sobre tu hombro y llevarme a nuestra habitación.

—Tal vez esta vez no, pero el siguiente año te llevaré a ti y a nuestro hijo sobre mis hombros.

Bella asintió y dejó que la abrazara y la llevara escaleras arriba.

Era un nuevo año por comenzar junto a su amargado abuelo, sus desconsiderados padres, su ex esposa que también era su cuñada, junto a su hermano que maldecía cada vez que los números de Platt Inc. eran rojos, pero sobre todo, era un nuevo año junto a su esposa.

La mujer que le dio la esperanza de que merecía una vida diferente a la que creyó que estaba destinado a tener, quien se quedó con él a pesar de ser un pobre niño rico que solo le dio una familia disfuncional mientras ella le dio la mayor felicidad.

Pero nada de eso importaba en ese momento, era Año Nuevo y las posibilidades eran infinitas.


Hola!

Comienza el año y yo comienzo con una nueva historia.

Yanina, gracias con la ayuda con la revisión del capítulo, eres la mejor.

Dejenme sus comentarios, opiniones, críticas, teorías o lo que quieran compartir conmigo en un review.

Que tengan un feliz año.

Hasta la siguiente actualización.