Era la cuarta vez que la llamaba. Y ella no contestaba.

Adrien suponía lo que estaba haciendo, así quien había terminado las labores de hoy y luego de tomar unas copas para armarse de valor. Tomó un taxi y se dirigió a su departamento.

Ya había tenido suficiente; ya estaba harto de que ella piense que lo estaba haciendo el tonto y aún tenía que ver esa mirada en su cara.

¿Hay algo que se está perdiendo?

Sí.

Porque hay algo que ella intenta ocultar.

Él estaba muy cansado de las sospechas. Cansado de preguntarse porque.

No obstante él, lo sabía. Lo estúpidos rumores con aquellas chicas quien trabajaba, pero solo eran eso... rumores. Sin embargo estaba las pocas veces que ellos se veían porque él -por la fama que había conseguido- tenía mucho trabajo.

En cierto modo la había abandonado, todo se estaba desmoronando, ya no era como fue en la adolescencia, habían crecido. Y sus propias responsabilidades lo estaban separando cada vez más, pero Marinette fue la que trazo la línea.

Después de pagarle, se bajó del Taxi y fue hacia la puerta de su departamento. Tocó timbre y espero. Ella...

Encendió las luces y abrió la puerta.

Él vio detrás de Marinette ropa en el suelo. No era suya, mucho menos esa guitarra perteneciente a... Negó con la cabeza, ella solo llevaba puesto un albornoz.

¿Que había estado haciendo antes? No quiere imaginarse, pero lo hace.

Adrien levanto levemente la comisura de sus labios. Estaba viendo esa mirada. Una mirada que expresaba todo, la mirada que no quería ver en esos ojos azules que tanto amaba.

Pero no quería saberlo por sus ojos, quería oírlo salir de sus labios.

—Así que dime antes de que me vaya —una mano puesta en la pared de afuera de la puerta— ¿Hay algo que deba saber?

Ella no dijo nada, pero su mirada la delataba, su puerta levemente abierta. Sin tener intenciones de dejarlo entrar. (Hace mucho lo había dejado fuera de su vida, pero no quería que fuera verdad)

—No te voy a mentir, lo supe todo el tiempo —dijo (Lo sabía, lo sabía) Sabia quien estaba detrás, lo sabía— Pero esta es tu oportunidad para demostrarme que estoy equivocado.

Ella se hace la desentendida. (Por miedo, tal vez)

Dice que es muy tarde para entrar mientras Adrien espera que haya puesto esfuerzo en su pretexto. Argumenta que esta borracho -tal vez- y paranoico, pero él puede ver en sus ojos y en el tono de tu voz... que hay algo que no sabe -pero él lo hace-algo que trata de ocultarle.

Su infidelidad.

Él lo sabe.

—¿Por qué no me llamaste? —Marinette baja la mirada (¿Por qué no me contestaste?)— ¿Por qué no me llamaste? —Vuelve a repetir— Necesitábamos hablar.

Si, Necesitábamos hablar. Sus ojos siguen recorriendo con la mirada esa ropa.

Sus ojos verdes, sintiéndose triste y traicionado. Así era como terminaba todo, algo que no quería hacer... por eso seguía haciéndose el tonto.

Esperando que fuera paranoia.

Pero no lo era.

—¿Hay algo que deba hacer? —Ella no puede hablar— No digas nada, ya lo sé...

Ella se sorprende.

—Dale mis saludos y felicítalo por el concierto...

—Adrien...

—Espero que él te pueda dar la felicidad que no pude darte... —sonríe sin sonreír— Adiós.

Un frió cortante "Adiós" le dijo. No "Un hasta mañana" o "Un hasta luego" Un adiós... para siempre.

Adrien se va. Marinette cierra la puerta, cohibida. Al rato el joven que se encontraba en el departamento la abraza por detrás, brindándole su compañía.

Entretanto el rubio, camina de forma rápida, sus manos en el bolsillo, sin ningún rumbo a donde ir porque Marinette era su hogar y había perdido las llaves de su corazón hace bastante tiempo.

Y ahora las tenía, su amigo Luka.