Nota autora: aquí volviendo a escribir un pequeño drabble sobre mis bebés. Son tan shisppeables.


—Luigi.

—…

—Lucy.

—…

—Lushi.

—…

—Luce.

—¿Qué quieres Natsu?—dijo la rubia a la par que lo miraba cansada por su actitud infantil.

—Te amo—dijo.

La rubia se sonrojo ante las palabras dichas nuevamente por el de cabellera rosada, pero aún así mantuvo su gesto de enojó; desde que se había enterado que iba a ser padre se había vuelto más empalagoso que de costumbre, sin siquiera dejarla tranquila por unos minutos —cuando iba al baño podía sentir a Natsu afuera vigilando, era tan espeluznante—.

Aún recordaba cuando le había dicho la gran noticia de que iba a ser padre, la cara de felicidad que vio en Natsu no se comparaba a ninguna otra que había visto antes y eso hizo que su felicidad se comparara con la que Natsu sentía.

Y fue ahí donde comenzó el infierno.

Ni un minuto, ni un segundo ella podía permanecer sola, Natsu se convirtió en un perro guardián que nunca dejaba solo a su dueño —en este caso ella—; se sentía agobiada ante los tratos que Natsu le daba, se sentía querida por todo eso, pero casi ya no soportaba la idea de Natsu invadiendo el poco espacio personal que poseía.

Tenía unos seis meses de embarazo y ella aún se sentía capacitada para hacer algunas cosas que hacia anteriormente a estar embarazada, aunque al parecer Natsu creía que si tan solo hacia un pequeño esfuerzo físico está saldría demasiado lástima y si entendía la preocupación que Natsu sentía, lo amaba mucho por eso, pero eso era pasarse de la maldita raya.

¿Qué a caso creía que ella ya no podía comer por su propia cuenta?

Ella quería comer y el sin dudar le fue a buscar comida y se la llevó para luego empezar a alimentarla como si fuese un bebé, embarazada, bien, ella lo sabía obviamente, pero ella no era un bebé, por lo tanto sin dudarlo siquiera y sabiendo que tal vez así Natsu la dejaría tranquila, hizo un rabieta.

Ahora se veía a ella con sus brazos cruzados arriba de sus pechos y una cara de enojó, mientras que Natsu rogaba que ella le perdonará y lo tomara en cuenta.

—Vamos, Luce, no te enfades—a Natsu no le gustaba que Lucy lo ignora y además se enfadarse con él.

—...

—Luce, te juro que no lo volveré a hacer.

—…—la rubia giró un poco su rostro para mirarlo con una ceja enarcada, dudando en si creerle o no.

—Lo juro, Luce, lo juro, pero perdóname ¿Si?—le juro.

—¿Enserio?

—Si, si, si, si—el Dragneel asintió frenéticamente.

—Esta bien, te perdono, Natsu.

—¡Si!—vitoreo Natsu, a la par que se lanzaba sobre Lucy y la abrazaba, ella tan solo le correspondió el abrazo.


Nota final: ¡Muchas gracias por leer!