DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece, los personajes pertenecen a la inigualable J.K. Rowling, y la historia pertenece a LoveMyRomance quien fue muy amable al darme permiso de traducirla.

Hola hola a todos! aqui les traigo el primer capítulo de la secuela de Dark Prince!

Muchas gracias a todos los que han seguido la historia desde el inicio, en serio sus comentarios y su apoyo son increíbles y son definitivamente los que me hacen seguir con esto!

Como siempre, ya saben que cualquier error o lo que sea que vean raro, por favor avísenme!

Creo que eso es todo por el momento, no los entretengo más... a leer!


Mansión Riddle (10 de agosto)

Hadrian Riddle caminaba por los pasillos de la mansión Riddle, arrastrando los pies por los costosos pisos de mármol. Ésta era una conversación que no quería tener con su padre, no ahora, no nunca. A pesar de saber que el Señor Oscuro no era un hombre paciente, Hadrian tomó intencionalmente la ruta larga, haciendo todo lo posible para retrasar la reunión lo máximo posible.

Cuando pasó la entrada al ala de su padre, Hadrian Riddle se paró en seco. Podía sentir la magia negra casi sofocándolo en el momento que cruzó las barreras. Su padre no estaba enojado. Estaba furioso.

Hadrian consideró sus opciones de dar la vuelta y tratar de regresar por flú a la mansión Lestrange, donde se había escondido todo el verano. Incluso dio un paso hacia atrás; sólo para toparse con la barrera que su padre había puesto nuevamente para mantener a los intrusos fuera.

O tal vez para atraparlo a él.

La idea hizo que Hadrian se tensara en completo terror. Sacudiendo la cabeza, decidió que realmente no tenía otra opción mas que acudir al llamado de su padre. Respirando profundamente, Hadrian se forzó a si mismo a controlar su apariencia exterior. Su padre ya estaba de mal humor. Acobardarse frente a él sólo lo haría enfurecer aún más.

Alzó el puño para tocar la puerta del estudio de su padre. Cuando las puertas no se abrieron inmediatamente, Hadrian se comenzó a preocupar más. Enderezando los hombros, ajustó su postura acobardada y abrió las familiares puertas.

"Hadrian," saludó su padres desde la silla detrás del impresionante escritorio que daba a la ventana. Hadrian trató de decifrar la vacía expresión de su padre, pero las sombras que creaba la ventana le hacía imposible saber qué era lo que pasaba por su mente. "Siéntate."

Era una orden, no una sugerencia.

Hadrian se apuró a sentarse en la dura silla frente al escritorio al mismo tiempo que intentaba aparentar estar impávido ante el aterrorizante frente a él. Hadrian combatió el escalofrío que amenazaba con recorrer su cuerpo entero. Casi podía sentir la magia chisporrotear alrededor de su padre. Oh si, el hombre estaba fúrico.

Hubo un largo momento de silencio – lo suficientemente largo para que Hadrian estuviera a punto de temblar de miedo por lo que estaba por venir – y entonces su padre habló.

"Tú…" comenzó lentamente. "Has asesinado una parte de mi alma. Intentase ocultar el hecho de que habías destruido parte de mi inmortalidad. Y en el proceso de esta… conspiración… has arruinado como unos siete de mis futuros planes," el Señor Oscuro se dio la vuelta lentamente en su silla, mirando fijamente a Hadrian con una mirada de engañosa calma. "¿Qué tienes que decir por ti mismo?"

Hadrian Riddle no se dejó engañar por la mirada de su padre. Aunque la voz de Lord Voldemort no era más alta que un susurro, Hadrian podía detectar sin lugar a dudas la ira burbujeante que se apenas y se escondía debajo de su aparente tono tranquilo.

"¿Hadrian?" preguntó su padre cortante.

Él se escogió en su lugar, su mirada sin dejar de ver el oscuro mármol del piso. "Ehm… ¿perdón?"

Aparentemente no era lo correcto para decir.

"Crucio," dijo su padre, levantándose de su silla para ver a su hijo caer de la silla en silenciosos gritos.

Hadrian enterraba las uñas en el frio piso, sintiendo el intenso dolor de la maldición favorita de su padre – después de la maldición asesina, por supuesto – en cada poro de su cuerpo. Sentía que las paredes se cerraban sobre él y su visión se volvió borrosa con motas de rojo. Cerró los ojos, negándose a gritar en voz alta; sabía que si lo escuchaba gritar eso sólo incitaría a su padre a que aumentara la intensidad de la maldición.

"Tú única instrucción era abrir la Cámara de los Secretos, y ordenar al basilisco terminar la tarea que yo había comenzado en mi sexto año. Pero tu decidiste confiar tan honorable responsabilidad a una alumna de primer año, una asquerosa Weasley," su padre alzó la nariz en disgusto, pero gracias al cielo levantó la maldición. Siseó "¿Qué es lo que te he dicho siempre?"

Hadrian jadeó por aire, tropezándose con sus propias palabras. "S-s-si quieres a-algo bien hecho, hazlo tu m-mismo," dejó salir, levantándose con gran esfuerzo del piso para sentarse.

"Y aún así, dejaste que una Weasley abriera la cámara de Slytherin. Tal vez ella esta en Slytherin, pero nunca va a ser una verdadera slytherin. No puedo entender cómo se te ocurrió hacer semejante cosa," continuó Lord Voldemort con su regaño.

"También se te olvidó mencionar que el basilisco sólo obedece a su verdadero amo, que sigue siendo tú," escupió Hadrian, limpiándose una gota de sangre que salió de su boca. "Podría haber muerto!"

Su padre inclinó la cabeza y lo miró en silencio. "Sigues aquí, ¿no es así?" señaló. Un destelló de rabia cruzó su cara y siseó. "Y aun así, una parte de mi alma parece haber sido destruida."

Hadrian suspiró con resignación al ver a su padre levantar la varita y decir "Crucio."

Pensó que iba a estar preparado para el ataque de dolor – ahora que estaba acostumbrado a él – pero su padre parecía haberse enojado aún más con el tiempo, y la maldición se sintió más fuerte que antes.

Hadrian podía sentir sus ojos arder con lágrimas retenidas, pero se negaba a dejar que padre ganara algún tipo de satisfacción de su castigo. Sabía que la maldición de tortura era más que nada utilizada para quebrar a la víctima, humillarla, destruirla internamente. El dolor era simplemente la forma más rápida de lograrlo. No, no dejaría que su padre ganara satisfacción de esto.

"Todos los años de trabajo, toda la investigación para crear la memoria que implanté en el diario… se fueron a la basura. Tuve que dividir parte de mi alma para crear ese diario. ¿Y tú tienes la audacia de decirme que esta destruido?"

Su padre no espero por una respuesta, sus ojos brillando con una asesina sombra rojiza antes de sisear nuevamente la maldición.

Hadrian sentía como si sus entrañas estuvieran siendo destrozadas, retorcidas, y apuñaladas miles de veces. Jadeó por aire, pero su garganta parecía haberse cerrado. Sus ojos se aguaron y su cara estaba cubierta con una capa de sudor. Sus nudillos estaban blancos por tener las manos cerradas fuertemente en puños, y sus palmas sangraban por la desesperada manera en que sus uñas se clavaban en su mano. Abrió un ojo y escupió – su lengua sangraba por haber mordido con fuerza para no gritar – "¿Vamos a ignorar el hecho de que tu memoria-alma-o lo que fuera que fuera trató de matarme?"

Su padre se encogió de hombros despreocupado y se recargó en su escritorio, levantando la maldición para cruzarse de brazos. "Técnicamente mi yo pasado trató de matarte. No yo. Y déjame recalcarte que tú eres el que lo mató."

Hadrian – muy aliviado de que su padre dejara de maldecirlo eternamente – dijo sarcásticamente. "Técnicamente, como fue el mes pasado, fue mi yo pasado el que mató a tu yo pasado. Por esa lógica, ¿por qué estás torturando a mi futuro yo por algo que hizo mi pasado yo?"

El ojo de su padre tembló y Hadrian cerró los ojos preparándose para la maldición que iba a salir de los labios de su padre.

Nunca llegó.

En su lugar, justo cuando Lord Voldemort iba a alzar la varita para maldecir al mocoso insolente hasta que se desangrara en el piso, la puerta de su estudio se abrió de un golpe. Su cabeza – y varita – se alzaron velozmente hacia el intruso, molesto ante la interrupción del increíble momento padre e hijo.

Lucius Malfoy se encontraba parado en la entrada algo incomodo, su cabello rubio revuelto como si hubiera corrido hasta llegar ahí. Su mirada gris recorrió a Hadrian con incomodidad, negándose a reparar en el nada respetable estado en el que se encontraba el niño. La cara ya roja de Hadrian se prendió aún mas con la humillación de la idea de él débil y roto tirado a los pies de su padre.

"Uh, perdón por la interrupción mi Lord, pero tenemos una emergencia," dijo Lucius mirando al suelo.

Los ojos de Voldemort se entrecerraron hasta formas dos rendijas, y su voz tomó un timbre oscuro y peligroso cuando siseó. "Bueno, escúpelo ahora, Malfoy."

"Las negociaciones en Wiltshire… Mi lord, no fueron tan bien."

La expresión de Voldemort se oscureció, apremiando a su seguidor a que continuara.

"Tomamos a los hombre de los rangos más altos, como usted ordenó. Pero los sangresucia que cuidaban la casa de seguridad en Wiltshire, no se tomaron muy bien la idea de que sus compañeros guardias estuvieran dispuestos a intercambiar la seguridad de la comunidad por información de la Orden," Lucius hizo una mueca, como si estuviera esperando que Voldemort lo maldijera en cualquier segundo.

Juzgando por la forma en que él mismo estaba tirado en el piso, Hadrian no pensaba que es fuera una terrible conclusión.

"¿Qué pasó, Lucius?" preguntó su padre amenazadoramente.

"Ellos – los sangresucia – llegaron los aurores, mi lord. Había casi cien de ellos. No sabemos cómo es que los sangresucia pudieron llamarlos; alguien en la ciudad debió de haberles advertido. Los aurores nos superaban por casi setenta hombres. Estaban listos para luchar," dijo Lucius rápidamente.

"Lucius…" siseó Lord Voldemort. "¿Qué pasó?"

"Mi lord, Bellatrix logró matar a varios sangresucia y aurores antes de que llegaran los refuerzos, pero eran demasiados. Logré tomar a Nott, Avery, Rosier, y Rodolphus y escapar antes de que llenaran toda la ciudad."

Su padre se tomó el puente de la nariz, y sus ojos se tornaron de un terrible color rojo. "¿Las bajas, Malfoy?"

"Casi diez de nuestros hombres fueron asesinados, pero aún no los identificamos ya que vine a avisarle tan pronto como llegué. Pero mi lord…" Lucius hizo una mueca, preparándose a si mismo para sus próxima palabras. "Bellatrix, Barty, Rabastan, Mulciber, Travers, y quién sabe quien mas… todos fueron contenidos mágicamente y están en una celda en Azkaban. Mis fuentes me dicen que los aureres arrestaron a todo aquel que portara la marca y los metieron ahí," dijo Lucius con la cabeza caída.

Hadrian alzó la mirada, algo que le costó más trabajo de lo pensado, y observó la expresión de su padre. Mientras que su expresión permanecía impávida y sin ninguna emoción alguna, Hadrian podía ver que sus ojos tenían un extraño y predecible brillo. Era casi como si su padre estuviera esperando a que sus discípulos fallaran.

"Lucius – prepara a los de segundo rango y veme enfrente de Azkaban en exactamente veinticuatro horas. Y Hadrian… levántate," dijo su padre cortante.

Hadrian gruñó desde el piso, los músculos le dolían demasiado como para hacer más que dejar salir con voz rasposa, "Es algo difícil pararte cuando estas casi muerto."

Lucius alzó una ceja, su mirada un poco apanicada viajaba por toda la habitación sin querer pararse sobre el Señor Oscuro o su hijo. "C-creo que no entiendo."

Voldemort suspiró. "¿Qué parte de 'prepara a los seguidores de segundo rango y veme en Azkaban en veinticuatro horas' no entendiste?"

Lucius se encogió en su lugar. "Si me permite preguntar, mi lord, ¿por qué?"

Su padre dejó salir otro audible suspiro, pareciendo estar decepcionado de su más leal seguidor por no entender lo obvio. "Vamos a sacar a nuestros compañeros- y compañeras- de esa horrible prisión. Vamos Lucius, no te quedes atrás."

"Perdóneme, mi lord, pero ¿acaba de decir que vamos a sacar prisioneros de Azkaban?"

El Señor Oscuro parecía divertido con la cara de incredulidad de Malfoy, ni siquiera rebajándose a contestar la pregunta. Caminó hacia la puerta, haciéndole señas a Lucius para que lo siguiera. La capa de Voldemort rozó la espalda de Hadrian cuando pasó encima de él para dirigirse a la puerta.

"Hadrian, prepárate para esta hora mañana. Tú vendrás con nosotros."

Hadrian sólo rodo sobre su estómago y dejó salir un quejido como respuesta.


Prisión de Azkaban (11 de agosto)

Bellatrix Lestrange fue aventada dentro de su celda – con más fuerza de la necesaria si le preguntan a ella – y apenas pudo escudarse antes de chocar contra el desnivelado piso de piedra. En serio, ¿no podían haber nivelado el piso desde su última visita?

"Tal vez la próxima vez, hables," siseó el guardia cerrando la reja de la celda en su cara. Bellatrix sonrió malévolamente a pesar del dolor que sentía y escupió a la cara del guardia.

Él gruñó y trató de agarrarla pero ella se hizo para atrás hasta chocar contra la pared. Ella soltó una risa oscura cuando el guardia maldijo enojado al chocar contra la barrera mágica; todos sabían que una vez que las puertas de las celdas se cerraban en Azkaban, las barreras se alzaban y nadie más que el guardia principal podía abrirlas otra vez.

Una vez que el guardia se fue, Bellatrix soltó las manos que agarraban firmemente su abdomen y revisó el daño. La tortura no era nueva para ella, pero eso no significaba que no podía sentir dolor, maldición!

Siseó suavemente cuando sus dedos rozaron un punto bastante sensible, dándose cuenta del feo hechizo que cortó sobre sus costilla, el cual oh-vaya parecía estar infectándose ya. Sus rodillas se debilitaron y se resbaló por la pared, gruñendo audiblemente por una piedra que sobresalía y se clavaba en su espalda.

Esta era la tercera vez que la sacaban de su celda, sólo para torturarla por algo de información. Estaban restringidos por no poder usar maldiciones imperdonables, pero eso no les había impedido haberla cortado como pavo en Navidad al no recibir la información que buscaban. Podía decir con orgullo que tenía una de las más altas tolerancias al dolor que conocía, pero sinceramente, no tenían que ir y abusar de ello.

Notó que la capa se le pegaba al cuerpo con algo más pesado que sudor, y rodó los ojos al recordar la capa de sangre que cubría prácticamente todo su cuerpo. Cuando cortar su cuerpo no funcionó, utilizaron hechizos para hacerla perder sangre y la azotaron mágicamente con poderosos hechizos punzantes.

Tal vez decir 'Cariño, sólo me estas calentando" a los magos interrogadores no era una idea muy brillante.

Se mordió la lengua al notar el profundo hoyo en su muslo izquierdo que sangraba profusamente, donde el guardia le había enterrado un cuchillo por no querer hablar la segunda y tercera vez. Predijo que lo haría nuevamente cuando no dijera nada las próximas veces. Bellatrix no era muy vanidosa – después de todo, quién sabe cuando había sido la última vez que se cepilló el cabello – pero no quería más cicatrices en su cuerpo.

"Deberías decirles lo que sabes," dijo una voz proveniente de la celda frente a ella. "De otra forma, nunca pararán."

Se acercó a la reja para ver mejor al hombre. Claramente había estado aquí por bastante tiempo, ya que su cabello era largo y se le pegaba a la frente, y su ropa estaba raída y llena de polvo y suciedad.

Bellatrix sonrió de medio lado. "No es mi primera vez, pero gracias por el tip. ¿Por qué estas aquí?"

El hombre alzó la vista y Bellatrix ahogó un jadeó al reconocer la familiar cara. La cara que antes había estado llena de felicidad y de vida estaba endurecida y vacía por años de tortura. Su voz era ronca y rasposa, a diferencia de la pícara entonación que tenía antes. Bellatrix tomó fuertemente las barras de la celda al ver la impactante diferencia que podía apreciar con la poca iluminación del pasillo: sus ojos negros estaban desprovistos de vida, como si un dementor hubiera succionado toda la luz de ellos.

"Tú," dejó salir en un aliento, viendo al hombre como un halcón. "¿Cómo es que-?"

"Hola Bellatrix," suspiró con cansancio, recargando la frente contra su celda y levantándose con ayuda de las barras. "Nunca pensé en ver el día en que los dos estuviéramos aquí."

"¿Qué es lo que te hicieron?" susurró, temblando de horror con sólo pensarlo.

"No creo que quieras saber," inclinó la cabeza a un lado y la miró con curiosidad. "¿Por qué estás hablando conmigo?" su cara tomó una amarga expresión mientras escupía, "¿No soy sólo un asqueroso traidor a la sangre para ti?"

Bellatrix se alzó de hombros. "Nunca dije que no fueras un asqueroso traidor a la sangre."

Sus labios se alzaron por un segundo, y Bellatrix sospechó que ésta era la primera vez en años que el hombre experimentaba algo de humor. El mero movimiento parecía extraño para él.

"¿Por qué estas aquí?" preguntó él.

Nuevamente se alzó de hombros. "Me metí en una pelea."

"¿Qué terminó contigo en Azkaban?"

Bellatrix rió. "Tal vez haya destripado a un par de aurores en el proceso."

El hombre negó con la cabeza en desaprobación. "Entonces, aparentemente sigues haciendo las mismas… travesuras."

Ella rió a pesar del dolor que sintió en su costado cuando movió el cuerpo. "¿Travesura? ¿Así es como lo llamamos?"

El hombre estaba a punto de responder cuando de repente hubo un sonoro BANG que hizo retumbar toda la prisión. Bellatrix sintió rocas comenzar a llover sobre su cabeza, e hizo una mueca de dolor cuando una piedra significativamente grande le golpeó la cabeza al caer. Rápidamente se hizo a un lado, protegiéndose de la lluvia de deshechos y escombros. Todo su cuerpo dolía, y casi podía distinguir el camino de sangre que dejó al moverse. Se cubrió la cabeza con los brazos, apenas registrando que si las rocas estaban cayendo dentro de su celda, entonces seguramente las guardas a su alrededor habían caído.

Podía sentir cómo el piso bajo ella temblaba, y su pecho se convulsionó con arcadas que eran una combinación de miedo, nausea, dolor, y anticipación. A pesar de sus conflictivas emociones, sintió como una sonrisa macabra aparecía en su rostro. Gracias a Merlín! No iba a esperar otro día más en esa celda. En serio, cinco años la última vez fue más que suficiente.

Cuando bajó las brazos que protegían su cabeza de algún daño – más daño, es decir – sus ojos se abrieron como platos ante la vista.

La prisión de Azkaban, protegida por miles de dementores y guardias, y algunos de los mejores aurores de su tiempo, la prisión de la que nadie podía escapar… las celdas de alta seguridad custodiadas por guardias, barreras formadas por capas de hechizos, y peligrosas trampas para evitar cualquier tipo de fuga…

Dejó salir un sonido de felicidad al ver el daño masivo en las paredes de la prisión. Ese lado de la prisión había sido volado en pedazos y Bellatrix rió maniáticamente mientras se paraba en el borde de su celda y sentía la lluvia en la cara y el viento alborotando sus chinos. Podía ver las olas golpear alrededor de la prisión, una combinación de polvo y brizna llenaban el aire.

Era libre.

En ese momento, tomó una decisión repentina.

Sabiendo que no tenía mucho tiempo, se dio la vuelta rápidamente y corrió dentro de la prisión. Apenas podía ver ya que todo el corredor estaba bañado de una luz roja y una sirena se podía escuchar resonar por todos lados.

"Levántate! Te voy a sacar de aquí," siseó, tomando el brazo del hombre antes de que este pudiera protestar. "Has estado aquí por suficiente tiempo."

El hombre, que apenas estaba consciente, apenas pudo enfocar su vista en ella y pregunto quedamente. "¿Por qué haces esto?"

Bellatrix rodó los ojos por su dramatismo. No era el momento para eso. Su brazo se envolvió el torso del hombre mientras lo guiaba hacia la parte derribada de la prisión para que pudieran salir. "Bueno, yo no me voy a quedar aquí. Tengo una hija y un esposo que me esperan en casa ahora," dijo por lo bajo. Bellatrix literalmente tubo que arrastrarlo hasta el borde de la celda a pesar de la inconcebible cantidad de dolor que recorría su cuerpo y nublaba su visión con cada paso que daba.

Notó varias caras familiares de mortífagos que volaban alrededor, rápidamente alzó su brazo libre y lo comenzó a agitar y gritar hasta que captó la atención de uno de ellos.

"Lo que quise decir es, ¿por qué me estas ayudando? Tú me odias," insistió el hombre, recargándose patéticamente sobre Bellatrix porque sus piernas no podían siquiera sostener su malnutrido cuerpo.

Bellatrix suspiró de alivió al ver a dos mortífagos acercarse, cada uno en su escoba. Uno de ellos vio al andrajoso hombre junto a ella y siseó. "Bellatrix, ¿quién es este y por qué lo estamos ayudando?"

Bellatrix lo miró con desdén y empujó al hombre que sostenía a una de las escobas. "Cállate, Dolohov. Yo digo que lo vamos a ayudar y eso es todo."

"Pero, ¿por qué?" se quejó el mortífago. Mirando con odio y disgusto al esquelético hombre.

"A mi también me gustaría saber," secundó el antiguo preso, tomando el mango de la escoba a pesar de sus protestas.

Bellatrix suspiró pesadamente, subiéndose a la otra escoba en la que el segundo mortífago la esperaba pacientemente. Se sostuvo firmemente de la escoba y dijo con gran convicción. "Toujours Pur, querido. Nunca dejamos atrás a uno de los nuestros."


Mansión Riddle (Agosto 11)

Hadrian Riddle caminaba de un lado a otro frente a las puertas del estudio de su padre. Las puertas estaban cerradas mágicamente, su padre había entrado momentos antes con algunos de sus mortífagos más confiables para discutir los siguientes planes. A pesar de la mirada esperanzada que Hadrian le había lanzado a su padre, el hombre no lo había dejado entrar. Hadrian aún así lo había intentado, pero entonces la barrera protectora en la puerta se había activado y lo había lanzado al otro lado del corredor en el momento en que tocó la manija.

El chico estaba algo molesto por no haber sido invitado a tan importante reunión. Él era el que le había sugerido a su padre que simplemente volara la maldita prisión en lugar de tratar de sacar a hurtadillas a cada prisionero. Fue su idea la de tomar cualquier prisionero que pudieran y llevarlos a la seguridad de una isla escondida. De esa manera los mortífagos podían un segundo e incluso tercer para recatar a mas prisioneros antes de que los aurores llegaran.

Una vez que todos estuvieran en la isla, no fue difícil elaborar transportadores y reubicar a los prisioneros a la mansión Riddle. Cuando llegaron, su padre le indicó tranquilamente a Lucius que identificara a los prisioneros. Puso a Rabastan Lestrange a cargo de llevar a los ilesos a otras habitaciones, y los heridos fueron enviados a una de las tantas salas de la mansión, donde Narcissa estaba haciendo de sanadora por el momento.

Hadrian había observado la eficiencia con ojo sagaz, entrecerrando los ojos cuando vio la mirada de su padre fijarse en uno de los rescatados. El prisionero no tenía nada de especial, aparte del hecho de que se veía más andrajoso y abatido que los demás. No lo reconocía, pero había algo en él – tal vez lo afilado de sus facciones – que lo hacía familiar.

Cuando el caos se había calmado un poco, y todo los mortífagos estaban de regreso, su padre se retiró a su estudio junto con unos cuantos de su círculo más cercano. Hadrian hirvió en furia al ver que él no era parte de ese grupo.

Se recargó sobre la pared frente a la puerta, casi cayéndose al suelo cuando repentinamente se abrió la puerta y Lucius Malfoy y otros mortífagos salieron.

"Yo me pongo en contacto con El Profeta. Me haré cargo de eso mi lord, no se preocupe," prometió Lucius, haciendo una reverencia. Su mirada cayó en Hadrina, sorprendido. "Hadrian, quiere verte."

Hadrian se contuvo de hacerle una mueca al rubio, en su lugar, esperó a que los mortífagos se hubieran marchado para entrar al estudio de su padre y sentarse en la silla frente a su escritorio. Su padre estaba casualmente tomando un trago de whiskey de fuego y se encontraba recargado en su silla negra de cuero.

Hadrian miró con curiosidad el decantador lleno de líquido ámbar sobre el escritorio de caoba de su padre. Abrió la boca para preguntar –

"No Hadrian. No puedes tomar un poco," dijo su padre casi con diversión.

Hadrian frunció el ceño. "Ni siquiera sabes qué es lo que iba a preguntar."

El Señor Oscuro sonrió con suficiencia – parecía estar de buen humor, notó Hadrian – y soltó una risa entre dientes. "Este es un Odgen de 500 años. ¿Qué clase de padre sería si dejo que mi hijo de trece años tome algo como eso?"

Hadrian abrió la boca con incredulidad. "Me lanzaste varios crucios en esta misma habitación ayer! ¿Y desde cuándo estas preocupado por ser un 'buen padre'?"

Su padre movió la mano quitándole importancia a sus protestas. "Eso fue por tu propio bien. Y siempre he estado preocupado por ser un buen padre. ¿Te adopté, no es asi?"

Hadrian casi resopla. "Me secuestraste."

Su padre negó con la cabeza. "Me parece recordar que tu estabas muy entusiasmado por venirte conmigo."

"Eso fue antes de saber que eras un psicópata!"

Su padre se alzó de hombros. "Estoy demasiado contento como para maldecirte, pero que te quede seguro que si algo hubiera salido mal con el plan, te hubiera castigado por ese comentario."

Hadrian se congeló de repente, las palabras de su padre repitiéndose en su mente. Cuidadosamente analizó el, se atrevía a decir humor jovial, de su padre y la manera en que parecía estar en calma cuando Lucius le informó de la falla con las negociaciones en Wiltshire.

Era casi como si estuviera esperando esto.

Estaba demasiado planeado. Todo era demasiado perfecto como para haber sido una sorpresa para el todopoderoso Lord Voldemort.

"Sabía que esto iba a pasar," acusó Hadrian.

"¿Disculpa?" preguntó su padre tranquilo.

"Tú-tú sabías que las negociaciones en Wiltshire no se iban a llevar a cabo. Sabías que los aurores iban a llegar!" los ojos de Hadrian se abrieron cuando comenzó a conectar todo. "Es por eso que no te veías para nada sorprendido cuando Lucius te lo dijo."

Su padre sonrió con superioridad. "Bueno, no exactamente," hizo una pausa cuando vio la mirada de confusión en la cara de su hijo. "No sólo sabía que los aurores iban a llegar. Yo fui el que los llamó."

Hadrian se paralizó. "¿Por qué? ¿Por qué mandarías a los aurores sobre tus propios seguidores? ¿Qué pasó con la lealtad? Unos de tus mortífagos están muertos! Tu los mandaste, conscientemente, a sus muertes!"

El Señor Oscuro se encogió de hombros. "Tenemos que hacer algunos sacrificios. Además, si se dejaron matar, entonces no eran tan listos para empezar. No es una gran pérdida, diría yo."

"No entiendo por qué mandarías a tus mortífagos a una misión que tú mismo saboteaste. Sólo algunos escaparon, la mayoría fueron llevados a Azkaban, y el resto murieron. ¿Cómo es que es eso, en cualquier medido, te pone contento?" preguntó Hadrian. "No sólo tuviste que idear un plan para sacar a tus seguidores de prisión, tienes que lidiar con la mala prensa que el incidente en Wiltshire y la fuga de Azkaban te van a dar."

Su padre apenas era capaz de esconder su sonrisa torcida. "¿Te de desconcertado?"

"Incluso si querías sabotear la misión, ¿por qué regresarías a rescatar a los mortífagos que tú mismo pusiste en Azkaban? Parece un poco contraproducente," dijo Hadrian. De repente sus ojos se abrieron como platos y habló lentamente "… A no ser que necesitaras algo de Azkaban y la fuga fue sólo para cubrirlo."

"No algo Hadrian. Alguien," su padre se cruzó de brazos triunfante y se recargó relajado en la silla.

Los ojos de Hadrian brillaron. "¿Cómo pudiste hacerle eso a tus seguidores? No importa le estúpidos e idiotas que fueran, ¿cómo los dejaste morir, o peor aún, aventarlos en ese asqueroso hoyo? No son tus enemigos, son gente que da la vida por tu causa. ¿Esta es la manera en que los premias? Sacrificándolos para salvar un prisionero de Azkaban. ¿Qué hubiera pasado si el plan para rescatarlos hubiera fallado? Bella, Rabastan… podrían haberse quedado ahí por quién sabe cuánto tiempo. Tú sabes lo que ese lugar le hace a la gente. Y aun así, se lo hiciste a ellos!"

Las facciones de su padre se endurecieron y se alzó de su silla. Una maldición extraña que Hadrian no reconoció fue lanzada en su dirección antes de que pudiera parpadear.

No le importaba qué maldición era, sólo estaba enfocado en la ardiente sensación que corría por su sangre y la hacía extremadamente caliente. Su cuerpo se sentía débil y prisionero de la inmensa agonía que se esparcía por sus venas. Podía sentir como su visión se nublaba y su corazón se sentía como si alguien lo estuviera oprimiendo en un puño.

La figura de su padre se cernía sobre él y habló en un tono calmo y mortal. "Tú no me dices cómo dirigir a mis mortífagos. Ellos no dan la vida por mi causa; dan la vida por mi. Y yo los voy a usar como mejor me parezca. Yo soy tu amo, no al revés. Si tienen que pasar una eternidad en Azkaban para que yo pueda obtener mi prisionero, lo harán. Y estarán felices de hacerlo."

Lord Voldemort finalmente levantó la maldición, y volteó la mirada al ventanal junto a una de sus masivas estanterías. No parecía estar ni remotamente afligido por la condición de su hijo.

"Hice esto por una razón, una que no tengo por qué explicarte. El hombre por el que organicé todo esto… es importante para nuestros futuros planes. Tiene que parecer como si fuera uno de nuestros mortífagos, es por eso que tuve que hacer todo este plan para que se fugara junto con el resto de mis seguidores. Sabía que Bellatrix no iba a resistir querer recatarlo, con su irritante inamovible lealtad. Ese hombre, Hadrian, es nuestro nuevo recluta," los ojos de su padre se endurecieron y miró a la puerta de su estudio con resolución. "… Incluso si él aún no lo sabe."

Hadrian se levantó de su silla, ansioso por salir del estudio de su padre. "¿Quién es?"

Su padre volteó al ventanal, tomando un trago de su whiskey de fuego para ocultar su sonrisa malévola. "Tercer piso, la Suite Roja. Creo que puedes averiguarlo por ti mismo."

Cuando Hadrian abrió la puerta de la Suite Roja, sus ojos inmediatamente cayeron en el andrajoso hombre sentado en la enorme cama de cuatro postes y sábanas rojas de satín. En la habitación llena de lujos y antigüedades – todo en tonos de rojo, por eso el creativo nombre de 'Suite Roja' – el hombre pálido sobresalía como mosca en la leche. Su ropa, el uniforme estándar con rayas de Azkaban, estaba rasgado, sucio, y ensangrentado. Su largo cabello parecía no haber sido cortado o lavado en décadas, ya que estaba lleno de mugre y grasoso.

Hadrian arrugó la nariz con desagrado. No podía entender qué era lo que tenía de especial este hombre que parecía un pordiosero de la calle. No parecía del tipo famoso. A pesar de eso, Hadrian jaló una silla junto a la cama del hombre y lo miró fijamente, esperando un gesto de reconocimiento.

El chico estudió al hombre, y finalmente habló. "¿Quién eres?"

El hombre lo miró con curiosidad y luego, abruptamente, pestañeó con familiaridad. "Harry… ¿Eres tú?" susurró el hombre, alzando la mano para tocar el rostro del niño.

Hadrian se paralizó.

Nadie lo había llamado así en años.

Harry, se estremeció internamente, estaba muerto para el mundo. Las únicas personas que sabían de él eran el Señor Oscuro y Destiny.

Nadie lo había reconocido siquiera. Ni siquiera su verdadero padre. Y aún así, este hombre… este hombre que había estado en Azkaban por años, este hombre que no había visto a otra persona más que a los dementores e interrogadores por años, él, de alguna manera, ¿lo había reconocido?

Una mirada de pánico se apoderó de sus ojos, e intentó salir de ahí de inmediato pero la mano del hombre se cerró sobre su brazo.

Hadrian se tragó su miedo y miró con desconfianza al hombre.

"Te pregunté," su voz se tornó dura. "¿Quién. Eres.?"

"Son los ojos. Reconocería esas esmeraldas donde fuera," musitó el hombre. Sus afiladas facciones mostraban una emoción que Hadrian era incapaz de interpretar.

En un segundo, Hadrian había sacado la varita y la enterraba en la garganta del prisionero y susurró. "Dime quién eres y por qué me llamas Harry. Sino…"

El hombre rió. "Realmente te pareces a tu padre con las amenazas, niño. Pero aun así estoy algo dolido de que no me recuerdes. Supongo que toda la apariencia de "prisionero de Azkaban" tiene algo que ver con eso. La ultima vez que me viste, creo que llevaba pantalones, por lo menos."

Hadrian rechinó los dientes peligrosamente, y sabía que el hombre podía la magia que chisporroteaba a su alrededor.

El extraño hombre alzó las manos en rendición. "No estas de humor para bromas, ok. Oh Harry," sus ojos brillaron con diversión. "Soy tu tío Sirius, Sirius Black."


Y eso es todo por hoy!

Siento mucho no tener respuesta a sus últimos reviews! sepan que obviamente los leí todos y espero seguir leyéndolos en esta siguiente parte.

Saludos!

ana karen malfoy