La había rechazado, sí, eso era evidente, pero no se daba cuenta, en especial porque ella jamás le había comunicado –verbalmente- sus sentimientos, sus emociones, su percepción sobre la magia que ella admiraba en su mirada verde. Y a pesar de ese desconocimiento, supo quebrarle el alma en pedazos cuando le dijo que sentía interés en Kagami, y que quería sacarla a una cita.

Aunque Marinette Dupain-Cheng era una chica noble y de alma dorada, supo sentirse rota por dentro, y para sobrellevarlo, llevó a la cita doble a su amigo Luka, por quien se sentía confundida, cual brújula que no sabe a dónde apuntar porque se asomó un imán que la descontroló.

Durante la cita, supo dejarse llevar por la tranquilidad de su compañero, quien la maneobró cual profesional del patinaje, sin embargo, no pudo notar la mirada extrañada de Adrien cuando el chico de puntas azules la tomó por la cadera, le amarró las agujetas y finalmente, se la llevó a la pista.

Aunque iba con su compañera de esgrima, no podía dejar de mirar a su compañera de escuela, quien se veía extrañamente cómoda, extrañamente aliviada y a la vez confundida. Su primera sensación de extrañeza jamás la había sentido, eran más que celos, eso, extrañeza.

No entendía por qué sentía que debía cuidarla. Recordaba todas esas ocasiones en las que había saltado sobre ella para alejarla de un potencial peligro, ya fuera como Adrien Agreste o como el afamado héroe de París, Chat Noir.

Siempre había una razón para cuidarla, aunque no se sintiera como cuidar a Ladybug, era inevitable.

Sentía que Marinette podía romperse.

Cuando escuchó que ella cayó al piso, fue a ayudarle, y aparentemente, Luka pensó lo mismo. La duda asomó en los ojos grandes de la chica, quien finalmente fue ayudada por la otra asiática, quien le susurró algo que no pudo distinguir, y terminó por lastimar a su compañera de escuela.

Decidido en ver qué le pasaba, fue tras ella, pero no recibió respuesta. El akuma hizo su trabajo y demonizó al instructor de patinaje, a quien volvió Frozer.

De nuevo tomó la mano de Ladybug, a quien protegió como solía hacer, y finalmente, luego de esa pequeña victoria, pudo ver que jamás cambiaría nada de lo que sentía por ella, por más que lo intentara, sin embargo, Marinette iba ganando un terreno importante como amiga, como hermana.

Como una princesa a quien cuidar y proteger.

Su princesa, quien curiosamente nunca tartamudeaba enfrente de otras personas, solo enfrente de él, pero no le interesaba mientras ella tuviera compasión, valentía y un corazón noble, además, poco a poco iba perdiendo ella ese miedo a platicar con él, por lo que ahora era menos notorio su gusto hacia el joven modelo.

Pasaron los días, y nunca se percató de que compartían su princesa y su 'Lady' algo, y eso era la necesidad de ser protegidas por aquel gato negro de la mala suerte.