Meiko y Takeru preparaban la fiesta del primer cumpleaños de Emma. Yamato se había ofrecido a llevarse a la niña a dar una vuelta para que pudieran hacerlo tranquilos, en una hora llegarían con todos los demás y algunos amigos del trabajo.
- Un año ya, parece que fue ayer cuando nació. Era muy pequeña.
- Sí, parecía una muñeca.
Meiko se alegraba de pasar aquel momento junto a él, al fin y al cabo Emma era hija de ellos dos, de nadie más.
- ¿Crees que deberíamos casarnos? - dijo de pronto Meiko.
- ¿Casarnos? ¿Por qué? - sonó demasiado disconforme con la ida - quiero decir, somos jóvenes.
- Bueno, tenemos una hija.
- Lo sé, pero estamos bien así, ¿No? Vivimos juntos con nuestra hija.
- Quizá tengas razón.
Siguieron preparando cosas. Meiko cada vez presionaba más por la inseguridad que sentía. Sabía que no estaba bien, pero quería a Takeru y aunque estaban juntos no sabía siquiera si considerarlo su novio. Tenían una hija juntos, dormían juntos, comían juntos, pero no habían hablado seriamente de eso.
- Takeru, ¿estamos saliendo?
- ¿A qué viene eso? - no lo dijo con un mal tono, solo curioso.
- Nunca hemos llegado a hablar de ello.
- ¿Ah, no? No me lo había planteado.
- ¿Entonces?
- Bueno, no voy por ahí teniendo hijos con cualquiera - dijo en tono jocoso.
- ¿Estamos juntos sólo por eso? ¿Si Emma no hubiera nacido estaríamos saliendo?
- No lo sé, pero la realidad es que Emma existe y yo estoy aquí. - se acercó a ella y la abrazó por la espalda, pero ella sintió que era un gesto llamado a terminar la conversación más que un gesto de cariño.
Llamaron a la puerta y Takeru fue a abrir. Llegaban Yamato, Koushiro y la pequeña Emma.
- Paaaaa - dijo la niña al verlo.
- Pero qué niña tan bonita tenemos aquí - la sacó del carro y le dio un beso en la mejilla, la niña rió ante el gesto.
- Taichi llegará un poco más tarde, la reunión se ha alargado.
- No hay problema. Pasad.
Koushiro fue a ayudar a Meiko a terminar de llevar los vasos.
- Ha llegado una carta de mamá y papá. Deberíamos plantearnos ir a verlos.
- Sí, lo sé. Pero con la cumbre dentro de dos meses hay mucho trabajo.
- Quizá podamos ir después - dijo Yamato. - mamá está deseando conocer a su nieta. Te has convertido en su favorito al ponerle el nombre de la abuela.
- Lo sé. - recibió un golpe juguetón en el hombro.
El resto de elegidos fue llegando, y también algunos amigos del trabajo, algunos con sus hijos. Pasaron un rato muy agradable y Emma disfrutó mucho.
La niña había crecido y comenzaba a perfilarse su carácter, también su físico. Tenía el pelo castaño claro, un término medio entre ambos padres, ojos azules como Takeru y un rostro parecido a Meiko, aunque todos coincidían que la zona de la boca les recordaba a Yamato. Era una niña sociable aunque algo tímida al principio, no daba muchos problemas y aprendía rápido. Todos esperaban ver qué digimon acompañaría a la pequeña. Los Meicoomon no era muy comunes, el de Meiko prefería pasar el tiempo en el digimundo y visitaba a su compañera de vez en cuando, Patamon prefería vivir con los demás digimon de los elegidos en el apartamento, pero visitaba con mucha frecuencia a Takeru.
Después de dar los regalos muchos formaron pequeños grupos para charlas, Takeru se dio cuenta de que faltaba Hikari, la encontró en la pequeña terraza del apartamento.
- ¿Qué haces aquí? Empieza a hacer frío.
- Me apetecía tomar el aire.
Se quedaron en silencio un rato, hombro con hombro, disfrutando de la brisa nocturna.
- ¿Ha pasado algo con Meiko? La noto triste. - no solía meterse en esos casos, pero quería escuchar la voz de su amigo.
- No estoy seguro. Antes estuvo haciendo preguntas raras.
- ¿Cómo cuales?
- Si deberíamos casarnos o si somos pareja.
Vaya.
¿Qué?
Debe sentirse insegura si hace preguntas así.
¿Por qué lo dices?
Bueno, lleváis más de un año viviendo juntos y te ha preguntado si estáis saliendo.
A ti nunca te preocupó el nombre. - le era imposible no traspasar la raya cuando estaban a solas.
Era diferente, supongo. Éramos más niños.
¿Qué ibas a decirme si no me hubiera ido, si hubiera esperado a que volvieras?
¿Por qué preguntas eso? ¿Qué importa ya? - Takeru debía entender cuánto daño le hacía hablar de aquello.
Llevo haciéndome esa pregunta mucho tiempo, solo quería una respuesta. - sabía que no estaba bien aquello, que era él mismo quien los había puesto en aquella situación pero no podía evitar soñar cada noche con una vida diferente.
Quería decirte que te quería, que hiciéramos las cosas bien a partir de ese momento. - sabía que no debía contestar, pero quería que su amigo sintiera el mismo dolor que él le había causado.
Si no fuera por Emma volvería al pasado sin pensarlo.
Pero Emma existe y esto es lo que hay.
Hikari se fue enfadada y triste. Habían intentado delimitar una línea para hacer la situación lo más llevadera posible, no tenía derecho a decirle aquellas cosas cuando era responsabilidad suya que eso hubiera pasado. Entendía a Takeru, entendía que quisiera estar al lado de su hija, y la forma más fácil era estando con su madre, pero no podía jugar de aquella manera al borde del precipicio porque podía hacer daño a mucha gente.
Después de la fiesta apenas hablaron, Hikari estaba dolida y tenía miedo de decir o hacer algo indebido si se quedaban a solas. Todos lo notaron pero nadie dijo nada, la situación era demasiado delicada como para involucrarse.
Una noche en la que Hikari se había quedado trabajando hasta tarde el resto del grupo abordó el tema.
¿Creéis que debemos hacer algo? La situación es muy extraña. - dijo Mimi.
Es muy delicado, ni siquiera sabemos qué ha pasado exactamente. Podríamos hacer más mal que bien. - dijo Koushiro.
Koushiro tiene razón, creo que es un problema que no tiene solución, quizá lo mejor sea que intentemos hacer las cosas lo más fáciles para Hikari. - dijo Jou.
Me duele verlos así. - dijo Sora. - pero con Emma la cosa se complica mucho.
¿Crees que deberíamos hacer algo? - dijo Yamato a Taichi - son nuestros hermanos.
Me encantaría poder hacer algo, pero no sé el qué. -dijo frustrado- si Takeru se hubiera quedado quieto aquel día no estaríamos aquí.
Entonces no existiría Emma. - dijo Yamato seco.
Lo sé, no me malinterpretes. Es que odio verlos así.
Al final poco pudieron decidir, lo único que concluyeron es que intentarían hablar cada uno con sus respectivos y poco más.
La conversación entre Taichi y Hikari fue infructuosa, ella prometía estar bien y no necesitar nada. Siempre había sido igual, sabía que si admitía estar mal pondría a todos en problemas y no quería eso, no cuando la cumbre era inminente.
Yamato aprovechó una tarde en la que él había recogido a Emma de la guardería y Meiko hacía horas extra.
- ¿Cómo va todo?
- Hasta arriba, tenemos que dar dos charlas en la cumbre y aún estamos dando retoques a los textos, por eso se ha quedado Meiko.
- ¿Van bien las cosas en casa? No te veo muy animado.
- Las cosas están raras desde el cumpleaños, la verdad - le era imposible no abrirse con su hermano.
- ¿Pasó algo?
- No sé, puede que dijera algo que no debía. Pero tranquilo, encontraré la manera de solucionarlo.
- Siempre he querido preguntarte algo.
-/Tú dirás.
- ¿Estás con Meiko sólo por Emma? - vio la cara de shock de su hermano - no es una crítica.
Sabía que su hermano no lo juzgaría, pero admitirlo en voz alta era peligroso.
- Ese silencio dice mucho, TK. - usó a sabiendas el viejo apodo de su hermano, quería que confiara en él.
- Soy una persona horrible, ¿verdad?.
-/Yo no no lo creo. Haces lo que crees mejor para tu hija, como cualquier padre. - aún le costaba aceptar que su hermanito era padre.
- No me imagino mi vida sin Emma, lo sabes. Nunca pensé que este tipo de amor existiera, pero a veces me pregunto cómo sería mi vida si no hubiera tomado ciertas decisiones.
- ¿Has pensado que quizá haya otra manera?
- No te entiendo.
- Sé que papá y mamá son un ejemplo pésimo, pero hay padres que consiguen criar hijos felices a pesar de no estar juntos.
- Ya, pero también hay muchos que no. ¿Y si no llevamos las cosas bien y Emma acaba pasando una semana con cada uno y nos odia?
- ¿Has pensado cómo será crecer en un hogar donde no hay amor? Sé que los dos queréis a Emma, pero si no estás enamorado de ella las cosas pueden ir a peor. Meiko no merece que finjas algo que no sientes.
- Lo sé, pero no tengo valor. Sólo me tiene a mí, no quiero que se sienta abandonada y sola.
- Ella está construyendo su vida, y si las cosas se llevan bien seguirá teniendonos a nosotros. Sigue siendo la madre de mi sobrina.
- El sonido de la puerta acabó con la conversación.
Una semana más tarde Takeru pasó por el apartamento del grupo para recoger unos papeles, fue Hikari quien abrió.
- Hola, ¿está mi hermano?
- No.
- ¿Y Taichi?
- Tampoco.
- Solo he venido a recoger unos papeles.
- Pasa.
La tensión en el ambiente era palpable. Debería haber cogido los papeles e irse, pero no quería seguir en esa situación.
- ¿Estás ocupada?
- Estoy terminando los carteles de la charla. - Takeru miró por encima de su hombro.
- Están muy bien, se nota que los has hecho tú.
- Gracias.
Hikari no sabía qué decir, o si era mejor no decir nada. Pero lo echaba de menos.
- Oye, Takeru. No quiero que sigamos así. Hagamos como si nada hubiera pasado.
- Yo tampoco quiero seguir así - se quedó en silencio mientras Hikari se levantaba para quedar cara a cara. - pero no sé si puedo hacer como si no pasara nada.
Se acercó a ella despacio, Hikari podría haberse apartado pero no tenía fuerzas ni ganas de hacerlo.
- Sabes que no deberíamos hacer esto.
- Lo sé. Cada día me repito que mi lugar está con mi hija, pero mi corazón siempre te ha pertenecido a ti. - Takeru cerró los ojos y apoyó la frente sobre la de Hikari.
- No sé qué hacer. No sé qué quieres que haga. Pero Meiko es una buena chica y no quiero hacerle daño.
- Lo sé.
Una silenciosa lágrima descendió de los ojos de Takeru. Hikari notó cómo los suyos se humedecían.
- Desde que tengo ocho años he soñado con que estaríamos juntos, que nada nos separaría, y ahora míranos. Todo por mi culpa. Si me hubiera quedado a tu lado habríamos estado juntos, pero no tendría a Emma.
- No te culpo de nada, Takeru. Encontraremos la manera de estar bien, como siempre hacemos.
Sus labios casi se rozaban, pero sabían que si pasaban aquella línea no habría vuelta atrás. Tenían demasiado cariño a Meiko como para hacerle eso. Se despidieron sin saber bien cómo hacerlo.
Después de aquél día las cosas mejoraron, la tensión desapareció y todos lo notaron, lo que hizo que afrontaran la cumbre con optimismo y energía.
Todo salió como esperaban, algunas protestas de grupos contrarios pero no hubo daños que lamentar. Las charlas y foros tuvieron muy buena acogida, aquello afianzaba los primeros pasos para un mundo mejor, aunque aún había mucho que hacer.
Después de la reunión de clausura el grupo salió a celebrarlo junto a los organizadores, no era tarde y Emma iba con ellos, colgada del cuello del su tío Yamato.
Habían alquilado una gran sala para estar más cómodos y la comida y bebida corría a raudales. Meiko estaba charlando con Mimi y Jou sobre la cumbre, buscó con la mirada a Emma pero se topó primero con Takeru. Estaba junto a Hikari y Koushiro, lo había notado hacía tiempo pero desde hacía unos días notaba a Takeru decaído y algo distante, y las miradas entre él y Hikari eran de lo más reveladoras.
La primera vez que notó algo fue la primera vez que los vio juntos. Takeru siempre había sido un chico alegre, capaz de poner de buen humor a los demás sin mucho esfuerzo, era una de las cosas que más le gustaba de él. Pero cuando vio a Takeru después de la aparición de Hikari fue como comparar una luciérnaga con el sol, la alegría y el brillo de los ojos del chico se disparó, al principio pensó que era por haberse reencontrado con sus amigos, que no era del todo falso, pero la mirada que le dedicaba a Hikari era la primera vez que la veía, dulce y brillante. Aquella misma noche le preguntó si había habido algo entre ellos pero él dijo que era su mejor amiga desde siempre. Ella le creyó.
Pero con el tiempo se dio cuenta de que la actitud de aquellos dos entre ellos era única, no trataban a nadie más del grupo con ese nivel de compenetración y complicidad. Quiso pensar que era por tantos años juntos pero no era del todo convincente, todos se conocían desde el mismo momento y no tenían ese tipo de gesto. Ni siquiera Sora y Taichi tenían ese nivel de sincronía a pesar de que Sora fuera su mejor amiga.
Llevaba demasiado tiempo guardándose esos pensamientos y decidió que era hora de compartirlos con alguien. Le pidió a Mimi que la acompañara a tomar el aire.
- Ahí dentro hace mucho calor, se nota que el verano está a la vuelta de la esquina.
- Sí. - se notaba triste.
- ¿Estás bien?
- No lo sé.
- ¿Qué te pasa? ¿Quieres que avise a Takeru?
- Es sobre él de lo que quiero hablar.
- ¿Ha pasado algo?
- Mimi, ¿crees que me he metido entre ellos dos? - Mimi ni siquiera fingió que no sabía de lo que hablaba.
- Las circunstancias han sido bastante peculiares, nadie piensa nada malo de ti. Todos te apreciamos mucho. - otra vez respuestas a medias.
- ¿Crees que si no me hubiera quedado embarazada Takeru se habría quedado conmigo?
-/No lo sé, podría haber pasado, claro. -intentó ser diplomática.
- Sé sincera, por favor. Estoy cansada de las medias verdades.
- No lo creo, Meiko. Esos dos estaban a punto de empezar algo cuando pasó todo. Fui la primera en notar que esos dos se gustaban y creo que serían muy felices juntos. Supongo que ya sabrás lo de los padres de Takeru - asintió, algo le había contado - tanto él como Yamato lo pasaron muy mal por ello y estoy segura de que tiene miedo de hacer pasar a Emma por algo parecido.
- Gracias, creo que tengo que pensar.
Nunca lo había visto desde esa óptica, si de verdad lo había pasado tan mal por crecer con padres separados explicaba por qué intentaba forzar tanto las cosas para que salieran bien con tal de no hacer daño a su hija. Takeru había sido un padre maravilloso desde el principio, aunque al ser tan joven había tenido que soportar mucha presión y muchos miedos, al igual que ella.
Sabía que la decisión era suya, Takeru aún era algo inmaduro en algunos sentidos y sabía que no haría nada, y menos después de haber comprendido la realidad. Aún quería a Takeru, pero entendía que jamás había sido recíproco, y si pensaba en lo mejor para su hija a la larga, una relación como la suya acabaría haciendo más daño que una separación.
Una parte de ella quería negarse, seguir como hasta ahora y luchar porque el chico se enamorara de ella, pero su hija estaba por delante. Era más madura que Takeru por edad, además que haber sido madre lo había acentuado. Lo había intentado durante un año y no lo había conseguido, si en el futuro volvían juntos así sería, pero ahora sentía que le haría más daño estar juntos sabiendo que no la amaba que estando separados.
Entró a buscarlo, podía esperar a mañana, pero no podría dormir bajo el mismo techo que él habiendo tomado la decisión. Takeru tenía en brazos a Emma mientras hablaba con un chico del periódico donde trabaja, de vez en cuando vigilaba que la niña no se hubiera dormido.
- Estoy un poco cansada, Takeru. - la miró comprensivo.
- Claro, nos despedimos del resto y nos vamos.
Se despidieron de sus amigos y pusieron rumbo a casa, Takeru quiso llamar a un taxi pero a ella le apetecía andar, así podría poner sus ideas en orden.
Al llegar Takeru acostó a Emma, que estaba cansada de jugar con Yamato. Meiko lo esperaba en el salón.
Ha sido un día duro, pero ha merecido la pena. - Takeru se sentó a su lado y pasó un brazo por sus hombros, se sintió incómoda.
- Quiero hablar contigo.
- Claro. - parecía serio.
- Creo que es mejor que nos separemos.
- Aquello no estaba pasando, ¿lo separaría de Emma?
- ¿He hecho algo mal? - buscó en su mente qué pudo haber hecho.
- No has hecho nada mal, Takeru.
- ¿Entonces? Intentaré mejorar, de verdad. No quiero separarme de Emma. Ni de ti. - añadió lo segundo un segundo después.
- Takeru, no hago esto porque hayas hecho algo mal o porque quiera alejarte de Emma. Llevo un año pretendiendo que no noto nada pero ya no puedo más.
- ¿Pretendiendo qué?
- Takeru, sé que no me quieres como yo te quiero a ti. No intentes negarlo - dijo al ver que iba a hablar. - creo que si siguieramos juntos a partir de ahora las cosas empeorarán, yo intentaría que me dieras algo que no puedes darme y tú serías infeliz. Ojalá esto hubiera funcionado, lo deseaba com todas mis fuerzas. - estaba al borde del llanto.
- Lo siento, de verdad. Lo he intentado, cada día. Y no ha sido culpa tuya, eres una chica increíble.
- Pero ya había alguien, ¿verdad? - Takeru prefirió no contestar. - no te culpo, me hice ilusiones sin ni siquiera preguntarte.
Se quedaron callados un buen rato, sin saber qué decir, perdidos en sus pensamientos.
- ¿Cómo lo haremos? Quiero seguir viendo a Emma. - le daba miedo hacer la pregunta.
- Quiero hacerlo por las buenas, puedes verla tanto como quieras, podemos acordar las vacaciones y los fines de semana. No quiero que desaparezcas de su vida. Puedes quedarte aquí tanto como quieras, aunque creo que será mejor que duermas en el salón.
- Lo siento, Meiko. Espero que seas todo lo feliz que yo no he podido hacerte.
- Yo también lo espero para ti.
Aquella noche salió a dar una vuelta y no volvió. Por un lado estaba triste, ya no podría estar cada hora con su pequeña ni compartir los pequeños detalles, y sabía que la pequeña sufriría los cambios al principio. Pero por otro se sentía aliviado por no seguir fingiendo y por ser libre de sentir otra vez.
Por la mañana fue a buscar a Yamato y se lo contó todo. Su hermano entendía perfectamente sus miedos y lo consoló. Tenía un hogar entre los elegidos y lo sabía. Su hermano lo acompañó de vuelta para buscar sus cosas. El ambiente era raro pero agradecía poder ser honesto con Meiko por fin. Acordaron que Takeru pasaría a darle la cena y a acostar a Emma como solía hacer, no era justo romper la rutina de la niña de manera tajante, otra de las condiciones es que Yamato lo acompañaría, al menos al principio, sería raro y doloroso que estuvieran a solas después de eso.
Cogió la maleta y se fue junto a Yamato, Takeru notaba un nudo en la garganta, no estaría ahí cuando su niña despertara.
Todos lo acogieron con alegría, aunque entendían que debía ser duro para el chico. Le habían reservado una habitación para que la usara cuando quisiera, curiosamente era la contigua a la de Hikari.
Los primeros días no hablaron mucho, Takeru no estaba seguro de poder controlarse y Meiko no se merecía aquello. La chica lo entendió, pero se notaba que estaba más animada que los últimos meses.
Al principio fue duro pero al final se acostumbraron a la rutina, Yamato o alguno de los chicos (excepto Hikari) lo acompañaban todas las noches a dar de cenar y acostar a la pequeña Emma, que no parecía haber notado mucho el cambio, Takeru o alguno de los chicos seguía yendo a recoger a la pequeña de vez en cuando a la niña de la guardería, incluso un par de días se quedó a dormir con Takeru cuando Meiko pilló un resfriado y no quiso pegarselo a la pequeña, Mimi se encargó de cuidarla.
Cuando Emma tenía un año y tres meses un huevo blanco con franjas horizontales naranjas aparecieron, Takeru se sintió orgulloso al ver que a su hija la acompañaría un Patamon, su compañero también se emocionó y pasó muchas horas junto al huevo.
A los tres meses Takeru solía ir solo a acostar a Emma, aunque a veces se unía Mimi o Jou. Las cosas estaban mejorando entre ellos dos, estaban aprendiendo a ser amigos y no iba nada mal, avanzaban poco a poco.
Estaba acunando a Emma y Meiko entró a dejar unas prendas de la niña, aunque las cosas fueran bien preferían que la niña estuviera para no estar del todo solos.
- Sé lo que estás haciendo, Takeru, y te lo agradezco, pero quiero que seas feliz
- ¿A qué te refieres?
- A Hikari, Mimi me ha mantenido al corriente. Sé que no estáis juntos y Mimi cree que lo haces por respeto a mí.
- No quería que pensaras que lo nuestro no significó nada, no quiero hacerte daño.
- Aprecio el gesto, y te agradecería que tuvierais cierto tacto cuando estemos juntos, pero si lo dejamos fue para encontrar la felicidad y quiero que lo hagas.
- Eres increíble, Meiko, espero que encuentres a alguien igual de increíble.
La chica salió de la habitación. Le había costado decir aquello pero no estaba triste, aún no lo había superado del todo pero podía con aquello.
Al volver a casa se sentó junto a Koushiro en la sala, hablaban sobre el nuevo acuerdo con Estados Unidos para la protección de los digimon, Takeru aprovechó un cruce de miradas con Hikari para hacerle una señal. Desde que dejaron la base militar usaban esa señal cuando querían que el otro fuera a su habitación aquella noche. Una hora después de que todos se hubieran acostado Hikari entró en la habitación de su amigo y se acercó a la.cama. No sabía exactamente qué hacer pero respondió rápido cuando Takeru le hizo un hueco en la cama y la invitó.
- ¿Por qué me has llamado?
- Sabes que si no te he llamado hasta ahora ha sido por respeto a Meiko.
- Lo sé, y no serías el hombre del que me enamoré si no hubieras actuado así. - ya no tenía que medir sus palabras.
- He querido hacer esto cada noche - dijo posando una mano en su mejilla. - y ya no tenemos que esperar más. - Hikari entendió el mensaje.
- Pensé que jamás podríamos estar juntos.
- No voy a ir a ningún lado a parte del tuyo.
- Y si te vas te encontraré, por muy lejos - que sea.
- Y yo a ti. No volveré a dejar que nada se interponga entre nosotros.
Hikari no esperó más para acercar su rostro al del chico que siempre había amado.