LIBROS VIEJOS


Mientras avanzan por el bosque por la noche, antes de que el sol salga, Levi percibe un hormigueo constante en la nunca y en los brazos, como si alguien no le quitara los ojos de encima. Alcanza a percibir cosas como esa, porque sus sentidos son afilados, quizá tenga algo que ver con el tipo de sangre que corre por sus venas. Más de una vez ha mirado por encima de su hombro, pero se topa con rostros oscuros y encapuchados, con lámparas de luz amarillenta y silencios. Levi devuelve la vista al frente.

—Ah.

—Cuidado, Armin.

Escucha los susurros. Pareciera ser que Armin no está prestando la suficiente atención a su entorno. Es la tercera vez que dirige mal a su caballo, o se golpea con algo, o pasa a tirar la lámpara que sostiene en la mano. Jean le vigila con paciencia.

Levi clava los ojos al frente. Sin voltearse, dice:

—Arlert, deja de jugar y concéntrate en el entorno. Es demasiado temprano para que cometas un error y termines convirtiéndote en comida de titán.

Hay un silencio profundo tras sus palabras. Como si cada persona que las ha escuchado sintiera la carga pesada que acarrean en ellas. Levi se siente expuesto, hace una mueca con los labios que nadie ve.

—Gracias, capitán.

Gracias. Al tonto de Armin se le ocurre decir gracias. Levi podría bufar. Pudo decir "entendido". Pudo no decir nada. Pero entonces va y dice gracias como si estuviera declarando abiertamente que el capitán Levi se preocupa por él y por eso es que le ha hecho esa advertencia disfrazada de regaño.

No le responde, claro está. Pero casi siente los nervios de Jean Kirschtein. Y los celos. Y la mirada de erupción volcánica que cae en su espalda.

El amanecer se va apareciendo cuando están a minutos de llegar a la pared. Levi tiene los sentidos concentrados, atentos, vigila con esmero todo lo que le rodea.

Vigila especialmente todo lo que rodea a Armin. Tiene una idea exacta de su situación. De en dónde está, en qué posición, haciendo qué, con quiénes cerca, con las armas puestas de qué forma. De sus rutas de escape y de posibles amenazas. Se siente imbécil.

No puede cuidar a Armin siempre. Empero, Mikasa estará con él y en ella puede confiar.

Y Kirschtein. Aunque preferiría que fuera de otra forma, la verdad es que Kirschtein también estará ahí, y el hecho de que tenga una supuesta relación con Armin indica que, seguramente, si le ve en peligro, hará hasta lo imposible por salvarlo. Asume que por lo menos eso es bueno. Armin estará protegido desde muchos ángulos cuando él no esté. Tendrá que confiar en eso. Y en su inteligencia, en su prudencia. Levi se convence de que, para cuando regrese –si es que regresa, pero tiene una confianza alta en que así será–, Armin seguirá vivo. Ahí. Intacto. Seguirá siendo una posibilidad de este universo. Una vida.

Las vidas para él se descartan con velocidades enfermizas. Pero nunca temió tanto la posibilidad de perder a un simple soldado. Nunca. Nunca quiso voltearse hacia Erwin y decirle "yo me quedo aquí, porque tengo que asegurarme de que ese idiota no se muera. Porque todos los demás –excepto Mikasa y Hange y tú–, son idiotas y no puedo confiarles a ellos su vida".

Después de ascender por la pared, observan el horizonte. Abierto, lejano y amenazante. La ciudad en ruinas, olvidada en el tiempo. Grotesca. Armin está a algunos metros de él, contemplando también con Eren y Mikasa. Ha de sentirse extraño regresar aquí, piensa, después de todo ese tiempo y viendo todo lo que quedó detrás.

Pero no hay tiempo para pensar en esas tonterías. Es hora de empezar. Porque, si todo sale bien, los que vayan a regresar a casa regresarán hoy mismo.

No puede evitar lanzar una mirada disimulada hacia donde está Armin, quien ahora explora una mancha a lo lejos sobre el suelo.

Si Armin va a regresar a casa, lo hará hoy mismo. Vivo e intacto.

O no.

Se separan en grupos. Él va con Eren y Mikasa a sellar el primer agujero en las paredes. El sol ilumina amplio y no divisan a un solo enemigo en la distancia. Levi no puede evitarlo. Mira repetidamente hacia atrás, para ubicar a Armin y saber lo que está haciendo. Es un poco difícil tomando en cuenta que todos están usando capuchas, pero Levi se sabe su estatura de memoria, se sabe cómo camina y cómo se mueve cuando usa el equipo de maniobras tridimensionales. No es que Armin sea especial en ese sentido, Levi puede ubicar a cualquiera de sus subordinados con facilidad prestando atención a esa clase de detalles. Pero el día de hoy le es muy útil para saber qué hace el joven rubio. Le ve descender por la pared. Llega hasta el suelo y parece encontrar algo mientras Eren se lastima para convertirse en titán.

La pared está sellada. Eren está cansado. Mikasa le coloca su capa, porque él ha perdido la suya en el proceso de titanización. Armin ha vuelto a ascender por el muro. Se comunica con Erwin.

El tiempo pasa y repentinamente Erwin da la orden de retroceder.

—Parece que Armin ha descubierto algo —dice Eren y Levi le mira antes de dirigir los ojos ópalo al rubio, que está balanceándose a un lado del muro.

Lo siguiente ocurre en una milésima de segundo.

Armin se detiene cuando la persona que está escalando junto a él declara que acaba de localizar un punto hueco. Apenas tiene tiempo de dirigir el rostro al soldado, cuando ve a la pared abrirse como si tuviera vida propia. La piedra se hace a un lado y el que aparece es Reiner. La sangre cae con abundancia, el soldado emite un gemido lastimero y de muerte y cae hacia su fin. Reiner ha salido por completo y sus ojos ubican rápidamente al siguiente objetivo más cercano.

Que es Armin. Armin, quieto, sabiendo que no es competencia para la fuerza y habilidad de Reiner. Aferra de todas formas sus cuchillas porque va a defenderse, pase lo que pase tiene que defenderse, aunque todos lo sepan, aunque todos vean pasar frente a sus ojos la escena de Armin siendo derrotado en un segundo por Reiner, cayendo por el muro igual que el soldado anterior, ¿por qué él sería tan especial como para no morir hoy?

Jean exclama su nombre. Mikasa y Eren están estáticos. Nadie puede moverse con la suficiente velocidad, es casi medio muro, medio muro el que tiene que atravesarse antes de llegar hasta ellos y poder hacer algo.

El viento es cortado. Cortado por dos cuchillas y por un cuerpo afilado que desciende a la velocidad del trueno. Levi se convierte en un borrón de ser humano, una presencia que desciende como cascada hacia el vacío. Armin solo tiene tiempo de parpadear una vez antes de que el trueno de Levi se estrelle contra el cuerpo de Reiner, cortándolo y golpeándolo con las piernas. Alejándolo, deshaciéndose del peligro inminente para Armin.

El joven estratega no sabe. No lo sabe. Cómo Levi llegó a tiempo. Tiene que ser que reaccionó a una velocidad sobrehumana. Que se movió a una velocidad sobrehumana. Que se convirtió por unos segundos en un dios con la capacidad de hacer cosas imposibles. Y le ha salvado. Armin quiere detenerle, para que no se aleje más, para que no luche más con Reiner, ni con nadie, porque algo puede ocurrirle y…

—¡Capitán!

Levi maldice. No ha destruido a su objetivo y maldice una vez en voz alta y mil veces en su cabeza.

No ha matado al hombre que intentó amenazar la seguridad de Armin. Qué clase de mierda es esta. Aprieta los dientes y las manos. Y Reiner se convierte en titán.

Erwin da una orden pero pierde el sentido. Repentinamente ha aparecido una muralla de titanes del otro lado, liderada por una bestia colosal cubierta de pelo chocolate.

—Armin —dice Levi, acercándose a él sobre el muro. Armin le mira con esos ojos azules enormes, se observan por un momento y el capitán le toma de la muñeca—. Vamos.

Ascienden juntos. Llegan a lado de sus compañeros y lo primero que hacen es mirar al gigantesco monstruo que les amenaza. Erwin está analizando la situación. Eren quiere actuar. Hange habla con prudencia. Levi y Armin están lado a lado y el capitán no le ha soltado de la muñeca.

Ni Armin ha intentado alejarse del contacto.

Levi le masajea con el pulgar. Armin se estremece. Están aquí sobre los muros, mirando hacia la destrucción inminente del mundo, el sol apenas empezando a elevarse desde su cama en el horizonte y los nervios de cada una de las personas que conocen a flor de piel, gritando en silencio.

Pero Armin se siente a salvo. Mientras la mano de Levi le sostiene, se siente a salvo. Mientras Levi esté así de cerca, se siente a salvo.

¿Quién puede contra Levi Ackerman, el soldado más fuerte de la humanidad?

Armin voltea a verle. Mira después la situación, metiéndola en su cabeza en caso de que se le ocurran posibles planes o ideas. Pero también se mete a la cabeza la imagen de Levi Ackerman observando el horizonte a su lado, con su pulgar moviéndose suave sobre la tela que cubre su muñeca. En este momento no es capaz de pensar en Jean y en cualquier cosa parecida a la infidelidad. En este momento no quiere alejarse del hombre a su lado. Bajo ninguna circunstancia.

—¿Vas a decir algo por fin? —espeta Levi con tono desagradable—, debí haber desayunado antes.

Armin no puede evitar sonreír. No puede evitar admirar su nivel de seguridad, su tranquilidad aún en la situación presente.

Si Levi está aquí, nada puede salir mal.

Erwin no tarda en dar su orden. Pero antes de que Armin y Levi puedan seguirla, él los detiene.

Armin aleja su brazo instintivamente de Levi, pensando que lo han visto, pensando que aún bajo estas circunstancias tiene que ocultarlo. Levi le deja.

Las palabras siguientes de Erwin se introducen al cerebro de Armin. El comandante quiere que Levi se encargue del titán bestia.

Intenta no protestar. Intenta no decir nada, no mostrar en su rostro que la idea le asquea y le aterra.

¿Por qué tiene que ser Levi? ¿Por qué tiene que ser él quien se enfrente solo a ese demonio?

Levi no parece preocupado, en absoluto. Sino todo lo contrario. No voltea siquiera a ver a Armin cuando se va. Y Armin, por otro lado, intenta no verle partir.

—Armin.

Minutos después, Armin ve a Eren en forma de titán alejarse corriendo, tras haberles informado a todos de los planes de Erwin. Todo está pasando demasiado rápido, y ahora hay un muro entero que le separa de Levi y no le permitirá saber lo que ocurre con él.

Intenta no pensarlo, porque la situación es urgente y peligrosa y es para lo que llevan meses preparándose. Porque sus amigos le necesitan, sus superiores le necesitan, y la humanidad entera le necesita. Sus sentidos tienen que estar enfocados, sus emociones aplacadas y tranquilas. Tiene que confiar en que, cuando el momento llegue, Levi regresará sobre ese muro, intacto. Tiene que confiar en que, con suerte, él estará ahí para verlo.

Eren se enfrenta a Reiner, quien no representa mucho problema para él. Porque Eren ha estado entrenando. Porque están preparados. Porque no vinieron aquí a jugar, y nadie, nadie está tomándose a la ligera el destino de la humanidad.

Cuando matan a Reiner –o creen que le han matado–, Armin intenta mantener la calma. Porque Connie y Sasha lloran, y Jean intenta hacerse el fuerte, así que Armin tiene que ser fuerte también. Tienen que haber piedras inamovibles sobre las que los demás puedan sostenerse, y por una vez le gustaría a él ser esa piedra, aunque siempre falle, aunque sea demasiado débil, aunque todo.

Del otro lado de la pared, Levi mira con impotencia al barril que el titán bestia arroja, conteniendo a Bertholdt en su interior. Le mira y sigue su trayectoria, con una sensación efervescente dentro.

Quisiera detenerlo. Quisiera darse la vuelta y volver, asegurarse de que Armin no esté justo donde ese barril va a caer.

Pero él tiene una tarea y no puede abandonarla, porque la propia supervivencia de Armin y de millones de personas más depende de ello, de que él cumpla con su deber. Enfoca al titán bestia con los ojos de ópalo y su mente gira vertiginosamente, pensando en cómo va a matarlo, pensando en cómo van a salir de aquí.

Los planes se desmoronan uno por uno. Los ataques de los titanes no tienen misericordia y Levi observa a los soldados morir uno tras otro sin descanso, sin fin, la sangre y las diversas partes humanas volando por todas partes.

Esto es un infierno. Y Levi está acostumbrado a él, pero… hoy, hoy el infierno parece más voraz e iracundo que nunca. Hoy parece que no quiere darle a la humanidad el lujo de dejar nada intacto. Todo desaparece, poco a poco, todo cae.

La explosión al otro lado, señalizando al titán colosal, ruge por todas partes. Ruge en el interior de Levi. Hay una parte de él que está pensando en perder la esperanza. Está convencido de que tendrá que dejar a todos ir.

No van a logarlo. El destino está enfurecido con él y con todos. Quizá nunca tuvieron oportunidad. Pero él seguirá luchando, seguirá luchando mientras piensa en lo que tiene que proteger, así no quede nada realmente, así Armin yazca ahora muerto y en pedazos en alguna de las calles de la vieja ciudad, en silencio, con la cara contraída de horror –si es que aún tiene alguna cara–, y desaparecido para siempre.

Aunque sólo sea el cadáver de Armin lo que le queda por proteger, lo hará igual.

Cabalgan hacia la muerte. Erwin va a morirse. Y quizá él también.

Hoy el destino no estuvo de su lado, pero, ¿cuándo es que lo ha estado?

El mundo es muy cruel.


Notas: Bueno, espero que todos estén al día con el manga/anime, porque, como pueden ver este capítulo fue básicamente una recreación de escenas reales del manga, sólo que con las emociones de estos dos de por medio :) les agradezco mucho por leer. ¡Nos leemos en la siguiente actualización!