1. Guerra.

Prompt 1.- The world was collapsing, and the only thing that mattered to me was that she was alive.


La lluvia se desataba de una manera violenta, inusualmente agresiva.

Los aterradores truenos hacían eco por toda la ciudad y el viento, sin piedad alguna, arrasaba con cualquier cosa que tuviera la desdicha de no estar bien sujeta.

Árboles caídos, autos volcados, casas destruidas.

El mundo se estaba colapsando y la única cosa que me importaba era que ella estuviera viva.

Porque tenía que estarlo, pues la sola idea de que no fuera así me llenaba el corazón de una sensación aterradora, abrumadora... amenazaba con dejarme sin aire y sumirme poco a poco en la más lenta de las agonías…

Pero no podía permitirme pensar de aquella manera, no en ese momento, cuando Sakura y Li me habían regalado unos escasos minutos para dejar el frente de batalla, arriesgando sus vidas en aquella guerra mágica a la que no se le veía el fin.

Todo para poder comprobar el estado de ella.

Un rayo particularmente poderoso, demasiado para considerarlo natural, rompió el cielo e hizo que detuviera mi carrera por unos cuantos segundos. Aquel había sido Li, sin duda alguna, pero aun cuando la preocupación hizo mella en mi interior, era incapaz de desaprovechar la oportunidad que tenía frente a mí.

Si las cosas salían mal, seguramente aquella sería la última vez que mis ojos podrían verla.

Entonces seguí corriendo tan rápido como mis pies exhaustos me lo permitían. Ya no era la fuerza física lo que me mantenía en movimiento, si no una milagrosa fuerza de voluntad que ni yo mismo sabía que poseía.

Y corrí, calle tras calle hasta que las casas deshechas se volvieron difusas.

Hasta que aquella mansión a la que llamaba hogar apareció ante mis ojos.

Hasta que la vi a ella ahí, de pie en el caminillo de entrada, justo donde la había dejado anteriormente, con el rostro de porcelana bañado de preocupación y los ojos amatista salpicados de impotencia.

Ahí estaba Tomoyo Daidouji, la mujer que amaba, envuelta en un poderoso campo mágico al que ni siquiera yo, su creador, podía acceder.

Iba ataviada en un vestido lila de tela ligera, el mismo que había usado en una de nuestras tantas citas. Su cabello negro, largo, estaba decorado con un intrincado prendedor que le había regalado Nakuru hacía un par de años.

Todo en ella era tan impecable, tan impoluto, que parecía casi irreal, una bonita ilusión en medio del terrible infierno en que se había convertido Tomoeda.

Su mirada distante pareció enfocarme al fin y cuando lo hizo, una sonrisa rota y un torrente de lágrimas cubrieron su rostro. Verla de ese modo me partía el corazón en pedazos.

La vi acercarse tanto como el campo de energía le permitió, quedando a escasos dos metros de distancia, mismos que de pronto se convirtieron en un abismo.

No había manera de acortarlos, no a menos que alguno de los dos quisiera salir expedido por la fuerza del hechizo.

Era por su seguridad, traté de convencerme mientras estaba ahí de pie, respirando forzosamente debido a la carrera. Mientras la veía romper en llanto silencioso al que no podría dar consuelo, pues ella no lograría escucharlo.

Y entonces me sentí impotente y una ira desconocida invadió mi cuerpo de pies a cabeza.

Porque no importaba cuantos escudos pusiera yo alrededor, ni cuan poderosos fueran éstos, ellos lograrían llegar a ella; la tendrían entre sus manos y la harían pedazos.

Porque así debía ser. Porque era su destino.

Un nuevo y aterrador rayo iluminó el cielo, dándome la seña de que el tiempo se había acabado. Yo debía volver a tratar de frenar lo inevitable.

Volví mi vista de nuevo a Tomoyo y al darme de lleno con su expresión, supe de antemano por qué estábamos haciendo todo aquello.

Los ojos amatista de la chica que amaba estaban llenos de lágrimas, por supuesto, pero había en ellos también una determinación arrolladora, una valentía apabullante y un coraje que me decían que ella no se había rendido.

A pesar del destino, a pesar de lo que estaba escrito.

Y entonces ella articuló con sus labios unas palabras mudas que me regresaron de repente la fe. Me recordaron que había una efímera posibilidad de que todo aquello saliera bien.

Porque Tomoyo Daidouji siempre había demostrado ser la excepción a la regla, había demostrado estar a la altura aun sin poseer una pizca de magia. Ella no la necesitaba, después de todo, habían sido tan solo su perspicacia y sabiduría las que nos habían mantenido con vida a todos durante estos años.

Había conseguido que Sakura y Li, un par de eternos despistados, acabaran juntos. Había conseguido que un viejo mago como yo consiguiera enamorarse de nuevo.

¿Por qué, entonces, no sería capaz de evadir al destino?

Y así, con el coraje renovado, le dediqué una última sonrisa antes de dar media vuelta y echar a correr una vez más.

Porque teníamos que acabar ya con este desastre, porque ella contaba con que esta vez fuéramos nosotros quienes la salváramos y no al revés.

Porque así podría regresar pronto, esta vez a sus brazos y decirle de vuelta: yo también te amo.


Notas de la autora: ¡Hola! Han pasado dos años desde la última vez que estuve por aquí, y entre cosas de la vida (entiéndase escuela, trabajo, familia y un montón de etcéteras), dejé de lado uno de los hobbies que más me gustaban: escribir. Este proyecto es mi manera de retomarlo; una serie de historias sin conexión entre sí de mi pareja predilecta, Tomoyo y Eriol. La premisa de cada historia la colocaré al inicio de la misma y será usada a lo largo de ésta. Espero que les gusten!

A los lectores de "Novio de Alquiler", si es que aun hay alguno por ahí, no me queda más que ofrecer una enorme y sincera disculpa, pero después de tanto tiempo he retomado la escritura del siguiente capítulo. Las ideas vienen de a poco, pero espero pronto darle un fin a la historia. Un poco más de paciencia por favor.

Sin más, hasta la próxima viñeta!