LOS PERSONAJES DE ZOOTOPIA NO ME PERTENECEN, A EXCEPCIÓN DE MIS OC


Epílogo

Dos cosas antes de comenzar:

Primero, gracias por haber llegado hasta aquí, me hubiera sentido fatal si plasmar mi historia en papel fuese una pérdida de tiempo.

Segundo, ¿estás tocado? Por los dioses de las moras, colega, te haz zampado una carnicería de historia con muertos para dar y recibir entera, eso es algo muy bueno o muy malo.

Zanahorias me está diciendo que es algo bueno, porque quiere decir que fue entretenido. Ja, espero que mi sufrimiento te haya divertido, Hittler.

Aunque en honor a la verdad, el morbo es algo bonito y esta bien, a menos que se lleve a extremos como... No, mejor no completo la oración porque de hacerlo Zanahorias me amenazará con lo impensable diciéndome que les quedé en deuda por eso. Eso pasa por tener como novia a una coneja que no soporta los enigmas. Pero bueno, siendo yo un zorro, ¿qué esperaba?

Para no hacerla liada, mi estimado lector, todo salió bien.

Bueeeeno... tan bien como pudo haber salido. ¿Al menos seguimos vivos, no?

Cuando me dieron de alta, mis suegros fueron a nuestro departamento a visitarme y me colmaron de atenciones, cosa que no voy a negar me hizo un nudito en la garganta. Me recordaron cómo era tener a alguien que se preocupase por ti, lo que a su vez me hizo recordar a mi madre, pero eso es otra historia. Los medios hostigaron a Pelusa en el nuevo trabajo como inspectora de Crímenes Mayores, mismo cargo al que yo me integraría luego de recuperarme, pero estuvo a la altura para ignorarlos. Le he enseñado bien.

Por pata de nosotros, Jack y Skye han sido más abiertos con su relación, ahora sí parecen una pareja y no dos rocas. Conviven con nosotros de tanto en tanto y para sorpresa mía, Stu y Bonnie los tratan como hijos adoptivos. Raro, pero supongo que alguien que salve el sueño por el que ha luchado una hija, se hace parte de la familia.

Patrick Jane volvió de su viaje con su esposa, se disculpó con nosotros por las acciones de su madre y se culpó por no haber podido evitarlo, intentando saber más de su prima.

De hecho, su forma de disculparse, como tenía contactos con tutilimundachi (alto italiano, ¿ah?), hizo que nuestras fotos, ejem, juntos, fueran eliminadas de la prensa. Claro que eso dio más cabida a lo de Pelusa y yo y terminamos en una jodida portada de blogs de internet, twitter y otra redes sociales como un ejemplo de pareja única. Aunque únicos sí somos, sólo que hay que mantener la humildad. Sí. Eso.

Empezamos a ser conocidos como WildeHopps, no como dos seres separados, Nick y Judy (dioses, aún no me dejo de reír porque el nombre de Pelusa sea Laverne. Ja, ja, ja, ja), sino como uno solo. Éramos como un mito de aquellos como los que intentamos resolver.

El mote duró unos tres meses hasta que algo captó la atención. Pero eso es otra historia.

¡Que comience la música ambiental!

Un plano de una cámara donde a Zanahorias y a mí, Jack y Skye y Bonnie y Stu se nos enfoque en nuestro pequeño paraíso. Felices y contentos.

Y bueno, compañero o compañera, esto es el final. Es una de las historias que nos han sacudido el piso a ambos, espero haya sido de entretenimiento.

Y, psst, no te olvides de esa tonelada de moras de la que hablamos en el prólogo. Compadécete de esta pobre alma zorruna.

Paz desde mi casa.

Nick Wilde.

(Ahí debería ir mi elegante firma, pero en la editorial me dijeron que no puedo terminar la historia como si fuera una carta. Es mi historia y la termino como me salga de las moras. Así que, colega, imagina una firma toda chachi ahí.

¿Esto se consideraría una posdata o un pie de página?)

FIN