Primeros Indicios

Kaito observo con una sonrisa mal camuflada como Aoko recorría su cocina de arriba abajo tratando de ocultar su ansiedad.

-Aoko- la llamó - ¿En qué estás pensando?

La castaña se volteó y observó como el mago sonría ladinamente desde su silla con la cabeza apoyada sobre la palma de su mano.

-Nada especial- forzó una sonrisa nerviosa - ¿En qué estas pensando tu? – alzó una ceja curiosa.

-En que eres una pésima mentirosa- su sonrisa presuntuosa adornó su rostro.

-Eso no es cierto- infló sus mejillas molesta mientras esquivaba su mirada- te mentí por mucho tiempo y nunca lo descubriste- le recordó antes de volver a sus quehaceres.

-¿Qué la estará molestando? – la analizó de pies a cabeza por primera vez preocupado- ¿Es por el robo de esta noche? – la tensión en los hombres de la joven se hizo evidente para el mago- Así que es eso…- sonrió satisfecho antes de acercarse a la joven que se negaba a verlo a los ojos.

-Vamos Aoko- puso sus manos en sus hombros y la obligó a enfrentarlo- Todo saldrá bien, he hecho esto muchas veces- presumió.

-Claro que no te pasará nada- alzó la mirada con seguridad tomando sus manos- Mientras yo esté ahí, no dejaré que nadie te haga nada – le prometió con tanta pasión que Kaito no pudo evitar sonrojarse.

- Gra-gracias- finalmente tartamudeó antes de aclarar su garganta- ¿Entonces? ¿Qué es?- la ojiazul suspiró pesadamente.

-Estoy ansiosa por el libro- el mago asintió al comprender – Es que…ya quiero tenerlo entre mis manos- sus ojos brillaron – Podría tener las respuestas a tantas preguntas…no debí esperar tanto tiempo…debí robarlo el mismo día que lo vi- frunció el entrecejo al mismo tiempo que cruzaba sus brazos ofuscada.

-No te preocupes tanto- respiró tranquilo al entender que la tenia en ese estado- esta noche lo tendrás, te lo prometo – la envolvió entre sus brazos hasta sentir que su cuerpo se relajaba- No te fallaré. – le susurró en su oído haciendo que la castaña temblara nerviosa.

-Kaito- bufó apoyando su barbilla en el hombro del joven- No hagas eso- la castaña sintió la sonrisa del mago contra la piel de su cuello.

-¿Qué cosa?- ronroneó mientras repartía besos haciendo que la joven se retorciera risueña.

-¡Eso, justo eso! – lo acusó – me pones nerviosa y me haces cosquillas.

- No es a propósito- sonrió con inocencia.

-A mí no me engañas, Kaito Kuroba- le recordó sonriendo de medio lado mientras lo miraba divertida.

- No puedo evitarlo… -finalmente reconoció acariciando su cuello con lentitud -Eres tan hermosa- sus ojos se cruzaron. El rostro de Aoko se enrojeció con lentitud hasta alcanzar un bermellón intenso.

-De- debes comer algo antes de ir al robo…- susurró abochornada. Las manos gentiles del mago envolvieron su rostro.

- Eres la mujer más hermosa que he conocido- la miró con intensidad haciendo que la castaña se olvidase de como respirar por los nervios.

- No sé que estas tramando chiquillo travieso- habló con rapidez mientras se dirigía al refrigerador- pero lo que sea, guárdalo para después del robo- lo amenazó sin fuerza al mismo tiempo que el mago negaba divertido.

-Ya te acostumbrarás- susurró más para si mismo que para su compañera.

-¿Qué dices?- los ojos curiosos de la joven lo interrogaron.

-Nada que puedas soportar …todavía- sonrió enigmáticamente.


Aoko miró exasperada su alrededor- Estas chicas gritan mucho- se mordió el labio mientras sus ojos recorrían los carteles a favor del mago.

-¡Kaitou Kid-sama te amo! – una de sus fans gritó con tanta fuerza en el oído de Aoko que se le erizaron todos los bellos de la piel y por un segundo creyó quedar sorda.

-Maldición, están todas locas- se quejó dando empujones para poder apartarse de la multitud y respirar tranquila.

-Te ves algo incomoda, Aoko-oneesan – la voz de un pequeño la llamó desde el suelo.

-¡Conan-kun!- lo reconoció sin dejar de fruncir el ceño- ¿Qué haces aquí?

-Lo mismo que tu supongo – comentó con una sonrisa amigable- Ver el robo.

- ¿No deberías tratar de detener el robo en vez de disfrutarlo? – lo miró curiosa. El niño solo rio en respuesta.

-Lo iba a hacer, pero te vi en la multitud- la joven alzó ambas cejas impresionada.

- ¿Con eso debo entender que quieres hablar conmigo? – le preguntó divertida al momento de alzar al niño entre sus brazos antes que una horda de fanáticas lo aplastara.

-Gracias- suspiró aliviado ante los ojos llenos de sorna de la castaña.

-No hay de qué- suspiró bajándolo- Sentémonos allá- indicó sin interés unas bancas un poco apartadas.

-No pareciera que vienes en calidad de fanática – evidenció mientras compraba unas tazas de café en una máquina cercana.

-Eso es bastante obvio- rodó los ojos.

-¿Entonces? – alzó una ceja- ¿Estabas preocupada por el mago? – la molestó con sorna.

-Al grano como siempre ¿No es verdad, tantei-san? – aceptó la bebida caliente que le ofrecía- ¿Es esto un soborno? – se burló tomando un sorbo.

-Yo más bien diría que es un incentivo- le devolvió la sonrisa.

Después unos minutos en silencio y de mutuo estudio, finalmente Aoko suspiró pesadamente- ¿Quién te hizo esto? Conan-kun – los ojos del niño se abrieron con sorpresa- Y antes de fingir demencia, me refiero a la persona que te convirtió en niño nuevamente, Kudo-kun- un pesado silencio cayó sobre ellos.

-No sé porque sabes de mí… – su voz sonaba tensa

- No busco lastimarte – lo interrumpió mirándolo con intensidad- Ni a tu familia- prometió.

- Lo sé – sonrió con suavidad – Aunque eso no sígnica que confíe del todo en ti.

-Pero si confías en Kid – aseguró con una sonrisa suave haciendo que el niño se sorprendiera nuevamente.

- Es un ladrón – le recordó con media sonrisa ladina.

- Es tu eterno rival – lo corrigió risueña- ambos se divierten en ese absurdo juego del gato y el ratón que se da en los robos - empujó su hombro juguetonamente – Y no te atrevas a negarlo, llevo meses viéndolos desde las sombras – ante eso la sonrisa del detective solo se amplió.

-Eso creí – el pequeño analizó con detalle a la mujer a su lado – Tiene ojos honestos…como Ran- una suave sonrisa se deslizó en sus labios- Mis instintos dicen que puedo confiar en ella- meditó unos segundos más antes de contestar- Nakamori-san…- la llamó con seriedad- Los hombres que me hicieron esto, son extremadamente peligrosos …no deberías acercarte.

- Kid me dijo exactamente lo mismo- el detective vio pasmado las sonrisa sin alegría de la joven -¿Fueron los hombres de negro? ¿Verdad? – susurró levemente nerviosa con sus labios rozando su taza.

- ¿Por qué los conoces? – el ambiente ligero quedó en el pasado.

- Son la razón por la que estoy aquí – acomodó su bufanda alrededor de su cuello sin quitar la mirada de un grupo de chicas con carteles donde brillaba el nombre del mago.

-¿Qué quieres decir? – la miró con preocupación.

-No puedo asegurarlo- nuevamente cruzaron miradas- pero creo que los hombres que constantemente interrumpen los robos de Kid tratando de matarlo, están asociados con los que te hicieron esto – movió sus manos de arriba abajo dando a entender la condición del niño.

-¿De que hombres esta hablando? – la miró confundido- explícate.

- No creo que sea el momento- suspiró viendo la hora- Pero definitivamente es algo que no dejaré pasar – se puso de pie con suavidad – Tu y Kid deben hablar- la urgencia en la voz de la castaña no pasó desapercibida- ambos son demasiado obstinados para iniciar una conversación sin tratar de burlarse mutuamente…pero es algo necesario.

-¿Por qué te importa tanto?.

-Por que …esos hombres han hecho mucho daño y lo seguirán haciendo – sonrió con tristeza- Creo fervientemente que ambos buscan detenerlos y para ello, se necesitan el uno al otro- las palabras de Aoko resonaron en la mente de Kudo.

-¿Y eso donde te pone a ti? – los ojos de la joven se abrieron sorprendidos por la inusual pregunta.

-Yo quiero detenerlos…- acomodó sus manos en sus bolsillos.

-Eso es bastante obvio- habló con impaciencia- me refiero a que si Kid y yo nos unimos …¿Qué pasará contigo? ¿Dónde encajas tu? – Aoko admiró la precisa intuición del joven.

-Ayudaré …hasta mi último aliento – aseguró. Ambos se miraron y asintieron solemnemente antes que cada uno tomara su propio camino.


Un poco entumecida por el frío se acercó a la ruidosa población femenina que seguía rodeando el edificio.

-Que molestas – analizó su alrededor con aburrimiento. De pronto, unos fuertes brazos la aprisionaron por la espalda.

-¿Qué mierd…? – trató de girarse para golpear al intruso, pero las fuertes manos y la conocida carcajada la detuvieron – Kaito- suspiró aliviada.

-Ahouko – se burló – No sabes cuanto me alegra saber que no dejas que cualquier hombre te toque así…pero la próxima vez tal vez deberías verificar si es tu novio o no antes de lanzar un golpe.

-Tal vez si mi novio fuese más considerado, no me asustaría de esa forma en medio de la noche – suspiró aliviada.

-Lo siento, no me resistí – confesó soltando su agarre, pero las manos de Aoko fueron más rápidas y se lo impidió.

-¿Qué crees que haces? – le preguntó juguetonamente mientras entrelazaba sus manos con las del mago.

-Parece que alguien tiene frío- se burló el joven apoyando su barbilla en el hombro de la chica con una enorme sonrisa.

-¿Y de quien es la culpa?- le recordó – Me pregunto porque Kid no podrá robar cuando haya mejor clima- se quejó con inocencia- Pensé que los magos odiaban el frio.

-Por dos razones, princesa- aseguró su abrazó para envolverla aún mas si eso era posible- La primera de ellas, es porque ama tanto a su novia que decidió ir a la única librería del país donde vendían el libro que ella quería y lamentablemente, solo era posible comprarlo hoy – Aoko se carcajeo con suavidad – Y la segunda y más importante…es que cuando hace frio, su friolenta novia, le exige un montón de abrazos que él jamás le negaría por nada del mundo- sonrió como un gato mientras ocultaba su helada nariz en el cuello de la chica haciendo que esta diese un salto de la impresión.

-Parece que no soy la única con frio – sonrió feliz antes de voltearse con suavidad entre los brazos del mago y examinarlo de pies a cabeza- ¿Todo bien? – preguntó buscando cualquier rastro que indicase lo contrario.

-Mejor que nunca – la volvió a abrazar – Te preocupas demasiado – la molestó pellizcando su nariz.

-Y tu muy poco – se soltó del agarre dando un paso hacia atrás, hasta que el grito de unas fanáticas la hizo saltar asustada.

- Si las miradas mataran… -sonrió con malicia el mago.

-¿Qué quieres decir?- puso los brazos como jarras.

-¿No estas…celosa? – ladeó su cabeza curioso por su reacción

-Ni siquiera un poco- alzó la barbilla con orgullo.

-¿Y por que las miras así?

-¿De qué hablas? – ignoró la mirada risueña del mago y comenzó a caminar.

- Las miraste como si quisieras matarlas- canturreó- Me parecen celos.

- En tus sueños – infló sus mofletes infantilmente- Maldito fanfarrón.

- No tienes porque estar celosa.

-¿Sigues con eso?- se cruzó de brazos – solo estoy molesta porque los 10 minutos que estuve en el robo no dejaron de empujarme y gritar en mi oído ¡Prácticamente me dejaron sorda!

-¿10 minutos? -se sorprendió - ¿Y donde estuviste el resto del tiempo?

- Conan-kun me invitó un café – simplificó. El mago se paró frente a ella confundido.

-¿Y aceptaste?- abrió la boca incrédulo.

-Por supuesto, hacia frio – respondió con inocencia sin comprender del todo la reacción de su novio.

-él no es un niño …normal – trató de explicarle sin saber que palabras usar.

-Lo sé – encogió sus hombros despreocupadamente- Acordemos que es…bastante inteligente para su edad.

-¿De qué hablaron?- preguntó con preocupación – Maldito Kudo.

- Principalmente de ti – todo a su tiempo- se recordó no discutir el tema con el mago por el momento - ¿Celoso? – trató de distraerlo.

-¿De un enano como ese? ¡Jamás! – alzó sus manos con dramatismo haciendo reír a la castaña.


Cuando tenía 14 años Aoko encontró entre las pocas pertenencias de su madre un antiguo y delgado libro. Tenía hermosas y desgastadas imágenes en conjunto con algún tipo de jeroglífico. En su momento no entendió del todo la importancia de esas simples hojas, pero al crecer y complicarse su vida, logró comprender que ese simple libro era una pista dejada por su madre.

-Son idénticos- el mago observó las portadas de los libros sobre la mesa.

-Solo por fuera – sonrió con gentileza Aoko -Pero por dentro…- abrió ambas tapas.

-Creo que no entiendo- confesó el mago analizando con detalle cada imagen- No parece tener sentido…- miró confundido a la castaña.

- No lo tiene si los miras por separado, pero si los juntas…- la joven aproximó diferentes páginas de los textos.

Kaito se maravilló al entender que los dibujos se complementaban en varias secciones- ¿Qué significa?

-Creo que es un mapa- dio un saltito emocionada.

-¿Un mapa? – el mago comenzó a entender las estructuras que se formaban- Aunque parece que solo esta la mitad.

-Tienes razón, pero esto ya es un comienzo – una luz llena de esperanza inundó los ojos de Aoko.

-¿Y que sigue ahora? – preguntó el joven.

- Encontrar el resto del mapa- la sonrisa del mago se tambaleó.

-¿Y sabes donde buscar?- preguntó con suavidad tratando de no desilusionarla.

- Tengo una o dos ideas – sonrió enigmáticamente al recordar los lugares que había recorrido con su madre y que aún no visitaba.