Recuerdos

Miraba por la ventana de su habitación observando los rastros del caluroso día de verano que dejaba atrás. Ahora por fin podía sentir un pequeño alivio con la brisa que hacía mecer su cabello y que movía suavemente las cortinas. Se retiró del marco de la ventana y pasó enfrente de su espejo, se detuvo por un momento y cruzo miradas con la joven de ojos azules que le devolvía una mirada llena de confusión. La chica que estaba enfrente era ella, lo sabía por sus ojos azules, su cabello revuelto y su delgado cuerpo, solo que hoy no se sentía autentica, no se sentía como Aoko Nakamori.

Desde hace alagunas semanas tenía pequeños "lapsos". Así era como le llamaba a esos momentos. Algunos de ellos venían como dolorosos recuerdos en sus sueños, o eso creía que eran, y muchos otros eran menos descifrable. Eran poco lógicos y la llenaban de ansiedad, sabía que debían ser importantes, pero no lograba entender su significado.

Negó rápidamente con la cabeza, debía dejar de pensar en cosas tan depresivas. Tal vez su triste actitud se debía a que su padre apenas aparecía por la casa debido a los múltiples robos de kaitou Kid- Es como si ese maldito ladrón tuviese más tiempo libre que de costumbre- Y para empeorar las cosas, su mejor amigo estaba fuera de la ciudad viajando con su madre.

Los extrañaba demasiado- ojala pudiera hablar con alguno de ellos….-ahí iba de nuevo, tonta depresión. Debía acabar con eso y tratar de alegrarse de una manera u otra.

Había estado encerrada en su casa todo el día- Tal vez por eso estoy con el ánimo decaído- era el momento de salir, caminar y animarse. Por largo rato, realmente lo intentó, pero le fue imposible ya que su mente la engañaba y la hacía divagar.

Desde que era pequeña cuando sentía esa confusión, era cuando más extrañaba a su madre. Al crecer había olvidado muchas cosas de ella, su rostro, su olor, sus manos, pero lo que nunca logró olvidar, fueron sus ojos. Eran simplemente maravillosos, con un azul intenso que parecían tener luz propia e irradiar solo dulzura- Si aún estuviera viva, seguramente sabría cómo aconsejarme- facciones tristes adornaron su rostro.

Mientras seguía caminando, sintió una leve pero familiar presión en su cabeza- Diablos- iba a tener un "lapsus", ya se había acostumbrado a esa sensación a tal punto que podía predecirla. Con calma, se sentó en una banca y esperó.

Era ella de pequeña, seguramente tendría unos 4 años. Estaba en un lugar oscuro, sus ojos estaban hinchados de tanto llorar y estaba aterrada. Quería correr y buscar a su madre, así como lo haría cualquier niño de su edad, pero sabía que no era lo correcto, debía seguir en la oscuridad, debía seguir oculta y en silencio- ¿Es esto un recuerdo?- De pronto, llegaron las voces, no comprendía que decían, trató de agudizar su oído, pero la imagen desapareció y de una momento a otro volvió a la realidad- Por lo menos esta vez hubo un poco más de avance, ahora también había voces en el sueño- ¿sueño? Negó tratando de olvidar.

Estaba cansada de no saber que pasaba, tal vez se estaba volviendo loca, era la definición más simple- Loca de remate- No sonaba tan mal, por lo menos tendría una explicación para cada uno de esos extraños episodios.

Distraídamente vio la hora en su reloj de muñeca- Oh no, ya son las 10 de la noche- claramente debía volver a casa antes que su padre la regañara. A medida que se acercaba vio su casa en penumbras, es decir, estaba sola de nuevo- Por lo menos nadie me regñará- Trató de reconfortarse mientras sacaba las llaves de su bolsillo, pero a unos pasos de su puerta escuchó una voz a sus espaldas que la frenó.

-¿Aoko Nakamori?- se quedó paralizada, había un hombre joven y extraño mirándola seriamente- Disculpe, ¿es usted la señorita Nakamori?- volvió a preguntar más amablemente. Ese simple gesto hizo que se calmara y respirara aliviada

– Sí, soy yo- Sonrió con suavidad- ¿Quién es usted? - debería estar asustada, un completo desconocido la venía a buscar en medio de la noche, pero en vez de eso, se dedicó a analizar su postura rígida muy parecida a la de un soldado- Tal vez es un oficial – pensó tranquilizadoramente unos segundos antes de imaginar lo peor- ¿Le habrá pasado algo a mi padre? – Se abofeteó mentalmente por su pesimismo. Siguió imaginando posibles identidades- ¿Y si es un criminal que sabe de mi soledad? - No, no era eso, algo en su interior le decía que no tenia de que preocuparse.

- Vengo en nombre de su abuela- La castaña lo miró con sorpresa- Ella me pidió que le entregara esto personalmente- extendió su mano con un sobre, inmediatamente en cuanto Aoko lo tomó, el joven desconocido se marchó sin emitir otra palabra. Por un segundo la joven se vio tentada a llamarlo, pero se retractó de inmediato al verlo subir a una auto negro escondido entre las sombras de la calle.

¿Abuela? Ella no tenía más familia que su padre. ¿Qué estaba pasando? Entro a su casa y aseguró la puerta por primera vez atemorizada. Miró el sobre por lado y lado con sospecha- ¿Qué debo hacer?- Tal vez no debería abrirla sin su padre, tal vez ese hombre sí era peligroso y su instinto se equivocaba.

El timbre del teléfono la asustó haciendo que se llevara una mano al corazón. Al levantar la bocina suspiró aliviada al escuchar la voz de su padre- ¿Aoko? Hija esta noche no llegaré a dormir, tengo mucho trabajo por hacer- informó el inspector Nakamori al otro lado de la línea.

- Esta bien otousan, por favor cuídate mucho- estaba frustrada, ya de nada servía quejarse, lo había hecho un millón de veces, pero la obsesión de su padre por su trabajo era mayor que el amor por su hija. Colgó el teléfono rápidamente y sin despedirse, seguramente él ni se daría cuenta de su enojo.

Ahora estaba decidida, abriría ese sobre con o sin su padre. Aunque sentía mucha curiosidad, se tomó su tiempo y con mucho cuidado vio en su interior.

-¿Es una fotografía?- en la imagen habían tres mujeres. La primera representaba 40 y tantos años y estaba sentada solemnemente junto a la segunda que aún era una sonriente jovencita. La tercera solo una bebe que compartía los ojos azules de las otras dos personas en la fotografía. De pronto al reconocer a una de ellas, abrió los ojos desmesuradamente- ¿Mamá?- sus dedos recorrieron el rostro de la mujer joven que sujetaba la bebe. La reconoció inmediatamente por sus ojos, algo que felizmente sabía que compartían.

Observó con detalle la imagen y le gusto saber que no solo tenían en común sus ojos, sino también, las finas facciones del rostro, sus manos y la sonrisa. Su padre le había dicho que tenía un gran parecido a su madre, pero nunca había podido comprobarlo, ya que nunca había vito una fotografía antes. Según su padre, las cosas de ella se habían perdido en la mudanza de hace tantos años atrás y nunca antes lo había dudado, ya que su padre podía ser muchas cosas, pero nunca un mentiroso.

Vio la nota que venía escrita al reverso de la fotografía, en ella se especificaba una dirección y la fecha del día de mañana. Era la invitación más extraña de la vida, pero ni si quiera tardó un minuto en decidir que iría, si tenía más familia necesitaba conocerla.

A la mañana siguiente se levantó lo más temprano posible, preparó un bolso para dos días y dejo una nota a su padre donde le decía que esa noche se quedaría con su mejor amiga. Con la mano en la manilla dudo si hacia lo correcto, tal vez debería decirle la verdad a su padre o contarle su pequeña travesura a Kaito, seguramente él la entendería …o simplemente le diría "Ahouko" y la acompañaría. Pero eso no era posible, ninguno de los dos estaba para aconsejarla. Debía empezar a hacer las cosas por sí misma y dejar de dudar tanto. Agarró su bolso con firmeza y salió de su casa en dirección a la estación de trenes.