¡Hola a todos! Les traigo un nuevo capítulo de la historia.

Me comentaron por ahí que querían ver un poco más de las reacciones de los demás y un poco de tiempo entre Luffy y Al, pero ¡Esperen! He aquí mi respuesta: Las reacciones quería dejarlas para este capítulo, y el tiempo entre Luffy y Al lo veré más a fondo en el siguiente. (Spoiler: el siguiente capítulo se viene intenso amigos…)

Por ahora, les dejo este nuevo capítulo de ADM, si tuviera que ponerle nombre a cada capítulo, seguramente este se llamaría Flashbacks… porque tiene bastantes xD

¡Espero que lo disfruten!

Capítulo 11

—Nami… no tienes nada.

— ¿Qué?

—Revisé por todas partes y no encontré nada extraño.

El pequeño reno masajeaba detenidamente los brazos de la navegante con sueño ante la atenta mirada de Luffy, quien esperaba paciente desde la silla de la enfermería ahora completamente seco. Su sombrero había sido colgado a un lado de la cama sobre uno de los ganchos para abrigos debido a la humedad y su ropa fue reemplazada a un nuevo pijama más abrigador. Luego del extraño comportamiento de su esposa, buscó de inmediato al doctor para que la revisara rápidamente en busca de algo fuera de lo común. Posó su mirada en la colorina, preocupado.

Nami permanecía sentada en la cama, sintiendo como Chopper analizaba sus brazos. Había visto en todo su cuerpo y el cuestionario de preguntas para descartar la demencia, golpes en la cabeza y demás no había arrojado resultados extraños más que los raspones que permanecían plasmados en su piel y un poco de cansancio. Su cuerpo temblaba levemente de frio a pesar de la enorme manta que Luffy había puesto sobre ella luego de cambiarse de ropa y Chopper se había encargado de prepararle una cálida taza de chocolate para recuperar la temperatura, pero seguía temblando.

— ¿Entonces está bien? —Luffy habló soltando un suspiro satisfactorio mientras se relaja en la silla echando su cuerpo hacia atrás con una alegre sonrisa.

—Sí, pero de todas formas debes- —Chopper ahogó su consejo luego de observar un pequeño punto en el brazo derecho de la navegante. Tiró de él para analizarlo más de cerca y entrecerró los ojos intentando sacar conclusiones. — ¿Qué es esto?

— ¿Qué cosa? —Nami preguntó entremedio de sorbos, pasando la punta de la lengua por sus rosados labios para sacar la espuma chocolatosa.

—Esta marca… —Giró levemente su brazo observando el pequeño punto escondido por un leve moretón. Luego de un par de segundos de silencio, dando vuelta y vuelta su brazo finalmente lo dejó ir mirando a Nami tiernamente. —No debe ser nada, posiblemente debe ser donde te inyecté analgésicos cuando estabas inconsciente…

— ¿Entonces… no hay de qué preocuparse? —Preguntó nuevamente, retirando un mechón de su cabello húmedo tras su oreja.

—No. —Sonrió el doctor saltando de su silla y caminando hacia el escritorio. Sacó un pequeño frasco y lo balanceó frente a sus ojos. —De todas formas sacaré una muestra de sangre y la analizaré para que estés tranquila.

Luego de un par de minutos, Chopper había logrado su cometido y la pareja se había ido a su habitación. El renito observó el reloj de la pared, 4:50 A.M., observó el frasco con aquel rojizo líquido y escribió el nombre de la colorina. Silbando en silencio, restregó sus ojos del sueño y guardó la muestra de sangre para irse a dormir a la habitación de chicos. Apagó la lámpara de la enfermería y sus tiernos pasos hacían eco con la fuerte lluvia que aún caía.

Qué extraño… recuerdo haber puesto los analgésicos en el otro brazo de Nami… Alzó los hombros con resignación y volvió a su cama para disfrutar de un par de horas más de sueño.


Luffy se había acomodado en la cama esperando a que Nami lo acompañara mientras ella peinaba su largo cabello tarareando tranquilamente luego de haberlo secado completamente con un Dial. Desde la esquina de la habitación su camisón de seda permanecía húmedo en el tacho de ropa sucia junto a la mojada ropa de su marido. El pelinegro cerró los ojos y se recostó con los brazos bajo su cabeza.

— ¿Estás segura de que te encuentras bien? —Nami dejó el peine sobre el mueble y caminó hacia la cama, recostándose a un lado de Luffy.

—Si. —Respondió segura acomodándose bajo las tibias sábanas. Estiró la mano hacia la lámpara y apagó la reconfortante luz. —Pero aún tengo frío…

—Eso puede arreglarse, ¡Shishishi! —El pelinegro rio a su lado y la envolvió fuertemente entre sus brazos, acomodándola contra su pecho. — ¿Así está mejor?

—Mucho mejor… —Nami cerró los ojos y disfrutó del calor de su esposo, respirando su oceánico aroma.

En silencio, ambos disfrutaron la compañía del otro olvidando momentáneamente todo lo que había ocurrido últimamente. El capitán aferraba a su navegante con tranquilidad, sintiendo sueño repentinamente. En la romántica oscuridad, sentía su respiración igualarse perfectamente con la de su esposa, provocando que sonriera divertido.

Nami pasó su mano tiernamente contra su pecho disfrutando del silencio. El sonido de la lluvia llegaba a sus oídos mientras estas caían fuertemente contra la cubierta dándole una sensación de tranquilidad. Recordó el toque de las gotas chocando contra su cuerpo y el abrumador clima que carcomió su mente en esos segundos entre sus sueños.

Mis sueños…

La colorina parpadeó entre la oscuridad, haciendo memoria al extraño sueño que la había llevado a aquella confusa situación. Cada vez que cerraba los ojos, todos los días desde que había despertado, podía verla en medio de sus sueños.

— ¿Por qué sigues apareciendo? —Nami preguntó a la silueta frente a ella.

Tras caminar entre una densa nube azulada, la figura de Bellemere apareció frente a ella, sonriéndole tristemente.

— ¿Por qué me miras así? — Preguntó nuevamente elevando su voz. La mirada triste de su madre adoptiva se apartó de ella mientras caminaba en la dirección contraria, desapareciendo en la nube nuevamente. — ¡Bellemere!

—Aún no es tu hora, Nami. —Sintió su suave voz como un dulce susurro.

— ¿Por qué sigues diciendo eso? —La colorina corrió tras su madre, mirando en todas direcciones al perderla de vista. Todo rastro de ella había desaparecido, pero susurros seguían repitiéndose.

—Aún no es hora.

Posó su vista en la oscura silueta de su esposo. Su mente estaba perdida en aquellos extraños sueños, pensando en las palabras de Bellemere. Recordó la vez que la había visto en su mente por primera vez y los gritos de Luffy devolviéndola a la vida al sacarla de su asfixiante sueño.

—Cuando estuve inconsciente, escuché tu voz. —Nami susurró entre el pacífico silencio. —Escuché tu voz gritando… y eso fue lo que me despertó…

A pesar de que no podía verlo por completo, Nami podía sentir su mirada de impresión. Sintió la mano de él acariciando su cabello y acercándola contra su pecho, apoyando su rasposo mentón sobre su anaranjada cabellera.

—Tenía miedo… —Le devolvió el susurro. Apaciguó su voz en su cabello, cerrando los ojos al recordar lo horrible que había sido ese día. —Pensé que iba a perderte… pensé que todo volvería a repetirse como con él y que-

—Pero estoy aquí. —Lo cayó inmediatamente apretando su agarre en el cálido pecho de su capitán, impidiendo que hablara de su doloroso trauma. —No me iré a ningún lado.

—Lo sé. —Respondió con una tranquila sonrisa, pasando sus largos dedos por aquella ondulada cabellera con olor a mandarinas.

—¡NAMI DESPERTÓ! —Luffy gritó a todo pulmón. Habían pasado un par de minutos desde que su esposa había abierto los ojos y por unos segundos, la existencia de sus amigos había desaparecido de su mente ante tal emoción. Ahora mucho más consiente y dentro de sí mismo, debía compartir la noticia.

Las rápidas pisadas no se hicieron esperar y en un abrir y cerrar de ojos, la tripulación estaba dentro de la enfermería llenando de gritos y lágrimas de alegría. Robin se tiró sobre Nami cuidadosamente abrazándola con una enorme sonrisa. Usopp y Franky sorbeteaban sus narices por las lágrimas de alegría en sus rostros mientras Sanji los empujaba bruscamente para pasar por el medio con ríos de lágrimas en sus ojos, chillando el nombre de la colorina entre sollozos. Rei observaba desde la puerta, con una dulce sonrisa sin intervenir en el momento, no quería incomodar a nadie. Zoro palmeó el hombro de Luffy con fuerza intentando ocultar su enorme sonrisa mientras Brook solo chillaba con lágrimas alzando a Alphonse por los aires con alegría. Chopper llegó rápidamente a un lado de Nami, alejando a todos con fuerza para revisar con tranquilidad a la navegante.

— ¡ALEJENSE! ¡DEJENLA RESPIRAR! —Dejando la paciencia de lado, había cambiado a su forma Heavy Point para echar atrás a todos.

— ¡PERO QUEREMOS VER A NAMI-SWAN! —Sanji gritó desde atrás, con los dientes en punta.

— ¡Todos queremos ver a Nami! ¡Pero debo examinarla primero! —Chopper volvió a su forma pequeño, frunciendo el ceño enojado.

— ¡Buuuuu! —Usopp y Franky abucheaban al reno, apuntando con sus pulgares hacia abajo.

El reno resopló ignorando el comportamiento de su tripulación y se acercó al Nami, listo para verificar su estado. La tripulación estaba ansiosa, al final su querida navegante había recobrado la conciencia. Usopp posó su mirada en Luffy, quien solo permanecía en silencio con una enorme sonrisa, luciendo completamente renovado.

Los últimos días había sido horribles para todos. Alphonse, la pequeña luz de esperanza y alegría de la tripulación había perdido su emoción; ya no corría ni jugaba como siempre solía hacerlo, en cambio, se sentaba en su columpio casi todo el día en completo silencio esperando que algo nuevo pasara. Por otro lado, Luffy no salía de la habitación ni por un segundo. Su pequeña barba de candado ya había crecido un poco más de lo normal y las ojeras que prevalecían en sus ojos demostraban lo cansada que estaba su mente.

Ahora, Usopp sonrió con tranquilidad de ver a su amigo sonreír desde el fondo de su corazón con tranquilidad. Sus ojos reflejaban la paz que lo inundaba en aquellos momentos, y el tirador no recordaba haberlo visto igual de tranquilo nunca. Sonrió al ver al pequeño Alphonse reír como siempre, jugueteando como el pequeño niño de 4 años que era, y sonrió al ver a su querida amiga a salvo, sonreír con cariño a todos sus camaradas.

—Sabes… —Luffy habló entre susurros. —No recuerdo haberme sentido tan feliz como cuando despertaste…

— ¿Qué pasa con el nacimiento de Alphonse? —Nami lo reprendió juguetonamente, golpeando su pecho con cariño.

—No es lo mismo. —Rio tomando el puño de la navegante, deteniendo su suave golpe. —No es el mismo tipo de felicidad…

—Lo entiendo. —Ella sonrió apoyándose en Luffy, cerrando de nuevo los ojos. Con una mano, aferró las sábanas y las tiró sobre su cabeza, acurrucándose contra el pelinegro. —Ahora duerme tonto, aún quedan un par de horas para el desayuno.

—Desayuno… —Balbuceó salivando, ganándose un golpe de la navegante. Riendo con diversión, Luffy se tapó hasta los hombros acomodándose contra Nami y cerrando los ojos con cansancio. —Descansa Nami.

—Te amo. —Sintió su dulce voz entremedio de las sábanas.

—Yo también te amo.


—Bien, ¡Escuchen todos! —Nami golpeó con la palma el mapa bajo su mano obteniendo la atención de todos.

Los tenedores raspando los platos, las sorbidas a las tazas y el sonido de las mordidas llenaba la cocina durante el desayuno. La navegante, con el pie vendado y con una nueva dosis de antibióticos debido al incidente de la noche anterior, sonreía confiada ante el nuevo anuncio.

—Ayer definí el nuevo curso. —Estiró el mapa como pudo en la mesa, evitando que los alimentos tocaran su delicado trabajo. Apretando con ambas manos su alta coleta, observó por bajo sus lentes la delineada ruta que había establecido el día anterior.

— ¿Enserio estás bien, Nami? —Robin habló entre mordidas, dejando el libro que leía a un lado con una mirada de preocupación hacia su mejor amiga.

—No te preocupes, Robin. —Nami posó sus manos en su cintura, totalmente positiva al respecto. —Ya estoy bien, puedo hacerlo.

— ¿Qué pasa con tu pie? —Usopp preguntó mordisqueando un sándwich con la boca llena.

—Ahí quería llegar, cerdo. —Nami posó un dedo sobre un pequeño círculo en el mapa, esperando que todos pusieran atención. —Aquí es donde debemos llegar, esta es la Isla Florian.

— ¿Florian? —Chopper mordisqueó un Waffle remojado en miel.

—Si. Es una Isla cerca con un enorme puerto dirección al Red Line. —Nami buscó con la mirada a Rei, quien estaba sentada a un lado de Alphonse disfrutando de su cereal al igual que él. —Desde ahí podrás tomar un barco que te deje en tu hogar.

—Entiendo. —Rei sonrió contenta entre medio de mordiscos, sintiendo a Alphonse robar un puñado de cereal de su tazón. — ¡Ya déjalo Al!

—Aún queda más mocoso, ¡Ya deja a la bella Rei-chwan! —Sanji palmeó su cabeza sirviéndole más con molestia, desparramando casi todo el cereal afuera del tazón por la sacudida enojada que le dio a la caja.

—Sanji, deja de golpear a mi hijo. Alphonse, compórtate por favor… —Nami bufó con la mano en la cadera, apuntándolos con regaño. Observó el mapa una vez más y comenzó con la explicación. —La isla es bastante bella por lo que estuve leyendo… dicen que tiene hermosos jardines con todos los tipos de flores, sería buena idea desembarcar y poder abastecernos para descansar un par de días.

—Creo que sería buena idea que te des un tiempo, Nami. —Franky apoyó su brazo en la mesa, mirando alegre a la mujer. —Podrías salir con Luffy y Al, pasar el día y descansar… estas últimas semanas han sido bastante pesadas para ti, podrías darte un día de relajo.

—Soy débil, Robin. —Nami sollozaba, escondiendo su rostro luego de ver sus heridas. Era de madrugada y la arqueóloga se había ofrecido a cuidar de su amiga para dejar descansar a los demás. —Todo esto pasó por que no pude protegerlo…

—No es tu culpa, Nami. —Robin la cortó bruscamente. Pasó su dulce mano por su anaranjado cabello tranquilizándola. —Nada de esto fue tu culpa.

— ¿Qué habría pasado si esos malditos le hubieran hecho algo a Alphonse? —El torrente de lágrimas salía de sus tristes achocolatados ojos. Había despertado el día anterior, y ahora mucho más consciente de su alrededor, había podido apreciar bien las múltiples heridas en su cuerpo.

—Pero no dejaste que nada le pasara. —Robin habló fuertemente, haciéndola entrar en razón. —Mírame Nami.

—Lo siento… —Susurró enjuagando sus lágrimas con sus puños, mirando a su amiga de años.

—Alphonse está a salvo, y todo gracias a ti. —La pelinegra sonrió con cariño, apoyándola. —Tu fuerza fue la que lo protegió.

—Estoy de acuerdo. —Robin habló recordando aquel triste diálogo. —Déjanos lo demás a nosotros. Zoro y yo podemos ir a dejar a Rei al puerto, y supongo que Chopper querrá explorar un poco las flores… ¿No?

—Sí, puedo ir con Brook y Usopp. Franky dijo que quería comprar un par de herramientas así que Sanji podría ir con él.

Sanji levantó la vista ante la mención de su nombre. Había estado observando a la navegante atentamente, notando algo extraño. Las leves ojeras bajo sus ojos y su piel un poco más pálida que de costumbre lo estaban desconcertando. Observó a Luffy, notando que el capitán también la observaba pero con una alegre sonrisa. Lucía tan diferente a su aspecto de hace unas semanas…

— ¡Luffy! —El pelinegro golpeaba fuertemente la pared con el rostro ensombrecido. Habían pasado un par de horas desde que Chopper había estabilizado a Nami, la tripulación había logrado calmarse y ahora descansaban tranquilamente luego de saber que la navegante estaba bien… a excepción de cierto capitán.

— ¡Luffy! —Sanji exclamó un poco más fuerte al ver al hombre golpear aún más fuerte la pared. La madera resquebrajándose se estancaba en sus pesados nudillos y sus labios se tornaban rojizos por la presión de sus dientes apretándolos. Entre la oscuridad, Sanji podía apreciar claramente la sombra de Luffy en el gimnasio golpeando todo a su paso, pero el horrible sonido era amortiguado por las paredes que estaban siendo despedazadas.

—Luffy… si sigues así Franky te matará… —Sanji suspiró con cansancio poniendo su mano en el agitado hombro de su gomoso amigo. —Vamos hombre… ya déjalo…

Pero Luffy no se detenía. Corrió su hombro bruscamente fuera de su toque y caminó al otro lado de la habitación, pateando algunos objetos que no podía ver por la oscuridad de aquella estrellada noche.

—Luffy, detente. —Sanji lo regañó severamente. — ¿Qué demonios te pasa?

— ¡¿Qué me pasa?! —Habló por primera vez, completamente fuera de sí con voz burlesca. Su agitada respiración resonaba fuertemente en medio de la oscuridad, y a pesar de que no podía verlo bien, el cocinero podía sentir la despiadada mirada que cruzaba por su enfurecido rostro.

— ¡¿A parte de que mi esposa casi muere frente a mis ojos y que a mi hijo lo amarraron como un cerdo al matadero?! —Levantó la voz, dejando de lado el objeto que golpeaba ferozmente. — ¡¿Además del hecho de que querían asesinar a mi familia?! ¡NO LO SÉ! ¡¿TU QUE CREES?!

Gritando con fuerza, el pelinegro golpeó uno de los objetos cercanos con fuerza liberando un último gruñido de furia. El sonido del vidrio roto lo hizo entrar en razón y Sanji encendió la luz rápidamente para ver lo que había hecho. El telescopio de Usopp permanecía en el suelo hecho trizas, el foco se había partido en cientos de pedazos y el trípode se había desprendido completamente de la base.

—Mira lo que hiciste, maldito gomu... —Sanji habló en voz baja, recogiendo el objeto con delicadeza ante la cansada mirada de Luffy. Alzó sus ojos al pobre capitán, notando por primera vez ante la cálida luz su real aspecto.

Las ojeras bajo sus ojos y la barba más larga de lo usual prevalecían en su mentón. Su cabello revuelto lucía como su hubiera luchado con miles de hombres y la luz de furia en su mirada le decía que estaba listo para la batalla.

—Lo siento… —Luffy pasó sus manos por su cansado rostro soltando un fuerte suspiro. Caminó en círculos intentando regularizar su respiración mientras que apaciguaba un poco su furia. Sanji solo lo miraba preocupado, dejando el telescopio roto a un lado, acercándose a su capitán.

—Está bien, Usopp lo entenderá. —Mordisqueó el cigarrillo entre sus dientes, esperando que el pelinegro quitara sus manos de su rostro. — ¿Te sientes mejor?

—Algo… —Habló entremedio de sus callosas manos, arrastró sus palmas por sus mejillas y las dejó caer mirando el desastre que había ocasionado en el gimnasio. —Lo siento, yo solo-

—Te entiendo. —Sanji respondió por él, comprendiendo inmediatamente que se refería a su desahogo a puñetazos.

— ¿Nami está bien? —Preguntó cambiando su tono de voz a la preocupación rápidamente.

—Es la quinta vez que lo preguntas. —Respondió con una leve sonrisa, pateando una pequeña pesa a su lado lanzándola al otro lado de la habitación. —Ya está mejor, estuve con ella hace unos minutos… pero aún no despierta si era a lo que te referías.

En silencio, Sanji ayudó al pelinegro a ordenar el enorme desastre que había. La pared del Sunny estaba completamente fragmentada y el cocinero suspiró del miedo al imaginarse la reacción de Franky al ver lo que le esperaba. Por otra parte, Luffy solo recogía las cosas que había tirado en completo silencio. El ceño fruncido en su rostro y la mirada inyectada en rabia no había abandonado sus ojos pese a la tranquilidad que reflejaba.

—Yo también estoy enfurecido… —Sanji habló entre dientes debido al cigarrillo apagado. Observó a Luffy devolverle la mirada curioso y explicó sus palabras. —También siento rabia por todo lo que ocurrió… por lo que le sucedió a Alphonse y a Nami, pero no podemos perder la razón.

Luffy solo se quedó en silencio, escuchando sus palabras. El cocinero dejó de lado del pedazos de vidrio roto y se sentó apoyando la espalda contra la pared, con la mirada posando en las tintineantes estrellas que se asomaban de la ventana.

—Ninguno de ellos se merecía lo que ocurrió, ni mucho menos un niño pequeño como Alphonse, pero si pierdes la razón solo será peor para ellos… además de que destrozarás el barco. —Sanji sintió la suave risa de su amigo y sonrió contento de saber que estaba tomando conciencia. Sintió a su compañero sentarse a su lado, procesando las palabras.

—Lo importante ahora es que debes estar para ellos… cuidar de Nami y acompañar a Alphonse. Sé que Nami es tu esposa y que la amas con todo el corazón, aunque no tanto como yo… —Sanji rio por el golpe que llegó a su cabeza.

— Pero Alphonse también está pasando por un momento difícil… su madre estuvo a punto de… —No terminó las palabras sintiendo un nudo en su garganta. Suspiró con tristeza dando a entender lo que iba a decir. —Pero solo es un niño como para entender todo lo que ocurre…

—Lo sé… —Luffy habló por fin con culpa. Alzó sus ojos al igual que Sanji sobre el estrellado cielo a través de la ventana. —Nami y Alphonse están en peligro y no puedo hacer más que golpear cosas… solo soy una excusa de padre y un patético esposo.

—No digas eso. —Habló mordisqueando el cigarro.

— ¿Y qué quieres que diga? Soy tan idiota que no hago más que meterlos en problemas… —Suspiró hablando tristemente sintiendo su pecho oprimirse al pensar en su pequeña familia.

—Nami no piensa lo mismo… por eso es tu esposa, ¿No?

—Tal vez fue lo suficientemente tonta como para creer que alguien como yo la merecía…

—Sabes perfectamente que Nami es la mujer más lista en todo el océano. —Sanji habló molesto.

—Diablos, claro que lo es… ¿Entonces por qué eligió a alguien tan patético como yo?

—Fácil. —El rubio se puso de pie, sintiendo el sueño golpearlo de repente. Había salido momentáneamente de la habitación de Nami para buscar algo de beber pero el sonido de destrozos le había llamado la atención. —Eres el Rey Pirata.

— ¿Eh?

—Eres el hombre que luchó por ser el Rey de los Piratas. —Repitió nuevamente antes de salir de la habitación. —Y no lo lograste por ser un hombre patético como el que crees que eres…

Terminó antes de bajar hacia la enfermería nuevamente para seguir su turno, dejando a un confundido capitán en la habitación en medio de la madrugada. El pobre no sabía, que al otro día recibiría la golpiza de su vida por parte del pobre carpintero.

—Pues, está decidido. —Luffy sonrió infantilmente con la boca llena, sacando a Sanji de sus pensamientos. Atrajo al pequeño, quien se llevó el tazón de cereal sin soltarlo y lo sacudió en el aire juguetonamente mientras el niño no dejaba de comer.

—Bien, por esta vez dejaré los planes en ustedes chicos… —La colorina se sentó a compartir el desayuno una vez listo el plan.

Rei permanecía sentada siendo mimada por Sanji, quien le daba distintos bocadillos. Alzó su vista a los demás, y la mirada dura del espadachín chocó con sus ojos verdes. Por un par de segundos, la tensión entre ambos parecía más que tortuosa. La pelinegra solo quería retirar la mirada, pero el miedo a que el vice capitán le hiciera algo solo por acobardarse fue peor que seguir sintiendo sus fríos ojos. El espadachín siguió observándola con seriedad, juzgándola en silencio, pero tras un par de eternos segundos, posó su mirada en el desayuno olvidando la situación.

Rei dejó salir un pesado aire de su pecho, recuperando la respiración con alivio.

Está sospechando…

Bajó la mirada a su tazón de cereal, y pensó en el nuevo plan de la tripulación. Sonrió satisfecha pensando en que pronto estaría segura.

Isla Florian… ¿Por qué me suena tan familiar?


Isla base del Souta, Grand Line.

— ¿Cómo se lo diremos?

—Él… quería a la gata ladrona con vida, ¿No?

—Pero la asesinamos, Souta-sama nos matará…

— ¿Nos? ¡Yo no fui el que le disparó!

—De todas formas, ¿Para qué la quería?

—Bueno, con ese cuerpazo yo igual la querría. —Uno de ellos rió nerviosamente intentando apaciguar el ambiente.

El grupo de hombres hablaba entre susurros caminando hacia la enorme habitación. El largo pasillo les daba un espantoso escalofrío y la enorme puerta roja al fondo de este los separaba del monstruo al otro lado. Todos sudaban pesadamente, intentando encontrar el valor de anunciarle al hombre tras la puerta lo sucedido hace unos días atrás.

— ¿Trajiste la maleta?

—Sí, aunque el suero de Mugiwara no fue utilizado. —Uno de ellos explicó, haciendo memoria. —El otro se lo iban a dar al niño, pero al parecer se lo inyectaron a Dorobou Neko cuando intentaba luchar antes de que le dispararan…

El hombre abrió la maleta delicadamente inspeccionando que el azulado suero siguiera en su lugar, sonrió satisfecho cuando el líquido lila resplandeció ante la luz dentro de la jeringa de vidrio…

Lila.

El hombre se detuvo en seco en medio del pasillo, palideciendo de inmediato. El sudor frío cayó descontroladamente de su cabeza y las manos le temblaron del miedo ante lo que se avecinaba.

— ¿Dónde está el suero azul? —Pregunto con un hilo de voz.

— ¿El azul? Estaba ahí dentro... —Los rostros del grupo de hombres se asomaron a la maleta, y las expresiones en sus caras se igualaron al primero, mostrando terror absoluto.

—El suero azul…

—Estamos muertos...

—Nos equivocamos de suero.

Bueno chicos, espero que hayan disfrutado de este nuevo capítulo. Quiero aclarar unos puntos por si aún andan un poco perdidos: Nami estuvo inconsciente 1 semana, luego de eso pasaron casi 2 semanas hasta donde estamos ahora, por ende la pelea ocurrió hace casi 1 mes. También quiero aclarar que los Mugiwara están en el Grand Line, acercándose a la Red Line, por ende están en Paraíso.

Punto dos: Lo siento si algunas veces Luffy se me sale de las manos y su personalidad sale de lo normal, pero deben entender que ya es un hombre adulto y si lo llevamos a un plano más "realista" las situaciones que está viviendo son bastante tensas.

Punto tres: Nami (desde que despertó) sueña con Bellemere seguido, no quise entrar mucho en detalles por que más adelante se irá entendiendo mejor… pero solo deben saber eso hasta ahora, sin mencionar que deben estar pendientes a lo que le repite en sus sueños.

¿Teorías? ¿Comentarios? Espero que este capítulo les haya gustado y les haya dejado la misma intriga que todos los demás (soy bastante malvada), ¡Adiós! Marigrin fuera.