Tiempo ha pasado desde que publiqué mi primera historia en esta plataforma, no es uno longevo del cual pueda presumir, pero sí es uno veloz que al menos me ha hecho crecer en mis letras. A pesar que la historia principal reside como un one-shot, mis ganas de ampliar este universo han podido conmigo y si bien, este relato iba a ser individual, me di cuenta que al estar tan conectados tendría que dar muchas explicaciones para que el lector no se pierda o al menos entienda más a fondo lo que busco comunicar. Así pues, con mis errores e incongruencias del capítulo anterior-detalles que me han dado hueva corregir, me dispongo a publicar por aquí esta mini continuación.

Me ahorro el disclaimer ya que lo mencioné con anterioridad.


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La oía cantando. La oía cantando. La oía cantando.

Los vocablos se repiten como un mártir. La delgada manta que reposa sobre ella no le es suficiente para tranquilizar los temblores de la silenciosa y gélida noche. Su aliento se agita vertiginoso ante el presente devenir de sus pensamientos, trastornada respira, se mantiene en esa posición, molesta, intrigada, asustada, triste, su cuerpo continúa con vigorosas agitaciones; y ella sigue molesta, intrigada, asustada, triste.

—No cantaban, no cantaban—se repite en un susurro.

Cierra sus parpados por inercia pero los abre inmediatamente después del desfile de imágenes que se presentan a través de ellos. Los ojos atípicos vienen a su cabeza, él acercándose hipnotizado a ella por su canto. No, no era un canto. Evoca entonces el chillido sufrido de esas horrendas criaturas, tiembla con más fuerza. Tapa sus oídos en busca de un lenitivo a los difusos recuerdos que llegan, brillantes y altivos como las estrellas del oscuro cielo que la acompaña en esos momentos.

Despeja de nuevo su visión y observa desde la proa la compasión que le brinda la luna con su luz.

Mira desde aquel bergantín que perteneció a temidos piratas quienes yacen en el fondo de lo que tanto amaron, el manto renegrido cubierto de pequeños destellos. Se niega a vislumbrar la quietud del agua pues le asusta la burla de la misma a sus tormentos. La reminiscencia de aquellos marinos que se sacrificaron por dicho capitán el cual murió buscando un poco de compasión entre las deidades de la creación, le causa incomodidad en el pecho. El océano fue quien les dio las ganas de vivir y fue el océano cuya extensión e inefable sabiduría su verdugo.

Sola, se encuentra sola.

Todos los varones, algunos con carencia de extremidades, que navegaron entre turbulencias, fueron asesinados a causa de una extensión del mar. Atraídos por las ficticias sensaciones de una melodía que no existía. Esas abominaciones que nadan a través del abismo solo embellecían el terrorífico ambiente para despojarles de sus alientos.

La figura femenina de enfrente era pequeña a comparación de la suya, los pasos lentos y un tanto mediocres le decían la poca fuerza que ésta poseía, mas demostró una valentía inaudita nunca jamás vista en algún hombre de su tripulación. Se valió así misma por medio de trabajos duros para poder sobrevivir en ese ambiente hostil del que ya estaba acostumbrado. Su inseguridad la delataba, sin embargo, no tenía indicios de querer detener su acción. Una vez cerca, a pocos centímetros de su rostro, ella posó sus manos lentamente en él. Lo observó como si se tratara de la joya más valiosa de la humanidad, contemplándolo como si él reflejara los colores del arcoíris al igual que esa piedra preciosa que su madre le regaló. Acarició delicadamente sus facciones, lo deseaba; pudo inferirlo en la forma en que sus ojos declaraban una pasión férrea. En el fondo, le hubiera encantado experimentar lo mismo.

Vacilando un poco, posó sus labios en los suyos, besándolos con placidez, con fulgor, pero deteniéndose al darse cuenta que no es correspondida. No hay un solo movimiento por parte del hombre del que se había enamorado.

Lo siento—exclamó a sabiendas que eso la lastimaría, porque él tenía presente que ella más que nadie conocía su situación.

La chica recargó su frente en el pecho del pirata después de agachar su rostro ocultando entre las sombras las lágrimas que se desbordaban a lo largo de sus mejillas. Siendo consciente que jamás él podría corresponderle.

Cupido la había flechado con lo único que no podría adquirir, su amor.

Por un momento, solo uno, pensó que la mala fortuna la cual desde siempre ha seguido sus pasos, por fin se había despejado de su traje y zapatos para olvidarse de su presencia, pero son los vestigios de su desconsuelo lo que le advierten el infortunio de su vida.

El cruel correr del viento le recuerda el dolor de sus extremidades que no han experimentado más allá de movimientos quedos, el cruel correr del viento le recuerda de lo que ella tuvo que despojarse, el cruel correr del viento le recuerda que debió entregar su corazón para que él obtuviera el suyo.

Un alma por otra. Ella había dejado en ese bote la poca esperanza que poseía.

Su marino.

El rubio bucanero que asesinado por sus propias manos ahora descansa de la maldición a la que fue impuesto años atrás. La fémina se lamenta porque lo hubiera seguido hasta la fatalidad de lo inexplicable. Bubbles no puede evitar derramar lágrimas ante el picor de sus extremidades por la memoria del cuerpo del capitán. Y así permanece en un llanto largo y profundo.

Se siguió acercando sin despegar su mirada, se acercó más, no iba a parar y cuando tomó la extremidad del chico que estaba atrapado en sus quimeras, la rubia disparó el balín del fúsil directo al antropomorfo cráneo del ser. El sonido, se escuchó ensordecedor y en cuanto corrobora que el cuerpo del monstruo se sumergió, tomó a quien ama en brazos viendo como poco a poco fue perdiendo la respiración.

Las cascadas nacientes de sus luceros no se detenían, los hipos sacudían su cuerpo mucho más. El frío seguía calando, le dolía de manera inimaginable pero nada se comparaba con el padecer de sus sentimientos. No era justo que al anochecer las aguas se calmaran y ella iniciara con su declive emocional. Tampoco era entendible que las aguas se intensificaran con los reconfortantes colores del ocaso, la combinación de los naranjas y rojizos de la puesta del sol, como el lienzo a un pintor, la tranquilizaban a pesar del veloz movimiento del barco. No había atardecer y ella se dio cuenta del cómo lo anhelaba en ese instante. Era como si ambos, cielo y mar, no se pusieran de acuerdo.

Ambos infinitos y misteriosos.

El cielo como la indispensable esperanza humana y el océano como el reflejo de los recuerdos y sueños del tiempo.

Dos de las más grandes obras hechas por Dios.

Su juicio se nubla a la madrugada, ya no tenía percepción de lo que la rodeaba. Las aglomeradas nubes presumían sus forma durante el día simultáneamente los astros regodeaban su incandescencia en la noche; el curso de la naturaleza no se entorpecía por la decadencia de su estado. Ella seguía atrapada en esa embarcación completamente sola, vagando por las cristalinas aguas que reflejaban poca inocencia. El ancla fue levantada y solo ruega un naufragio para darle fin a su suplicio.

¿Por qué el creador mandó al mundo el amor? Ese necesario afecto que a muchos regocija de placer y otros los hace sufrir; los últimos sintiendo a la muerte como el mismo jardín de elíseos, pues preferían descender a quedarse un minuto más en una tierra donde todo lo que adoraban se desvanecía lejos de su alcance. ¿Por qué permitirle a ella conocerlo si al final tendría que asesinarlo? ¿Por qué posibilitarla a sentir esas sensaciones por alguien cuya sensibilidad fue arrebatada funestamente? ¿Ese era su juego? Qué aburrida debía ser la omnipresencia para buscar entretenimiento en su propia invención. No comprendía y quería comprender.

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Se repite ahora mirando de soslayo el océano. El verdadero ejecutor de su amado, y el cual probablemente sería el suyo.

Regresa a mí, Boomer.

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Fin


Nota: La frase subrayada en negro, pertenece al muy querido autor Howard Philips Lovecraft.

Para quienes se tomaron la molestia de llegar hasta aquí, de nuevo me disculpo por todos los errores que hubieron encontrado, como dije arriba, no he editado la trama principal y poco creo que lo haga pronto. No obstante, sí agradezco de corazón y aprecio mucho los minutos que gastaron leyendo esto.

Pd: Así como lo fue el anterior, este drabble también va dedicado a mi querida compañera nocturna. Mah dear Mortem, sin ti, fanfiction no sería tan divertido.

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¡Criaturas malignas, nos leemos en los avernos!