Hola, creo que este este va a ser mi primer short fic. Es un dramione que está basado en el dorama La dignidad de un caballero, por lo que van a haber muchas similitudes aunque al final puede que se desprenda un poco de la novela original.
Gracias por leerme c:

Cómo aman los hombres.

Hermione tenía ya varios años trabajando en el departamento de Educación Mágica, su vida después de haber terminado Hogwarts había sido tal como ella deseaba, sin embargo no había podido hacer algo que desde hace tanto tiempo tenía en mente: confesar sus sentimientos a su amigo pelirrojo, Ron. No se lo había contado a nadie y aparentemente ninguno de sus amigos se había dado cuenta de los sentimientos que desde años atrás perseguían a la leona.

Recuerda que sus sentimientos empezaron a nacer cuando en quinto curso Ron la salvó de ser golpeada por una bludger que iba directo en su dirección. El pobre se interpuso entre su cuerpo y la pelota y terminó inconsciente por tres días, donde ella totalmente agradecida por el gesto se dedico a cuidarle hasta que la enfermera le dio de alta.

Desde aquel entonces ella tuvo que ocultar su enamoramiento ya que al poco tiempo Lavender Brown había empezado a salir con el muchacho, cosa que evidentemente la puso muy triste, aunque se refugiaba siempre estudiando.

Pasaron los años y Hermione nunca tuvo el valor para declararse. No era ninguna ocasión especial pero había mandado a grabar una escoba con el nombre de Ron para obsequiarsela en un par de días, estaba entusiasmada por eso, tal vez así podría demostrarle que le apreciaba y él se interesaría en ella.

Lastimosamente ese día el ministerio había organizado una fiesta para recaudar fondos. Todos los departamentos del ministerio estaban invitados y las personas más importantes del mundo mágico, Ron por ser un gran exponente del Quidditch era una estrella que no podía faltar. Harry que era el jefe de aurores tampoco se perdería de esa gran velada. Otros personajes como Draco Malfoy, Blaise Zabinni, Dean Thomas y Neville también eran participes de este acontecimiento gracias a sus cargos en el ministerio.

Hermione no había comprado nada para la ocasión así que le pidió a su secretaria que era Pansy Parkinson, gran amiga suya por cierto, ya que incluso compartían departamento, que le ayudara para vestirse adecuadamente.

Así, saliendo a medio día del ministerio, ambas amigas se encaminaron a Londres muggle y tardaron el resto de la tarde en comprar y comprar.

Llegaron una hora tarde al evento aunque en total desacuerdo con Hermione que era tan puntual. Pansy le había dicho Hermione, lo bueno siempre se hace esperar y la mandó a relajarse y tomarse todo el tiempo del mundo para arreglarse y llegar relucientes las dos.

Al llegar, ambas se encaminaron hacia los amigos de Hermione ya que no había rastro de ninguna de las serpientes, y la leona pensó Seguro que todas piensan lo mismo que Pansy. Ahí fue cuando sin darse cuenta Hermione arruinó su propia felicidad, no notó con qué ojos se quedó mirando Ronald a Pansy que usaba un vestido plata hasta los tobillos que dejaba una abertura en el lado derecho y llegaba hasta la mitad del muslo de la pelinegra.

Hermione los presentó totalmente inconsciente de lo que en el futuro próximo pasaría, se puso a charlar con Harry que desde hacía tiempo no veía y ni notó la amena charla entre Parkinson y Weasly. Al cabo de un rato llegó Draco Malfoy que para sorpresa de todos era buen amigo de Harry,

no había necesidad de presentación, pero Hermione se sorprendió cuando Draco le lanzó una penetrante mirada que tuvo que ignorar, seguido de Malfoy venían Blaise Zabinni y una mujer que sobresalía de entre todas, Daphne Greengrass, modelaba un hermoso vestido lila con brillo que dejaba al descubierto su espalda y no tenía tirantes. Las castaña pensó que nunca en su vida podría usar algo así y sólo atinó a saludarla cortesmente, luego se enteraría que Daphne tenía 4 años casada con Zabinni.

La velada siguió tranquila después del discurso que dio Liam Jones, el ministro de magia desde que Hermione había entrado a trabajar, y la banda comenzó a tocar música donde al cabo de un rato ya había varios participantes en la pista incluyendo a Zabinni con su esposa. El resto de ellos estaban sentados en una misma mesa donde Draco Malfoy era el único que no tenía con quién conversar, Hermione sabía que era uno de los solteros más codiciados ya que Parkinson le leía el top de Corazón de Bruja todas las semanas, cuando terminaron el colegio ambos slytherins se distanciaron cosa que era evidente hoy en el baile. La castaña le lanzaba miradas al rubio de cuando en cuando creyendo que este no se daba cuenta, no sabía porqué lo hacía, tal vez era que tenía tantos años sin verlo que necesitaba ver cuánto había cambiado física y mentalmente, ya que cuando se saludaron no dejó ver rastro de asco ni mencionó algún comentario grosero.

Tenía casi media hora entre hablar con Harry y mirar a Draco que de un momento a otro se sorprendió de que este se pusiera de pie y luego los haya interrumpido.

- Harry, ¿me permites un momento con tu amiga? – Sin notarlo, la joven empezó a sudar frío.

- Hm, seguro, Draco. – Dijo el azabache amablemente. – Te veo al rato, Mione. –Dijo mientras se dirigia hacia un mesero para tomar una copa de vino.

- Granger. – Dijo tomando asiento a su lado, ella no lo pudo notar pero él estaba muy nervioso en ese momento.

- Malfoy. – Contestó ella a regañadientes. No es que lo despreciara o algo pero se sentía algo incómoda.

- ¿Te gustaría bailar conmigo? – Le tendió una de sus pálidas manos. -Es que llevas tanto tiempo mirandome que pensé que si te sacaba a bailar satisfaceria ese pequeño capricho tuyo.

El rostro de la castaña se tornó totalmente rojo y en un intento desesperado para que Malfoy no lo notará se puso de pie, pasó de él y dijo:

- Claro, vamos. – Ella estaba de espaldas a él así que no notó que el rubio se reía y la seguía a la pista.

Cuando ella se detuvo él se posicionó frente a ella y volvió a tenderle la mano, como ya había pasado el sonrojo de la leona pudo mirarlo a la cara mientras tomaba su mano. Draco la agarró de la cintura mientras empezaba a moverse al compás de la música. Él no quitaba los ojos de encima de ella y ella sólo atinó a ver cómo, después de haber pasado largo rato bailando, Ron y Pansy huían de la multitud. Inmediatamente se tenso, cosa que Draco pudo notar al mismo tiempo que veía lo mismo que la leona. No se lo pensó mucho pero la acercó más a él y eliminó la mayor cantidad de distancia que lo separaba del oído de la castaña para decirle.

- Granger, ¿Alguien te ha dicho lo guapa que luces esta noche? – Sintió cómo ella daba un respingo antes de contestar.

- ¿Qué te traes ahora, Malfoy? – Tantos años de malos tratos y comentarios hirientes no se evaporan como el agua. Intentó alejarse un poco de él pero el rubio la tenía bien sujetada.

- Está bien si solo dices Gracias, Malfoy. – Hermione frunció el ceño y nuevamente intentó alejarlo, esta vez tuvo un mejor resultado.

- Hemos bailado suficiente, hurón. – se safó del agarre y sin notarlo empezó a caminar en la misma dirección en la que se habían ido Pansy y Ron.

Draco se reía mientras seguía a la castaña y confirmaba su antigua sospecha de que a la comelibros le gustaba el pelirrojo. Hermione terminó fuera del salón en un patio muy amplio donde aparentemente no había nadie. Claro que no sabía que minutos antes su amiga pelinegra y su amor de escuela habían desaparecido juntos. El rubio salió y la vio parada observando el patio, él se recostó en la puerta que ya cerrada amortiguaba el sonido de la música.

- Granger ¿es que nadie te ha dicho que es de mala educación espiar a las personas? – Enojada se giró y lo encaró.

- Yo no estoy espiando a nadie, Malfoy, y en el caso de ser así ¿nadie te ha dicho que es mala educación seguir a personas sin su consentimiento?

- Yo solo salí tomar aire. – Mintió el ex Slytherin.

- Pues yo también, tanto de ti empezaba a asfixiarme.

- Granger ¿Sabes que han pasado los suficientes años como para que sigas siendo tan inmadura como en el colegio? – Estaba molesta, pero eso no impidió que se sintiera culpable… el rubio había sido cortes, y hasta amable, con ella toda la noche y ella solo lo amedrantaba cada que podía. Entonces bajó la mirada.

- Disculpa, Malfoy. – Luego lo miró un segundo antes de darse la vuelta nuevamente.

Iba a irse porque no tenía nada que hacer, antes de salir no había visto ni rastro de su amigo Harry así que seguramente se quedaría sola, empezó a caminar sin antes notar que todo era césped y con toda la tierra que había sus tacos se quedaban anclados cada que daba un paso. Draco noto la situación de la leona y se rio un poco mientras observaba cómo ella trataba con su mejor esfuerzo caminar y no caerse, seguro ni se le había ocurrido quitarse los tacos.

Anduvo un poco más hasta que sintió cómo era elevada del suelo y se encontraba con los ojos grises de Draco quien la cargaba cual princesa.

- Granger, Granger… y así se dice que eres la más lista de la generación. – Decía él sin mirarla mientras negaba con la cabeza.

- Bájame, Malfoy, no hay necesidad de hacer esto.- Ella empezó a patalear inútilmente, hasta que se cansó.

Ni siquiera se dio cuenta cuando llegaron a la puerta enorme que marcaba el final del patio y la salida de la gran sala de eventos, se mantuvo aferrada al cuello de Draco que resultaba molestamente cómodo y donde podía apreciar en primera fila el exquisito olor que desprendía el rubio.

- Yo sé que es una dicha poder abrazarte a mí sin alguna excusa válida, pero con el tiempo empiezas a pesar, Granger. – Hermione se soltó como si quemara y Draco la colocó suavemente en el suelo.

- Gracias. – Atinó a decir al final.

- Y, oye. – Habló nuevamente el rubio y ella le miró con incertidumbre. – Luces realmente guapa hoy. – Esbozó una sonrisa al estilo Malfoy y le guiñó un ojo.

- Ya basta de bromear, Malfoy. – Se molestó ella.

- ¿Te parece que bromeo? – Dijo mientras la tomaba del brazo y la acercaba a él, ambos se embriagaron con el olor del otro, y fue peor para Hermione cuando Draco dijo. – Porque te aseguro no estar haciéndolo. – En su oído, con una voz grave que le hizo dar un vuelco al estómago y que una corriente le atravesara todo el cuerpo.

- Oye, Malfoy, ¿qué crees que haces? – Ella no se dio cuenta de que su voz sonaba más suave de lo que habría deseado y que tenía los ojos cerrados.

Continuará...