¡Saludos! Después de pensar un poco, he decidido seguir adelante con mi idea, continuar lo que ya he hecho, mis One-shots fluffs, hasta los eventos de la Titán Hembra. A pesar del summary, no será una novelización en el sentido más estricto de la palabra, porque no incluiré todo, incluiré lo que a mí me parezca más relevante, y será, más que nada, desde la perspectiva de Annie. Espero que eso no les resulte molesto.

¿O sea que ya entrarás al canon?

Eh... sí... bueno... (voz de Jorgen von Strangle) No exactamente.

Antes quiero tomarme mi tiempo con la pareja, no quiero pasar de apenas confesar sus sentimientos a Stohess tan apresuradamente, no sé, no me gusta. Así que durante un par de capítulos, quizá tres, serán los One-shots a los que, si han leído algo de mi parte con anterioridad, están acostumbrados.

Si entraron aquí buscando ver sangre, calma, ya llegaremos a eso. Mientras tanto, los dejo con otra de mis historias, que ya ni me molesto en advertir que son empalagosas a más no poder, ya es como mi firma, mi marca. Sin más, espero que les agrade.

Spoilers del manga, ¿supongo?

Shingeki no kyojin y la portada le pertenecen a sus respectivos y muy talentosos dueños


Camina con lenta torpeza, tratando de mantenerse lo más silenciosa que puede, pero los viejos y algo desvencijados tablones crujían ante la más mínima presión, socavando sus esfuerzos. Intenta rememorar, con limitado éxito, la dirección correcta, la acción de escabullirse por los pasillos engullidos en la opresora oscuridad difícilmente una que le resultara novedosa, era, de hecho, recurrente, sin embargo, el que no estuviera obligada a llevarla a cabo en esa ocasión particular mermaba bastante la ya de por sí diminuta disposición que tenía cuando sí lo estaba. Se detiene de cuando en cuando para tener una idea mejor de sus alrededores, guiándose con lo poco que es capaz de percibir, el camino cada vez más familiar, la dificultad en moverse a través de las tinieblas reduciéndose conforme avanza, algo de la vía ya grabada en su cabeza.

No le toma mucho tiempo finalmente dar con la salida más próxima, escapándose por una de las ventanas para verse inmersa en la intemperie nocturna, lo único que le logra dar orientación siendo los brillantes astros en el firmamento, o lo único hasta que, muy apresuradamente, logra alejarse lo suficiente para creer seguro encender su linterna, estirando el brazo que sostenía el farol lo más lejos que le es posible, el fuego iluminando la ruta. Qué fastidio. Se pregunta por lo que podría ser fácilmente la quinta o sexta vez la razón por la que se hallaba ahí en lugar de en el relativo confort de su cama, curiosa, con no poca exasperación hacia ella misma, de por qué diablos cedió.


El entrenamiento militar había ya concluido, el instructor Shadis acabando de ladrar sus últimas órdenes y dándoles permiso de descanso, los reclutas no tímidos en demostrar su alivio. Se da por iniciada la hora de la cena, la gran mayoría tomando dirección hacia el comedor de forma inmediata, algo comprensivo tras un día particularmente extenuante, los pocos que quedaron detrás más temprano que tarde siguiendo al resto, tentados, movidos por la idea del almuerzo, unos ya acostumbrados a su… cuestionable calidad, otros encontrando cierto conformismo avergonzado, quizás hasta un enajenado, incomprensible gusto por él, pero todos deseando sentir algo en su estómago.

"¡Eren, ¿vas a venir?!" Pregunta Armin desde lo lejos, levantando una mano y haciéndole señas, una chica asiática al lado de él, mirando con una muy marcada antipatía a la pequeña rubia que se hallaba a no más de dos metros de distancia del chico en cuestión, de brazos cruzados y mirada perdida en algún otro sitio, no molestándose en ocultar su falta de interés en la interacción o su indiferencia ante ella.

"¡En un minuto!" Responde, sacudiéndose lo mejor que puede rastros de tierra de su ropa "¡Adelántense, ahora los alcanzo!" Con esto, su amigo asiente, llevando tras de sí a la muchacha, mas, de haber podido escuchar la corta conversación de por medio, habría notado que no con poco esfuerzo, Mikasa mostrándose renuente, sugiriendo esperar por él, pero logra convencerla de acompañarlo.

"Sabes, realmente creí que te ablandarías después de… ya sabes" Comenta con sufrido humor al sentir los músculos de su cuerpo quejarse y resentirse, los moretones que le quedan tan frecuentes que ya desde hace mucho son la norma y no la excepción. Que usara un eufemismo para mencionar lo acontecido un par de semanas atrás, el rendirse, sucumbir a sus deseos, hace que arquee una ceja, llevando un mechón de cabello que dificultaba su visión detrás de su oreja. Sin embargo, lo deja pasar sin darle más atención.

"Soñabas, Jaeger. Además, pensé que te gustaba que fuera dura contigo" Alega, procediendo a sorber agua de su cantimplora, satisfecha de sentir el fresco líquido bajar por su garganta, antes de ofrecerle, tomándola sin mucha duda, buscando aliviar la sequedad de su boca.

"Sí, eh… 'gustar' no es la palabra que yo usaría. Pero tienes razón… más o menos: prefiero que no te retengas, pero un poco de autocontrol no te caería mal"

Piensa por un segundo en lo que dijo, o por lo menos aparenta hacerlo, antes de preguntar: "¿Y dónde estaría lo divertido en eso?" Lo juzga, o quiere juzgarlo, como su propio intento de comedia, mas el inexistente cambio en su faz hacía complicado catalogarlo como tal. Nota que está de mejor humor que de costumbre. Tal vez sea el momento indicado para hacer lo que tenía en mente desde hace unos días.

"Oye, he estado pensando y-" Empieza, sin embargo, apenas iba a comentarle cuando es interrumpido.

"Eso es nuevo" Su voz y semblante se mostraban ya claramente más animados, aunque la diferencia no era tan notable. Se permite sonreír un poco ante su casual insulto a su inteligencia. Sí, definitivamente de mejor talante.

"Ajá, muy chistosa. Ya en serio, me preguntaba si te gustaría hacer algo interesante después" Su falta de respuesta, quiere creer, mostraba que lo escuchaba, por lo que sigue "Encuéntrame más tarde a la orilla del río, por la gran roca" Propone, haciéndola considerar la inusual petición, cambiando el peso de su cuerpo a una sola pierna, manos en sus caderas.

"¿Para qué?" La proposición le resultaba extraña pues, de querer estar juntos, solían hacerlo en algún recoveco rarísima vez transitado de alguno de los humildes edificios de la base, o en las áreas próximas del bosque en donde combatían y entrenaban, el sitio que señala estando demasiado adentrado en la floresta para servir sólo como privacidad. Pero, piensa con algo de vergüenza, no se escuchaba mal del todo.

"Es una sorpresa" Declara enigmáticamente, muy para su fastidio, haciéndola girar los ojos hacia arriba, no encontrando sentido en ocultar su inconformidad ante lo claramente innecesario de mantenerla ignorante de sus intenciones, el gesto haciéndolo sonreír "Río. Gran roca. Dos horas después de que se apaguen las luces. ¿Bien?" Es el último detalle lo que hace que la idea se le haga mucho menos atractiva, no por ningún valor que le dé a conciliar el sueño temprano, cosa que rarísima vez ocurre, sino porque odiaba verse obligada a estar por su cuenta en la negra noche, haciendo brotar recuerdos desagradables. Mas da un reacio, nada enérgico ni gustoso asentir.


Le convenía que, sea cual fuere su intención, valiera la pena, una parte de ella aún mostrándose molesta ante su negativa a darle siquiera explicaciones, ya ni se diga el que esté en medio del bosque en plena noche, sin embargo, otra no puede evitar hacerla sentir cierta… emoción, supone, una peculiar expectativa, una lo suficientemente fuerte como para hacerla acceder a tal despropósito. Y esta última parte se achicaba a cada paso que daba. Acerca su mano disponible al cristal que se volvía cada vez más cálido por la tenue llama dentro de él, la ausencia del agradable sol primaveral provocando un moderado frío que la molestaba inmensamente, lejos de las ventiscas y las tormentas del inclemente invierno, pero aun así una temperatura demasiado baja para su gusto, haciéndola agradecer haberse cubierto con mucho más que sólo su ropa para dormir y la capa verde del uniforme. Aún otra razón por la que se debió negar.

Los ruidos de la naturaleza a su alrededor hacen eco, resonando, búhos chirriando a lo lejos, grillos cantando entre los hierbajos, las copas de los árboles moviéndose casi imperceptiblemente, el viento silbando con gentileza, la luz en sus manos lo único que perturba el casi total adueñamiento de las sombras del lugar. Camina insegura, cautamente por los ahora confusos caminos, no teniendo precisamente afecto por el hosco mundo nocturno, apenas tolerable en el mejor de los casos, completa aversión por su parte en el peor, las sombras volviendo al más sordo sonido un retumbo, al más leve movimiento uno vertiginoso, a la más inofensiva de las criaturas una amenaza. No era un miedo, no, en lo absoluto, simplemente el estar envuelta en las tinieblas incitaba sensaciones de... impotencia; indefensión; vulnerabilidad. Hacía emerger acerbas remembranzas, lo que sucedía cuando fallaba en ser 'la guerrera perfecta' aún bien cincelado en su mente, esas estrechas paredes, ese silencio total excepto por sus quejidos y súplicas, esa abrumadora oscuridad.

Atraviesa la vegetación hasta que sus oídos captan, con gran alivio, el agua del riachuelo correr en apacible estado, el relajante sonido indicándole que no podía faltar mucho para alcanzar su destino, yendo por la ribera corriente arriba, desviándose un poco de ella hasta que apenas y logra entrever la silueta de la roca que mencionó. Nota movimiento al lado de la gran piedra, pudiendo adivinar de lo que se trataba, la flama de su linterna sin duda haciéndola resaltar entre todo lo demás.

—Aquí—Escuchó tras un rechistar, reconociendo a la perfección la voz. Se acerca para encontrar al responsable de que esté ahí a tales horas, apoyado sobre la dura superficie, su propio medio de iluminación a sus pies, extinguido, para ahorrar combustible, asume como opción más probable, envidiando el cómo puede estar tan tranquilo en las penumbras—Llegas tarde—Señala con voz divertida, para su irritación.

—Tienes suerte de que haya venido—Dice con un tono nada amistoso—Al grano—Declara con una moderada agresividad, haciéndolo mantener una expresión seria, algo incómoda, no estando seguro de si sentirse divertido o aterrado. Ella era muy propensa a causar ese efecto, intimidar a pesar de lo que uno podría considerar, al menos en la teoría, como una apariencia amenazante ínfima.

—Sígueme—Sus ojos se abren levemente por una fracción de segundo antes de entrecerrarse, claramente disconforme con el pobre resultado, habiendo esperado algo más satisfactorio que otra simple indicación vaga e inespecífica, su opinión fácilmente filtrándose a través de su expresión, obligándolo a dar lo que espera sea una sonrisa alentadora—Confía en mí, ¿quieres?

Considerando que el daño ya estaba hecho de por sí, no ve nada particularmente nocivo en que siga con su sinsentido, agradeciendo, aunque le disguste admitirlo, la compañía, una infinidad de veces mejor que estar a solas en la abrazadora lobreguez—… Bien.

Asiente, empezando a andar a través de los abetos y arbustos, cambiando de farol con ella para no tener que encender el suyo, llevándola por rumbos sin explorar por ella, partes del bosque que nunca se había molestado en recorrer, el entorno pareciéndole menos y menos conocido. Procura mantenerse cerca, lo más que puede, apenas dejando espacio de uno o dos pasos entre ella y su espalda para evitar hasta la menor probabilidad de rezagarse.

El sendero, hasta entonces desconocido por ella, empieza a requerir más y más esfuerzo para transitar, volviéndose cada vez más vertical, demandando incluso en tramos que dejaran de caminar y empezaran a escalar; la altura no era realmente un obstáculo difícil de sortear, pero el simple hecho de que tuvieran que hacerlo en primer lugar la intriga y desconcierta, la curiosidad y ya casi agotada emoción que sentía en un principio reduciéndose conforme avanza detrás de él, casi desapareciendo por completo, la molestia pareciendo ya mucho mayor que la ignota recompensa.

Hasta que frena de golpe, haciéndola casi chocar con él; confundida ante el brusco cambio, va a su lado, buscando ver el porqué. Se halla viendo el bosque desde lo alto, no precisamente en una colina, sino en un mero, pequeño espacio abierto que sobresalía del terreno cada vez más elevado en relación al bosque. El cielo estrellado, libre de cualquier nube, alumbra grácilmente los alrededores, la luna, o lo que podía observar de la luna, brillando en argentífero fulgor. Sería fácil para cualquiera quedar absorto ante tan llana pero hechizante escena, tal su caso.

—Sorpresa—Dice con tono jocoso, viéndola de reojo, casi esperando ser golpeado, no seguro de cómo se lo tomaría, la idea, desde el principio, no pareciéndole tan distinta a jugar con fuego. Sin embargo, tal cosa no sucede, la única reacción que logra discernir es que abre un poco los ojos y sus labios se separan por un espacio insignificante. Tomándolo como una buena señal, relaja su tenso cuerpo, ya no preocupado de que considerara su plan tan ridículo o que lo tildara una pérdida de tiempo, una molestia, a lo más. Deja la linterna a un lado después de apagarla y camina la escasa distancia hasta un borde, sentándose en el pasto, sobre sus piernas. No tarda mucho en ser acompañado, Annie tomando asiento a su derecha, nula distancia entre su hombro y el de ella.

—… No está tan mal—Susurra en derrotado reconocimiento, no despegando los ojos del panorama, haciendo que dé una mueca de diversión. Se mantiene insegura de si debería escudriñar la centelleante bóveda celeste o si en su lugar centrarse en el paisaje que ésta hacía relucir, dándole vida, belleza a algo que hasta hace apenas minutos sólo podía describir como muerto, horroroso, repulsivo, un sentimiento de paz, de sosiego llenándola—¿Vienes aquí seguido?

Se mantiene en silencio, permitiéndose contemplar él también las vistas, maravillado ante su sencilla hermosura. Ojalá ella pudiera verlo. Daría lo que fuera para que ella pudiera verlo.

—A veces—Contesta vagamente, irrumpiendo en su memoria las serenas noches de verano en las que solía subir al tejado con ella, la mayoría de las veces encontrándose los dos solos, su padre frecuentemente en viajes; él, le buscaba formas a los astros, ella, reía en ternura y le seguía la corriente—Cuando quiero pensar, o estar solo, o…—Su mano izquierda, desconocido para ella, agarra con fuerza el pequeño césped, mas el sentir repentinamente la de Annie en la opuesta logra que se calme. Fue capaz de distinguir cierta… amargura, tal vez hasta ira en su voz, no siéndole difícil relacionar el sentimiento tácito con lo que dijo, o, más precisamente, con lo que no dijo. Hará lo que él hizo por ella esa gélida noche. Le debe eso, al menos—Creí que te gustaría, y al parecer no estaba mal—Responde con un 'hmmm', dándole el merecido crédito, el resultado no pareciéndole en lo absoluto decepcionante en ese momento.

—Hermoso…—Masculla, más para sí mismo que para ella, la vista nunca cansándole. En el día era grandioso, sí, pero, en su opinión, nunca podría igualar la majestuosidad que sólo se lograba en la noche—Este mundo… me niego a creer que empieza y acaba en estas tres asquerosas paredes—Declara de la nada, sólo logrando identificar determinación en su voz, pura, ígnea, ferviente, captando toda su atención—Si tan poco como esto es tan increíble… ¿cómo será todo lo que esté ahí fuera? ¿Te lo imaginas?—Su tono cambió tan abruptamente que la hace abrir los ojos en sorpresa, pasión sustituyendo, superando con creces al anterior, congoja, no dándole tiempo de siquiera replicar antes de que continuara—¡Las tierras de hielo, las montañas de fuego, los enormes espacios de arena, el océano!

Ahí estaba. Esa osadía de pensar lo que a muy pocos llega a apenas pasarles por la cabeza, ya ni se diga defenderlo; esa voluntad de no conformarse con las migajas que da la vida, no, quiere más, necesita más, y peleará más que gustoso por ello; esa disposición a plantarse en su lugar, mantenerse firme, sin importar lo que haya en contra, sin importar si todos los demás se doblegan. Ahí estaba. Esa tremenda idiotez. Eso que admira de él.

No sabe bien cómo sentirse al respecto, no sabe qué pensar de su estulticia, qué pensar de verlo tan entusiasmado, tan febril por explorar ese repugnante mundo, ese mundo que le parece tan… vacío; no con el conocimiento de que nunca podrá hacerlo; no cuando es consciente de lo hostil, cruel que en realidad es, y quizá él también sabe, o cree saber lo que es tener a aquel mundo como enemigo, mas él piensa que una vez que los Titanes se extingan tendrá esa libertad que tanto desea, esa paz con la que tanto sueña. Ojalá fuera tan simple. Ojalá ella también pudiera verlo así.

—¿Qué tiene de especial este mundo, de todas formas?—Decide objetar con honestidad, o por lo menos lo más honesto que le es posible. No parece sorprenderlo y, algo que encuentra sumamente extraño, no la contradice con ese avivado, intransigente deseo de ver lo que hay más allá del último Muro, esa tierra desconocida de la que sólo ha escuchado a escondidas, lo que está tras liberarse de sus jaulas, sino que lo hace de forma calmada, se atreve a creer que hasta comprendedora.

—Dices eso porque no crees que haya algo que valga la pena. Tal vez… cuando no haya más Titanes… te lleve a que lo veas—Habla lo primero que pasa por su mente, no filtrando nada.

—¿Oh? ¿Vas a llevarme?—Resalta con lo que espera sea un tono burlón—¿A mí, una frágil damisela?—El comentario hace que se sonroje, agradeciendo que la falta de luz ensombrezca su rostro, pero no se retracta, el silencio conllevando que en verdad pretendía hacerlo. Desvía la mirada de él para volver a centrarse en el horizonte, en la preciosa vista. El océano, ¿eh?

¿Qué más puede hacer, sino dejar que mantenga esa vana mentira, ese sueño que no llegará? ¿Qué más puede hacer, sino ella también, en un impulso de completa estupidez, fantasear con futuros oníricos, futuros que están tan alejados de la realidad que resultan absurdos, mas bellos por mérito propio?

Futuro. Quiere reír ante la casi ultrajante palabra. Futuro. ¿Qué futuro? ¿El de él? ¿El de ella? Ninguno existe. Era nada más y nada menos que una mera cuestión de a quién se le agotaba primero el presente.

—Eso no suena tan terrible—Responde en un suave murmuro, sus palabras denotando nada más que una mezcla de sinceridad y, sobre todo, un fuerte anhelo, reclinando su cuerpo en el suyo, su cabeza encontrando su hombro lo suficientemente confortable como para apoyarse en él. Lo inusitado del suceso lo hace mirar por el rabillo del ojo, alcanzando a ver sólo un atisbo de ella, efectivamente, en su hombro, no dejando de concentrarse en el firmamento, o en su defecto desviando la mirada de momentos hacia el terreno silvestre. Da una sonrisa a medias, un pequeño curvar de los labios, realmente sorprendido y satisfecho de que su intento de velada no haya sido el fiasco que temía.

El tiempo pasa con un ambiente silencioso, cómodo tomando lugar, ninguno encontrando motivo suficiente para romper la quietud, ninguno siquiera seguro de qué decir de hacerlo, así que solamente dejan la arena caer, no viendo necesidad de hablar. Sin embargo, el cansancio y el adormecimiento empiezan a surtir su agotador efecto, resultándoles cada vez más difícil retener los bostezos y mantener los ojos abiertos.

—Ya deberíamos irnos—Indica Eren mientras se pone de pie y toma la linterna, encendiendo la mecha con un fósforo que ella puede ver como arcaico, prototípico, muy inferior a los que ella conoce, pero para él, era un invento sumamente reciente. Puede notarlo reluctante a la idea, pero el camino de regreso no era precisamente corto, además de que no había razón alguna para creer que el día siguiente, ya a la vuelta de la esquina, no sería igual de pesado e intenso. Asiente, dando un pequeño suspiro de decepción, algo molesta de que ese momento, ese apreciable escape de la realidad, termine, tomando su propia linterna y siguiéndolo de cerca.

Emprenden el retorno, el silencio lo único que se mantiene igual… eso y su aborrecimiento total hacia la oscuridad. Eventualmente, se aproximan al punto en el que es ya arriesgado mantener la llama viva, y al punto en el que deben separarse, él, hacia las barracas masculinas, ella, hacia las de las féminas. Se mantienen de frente, casi que esperando a que el otro hiciera algún movimiento, siendo él quien cede bajo la presión, el mantenerse a la expectativa probando demasiado para él: se inclina, buscando sus bezos, suaves, fríos. Seguía siendo extraño para ambos, pero cada vez resultaba algo más natural, más correcto, más sencillo.

Casi se queja al sentirlo retroceder, por una vez apreciando la oscuridad al prevenir que viera con claridad su rostro pálido pigmentarse rojo—Te… veo mañana—Dice él en tono avergonzado, considerándolo suficiente despedida, dejándola detrás. Lleva un par de dedos a sus ahora húmedos labios, no prestando ni la más mínima atención a que las sombras la rodeen ni a estar sola con ella. Quizá sí haya valido la pena haber accedido, después de todo.


Eso es todo, amigos. Éste estuvo complicado, tengo como tres versiones distintas que no me terminaron de gustar. No duden en dejarme sus opiniones, por favor, que de verdad ayuda. Lamento muchísimo la demora, de haber aprovechado el tiempo en estas vacaciones ya tendrían seguro tres capítulos más, pero qué puedo decir, soy un flojo total, aparte de que escribir no es precisamente mi pasatiempo predilecto, qué se le va a hacer.

Ahora, habrán podido notar que un tema en el que me enfoco mucho es la oscuridad. Aquí debo ser honesto, ̶p̶l̶a̶g̶i̶é̶ me inspiré en la historia "Inside the Red Zone", de Euregatto (en serio, si no la han leído y manejan un buen inglés, haganlo. Quizá los primeros capítulos les parezca super OOC, pero después...) y de un headcanon que leí en el que explica que Annie realmente le tiene miedo a la oscuridad y no es sólo una mala excusa.

Qué quieren que les diga, a mí me gustó. Le di mi propio toque al justificar el miedo, ya se podrán imaginar a lo que hago alusión en una parte: hay un limitado número de maneras para forzar a una niña de poco más de un lustro de vida a entrenar todo el día, todos los días, para ingresar al ejército, sobretodo en un ambiente de mediados a finales del siglo XIX.

Segunda preocupación: el título. De acuerdo a mi investigación de 15 minutos en Google, creo, creo haber usado el término correcto, son como 10 palabras distintas en alemán para una sola común en español. Malditos alemanes con su especificidad. Pero el hecho de que no haya ninguna entrada en fanfiction con ella me da un miedo que no tienen idea. Estoy un 10% seguro de que usé la que más se adecúa a lo que quiero decir, pero no lo sé. Si alguno de ustedes tiene una fuente más confiable que los traductores de internet y piensan que me he equivocado de palabra, háganmelo saber para cambiarlo ^^

Aunque todo esto sería innecesario de no ser tan pretencioso y poner el título en español...

(Advertencia: Sensibilidad extrema incoming)

Y bueno, sería todo. Voy a repetirme un poco, pero quiero agradecer a todas las personas que se han tomado la molestia de leer mis historias, y me llena de alegría que haya gente a las que les guste. ¡Nos vemos!

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Sí, bezo con z no es un error ortográfico.