GREEN FACES

Capítulo 8

Bella

No había podido dormir bien durante la noche mientras le daba vueltas a todo lo que había sucedido en solo un día. Edward había terminado conmigo y me había corrido del rancho. Todo había resultado ser un horrible malentendido, claramente no era el tipo de persona que lloraba bajo las mantas, especialmente porque conocía a Edward bien, y sabía que era una persona con algunas inseguridades. La mayoría pensaba que no había nada malo en él. Había sido parte del Team SEAL, era fuerte, musculoso, guapo, tenía un trabajo propio que le generaba asombrosos ingresos y tenía una hermana maravillosa con un cuñado y dos sobrinos igual de fabulosos. Pero yo sabía que había mucho más detrás.

Había llorado muchísimo durante toda la noche, pero ahora era momento de ser productiva y comenzar a arreglar todo este caos.

Y para comenzar había decidido vestirme con mi atuendo favorito. Un vestido celeste hasta la rodilla con un escote en la espalda. Desayuné mi café con leche de almendras y comí un muffin de chocolate, porque el chocolate hace feliz a todo el mundo.

Ahora sí, estaba lista para solucionarlo todo.

Y la primera parada era, por supuesto, Jacob Black.

Jacob rentaba un cuarto en una casa que compartía con Zack, uno de los chicos que estaba realizando su servicio social en la clínica del pueblo. Estaba a minutos de llegar cuando mi teléfono comenzó a sonar, la cara sonriente de Alice apareció en la pantalla de mi celular. Sabía que no tomaría mucho tiempo para que todo el pueblo se enterara de que estaba fuera de la vida de Edward. Pero no permanentemente.

-Hola Ali…

-¡¿Bella?! ¿Cómo estás? Jasper acaba de contarme, ahorita estoy en mi cita de las uñas pero puedo ir corriendo a tu casa en cuanto salga cariño.

-De hecho… ¿podría verte en tu casa? Tengo una vuelta que hacer pero ¿podría pasar? –Alice había estado conmigo durante mis peores momentos universitarios y sabía que podía confiar en ella. Siempre sabía que decir y sus planes para solucionar las cosas solían ser tan terribles como los míos.

-¡Por supuesto Bells! Pasaré a comprar helado y puedes quedarte a dormir, le diré a Jasper que se quede en casa de Edw… de algún amigo –no pude evitar sentir un encogimiento al escuchar como Alice se rehusaba al pronunciar el nombre de Edward. ¿Tan solo una noche podían cambiar tanto las cosas?

SI no arreglaba esto pronto, la bola de nieve no dejaría de hacerse más y más grande.

-Helado suena genial pero no prometo quedarme a dormir, hablamos más tarde ¿ok?

Colgué con Alice y continúe manejando por la avenida hasta llegar a la casa que estaba buscando. Había estado aquí solo una vez cuando Edward y yo íbamos rumbo al hospital y Jacob había pedido un aventón porque su camioneta estaba en el taller.

Era una casa simple de un piso pero con un gran jardín donde pude observar la camionera de Jacob estacionada. Sin pensarlo mucho me bajé de mi coche.

Como le había explicado a Edward la primera vez que nos conocimos, la gente solía subestimarme por ser mujer, por ser pequeñita y por usar demasiados vestidos color pastel. Por dentro era una mujer fuerte, que había salido joven de casa a enfrentar el mundo y trabajar para poder pagar mi Universidad y aun así graduarme con honores. Cada cosa en mi vida la había conseguido a base de trabajo duro, así que no estaba acostumbrada a quedarme llorando en casa. Yo prefería arreglarme, leer o cocinar y pensar en mi próximo movimiento.

Y ahí estaba. Tocando el timbre de Jacob en repetidas ocasiones antes de que se dignara en abrirme. Me miró sorprendido y me invitó a pasar.

-Y bien, ¿a qué debo tu hermosa visita Bella? –me señaló el sofá pero continúe de pie frente a él.

-¿Enserio vas a ser como que nada pasó? Confié en ti Jacob para algo importante y luego haces exactamente lo que te pedí que no hicieras... ¡Se lo restregaste en la cara! –no necesitaba gritar para hacerle saber lo enojada que estaba. –se sentó en el sofá frente a mi mientras pasaba una mano por su frente en señal de pena.

-Amm… no sé de qué hablas, yo…

-Oh no Jacob Black, sabes perfectamente bien de que hablo. ¿Por qué harías algo así? Lastimaste a Edward y por lo tanto, me lastimaste a mí. ¿Por qué lo hiciste? Y luego tuviste el descaro de ir dejar flores ¡flores!

-Lo siento Bella, soy distraído y sabes que coqueteo con todo el mundo. Edward también lo sabe, no pensé que se lo tomaría enserio. ¿Aún tengo trabajo en el rancho?

-Oh no, ni me mires a mí. Habla con Edward, discúlpate y explícale lo sucedido. Yo no pienso abogar por ti ¿me escuchas? –él asintió rápidamente como un niño siendo regañado. –Ok, entonces me voy. Y Jacob, no pienso soportar una más de tus tontas bromas ¿escuchas?

-Lo prometo, ¿eso quiere decir que estoy perdonado? Prometo ir y disculparme con Edward. –Jacob era más joven que yo y por lo tanto muchísimo más inmaduro. Quería creer que todos habíamos sido así alguna vez, impulsivos y tontos.

-Tal vez

Salí de su casa sintiéndome más ligera. La parte 1 estaba hecha. Necesitaba marcar la línea muy claramente para Jacob. Nadie se metía con Edward Cullen o Bella Swan.

/

En cuanto me estacioné frente a casa de los Hale, Alice salió corriendo a abrazarme antes de siquiera poder bajarme del coche.

-Oh Bells, prometo que todo se arreglará. Jasper hablará con él, está siendo un idiota y…

-¡Alice! ¿Puedo al menos bajarme del coche?

-Oh claro, lo siento. Ven. Compré tu helado favorito y tengo galletas para hacer sándwich, si quieres. –Alice no era una excelente cocinera pero si una increíble compradora.

Luego de sentarnos sobre la alfombra en su recámara con helado rodeándonos y una película, comenzamos a hablar. Me recordaba tanto a nuestros tiempos en la Universidad cuanto compartíamos un pequeño cuarto y Alice llegaba una vez por semana con el corazón roto.

-¿Cómo estas Bells? –en ese momento recordé las palabras de Edward, por supuesto que me habían dolido. Mentiría si dijera que no, pero también era consciente de que lo había dicho solo porque yo lo había lastimado antes, si es que eso tenía algún sentido. Tanto él como yo, sabíamos que pertenecía ahí, en el rancho, con él.

-No lo sé. Solo asumió lo peor, pensó que quería irme. Cuando me contrató dijo que después me aburriría y quería regresar a mis trabajos en Dallas y en cuanto vio la carta pensó que yo… ¡no lo sé! ¿Cuándo le hice sentir que quería marcharme? Lo amo, por supuesto que no me iría, lo amo a él y amo mi trabajo. No quiero irme nunca pero él no me dejo explicar nada, simplemente me dijo que me fuera. Supongo que tuvo que ver el que Jacob si supiera de la maestría y yo no.

Alice era la única a la que se lo había contado desde antes de aplicar. Ella había hecho su maestría inmediatamente después de graduarse y sabía que podía contar con ella para escuchar consejos.

No le había dicho nada a Edward porque me atemorizaba pensar que podía no ser aceptada y no quería sentirme avergonzada. Quería que él supiera que era una mujer inteligente y fuerte.

-Oh cariño, ¿cómo es que Jacob entra en todo esto? –luego de explicarle la larga historia ella parecía querer quemarlo vivo. Y no la culpaba. –Mira, entiendo a Edward pero eso no lo justifica. Tú jamás le has dado motivos para pensar que no lo amas lo suficiente. No puedo creer que haya pensado eso de ti.

Sabía que Alice, al igual que la mayoría, veía a un Edward fuerte y seguro de sí mismo, pero Edward había pasado por horrores que la mayoría de la gente como nosotros solo podíamos imaginar pero nunca conoceríamos.

-No, escucha… Edward es especial, tú sabes cuánto me tomó el que me dejara acercarme a él. Perdió a sus papás, perdió compañeros en su trabajo, ha vivido tanto y no quería que entrara a su vida porque no quería exponer su corazón. Voy a solucionarlo Alice. Lo voy a hacer. –ella me abrazó y me besó en la mejilla.

-Oh por supuesto que si Bells. Edward te adora, apuesto a que está extrañándote como loco. ¿Y qué piensas hacer?

/

Retoqué mi lipstick utilizando el espejo de mi coche antes de salir cargando mis dos bolsas que estaban en el asiento trasero. Ya era de noche y el rancho estaba vacío, solo podía escuchar algunos grillos y los caballos a lo lejos.

Utilicé la llave que Edward me había dado y que aún conservaba y entré a la casa. Pude ver que a lo lejos la luz de la cocina estaba encendida y me dirigí ahí a dejar una de las bolsas con comida que coloqué dentro del refrigerador manteniendo solamente conmigo una bolsa pequeña y mi laptop.

Warrior corrió hacía mi moviendo su cola mientras saltaba hacía para acariciarlo. Bueno, al menos alguien me había extrañado.

Ya era tarde y para esta hora usualmente Edward ya se encontraba dándose un baño para irse a dormir, pero decidí que si él estaba como yo, probablemente le estaba costado algo de trabajo el dormir así que decidí checar su oficina antes de subir al segundo piso y buscarlo en la recámara. La puerta estaba cerrada pero un halo de luz se apreciaba por la parte baja de la puerta.

Con pasos cortos y tratando de mantenerme en silencio me dirigí hasta ahí y abrí la puerta. Mi corazón comenzó a latir como loco al ver al hombre más apuesto en su usual silla con los codos sobre su escritorio y su rostro entre sus manos.

Su rostro se levantó de inmediato y percibí un pequeño brillo en su mirada antes de que esta se congelara de nuevo. Quería que todo volviera a la normalidad.

-¿Vienes a recoger tus cosas? Puedo darte tu cheque de una vez –comenzó a buscar su chequera en el escritorio y decidí acercarme en ese momento. Su voz era tan fría que no soportaba escucharlo hablarme así.

-Decidí traer pastel de chocolate que hornee con Alice por lo cual está un poco quemado y traje… ¡vino! –grité con emoción mientras lo sacaba de la bolsa. Su mirada se mantenía sin emoción alguna y su cuerpo seguía tenso. Coloqué todo sobre el escritorio y caminé para situarme junto a su silla, como había hecho la primera vez que estuve aquí al pedirle trabajo. Lo había visto solo una vez antes de eso y sabía que quería estar cerca de él.

Abrí mi laptop y la coloqué frente a él. En la pantalla apareció un pequeño calendario de actividades con diferentes colores y horas establecidas. Ed inmediatamente se acercó a leerlo.

-Ed, siento mucho no habértelo dicho antes. Quería que fuera especial pero luego paso lo de Athenea y lo olvide por completo. Jacob me escuchó hablando cuando estaba solicitando la beca y… y luego me preguntó si había sido aceptada y le dije que sí. Le pedí que no te lo dijera porque YO quería hacerlo, con vino, con pastel y una cena deliciosa y quería mostrarte esto –dije señalando el calendario –la Universidad no esta tan lejos, es la misma distancia que la casa de Rosalie. Puedo ir y venir, además no voy a asistir todos los días ni tendré horarios locos como con una licenciatura. Planee todo esto, ir a estudiar y trabajar aquí y tener tiempo para estar contigo. Todo está aquí y yo lo siento si… siento no haberlo dicho antes, no quería defraudarte si no me aceptaban y luego no quería que pensaras que estaba aburrida de trabajar aquí. ¡Por qué no lo estoy Ed! Tú y este rancho son lo mejor que me han pasado y yo… yo lo siento –para cuando terminé de hablar las lágrimas salían sin parar y se resbalaban por mis mejillas sin que pudiera contenerlas. Tenía más que decir pero el nudo en mi garganta y las lágrimas no me dejaban hablar.

Sentí los brazos de Edward rodearme por la cintura y luego jalarme hasta su regazo. De inmediato mis manos fueron a su cabello y acerqué mi rostro a su cuello. No quería moverme de aquí jamás, no podría hacerlo.

Seguía llorando sin parar y Edward tomó mi rostro entre sus manos y limpió mis lágrimas.

-No quiero que llores Bella. Me duele verte llorar –su voz era apenas un susurro pero sentía mi esperanza crecer. Podía arreglarlo.

-Lo siento –él negó con su cabeza y me acercó aún más a su pecho.

-Estuve estresado por Rose durante todo un mes, con ella y Christopher en el hospital y luego sin saber nada de Athenea, yo… perdí el control. Cuando vi a Jacob abrazarte y luego encontré la carta de aceptación simplemente enloquecí. Debí preguntarte y dejar que me explicaras en lugar de correr a tu oficina molesto y gritarte. Yo soy quien debe disculparse.

-Te amo Ed. Nunca podría irme de aquí, lo sabes ¿no? Estás atado a mí desde que bajaste esa caja de cereal por mí en el supermercado. –una sonrisa se instaló en su rostro y me besó dulcemente. A penas unos segundos pero hizo que toda mi existencia cobrara sentido de nuevo.

-Felicidades por tu aceptación Bella. Siento haberte arruinado algo tan importante y especial. –uno de sus brazos acariciaba mi cabello mientras el otro simplemente estaba sobre mi rodilla -¿Ahora podemos festejar como lo planeaste? Con tu pastel y vino.

Moví mi cabeza para dejarle saber que no y luego besé sus labios.

-Podemos festejar de otra manera Ed, una mucho mejor –y en cuestión de nada sus brazos me cargaron hasta su recámara donde tuvimos un festejo realmente mágico.

/

3 semanas después

Cuando salí de la oficina en la Universidad comencé a buscar mi celular para llamar a Edward. Le había comentado que necesitaba dejar alguna papelería y se había ofrecido a traerme y conocer donde estaría pasando algunos de mis días a partir del próximo mes.

Dimos un recorrido alrededor del campus lo que me hizo recordar mucho mis viejos tiempos donde solía ir en mis shorts y blusas con moños a mis clases mientras soñaba con todas las cosas que viviría en el futuro.

Me encantaba poder recorrer las instalaciones con mi mano entre la suya mientras le hablaba de la escuela y él hacía algunas preguntas. Amaba tenerlo conmigo en un momento tan importante como esto.

Por supuesto que no todo había sido perfecto. Mientras caminábamos algunas chicas volteaban a verlo y susurraban mientras le sonreían al pasar. Había venido en sus jeans y una playera negra que lo hacía verse un poco más pálido y que dejaban ver los músculos de sus brazos, obviamente lo iban a mirar ¡era perfección pura! Decidí soltar su mano y pegarme más a él mientras pasaba su brazo por mi cintura, sin percatarse de nada ni nadie alrededor.

Habíamos quedado en comer después de que terminara de revisar mi papelería, lo que me había tomado más tiempo del que pensaba así que había decidido esperar afuera. Luego de caminar un poco lo encontré sentado en una de las mesas lejanas hablando por teléfono. Me senté junto a él y esperé a que terminara para poder marcharnos.

-¿Está todo bien? -pregunté en cuanto colgó.

-Si. Solo Rose que tiene una cita médica con Christopher mañana y Seth no tiene clases. Quería saber si podía cuidarlo –mi corazón se encogió de amor. Seth era el niño más dulce de la vida y me encantaba jugar con él en el jardín y llenarle de dulces a escondidas.

-¡Claro! Me acostumbre tanto a tenerlo en la casa mientras Rosalie estaba en el hospital que ahora lo extraño como loca. Podemos llevarlo a cenar pizza y luego jugar con él en el jardín, compré un nuevo juego de mesa también pero… -Edward me tomó de la mano riéndose.

-Le dije sí, no te preocupes

-Excelente señor Cullen. Ahora, ¿podemos ir a comer? ¿Qué se te antoja?

Terminamos en un restaurante de comida italiana y mientras comíamos le explicaba todo lo que me habían dicho en la oficina de la Universidad. Poco después recordé la llamada que había recibido mientras estaba ahí y mi emoción comenzó a crecer mientras le contaba.

-¿Qué crees? Tengo una excelente noticia. Mi mamá me llamó hace un par de horas, regresan a Dallas en dos semanas luego de estar casi dos meses en Cancún, así que… ¡los invité al rancho! ¿No es genial? Quieren conocerte –podía sentir el nerviosismo en él. Pero después de todo yo conocía a su familia y quería que él conociera a la mía.

-Amm claro, seguro. Son bienvenidos –le sonreí abiertamente. Sabía que Charlie adoraría a Edward porque podrían hablar de cosas de militares y mi mamá era la fan número de los animales así que podría pasar algún tiempo con los caballos y con Warrior. Todo saldría maravilloso.

-Fabuloso, gracias Ed. Te van a encantar, lo prometo. ¿Listo para ordenar postre?

Luego de ordenar un poco de chessecake, Edward extendió una pequeña caja celeste hacía mí sobre la mesa.

-¿Qué es esto? –le pregunté tomando la cajita entre mis manos, Ed definitivamente no era una persona cursi o romántica pero sabía que tenía el corazón más grande de todos.

-Bueno, vas a ser tu master Bella. Estoy feliz por ti, quiero que lo sepas. Siempre voy a apoyarte en cualquier cosa, incluso si un día decides que quieres hacer tu doctorada en China. Te amo –por supuesto no pude evitar comenzar a llorar y levantarme de mi silla lo más rápido posible para saltar a su regazo mientras lo besaba tratando de transmitirle todo el amor que sentía por él.

-Te amo tanto Ed, nunca podía irme a China. Mi hogar está aquí contigo –lo besé en la mejilla antes de abrir mi regalo.

Dentro de la cajita había un pequeño y delicado collar de oro, era exquisito con un pequeño símbolo de infinito en él. Era simplemente perfecto.

-Ya sabes, pensé que como amas los números esto sería adecuado. –susurró. Y de nuevo me solté a llorar, porque tenía todo el sentido del mundo. Él y yo teníamos todo el sentido del mundo.

-Lo es. Es increíble Ed, es… es perfecto. ¡Gracias! –saber que se había tomado la molestia en pensar en mi para algo así me llenaba de amor y ternura. Dejé que pusiera el collar alrededor de mi cuello y me sentí completa. Con Edward cerca todo era perfecto.


**¡Hola! Espero que hayan disfrutado de este capítulo, Bella resolvió todo y ahora están más felices que nunca. ¿Me cuentan que les pareció? Nos leemos más pronto de lo que esperan. ¡Besos! **


"El verdadero amor no es el amor propio, es el que consigue que el amante se abra a las demás personas y a la vida; no atosiga, no aísla, no rechaza, no persigue: solamente acepta." -Antonio Gala.