Comenzó a llover débilmente, el olor a petricor haciéndose presente. Las gotas cubriendo el suelo seco, Marinette se quedó quieta en el lugar, observando la lluvia con fascinación. En segundos se encontraba con el brazo extendido y la palma de su mano sintiendo las gotas de la lluvia.
Cerró los ojos, viniendo un recuerdo en su mente. El de Adrien entregándole el paraguas y ella en cambio dándole su corazón, sin que él lo sepa.
Parecía tan lejano, como un recuerdo difuso en su mente, aun seguía pensando en él cuando se dijo a si misma que ya no debería, que debería intentar salir con otros chicos, enamorarse de alguien más porque Adrien por más que quisiera solo la veía como amiga. Tenía que superarlo, salir con otra persona, como por ejemplo Luka, ese chico que le atraía de sobremanera. Suspiró y cerró los ojos, abriéndolos cuando escucho su nombre y un paraguas la cubrió.
En su mente un solo nombre resonó. Sin embargo no pertenecía al dueño del paraguas, al ver que los ojos que miraba no eran verdes, eran celestes.
Luka la estaba cubriendo, no Adrien. Todo su ser se desilusiono, a pesar de que el chico era una compañía mas que agradable.
—Te estabas mojando —repuso— ¿Estas bien? —cuestionó al verla tan ida.
Ella bajó la cabeza, su corazón desilusionado, su cabeza aun llena de pensamientos sobre él, sin que pueda detenerlos aun si estaba enfrente de Luka.
—Me gusta la lluvia —declaró como comprendiendo la verdad, esa misma que no podía escapar por más que quiera. Esa "lluvia" como había dicho para ella era una forma de confesar que le gustaba Adrien.
Solo él, no importaba como se sentía al lado de Luka, no importaba como le hacía sentir. Nada se comparaba con Adrien.
Prefiere un frondoso bosque que un tranquilo lago.
Prefiere un piano que una guitarra.
Prefiere una pulsera que una púa.
—Y-yo me tengo que ir —refutó de inmediato.
No podía quedarse más tiempo cerca de él, no podía sentir más confusiones en su corazón. Porque ella era una brújula que solo tenía una estatua de metal.
Así que se echó a correr, mojándose con más fervor al llover con más fuerza. Su sentido común dice que tiene que cubrirse, su corazón solo quería seguir buscando a su dueño y así lo hizo cinco minutos seguidos, buscando a alguien que lo más probable no estuviera en la calle, cuando creyó que podía rendirse, una voz resuena en sus oídos: "¿Marinette?"
Su voz le hace girar su cuello mientras se queda paralizada viendo como Adrien se acercaba a ella. Cubriéndola como la primera vez.
—¡Estas toda mojada! —argumentó— Te acompañare hasta casa.
Ella no puede hablar así que asintió y mientras más tiempo caminaba a su lado. Se dijo a si misma que ese es el único paraguas donde quiere debajo estar.