Desmintiendo y editando errores:

1* Siendo paramecia, Katakuri no puede cambiar de tamaño (a pequeño).

2* Los techos del refugio son igual de altos que los de Whole Cake

3* Tomando en cuenta el Libro "Vivre card": Sanji llegaría a la rodilla de Katakuri. montado en Tony alcanzaría cerca de su cadera.

4* Según Sanji, Katakuri es un vigilante pasivo.

5* Me confundí en otros capítulos y escribí "Sien" en donde debería decir "mentón".

Traducciones en inglés de términos:

Peli-carmin - crimson haired
Oji-carmin - crimson eyed
Peli-morado - purple haired
Rubio – Blonde
Oji-azul - Blue eyed
Usuario - Devil fruit user
fruta - Devil fruit
tez blanca - light skinned (pale skin)
Comandante Dulce - Sweet Commander
mangas tres cuartos - Three-quarter sleeve
Cabizbajo - crestfallen (inclined head)
Sien - a side of the forehead
jovencito - young man

La traducción total si se está llevando acabo, será lenta.

+++H+++

The darkness, my weakness.

The light, no fights, the quietness.

+++H+++

Hoy dejo a Tony en su establo, no tenía intenciones de una aventura (¿Igual que ayer? buscando ser capturado,¿huh?). El huir de casa le daba una variedad de olores más allá que los azucares y el humo de harinas preparadas que se estancaban en el techo.

Salir hacia que el peso su importancia desvaneciera, se volvía un explorador, documentaba y experimentaba con los frutos de los ecosistemas. Sanji ignoraba el valor que tenía su vida, olvidaba que había furtivos mercenarios vagando por este ilimitado entorno.

Negaba que toparía con enemigos, con víctimas, los descubrimientos para bien o mal se volvían inevitables.

Empujó a Cracker de su puerta principal, ese comandante había construido una ridícula casa de campaña hecha de sus galletas, Sanji usó un rodillo de cocina para abrirse paso.

Fue al corral con la excusa de que cepillaría al reno, salvo que preparó su silla de montar; Ocultaba que despertó molido, lo cual se describía en un cansancio en sus pies, unas marcas en sus muñecas y ese dolor de muelas que pretendía aparecer con su "juicio", le dolía su quijada, sus dientes se movían dándole lugar a una nueva muela...

Estaba asqueado de la repostería que tenía por refugio.

Tony no se encontraba óptimo, el reno se acostó de lado sin hacer caso a sus empujones, el animal no quería levantarse, el ojos azules le insistía y pese a la terquedad terminó yendo en solitario saltando por la ventana, brinco las rocas del rio en lugar de exponerse por el puente de galletas.

Seguramente las primeras tormentas lo obligarían a volver temprano, prefería creer que la brisa dejó nubes con ligeras lloviznas.

Los minerales incrustados entre inusuales kernitas daban una vaga idea de que se acercaba a zonas bajas; cuales evitaba pues no era más que un orgánico laboratorio químico, su respiración peligraba pues aquí es donde las erupciones de rocas y gases traían preciados materiales a la superficie…

El camino de caliza se estaba húmedo, Sus botas se resbalaban con los moluscos incrustados en el suelo. Ya había estado aquí antes, unos meses antes pasó un día de campamento usando un martillo y cincel para tomar un petrificado caballo de mar.

No tenía mucho del océano en casa, hacia lo más estúpido para motivarse a que volverá al mar, pronto….

Se imaginaba demandando el vivir nuevamente cerca del mar, esta vez podría zarpar cuando lo deseara.

Suspiraba a actitud decaída, pues las nubes que le seguían oscurecían, le atormentaban pidiéndole que decidiera si disfrutaría de la lluvia o recogería ya mismo esas ramas de sorgo.

Recorría rutas conocidas, algunas tardaban semanas en ser visitadas nuevamente, esta ruta sufrió cambios de los Charlottes al integrar nuevos caminos alternativos que parecían hechos de ladrillos de mantequilla.

Hasta las obras de estos piratas parecían comestibles.

Hoy utilizaba una máscara tal como Katakuri, rojiza y demoniaca, con cuernos altos de gacela, estos sobresalían de su capucha, seguramente le daría un buen susto a los invasores.

No estaría mal fingir que embrujaba a quien se aproximara.

Apretó el elástico alrededor de su cabeza baja, eso le ayudaría a contrarrestar la tortura de sus dientes, su quijada también se resentía.

¡Aún se revolvía la cabeza recordando por que se encontraba molido!

Efectivamente los encuentros sexuales con su pareja demandaban inmenso esfuerzo, no sobraba decir que el tamaño de Sanji podría dar más que desear para un hombre como Katakuri…. El oji-carmín pasaba interminables minutos contemplándole en su clímax en lugar de sobre esforzarlo…

-'¡AAH!'- Se agachó y encogió entre sus piernas escondiendo su brutal sonrojo, '¡Que va! ¡Maldita sea, carajos! ¡Estaba CASADO, era verdaderamente amado en este matrimonio!'

Estos logros los atesoraba (Vivir en Tottoland, servir alimentos a un Yonko…), gozaba su karma a espaldas de su familia…

Su máscara se movía de lugar al inflar sus mejillas en son de frustración, por lo que la tela del interior le daba comezón, era incómoda, multiplicaba sus puntos ciegos por taparle completamente la cara. Aunque no le perturbaba el intenso olor a glucosa, el aroma corporal de su amor.

Se distrajo de su delirio interno al escuchar el galope que se acercaba, probablemente Tony se arrepintió de permitirle ser independiente.

O también Cracker se había dado cuenta que después de recorrer los cinco pisos de esa casa; Sanji no estaba.

Movió su máscara a por encima de su cabeza volteando por donde el estruendo de dos veloces garras se aproximaban.

Mutuamente; El Vinsmoke y el enemigo mostraban desilusión, confusión. Los desconocidos se detuvieron a unos metros. Ellos suponían que su viaje había sido sigiloso como para no enfrentarse a extraños.

-¡Nos-nos está viendo!,-

La grulla que cargaba un conejo...

No a ver otra vez...

El conejo blanco que cabalgaba una grulla...

La grulla…. parlante, que vestía un modesto sombrero de copa advertía a su jinete que habían cruzado miradas con el cocinero.

¿Que era ese dúo? ¿Minks rebeldes? ¿Asaltantes?... Lo importante era que esta raza de animales parlantes los conocía de libros, esos que hablan lengua de humanos y vivían en una isla que desaparecía.

Definitivamente Sanji entendería si están aún vivos solamente por ser aliados de Katakuri, todos los hermanos variaban en raza y especies.

...Pero su repentino ataque con su lanza voladora hizo que se guardase su actuación de "vulnerable".

Corrió colina abajo, cruzo dos puentes de galletas saladas, gritó a por su esposo esperando que tal Cazador volviera casualmente ahora mismo al bosque.

Su segunda esperanza era que este fuese un territorio monitoreado por Cracker, debía ser capaz de encontrarlo a él o los guardianes ambulantes.

Sanji se tropezó a culpa de arbustos de arándanos rancios hechos mermelada, apenas si llegó al final de un puente colgante de pretzels, donde por culpa de esos frutos rojos se quedó pegado entre las migajas.

-¿Por qué?-, Se gritó como maldición mientras se sacudía la comida de encima. Restregó su dentadura, ya debería tener experiencia con estos incidentes, además este era un animal, ¡Dos animales!.

Sí podía domar a un gigante amante de los dulces entonces estos serían fáciles de ahuyentar.

Disminuyo el paso, ¿Qué diablos hacia corriendo?, él era un cocinero ¡Carajos!, ¡Un chef es capaz de matar un conejo!, como si no los conociera por su frágil anatomía. Era una cosa peluda y tierna y fácil de matar.

Tan delicado como para usar una lanza que rebotaba.

No tenía su hacha consigo, su navaja tampoco. No había que poner en riesgo sus manos, sus piernas serian su defensiva.

Tendría que golpearlo, cansarlo o derribarlo. Haría su propio tiempo hasta que de alguna manera Tony le localizara y acarrease consigo sus herramientas.

Siguió corriendo hasta que ellos le alcanzaran, treparía las rocas a su derecha para saltar contra ellas, posiblemente así derribaría a la garza al colgarse de ella.

Faltaba poco, no obstante escuchaba estática a su espalda, el bastardo no blandía una lanza cualquiera, tenía dos filos y rayo como elemento.

Sanji llegó a donde quería, al muro de cabezas de hongos, usaba sus manos y pies para subir salvo que la capa se metía en sus pasos, la liebre estaba por llegar, ésta disminuyó su paso pensando que sería un sin salida para el rubio.

-¿Ahora qué?- El jinete pidió instrucciones de su montura.

-¡Intenta matarlo ahora, ahora!- Gruño y señalo con sus plumas al cocinero trepador que les daba la espalda.

Primero le daría un golpe de advertencia por lo que lanzó su arma apuntando a las setas por las que ya había subido el encapuchado, ese mismo que se tropezó con su propia llamativa prenda, el oji-azul perdió inmediatamente el agarre y… ¿cayó?.

De no ser por la lanza que le perforó contra el muro; el chico caería lastimándose ambos tobillos por la altura. ¿Pero qué suerte no?.

¿Qué diferencia de heridas era ser empalado a no poder caminar por unos pocos días?

Los tres presentes se paralizaron, dos por el shock, el último por el filo que le penetraba.

Gritó, porque había hecho una estupidez que provoco ser fácilmente capturado; significaba que Katakuri le protegió en vano.

Gimió, porque su sangre se resbalaba hasta sus piernas, el metal tocaba sus órganos exaltando su sensibilidad, el arma estaba resbalándose del tronco plagado de hongos.

Hola gran pesadez en creer que un Vinsmoke valdría la pena para un Comandante Sweet (Sanji pensaba el tipo de lamentos del Charlotte.)

La lanza abría la herida, espasmos de dolor se esparcían a cada punta de su cuerpo.

Estas eran heridas, no lesiones ni torceduras.

¿Por qué había anhelado protegerse sin conocer sus capacidades?.

¿Por qué?, ¿por qué pensó en que volaría?, ¿Que parte de su mente lo volvió así de loco?

¿Por qué creyó que intimidaría?…..que ganaría…

Que rabia; unas lágrimas se resbalaban por su flequillo despeinado mientras se aferraba con todo y uñas al muro.

La liebre lo liberaría, tenía que empuñar su lanza para matarle.

La sangre que escapaba y cubría el distante suelo lo entregó a un profundo sueño dejando su cuerpo vulnerable.

++H++

Creía que escuchar un grupo de voces significaba que había cedido a la locura, o es que era criticado por sus otras vidas pues definitivamente había muerto.

La muerte era suave, cálida salvo que ruidosa, sentía otras manos encima de él; Que suerte, creía que terminaría como un fantasma tan transparente que no podría hacer ninguna broma.

Respiraba automáticamente, abrió los ojos y hasta tocio escupiendo una espantosa capsula.

Sus ojos encontraron inmediatamente los de su esposo. Le cargaba en sus brazos entre almohadas y cobijas acumuladas en su regazo. Nadie le mencionó que el cocinero parecía un bebé durmiendo acurrucado.

Su despertar le tenía aturdido, juraba que repetía el nombre de Katakuri, sin embargo, ni él mismo se entendía.

A su izquierda dos asistentes asignaban fechas a esos dulces medicamentos de amargo interior; Guardaban el equipo con el que hacían su revisión. El doctor se ocupaba de empacar un ordenado equipaje.

¿Estaban en Whole Cake?, Tal vez la liebre logro extraerlo del bosque y se topó con algún Charlotte.

Pero la nitidez volvía, así que reconoció el tapiz gris de la sala de reuniones del segundo piso. El olor a agua destilada llegaba a la cocina, el ambiente a cirugía se esfumaba al llegar a su cama cual también tenía uno que otro accesorio que le administrarían sueros y suplementos.

Se estaba entumido a excepción de su cabeza, preguntaba a por las personas que acababa de ver porque no sabía cómo un grupo común de médicos podrían volver a través del bosque.

Los comentarios de Sanji eran demasiado curiosos para el peli-carmín. Deseaba estar actualizado, más aun por que el Charlotte volvió cuando había dejado claro que retornaría durante la nevada.

Katakuri se quitó la franela verde que cubría su boca. Sin excusarse señalo sus propios ojos recordándole al Vinsmoke que su visión del futuro fue la culpable al hacerle volver inmediatamente.

–Conocer el destino no me hace otorgarte oportunidades para modificarlo, sea una total desgracia o no, soy el único que puede intervenir.-

Sanji asintió agradeciendo lo oportuno que fue. Le pidió ayudarle a ver su propio cuerpo cual no sentía absolutamente.

Su abdomen fue la gran víctima, unos moretones en su espalda, rasguños entre su cabello y cuello. La medicina en definitivo le tenía mareado y lento, liberado de dolores pero casi babeando.

-Me encantan tus pantuflas, podría usar una como bolsa de dormir.- Se reía sin siquiera mover su quijada, miraba el suelo y el desastre de cobijas que tapizaban su lado de la alfombra.

-Por eso es que mis pertenencias están abajo en otro closet, eres capaz de sorprenderme con tus ideas.- Contestó mientras intervenía en las líneas de los Den-dens, esperaba llamadas de su trabajo en Whole Cake.

El temblar de los cristales de la ventana advertía que su hogar soportaba con perfección las primeras ventiscas que acarreaban basura como hojas y pelusas de flores.

El actual bosque entre ellos rebosaba de vida que se reproducía, sería una zona peligrosa para alguien con alergias.

-¿Qué hora es, que día es?.-

-Faltan quince para la segunda merienda.- Katakuri saco su reloj de bolsillo y lo recargo en la misma almohada del rubio, si Sanji regulaba sus siestas entonces no arruinaría su apetito ni metabolismo.

El peli-carmín se dirigió a tachar dos días del calendario (de apetitosas fotografías de quesos), obviamente el cocinero puso atención.

-¿Dónde está tu hermano?.-

-Fue un martirio revivirte y te molestas aun en preocuparte por mi familia.- No fue otra pregunta si no otra respuesta a las dudas futuras del cocinero.

No se acercaba al tez blanca pues no terminaba con sus deberes, -Sanji, tengo alrededor de 40 hermanos, ¿De quién quieres saber?.-

El oji-azul no elaboraba muy bien sus palabras por la pesada cantidad de medicamento, por lo que al querer hablar del peli-morado… pues señalo un estampado de galletas de una de sus mantas.

-Escolta a la brigada de salvamento.- El Charlotte no se estaba quieto al mover cajas que llevaba a la cocina y también a la cama.

Sus llamativos envoltorios de regalo hacían que Sanji quisiera levantarse a abrirlos.

Katakuri bajó las cortinas de la ventana, los vientos gritaban acerca del peligro mientras refrescaban la habitación. Encendió todas las lámparas antes de rodear la cama disponiéndose a abrir uno de los paquetes.

Al principio sacó una bolsa de apetitosas galletas verdes, se las dio al hambriento rubio que no las dejaría vivas para una ligera cena.

Las devoraba e incluso recogía las migajas de su pijama, efectivamente el perder sangre le dejo seco de energía pero su estómago no había rugido desde que despertó.

Para cuando terminó; El Charlotte acomodaba los nuevos cambios de ropa. En su mayoría eran cómodos... y hogareños. No más botas anti-espinas ni cinturones para trepar árboles.

El Vinsmoke desvió la mirada. –Estabas cansado de mi desde antes de esto, sé que fue peor que esa vez que una secta me ato a un faro y me usaban de trébol de la suerte.- Se entretenía revisando el enorme parche que cubría un hilo negro con el que cerraron la herida. Casi se desmayaba viéndolo.

Le extrañaba que el hombre mochi no le reprendiera antes de pasearse tranquilamente por la habitación.

-No,- Hoy no le atacaría por lo que ya había pasado. –Experimentar sorpresas me es intrigante, pero no recurras a retos fuera de tu nivel.- Sostuvo con un dedo la barbilla de su pareja, con ese gesto le pedía que no se intimidara por su silencioso estado de ánimo.

Sanji trago saliva; Este riesgo claramente volvía rigurosa su libertad, si es que aun podía tenerla.

-Bajaré a terminar de hornear.-

-Campari…- Katakuri hizo caso al voltear. –Cuando me levante te enseñare a usar el cuchillo y la parrilla.-

Realmente lo amaba, y si devolvía este sentimiento entonces no debía hornearle su misteriosa y azucarada especialidad mientras estaba en cama.

++H++

-Los guardias de tartas estaban cerca, solo me ocupe de medio viaje.- Volvió a por el paquete que mamá envió con un traje completo para él.

Los tres hombres se encontraban afuera despidiendo a uno de ellos.

Se le veía pequeño, pero a ojos del peli-morado era genial porque su madre lo había escogido para él, solo él. –Probablemente uno de tus gemelos vendrá después de mí.-

Ellos mismos sabían a quien se referían. El Vinsmoke no se preocupa por las visitas, si no que le emocionaban.

Sanji estrenaba también sus prendas, usaba un mandil largo que llegaba casi a sus rodillas (parecía un camisón pese que estaba plastificado), tenía un elegante patrón de ramas blancas con sobre un azul cobalto. Su camisa y pantalón eran blancos pero sus tenis eran cafés con cordones amarillos.

El nuevo intimidante traje de combate de Cracker constaba de una camisa formal blanca a mangas cortas con un moño rojo en el cuello, usaba unos pantaloncillos y calcetines altos.

Era un adorable aspecto para un niño, no un comandante.

Katakuri solamente le mostro un pulgar arriba, Sanji aguantaba la risa pues se le abrían los puntos.

El peli-carmín cargaba en su brazo a su pareja mientras despedían al tercer comandante que invocaba guardianes de galletas por encima de la nieve.

-Mira a ese imbécil.- El karma le hizo estornudar por el frio (tristemente escupiendo su cigarrillo) así como el hombre Mochi le jalo la oreja para que no diga eso ni en broma.

++H++

Efectivamente esta es obra del hermano Oven, el hombre no se dedicaba a ser un ministro de alimentos; Sanji sabía que el calor de su fruta del diablo daba una larga 'vida' a los platillos y fuerza a las viviendas originarias de cada isla.

El trillizo les proporciono un calor eterno, peligroso como una piscina de magma en el primer piso (A ventanas, puertas y escondrijos sellados).

El ardor llegaba hasta la punta de la torre, no quería mortificarse de que los pasteles al tope de la casa se estaban derritiendo y congelando al mismo tiempo.

Este indignante sauna se toleraba dependiendo del piso en el que se estaba, no obstante, este era un gesto de que apoyaba su hibernación.

Al investigar, Sanji vio escombros de arena y piedras, cada roca emanaba una pequeña cabellera de fuego. El calor de la cocina no se asemejaba a este baño maría.

Ya se imaginaba a Katakuri derritiéndose a la hora de sacarlas de la casa.

Esta noche el rubio se encontraba en la cima, en el quinto piso. Encendió unos leños en la chimenea, aquí podría disfrutar de un calor suave que lucharía contra la deshidratación, como deseaba usar un suéter para dormir.

La pesada puerta de este lugar negaba la entrada al frio e igualmente al ardiente clima de su hogar, aunque siendo el tez-blanca de poca masa corporal, se congelaba fácilmente.

Katakuri estaba en su turno de asearse mientras Sanji se aislaba recordándose aquellos comentarios con los que el oji-carmín le ahogaba normalmente (pese que no se los repetía desde el último incidente).

El príncipe creía que le irritaba repetírselo, solamente rogaba de diversos modos que se mantuviera a salvo, ese era el sumo resumen de sus pleitos.

Pero su método era inexacto, ¿porque debía seguir existiendo si no amaba el ahora?, entristecía a momentos con esta negatividad, la distancia entorpecía el amor, por ello el Vinsmoke encontró la iluminación, de cómo reaccionaría ante el latente peligro de siempre.

Lo que exactamente el Charlotte debía pedirle era que viviera; en otras palabras…

Vivir por él, con él.

Porque de otro modo tal como en la fiesta de té cual se comprometieron… todo sentimiento cambiaria de motivo si no lo exigia claramente del primer Comandante Sweet.

++H++

Es su primera organización. Si las tazas se derrumbaban, si un postre no estaba en su punto, entonces la responsabilidad era el equipo del cocinero. Sanji repasaba el conteo de las reservas, el orden de las mesas se decidía por glotonería.

Big mom se encontraba a la cabeza de quienes terminaban con los platillos que no le correspondían. En la anterior fiesta Linlin devoró los ornamentos, difíciles de tragar de por si asquerosos.

El chef encargado de esa categoría de dulces termino tan muerto como la portaba del periódico anunciaba.

El rubio autorizó el acceso a la recién horneada fiesta de té, otro equipo entraría a resolver el latente calor cual hacia insoportable el mismo suelo y la pista de baile.

Katakuri se encontraba afuera del salón, mantenía orden entre tropas, tenía poder sobre la de vigilancia y las listas de invitados así como calificar los platillos (no juzgó ninguno, los aprobaba al mirarlos.).

Y aunque fuese el encargado de todo esto, después de unos minutos Daifuku le reemplazó.

El peli-carmín se había ido sin abandonar al aire sus obligaciones, Sanji no preguntó a por ese gigante pues pensarían que el oji-azul tenía problemas.

El Vinsmoke volvió a entrar, aprovechaba los escasos ojos en él para llevar su cofre de regalos, era pequeño por eso pretendía que otros enormes tesoros lo escondieran.

Horneó trufas y chocolates rellenos con los ingredientes que Katakuri trajo para disculparse por dejar al cocinero anteriormente sin vigilancia por unas semanas.

El rubio entró escoltado por soldados torres, en unos minutos el resto de los soldados colocaron caras a cada postre, le agregaban un toque humorístico e infantil al evento.

No se estaba ofendido, aunque esfumaban la elegancia de su comida.

El tez blanca llamó a sus colegas, si pudiera darles unos minutos se los otorgaría, pero el evento si apenas comenzaba a torturarlos con las ordenes de los altos mandos.

Nadie necesita descansar más que otros, si me entero que alguien fuma antes que yo, será el eterno lavaplatos de las dos cocinas.-

-Festejaremos al final porque no tenemos que cantar como esos ancianos.- Se dieron una carcajada nerviosa y palmadas en la espalda de consolación, si la suerte se divorciaba de ellos entonces enfrentarían a sus muertes.

Cambiaron de pañuelos, de uniformes. El azul cielo de estas filipinas le sentía especial.

Coqueteaba con las gemelas hasta que sus sincronizadas voces le aturdieron, seguía a Amande en su vigilancia al invitarla unas copas; Smoothie atrajo a ambos a beber; su hermandad resulto más interesante que el mismo Vinsmoke.

Galette lo buscaba felicitándolo con sus trabajos pese que siempre le daba el crédito a sus alumnos. Esa peli-roja se estaba apegaba a su hermano de mochi si no buscaba al cocinero; por esa pequeña razón Sanji le daba su espacio pues lo habían asignado a verle jornadas enteras durante ya medio año.

Este fue apenas el principio de la apertura, los invitados entraban de apoco así como Linlin tocaba la puerta apresurando para que fuese su turno. Su bienvenida incluía una briza de gotas de tapioca por medio de Zeus.

Al rubio no le apetecía lo que esa criatura desechaba.

Sin embargo, el cielo se tornó frio con un tono a menta, la frescura de la fiesta no impedía el movimiento de los comensales y sus bocas abiertas recibiendo ese postre.

Katakuri se paró a su lado pues con disimulo cargaba su bowl de aperitivos por encima del oji-azul como protección. El Comandante Sweet no cambio su estilo de prendas para la ocasión salvo que vestía lo mismo a color negro y por debajo de su chaqueta una camisa de mangas tres cuartos.

Antes de que compartieran palabras, la Yonko agarró al cocinero como pieza de cristalería para llevarlo con ella a la mesa principal. –¡Todo huele y sabe a amor puro!, Sanji, hoy te sentarás a lado de la persona que más aprecio.-

Efectivamente Big mom lo sentó cual muñeca al lado de un cuadro, de un marco de una fotografía que daba la cara solamente a Linlin mientras Katakuri estaba del otro lado junto a su madre.

La razón del evento era más que capricho, unos celebraban sus cumpleaños en este mismo lugar al beber sin límites. Los hijos de la peli-rosa entraban y salían a placer, no realmente interesados en fiestas comunes.

Sanji no se complacía con dulces, por ello fingió tropezarse en uno de los pudines saltables con los que podría ver la inmensidad del mar rodeando a Whole Cake.

-¿Quisieras ser un pirata, Sanji? Podrías ser un increíble ministro.- La madre Charlotte le preguntó.

El rubio no veía caso en elegir un bando para salir al mar, el Allblue le recibiría siendo un piadoso ángel o el secuaz de un demonio.

-¿Pensaste en que fruta del diablo te gustaría tener?.-

Las preguntas seguían pues era su primer fiesta de té, muchos de los presentes hablaban abiertamente de él, formulando rumores y unos que otros gritos de fans. Big mom no le veía seguido, tal vez por eso parecía de interés.

-Tu estadía seguirá mejorando, me haría tan feliz que tengas tu propia isla reproduciendo estas delicias. Almacenaríamos lo más raros ingredientes para ti porque no creo dejarte ir de mi castillo.- Río con su característico son.

Mi felicidad es tu éxito, ¿y la tuya, Sanji-chan?.-

Si era este el momento de confesar su idea de navegar, entonces se arriesgaría mientras su buen humor y estómago lleno la apaciguaban. Sin embargo, el rostro del cocinero decía a voz alta sus ideas que amenazaba los planes de ella.

-¿Que significa esa cara, Sanji?.- Su mirada se oscureció. Prometheus iluminó la mesa accidentalmente cegándolos aunque quería proteger a mamá de la descuidada lluvia de Zeus. Katakuri llamó la atención de su madre con una de sus visiones.

Le advirtió sobre su propio Homie exagerando su poder en lugar de detener a la nube, esta profecía debía suceder después de su advertencia, se había guardado sus palabras para darle la oportunidad al cocinero de escabullirse.

Todos en la mesa se incomodaron por esa lectura del pasado. El inmóvil cuerpo del Charlotte les impedía reírse de él.

Sanji buscaba a sus colegas, cuatro de ellos reunieron comida dentro de una taza vacía en la cima de una torre de fresas, cuando vio el humo saliendo de ahí por supuesto no les creería que estaban asando carnes en esta celebración de azúcar.

La azotea albergaba en mayoría solo comida, apenas si se topaba con personas o Charlottes si se aventuraba entre plantas y esculturas traídas de otras islas.

En cierto modo, Sanji disfrutaba de estar afuera, pero involucraba ignorar el salvaje apetito de los reyes exigiendo inmediatamente platillos únicos mientras huía de solicitudes de reclutamiento.

O propuestas como esta, porque arriesgaban su vida y su lengua.

El Vinsmoke soportaba la curiosidad de este "catador de chefs", le habían atrapado entre el frio agarre de un caballero de armadura pues el brillante cromado de su arma lo había atraído a esta trampa.

Plantaron sus pies en la pista de bizcocho, la mermelada le llegó a las rodillas. Por si no fuera suficiente el hombre en esa armadura le abrazaba por la espalda mientras su amo se fascinaba con su captura.

Le tomó fotografías, su asistente narraba en su den-den el perfil del cocinero, incluso le hicieron una prueba instantánea a su saliva sobre su pH.

¿Estas estúpidas intenciones son las que les protegía Katakuri?, Qué raros imbéciles andaban sueltos, si señor…

Un hombre de inmensa papada golpeo la mejilla del cocinero con una cuchara, se quejó por supuesto e hizo que tirara su cigarrillo mientras el hombre metió esa cuchara en su boca;

Revisaba sus dientes y lengua mientras murmuraba como Sanji parecía más interesante que su última víctima cual vivió de preparar y comer insectos congelados por el invierno.

-¿Vinsmoke, huh?, Todo degustador que es de mi interés resulta ser un total desconocido. No hay generaciones previas de Chefs en su familia.- El hombre y su asistente bromeaban mutuamente ante el incómodo prisionero.

-El miedo de Streusen tiene razón de existir, míralo, gozando en la cima de los Charlottes con ese santo talento.- Demostraba su apetito al robarle a un escarabajo pelotero un rollo de canela que acumulaba crema de coco del suelo.

-Sí.- Aprobó el siguiente paso. -Lo haremos ahora mismo, sorprenderá a la reina Linlin después de que le robemos su sabor.- El líder asintió, dándole espacio a su secuaz.

Aun con esa cuchara atravesada en su boca, el hombre metió su mano jalando su lengua, la exprimió cruelmente como Smoothie hasta que su saliva acumulara una gran gota que cayó brillante y cristalina en la mano de ese usuario.

Soltaron sus brazos, pero el oji-azul seguía pegado al suelo, Sanji se sentía deshidratado con sus dientes en horrible dolor, su lengua era frágil como papel y plana cual cartón.

El jefe admiraba su nuevo tesoro, daba de brincos presumiendo como ansiaba comerla para obtener todas esas memorias de cualquier platillo que Sanji hubiese probado en su vida así como los secretos de sus ingredientes.

Mientras esos dos hombres se felicitaban ante la captura, el caballero de metal conoció de cara el muro del salón pues el guardián del cocinero los interrumpió.

Su aterradora agresividad atacaba a este trio que había planeado ese asalto e hirió a su protegido.

Katakuri derribó el escondite del enemigo; un muro de brochetas de panqueques y wafles que se derrumbó mientras destruía la armadura del caballero con su puño de Haki.

El peli-carmín tomó al hombre de gran papada lanzándolo a una red de caramelo pues Perospero se había incluido como castigador. El atemorizado usuario fue igualmente caramelizado de último a excepción de la mano que sostenía esa gota.

El trillizo Charlotte liberó al cocinero con delicadeza, al mismo tiempo que metió esa extraña bola de saliva de nuevo a su boca. Katakuri le dio la espalda mientras se ahogaba por el tamaño de eso derritiéndose en su garganta.

Graznidos de patos de hule provenían de un ejército de pingüinos con graciosos sombreros, esos animalitos se encargaron de sacudir sus ropas, quitar las manchas de frutas e igualmente arreglaban su cabello.

Cargaron a Sanji con esas pequeñas aletas; Le paseaban atravesando la fiesta hasta llegar a una copa gigante de hielo raspado de jarabe rojizo, el fuerte olor del Campari atraía a los invitados hasta este lugar.

Los pingüinos le subieron hasta la cima de la copa, donde el top de mango cortado formaba un jugoso trono amarillo decorado con hojas de menta. El olor a toronja y licor tenía desesperados a los demás presentes esperando a probar ese frio trago.

El cielo despejado, las miradas sobre él… le incomodaba la atención, si este era el lugar y deber de un cocinero de los piratas de Big mom entonces Sanji no sabía responder a los elogios de extraños aunque su corazón amaba los agradecimientos de los verdaderamente hambrientos.

Linlin llamaba a su segundo hijo a que apareciera, pataleaba el suelo impaciente pues esperaba por esto desde que el cocinero desapareció de su asiento.

Katakuri se colocó a su lado sin evitar que el estuche plano y rectangular en su mano pasara desapercibido para el oji-azul. El peli-carmín se arrodilló, por culpa de esa pose los presentes e incluso los rostros en la comida se congelaron.

Sanji no perdía los movimientos del Charlotte, se fijaba especialmente en el interior de su bufanda pues el rubio se encontraba más alto que el peli-carmín.

Mantenía su boca mordiendo sus propios labios, sus colmillos podrían perforarle si seguía presionándose así, estaba nervioso, y únicamente la duda haría de sus visiones inútiles, sólo su temor lo sacaría de sus deberes.

¿Este momento es el que Katakuri evitaba desde el amanecer?

'¿Por qué esta actitud al condecorarme con el título de Streusen?' Tragó saliva y siguió el acto.

Hace largos minutos que el objeto en el estuche le esperaba, a la lejanía los murmullos volvían tensa una honrosa acción.

Sanji se levantó ante ese sublime cuchillo Santoku, su tamaño en manos del cocinero lo denominaba como una espada corta, una extravagante herramienta con ornamentos en espiral. Se alegraba que no fuera una espátula lo que recibiera.

Los presentes e incluso Big mom comenzaron a festejar gritando…

-¡TENDREMOS BODA!-

-¡POR FAVOR!, ¿A dónde se fue?- Incontables hijos de Big mom jugaban por los pasillos y jardines interiores, Sanji perdió de vista a la pequeña Charlotte, una picara niña que de alguna forma se enteró de su cuchillo de compromiso.

Apenas si era de mañana cuando a los malditos guardias se les escapó tal criatura, cual entro con unos globos por la ventana así como se escondió bajo la cama mientras Sanji se preparaba para salir.

Trataba de dejar de estar tan impactado ante su nuevo estatus, eso le distrajo.

El rubio le vio salir con el cuchillo en sus pequeñas manos. Los gritos no fueron suficientes para que se detuviera, por lo que la persiguió, sus demás curiosos hermanos de su edad también era cómplices pues intervenían.

Encontró a la ladrona peli-rosa cantando mientras usaba la punta de ese metal para rallar el papel tapis de la pared, ese rastro la delataba.

Entre más larga era la longitud de esa línea entonces Sanji sentía desmayarse si Katakuri se enteraba del daño del primer día de su obsequio…

Estaba muy lejos de su piso habitual, cada puerta dirigía a un pozo de dulces, jardines y habitaciones vacías. Por desgracia levantó sospechas cuando interrumpió una junta de iracundos Charlottes.

El oji-azul siguió corriendo con varios de los hijos e hijas tras de él como un tren.

Anana se encontraba bajo el marco de una ventana que daba al exterior, La altura era considerable para romperse las piernas.

La niña de ojos rojos lo sostenía peligrosamente en su mano así como pretendía dejarlo caer, ¿Qué travesura era ésta? ¿Cómo podría Sanji terminar este juego con un final bueno?

-Mi hermano mayor por fin volvió, lo quiero mucho como para que este contigo, te van a reemplazar y hermano Katakuri no querrá estar con nosotros.- No lloraba, pero si seguía igual de molesta posiblemente se cortaría.

El Vinsmoke sentía una opresión en su estómago junto a una brisa helada en su espalda, lo del compromiso era igual de sorprendente negativo para él y para ella.

Retrocedió metiendo sus manos en sus bolsillos, no quería responder, sus sentimientos por su hermano faltaban por ser aclarados e igualmente no conocía si era posible negarse a un matrimonio a estas alturas.

Linlin no pensaba en el futuro, menos si esta vida de piratas exigía unir las confundidas almas enamoradas de sus hijos sin rodeos al respecto.

La alianza de él como Vinsmoke con los Charlotte debía ser por matrimonio, discreto para evitar a su familia y grande para anunciar el crecimientos de las fuerzas piratas.

Sin embargo, aunque Anana quisiera que renunciara a esta unión, a ella se le resbalaba su prisionero, con torpeza dejo caer su peluche para que su otra mano atrapara el cuchillo. Grito por cortarse así como Sanji corrió a ayudarla a cerrar su herida.

Cargó a la pequeña a una habitación de enfermería, la dejó sin palabra alguna mientras buscaba nuevamente la ventana por que pretendía bajar.

Este lado de Whole Cake aun tenia edificios por construir, incluso había flores y dulces regados sin camino alguno. Estaba seguro de que por aquí era, no había caído entre arboles como para perder de vista esa cosa que no creía que rebotaría.

Se sentía tonto el revisar minuciosamente el pasto, le incomodaban los rostros a su alrededor, ellos no decían nada, ni se movían, aunque eran unos dibujos muy realistas.

Ciertamente cuando se acercó al muro del castillo el cuchillo brillaba al estar apuñalando esa pared a una gran altura, se notaba que no había caído al suelo si no que se había atorado a medio camino.

El cocinero pensó seriamente en pedir por adelantado una fruta del diablo para estirarse. Katakuri sería conveniente para este problema salvo que no debía enterarse de nada.

A su espalda escucho un estomago quejarse, eso era inusual al estar totalmente rodeado de comida, bueno…. de postres.

-¡Oi!.- El extraño de cabellos negros se aproximó alegre, como si hubiese perdido de vista la civilización al otro lado del castillo. –Dime, ¿tienes carne?-.

A amplia sonrisa el chico se acercó al cocinero, el rubio seguía mirando el muro esperando que se fuera. –Oye,- Le pidió atención mientras Sanji alternaba su mirada ente el muchacho y su utensilio.

Ese oji-café parecía entender su dilema tras preocuparse el también. –Ya veo si no tienes tu cuchillo entonces no puedes darme carne.- Resolvió el problema al lanzar su mano y traer consigo ese utensilio.

El tez blanca cayó sentado, impactado por esa deformidad, indudablemente esa habilidad era la que necesitaba. –¿Quién eres?.- Preguntó sin revisar los daños en su regalo.

-Luffy.- Dijo tranquilo aunque parecía querer dar de saltos deletreando su extraño nombre.

-Vinsmoke.- Le dio su apellido esperando una reacción negativa.

A grandes ojos contemplándole, y con esas manos sudando; entonces Sanji creía que esperaba su carnosa recompensa.

Se agachó junto al castillo, con el cuchillo empezó a cavar secciones de los cimientos hasta que encontró los cortes vacunos que sugirió para reforzar el castillo.

-Están marinados con mango, papaya o piña, sigue siendo carne pero sabe caramelizada.- El rubio le explico mientras el peli-negro cavaba por cuenta propia sacando todo lo posible. Al llenarse, el chico se sentó al lado del cocinero que fumaba recargado en un biscocho de leche quemada.

El tez blanca preguntó -¿Te he visto en algún lado?.- Relamía sus labios asustado por este extraño déjà vu.

Con ello comenzaron a conversar del océano, de piratas, incluso de comida que apostaban que el otro jamás había probado. Sanji sonreía pese que ya le dolía reír al escuchar a Luffy contarle de sus aventuras de cuando era niño.

El oji-azul no dejo de lado la oportunidad de preguntar por el Allblue a este explorador, cuando terminó por explicar él mismo esta leyenda; Luffy le preguntó si quería unírsele y ser libre como si contara con un SI instantáneo de este sediento cocinero, no obstante, no esperaba la respuesta del compromiso.

Así como tampoco el como el bosque se distorsionó en colores extraños, los brillantes colores del suelo mareaban a ambos chicos así como criaturas flotaban y nadaban a su alrededor, leones caminaban por la pared y peces saltaban desde ramas de árboles.

Una forma invisible arrastro a Sanji lejos del peli-negro, quien le siguió para ayudarle, otra cosa impedía que el oji-café le alcanzara pues era golpeado y apuñalado por siluetas deformes y oscuras.

El cocinero salió de su trance al ser introducido al castillo por las tropas de Mont d' Or. Sanji se quedó corto de aliento escuchando la batalla tras la puerta. Katakuri le arrastraba fuera del peligro; y no importase lo brusco que era, el Vinsmoke no podría sacarse esa brisa fresca en sus pulmones al solo pensar en la voz del peli-negro.

Ese pirata fue por unos minutos su primer amigo.

Uno de sus primeros contactos cercanamente íntimos con personas extrañas desde que fue reclutado en Whole Cake….

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Las advertencias eran claras, las consecuencias le fueron descritas directamente antes y desde que fue adoptado; No sería más que un instrumento para Germa, un lazo político entre piratas y científicos si Sanji era capturado.

Se acercó a las pequeñas ventanas cuadradas, cuales eran una fila horizontal de cristales que daban una repetida vista panorámica al exterior.

Desearía que no estuvieran empañados por el calor de la chimenea, los limpió así como quito su flequillo de su ojo para contemplar perfectamente la tormenta.

La nieve ceso el primer día, se esfumo al final del segundo; en un atardecer torbellinos retiraron el invierno y anochecer no tardo en iniciar de nuevo esa era de hielo, las capas se acumularon desde el cuarto día.

Ahora mismo los bosques se cubrían de un cielo rojo, rayos azules caían a la lejanía mientras el cielo arriba de ellos parpadeaba electrificado.

Cuando despegó su mano de la pared, el cocinero se percató de que las bajas temperaturas se aferraban a los muros. Volvió junto a la chimenea salvo que el peli-carmín subió y le llamo a la mesa.

El amplio espacio de la sala no era más que una amplia alfombra esponjosa color guinda, con cojines y una mesa de piernas cortas cerca de las ventanas.

Su pareja aún no le daba de alta, el Príncipe decía que el hilo en su estómago estaba por desintegrarse, por eso celebraba bebiendo de lo lindo.

Por ser una de las escasas veces que el Charlotte tenía la oportunidad de cocinar, optó por probar comer ramen, lo logró con ayuda de su pareja y sus consejos en ingredientes; Estaban a punto de probar un platillo elaborado con lo que recolectaron.

Gracias al diseño de la torre, no había guardias ni caracoles en lo muros, cuales eran medios de espionaje de Linlin, Katakuri era plenamente él mismo con Sanji así como con sus hermanos mayores, el peli-carmín sufrió regaños por su aspecto por parte de su madre cuando niño.

Antes de adelantarse se acercó al melancólico y alcohólico cocinero que parecía querer más ese fuego y su bebida que a la cena.

Sanji simplemente usaba su ropa interior y una de las camisas que enviaron para Cracker, esa que realmente era para él. Es blanca con adorables bordados de galletas un poco invisibles a la vista, era un tejido delicado para un Comandante como el peli-morado. Su cambio vendajes eran visibles a contra luz.

¿Aun así esperaban que Sanji usara esa ridiculez que Cracker se llevó puesta?

Sus anchas mangas hacían que sus brazos lucieran más que desnutridos, por el largo de la ropa podría usarla como bata de noche.

El oji-carmín le tomó de un brazo como una madre a una cría salvaje, le quito esa prenda pues sabía que no era ropa nueva, sino una de las pocas camisas casuales del hombre Bisu-bisu.

Al desvestirlo, la lanzo al fuego, el rubio no le dio importancia pues tomó de su vaso sin derramar gotas sobre sus notas de travesías.

El cocinero le lanzo un beso al aire mientras su esposo volvía a arreglar la mesa, le encantaba ese malvado cariño único de piratas.

Difícilmente Katakuri se agacho a la mesa, no vestía más que una toalla de baño sobre los hombros y su ropa interior, daba mucho que mostrar con sus piernas cruzadas junto a este pequeño mueble.

Sanji recogió sus botellas y las llevo a su asiento, un cojín amarillo a la izquierda del gran espacio que abarcaba su pareja.

El rubio ignoro su platillo y se colgó del brazo tatuado, fue rápido al besar sus cálidas mejillas con fideos, gustaba de sorprenderle y sabía que era efectivo cuando le veía inmóvil por un segundo.

Lamio los restos de cebollín lila deslizándose por su mentón, totalmente insinuando que estaba tan ebrio a tomar un riesgo como este…. Excitar al hombre mochi al comienzo de su cena.

Sanji no se rendía, hasta intentaba comer del mismo plato que el Charlotte al usar unos palillos de madera para robarle uno que otro huevo o algas boreales.

Los papeles cambiaron cuando Katakuri termino su porción, bruscamente eructando y limpiando los restos con su ante brazo. Subió al cocinero a su pierna y le dio su tazón y palillos. Cuando el tez blanca enfrió un trozo de hongo y dio su primer bocado entonces su amante lo empalagaba frotando su rostro en el cuello del ojos azules.

Apenas si el príncipe dio dos bocados más y dejó el plato en la mesa al igual que él mismo. Se abrió de piernas frente al Charlotte yendo directamente al punto en que le preguntaba con esta sugestiva pose si es que lo dejaría pasar hambre.

Pasaba sus dedos sutilmente por su miembro recorriendo su forma y presionaba el espacio cerca de su entrada, el depredador frente a él entendía la iniciativa.

Katakuri se arrodilló frente a la mesa inclinándose y besándole invadiendo sus bocas mutuamente. El Vinsmoke optaba por contar esos colmillos con su lengua. El oji-azul tenía rastros pasados de esos afilados dientes alrededor de sus labios, estos fueron intencionales pues con experiencia con tal dentadura entonces Charlotte sabía el tipo de bocado que el cocinero era.

Lo provocaba llamándole con un complejo de jerarquía; -¡Comandante!,- Sanji repetía al levantar su estómago contra la otra piel, sus manos exploraban el corto cabello rojizo, mordía las cicatrices que subían por las mejillas del Charlotte. El oji-carmín desvistió a su pareja y a él mismo.

Dejaba a cargo del rubio el comienzo pese que ahora se ocuparía de ambos.

Con esta acompañada soledad, Katakuri se estaba de brazos abiertos a cualquiera de las intenciones del tez blanca que no involucraran a hacerlo afuera.

El maldito príncipe provocaría que su título de "Sweet" le hiciera recordar estos momentos, ya su seriedad era un total cansancio mental y ahora tener el recuerdo de Sanji en su cabeza nublaría sus visiones.

Le masturbaba a detalle sin pena ni permisos, especialmente brusco en complaciente sentido, el simple tacto de sus manos o su aliento cerca volvía precoz al ojos azules, y si terminaban en pocos minutos; el cocinero insistiría con su vil vocabulario que no tuviera miedo de exigirle. Le encantarían una que otra atrevida sugerencia.

Los gemidos aceleraban su otra mano ocupada con su propio miembro, Sanji seguía con la mirada esa descomunal mano capaz de quebrar esa profunda voz. Dejaba que observara mientras instruía al tez blanca en que debía hacer por él mismo si realmente quería chupársela.

Era de esperarse que fuese derrotado por desesperarse, Su energía era para el placer del Cazador, pero no obtuvo permiso del hombre mochi.

El peli-carmín admitía que sus intentos le dejaban corto de aliento. Creativamente le estimulaba frotando sus piernas en su miembro mediante su boca robaba uno que otro pedazo de mochi de sus abdominales.

Por su parte era cruel al interrumpir cada idea Sanji a por otras opciones (debía ser por sus visiones). Posiblemente había descubierto que amaba ver a su esposo retorciéndose por su frustrada calentura.

Continuamente lo posicionaba en cuatro pero su pareja insistía en estarse igual con su espalda sobre la madera mientras proponía que la metiera cubierta de alcohol.

Había de suceder, moriría si seguía sin penetrarle, así que ignoraba apropósito la capacidad de la diminuta silueta del Vinsmoke, por lo que los gritos eran comunes salvo que no interrumpían el ritmo de su pelvis pues la risa retadora del príncipe quería dominarle hasta el final.

Lo que si complicó esta peligrosa práctica fueron los puntos abiertos de Sanji.

El alcohol había provocado una hemorragia que devolvió al rubio a su cama y con las ganas de saborear ese encantador y sucio final.

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Gracias por leer.