¡Hola! Les quiero comentar de este nuevo proyecto. Comenzaré a subir one-shots de One Piece, especialmente LuNa. La idea es subir de toooodos los temas posibles (aclaro que no escribo suculencias, por lo que los Lemons y relacionados a letra M no entran en mis manos), debo admitir que soy muy trágica para escribir, amo el sufrimiento c:

Si tienen sugerencias e ideas, ¡Todas son bienvenidas! Con eso dicho, los invito a leer.

Época: Año 5 de la Nueva Era, 5 años luego de la Gran Guerra por el One Piece.

Llanto y ¿Canto?

Era media noche, el suave balanceo del barco meciéndose en las olas era la perfecta oportunidad de relajarse y dormir pacíficamente. La noche estrellada se veía resplandeciente y el caluroso día de verano mantenía a todos atontadamente dormidos. La brisa hacía que la bandera flameante de los Sombrero de Paja se moviera al compás de las olas, pacíficamente.

Todo era paz y armonía, excepto para una pareja.

El bebé hacía pequeños pucheros y se largaba a llorar, no un llanto fuerte y molesto, si no que uno suave y triste. El pequeño pecho se movía rítmicamente en fuertes respiros mientras se ahogaba en las tristes lágrimas, apretaba los puñitos con fuerza mientras su carita arrugada mostraba angustia y miedo.

— ¿Qué te sucede cariño? — La joven madre lo mecía con amor en sus brazos. Intentaba detener sus angustiosos llantos aún media dormida, sentada contra el respaldo de la cama.

—Seguramente tiene hambre. —El padre cansado y frustrado tapó su rostro con la almohada para amortiguar el sonido e intentar seguir durmiendo.

—Pero si le di hace menos de una hora Luffy… —Su esposa lo miró cansadamente, después de todo, el bebé los había despertado del pacífico sueño que no había podido conciliar hace ya varios días.

—Es un Monkey, Nami… —Se sacó la almohada del rostro, se recostó mirando el techo mientras pasaba sus brazos cruzados por detrás de su cabeza y luego miró a la mujer, como si sus palabras fueran la respuesta a todas las incógnitas del universo. Nami le devolvió la mirada por un par de segundos, y luego suspiró derrotada.

—Maldita sea tu genética… —Le susurró molesta mientras comenzaba a retirar de su hombro el fino hilo del camisón de seda que llevaba, hasta rebelar su pecho. Con delicadeza, acercó al pequeño, quien comenzó a beber silenciándose de inmediato.

Con una suave sonrisa, Luffy se levantó de su posición y posó su cabeza en el desnudo hombro de la navegante, cerrando los ojos mientras ella alimentaba a su hijo. Un par de minutos más tarde el pequeño se retiró satisfecho, y tras ser mecido con cariño por un rato, sucumbió al mundo de los sueños.

Nami lo acomodó suavemente a su lado y se recostó de espalda a su esposo, quien la recibió envolviendo sus brazos alrededor de su ya estrecha cintura. Luffy acercó el cuerpo de la navegante al suyo y cerró los ojos pacíficamente, colocando su rostro en el cuello de su esposa, respirando su dulce aroma. Nami se dejó abrazar con fuerza, escuchó los suaves ronquidos de Luffy y con una pequeña y divertida sonrisa, cerró también los ojos para volver a dormir.

No pasó ni un minuto cuando los fuertes llantos del bebé volvieron a despertar a los padres. Los ojos del pelinegro se abrieron del susto y pudo jurar que casi se le salieron del rostro. La colorina volvió a tomar al pequeño en brazos y con cara llena de confusión, examinó su pequeño.

—Ahora sí que no sé qué es lo que quiere…

Ronquidos.

Nami levantó su mano echa puño, y golpeó la cabeza de su esposo para despertarlo. A pesar de los años, algunas cosas no cambiaban…

— ¡Nami! ¿¡Qué rayos te sucede?! —Se acarició la cabeza con dolor, reclamando a su esposa, provocando que los llantos del bebé se intensificaran.

—¡Ayúdame! Yo también tengo sueño idiota. —Luffy acercó el rostro a su pequeño hijo, rosando su mejilla con sus azabachados cabellos. Lo miró con molestia y cansancio y le habló molesto.

—Ya para con el lloriqueo Alphonse, que papá quiere dormir… —Como si no fuera lo suficientemente insensible para un bebé, abrió más la boca. —O si no, mamá te dejará solo en la cubierta para que aprendas a no llorar como una niñit-

Un fuerte golpe volvió a chocar con su cabeza.

— ¿¡De qué estás hablando?! —La mujer apretó el agarre en su pequeño y miró asesinamente a Luffy.

— ¡Era una broma Nami! —Molesto, se volvía a sobar la cabeza en silencio. Su esposa tendía a ser exageradamente agresiva algunas veces, por suerte, menos que cuando eran más jóvenes.

Los llantos del pequeño seguían y ninguno de los primerizos padres sabía qué hacer. Intentaron hablarle, darle nuevamente de comer, incluso mudarlo. Nami le mostraba coloridos y tintineantes juguetes y objetos para llamar su atención, Luffy hacía extrañas caras, pero nada lograba calmarlo. La colorina suspiró cansada, vio cómo su esposo comenzaba a tambalearse del sueño y sin saber que más hacer con el ahora fuerte y ruidoso llanto del pequeño, se levantó de la cama con él en brazos.

— ¿A dónde van? —La adormilada voz de Luffy le preguntó preocupado.

—Lo llevaré afuera para que puedas dormir un poco… sé lo cansado que estás. Solo descansa, volveremos luego. —Le sonrió con cariño, besó rápidamente su mejilla y tomando una manta, salió de la habitación con el pequeño Alphonse. El padre se quedó en silencio escuchando como los llantos y la dulce voz de Nami consolando a su hijo se hacía cada vez más lejanos. Con el ceño fruncido, se acostó nuevamente. Un escalofrío corrió por su cuerpo sin el calor de su esposa y trató de conciliar el sueño, completamente en vano. Sin su compañía, ya no podía dormir por mucho que el sueño lo estuviera matando.


Nami caminaba de un lado a otro en el césped del Sunny. A pesar de que el llanto no había parado, este se volvió más bajo, convirtiéndose en quejidos y lágrimas de pena.

— ¿Qué pasa contigo hoy cariño? Tal vez tuviste una pesadilla… —Llegó a la barandilla del barco y contempló el mar con calma. Era una noche calurosa, pero la fresca brisa era completamente refrescante. Su largo cabello anaranjado se elevaba en sintonía con el viento mientras seguía caminando por la cubierta, meciendo a su bebé. Con el sonido del mar, el pequeño comenzó a calmarse. Pero no duró ni unos segundos, el llanto realmente no cesaba.

—Ya mi amor… calma… —Lo mecía con delicadeza sin saber qué otra cosa hacer, hasta que una idea llegó a su cabeza.


Luffy aún intentaba dormir. Giraba a la derecha, luego a la izquierda. Se tapaba con las sábanas y luego se destapaba. Abrazaba la almohada, luego la alejaba. Miró el techo resignado y dio un bufido de resignación. Definitivamente ya no volvería a dormir hasta que Nami y Alphonse volvieran. Agarró la sábana nuevamente para taparse, cuando una suave melodía llegó a sus oídos. Se sentó en la cama y miró la puerta, prestando atención.

Una dulce canción sonaba a lo lejos. Casi como si fuera hipnóticamente llamativa, se levantó de la cama, se puso su sombrero y salió de la habitación a pasos lentos. La oscuridad invadía el barco y los fuertes ronquidos de sus Nakamas le indicaban que no habían despertado por los fuertes llantos de su hijo. El silencio era abrumante, pero se volvió cálido cuando la dulce melodía volvió. Asomándose al balcón que daba a la cubierta, la imagen lo dejó perplejo.

Su hermosa mujer estaba apoyada en la barandilla, con su pequeño en brazos mientras lo sostenía contra su pecho, cantando melodiosamente.

"Las flores que florecen en primavera

Y el cielo que se expande en el verano

Graban un resplandor

En el interior de mi corazón."

Su suave canto inundó de calidez a Luffy, quien se quedó de pie mirándola con una boba sonrisa enamorada desde el balcón. Apoyó su rostro sobre sus manos, apoyado a la barandilla y observó a su bella esposa cantar.

"Aunque cierro la ventana

En días lluviosos

Mi corazón rebosa con una luz

Que llega desde las nubes."

Hipnotizado, miraba como su anaranjado y largo cabello se balanceaba al compás de la fresca brisa. El sedoso camisón rojo se aferraba perfectamente a las esbeltas curvas que poseía, mientras que sus ojos achocolatados estaban puestos en su pequeño mientras seguía con su canto. Caminaba lento de un lado a otro mientras mecía al ahora dormido bebé.

"Felicidad, tristeza

Lo abrazaré todo y caminare

Eso es lo que conecta

Fuertemente

Nuestras manos."

Miró su esposa e hijo y no podía dejar de pensar en lo afortunado que era al tenerlos.

Nami, la mujer que antes de convertirse en su compañera de vida siempre fue su leal Nakama, su mejor amiga y su compañera de aventuras, ahora era su actual esposa, amante, y su Reina. Ella era todo lo contrario a él; delicada, inteligente y ordenada. Pero esa era la razón del por qué era perfecta para él. Nami era quien lo hacía pisar firmemente en tierra y la que lo había ayudado a completar su sueño, guiándolo por el peligroso y salvaje Grand Line.

Y como si no fuera lo suficiente feliz, con su sueño completo, ahora tenía a su hijo Alphonse. Con solo tres meses de vida, el pequeño tenía un parecido obvio en cuanto a energía y apetito. Sabía lo difícil sería criarlo en la situación en que estaban, peor aun cuando se trataba del barco del Rey de los Piratas. Pero hizo el juramento de protegerlos, aun que le costara la vida, este era ahora su nuevo sueño. Después de todo, el pequeño era un regalo del destino, el fruto del amor entre capitán y navegante, y la señal de que el legado de los D continuará hasta el fin de los tiempos.

"Una lejana, lejana voz

Me guía

Como una sonrisa

Como una canción

Con el sonido resonante del viento."

Nami, Alphonse y sus Nakamas eran su familia, eran su todo, y algunas veces se le olvidaba completamente agradecer al destino por habérselos dado.

— ¿Luffy? —La suave voz de su esposa lo sacaron de sus pensamientos. Parpadeó un par de veces antes de enfocarse completamente en ella. La luna brillaba dándole un luminoso y bello color a su curioso rostro, mirándolo con sus achocolatados ojos desde la hierba de la cubierta. — ¿Qué haces aquí? Pensé que estabas durmiendo.

—No podía dormir si no estabas ahí…—Le respondió despreocupadamente. Nami le sonrió suavemente mientras se sentaba bajo el mástil, palmeando a su lado, indicándole a su marido que la acompañara.

Estirando los brazos, Luffy agarró la parte alta del mástil fuertemente y se impulsó a él. Antes de golpearse, apoyó las piernas y se deslizó hasta la parte baja, cayendo sentado al lado de su esposa. Bajó la vista el pequeño y se percató de lo relajado y pacifico que ahora lucía luego del arrullo de Nami. Con el sonido de las suaves olas, acercó a la chica contra su cuerpo, agarrándola desde atrás, envolviendo a su vez al pequeño en un fuerte abrazo.

—Bellemere me enseñó esa canción cuando era una niña… —Recordó con una suave sonrisa, observando a Alphonse. —Cuando me uní a Arlong… la melodía lograba calmarme cada vez que la cantaba encerrada en el cuarto de mapas.

Brindándole apoyo, Luffy apretó su agarre suavemente en completo silencio, tomó su sombrero y lo colocó en la cabeza de su esposa. Miró a su hijo con una sonrisa y le susurró suavemente a su esposa en el oído.

—Veo que también logró calmarlo a él… —Sintió la suave risa de Nami y lo llenó de tranquilidad. Estuvieron un par de segundos en silencio, disfrutando de la compañía del otro, con los suaves ronquidos del bebé. —Nami… ¿Podrías volver a cantar?

Y con un leve suspiro, la colorina comenzó con la dulce melodía otra vez a petición de su esposo. Varios minutos estuvo cantando, sintiendo el cálido cuerpo de Luffy a su alrededor y los recuerdos de su madre volver a su mente. Tan esmerada estaba en la canción, que no fue hasta que escuchó un fuerte y divertido ronquido del chico, la sacó de su paz. Con una leve sonrisa dejó de cantar y se tiró hacia atrás, descansando contra el pecho del pelinegro teniendo cuidado con el sombrero de paja, mientras que apoyaba a su hijo más apegado a su pecho. Miró a ambos con amor y en ese instante pensó lo que cada día pensaba al ver a su hermosa familia. ¿Qué sería de mí sin ellos a mi lado?

Muy cursi, lo sé, pero salió de mi imaginación. Sé que probablemente hayan sido un poco (o muy) fuera de sus personajes, pero teniendo en cuenta de que son mayores, y bueno… enamorados, sus personalidades también maduran.

Espero que les haya gustado y que no se les haya hecho muy largo. Acepto comentarios y críticas, no muerdo :) ¡Hasta la próxima!